Partida Rol por web

Estás vivo. Dije pensativo, Así que supongo que has realizado tu cometido mejor que cualquiera que no lo esté. Dije riendo, no es que la vida me resultara banal, pero todos sabíamos cuáles eran los riesgos de salir al mar en barco. Me preguntaba si en un futuro podría volver a la isla y decir lo mismo a alguien. 

Ya estuve allí, y pareces el más entendido de los que están en el astillero, a mí me vale con que no lo derribe una tormenta. Dije sonriente, Algún día, ojalá, llevará a más gente dentro y no querría que nadie desapareciera por incompetencia de sus navegantes. Debo poder arreglarlo. Continué riendo. Aunque la fiesta será por ahí, allí espera también la posible capitana, se lo diré! Dije completamente emocionado aunque yo no bebiera, quizá algo de aceite tras utilizar la cuerda. ¿Lo encontraría en esa taberna?. reía. 

Bien, manos a la obra y esta noche espero que me cuentes historias de tus viajes. Quizá saque algo en claro. Aunque papá siempre decía que compartir mesa y bebida con alguien es la forma de forjar una amistad. Espero que así sea y no fuera otra de esas bromas suyas. Dije con una risa aparentemente diferente. 

Tras ello, me puse manos a la obra, tenía mucho que hacer, acabar el trabajo, ir a la taberna a dar el recado, encontrar a ese que había acabado con el autoestima de Valena y, con suerte encontrar a alguien para comenzar el viaje y algún dato sobre mi padre. Al menos una isla donde pueda haber estado. 

Acabado el trabajo, más rápido de lo que él mismo había esperado, se dirigió de nuevo a la taberna, donde sabía que podría investigar sobre sus propios intereses, aunque tras atravesar la puerta de la entrada, el cansancio se apoderó de él y decidió saciar su sed en la barra de aquel antro mientras se recuperaba, y de paso poder preguntar al tendero, normalmente gente que se enteraba de todo lo que ocurría en aquellos lares, sobre su padre, su compañera o algún rumor extraño que hubiese escuchado.

Dicho y hecho, se sentó a la barra solo para que un camarero de rostro serio le sirviera una bebida.

- Bienvenido. - Fue lo único que dijo mientras se la ofrecía, al tiempo que podía ver como otros camareros le pedían comandas para que preparase.

Fue en una de ellas, que captaste que todos le referenciaban como Bai Qu, el supuesto gobernador de aquella isla que ahora estaba haciendo de barman pero por el que todos profesaban un gran respeto.

Sonriendo tras el trabajo, había vuelto a la taberna. Valena no estaba allí por lo que habría ido a sus quehaceres.

Así que Bai Qu, dije riendo, sigue Rosha arriba?, pregunté, a estas alturas me costaba creer que mi padre hubiera aparecido por aquí y mucho menos que su nombre fuera conocido por alguien pero había que probar. 

A y busco a alguien, Yuuto Toizu, un pirata. Dije sonriendo, mientras ponía unas monedas en la barra y antes de obtener respuesta, me acordé del recado, tendría que preparar a gente para todo aquello y con eso concluiría mi trabajo por completo. 

Oh, Thronheim me pidió 10 barriles para sus hombres en la celebración de esta noche. Un buen hombre verdad? Seguro que ha visto tanto mar. 

El afable gobernador reconvertido a camarero parecía tener un agradable gesto con los desconocidos, pero sin duda mejoró tras la mención de Thronheim.

- El capitán Rosha no ha abandonado el local, si es lo que preguntas, pero no se si estará apostando, bebiendo o durmiendo. - Pareció despreocupado por la situación de aquel hombre. - Mis tiempos de navegar acabaron hace mucho, pero durante aquellos días jamás escuché tal nombre, lo lamento.

En el poco tiempo que había estado Fukushu en la isla, había escuchado rumores de que el gobernador había sido pirata en su juventud, pero ahora ya se encontraba retirado.

- Leal como el que más. - Describió a tu empleador. - Los restos de aquellos días han venido a dar sepultura a los emperadores, así que celebraré junto a él esta noche, donde espero que también nos encontremos.

El camarero no añadió nada más a aquella exposición, pero ordenó a alguno de sus empleados en encargo de Thronheim mientras continuaba trabajando con los demás clientes.

Así que capitán. Dije sorprendido, Valena no había ido a por un desconocido. 

Nos encontraremos, sin duda. Dije levantando el dedo, quizá podáis contarme historias de vuestros días en el mar. Dije sonriente mientras me despedía rumbo arriba. Allí quizá podría apostar a algún juego con el tal capitán Rosha. 

Entré en la habitación de la que antes había salido tras Valena. Buscando a aquel hombre. 

Al subir al piso de arriba, pudiste ver la sala de las apuestas y, aunque pudiste identificar rápidamente al capitán Rosha, también pudiste ver, al otro lado de la sala, a Valena, que hablaba con dos individuos de aspecto extraño. Uno de ellos tenía un cuerpo infantil y subdesarrollado, de pelo plateado, mientras que el otro era pálido, con un cabello azul y unos labios violeta.

Fukushu no podía oír de que hablaban desde la distancia, aunque también era cierto que ahora el capitán Rosha se encontraba sin rival en una mesa de juego, lo que podía ser una oportunidad de enfrentarse a él en un juego.

Subí y saludé a Valena en la distancia, luego volvería con ella. ¿Quiénes serían esos chicos? Nuevos Nakamas?. Estaría bien. Aunque ahora quería conocer a Roshan.

Me senté en la mesa, sonriendo y dejando una figurita en la mesa hecha con cordeles. La que había hecho de camino para evitar el estrés.

Hola! A que jugamos? Dije sonriendo al hombre. 

Valena te devolvió el saludo cuando atravesaste la sala, acompañado de una sonrisa. Ahora parecía más animada que durante vuestra anterior charla.

Por otro lado, el sequito de marineros que había por los alrededores vociferó al ver que otro incauto se unía a la mesa de Rosha mientras hacían comentarios poco alentadores sobre las posibilidades de victoria de Fukushu.

- Hola muchacho, yo soy Rosha y jugamos a las apuestas con los dados. - Dijo señalando un único cubilete que había en la mesa con un par de dados de seis caras. - Apuesto con cualquier cosa que tenga algo de valor y no pierdo fácilmente.

Al parecer no mentía sobre aquello, pues podías ver ciertos abalorios y anillos que parecían caros adornando su cuerpo, en contraposición con lo "pobre" de sus ropas.

- ¿Qué apuestas? ¿Tirador o espectador? - Preguntó finalmente para poder dar por iniciado el juego.

Seré tirador! Dije poniendo unas monedas en la mesa. Aunque si gano yo no querré dinero, sino dos favores pequeños. ¿Te atreves?. Dije metiendo los dados en el cubilete dejando la tirada oculta mientras Rosha respondía. Sonriente y decidido, aunque por dentro pensaba que aquel hombre podría ser más peligroso de lo que parecía. 

Parecía que había perdido, poniendo un par de monedas más en la mesa. Segundo asalto? 

El capitán quedó pálido ante la rapidez con la que Fukushu había tomado la iniciativa y había perdido en su propio juego.

- Muchacho, no pierdo el tiempo por unas pocas monedas. - Dijo al tiempo que te tiraba las monedas que había perdido hacia tu posición con cierto desprecio. - Si no tienes nada mejor que ofrecer, deja el puesto a alguien que de verdad ofrezca algo interesante.

Tras rascarse la barbilla pensativamente, recapacitó.

- Háblame de esos favores. Si yo gano te unirás a mi tripulación. - Te arrebató el cubilete con los dados. - Esta vez tiraré yo, no quieras acaparar derrotas.

Quiero una ubicación, un lugar donde ir para buscar a alguien y no consigo quién conozca al individuo. Solo busco un lugar o una persona que pueda saber donde encontrar a alguien que no tiene fama. 

¿Unirse a la tripulación?, no puedo hacer tal cosa, partiré con Valena, aunque si ganas tú algún día me encontrarás en los mares, y podrás pedirme lo que quieras. ¿Qué te parece?. Sonreí, quizá algo más optimista de lo que podría esperar pero necesitaba un punto de apoyo sobre el que viajar cuando saliera de la isla. 

Pareces fuerte, no creo que un niño como yo pueda serte útil, aunque tengo curiosidad, a qué se dedica tu tripulación en los mares, ¿Saqueais quizá?, ¿Buscais tesoros?, ¿Viajais sin rumbo?, quizá incluso podamos ser amigos, padre decía que cuando compartes un trago y un juego con alguien seguro que volverás a verlo. Dije riendo.

Esa misma noche Fukushu se encontró con Valena, la mujer a la que había acompañado durante el día en sus derroteros, sólo para descubrir con asombro que había enrolado a ambos a una tripulación de un jovencito muy prometedor y, ni corta ni perezosa, había ofrecido el barco de Fukushu como medio de transporte. Aquella decisión podría en un primer instante molestarle, pero la inconsciencia de la mujer a la hora de ofrecer cosas que no eran suyas hacía difícil enfadarse con ella.

Durante las celebraciones, Fukushu se encontró con Thronheim, el gigantón que había encontrado en los astilleros y ambos compartieron comida y bebida hasta que un poco antes de media noche, se les unió Bai Qu, que deambulaba por todo el pueblo relacionándose con todos sus habitantes.

A media noche, unas pantallas gigantes iluminaron las fachadas de las casas del pueblo con una retransmisión en vivo de lo que iba a ser la ejecución de los cuatro mayores piratas que navegaban por el mundo.

La proyección mostraba un lugar soleado, indicando que era un lugar muy lejano a donde se encontraban y podían verse a aquellos capitanes tan famosos con severas heridas y con una soga anudada a sus cuellos. Uno de ellos empezó a gritar, pero el sonido no era captado por la grabación y no pudo escucharse sus últimas palabras.

Antes de dar la orden, un hombre muy joven apareció en pantalla portando un pequeño Den Den Mushi y habló a la audiencia. Por su vestimenta podía verse claramente que era el Almirante de Flota, el mayor cargo de la marina y máximo responsable de la seguridad de los mares.

"Hoy se cierra una etapa. La piratería no tiene cabida en estos tiempos y, como nuevo Almirante de Flota, me comprometo a seguir el legado de mi predecesor y erradicar la podredumbre que han traído estos bellacos con sus artimañas, provocando que el mundo sea un lugar peligroso para todos los ciudadanos."

Tras el breve discurso, se les colocó a los cuatro emperadores una capucha negra que cubría completamente el rostro, para seguidamente y, tras la orden del Almirante de Flota, se accionó una palanca que abrió una trampilla a los pies de cada uno de ellos, dejando caer aquellos cuerpos por un agujero y siendo detenidos por la soga que les apresaba el cuello, certificando su muerte en el acto.

Por motivos meramente emocionales, la pantalla solo había enfocado la palestra y quedó congelada la imagen con las sogas tensas en aquel patíbulo, sin dejar ver los cuerpos de los emperadores.

La conexión se cortó y la isla de Tortuga estalló entre llantos y brindis en honor a los emperadores, dando paso a una celebración que duraría todo el siguiente día. Fukushu pudo ver el ambiente de su alrededor y, para su sorpresa, su compañero Thronheim lloraba desconsoladamente mientras Bai Qu, a su lado, intentaba consolarle con una cara demasiado seria.

Tras todo el siguiente día de calma y recuperación de las festividades, Valena acudió a ti para llevarte a conocer a los demás tripulantes en, valga la inocencia, tu propio barco.