Partida Rol por web

La brisa sopla cada vez más fuerte en la noche, al principio agradable, pues arrebataba el calor subtropical, luego portadora de rocío marino daba hasta frío, no para aquellos que aún recuerdan el viejo continente, pero ya no era una sensación agradable. Y finalmente cuatro horas tras la puesta del sol las rachas eran tan intensas que solo podían significar una cosa, una tormenta. Estaba ocurriendo, al norte de donde estáis uno de esos tornados tan espectaculares que pueden partir en astillas flotas enteras.

Las calles están casi vacías, pues la iluminación artificial es cara y no lo bastante eficiente como para disipar las sombras. Ya no escucha más que las conversaciones soitarias de algún borracho, o los gemidos de alguna prostituta muy trabajadora.

Encuentras que no hay ningún bote en la orilla, por un momento te sube la ira, pero llegan tus subordinados, que entendieron la idea de "si yo dejo de beber..."

-Mierda, lo melones cogieron los botes para ir a los barcos y no han vuelto. Bueno... -ves que de Val se quita las botas y parte de la ropa -Enseguida traigo un bote. 

Y se mete al agua

-Gil, está como una cuba, no sé si es buena idea que nade -al menos eso ha pretendido decir el muchacho hebrio llamado Ramiro.

-Déjalo, es un viejo curtido, traerá el bote -responde Fernandez con su sonrisa alcohólica, es el único que no ha perdido un real en toda la noche, tampoco lo ha ganado, pues ha bebido como el que más.

El caso es que en efecto vuelve el bota, pero no lo lleva de Val.

-Estáis locos, putos hombres borrachos, no quiero historias con daños de hígado, mañana me aseguraré de que no toquéis alcohol. -vuestra querida bruja os da la bienvenida a su manera -Arriba, el tipo casi se ahoga llegando.

Tumbado en un sombra esperas, al principio te impacientas un poco, pero pronto la belleza del lugar te distrae y pierdes la sensación de paso del tiempo. Finalmente el sujeto sale y pasa por tu zona de vigilancia.

Va solo y ves como se dirige con paso decidido a la parte alta de esta zona de la isla.

Al llegar a una zona donde hay unos almacenes te entra el pánico al casi ser descubierto por un par de guardias que tiene protegiendo su propiedad, por fortuna los viste a tiempo como para no acercarte más.

Tras la marcha de los españoles el barco queda en silencio, solo se rompe cuando Bernado vuelve.

-Capitán, tengo noticias importantes, hay un señor que parece ser el jefe de este sitio, le he concertado una cita para mañana con él, a ver si tiene un encargo que nos pueda beneficiar. El tipo tiene esclavos, pero no parece que los tenga en malas condiciones, ese tipo de gente es peligrosa, no necesitan someter con la fuerza, esa es la impresión que me ha dado.

-Además he conseguido un buen precio por la mercancía, pero quieren poder examinarla primero, les he dicho que mañana a primera hora les daría respuesta.

Cuando volvéis al barco, están en el toda la tripulación salvo Matías. La cara de de Lope os hace ver que algo no la tiene muy contenta.

-Ahí estaba el otro bote, genial, he tenido que hacer tres viajes capitán, tus hombres están pasados de ron, eso no es bueno. Es tóxico y además puede provocar la muerte por ahogamiento si son lo bastante idiotas de nadar desde la playa a aquí. -En efecto no está contenta. -¿Y esa quién es?

-Es la chica del capitán de Lope, no te pongas celosa, además, sabes que es a mi a quien amas -dice Lillo, uno de los pocos que no ha bajado a tierra y que está como nuevo, salvo por el cansancio.

-No, no, a la bruja el gusta el turtisordo de nuestro teniente. -Montero responde con risas -Aunque yo no le haría ascos a ocupar su lugar, el lugar de Gil, no el de de Lope -las risas se expanden ante la naturalidad del comentario.

Uf, ha faltado poco. Me encojo tras una esquina. Se levantan ráfagas de viento bastante incómodas y la noche se vuelve todavía más oscura, y hay márgen para asomar la nariz y echar breves vistazos, en busca de luces que se enciendan el alguna habitación alta, de puertas que se abran, de visitantes nocturnos, de relevos en la guardia. Intento fijarme en la naturaleza del edificio, está en una zona de almacenes no lejana al puerto, pero parece una vivenda... Sin querer me viene a la memoria Ricardo el Guarro, un ladronzuelo sevillano con el que compartí más desgracias que otra cosa y que un día se puso más parlanchín que de costumbre y le dio por mostrarme su sabiduría en el arte de ojear casas. Estaba borracho y era imbécil, así que tampoco es que aquel discursito me fuera a abrir las entendederas.

Calculo mentalmente el tiempo que me queda. No quiero llegar tarde al Muerte Súbita. Pero sigo mirando la casa, intentando dar con detalles que me revelen la ocupación de su dueño, sus posibles, si tiene familia o hay otros habitantes, y si hay algo... no sé, raro. También, si surge la oportunidad de acercarme a curiosear. Si está aislada o tiene edificios anexos. Si podría rodearla sin ser visto por esos guardias.

Y no pierdo de vista, lanzando miradas rápidas, la ruta más ligera para volver a la seguridad del barco, en caso de apuro.

Sonría con ganas, casi riéndome cuando De Lope me abronca por las molestias del bote, iba a ampliarle la información, pero tras echar una ojeada a Angélica cambio de opinión y me limito a contestar:

-Lamento las molestias, que te he ocasionado, De Lope, mañana os pondré al corriente de las cosas. Mientras tanto si alguno desea nadar borracho, es selección natural y poco se podría hacer, con o sin botes. Buenas noches a todos.

Dicho esto, les dejo con sus chanzas mientras Angélica y yo regresamos al camarote.

Todo perfecto Bernardo, gracias, mañana nos ocuparemos de los tratos, ahora ve a dormir y descansa.

Charlie, acompáñame te hablaré sobre mi padre.

Al llegar a los aposentos de Armm este se descalza y se apoya en un armario ropero, mete la mano por detrás del mismo y saca una botella de lo que parece Ron.

Esta bebida es lo único que me queda de mi viejo, tres botellas del ron español más infecto del mundo. Pero también lo único que se pudieron llevar del tesoro del "Nuestra señora de Atocha" un galeón español, lleno... hasta arriba... de barras de plata, cadenas, joyas, esmeraldas, un tesoro que no tiene parangón con ningún otro.

Sirvo dos vasos de ron y le doy uno a Charlie.

Se supone que lo hundió un tornado pero eso no puede ser así, mi padre junto a otros dos piratas lo encontraron. 

Henry Morgan, Jack Rackham y Edward Teach eran un trío bastante peculiar, y para mi es toda la familia que alguna vez he conocido, los tres eran como hermanos así que en cierta medida, para mi eran mis tíos. Nunca pensé que tendría que matar a sus putos hijos, a los que consideré en un pasado mis primos, antes de que me maten a mi.

El hijo de Edward Teach tiene un trozo de mapa, la hija de Jack Rackham tiene otra y "El vasco" robó a mi padre el tercer trozo de mapa.

Si nos hacemos con las tres partes seremos tan ricos como los putos reyes españoles... 

Para aquel momento ya había caído la botella entera así que el capitán estaba borracho del todo, Charlie parecía aguantar pese a haber bebido lo mismo, o quizás estaba dormido con los ojos abiertos. Armm, se acercó para comprobarlo.

¿Char hic lie? ¿Sigues des hic pierto?
 

Su contramaestre no habían bebido nada, Charlie había desarrollado la habilidad de fingir beber, parecía que su copa bajaba y a veces se vaciaba, pero ella no bebía, apenas mojaba sus labios con el licor, a diferencia de casi todos los piratas, y cómo eran unos borrachos, era un poco más sencillo engañarlos, echándoles en sus propias copas su tragó o cambiar las copas, así que Morgan había bebido lo de ambos aunque si había probado los primeros tragos cuando se dio cuenta que era la botella de su padre, pero había parado tan rápido cómo sintió el principio del mareo.

Sin embargo, si dormía cuando Morgan se da cuenta que había bebido lo suficiente como para que su lengua se volviese traposa y su caminar errático. La chica estaba recargada en la silla, con la cabeza apoyada en la pared, estaba cansada de ese día, de ese calor, estaba cansada, pero sonreía con un gesto que acentuaba sus rasgos finos y que hacían pensar a muchos que no era más que un niño que le hacía falta aún crecer. Su mano derecha estaba sobre las cartas de navegación que había llevado a la mesa cuando Morgan comenzó con su historia.

— ¿se puso melancólico? — le había preguntado con las mejillas rojas, los embates del único trago que había bebido, y que le había dado sueño al final — vamos, Morgan, lo recuperaremos —  le dijo, riendo, pero ahora dormía plácidamente, respirando tranquilamente, presionando las vendas que apretaban su pecho. Le había dicho que tenía cicatrices que no le gustaban y por eso usaba vendas. Curioso, nunca lo había visto sin camisa...

Cuando veo que duerme sonrío, eres un nenaza ...hic... segundo de abordo, ...hic... no sabes beber ...Hic... jejejeje. Caigo redondo al piso de madera totalmente inconsciente

Y eza quién ez? - miro al capitán Montoya con una sonrisa picarona. Y a ella la miro de arriba a abajo con una mirada curiosa e interesada -Quizá mañana podamo dezayuna y hablá, eztoy zegura que tenemo mucha coza de qué hablá. Yo zoy Ángélica, zevillana. Y ez probable que me una a ezta tripulación.

Azí que mañana podemo hacé la prezentacione de manera ma pauzada. Buenaz nochez!! - Y me voy con el capitán al interior del camarote, otra vez.

Pasa la noche al menos lo que queda de ella, pues es tarde y habéis insistido en permanecer despiertos varias horas después de que el sol se marchara del firmamento.

Es pronto por la mañana, la luz del día se cuela por las escotillas troneras y accesos. Pero no es agradable la idea de ponerse en pie.

Tras dar vueltas intentando no tropezar en la oscuridad te das por vencido en tu intento de averiguar más. Parece que el tipo es el que lleva todo el comercio en la isla y es evidente que sus intereses son mantener a salvo un negocio que parece ir bien. No parece viajar escoltado y la protección que has visto es más sobre la hacienda que sobre su persona.

Es muy tarde y decides volver al barco solo para descubiri que los dos botes están en los barcos así que te resignas a echarte en la arena a dormir, pero el fresco y los mosquitos no te dejan descansar en condiciones. 

Demasiado tarde, nada que hacer. Toca esperar en la playa, entre los mosquitos y la humedad, a que la tripulación de la Muerte Súbita vuelva a tierra. Paso el tiempo reflexionando sobre lo aprendido en esas horas, y aparte de algún sobresalto provocado más por una aprensión infundada que otra cosa, el amanecer es tranquilo. La salida del sol entibia mis huesos, y eso, unido el cansancio, hace que al poco tiempo me quede adormilado.

Yo espero a que Charlie me despierte, como cada vez que me cojo una moña del quince.

Había dormido plácidamente, aunque no se había movido de la cabina de su capitán, estaba cansada y aunque se había quedado más tiempo despierta, al llegar el alba, estaba tendida sobre el escritorio, y al comenzar a moverse, vio a su capitán a medio camino a la cama, cubierto por una manta, es que realmente había intentando llevarlo a la cama, pero era peso muerto y luego de haberlo jalado de los pies y haberlo hecho chocar contra una de las mesas, lo dejo ahí hasta la mañana.

— buenos días capitán — se había puesto de pie y había tomado el jarrón con agua para verter agua sobre su cabeza — ya ha amanecido y debemos movernos señor capitán — se apartó de él, cerrando su camisa que se había abierto dejando a la vista sus vendas.

— prepararé todo para salir, los hombres ya debieron conseguir las provisiones, pero debemos viajar ligeros, también tenemos nuevos reclutas, aunque no me gustan, — frunció sus labios un poco — ni tampoco ese trato con esos piratas — no lo ocultaría, no le agradaba ni un poco el trato, era un peligro y terminarían muertos, estaba segura de eso, pero estimaba a su capitán y lo acompañaría aunque significara su propia muerte.