Partida Rol por web

Tras la fiesta organizada en Tortuga, con momentos agridulces para muchos de los marineros que allí estaban, llegó el día marcado por Rosha para partir, y allí se encontraron las nuevas adquisiciones de su particular tripulación.

El barco, llamado Hécate por su capitán, estaba más despoblado de lo que podía parecer, haciendo que contando a sus nuevos cuatro reclutas, la tripulación no fuese de más de 20 personas.

Rápidamente, y al ver como aquellos grumetes no sabían qué hacer tras subir a la nave, una mujer de pelo rosa y gran envergadura se plantó ante ellos, mirándolos de arriba a abajo.

- Hoy estoy de mal humor, así que no incordiéis mucho. - Dijo a los recién llegados para después escucharse una vocecilla de alguno de los otros marineros alegando que siempre estaba de mal humor y que tuvo como respuesta un disparo de advertencia de una de las pequeñas pistolas que aquella mujer cargaba. - Mirio, te he oído, el próximo disparo irá a tu cabezota.

El ambiente se volvió más serio tras aquella conducta para luego dejar un intenso vacío que la mujer rellenó con su voz.

- Soy Marona, la vicecapitana de esta nave y, pase lo que pase, debéis obedecer mis órdenes, aunque el calvo del capitán diga que hay que escucharle a él. - Marona miraba hacia todos lados en busca del capitán, sin conseguir encontrarlo. - Primero que nada, quiero que presentéis al resto de la tripulación como es debido, ya que vamos a pasar un tiempo juntos, qué mejor que llevarnos bien, ¿Sí?

Sin duda la última pregunta había sido algo cortés, pues la realidad era que acto seguido empezó a llamar a toda la tripulación, que se sentó en un circulo alrededor de los recién llegados esperando sus presentaciones.  

Nîlo, quién ya no tenía su nombre como secreto ni hacia Rosha ni hacia Fu Go (Cómo se lo hubiese tomado ella, dependía, pero le explicó mostrándole aquel papel que llevaba consigo mostrando su propia recompensa) había, aquella noche, contemplado el show con cierto... Sentimiento, siendo el sentimental que era, por supuesto. Al ver a los cuatro grandes capitanes colgados ellos mismos como harían con otros y aniquilados de forma vil y rastrera era un asunto, pero lo peor era ver al adalid absoluto y representante de todo lo que él oponía. Aquel tipo, el Almirante quedó grabado en su retina, mientras miraba con lágrimas y con furia que pudo controlar apenas anoche, tal cual.

"¿Y qué hiciste cuando nos moríamos de hambre? ¿Cuando estaban otros empobrecidos? ¿Sin oportunidades? ¿Oprimidos por los tuyos?"

Su pensamiento le llenó de un odio profundo pero al final, enfocado. Su alma, su arma y su ser irían a por este tipo, a por su cuello y a él lo colgaría. Es era su destino, o intentaría que lo fuese. En un momento casi fuera de personaje, "Sargon" entonces, gritó con su trago en mano, con tanta fuerza que casi gritó más que todos en honor a los Cuatro Grandes, ahora con mayúscula.

Luego se excusó con sus colegas y otros participantes de que se puso medio emocional produciendo las típicas risas como el payaso que se hacía ver. Luego invitó a todos a tragos, sí, él, el que había desplumado a varios, invitando a esos mismos a tragos, por qué no. Así era el personaje de ser humano, más como los de libros que le contaba su madre o de historias que encarnaba a veces o rememoraba su padre.

Sin más, logró contrabandear a Fu Go, una "adquisición" de un nivel inmenso no solo por ser una persona, sino por quién era, haciéndole gracia a Rosha, fijo. Al final, ya estaban ahí. Pensó para sí mismo ante el comentario del balazo si es que él mismo podría detener una bala con sus cadenas. Creía que... ¿Sí? Pero lo ponía en duda, aunque no se pretendía en probarlo, no si no era absolutamente debido. A lo que eso respectaba, también era algo que Rosha y Fu Go sabían, de su Fruta del Diablo y los poderes específicos que esta tenía. Si la Vicecapitana había sido informada u otros, dependía de Rosha realmente, no sabía, pero en fin, eso era eso.

Y así, iniciaba su aventura.

Ya partían, vaya si había bebido, llorado, gritado y apostado ayer. Estaba feliz de venir con la persona que vino entonces. Profesarían entonces su viaje en esta tripulación tras todo lo que tuvieron que hacer. Ante el cielo mismo en este navío viajaban o estarían por hacerlo, surcarían los mares y el mundo sería su testigo. Una sonrisa especialmente sentimental se notó en el rostro del joven adulto ante la idea por muchos motivos.

Así, notó a la subcapitana. Le dió... Miedo, claro, cómo no.

"No es tan calvo..."

Pensó, porque no quería un balazo en la cabeza, seguro que uno de esos melones bastaba para decapitarlo de una, sin preguntas ni nada, sin poder detenerla ni, bueno, en fin. Con esto, Targoss se acercó al círculo, se sentía marcial el asunto pero a su vez fraternal, como... Piratas.

Pirata, eso era ahora. Una derrota bastante beneficiosa.

- ¡Mucho gusto! Soy Nîlo Targoss, eso se puede decir "Niilo" "Nailo" "Neilo" o "Nilo" y ya. -Dijo con su habitual estupidez cómica, pero habló en serio ahora... Algo.- Soy un pueblerino que sabe defenderse y tiene interés en aportar con lo que se necesite. ¡Contad conmigo, camaradas! Lo digo en serio. Gracias.

Dijo de forma honesta con un gesto de mano incluido sobre su pecho. La siguiente en presentarse sería...

Si era ella, la miraría con interés, diciéndole con la mirada que la tenía cubierta, que estaba ahí.

Nîlo fue el primero en presentarse a todos los demás marineros y, aunque nadie desmereció sus palabras, los ojos estaban puestos en la única miembro femenina de los recién reclutados, así que cuando Nîlo hubo acabado, la situación requirió su propia presentación.

- Yo soy Fu Go. - Dijo escuetamente. - Espero poder seros de ayuda en este barco llenando vuestros estómagos y manteniéndoos saludables.

El resto de tripulantes parecía encantado con la nueva adquisición, pero nadie sabe por qué, Fu Go añadió unas palabras que hicieron empalidecer a todos los oyentes.

- Soy la hija de Bai Qu, encantada de conoceros a todos. - Sentenció con una pequeña reverencia.

Alguna botella se cayó de la mano de alguien que bebía y se descompuso en mil pedazos, pero Marona se dedicó a señalar en dirección a los otros dos reclutas que restaban, restándole importancia a aquellas declaraciones.

Una vez hechas las presentaciones, el mismo capitán Rosha bajo desde su puesto en la cubierta superior del navío y dio la bienvenida a sus nuevos tripulantes.

- La hija de Bai Qu, vaya si nos hemos metido en un buen lío. - Se rascaba la cabeza mientras miraba a Fu Go y a Nîlo intermitentemente. - Pero no vendrá tras nosotros porque ya no tiene barco, o al menos eso he oído.

Acto seguido y tras mostrar con orgullo los pasajes de su nave, dictaminó la sala de cocinas para Fu Go, mientras que bajó al lugar más bajo junto con Nîlo, ambos a solas.

- Se que no eres de los que siguen órdenes, puedo verlo en tus ojos. - Te dijo mientras bajaba por las escaleras calmadamente, hacia las profundidades del barco. - Tampoco creo que vayas a seguirme hasta el fin del mundo, así que te he traído aquí abajo con una propuesta.

Tras aquellas palabras, abrió la única puerta que quedaba al final de las escaleras para dejar ver, con la poca luz marina que se filtraba por las escotillas de aquella habitación, un barco mucho más pequeño, en el que cabrían no más de cinco personas.

- Navega bajo mi bandera a lomos de este barco, más rápido y con mayor maniobrabilidad, pero carente de la potencia de fuego y la dotación necesaria para ser un autentico peligro en una batalla. - Rodearon al barco en apenas un minuto, haciendo especial hincapié en las cuidada manufactura del mismo. - Quiero que seas nuestro apoyo en las batallas, donde ocuparás el puesto de Comodoro, pero mientras no se dé esa situación, serás un simple recluta bajo mis órdenes.

Dando la conversación por finalizada, le mostró a Nîlo un último mecanismo que cerraba aquella habitación y a su vez abría uno de los laterales de la nave, abriéndole paso a la posible salida de aquel barco al que llamaba Harpé.

- Si estas ocioso, ve a preguntarle a Marona en que puedes perder el tiempo. - Cambió de actitud una vez abandonada la sala. - Eso sí, no te sobrepases con Fu Go u os colgaré a ambos del palo mayor para que os devoren los cuervos.

No pudo evitar soltar una muy camuflada pero presente risa cuando todos se parecían mear por la sorpresita de que la linda cocinera nueva del navío y su tripulación era ni menos ni más que la princesa de la Isla Tortuga en directo. Por lo demás, parecía ser eso, y estaba bien la verdad, eran pocos pero bueno, se notaba por leyes de ficción literaria que Marona y Rosha eran claramente poderosos, sus aspectos lo decían. Y no dudaba que los demás tendrían alguna triquiñuela por ahí.

Así, siguió a Rosha y le sorprendieron sus palabras, y si bien pensó en responderle con su típico humor, prefirió atender.

Y vaya que eso sí que era digno de atender, joder.

- Oh mierda. ¿Seré tu ejecutor? Cielos... Mira esta belleza... -Miró al barquito, no, al barco de asalto rápido y posiblemente vigía y, como dijo Rosha, apoyo marítimo táctico.- Nada mal, ciertamente me dan ganas de seguirte a algún infierno por ahí por allá.

Atendió y observó el barco con detalle, era genial, y pensó en mostrárselo a Fu Go pero no tenía permiso de revelar este cargo secreto a nadie, de todos modos, no explícitamente, además de que no pensaba en ponerla en peligro pero saber que podía usar a este niño rápido y cabrón le ponía feliz, legítimamente. Preguntó algo entonces:

- ¿Qué haría específicamente? ¿A la hora de enfrentarnos a algún otro grupo de cabrones en alta mar yo saldría en este amigo aquí y asaltaría por los costados, como un oficial sorpresa? Supongo que mi Fruta del Diablo ayudaría si me toca enfrentarme a gente en directo de darse. ¿No dispongo de nadie más para esto, no?

Y ya cuando se estaban yendo y Nîlo observaba los mecanismos para acceder a "su" nuevo compañero de batallas, y pensando en su nombre, sonrió y preguntó algo más:

- Así que Harpé... Soy tu guadaña asesina que envía a mis enemigos al infierno. Bien, "Tártaro" te ayudará, es simbólico. Por lo demás, senchou... ¿Cual es tu Ballena Blanca, eh? -Por su parte, ya conocía al suyo, al rostro al que ponerle los males que afligían todo y definían su objetivo, al líder del Gobierno Mundial o al menos de la Marina, pero si los decires y saberes se mezclaban en certeza y realidad, eran lo mismo: Aquel Almirante que vieron anoche.- Yo ya conozco al mío, lo vimos ayer, colgará de mi cadena. ¿Compartimos Moby Dick, Capitán o...? Bueno, me dirás si quieres.

Así, con las manos tras la nuca salió dando pasos cómicos hacia arriba, todo en orden. En algún momento se presentaría formalmente con Marona (Aún preguntándose su relación con Rosha pero sin decir nada) y le indicaría que estaba dispuesto a asistir con lo que sea. Si bien no podía... Ponerse fresco con Fu-chan, le bastaba con protegerla y hablar con ella, dentro de todo. Además, podría aprender cosas, que lo necesitaría si se volvía... Comodoro. Comodoro Targoss, esperando instrucciones, pero solo en secreto, oh, qué genial.

Rosha no había probado aquel barco en combate real, pues lo había ganado en una apuesta a los pocos días de estar en tortuga, lo que le hicieron ganar fama en las mesas de apuestas rápidamente. El aparentemente sencillo plan que planteaba Rosha en una batalla naval era utilizar ambos navíos para atacar por ambos flancos al barco enemigo, pues si se centraban en el barco mayor, el espolón les abriría una brecha en su otro flanco y, si decidía preocuparse de éste, la artillería o un rápido abordaje por parte del barco mayor pondría contra las cuerdas a sus enemigos.

Después de aquella explicación, parecía un plan arriesgado para los tripulantes del pequeño barco fácilmente hundible, pero Rosha confiaba en que con la velocidad no diera tiempo a ser alcanzado antes de perforar el casco enemigo, si bien es cierto que aún quería probarlo antes de una batalla real.

Además, te confirió un grado sólo superado por el mismo, dejándote a uno equivalente al de Marona, aunque sólo durante las batallas, por lo que con su actual condición podía "solicitar" a alguno de los marineros como su ayudante en aquel barco, pues había escuchado que podía navegarse con únicamente dos tripulantes.

Tras la charla con Nîlo, el capitán Rosha parecía estar de mejor humor y aceptó a responder las preguntas efectuadas.

- No tengo en mente ninguna persona, si es lo que preguntas. - Respondió sereno mientras te miraba a los ojos. - Mi vida se basa en buscar tesoros y gastarlos disfrutando de la vida, sin meternos en problemas con las grandes organizaciones pero defendiendo lo que es nuestro.

Aquello parecía un poco desalentador para el espíritu beligerante de Nîlo, pero podría descubrir charlando con la tripulación que no eran los únicos en los cuatro mares que buscaban tesoros y solían enfrentar a competidores, aunque sin enemistades declaradas.

- Me gustaría conseguir una patente de corso del gobierno y no ser perseguido por la marina. - Se sinceró finalmente. - Pero no se cuantos de esos bucaneros cayeron en la gran batalla acontecida o si aún hay algún puesto vacante.

Lentamente salisteis a la cubierta del barco, donde el capitán repartió órdenes sobre el rumbo a tomar.

- Holom, busca una corriente y dejemos de perder el tiempo en estas aguas tranquilas. - Ordenó al que parecía ser su timonel, un hombre fornido que mostraba su torso desnudo cubierto de tatuajes. - Si nos quedamos más tiempos en este mar me saldrá urticaria.

Pocos hombre se pusieron en movimiento ante las órdenes de su capitán, haciendo que éste chistara mínimamente, pero Marona repitió las órdenes y casi todos empezaron a arriar las velas y afianzar los nudos para que la nave cogiera velocidad.

Observaba con interés el Harpé, "su" nuevo barco, más o menos. Su nuevo compañero de asalto y tendría que aprender a utilizarle hasta el último punto, de pé a pá, si sería su "guadaña" ejecutora y de asaltos laterales como pretedía que lo fuese su capitán en la batalla. Tomando en cuenta que él mismo no podía caer al agua por la Fruta del Diablo era aún más importante todavía en un escenario dinámico en alta mar, precisamente. Ya tendría tiempo de hacerse "uno" con su nuevo compañero, si bien dedicó este lapso a observarlo, a entender si podía agregarle cosas o cambiarle, no, más que cambiarle cosas, el adaptarlo de tal o cual forma... Y manejarlo claro, que legítimamente no pensaba poder hacerlo, ahí entraría el otro tripulante que le ayudase con ello.

- Ya veo, usted nada más quiere hacer sus bucanerías sin que nadie le hinche las pelotas, ni más ni menos. -Asintió, no era ni loable ni despreciable, era... Pues era aceptable, sí. No entendió mucho lo que dijo sobre aquella licencia, seguro investigaría después si se daba el caso.- Mh...

Pensó en los asuntos y al ver al recluta tatuado pensó en que debería conocerlo, a él y a todos. Visto que su situación como el Comodoro Sombrío no le permitía hacer saber de esto a la Vicecapitana Marona, tendría que hacerse amigo o algo de los tripulantes que no sean Fu Go por razones obvias manualmente.

- ¡Sí, Capitán, Vicecapitana!

Declaró entonces y empezó a ayudar como pudiese, aunque fuese con labores simples pero físicas, que era su única gracia, honestamente. Esperaba que partieran a lo lejos. A su vez iría observando como funcionaba el barco, necesitaba ir aprendiéndose todo. Francamente lo suyo era ir y dar palizas, no mucho más, y oportunidad no había habido.

Pero la habría, esperaba.

Mejor coordinados de lo que se podría esperar, los tripulantes del Hécate trabajaron como un buen engranaje para adecuar el barco a alguna corriente marina que Nîlo no era capaz de interpretar y que, tras unos minutos, hizo que la velocidad de la nave se incrementara drásticamente mientras alguno de aquellos tripulantes daba órdenes cortar y sencillas a Nîlo.

Cuando el trabajo estuvo acabado, los marineros se arremolinaron en la proa del barco y, por puro interés de conocer a los integrantes, Nîlo se acercó a ellos. Allí, todos apostaban sobre la habilidad de Holom, el timonel, para encarar algo que llamaban la corriente ascendente, siendo las opciones dadas:

1. Consigue colocarse en el centro de la corriente y todo se resuelve sin problemas.
2. Consigue colocar la nave de tal forma que atraviesen aquella zona con algunos golpetazos.
3. Que sea incapaz de dominar la nave dentro de la corriente y el capitán tenga que hacer uso de sus poderes para no naufragar.

De aquellas opciones, la que mejor se pagaba era la primera, pues parecía que era tan poco improbable como el montante que recibiría quien apostara a ello. En el otro extremo, la opción 3 se llevaba casi el 70% de los votos y apenas valía la pena el riesgo contra las posibles ganancias.

Nîlo se mantuvo expectante un momento, viendo como algunos miembros anunciaban su apuesta a un hombre de mediana edad que vestía unas prendas ligeras que dejaban ver unos tatuajes de cabezas de serpiente sobre su pecho. Aparte de eso, lo más llamativo de aquel apuntador era que tenía un parche negro en el ojo derecho y portaba una espada anudada en una faja roja sobre sus ropajes. Con pelo marrón y barba crecida pero arreglada, apuntaba las apuestas con un pincel de tinta negra con una gracilidad que mostraba que había estudiando escritura durante una buena cantidad de años.

De repente, se giró hacia ti y con una genuina voz que podrías reconocer muy bien a partir de haberla escuchado esa vez, te habló.

- ¿Eras Nailo no? - Te preguntó de una manera correcta. - ¿Quieres apostar si vivimos o morimos? Es más divertido de lo que parece, pues cuando apuestas con tu vida siempre piensas las cosas mejor que con dinero real. Que todo vaya bien se paga 20 a 1, pero si estamos a punto de naufragar puedes sacar un pellizco extra para cuando lleguemos a "El Cruce".

"Nailo" ayudó como pudo, no quería sentirse como una puta carga, sino como un grumete digno y todo, a este punto se le estaba metiendo el bicho de la piratería, y no, no estaba como dijo Rosha "como para seguirlo al infierno por la eternidad" ni nada pero pensó en los sueños de su padre y sus secretos aprecios y simpatías por los piratas y sus causas, y entonces, miró al erudito de buen físico y... Sonrió. No había podido nutrir su espíritu apostador ni beligerante en estos lapsos, pero sí el apostador, y lo haría, no chuparía con quienes esperaban de él y serían su grupo, sus colegas.

- Acepto. Pero antes déjame ir a apoyar a Holom, si no te molesta, estimado.

Tuteándolo pero con respeto, era algo que se definía como... No sabía de donde escuchó este témrino y si se lo contó su madre, una erudita igualmente o si lo leyó, pero esencialmente todos ellos que no eran sus superiores (Marona, Rosha) y obviamente Fu-chan tampoco, eran sus senpai, por lo que el respeto era mandatorio. Caminó con confianza pero sin hacerse el rudo y le tomó el hombro a Holom, brevemente.

- Tú puedes, compañero. Ánimo, el enemigo no es más fuerte que tú si lo miras al careto y le pegas un puño en dicho.

Dijo sonriendo y entonces, hizo su trucazo.

Sería un reversi de lo que había hecho en las mesas de la Isla Tortuga: Conectaría una cadena finísima a través del brazo de Holom en ese momento en que le tomó el hombro para así conectarlo hacia el timón además. ¿Para qué? Simple, para dos cosas conectadas: Ayudarlo a mover el timón en caso de que tuviese problemas y agregarle físico y/o motricidad en momentos necesarios desde lejos y a su vez mover el mismo timón si este se atascaba o algo.

Y esto además le podría ayudar a conseguir entendimiento "en directo" de... Navegar, nada menos.

Básicamente, nutriría su anhelo beligerante de forma positiva. Se apartó como si nada con la cadena apenas visible y se puso al lado del hombre erudito con tatuajes y parche.

- Nailo apuesta a que a Holom le sale impecable.

Dijo de sí mismo en tercera persona, concentrándose en Holom. Era hora.

Nîlo utilizó discretamente sus poderes para unirse al timonel de la Hécate, para luego volver a la zona de grumetes y disfrutar de las vistas de un lugar que nunca había visto.

Amablemente, los demás compañeros le informaban que las corrientes se unían en una especie de cuello de botella y provocaban remolinos, corrientes confusas y fuertes oleajes que fácilmente podrían hacer golpear al barco en alguna de aquellas rocas.

Poco a poco, aquella descripción se materializó ante sus ojos como una especie de mar encabritado por el que nadie en su sano juicio quisiera navegar pero, sin duda, aquella tripulación no estaba catalogada como sanos mentalmente.

Nîlo pudo notar a través de su cadena los sutiles movimientos, aparentemente sin sentido, para alguien de sus conocimientos de navegación, de Holom, que se esforzaba en aprovechar algunas corrientes y alejarse de otras. Nîlo no podía apoyarle de una forma hábil, pero cuando notó que el timón superaba la fuerza de los brazos de su compañero, fue entonces cuando el poder de la Rensa Rensa no mi brilló y pudo apoyarle con la suficiente fuerza para que aquel hombre dirigiese el timón a su voluntad, haciendo que tras unos agoniosos minutos donde más de uno contuvo la respiración, Holom pudiese situar el barco en la parte central de una gran corriente que se dirigía recto y en pendiente ascendiente hacia una gran montaña.

Tras aquella pelea del barco contra el mar, prácticamente dejó de necesitar ayudar a su compañero con el timón pues, aunque quisiera, intentar cambiar la dirección del barco montado en aquellas fuertes corrientes acabarían destruyendo el timón.

Sin nada más que hacer, Nîlo observó el paisaje mientras escuchaba los lamentos de sus compañeros que habían perdido sus apuestas, en contraposición a él mismo, que había ganado. Justo cuando creía que Fargo se acercaría hacia el para dedicarle unas palabras tras la súbita victoria, el capitán Rosha dio la orden de prepararse para desembarcar y cada marinero se adentró al interior del barco, buscando rescatar las mercancías que intercambiarían en el puerto de "El Cruce".

La isla que asomó ante los ojos de Nîlo consistía en pequeños trozos de rocas que buscaban ser montañas conectadas por playa o vado, según zonas y en el que había un buen puñado de casas desperdigadas por toda la isla, agrupándose casi todas ellas en la parte septentrional de la misma, hacia donde se dirigía el barco y que mostraba un discreto puerto.

Teniendo suficiente distancia para aminorar la velocidad que había conseguido la nave, la Hécate atracó sin muchos problemas y varios de los tripulantes desembarcaron, no sin antes escuchar de parte del capitán que partirían al anochecer.

Se sorprendió positivamente al saber que su estratagema funcionó, su truco tramposo para, en cierto modo ganar pero usado de forma positiva, y claro, le agradaba saber que sus compañeros eran unos putos locos, todos, como él, bien ahí. Con eso, no entendió nada excepto el concepto de "seguir las corrientes", buscarlas y evadirlas, pelear contra el mar en un modo mucho mayor. Su padre decía que el mar era un enemigo invencible, he ahí que se debía buscar una tregua con él en momentos, o ella, vale, pero en el caso del usuario de Fruta del Diablo como que no se podía hacer eso por motivos obvios, pero al menos estaba comenzando a discernir siquiera la idea de lo que era "navegar", como tal.

Así, al terminar el asunto esperó a decirle a Fargo un "¿Ves?" y a felicitar a Holom por su buen trabajo, porque lo fue, enteramente, pero Rosha entonces ladró órdenes y nosotros, sus canes bajo mando respondimos, bueno, no, los otros lo hicieron, y Nîlo más o menos no supo qué hacer. Deshizo o más bien retrajo su cadena atada al timón y la envolvió como un guante o un filamento de cadenas en su mano, quizá así sería apenas visible el tono dorado para quién mirara, pero por lo general observó a los otros.

¿Qué tocaba hacer? ¿Haríamos intercambio? ¿Rosha le comentó sobre esto antes? Fijo que sí y estaba borracho del culo, o apostando, o quién sabe y no se acuerda, eso y que realmente no sabía nada de piratería. Mencionó además el "pelón" (Según la Vicecapitana) de su jefe directo que saldrían a la noche. Suponía que harían algo aquí y si bien no le gustaba sentirse inútil, no pretendía hacerlo. Se adentró a preguntar qué podía llevar y de paso, buscó a Fu Go aunque imaginaba que estaría bien por su cuenta, pero le hizo saber que saldría, por hacerlo, bueno, no tan así pero de todos modos.

Y con eso, desembarcó él mismo. Incluso podría usar la potencia agregada de carga de la cadena que aún tenía consigo para llevar consigo algo especialmente pesado, puramente por lucirse pero igual por ser más útil. Por fin estaba haciendo su asunto y francamente, quería que Fu Go hiciera lo que tanto quería: Salir, vivir fuera de su isla, pero si no era conveniente que saliera, ya dirían los capitanes encargados.

- A por ello, digo.

Seguro en el proceso haría migas con sus caóticos compañeros y seguiría aprendiendo la piratería en directo y todo.

Ni siquiera Holom habría esperado tal suerte con sus habilidades pero, por primera vez en mucho tiempo, se sentía satisfecho de la hazaña que había logrado, aunque sabía que algo extraño fuera de sus capacidades había ocurrido, no le daría más importancia que achacárselo a la suerte de aquel día.

Por su lado, los demás tripulantes desembarcaron, a excepción del capitán, que se quedaría revisando su barco mientras sus hombres se relajaban. A medida que pasaba el tiempo, Nîlo podía ver que el código de moral que empleaba ese capitán distaba mucho de lo que mostraba, o al menos, de lo que quería aparentar, pero sus hombres no eran capaces de entender aquello.

Mientras Nîlo pensaba que podía hacer, Fu Go apareció por una de las puertas del interior del barco y le agarró el brazo, pidiéndole que le acompañase a la ciudad, alegando que pensaba que la vida fuera de su zona de confort sería fácil pero le atemorizaba deambular por la isla en solitario por miedo a perderse y no poder regresar, siendo abandonada en aquella isla que distaba mucho de ser emocionante.

Nîlo pensó que aquello podía ser una buena ocasión para ganar puntos con ella y antes de que su cerebro valorase las posibilidades, su boca ya había pronunciado las palabras de consentimiento, mientras se veía desembarcando por pura inercia.

Lo que ambos vieron a su alrededor distaba mucho del pueblo que en sus mentes se había dibujado, pues aquello parecía más un mercado que una ciudad al uso, llena de tenderetes y menos gente de la que podría esperar. Casi todo lo que las tiendas ofrecían eran objetos que intercambiaban los bucaneros que pasaban por la isla, objetos sin valor alguno en su mayoría y algún extraño aparato o plano que ninguno de los dos entendían.

Cuando todo aquello empezó a parecer una pérdida de tiempo, ambos se detuvieron frente a la tienda más grande de las inmediaciones, donde, por primera vez desde que habían llegado a la isla, parecía que no estaba repleta de baratijas. En dicha tienda, podían ver todo tipo de artefactos extraños de navegación y, movidos por su curiosidad, entraron a ver que les podía ofrecer.

Dentro de la tienda, el producto estrella que ocupaba una gran parte de la tienda eran maquetas de barcos de renombre, aunque no conocían ninguno, daba la impresión de que eran capitaneados por grandes piratas y incluso había algunos de la marina. Mientas la pareja observaba, un despreocupado Holom entró en la tienda y les dirigió un sencillo saludo, para luego dirigirse al mostrador.

Fu Go acudió al mostrador interesada por lo que su timonel buscaba en aquella tienda y, sin quererlo, Nîlo la siguió.

- Quiero tres log pose y una carta de náutica de la zona. - Le dijo al tendero con la seguridad de alguien que no lo hacía por primera vez. - ¿Qué rutas tiene disponibles? 

El tendero le señaló cinco brújulas enmarcadas en un armazón de madera, pero Holom no eligió ninguna de ellas, para luego mirar fijamente a Nîlo.

- Nilo, he oído que ahora eres el hombre más rico del barco porque apostaste por mí, gracias. - Te hizo una reverencia mientras sonreía alegremente. - Gracias pro confiar en mí, te haré un regalo.

Entonces se dirigió al tendero nuevamente para realizar el encargo que le entregaría a Nîlo.

- Hazles una vivre card a cada uno, luego me paso a recogerlo todo y a pagarte. - Fue lo último que dijo antes de despedirse y salir de la tienda.

Tras la conversación con Holom, el tendero cambió repentinamente la actitud hacía Nîlo y le agasajó como nadie pudiera esperar, ofreciéndose a mostrarle todo lo que vendía en aquella tienda y explicándole demasiadas cosas de cada aparejo. Con lo que más se quedó Nîlo era con que debía darle un trozo de su uña, al igual que Fu Go, para que pudiera realizar aquellas llamadas vivre card.

Apreció que pudiesen salir entonces, y que todo saliera bien con Fu Go.

- No te preocupes, eres mi "contrabando" después de todo, es mi deber protegerte, lo prometí.

Dijo haciéndose el canchero pero por lo general recordando lo que prometieron en la Isla Tortuga. Por su parte pensaba en como Rosha logró incluso engañarlo a él en su momento, y si quizá actuaba rudo pero era decente para mantener la idea o "ideal" de un pirata. Tenía mucho que aprender y sentía que lo haría junto a sus nuevos compañeros. Así, bajaron entonces y pensó en argumentarle a la joven "princesa raptada" que tenía que buscar experiencias nuevas en donde fuese y no ser exquisita, que la naturaleza era genial pero... Sí, esto era un lugar demasiado especialista, no tenía mucho que decir al final para contrariarla.

Al ver tantas cosas rebuscadas él no sabía qué comprar ni en qué hacerlo. Últimamente sin embargo la tienda más pro del lugar, dígase, les incitó a mirarla y cuando el bueno de Holom entró, le siguieron inevitablemente. Ahí, él le responde a su colega timonel respondiendo el saludo igual.

- Te dije que confiaba en tí, ha sido tu mérito, yo he apoyado, apenas.

Sacó la lengua, técnicamente no mentía en sí, solo ayudó una vez con esa movida potente y difícil en aquella corriente fuerte y lo demás, todo él, y ya. Se encogió de hombros despreocupados y apreciando la humilad del buen hombre navegante. Al ver esos bonitos cristales asumía que eran brújulas especiales. ¿Mag-....ne-...? ¿Magni? ¿Magtismo? Algo así era, su madre solía explicarlo pero él mismo no lo recordaba, quizá era aquello o no.

- Oh, vale, gracias man, nos vemos.

Y entonces pareció entender que eran una especie de papeles de pacto intercalado o algo así, bastante genial. Usó uno de los anillos que tenía en casi todos sus dedos que tenían filo. No tuvo problea en cortarse cuidadosamente los puntos algo crecidos ya de alguna de sus uñas, y si Fu Go aceptaba, le cortaría sus bonitos deditos de dichos segmentos de uñas igual con extremo cuidado para dárselas al señor vendor.

Sí, era una especie de tarjeta VIP o algo así, nada mal. Se la guardó con cuidado y miró alrededor. Entre lo poco que entendía pensaba en dos cosas de inmediata importancia:

- Quisiera algún artefacto o artilugio que me ayude a aprender mejor y en sí mejorar mi aptitud de navegación directa, sobretodo en algún barco pequeño y rápido. También me gustaría ver sus armas cercanas o escudos de brazo, si tiene alguno. Y lo que quiera la joven aquí.

Mencionó a Fu Go, por si quería algo, tal vez alguna de esas réplicas de barcos famosos o algo así, suponía que tras la apuesta que hizo y todo lo que había ganado en este lapso más esta Vivre Card podría comprar lo requerido sin problema. Esto estaba bien, una cita tranquilita con buena onda antes de volver a partir, y de hecho tenían hasta la noche para salir. ¿Qué más podrían hacer? Ya deberían ver. Sonrió un poco más, contento.

El tendero sonrió estúpidamente ante la pregunta de Nîlo, para luego aleccionarle sobre los más importante a la hora de navegar.

Las cuatro reglas principales eran:

Marcar el rumbo, lo que hacían con las extrañas brújulas que Holom había solicitado, aunque Nîlo aún no sabía muy bien el modo de uso, pues era de sobra conocido que las brújulas convencionales no funcionaban en aquella parte del mundo.

Después era importante calcular el tiempo, no tanto como por racionar los alimentos sino por cuidar la moral de la tripulación, ya que existían miles de historias donde barcos quedaban perdidos en el mar y sus tripulantes, desesperados, acababan matándose unos a otros fruto de la desesperación y el nerviosismo.

La tercera cosa a tener en cuenta era la distancia hacía el destino que, en aquellos lugares, pese a tener algunos mapas cartografiados, los cambios en las mareas hacían difícil dictaminar la distancia recorrida o restante, lo que hacía que si un barco no era suficientemente cuidadoso, acabase rasgado por las rocas marinas adyacentes a las islas cercanas.

El último punto principal era la velocidad del navío, pues si bien todo el mundo sabe que a más velocidad, menos tiempo en alcanzar el objetivo, con los frecuentes cambios de marea era posible que, de tener mucha velocidad, el barco se alejara a toda prisa de su destino, por lo que había que ser cuidadoso en no querer avanzar demasiado deprisa y dirigirse velozmente en otra dirección.

Pese a los consejos, no había ningún artilugio especialmente diseñado para mejorar las habilidades de navegación, excepto los log pose antes mencionados, sino que debían ganar experiencia propia navegando y aprender de los errores, estar atento a los cambios de viento y marea y nunca desesperarse.

Después, sobre el deseo de objetos con fines bélicos, le indicó a Nîlo la existencia de una tienda en el otro extremo de la isla, lo cual hubiera sonado desalentador de no ser porque apenas se tardaba media hora en llegar a aquel lugar, así que Nîlo y Fu Go, extrañamente emocionada, fueron a visitar la susodicha tienda.

Al llegar, se encontraron prácticamente una cabaña en la que residía una extraña mujer de pelo rojo que mascaba hojas de menta de una manera muy sonora. Nîlo repitió el pedido y la mujer le enseñó sus mercancías, cosas bastante exóticas que seguramente pertenecieron a algún marinero antaño.

Lo más destacado que pudo ver Nîlo fue una daga larga de filo estrecho roma por la parte del contrafilo donde se podía apoyar la mano para realizar mas fuerza al golpear o defenderse. Por último, les fue mostrado un escudo con protuberancias en forma de serpientes que emergían de la cara de una doncella en una base redonda hecha de metal sorprendentemente ligero. La tendera explicó que aquel escudo había traído desgracia a todo el que se enfrentase a él, pues las armas de filo se quedaban atrapadas en los grabados del escudo con increíble facilidad.

Mientras Nîlo inspeccionaba los objetos, Fu Go se interesaba por conseguir algo con lo que defenderse llegado el caso y, tras varias muestras, la chica se decantó por un látigo que estaba formado pro la espina dorsal de algún pez de gran tamaño que contaba con una envidiable flexibilidad y resistencia. 

Finalmente la cosa se puso más macabra a la hora de hablar de precios, pues la daga y el escudo de Nîlo rondaba los 8 y 30 millones de berries respectivamente, mientras que el látigo que había llamado la atención de Fu Go rondaba 22 millones.

Su imaginación pensó en los factores a entrenar y/o considerar.

Para el tema de los rumbos, nada que hacer, aprenderse de memoria, practicar, usar las cosas que usaba Holom, presto, él ya era un viajero y algo simple como caminar o recorrer (Como en el botecito donde se vino) con las direcciones correctas era viable, pura repetición y aplicación más usar la brújula esa. Ya le pediría a su pana cool y tatuado el asunto, en su momento, el tema era... Pues bueno, al asunto.

Segundo, eh, irrelevante, si el Harpé solo me tenía a mí y a quién me acompañara por lo de ser manejado por dos personas. Si podía "robarme" a Holom u a otro, mal no estaba y ellos no tendrían problemas, yo sé que no. Usar cadenas para sujetar a alguien en caso de estar aproblemado o en peligro, un no-tema, ya que él mismo nunca manejaría el Hécate grande, claro que no. Nai nai. Siguiendo...

Muy como el punto uno y esto es el tema que fomentó y centró la apuesta que hicimos hoy, y que teminó ganando el bueno de Targoss mismo. Esto se podía igual compensar con sus cadenas para hacer fuerza imposible en el timón y otros detalles, pero aprender a medir distancia era igualmente puro aprender, un poco de ambas cosas.

Y este punto, el cuarto, pura apuesta, sin más, de verdad, sin trucos. Si iba a ser una nave de asalto y truculencia lateral como me ordenó Rosha que hiciera con el Harpé que, por como podía deducir estaba formado, era más rápido que muchas o c cualquier nave grande en pos de servir como ataque traicionero y a su vez servirme para entrar y aniquilar lo que hubiese como ataque sorpresa, pues nada, a medir en el momento y que salga como salga.

Sonrió y agradeció al señor de la tienda entonces, retirándonos a la otra tienda de la señora con Fu Go. Se sorprendió de que Fu Go no tuviera interés por los barquitos de modelo y sí por estas cosas. La cuchilla estaba bien, pensó que sería un poco "machista" el siquiera considerar dársela porque le serviría para cocinar, pero si una cocinera podía pelear, era con una cuchilla y si a alguien no querías enfadar, era a un cocinero en su cocina con tantas cosas para hacerle daño expertamente al ofendiente. Por su parte prefirió él mismo el látigo aunque a Fu-chan le gustaba mucho, no podía con ella, ella marcó toda su aventura desde cero, literalmente.

Y ese escudo, ese sí que era, sí, algo grande para su preferencia pero genial. Incluso se acercó, mucho, más, no, todavía no, más aún, te digo que más. ¡Más cerca, vato, ándale! Ahí, a exactamente un millímetro de la cara de la Medusa. Esperaba que la señora no (O sí, por pura comedia) le tirara las orejas para alejarlo, lo que le daría memorias felices de su gente y las viejitas de su pueblilo, pero en sí estaba enfocado en recordar el mito de que quién mirara a esta creatura se volvería... ¿Piedra era? Oh bueno, al final no pasó eso y se apartó.

- Vale, pues...

Y sonando y viéndose todo confiado, su rostro se desarmó, perdió una dimensión al menos, como pasando de real a mal dibujado, pelos salidos hacia todos lados y unos ojos amorfos. Esos... Precios. Tiritaba, efectos especiales, drama, sombras mirándolo por los lados. ¿Qué decir? Lo único... ¿Viable? Era el cuchillo para sí mismo y/o Fu Go. Lo demás era terrible, sobretodo el Escudo, ¿no? En total eran... 50 millones. Se podía comprar a sí mismo unas tres veces y con sobradita, pft.

Tragó. ¿Cuanto ganó estos días? ¿Y ahora con la apuesta a favor de Holom?

- Mire, esto... ¿Nos sirve de algo, dama?

Le dijo a la señora tendera mostrando tanto la Vivre Card de Fu Go como la suya propia. ¿Qué más?

Pos saber si es que tenía plata, claro. Miró a Fu y esperó que confiara en él, o, no sé, que ella tuviese otra idea, o no.

Fu Go había estado ilusionada con las compras hasta que conoció el precio y su rostro se tornó pálido, pero a la hora de responder disimuló cuanto pudo.

- Si trajésemos la cabeza de mi padre podríamos comprar la tienda entera. - Bromeó. - Pero con mis ahorros no puedo comprar nada ni remotamente.

La actitud de la dependiente al ver que ambos estaban escasos de dinero se volvió más distante, dispuesta a no perder más tiempo con aquellos dos que probablemente no comprarían nada. Ambos decidieron seguir hablando fuera de la tienda debido a lo poco educado seguir dentro de ella cuando sus actuales posibilidades de compra eran cercanas a 0.

- Holom te dijo que ahora eras el más rico del barco. - Continuó la conversación. - Creo que con tu apuesta ganaste algo de dinero, así que puede que con lo que te giren por ahí seas capaz de comprarte algo.

Bien era cierto que Nîlo había ganado una apuesta casi imposible y se supone que había ganado mucho dinero, pero no sabía cuánto ni cuando lo recibiría.

Mientras reflexionabas, te diste cuenta de que Fu Go no había respondido a tu pregunta, pero parecía hacerlo por modestia, para que no hicieras ninguna locura, pues por todos era sabido que aquella isla era de frecuente paso de piratas y probablemente estaban acostumbrados y preparados para contener cualquier tipo de fechoría por parte de sus visitantes.

A Nîlo le dejó perplejo la "muy casual" y "totalmente en broma" idea de que Fu Go entregase la fucking cabeza de su padre, que sí, era un tipo aterrador pero si tenías la suerte de caerle bien (He ahí la palabra "Carisma", que venía de "Gracia", que venía de "Fortuna", una vez lo leyó o se lo contó su mamá, pero en fin) era cool, dentro de su superprotección a su hija y todo. Joder, Fu-chan, ciertamente tenía asuntos, pero él era el secuestrador, no el psicólogo, y con estas conductas que había estado mostrando la morena, su deseo por armas (Exóticas, sí, pero igual) más este comentarito... En fin, no era bueno asumir apresuradamente.

- Ni idea, no alcancé a "cobrar" la plata ni nada en el barco porque nos bajamos a orden de Rosha de modo super instantáneo, venga, salgamos.

Y afuera, le comentó en privado.

- Pst, Fu-chan, voy a ver si puedo ver cuanta plata... ¿Tengo? -Se encogió de hombros.- Y de paso, te comento... Tengo un barco, es un barquito oculto en el Hécate, para asaltos, tengo que manejarlo con al menos una persona y... ¡No tengo idea de navegación! Aún con los tips super geniales que nos dió el señor del otro lado. Tú shht, eso sí, Rosha me dijo que no debía saberlo nadie a deshora.

Le comentó esto porque, bueh, porque quería, porque confiaba en ella. Sonrió ampliamente y al notarla, alzó una ceja. Vaya, muy muy valioso de la que acababa de ofrecer el pezgüezo o como se diga de su propio padre, por odioso que fuese. Pero vale, ella tenía justificaciones para pensar que él podría ponerse loco, además: ¡Él no había causado ningún problema en el alojamiento de todos modos! ¡No tenía bases (Prácticas, al menos) en las que basarse! ¡Injusto!

- Como sea, perdona, al menos saliste a pasear en esta, em... ¿Muy natural isla? Hasta yo siento el poco peso de lo que te dije hace media hora. Volvamos si no hay más, o si puedo sacar dinero y si alcanza para las cosas.

Lo dudaba, pero en fin.

Nîlo y Fu Go volvieron a su embarcación cuando el sol estaba en el punto más alto, lo que pudieron aprovechar para comer lo que había preparado la susodicha antes de desembarcar.

Cuando llegaron, el ambiente que se desprendía del barco era decadente y Nîlo pudo notar cientos de miradas odiosas por parte de sus compañeros, a los que no le dio demasiada importancia.

Encontró a Holom en la sala de navegación examinando los planos y midiendo las distancias con una especie de compás, aunque Nîlo no entendía especialmente bien qué estaba haciendo. Cuando Holom notó la presencia de Nîlo, alzó la vista de sus mapas y le atendió con una amplia sonrisa, al parecer la fe que le había depositado le había granjeado la rápida amistad del timonel.

Cuando Nîlo le comentó sobre el asunto de las compras, él mismo le informó que había perdido la mayor parte de sus ahorros en la apuesta de la mañana, pues ni siquiera el mismo creía que fuera capaz de lograr lo que logró, así que le insinuó que hablara con Fargo, que era el que repartiría las ganancias de aquello.

Cuando llegó a ver al encargado de las apuestas, le sonrió y rápidamente le giró una bolsa llena de dinero.

- 12 millones de berries para Nîlo. - Le guiñó el único ojo que era visible. - Creo que te has ganado algunos enemigos en el barco, los demás no pueden beber nada en la isla porque los has dejado pelados y, por qué no decirlo, a mi también me has recortado un pellizco

Nîlo había ido a Holom con la intención de contarle el asunto de la tienda, pero había caído en saco roto porque como Fargo decía, había desplumado a la mayoría y Holom únicamente disponía del dinero de la nave para comprar cosas necesarias para el viaje, así que decidió contárselo a Fargo, que parecía que se encargaba de las finanzas.

- La suma de todo son 60 millones y tienes 12, por lo que es imposible alcanzar dicha suma. - Decía mientras se mesaba la barba pensando. - Podría prestarte 15 más, pero ya sabes como va esto, me lo tendrás que devolver con intereses.

La sonrisa de Fargo mostraba que estaba acostumbrado a hacer aquel tipo de trapicheos con cualquiera.

- Por ser tu primera vez, me conformaré con que me devuelvas el dinero íntegro y me concedas el deseo que yo quiera cuando yo quiera, parece justo. - Aquello parecía bastante sospechoso, ciertamente, pero no parecía que hubiera muchas más maneras de conseguir dinero. - Tranquilo, normalmente pido alguna reliquia de cuando nos dividimos el botín, tu decides.