Partida Rol por web

Salgo de la torre en dirección contraria a donde apuntan las ventanas de Atenea y Apolo para que no me vean alejarme y voy a la torre ardiente dando un rodeo.

Echas un vistazo a tu alrededor y te das cuenta de algo que te beneficia soberanamente, el grueso de la vigilancia está en la parte delantera de la montaña donde os encontráis, pero por detrás a penas hay algún que otro centinela solitario.  Ahora mismo eres muy pequeñita, por lo que será más difícil verte, y eso también te beneficia...  lo único que  está en tu contra son las escarpadas alturas, pues...  si ya en su momento te costo cierto trabajo subir, bajar y evitar ser vista no va a ser tarea sencilla.

Comienzas el descenso casi por el mismo lugar que subiste, donde había un precario y escarpado camino de...  ¿cabras? ni lo sabes, ni ciertamente te importa, lo que quieres por el momento es bajar de ahí y ver cómo te las apañas para entrar en una torre ardiente sin abrasarte en cuestión de segundos...

Una vez abajo casi suspiras aliviada, al fin y al cabo no te has caído y alertado a todo el Tártaro...  vas caminando por la falda de la montaña manteniendote oculta, tratando de evitar la seguridad, que cuanto más te acercas a la torre más crece.

Finalmente, te quedas agazapada tras unas rocas desde las que puedes ver al Hecatónquiro y los huecos de las cuevas en la pared, aunque no a sus inquilinos.  También divisas sin dificultad todo un ejército de arpías, dos por cueva.

¿Cómo entrar en la torre? no se ve ninguna puerta ni nada que no esté ardiendo pero tampoco parece que nadie le esté prestando mucha atención ¿quién iba a entrar a buscar nada a un lugar en llamas? los gritos de sus ocupantes ensordecen tus oídos, el dolor que deben estar sintiendo es desgarrador y eso está haciendo que ya no seas tan pequeña.

Miro a mi alrededor buscando algún diablillo al que engañar.

No ves a nadie que ande solo, bien es cierto que hay poca vigilancia pero siempre va en pequeños grupos, salvo por supuesto el hecatónquito, que se basta y se sobra.

Arpías y otras criaturas ardientes campan a sus anchas vigilando.

Me quedo pensativa unos instantes antes de proseguir - No se tú, pero a mi eso me suena a sacrificio, un sacrificio voluntario para lograr algún fín que desde luego no será bueno para el Olimpo...

- Ahora la cuestión es ¿apoyar ese pequeño proyecto o no apoyarlo? Al fin y al cabo somos los responsables de la Conjura ¿ahora vamos a salvar el Olimpo? ¡No lo creo!

Una maquiavélica idea surca mi mente....

- Apolo, si estas de acuerdo, creo que deberíamos gritar a Briareo y a las arpías que aquí tienen nuevos cómplices, que haremos lo mismo que Gaminedes, así nos sacarán de aquí y quizá tengamos más oportunidades de escapar...

Aquel lugar no estaba tan mal cuando te acostumbrabas a la oscuridad, los gritos, la desesperación y el horror... bueno, vale, debía reconocer que comprendía un poco a Perséfone. Estar condenada durante toda la eternidad a pasar medio año en aquel lugar era un castigo horrible para un crimen nunca cometido. Aunque Eris estaba segura de que Hades era el menos malo de los tres posibles hermanos como marido y señor de un dominio extenso. Quizás tenía esa impresión por el hecho de que no había tenido tiempo de forjarse otra al ocurrir que casi en ninguna ocasión había coincidido con él, en parte porque compartieran ese sino de nunca ser invitados a las fiestas y en parte porque Hades era famoso por no desatender sus responsabilidades por temas tan intrascendentes como compromisos familiares.

Eris se replanteaba un poco su condición mientras notaba como crecía tanto ella misma de tamaño como el asfixiante calor que emanaba de aquella torre. Acabo por decidir que no sería ella quien entrase a aquella torre, y eso suponía encontrar a alguien que lo hiciese por ella y una excusa para convencerle.

Por lo pronto, adoptó su forma de genio maligno que, en aquel entorno parecía más apropiado y quizás le permitiera hacerse pasar por súcubo o incluso demonio mayor.

Después comenzó a tomar nota mental de todos los grupillos de vigilancia que vigilaban el perímetro intentando localizar a algunas posibles vícitimas para sus engaños.

Casi todos los grupos ignoraban la torre ardiente, pero alguien tendría que encargarse de vigilar aquel infierno vertical ¿no?. Ese era el primer recurso.

El último recurso sería entrar ella misma, pero sea como fuera, había decidido no irse de allí sin aquellos objetos.

Apolo sospesó las palabras de Atenea y pese a que quería salir de aquel lugar sin ninguna duda, no le gustaban las formas. Él era un Dios orgulloso, altivo y que no se arrodillaba y suplicaba. Sabía que iba a ser inevitable un encuentro con Hades, pero el elegiría la situación y los términos de ser posible. ¿Iba Hades a confiar en dioses que suplican ser liberados? ¿Demostraban con ello ser dignos de confianza y tener el espíritu combativo para llevar a cabo la venganza contra Zeus? El Dios de la luz sabía que no.

- Atenea, entiendo tu punto. Puede que convenzamos al hecatónquiro de llamar a Hades, y que éste aceptase acudir a escuchar nuestras súplicas...pero yo no soy así. Si, hablaré con el Dios del inframundo, pero lo haré tras escapar de aquí, habiendo presentado batalla o recuperado nuestros objetos preciados. Si voy a enfrentarme a Zeus, lo haré con garantías, no como la última vez...Apolo guardó silencio unos segundos y prosiguió. Desde mi punto de vista, Ganímedes es un mero peón desechable de Hades, roto y llorando, doblegado y sin fuerzas...dispuesto a como bien dices, ser un mero sacrificio.

No, yo no haré lo mismo. Saldré de aquí por mi propio pie, presentaré batalla si es necesario, y si logro hacer acudir a Hades ante mí, entonces hablaremos cara a cara y le plantearé mis requerimientos, mis condiciones. ¿Una alianza para destruir a Zeus? Por supuesto, no le tengo ninguna simpatía a Zeus. Pero a mí no me doblega nadie, no seré un sscrificio, una pieza desechable... Será de mutuo acuerdo, una alianza por un objetivo común, tomaré mis propias decisiones y pelearé con valentía. Si acepta los términos perfecto, saldremos a dar caña y cambiaremos este sistema definitivamente,... si no los acepta, presentaré batalla...y tendrán que plantearse buscar sitios peores para mi eterna existencia. 

Entonces miró a Atenea a sus hermosos ojos, él ya había tomado una decisión.

- Yo ya he decidido. ¿Qué vas a hacer tú? ¿La Diosa de la sabiduría y la estrategia se arrodillará, suplicará y pedirá ser un sacrificio como el efebo? Te diré que voy a hacer... Primero gritaré para que me escuchen las arpías y daré la voz de alarma de que el Efebo ha escapado de su celda. Quizá podamos escapar trepando con sigilo sin que nos vean. En caso contrario, quizá reduzcamos el número de ellas sí algunas bajan a comprobarlo. De ser necesario, las cegaré con mi luz o las heriré con mi fuego, puede que me transforme en grifo y traté de intimidarlas con mi descomunal fuerza y tamaño. No me importará arrancarle la cabeza a algunaa de ellas sí es menester, también estoy dispuesto a luchar. Mientras tanto, espero que subas con sigilo hasta arriba de la cima aprovechando la distracción. Con suerte, ambos llegaremos antes de que Briareo se acerque hasta aquí, lograremos encontrar grutas, algún camino... Lo único que se es que no pienso permanecer aquí eternamente, ni pienso llorar y suplicar como el Efebo. Quiero presentarme ante Hades demostrándole que mi convicción por destronar al rey del Olimpo es firme, que lo afrontaré hasta las últimas consecuencias pero no como un mero sacrificio.

No sabía cómo vería aquello Atenea, pero esperaba contar con una aliada, alguien con quien compartir espalda con espalda. ¿Qué decisión tomaría?

La diosa de la sabiduría meneó ligeramente la cabeza de un lado a otro mientras Apolo hablaba. No estaba de acuerdo con sus ideas, su plan le recordaba demasiado a los que hacía su hermano Ares, directos y agresivos.

-No estoy segura de que esto vaya a funcionar. Incluso es probable que nuestras guardianas sepan ya que el efebo ha escapado, sobre todo si ha tenido ayuda de alguien del Inframundo para hacerlo.-Le dice con voz reflexiva.

-Como sea, hermano, te conozco lo suficiente para leer la determinación en tu rostro. Sé que actuarás así porque es lo que crees más justo y beneficioso. Sea. Seríamos unos necios si no actuásemos coordinadamente en esta ocasión.- Continúa, hablándole al oído, con sus labios muy cerca de él y una media sonrisa de superioridad dibujada en su rostro, si bien no exenta de una cierta coquetería.

-En tal caso, te propongo lo siguiente. Da la voz de alarma y veamos lo que pasa. Yo huiré convertida en lechuza e intentaré ayudarte si las cosas se ponen feas, ya que creo que tú tendrás que escalar. Como sea, voy a volver a mi propia celda, pues no conviene que estemos juntos cuando desveles la huida de Ganímedes.

Y con esto la diosa de la sabiduría se separó de Apolo, usando su forma de lechuza para franquear el muro que separaba sus dos celdas.

Como genio no tienes grandes dotes de sigilo, eres demasiado grande y demasiado vistosa, sin embargo, el desconocimiento de las criaturas del lugar en tu peculiar forma, juegan a tu favor, ya que nadie parece dar la voz de alarma.

No ves ninguna criatura en soledad, todo son pequeños grupos de horrendos seres patrullando, 3 o 4 criaturas como mucho.  Sin embargo, antes de decidir a quién o quiénes acercarte, una voz a tu espalda resuena casi como un grito:

- ¿Quién eres tú? - sobre saltada te giras y te encuentras con una criatura...  ¿criatura? no se trata más que de la sombra de un alma en pena - no deberías estar aquí, nadie debería estar aquí - dice con tristeza.

No parece más que un alma extraviada lamentando su vida mortal, o su muerte, quién sabe...  

Me giro para encarar al alma perdida y me choca un poco el hecho de que pueda un alma condenada caminar libremente por el Tártaro, así que desconfío inicialmente e intento averiguar que pretende o quién es con la poca información que dispongo y él transmite.*

Sea como sea, mi movimiento ya está en marcha, así que aprovechando la gruesa voz que me otorga mi forma de genio maligno y mi fiero aspecto, busco invertir la relación en la conversación, tomar la iniciativa y anteponer mis deseos sobre las acciones de aquel alma no-tan-extraviada.**

Aquí estáis quienes habéis hecho algo para merecerlo y quienes nos encargamos de que se cumplan los designios de nuestro amo. Tú - Dice señalándo al alma en pena con un largo dedo acabado en una afilada uña negra. - Si quieres mi benevolencia y la de mi señor, vas a ayudarme a cumplir la tarea que me ha sido encomendada...

Y con una voz áspera como el metal y tan afilada como la negra uña añade.

...y si quieres que me encargue personalmente de enseñarte como el infierno aún tiene margen para empeorar, vas a negarte.

Tras intercambiar palabras con su compañera Atenea y ser consciente de que estaban juntos en esto, ayudó a que ésta cruzara y regresará a su celda. Era el momento de llevar a cabo su plan pero habían algunos inconvenientes...para trepar con sigilo necesitaban estar ambos en la celda de Atenea, dado que desde su celda no había acceso hasta la cima. Entonces valoró las posibilidades...por un lado podían tratar de ampliar el agujero hasta ser capaz de arrastrarse y cruzar al otro lado o optar por transformarse en grifo y volar hasta la celda de su confidente. Lo malo de esta segunda opción era que, estando las arpías extremando la vigilancia, y siendo su forma animal montan sigilosa comimos lechuza de Atenea, iba a resultar infructuoso el intento. Solo quedaba la primera opción...

No sin esfuerzo fue ampliando el agujero, y cuando se vio capaz de cruzar, llegó el momento de ponerse manos a la obra. Se acercó a Atenea y le susurró en voz baja.

- Llegó el momento, querida. El agujero ya ha sido ampliado y no sería de extrañar que si se acercan las árpias pudiesen descubrirlo. Debemos interponernos en su rango de visión para que no lo vean cuando las llame, y una vez les hayamos dicho que el Efebo no está en su celda, ceremoniales son sus reacciones. Tengo confianza que de las cuatro que nos custodian, dos por cabeza, mínimo dos vayan a comprobarlo mientras las otras dos sigan por aquí. Habiendo logrado disminuir sus números será el momento de que arriesguemos a subir, tú en tu forma de lechuza, mientras que yo treparé por tu lado y cegaré a la que esté vigilando ¿Manos a la obra? El objetivo es llegar a la cima y una vez allí, buscar donde escondernos y en base a lo que encontremos trazar un nuevo plan... Sé que darán la alarma pero el objetivo estará cumplido, habremos salido de las cueva y aunque Hades termine encontrándonos, cosa que hará en algún momento...los términos para negociar ya no serán los mismos. ¿Lista? Cubre el agujero por tu lado para cuando te miren, yo haré lo propio aquí...

Apolo se alejó de dónde hablaba con Atenea y acercándose al borde de la cueva, donde podía divisar a la perfección la torre de los gritos y el vasto precipicio, gritó a pleno pulmón.

- ¡Arpías! ¡ÁRPIAS! ¡Acercaos a mí! El efebo a escapado de su celda...si no me creeis, ¡id a comprobarlo! ¡Apolo, el dios de la profecía y las visiones nunca miente!

Tocaba ver si había posibilidad de reducir sus números y escapar trepando con sigilo ¿Lo lograrían?

No tardas mucho en escuchar el fuerte aleteo de las criaturas que te custodian, de hecho Atenea también las escucha perfectamente.  No tardan mucho en colocarse frente a la abertura de la cueva volando y sin acercarse demasaido, sus rostros se muestran hostiles, desagradables, sorprendidos y enojados por partes iguales:

- Gamínedes no ha escapado - gruñe una de ellas.

- Ha cumplido con su destino ¿pero tú como sabes eso? ¡habla! - grita la otra irritada y casi al borde de lanzarse a por Apolo.

- ¡No deberías saberlo! - interrumpe la primera.

- ¡Esto no me gusta! - prosiguen.

Apolo se alegró al ver que había dado en el clavo. Las arpías sabían más de la cuenta y quería aprovechar ese hecho, averiguar sus intenciones e intimidarlas para hacerlas hablar y revelar lo que sabían. Con parsimonia y con una sonrisa en su rostro fue acercándose en su forma divina hablando con determinación.

- ¿¡Con quién creéis que estáis hablando!? Soy el dios Apolo, el dios de la luz, el que todo lo ve y lo sabe... ¡Por supuesto que vi a Ganímedes llorando como un simple humano, dispuesto a cruzar el río de lava por el endeble puente de madera! ¡Hablad y contadme lo que sabéis si no queréis que vea el interior de vuestras mentes y os destruya...¡YA!

Y entonces se transformó en un poderoso grifo, de fuerte musculatura, garras afiladas y pico capaz de desgarrar hasta el hierro. Profirió un grito penetrante y esperó la respuesta de las arpías mirándolas fijamente a los ojos. 

Atenea, la de los ojos glaucos y mirar sereno, dejó que fuera Apolo el primero en actuar y el que llamase a las arpías, si bien ya parecían enteradas de la huida del efebo.

Con una media sonrisa enigmática la diosa se limitó a interponer su cuerpo entre el hueco de acceso a la celda de Apolo y las criaturas. Sopesó intentar intimidarlas o razonar con ellas, pero la diosa de la sabiduría era perfectamente consciente de que su distante frialdad haría difícil cualquier interacción con aquellos pájaros con pechos.

Por desgracia, era ahora o nunca, así que poniendo sus ojos en blanco y estirando los brazos hasta las yemas de sus dedos se preparó para realizar un movimiento decisivo, bien fuera un ataque, bien fuera pasar a forma de lechuza y salir volando a toda velocidad. Trató de usar su inteligencia superior para elaborar una estrategia y rebuscó entre sus vastos recuerdos y conocimientos cualquier dato que le permitiese ganar una ventaja en el enfrentamiento que estaba por venir. Por desgracia, no pudo recordar nada útil sobre aquellos espantajos, salidos de los calenturientos sueños creadores de algún dios antiguo.

Siempre has tenido cierta facilidad para entender la psicología humana, y por mucho que ahora sea un alma en pena, para ti es obvio lo que sucede.  Se trata de un alma extraviada que no tiene la menor idea de dónde debería estar ni de por qué, que por algún motivo ha acabado vagabundeando ¿o quizá ese precisamente sea el castigo a toda una vida llena de oscuridad? lo que parece más plausible es que no tenga demasiada consciencia de si mismo y que esté atrapado en un bucle de confusión del que desea salir cuanto antes.

Aprovechas esta información y tu forma de genio para amedrentar e intimidar a ese alma, amenazándole precisamente con eso que teme, vivir realmente en el infierno...  aunque no tenga claro si está o no en él.

Se encoge sobre si misma y se pone en posición fetal, lamentando toda su existencia - por favor, necesito ayuda, ya me han hecho demasiado daño, por favor, ayúdame y prometo que te ayudaré.

A los dioses, en general, siempre se les ha dado bien analizar a criaturas inferiores y entrever sus verdaderas intenciones, sin embargo, a Apolo una de las arpías parecía resistírsele, estaba demasiado callada en comparación a la otra y su rostro era demasiado inexpresivo como para tener nada claro.  Un tanto confuso, te das cuenta sin temor a equivocarte, de que la mas habladora no sabe gran cosa de nada, le deben haber dicho que vigile y ella como buena y obediente arpía, simplemente vigilaba.

Cuando pasaste ante sus ojos a tu elegante y poderosa forma de grifo, ambas arpías retrocedieron en el aire involuntariamente, tu imponente imagen amedrentaba sus espíritus y les hacia dudar considerablemente de su supuesta posición de poder:

- ¡No podemos decirte nada! - dijo una atemorizada.

- Tampoco sabemos gran cosa... - prosiguió la otra dubitativa, -  sólo que Gamínedes fue llamado a audiencia y no volvió, no volverá.

- Tampoco Thanatos ¡pero no sabemos nada más! - interrumpió la otra con nerviosismo.

- ¡No te ha preguntado por Thanatos lengua larga! 

- Bueno pero me adelanto, no me gusta estar aquí... - casi pareciera que iban a ponerse a discutir entre ellas...

Eris, en forma de genio, bramó con fiereza.

¿Pretendes negociar?

Después estalló en una risotada maligna.

Está bien, gusano. Si deseas negociar consígueme lo que busco y negociaremos.

Señaló a la torre en llamas de la que surgían gritos de dolor y desesperación.

Busco varios objetos que se encuentran en esa torre. Traemelos. Escudo, arco, lanza, carcaj con flechas... Date prisa y negociaremos

Esgrimió una sonrisa amenazante.

Retrásate y te arrepentirás.

Eris estaba usando toda su capacidad de intimidación no verbal para aquel asunto. Y en cuanto a su mensaje: claro, conciso, sin adornos. Si aquel alma en pena no le servía buscaría otra.