Partida Rol por web

Ante el silencio del resto de la gente, y la falta de reacción del alcalde, me encogí de hombros, situándome en un rincón, esta vez más apartado y alejado del resto. Parecía que, finalmente, ese grupo no iba a ser tan bueno como parecía a simple vista. No, no tenía nada claro lo que iba a pasar a partir de ahora.

Todos fueron aceptando la misión que había encomendado el alcalde, mire, ahora mismo lo que queremos es descansar y comer. Nuestro amigo, digo señalando a Jonad con la cabeza está muerto de hambre y lleva varias horas imaginando el poder comer. Me parece todo muy bien, pero denos algo de comer y de beber mientras sigue contando su gran plan. Miro con una sonrisa a Jonad bajando levemente la cabeza Aaaah, la levanto de nuevo alzando la mano y el dedo dice si habéis visto algún grupo de orcos trasladando medianos.

Una vez dicho esto, me apoyé en la pared, pensando en lo que había dicho Arvin. Habían sido muchos los legados con los que había tenido que hablar, o más bien, a los que había tenido que convencer para que me dejaran pasar, al igual que orcos, esos apestosos. 

El norteño escuchó en silencio y con gesto hosco a los demás, pasando su penetrante mirada por cada uno de los allí presentes a medida que hablaban, intentando atravesar sus corazones con aquellos ojos ardientes. Incluso de tanto en tanto, miraba también de soslayo a los que nada decían, como el sheriff y algún otro desconocido.

No creía ver signos de mentiras ni engaños en aquellos adustos semblantes. Pero tampoco estaba seguro, pues nunca había sido del todo bueno para juzgar a la gente. Aunque había mejorado un poco con los años, pues de tanto ver a la traición a la cara, uno tenía que ser muy idiota para no aprender a reconocerla. Sin embargo, las largas temporadas que había pasado errando solitario por las estepas le habían oxidado un poco el olfato para tales cuestiones.

En cualquier caso, aquello poco importaba. Había recorrido un largo camino para llegar hasta allí. Y superado enormes peligros. E incluso tras todo ello, había necesitado todavía de un inesperado guiño de la suerte para encontrar por fin la pista de los rebeldes. Un grupo que, tal como estaban las cosas, parecía volverse más escaso con cada día que pasaba. De modo que ya no tenía sentido actuar con cautela. No cuando había tanto en juego...

- Podéis contar con el "viejo" Finn para hacer el trabajo. - sentenció finalmente con aquel vozarrón rasposo y gutural, que sonaba como infinitamente cansado, pero igual lograba helar la sangre como los primeros fríos del invierno - Limpiaremos las cavernas y guardaremos el secreto.

- Y si alguno de los poderes de este mundo nos escucha, tal vez podamos enfrentarnos también a ese legado y sus malditos orcos.

- Pero debemos partir de inmediato.

Mañana del 2° de Halail del año 101 de la edad oscura (Turno 11)

El alcalde Detryk fue respondiendo a los cuestionamientos de los presentes uno a uno, o bien asintiendo a sus palabras de compromiso. A Wendell que fue el primero en hablar le respondió con interés pues sus preguntas eran constantemente atinadas desde su perspectiva – Ciertamente será casi igual de difícil, por cada momento que pasen allí trabajando en la misión que les he encomendado, la probabilidad de que los orcos les encuentren será mayor, y allí dentro será imposible huir de la ira del legado y el poder de su Dios – detalló esperando que los presentes tuvieran claridad en todo ello.

Ante el segundo comentario de Wendell, el alcalde no puedo más que respirar con fuerza y ser sincero – jamás he estado allí – soltó el anciano alcalde – al menos no exactamente en la guarida de los rebeldes. Siempre que he tenido que acercarme a ellos para darles algún aviso, he llegado hasta un claro cercano, desviandome un poco de los viejos caminos que van a las montañas, no se si eso sea cerca o lejos de la guarida, aunque si lo es de las cavernas. Todos en el poblado han ido alguna vez a las cavernas, al menos a recoger agua en la temporada seca. Pero como bien han dicho ya ustedes mismos, las cavernas en estás montañas suelen ser amplias, y no es sencillo dar con un lugar en específico sin conocerlo.

A su vez, hace años que no voy ni a las cavernas, ni a aquel claro. Mi edad ya no me lo permite. Para eso he contado con la ayuda de Brandil, un joven nieto de mi tío, que se ha unido a la rebelión como mensajero, y quizá algún día tome mi lugar. Aunque ahora está desaparecido desde hace un par de días ya. Si estuviera con nosotros, el mismo les llevaría hasta allí, aunque quizá su abuelo sepa algo, se llama Tob, aunque de cariño le llamamos viejo Tob, tiene más de 100 años – claramente si el alcalde era ya viejo, su tío habría de ser muy viejo, lo cual podría implicar que no recordaría gran cosa de nada.

– Pero no pierdan la esperanza – les dijo el alcalde buscando que no tuviesen desanimo en la misión que les encomendaba – el sheriff Ashan ha estado allí varias veces hasta donde se – exclamó mirando al sheriff el cual mostraba una expresión fría, no parecía negarlo, pero tampoco parecía querer aceptarlo, quizá no sería fácil que les ayudará después de todo.

Ante tal reacción, el alcalde se quedó meditando un poco, encontrando otras opciones más en su mente – busquen también a Hurly, el curtidor del poblado, el podrá también darles algunos detalles. A su vez pueden hablar con el cordelero Severi Daklan. Incluso es probable que muchos en el pueblo sepan algo, muchas madres han visto a sus hijos morir combatiendo a la sombra, y pueden que algunos de los familiares de estos héroes sepan algo – concluyó el anciano alcalde esperando que su información fuese de ayuda.

Los siguientes cuestionamientos vinieron de Arvin, el sarcossano, el cual no tenía muchas esperanzas de que sus palabras fueran bien respondidas, y por ello se sorprendió ante ello – tenemos cuatro corceles rápidos, los cuales están bien entrenados y saben regresar por si solos hasta aquí, o al menos uno de ellos y seguramente los otros le seguirán. Vayan con ellos hasta el territorio de las fatas, y allí háganlos regresar dando dos fuertes silbidos para luego golpear gentilmente sus lomos. Contamos con otros dos caballos, algo débiles y poco confiables, pueden llevarlos también, su perdida será dura para el poblado pero valdrá la pena si tienen éxito –.

El gnomo Girolamo fue el siguiente en hablar, preocupado más por un merecido descanso y alimentos, y de no ser por el norteño Finn, el alcalde habría tenido que lidiar con un verdadero problema. – Exacto, deben partir cuanto antes. Reúnan toda la información que les sea posible y partan ya. Cada minuto en que demoran su partida es un minuto de ventaja que les toma el legado y sus orcos. Luchar contra ellos no es el objetivo; deben darse prisa – el anciano llamó entonces a su sirviente y le solicito que le trajese comida.

El sirviente regreso poco tiempo después, con solo dos piezas grandes de pan de cebada horneados probablemente esa mañana y otra pieza más de uno o más días. Les trajo algunas pocas frutas viejas y abundante agua. – No hay mucho más que pueda ofrecerles, exclamó el anciano. En el fondo el sheriff ha tenido razón al alterarse, el pueblo apenas y puede cultivar los suficientes alimentos para sobrevivir – exclamó pensativo, para luego negar para si mismo – pero eso es un tema del que hablaremos en futuro, si volvemos a vernos. Comed e investigad. El sheriff les preparará mientras tanto las seis monturas, y algunas lanzas y dagas que tenemos escondidas – sus palabras fueron como un orden que el sheriff no recibió de buen agrado.

Con ello la misión estaba preparada para los ahora futuros héroes de Koln, quienes iniciaban una difícil travesía, que bien podría costarles la vida.

– Algo más antes de que se marchen – dijo el alcalde de último momento, tras haberse vuelto a recostar por completo. Había hablado mucho y su cuerpo ya le demandaba un debido y necesario descanso. – No se si hay alguna relación con lo que está sucediendo, pero el día de ayer tres niños desaparecieron en las cercanías al poblado, rumbo al camino que va a las cuevas. Si llegan a verlos, será de gran ayuda que les salven. Una las madres está aquí afuera, y ha estado histérica desde la noche, y ahora con la llegada del legado, todas temen lo peor. Su regreso sanos y salvos, traerá mucha esperanza al poblado –.

– Nosotros no iremos – exclamó Konut refiriéndose también a su hijo. – Ayudaremos como cazadores y al curtidor para tratar las pieles, más allá de eso, no arriesgaremos nuestras vidas. No servimos a la sombra pero tampoco tenemos intenciones de morir pronto mientras aún haya esperanzas – explicó con cierta tristeza en su rostro. Su hijo por su parte se mostraba desafiante, como siempre, como si no admitiese que nadie les cuestionase sus motivaciones.

Hamil por su parte dio un paso al final, y aunque mostraba cierta inseguridad, se atrevió a ser valiente – yo si iré, mi corazón lo clama. He de luchar contra mis miedos y combatir a la sombra. Se que mis padres eso habrían querido. Lucharé por ellos – el joven mostraba un rostro valiente y seguro, aunque su mirada veía al infinito lejano, como si la sola mirada puesta en alguien más le hiciese caer en duda y tambalease todo su esfuerzo al que hasta ahora se había sometido.

Me quedo asombrado ante la perspectiva de que dispongamos de monturas, pero mi cabeza rápidamente toma el control, no pudiendo permitir llevarnos todas las monturas.

-Alcalde, le agradezco su disposición, pero no podemos aceptarlas todas, ustedes las deben usar para el trabajo y la supervivencia, nos llevaremos 4, y en algunas iremos montados 2 jinetes. Preferiría dejar aquí las débiles eso sí. Pero igual necesitarían dejar por lo menos un macho y una hembra, para asegurarles descendencia y el futuro de los caballos en el pueblo...

Me estoy yendo por las ramas, así que miro  a mis gratos nuevos compañeros, ahora que sé que són de fiar pese a la indiosincrasia que nos refleja unos a otros:

-¿Os parece bien, compañeros?

Cuando nos traen comida, pego un simple trago, pues mi cantimplora ya va llena, y le lanzo la manzana a las manos del Sheriff, en tono conciliador.

-Traigo mi propia comida, se lo agradezco, pero habrán otros que la necesiten más.

Espero que el gesto le ayude a que podamos llevarnos un poco mejor, o por lo menos sirva como primeros pasos. Miro hacia Konut y su hijo, cuando discuten entre ellos su futuro más inmediato, pensativo.

-¿Hamil, verdad? Te he visto durante el trayecto que hemos transcurrido juntos y siento el fuego en tu corazón. Sé que deseas luchar contra la sombra, pero hay muchas maneras, y la espada no es siempre la más útil. Yo una vez perdí un padre por ser un joven insensato, ahora te pido que no repitas mi crimen. Haz caso a tu padre, práctica con el arco cazando animales, el poblado necesitará comida, mientras la gente viva lucharás contra la Sombra. Y quién sabe, quizás si algún dia atacan al poblado, tu puntería adquirida con la caza salve vidas. Por favor, piénsalo.

Tras esa escena mientras vamos saliendo, le hago un gesto al Alcalde para que espere un momento:

-Creo que hay un traidor en el poblado. Desde el momento que dijo que todo el pueblo iba a la cueva a por agua, es probable que alguno descubriera a los rebeldes e informara, razón que explicaria la presencia del legado, tan seguro de que hay rebeldes. ¿Hay algún vecino que crea que pueda guardar rencor a los demás, o que sea capaz de venderlos?

Una vez fuera, miro a mis compañeros:

-Si han desaparecido tres chicos, es probable que hayan problemas. Trataré de averiguar más sobre los chicos y las madres, más vale que salgamos prevenidos. Si acaso, averiguad el resto de cosas. Nos vemos enfrente de la casa del Alcalde.

Tras eso, mientras enfilo, veo a la mujer llorosa, le preguntaré si sabe algo de los chicos desaparecidos y las circunstancias de su viaje, y luego sutilmente, veré si logro sonsacar algunos trapos sucios del pueblo. Sigo pensando que hay un traidor.

-¿Disculpadme mi señora, que os aflige? ¿Lloráis la desapar¡ción de los 3 muchachos? ¿Sabés algo del asunto?

Wendell no era una persona sumamente inteligente, lo sabía, pero algo en la historia del alcalde le preocupaba. A diferencia de Arvin, el si tomó algo de pan, aunque no demasiado y una fruta y los comió lentamente mientras bebía el agua. Finalmente descubrió que es lo que le estaba molestando - Alcalde... - comenzó lentamente tratando de buscar la forma de no resultar agresivo con sus palabras

- ... si, como nos decís, no sabéis exactamente donde están esas cuevas, que información le disteis al legado? No parecía ser alguien que aceptara la falta de detalles de buena manera. Más allá de que alguien en el pueblo sepa la ubicación exacta sería bueno saber en que dirección van ellos. Con suerte eso nos da el tiempo necesario para ocultar esos rastros -

Tras esperar la respuesta del alcalde, salió de la casa y miró a su alrededor, dispuesto a ayudar a sus compañeros a sonrascarle la información que necesitaban a los vecinos del pueblo.

No me había gustado nada la contestación del Alcalde, ni mucho menos lo que nos estaba contando. No veía nada claro que tuviéramos que irnos corriendo, después de que acabábamos de llegar. Cualquiera que estuviera acostumbrado a ir por los caminos sabía de los peligros de no descansar; se perdían reflejos, capacidad perceptiva, era fácil distraerse, y con ello caer ante cualquier trampa o ataque de algún animal salvaje.

Cogí la comida que nos entregaba y compartí un poco con Jonad. Al fin y al cabo, no necesitaba demasiado alimento para mantenerme en forma, pero sí que mordisqueé un poco de mi comida y bebí un poco del agua que nos entregara. Desde el encuentro con el Legado tenía la garganta bastante reseca.

Los caballos nos podrían venir bien, aunque Arvin tenía razón estoy de acuerdo. De los aquí presentes, ni tú, digo señalando a Jonad, ni tú comento señalando con la cabeza a Arvin y por supuesto yo, pesamos demasiado, por lo que podemos ir acompañando a otro. 

Sin embargo, lo que más me chocaba lo acababa de soltar Wendell, lo que hizo que me girara hacia él, asintiendo Como he comentado, y como bien sabrá también Ulfrin, las montañas son inmensas, y sus cuevas innumerables. Si no sabe dónde están los rebeldes ¿a dónde les ha mandado? ¿y por qué hay tanta prisa? eran cosas que no entendía, y negaba con la cabeza.

Decidí permanecer allí, esperar a que nos contestara antes de ir a hablar con Hurly, el curtidor del poblado, o con el cordelero Severi Daklan

---CUANDO NOS CONTESTE EL ALCALDE---

Una vez que el alcalde contestó a nuestra pregunta, acudí a hablar con Hurly, yendo hasta su tienda.

Al entrar, el fuerte olor a piel y cuero impregnó mis fosas nasales, haciendo que retirara un poco la cara antes de entrar. Buenas tardes, Harly ¿no? digo entrando alzando una mano de manera amable, sonriendo mientras buscaba un sitio donde sentarme

Parece que he nacido cansado jajajajaja. Siempre ando buscando algún lugar donde sentarme. desvarío un poco, meneando la cabeza en fin. Harvy, estoy aquí porque el alcalde cree que nos puede ser de ayuda. ¿Usted ha ido alguna vez hasta el claro de la montaña a recoger agua? o si no es para eso, ha estado por esa zona, no se, ¿cazando, por ejemplo? ¿Conoce las entradas a las montañas?

Manfred escuchó con atención, después el ofrecimiento que les prestó... y la ayuda de Hamil, Manfred se encaminó hacia él: - Si quieres ven... cuanto más seamos mejor, después miró al alcalde: - Necesitamos todo lo que nos pueda proveer, sé que es egoísta pero no podemos escatimar a la hora del viaje, no sabemos lo que nos encontraremos me refiero a las monturas. Manfred tomó el agua pero dejó la comida: - Tengo provisiones en mi montura para una semana, si queréis podéis coger lo que necesitéis. 

Después se dirigió a los demás: - Iré a hablar con Tob Greatmill, comentó antes de abandonar la estancia del alcalde con una reverencia.

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Diálogo con Tob:

- Muy buenas señor, estamos trabajando con el alcalde para salvar a este poblado, y nos ha hablado de Brandi, ¿Puede decirme lo que ha sabido de él últimamente?, necesitaríamos su ayuda.

El defensor siguió los pasos de Manfred cuando este se dirigió a hablar con el viejo Tod. Al notar como le preguntaba por su nieto, movió su cabeza arriba y abajo, mostrando interés en el anciano antes de acotar - El alcalde lo tiene en gran consideración. Aunque seguro que eso Ud. ya lo sabe. Nos comentó que era un muchacho valiente que solía arriesgarse por el bien del poblado. Seguro que esa valentía la sacó de su abuelo. Nos gustaría ayudarlo si es que está en problemas... esperemos que no. Pero necesitamos saber como llegar a las Cavernas de lágrima antes que esos orcos para poder hacerlo. Seguro que el, en algún momento comentó algo sobre el camino... -

Jonad celebro la reciente muestra de valentia de Hamil y le golpeo en el hombro en gesto de camaraderia.

En mediano.

-Girolamo ire a prepararme para el viaje, quizá encuentre alguna raiz o seta útil en las cercanias. Vuelvo en un tris.

En la lengua del comercio.

-Hamil tu ¿ayudar?

El mediano poco creia que pudiera ayudar a recabar información, asi que pesco la comida que dejaron sus compañeros y la acaparo toda entre sus brazos al tiempo que pescaba una de las frutas con la boca dandole una gran mordida mientras trataba de huir antes de que nadie le pudiera reclamar. El hambre actuaba por él.

Con pasitos rapidos salio por la puerta y en cuanto tuvo oportunidad vacio su botin en la mochila, despues espero si Hamil le seguia y corrio al otro lado del puente, frente a una de las casas del poblado, parecia un buen lugar para buscar.

El alcalde responde a varias de las preguntas que tiene el resto de los presentes, confesando que no sabe tanto como querría y necesitamos. Aun así, hay varias informaciones que me parecen útiles, además de entender por lo que dice, que mi presencia y supervivencia es necesaria para cuando debamos adentrarnos en las montañas Kaladrum. Conozco esas montañas, aunque las conozco más por sobre la tierra que por debajo de ella.

Me queda claro, también, que debemos averiguar una manera más rápida de llegar a las cavernas pues los enemigos van en veloces caballos y nos llevan mucha ventaja, por lo que si no podemos tomar algún atajo, jamás llegaremos antes y mucho menos sin ser detectados.

Agradezco con un gesto de mi cabeza los ofrecimientos del alcalde antes de responder:

 - "No armas. Guardar. Tengro mías poropias. Tus quizás necesitar si Legado volver."

Asiento también a lo que dice el sarcosano y respondo:

 - "Compartir caballo fuerte mejor que caballo débil. Menos ruido, menos espacio."

Pero sí recibo la comida que me brindan pues eso nunca se rechaza y como un poco de inmediato antes de guardar el resto ya que jamas se sabe cuando se necesitará más. 

Cuando la conversación con el alcalde termina, me dirijo a la mujer que solloza fuera y me acerco a ella. No sé expresarme muy bien en su lengua, pero pongo una mano en su hombro y le sonrío mientras Arvin habla, intentando comunicar que le apoyo.

Luego de su juramento, el parco norteño permaneció un buen rato en silencio, escuchando atentamente los comentarios de sus compañeros y las respuestas del alcalde. Durante todo ese tiempo, su circunspecto rostro permaneció impertérrito, sin evidenciar sensación alguna. Si algo de todo aquello le disgustaba particularmente, nada permitía adivinarlo.

El fornido sujeto ni siquiera atinó a probar la comida que le ofrecían, permitiendo pacíficamente que el mediano se hiciera con la mayoría de las viandas.

Cuando todos finalmente comenzaron a abandonar la casa para dirigirse a hacer sus averiguaciones, el "viejo" Finn simplemente se encaminó a la carreta y comenzó a rebuscar entres las magras pertenencias del grupo. Mientras daba cuenta de algunas de sus propias raciones de viaje, el norteño consiguió apilar varias de las pieles que él mismo había curtido y se las echó al hombro.

Así cargado, volvió al pueblo en busca del sheriff Azhan Dowl.

- No creo que alcancen para compensar por las lanzas y todo lo demás - dijo cuando por fin encontró al ofuscado personaje, a la vez que le entregaba el pesado bulto de pieles - Pero es lo que tengo. Y suelen darme buenos precios por ellas. Algunas de estas criaturas ya no se ven por estas tierras.

- Lamento lo ocurrido. - agregó luego con un tono que dejaba traslucir una pena infinita - Es duro tener que cuidar de otros. Yo lo aprendí por las malas...

- Pero puedo ver que es usted un buen hombre, sheriff. Con algo de suerte, en unos días no seremos más que un mal recuerdo...

Tras ello, el norteño se encaminó de vuelta a la casa del alcalde, a esperar las novedades que traían sus compañeros.