Partida Rol por web

La joven Fu Go sonreía con la conversación de Nîlo, que parecía romper su habitual vida monótona.

Antes de que ambos pudieran hablar más sobre el tema, dos jóvenes isleños entraron por la puerta de la taberna y anunciaron que había habido un fuga en la prisión.

Como si de un resorte se tratara, Bai Qu saltó la barra del bar y salió del establecimiento llamando a gritos a la guardia de la ciudad, que acudían con premura a las órdenes de su gobernador.

Cuando hubieron una docena de soldados, Bai Qu emprendió el paso al lugar que Nîlo había visitado a su llegada a la isla, el bajo puerto, cercano a la fortaleza que hacía de prisión.

Fu Go no dijo nada sobre aquello, aunque pareció quitarle importancia volviendo su atención hacia Nîlo, esperando continuar con la conversación.

- Creo que ya soy lo suficientemente mayor para hacer la que me venga en gana sin pedir su consentimiento. - Dijo con una mezcla de ira e impotencia. - ¿Crees que podrías meterme en tu tripulación, aunque sea de polizón?

Tomar la peor decisión o la otra peor decisión, era algo muy común para los dejados de la mano de la fortuna como lo era él, como lo eran los suyos y ahora mismo estaba ante una. No solo fue "robado" por un bastardo tramposo pero funcional en su parámetro de trampas, sino que podía "robarse" a una persona importante de un poderoso lugar, a pesar que este no le había hecho nada... Puntual. ¿De no haberle caído bien por pura obra de caos habría sido distinto? ¿Tendría razones para hacer esto o "justificaciones"? Él solo quería toquetear un poco, al comienzo, sí, pero eso era antes de ver a una persona empuñar la mano con furia como él mismo hizo por su padre y madre alguna vez, pero esta vez siendo culpa de uno sobreprotector, en exceso. La empatía, quizá, actuaba y Nîlo reflexionaba. Podía pedirle directamente a Rosha que la reclutara, bajo supervisión del mismo Targoss, correcto, aunque era indudable que sería o debía ser un mero peón más y no se veía con tanta chance de supervisar.

Luego estaba el tema más obvio, una mujer super-sexy y joven en un grupo en donde seguro eran puros hombres. Él mismo no era problema, realmente, pero con ella la cosa cambiaba. No dudaba que la joven pudiese ser fuerte pero aún así las contingencias vienen primero. Su pierna tembló mientras ponderaba entonces, quería hacerlo y pensaba cuantos berris más podría subirse el buscado al esencialmente raptar a una princesa local, más o menos. Se rió para sí mismo, pero dejó de hacelro rápido. Era un asunto serio.

- Mh. ¿Te molestaría decirme por qué tu padre te sujeta tanto? Y de paso... -Suspiró, era obvio que le estaba sacando info, pero si era justo, era útil, para ambos.- ¿Cual es su asunto con... Todo? Yo llegué por el Bajo Puerto y había una Contramaestre... ¿Tiene tu padre comprado a la Marina, trabajan juntos? ¿Cómo es que alguien como el Capi Rosha puede entrar aquí como si nada? Tu señor progenitoro debe ser un genio de los negocios y la política, imagino.

No lo veía de otro modo. No estaba negándole nada, eso sí.

- No pienso dejarte como una prisionera. Pero no sé hasta qué punto Rosha acepte, acepte sin salir con alguna mierda donde no termine conmigo intentando colgarlo de su propia asta con... -Pausó, no todavía.- O en general no hayan problemas. ¿Sabes pelear? ¿Navegar? Yo... -Sonrió de modo psicótico, casi, pero para sí mismo. Sí, él sabía... Pelear, era lo único, de hecho. Eso y su poder que seguramente Rosha ya habría notado, quizá, o no.- Yo tengo algo. Ese pollo que te queda... Pues mira nada más.

Y en un acto horrendo de traición apuntó con su dedo cuando todos estaban mirando hacia otro lado pero ella no, usando la desviación de enfoque sencilla. Una pequeña cadena visible, de un medio centímetro se disparó hacia el pollo que le quedaba a Fu Go en su plato y con un sacudir de su dedo lo hizo saltar y caer en la otra mano de "Sargon" para entonces comérselo, sonriendo mientras la Cadena del Tártaros, la Rensa Rensa no Mi desaparecía de su presencia dorada. Sintió el peso del cansancio aún con un demonstración simple. No dijo nada.

- Lo siento. Tengo dos días, como te dije, debo analizar mejor la situación pero el reloj corre.

Le entregó su propio trozo de carne que quedaba, el de su plato, claro, aunque se puso a pensar en si tenían... Tiempo.

Pero no, porque si se ponía con ella todo iba a hacer menos dormir. Inspiró entonces sonriendo de nuevo.

- Mi destino es... Hallar algo, un futuro. Tú dime cual destino deseas y busquémoslo.

Oh cielos, eso sonó peor que invitarle a darle saltos a la cama o algo, sonó como una confesión de hacer algo juntos.

Se sonrojó y tosió, esperando su respuesta sobre los temas que le consultó, puntualmente lo de Bai Qu y lo de cómo podría hacerla pasar por una posible recluta nueva que quizá Rosha tomaría bien sin tener que trampear los dados con tanto show pero sin manejarla fuera de que él mismo pudiese permitirle seguridad. ¿Donde empezaba la libertad y terminaba la seguridad, o al revés? ¿Donde se rompían las cadenas? Eso quería saber.

Fu Go se mostraba más amigable con Nîlo a medida que hablaban, no pareciendo que ciertamente se habían conocido ese mismo día.

- Desde que mi madre murió, mi padre se ha vuelto demasiado protector. Creo que durante su juventud surcó los mares sin pensar en su familia y volvió justo para ver morir a su esposa. - Decía mientras se sujetaba sus propias manos con un semblante bastante triste. - Fue entonces cuando asumió el cargo de gobernador y eliminó con mano dura todas las relaciones con la Marina y los países vecinos.

Entonces la joven miraba a su alrededor, buscando oídos curiosos, pero nadie parecía estar prestándoos suficiente atención para sentirse amenazada.

- La Marina no se atreve a entrar en esta isla, tampoco es que que tengas motivos para hacerlo, nosotros no les molestamos y ellos no nos molestan, así que podemos subsistir con el comercio y mantenernos ajenos a lo que ocurre en el mundo. Por fortuna, nuestra isla se mueve y podemos conseguir casi cualquier cosa a lo largo del año, pero para mi este pueblo solo esta lleno de recuerdos dolorosos y, aunque él cree que no le escucho cuando se reúne con antiguos amigos o compañeros, quiero experimentar esa sed de aventuras que condujo a mi padre a abandonar a su familia por tantos años y que le hizo conocer tantos lugares y personas.

Aquella conversación estaba siendo fructífera, sobretodo viendo como Fu Go abría su alma a ti.

- El señor Rosha, al igual que cualquier otra persona, no tiene prohibida la entrada a la isla, pero esta sujeto a las normas de convivencia. Si alguien no las cumple, mi padre se encarga de impartir justicia y castigo de una manera bastante brutal, así que no tenemos altercados graves.

Luego empezó a reflexionar sobre sí misma.

- Nunca me he visto en la necesidad de pelear, pero llevo cocinando desde que tengo memoria. Aprendí de mi madre, ¿sabes? A veces cocino para mi padre y cuando cree que no le veo, llora mientras come mi comida. Creo que en el fondo no quiere perder lo único que le queda de mi madre, por eso no me dejará ir.

Asintió, se lo creía completamente, tanto la parte de las represalias brutales como las reglas de convivencia. Explicaba a decir verdad todo, lo de los tipos peleando y que después le explicaron que las peleas aquellas no eran legales así como Bai Qu y su excesiva legislación de, pues todo, sin duda. Y a su vez no se creía en absoluto eso de su sensibilidad extrema, pero lograba entenderlo un poco en base a los eventos contados por la chica.

Y él estaba por permitirle, bueno, cumplir con su voluntad, pero ahí obtuvo su respuesta: Tal era su voluntad.

- Vale, tienes el derecho a darte tu propio paseo, pero insisto en que sea en condiciones, al menos. Eso y que la escena que ya he descrito se viene encima mío...

Se imaginó con un rostro de poco aprecio y cierto patetismo la proyección de un Targoss colgando de las pelotas en la plaza central de la ciudad con la "brutal represalia" máxima para el cargo criminal más grande posible. Peor, ni siquiera le hacía feliz porque no era contra los bastardos del Gobierno Mundial, sino un gobierno independiente, era merecido y he ahí el tema. Suspiró ampliamente mientras consumía el trozo de pollo que le robó a Fu Go con su cadena.

- Ok, una cocinera experimentada es algo necesario en una flota, imagino. Yo cocino como la mierda, la verdad, así que puedo entenderlo.

Miró el plato. Pensó entonces que este lugar era más o menos un paraíso libre de la Marina y sus varios adalides. ¿Qué era la gente del Bajo Puerto entonces? Otra vez sin entender o algo no estaba entendiendo él, pero eh, a estupidez, estupidez y media, ni más. Se encogió de hombros y tomó su decisión.

- Bien, son dos días, anda pensando en preparar tus cosas, pero es una de esas cosas que pueden variar, a veces demoran y en otras se sienten que pasan rápido, eso y que tengo que convencerlo bajo mis términos... O no habrá viaje antes de empezar, ni mío ni tuyo.

Con eso, se dió por considerado, pero no tenía ganas de ir donde el tramposo todavía.

- Ahora voy a descansar un rato, a ver si la noche me da algo más de fortpfff... -No pudo evitar reírse. ¿Él? ¿Fortuna? Risa, que bien que segundos antes había terminado su bocado.- Claro que sí. Gracias por acompañarme, Fu-chan. Nos vemos.

Se sentía tranquilo al menos. Tocaba ir a buscar su cuarto o algo antes que volviera Bai Qu o cualquier estupidez aleatoria. Y no, no le bastaban sobras, pero a este punto ya estaba pensando solo y tonterías. Aunque... Antes de irse tomó la mano de Fu y la besó, como una promesa. Y luego ahí sí que sí que se fue a dormir. Cuando despertara mejor descansado pensaría en qué decirle a su "Capitán". Menuda mierda.

Todo, realmente.

La mujer se sonrojó con aquel beso discreto, dando a entender que su experiencia cercana con los hombres era poca o nula, lo cual podía llamar más la atención de Nîlo, aunque eso también podría significar que su padre había ahuyentado a todo aquel que se le acercase.

- Gracias, sé que lo harás.

Acto seguido, te dirigías a las escaleras para llegar al tercer piso donde se podía descansar, como ya sabías, y por un instante volviste a girarte para observar a Fu Go, que aún permanecía en la mesa en la que habíais estado pero ahora su compañía era de una mujer y dos hombres.

Creías recordar a la mujer como una de las capitanas que estaba reclutando a gente, mientras que los otros dos hombres, uno de aspecto infantil y pequeño y el otro con un rostro serio te eran totalmente desconocidos.

Ahora podías desentenderte de eso y dirigirte al tercer piso o averiguar que estaba pasando allí.

Pensó que el hecho de que Fu-go fuese absolutamente una señorita pura con esa figura y belleza claramente era no solo... Perfectamente racional considerando como la protegía Bai Qu como princesa ahora sí fuera de toda duda sino q ue además era algo adorable, mucho. Y a su vez esto le hizo sentir mal por haberla sobeteado y toqueteado o haber estado muy cerca de hacerlo antes. Y claro, se estaba robando a esta princesa. Su futuro con las pelotas colgadas era cada vez... Más próximo, lo imaginó.

Por otro lado, joder, ¿no podía tener un puto respiro? Fortuna nula, suerte nula, siempre. Tronó el cuello y re-bajó entonces, deslizó uno de sus anillos de dedo y lo hizo girar perfectamente hacia la mesa, a medida que volvía avanzando torpe pero ágilmente como si fuese a caerse y de hecho medio que lo hace, fingidamente, en pro de buscar el anillo que se le "quedó" aquí.

- Ah, perdón, se me perdió algo, disculpen...

Y recogio´el anillo, todo esto era en pro de venir con esta excusa en pro de escuchar al menos un poco de lo que hablaran con Fu Go estas personas y además hacerlo ver lo más normal posible. Se tomaría unos... 10 segundos buscando el anillo y otros 5 o 10 más en levantarse, ponérselo y sacudir la mano despidiéndose bobaliconamente, acto de torpe al 100%. Luego se retiraría pero seguirá con la oreja parada, otros 2-5 segundos, con un total sólido de medio minuto de espionaje.

Y ahora sí, si  nada más se lo impedía, como un meteorito en la cara o alguna mierda así, a dormir.

Nîlo volvió a bajar y con su pequeño truco pudo escuchar lo que hablaban aquellas personas.

Al parecer, esos tres marineros formaban parte de una tripulación y estaban intentando reclutar a Fu Go, pero ello volvía a emitir el discurso que había hecho ante ti.

Al parecer la chica que pertenecía a aquella banda era una conocida de Fu Go, y le animaba a dejar el pueblo y embarcarse como siempre habían imaginado cuando eran niñas.

Por suerte para ti, no habló en ningún momento sobre el favor que te había pedido, y podías sospechar que pudiera ser una prueba de Bai Qu para tentar a su hija, pero no había nada claro en eso.

Nîlo entonces logró escuchar el asunto haciéndose el tonto y entendió que efectivamente, Fu Go estaba medio fichada, era claro que tenía que ser un trucazo de Bai Qu, no lo dudaba, el tipo estaba absolutamente enfocado en su ciudad. ¿A qué punto el mismo Targoss la estaba cagando con robarse a la princesa local de la Isla Tortuga? Si existían infiltrados entre los mismísimos piratas para vigilarla se planteaba, bueno, todo, pero hizo una promesa y las promesas eran de valor incalculable para él, era inevitable, él mismo se hizo su propia cama.

Así, sin más, optó por subir de nuevo, recuperando su anillo entonces, buscando recordar el rostro de la mujer pirata. ¿Qué pintaban en todo esto... Todos los otros factores? Sentía que se le venía un tormentoso futuro, pero interesante y su compleja personalidad invitaba a los peligros, como hizo repetidamente desde el bendito principio que llegó a esta isla, es solo que estaba cansado, cagado vamos, seguro que despertaba en plena noche o algo a tontear, típico. Pero francamente... Tenía miedo.

Y eso no era malo, realmente. Tocaba convencer al Capi Rosha y hacerla sutil, porque si habían ojos de Bai Qu mirando tenía que hacer que lo de Fu-chan fuese más una fuga de último momento que nada, si no no funcionaría, era claro. Y vaya si su cabeza esta vez sí que valdría lo que valía y tantito.

A por ello, "Sargon".

Nîlo deambuló por el local aquel el resto del día, pudiendo ganarse algún dinero con su habilidad en la casa de apuestas, al tiempo que de vez en cuando intercambiaba algunas palabras con el que iba a ser su capitán. Entre partida y partida, pudo compartir algo de información con los apostadores y descubrió que había algunos piratas famosos en la isla, varios mucho más famosos que su capitán pero ninguno jugaba en las ligas mayores, como decían los marineros.

En un cambio de turno, Fu Go apareció para relevar al camarero de aquel piso y Nîlo pudo acercarse a ella, en busca de cambiar sutiles impresiones sobre lo que había ocurrido cuando él la había abandonado antes. Al parecer otra tripulación pirata había querido reclutarla, pero ella se había negado alegando que ya le había prometido a él que partirían juntos, así que las preocupaciones de Nîlo desaparecieron sabiendo que seguiría con el plan.

Cuando las partidas parecían pararse, debido a que entre él y Rosha desplumaban a cualquier ingenuo que apostaba contra ellos, ambos pudieron tener un encuentro donde Nîlo le quiso comentar sobre Fu Go y, cauteloso en la manera de introducirla, nunca llegó a pronunciar su nombre, si bien Rosha aceptó a la desconocida haciéndole la misma petición que le había hecho a Nîlo anteriormente: si estaba a bordo de su nave al momento de zarpar, formaría parte de la tripulación.

Con el objetivo aparentemente cumplido, Nîlo planeó el escape junto con Fu Go, bastante rudimentario pero seguro y se embarcarían en el barco de Rosha el día indicado. 

Esa misma noche y entusiasmado por lo poder compartir barco y puede que camarote con Fu Go, se dedicó a sus quehaceres hasta que llegó la noche.

Nîlo pudo juntarse con los integrantes de la futura tripulación para beber al son de los acontecimientos, consciente de que Fu Go estaba ocupada atendiendo a todos los participantes de la fiesta.

A media noche, unas pantallas gigantes iluminaron las fachadas de las casas del pueblo con una retransmisión en vivo de lo que iba a ser la ejecución de los cuatro mayores piratas que navegaban por el mundo.

La proyección mostraba un lugar soleado, indicando que era un lugar muy lejano a donde se encontraban y podían verse a aquellos capitanes tan famosos con severas heridas y con una soga anudada a sus cuellos. Uno de ellos empezó a gritar, pero el sonido no era captado por la grabación y no pudo escucharse sus últimas palabras.

Antes de dar la orden, un hombre muy joven apareció en pantalla portando un pequeño Den Den Mushi y habló a la audiencia. Por su vestimenta podía verse claramente que era el Almirante de Flota, el mayor cargo de la marina y máximo responsable de la seguridad de los mares.

"Hoy se cierra una etapa. La piratería no tiene cabida en estos tiempos y, como nuevo Almirante de Flota, me comprometo a seguir el legado de mi predecesor y erradicar la podredumbre que han traído estos bellacos con sus artimañas, provocando que el mundo sea un lugar peligroso para todos los ciudadanos."

Tras el breve discurso, se les colocó a los cuatro emperadores una capucha negra que cubría completamente el rostro, para seguidamente y, tras la orden del Almirante de Flota, se accionó una palanca que abrió una trampilla a los pies de cada uno de ellos, dejando caer aquellos cuerpos por un agujero y siendo detenidos por la soga que les apresaba el cuello, certificando su muerte en el acto.

Por motivos meramente emocionales, la pantalla solo había enfocado la palestra y quedó congelada la imagen con las sogas tensas en aquel patíbulo, sin dejar ver los cuerpos de los emperadores.

La conexión se cortó y la isla de Tortuga estalló entre llantos y brindis en honor a los emperadores, dando paso a una celebración que duró un día entero, el tiempo que había propuesto Rosha para partir.

Aquel día llegó y Nîlo junto a Fu Go embarcaron en esa nave, ante la medio mirada del capitán y una sonrisa por parte de los demás tripulantes.