Partida Rol por web

Una enorme presencia sobrecogió a Sobek cuando vio al desconocido arrancar las puertas. El instinto de autoconservación le obligó a permanecer callado y quieto, una persona que podía mover las puertas de la celda de esa manera podría aniquilarlo en un abrir y cerrar de ojos, aún no había llegado el momento de enfrentarse a la muerte. Sobek no tenía miedo a morir, pero tampoco quería suicidarse.

Ya era libre? Cuando los demás se marcharon se preocupó por el gigante, no sabía si los demás se habían ido con ellos, Sobek aún tenía una palabra que cumplir y si esas personas habían conseguido entrar, la contra-maestre y Bai Qu podrían estar en peligro.

Corrió hacia su compañero y revisó que estuviera bien, quizás un poco asustado por el espectáculo. - Ey Grandullón. No creo que sea muy buena idea quedarse aquí. - Le dijo con toda la buena cara que pudo. - Pero no quiero ir por ahí destrozándolo todo. - Una idea fugaz recorrió su mente. Si aún quedaba alguien en la sala este iba a ser el comienzo de una aventura complicada. Se colocó en el centro de todo donde pudiera ver todas las jaulas y a todos los que aún quedaban allí.

Me llamo Sobek. - Comenzó a decir en voz alta, una vez que los asaltantes a la cárcel se marcharon. - De allí de donde vengo, la gente como nosotros es tratada como basura, encerrados, reprimidos, por unas leyes injustas que no dictamos nosotros. Me eché a la mar buscando una vida mejor. - Hizo una pausa dramática y inconscientemente buscó su paquete de cigarrillos en los bolsillos del pantalón, pero no estaba, cosa que lo enfadó y hizo aumentar la agresividad del discurso. - No hay vida mejor ahí fuera, no hay nada mas que miseria y guerra. No existe una vida mejor para nosotros si no decidimos cambiar nosotros mismos, no hay lugar seguro en el mundo en esta época. Y me he cansado. Me he cansado de dar vueltas de aquí a allá, y que cualquiera con una placa de la marina o del gobierno pueda tratarnos como basura. NO SOMOS BASURA! SOMOS HUMANOS! SOMOS SERES VIVOS! Y si para hacer de este mundo un lugar seguro tengo que luchar contra viento o marea, y enfrentarme al orden establecido, lo haré. Prefiero morir de pie que seguir viviendo arrodillado. Voy a demostrarle al mundo entero que la vida puede ser algo mas que pena y sufrimiento, algo digno. QUIERO HACER DE ESTE MUNDO UN LUGAR MEJOR! VENID CONMIGO Y DESTROCEMOS JUNTOS LOS CIMIENTOS DEL MUNDO CORRUPTO QUE CONOCEMOS! LUCHEMOS CONTRA TODO LO QUE ESTÁ MAL EN ESTE MUNDO, Y HAGAMOS DE NOSOTROS LA LUZ QUE INICIARÁ EL CAMBIO! - Casi con lágrimas de emoción e ira en los ojos Sobek miró al Gigante y le hizo un gesto con la cabeza. 

Era hora de moverse, pero las cadenas le retenían los movimientos de brazos, arrugó la nariz. - Vayamos a buscar a la contramaestre y liberémonos de estos grilletes. Algo malo está por venir y no quiero saber que me quedé de brazos cruzados sin hacer nada.

Ahora los cinco apresados eran libres, pues había estado suficiente tiempo allí para ver que nadie más estaba en las celdas de los alrededores.

Sobek comprobó el estado de aquel al que había ligado su destino para comprobar que estaba en buen estado y con el color natural de sus manos de nuevo, cosa que hacía que aquel hombre esbozara una sonrisa bobalicona.

Fue entonces cuando Sobek pronunció el discurso, mientras los demás presos dudaban sobre qué hacer. Uno de los hombres con el que había viajado, el trajeado, fue el primero en romper el hielo.

- Yo te sigo, al menos hasta librarme de estas esposas.

Por otro lado, el gigante no sabía qué hacer, pero parecía que te consideraba como alguien en quien confiar cuando se levantó y se puso a tu lado, sin mediar palabra.

Tras el discurso vio que al menos alguien lo iba a acompañar, sonrió al ver que Kaizen se había ofrecido voluntario. No le sorprendió tampoco que el gigante lo siguiera, sabía que no iba a ser una gran potencia de fuego ya que parecía de naturaleza inofensiva, pero solo con su tamaño ya parecía imponer bastante a los demás. 

Siempre viene bien un cerebro mas para pensar. - Segundos después miró a su compañero de destino. - Nuestra prioridad ahora mismo es descubrir que está pasando, una vez lo sepamos, juzgaremos si toca ayudar a la gente o salir de la isla tan rápido como podamos. - Mientras miró a los demás presos que aún dudaban. - Está bien si no queréis venir, pero alguno de vosotros tiene un cigarro? 

Sobek era incapaz de deducir cuanto tiempo había pasado, pero aún así sentía que algo había pasado fuera. - Un asalto a la cárcel de la ciudad que no está regentada por la marina... y además incitando a la destrucción y buscando tripulantes.- Esa maldita sensación de que algo iba a suceder no había hecho mas que incrementarse desde que puso un pie en la isla, con la inquietud aún encima comenzó a caminar con los que decidieran acompañarlo, si quería quitarse las esposas iban a tener que encontrar al guardia o a la contramaestre. - Busquemos las dependencias de los guardias, no me apetece defenderme con las manos atadas. Y menos si las esposas no son de Kairoseki.

La mujer del arco se unió a tus final, mientras que el último integrante alegó que compartían destino pero no camino, y decidió quedarse en su celda tras decir que había sido perseguido toda su vida.

Con aquel improvisado grupo de cuatro, se dirigieron al interior de la fortaleza, en un camino bastante recto que sólo dejaba espacio a las celdas vacías a ambos lados. Tras unos minutos de marcha, entre oscuridad, pudieron ver el cuerpo inconsciente de la contramaestre, con el manojo de llaves a sus pies.

Aquella mujer no parecía tener heridas físicas, pero estaba débil e inconsciente. Los tres individuos que aún estaban esposados probaron las llaves hasta que consiguieron liberarse de sus esposas, quedando ya todos libres de ataduras y con, teóricamente, una única salida de aquella fortaleza que consistiría en desandar sus pasos.

Fue entonces cuando el apodado como Kaizen se despidió del grupo y se desvaneció frente a todos en una mezcla de humo y oscuridad, dejando a aquellos tres sujetos solos. 

Corto pero intenso...- Dijo cuando Kaizen se marchó. - Espero no tenerlo como enemigo, parecía alguien peligroso. - No iba a darle motivos a un desconocido para que fuera a por él, pero la precaución siempre debía ser algo a tener en cuenta a la hora de conocer gente. Al acabar todos de liberarse Sobek se acarició las muñecas donde aún notaba la presión de las esposas. - Si a mi me molestaban no quiero saber como lo has tenido que pasar tu. - Le dedicó una mirada amable al gigante y luego miró a la contra-maestre. 

No parece estar malherida, ni en riesgo pero ahora mismo no creo que sea buena idea dejarla aquí tirada. - Miró a su grupo, no sabía como de leales iban a ser, pero eso no era un problema mientras se tuviera a si mismo. - La cargaremos con nosotros y la pondremos en algún lugar seguro. Somos libres, pero antes de proceder necesitamos información. Ir a ciegas no es la mejor opción ahora mismo. - Sobek se quitó su chaqueta y se la puso a la contramaestre por encima sin taparle la cara para que no pasara frio, segundos mas tardes se la cargó en sus recién liberados brazos y comenzó a caminar. 

Xan, gracias por venir, tu arco es precioso y alguien que pueda cubrirnos a distancia siempre es bienvenido. - Acabó sonriendo después de mirar a la contramaestre. - Somos un grupo peculiar, pero estoy convencido de que podremos solucionar todo este problema sin tener que saltarle los dientes a nadie.

Como si de una premonición se tratase, las últimas palabras de Sobek se hicieron realidad cuando cuatro guardias aparecieron por el camino que habían abandonado.

No parecían excesivamente formados, pero sin duda podrían hacer peligrar sus vidas si se enfrentaban en desventaja numérica.

Eran cuatro contra ellos tres, pero se limitaron a adoptar una posición defensiva apuntando unas lanzas hacia donde ellos se encontraban, en la distancia, haciendo una formación poco rígida pero efectiva para impedir el paso en aquel angosto lugar.

De reojo, pudiste ver como Xan preparaba su arco, mientras que el gigantón se mostraba confuso ante todo lo que estaba pasando.

Aun cargando a la contra-maestre en brazos se acercó a los guardias que les impedían el paso, agradeció ver que Xan le cubría las espaldas, la consideraba lo suficientemente precavida como para no disparar si no había peligro inminente. No mostró ningún gesto de hostilidad en su voz. - Algo ha entrado en prisión, ha liberado a los presos y ha dejado así a vuestra contramaestre. - Miró a los ojos al guardia mas cercano.

Accedimos a pasar la noche aquí porque confiaba que sería un lugar seguro, pero temo que la ciudad pueda estar en mayores problemas si han podido hacerle esto a vuestra jefa. -Respiró calmado, atento por si a alguno de los soldados se le ocurría atacar sin previo aviso. - Le prometí a Bai Qu que pasaríamos la noche aquí, pero hay muchas posibilidades de que esté en peligro, él y todos vosotros. Avisadlo y decidle que el Gigante y sus amigos están preocupados por su seguridad y que tenemos una oferta mejor que hacerle, viendo que en la cárcel no nos podemos quedar.

No sabía como se lo tomarían los guardias, estaban mejores armados que él pero Xan estaba armada y el gigante imponía. Estaba convencido de que llevando a la contramaestre en brazos no le atacarían, pero era un riesgo que no iba a correr y menos cuando también jugaba con la vida de otra persona.

Los guardias parecieron adoptar una actitud más pasiva, aunque rápidamente se pudo notar la inexperiencia de los que teníais delante.

Uno de los soldados se acercó a revisar a la contramaestre, totalmente desprovisto de armas y pudo decir que su estado no era de gravedad, así que solo necesitaba descansar un poco.

El resto de soldados también bajaron sus armas ante las palabras de su compañero y os escoltaron amablemente a la "entrada" de vuestras celdas, o al menos lo que debería ser la entrada, ya que ninguna de las llaves que allí había era útil para abrir ninguna de las celdas, confiaban en que os quedaseis confinados aún sin puerta, cumpliendo vuestra palabra.

Sobek no tardó en obedecer a los guardias, no iba a romper su palabra y sabía que quería escapar tendría que herir a los guardias, cosa que no le apetecía nada. Acabó volviendo a la celda. No se volvería a poner las cadenas y mucho menos iba a quedarse a solas en la celda. - Cumpliremos nuestra palabra, pero si sentimos que nuestra vida está en peligro escaparemos, espero que lo entiendas. - Le dijo al guardia tranquilamente, mientras se aseguraba de que el gigante entendía que tenían que volver a la celda. 

Antes de que los guardias se marcharan se acercó a ellos sin intenciones hostiles.- Primero de todo, tenéis un cigarrillo?.- Les miró curioso, quizás tenía suerte. - Segundo, decidle a vuestra contramaestre que quiero hablar con ella cuando se despierte. Se que un preso no debería hacer peticiones, pero creo que esta es una ocasión especial. - Les dedicó una amplia sonrisa y volvería con sus compañeros, con suerte con un cigarro en la boca. 

 Ya que nos vamos a quedar aquí, al menos entretengámonos. - Se sentó en el suelo, cerca del gigante y suspiró. - Bueno Xan, cual es tu historia? De donde ha salido ese arco tan bonito?- Así pretendía pasar el rato, conociendo a los que se habían quedado en la celda, curioseando sobre sus vidas y hablando de como llegaron a la cárcel.

Al parecer Xan contestó que provenía de una familia de cazadores y aquel arco había sido construido con los tendones de una bestia que ella misma había cazado, pero no expuso mucho más sus orígenes, sino que se centró aquella noche en hablar con Ash, con el que parecía que había hecho buenas migas.

La noche pasó más tranquila de lo que había sido habitual hasta ahora.

Al día siguiente y en plena celebración, Sobek era libre, junto a su compañero gigante que no sabía muy bien por qué, pero le seguía a donde quiera que fuese. Al parecer, el gigante pudo explicarle que ahora era su benefactor, así que le seguiría hasta que saldara su deuda. Aquello es lo que se pudo extraer de horas de medias frases y palabras sueltas, pero parecía que aquel sujeto estaba agradecido y no cesaría en su misión.

Deambulando por las calles, mientras recuperaba su habito de fumador, Sobek deseaba poder enrolarse en una tripulación, ya que pronto la festividad que se estaba dando acabaría y el pueblo volvería a su aburrida rutina, donde Sobek no pareciera tener un hueco en aquella vida.

Debido al tiempo que había pasado en prisión, prácticamente todos los capitanes había reclutado suficientes miembros y no buscaban más, lo que llevó a Sobek a desesperarse un poco pensando que sólo quedaría lo peor de lo peor. Como si de una premoción se tratase, ambos compañeros encontraron unos carteles de reclutamiento y, preguntando un poco sobre la procedencia, los pueblerinos le informaron que había un capitán que seguía buscando tripulantes, pero era muy exquisito y no aceptaba a cualquiera, al contrario que la mayoría de las tripulaciones que se enfocaban en cantidad antes que calidad.

Sin ningún rumbo al cual seguir, Sobek decidió ir a entrevistarse con ese capitán, por mera curiosidad y resultó ser un pequeño chico joven que aspiraba a lo más grande en el mundo de la piratería. Pese a que en un primer momento pudiese parecer poco sería, a su lado había dos personas que desprendían serenidad, demostrando que aquello iba en serio.

Sin embargo, antes de que pudiera hacer cualquier pregunta, aquel joven capitán les preguntó con mirada sería qué podían aportar a su tripulación.

Tras una agradable y tranquila noche Sobek estaba convencido de que Xan y Ash seguirían su propio camino, sin embargo el había hecho un nuevo amigo. El gigante parecía dispuesto a saldar su deuda a cualquier coste y a Sobek no le molestaba en absoluto, ya que le había ayudado de buena fe, sin esperar nada a cambio, toda esta gratitud era mas que bien recibida. 

Sin embargo tras mucho pasear y tras la inquietud de los eventos de la noche, Sobek compró un paquete de cigarrillos y tras una larga calada suspiró, pensando que hacer. No le gustaba la idea de seguir a un loco o descerebrado sin metas, el dinero era importante pero no lo era todo en esta vida. Si iba a seguir a alguien, tenía que tener un objetivo mas grande que todo eso. Si no, él mismo acabaría tomando el control de su barco y buscaría el momento para proclamarse pirata. 

Un cartel llamó su atención y tras preguntar un poco, el joven llegó a la conclusión de que merecía la pena preguntar un poco, muchos piratas flojos no eran nada en comparación al hombre que había asaltado la noche el día anterior, si la calidad le importaba al capitán quizás valía la pena conocerlo. Si este no le parecía buena opción siempre podía volver por donde había venido, acompañado del gigante se presentó ante él. 

Tal y como lo recibieron le pareció curioso y le alegró el espíritu. - Me llamo Sobek, antes de echarme al mar negociaba con información y tengo buenas capacidades administrativas, a parte de una mente bastante aguda. Además soy buen combatiente y tengo un extraño don de gentes, como bien podrás ver. - Con una amplia sonrisa le señaló al gigante. - Está empeñado en seguirme, así que es un dos por uno. - Con un aire alegre y despreocupado continuó hablando. - Pero ya que me lo has preguntado, yo también quiero saber algo. ¿Porqué deberías ser mi capitán?.- Lo miró a los ojos, con la misma seriedad con la que le había mirado el muchacho. 

El chico joven que aspiraba a convertirse en capitán de ambos les escudriñó con la mirada, más por curiosidad que buscando algo concreto, pues si bien Sobek no destacaba demasiado, su compañero sí lo hacía, y más en contraposición con él.

- Mi objetivo es convertirme en un emperador de los mares. - Empezó a responder a la pregunta de Sobek. - Pero mucha gente cree que ese título se le otorga a un capitán, sin embargo lo más correcto sería decir que es a toda la tripulación, por lo que estoy buscando gente comprometida para lograr ese objetivo.

El aspecto infantil que parecía tener aquel chico cambió radicalmente cuando hablaba de su ambición, demostrando que dentro de aquel pequeño cuerpo había una mente lúcida que de verdad creía en sus propias palabras y estaba determinado a aquello.

- Sería tu capitán porque no puedo conseguir mi objetivo sólo, pero al mismo tiempo lo sería para ayudarte con tus propias metas, en un camino que ninguno de los dos podría recorrer por si solo. - Finalizó su propuesta mirando fijamente a los ojos a ambos postulantes, lo que sirvió para que Sobek pudiera notar que aquel sujeto tenía un ojo de cada color, un augurio de fortuna según algunas culturas.

Tras las palabras de Zidane, el muchacho sonrió de oreja a oreja, parecía que estas no estaban vacías y su intuición le pidió que se quedara con él. Si aspiraba a Emperador sabía que el camino iba a ser duro, y tendría que fortalecerse, pero una ambición lo merece. - Está bien, quiero unirme a tu tripulación. - Lo miró a los ojos hablando con total seriedad. - Tengo un barco en el puerto y podemos utilizarlo como segunda embarcación. O por lo contrario puedes mandarme en misión que es algo a lo que también estoy acostumbrado. 

Tras unos segundos se lo quedó mirando. - Yo quiero hacer de este mundo un lugar mejor, simple y sencillo. Supongo que con el título de Emperador será algo al alcance. También quiero conseguir una fruta del diablo tipo Zoan, que sea buena, si es de las mejores me sentiré bendecido por el destino. Crees que podrás ayudarme con ello?. - No pasó mucho tiempo hasta que Sobek se relajara completamente. El gigante y él ahora tenían un nuevo objetivo y parecía que nuevos aliados.