Partida Rol por web

-Ejemmm...miren ustedes. No entiendo ni la mitad de las palabras que estan pronunciando. Si quieren seguir jugando a ver quien se expresa mejor por mi parte no hay problema, felicidades¡¡ He entendido que mañana estaremos muertos, verdad? Yo ,por mi parte, prefiero pasar mis ultimas horas en un lugar distinto, no quiero estar encerrado. No se ofenda, señorita Genevieve, es un placer estar a su lado y ,creame, nadie me habia tratado antes con tanto respeto y dulzura como usted pero necesito salir de aqui, me asfixio y no encuentro motivos para sentirme util en esta locura. - expreso mientras me levanto - Asi que , con su permiso, voy a disfrutar de mis ultimas horas en un entorno diferente. Que la parca me encuentre en paz y en armonia. En soledad tambien, ese es mi habitat.- les digo mientras 2 lagrimas ruedan por mis mejillas.

Un aura puedes vislumbrar cerca del vestido , un aura negra como la noche. Parece que alguien lo llevase. El vestido sin duda, no esta vacío.

Y lamentablemente sientes una extraña y familiar sensación... un olor quizá, nuevamente como barro y agua, mezclado con flores.

Lorina da vueltas y mas vueltas, bailando con el vestido como si estuviera hipnotizada. Sumida en una frenética danza mortal. El vestido juega con ella mientras  el vals se acerca a su cenit. Una vuelta tras otra.

Lorina disfruta de la danza, pues esta ensimismada con la belleza del baile y del propio vestido. Igual que si fuera un sueño, Lorina se emociona y alguna lágrima sale de su rostro sonriente, sin poder dejar de mover los pies y sin poder dejar de sonreir a su pareja de baile.

Si miraseis al espejo, veríais que, tanto el vestido como Lorina se reflejan en el , como en un espejo normal. Solo que en el espejo, el vestido no esta vacío. Una vuelta  y otra más, y veis que Lorina está en realidad bailando con la mujer de negro. Annis esta llevando ese vestido y bailando dulcemente con Lorina.

Hasta que repentinamente, tal y como había empezado el siniestro canto de sirena todo acaba. Lorina ha desaparecido y solo queda ella. Annis Black.

Se vuelve con una sonrisa un poco estúpida y hace una reverencia, en agradecimiento de presenciar su danza mortal. En el espejo, tras su superficie, podéis ver  a una Lorina, que se acaba de dar cuenta de su encierro y golpea, sin éxito y sin sonido alguno, la superficie. La araña, la golpea y grita pidiendo ayuda, pero su voz no la oís desde este lado del cristal.

-Señorita... Agnes... Volvemos a vernos, aún en una situación diferente... esta vez no es un sueño, cierto?- volviéndose a Mordred pregunta. -¿Y tu hermoso amigo quién es, Agnes... no nos vas a presentar?- Dice dando un ligero paso en vuestra dirección, andando grácilmente hasta quedar prácticamente delante vuestra y alzando la mano hacia Mordred en señal de que le bese la mano, como lo hacen los caballeros.

¡Menuda aparición!

Era más surrealista incluso que el sueño que había tenido, y que todo aquello. Empezaba a creer que estaba en una pesadilla más, no en el mundo real. Ni siquiera llegaba el caballero a comprender cómo diablos Lorina había llegado al otro lado, cómo había venido la dama de negro, ni cómo era que nadie se daba cuenta de que eso estaba pasando, además de ellos.

Pero aquello empezaba a darle gracia. La bruja esa no le daba miedo, no de momento. Sólo había visto trucos baratos, trucos que no le podían hacer nada. No a él. Lo que sí le daba miedo era lo físico, lo que le hiriese. Pero él estaba demasiado entrenado como para dejarse siquiera sorprender por ella.

Pero sí planeaba él jugar bien sus cartas. Envainó el estoque y se lo guardó bajo un brazo, de forma caballeresca.

Sonrió amplia y vilmente, y algo en su mente hizo "¡Tick!", como si diese a un interruptor. Se olvidó de Agnes, se olvidó de que esa mujer buscaba matarlo. Y buscó la mano de la dama de negro. Con la mano del bastón tomó la palma de ella y se inclinó para besarla. Mientras sus labios tocaban su piel, la otra mano iba hacia atrás, como parte de una reverencia...

Pero sigilosamente, se aferraba a una pistola en la cintura, colgada fuera de vista, entre abrigo y el dorso. Tiró lentamente del martillo, como para que no estallase. La bala se metió en la recámara, y el arma esperaba para ser empleado, sea hacia la mujer que fuese. De todas formas, tenía tres blancos, y a quemarropa: Agnes, Annie, o la hermana de Alice... Y en ese momento, su rostro ni siquiera desprendía indicios de qué pasaba por su mente. Por lo que fuera, podía pulverizar el espejo, volarle los sesos a la bruja o pegar un tiro a Agnes. ¿Quién sabía si de repente estaba "corrompido" por Annie? Sólo él...

-Mordred Le Fay...-contestó con voz despojada de cualquier humanidad y sentimiento, como si de otro ser se tratase- Y tú eres la que se supone que me va a matar esta noche en mi guarida...-sus ojos la acuchillaban con odio, pero su sonrisa denotaba un desafío y la mano, apretando la de ella, tensión.

Entonces, el señor Le Fay salió junto con la joven rubia, lo cual sorprendió a Genevieve. No lo esperaba, sin duda. Cuando la respuesta llegó de Edith, siguió esperando a que respondiera pero no lo hizo. Una vez más, no lo hizo. Con algo de impaciencia en su voz pero sin cambiar la expresión de su rostro, insistió - Me disculpa, señorita Edith, pero temo que usted aún no ha dado respuesta a mi pregunta. ¿Qué ha sucedido entre nuestra anfitriona y Annis para que la persiga tan asiduamente? - luego recordó los espejos cubiertos tras el relato y sintió cómo sus manos se hacían más frías. ¿Era tan fácil que ella entrara? Vaya.

Entonces escuchó la intervención del enano, a quien ella le había dado su pañuelo para secar sus lágrimas y se giró hacia él confundida. ¿Cómo que no sería de ayuda? Recordó cómo había actuado en su sueño y, con una reverencia a sus anfitrionas y una pregunta aún sin responder, se fue tras él. No debía dejarlo solo, no tras verlo reaccionar de esa manera.

Habia entrando de la mano  con el pequeño, nos habíamos reconocido y hasta que esta mujer llamada Alice hizo de su aparición le estaba diciendo al pequeño "Que tranquilo  que nada iba a pasar nada malo".

Mire a esta mujer de arriba a bajo para saber de que iba la verdad es que esta situación que nos encontrábamos todos no iba ha ser muy buena...Empezo a decir que todo lo que iba decir por su boca iba a ser cierto... Eso es lo que dice los verdadero y expertos mentirosos o mentirosas... Y digamos que yo sabia mucho de eso...  

Todos empezaron a preguntar el porque estaban ahí, para mi fue un poco de caos... Todos hablaron incluso el pequeño Victor que hacia un par de horas que ya no estaba junto a mi. 

Hablaban de los espejos.... Que los espejo era como si fuesen unas puertas secretas para ciertas personas con poderes.... Yo no tenia ningun poder pero sabia bien esconderme....  Y daba la situacion el sueño que tuve o realidad con aquel pequeño podria creerme un 50% de lo que decia esta joven y los que les apoyaban  pues realmente tenia lo mas seguro que un objetivo para todo esto. 

- Digno la verdad para todo esto... Vale puedo decir señora Alice  que la creo pero necesito toda las sinceridad que salga de su boca y si nada de trampa.... Yo no soy una bruja, ni me cuelo por los espejos.... Pero le aseguro que le podria impresionarle de cuales dotes puede tener una señorita como yo sin tener ningun poder para normal.... Dije con una sonrisa. 
 

Alice posa su alma en ti y ve la tuya.

En tu cabeza resuena una voz, dulce y delicada. Como nunca antes habrías oído. Esta llena de pasión , amor y tranquilidad. En ese momento , que se te antoja eterno piensas que todo carece de sentido. Sientes como unas manos recogen tu ser y te envuelves en sus brazos. Algo que nunca habías sentido antes, y ese susurro que te llama, delicadamente. Alice te habla directamente al corazón y no hay nada que puedas hacer, pero tampoco te importa, pues es el sonido de la voz mas hermosa que nunca antes hubieras oído.

- Jesica... no temas, amiga mía. Conozco tu secreto como conozco tu sed de poder y virtuosismo. Cada noche sales en busca de una presa distinta intentando tener todo aquello que deseas. Tu deseo de mas y mas cada vez sera peor. Por el momento, y aunque no lo sepas, te controlas. Pero ira a mas, y pronto mataras sin motivo ninguno, lo cual te llevara a cometer un error y acabaran contigo. Yo te puedo ayudar, Jesica. No solo a controlar esa sed de necesitar mas y mas. Te enseñaré a ganarte algo y que sea tuyo, y solo tuyo. Te ayudare a que no te falte de nada. Te prometo no partir de cero... nunca mas.

Pero necesito que nos ayudes... Jesica, tu muerte es tan cierta como la mía y la de todos los presentes. Ayúdame!!-

Alice  suelta  ese abrazo tan cálido y deja que tu mente vuelva a la realidad.

El inspector Clarence se muestra inmutable ante todo. Tan solo sonríe divertido ante la situación. Parece que casi nada le afecta, pero en sus ojos notáis, como el anuncio de su posible muerte futura, le inquieta. desde luego es consciente de la verdad que ha contado el señor Edward. No lo niega. Algo le dice que todo es cierto y lo cree a pies y juntillas.

Justo cuando Laszlo se dispone a marcharse esboza una sonrisa.

-Dejadle irse! Es un cobarde! Tantas molestias para nada... Señorita Alice, si el señor Laszlo fuera util ya lo sabríamos. O es que posee una habilidad fuera de lo común? Señor Edward, por favor... dígaselo usted. Si tan útil es, habrá visto, en su paseo temporal lo útil que es.- Sentencia malhumorado apoyándose en la chimenea mientras ve las ascuas arder.

-Seguro que se enconderá bajo una piedra o correrá a esconderse tras su maquillaje... ¡yo no pienso morir por el, desde luego!- Susurra mientras escupe al fuego.

Annis mira sonriente detenidamente con un poco de inquietud a Mordred, y ríe alegre mientras se acerca lo suficiente a el para acariciarle el rostro con la otra mano.

- Oh... Agnes, querida! Es un joven muy apuesto y... sagaz. - Dice alegre mientras desvía su vista un segundo a Agnes.

El rostro de Annis cambia por completo. Pasa de ser una rostro cadavérico a recobrar su juventud perdida, por decirlo de algún modo. Se transforma poco a poco en una bella joven. Su pelo negro y lacio, cubierto de plantas y barro cambia a ser un precioso recogido negro en un moño alto y el resto cayendo sobre los hombros. Su manos acabadas en uñas puntiagudas rotas y sucias cambian a ser unas manos delicadas y con uñas bien pulidas pintadas de rojo sangre. Su figura recobra el esplendor de antaño, rellenándolas zonas vacías del vestido tan hermoso con rosas y flores ahora vivas. Un generoso busto asoma por el escote y su piel blanca y rosada como la de una joven dejan ver que Annis, en sus momentos podría haber sido una mujer muy deseada por los hombre.

Su rostro, rellena las cuencas mortuorias de su calavera y se llena de vida jovial con unos sensuales labios pintados de rojo carmín y ojos claros llenos de vida. Sin embargo, su mirada sigue denotando envidia y maldad , aun cuando sonrie. COmo si fuera una reina, su mirada denota poder y una altivez que, antaño, habría matado amas de uno tan solo por admirar su belleza sin permiso.

- Oh, señor Le Fey... es usted encantador. ¿Matarle? .... permítame una pregunta... ¿Deberia? ¿Que diferencia habría si le mato ahora mismo?- Comenta Annis a Mordred mientras acaricia su cuello con la mano que antes le había pasado por el rostro. - ¿Sabes, mi querida Agnes? ... en ese sueño que tuvimos todos... El señor Mordred solo miraba. Veía como Noah y tú luchábais mientras él era un tímido espectador.... Así pues.. tu caballero de negra, armadura, solo miraba, ¿no es cierto mi buen señor?

Edith entiende que la situación es muy tensa y que el momento para hablar de lo que ella sabes ha llegado. Mas aún cuando la situación es insostenible y muchos de los presentes se cuestionan sobre si son útiles o no. Pronto se formaran bandos y muchos de ellos terminaran siendo carne de cañón.

Silo que dice el señor Edward es cierto, habrá algún motivo real para que el destino les haya elegido ser los defensores de su joven vida. La gente era extraña pero la situación también lo era. Gente extraña, con extrañas habilidades, se tenia, para una situación  de los mas insólita.

-Annis Black, señores... - Comenzó hablando para llamar la atención de los presentes.- Es un nombre inventado por mi hermana Alice. - Se toma un momento para mirar a su hermana, a la que sabe que  diciendo estas palabras la esta hiriendo.

- Hace unos siete años, Alice estuvo internada en un centro psiquiátrico. Tenia ataques de pánico... sueños, pesadillas. Tan solo cuando sufrió un ataque epiléptico nuestro padre decidió internarla. La diagnosticaron esquizofrenia severa. Fue como un mazazo para nosotros, una familia noble y tranquila.- Miro a su hermana mientras se veía a Alice como contenía un ligero atisbo de rabia, sabiendo lo que estaba por venir, esta empezaba a garrarse con fuerza al brazo del señor Wesley.

-El centro Hospital de Bethlem... Para muchos conocido como... Bedlam*. Es evidente recalcar que allí se disponía de las técnicas mas avanzadas para estos trastornos.. o eso creíamos. Alice estuvo allí no menos de un año. Aunque existía separación por sexos, por las tardes se permitía bailar juntos en el salón de baile a quienes eran capaces de apreciar la música. - Hizo una pausa mirando al resto como para que comprendieran exactamente de lo que estaban hablando.

Alice... ¿Loca? Cuesta creer que la imagen de una mujer tan pura como la señorita Alice Badcock sea considerada como...loca? La cuestión no esta carente de ironía.

La transformación era medianamente interesante y atractiva, pero nada insuperable. Lleno estaba el mundo de mujeres así, y ella no era el tipo de Mordred ni por asomo. Aún así, su conciencia quedaba escondida, y su máscara seguiría de pie.

-Enchanté, ma belle meurtriére... -sonrió con frialdad, rivalizando con la mirada de ella. Dos "poderes" distintos, el uno de Satán, de ella, y el otro, de Mordred, de una fuente muy distinta. 

-¿Deberías? Ni por asomo. Menos aún si tomas en consideración que en cuanto intentes hacer cualquier cosa demasiado abrupta, te haré daño. ¿Qué pasa, ma chére, si tu espejo se rompe? No me podría importar menos si esa mujer se queda atrapada para siempre ahí, sería... una víctima colateral... Pero a ti, mi Blancanieves... ¿A ti te sentaría como una manzana envenenada?

La otra mano seguía atrás, lo más disimulado posible. La libre tomó el cuello de ella, recordando de nuevo cuán fácil habría sido dañar esa preciosidad. ¡Tan tentador! Profanarla , a ella y a todas, y gozar de ello... 

-Sí, Agnes. Estaba yo ahí, en la sombra. Tenía otro cometido, en ese sueño, pero inevitablemente me distraje... -tras la leve atención dedicada a Agnes, se volvió de nuevo hacia Annis- ¿Eres tú como esa mujer bestial de la pesadilla? Quiero saber... si sangras. -apretó leve y gentilmente, de nuevo como si de un fantasma se tratase, con las uñas en la nuca de ella, como un eco lejano de una garra. 

Annis siente como le clavas las garras en el cuelo y, efectivamente, aunque no puedes verlo, tus dedos notan como se humedecen con su tibia ( tibia?) sangre.

Pero lejos de apartarse de acerca a ti con todo su cuerpo rozando el tuyo, como una enamorada se acerca a su hombre, y con la mano que tenia en tu cuello, la pone en tu nuca acariciando tu cabello. Con la otra, rodea tu cintura y acerca sus pechos mas al tuyo como intentando conquistarte.

Su rostro, lejos de hacer otra cosa, sonríe mas abiertamente aun y sus ojos se abre mostrando asombro, delirio y  una extraña sensación de lujuria.

- Dolooor...ummm... Mi señor Mordred!! Desconocia esta sensación perdida desde hace mucho tiempo.. cuan gustosa esss..- Dice mientras acerca su boca a tu oreja y la muerde con lascivia, mientras sus ojos miran a Agnes en un intento, (inútil ?), por darle celos. - Oh... si las circunstancias fueran distintas... ¿cuanto gozo seríamos capaces de  soportar?- Te susurra al oído.- Imagínese cuánto placer podríamos darnos el uno al otro... no solo físicamente... usted ya me entiende- Sentencia con una sonrisa picarona en tu oído

Annis entrecierra los ojos como imaginando una escena entre vosotros dos. Se relame sus labios mientras pruebe tu sangre que apenas es nada mas que un rasguño en tu oreja. Y se deleita con su sabor... con tu sabor.

-Señor Le Fay... somos tán parecidos... que casi me da lastima no disfrutar mas de su compañía. Es usted una persona tan interesante... Agnes, querida... no sabes lo que te pierdes... Pero no, señor Mordred. Aunque me llame Blancanieves prefiero más el termino de reina... Pues la manzana envenenada... soy yo, querido.- Termina de hablar cuando su vista vuelve a mirar a tus ojos y te besa en los labios de una forma que nunca habrías podido imaginar.. o quizá si,... minutos antes en el rellano con Agnes.

Edith sintió como la ira crecía dentro de su hermana. Sabría que en cualquier momento iba a decir algo que realmente solo la haría daño. Tanto tiempo sin  hablar sobre ello, y volver a sacar este tema la consumía por dentro. Estaba claro, que la pobre Alice no soportaría tanta tensión. Sobre todo cuando estaba en entredicho su propia cordura.

-Fue en esos bailes en los que Alice conoció a alguien. Una tal May Robson. Se hicieron inseparables en el tiempo que Alice paso allí. Según los celadores ambas eran uña y carne y siempre jugaban juntas, comían juntas, dormían juntas... No sabemos porque fue pero cuanto mas tiempo pasaban juntas, los episodios de sus ataques de pánico y demás fueron cesando. Bien fuera el baile, las medicinas o tener a alguien con quien compartir su... problema... Dios mio, perdóname Alice... hizo que mejorara y que los médicos la quisieran dar el alta medica.

No paso lo mismo con May, que tras saberlo se encerró cada vez mas en si misma, hasta llegar a querer solo estar con Alice y hablar solo en su presencia. Los psicólogos lo definieron como una amistad tóxica. La ultima noche que Alice pasó allí, también hubo baile... pero ... se desato un gran incendio en la sala oeste y muchos internos murieron.

Alice escapó. Se la encontró vagando cerca del rio, cubierta de barro y sin saber donde ir. Y lamentablemente, las llamas la cegaron para siempre.

De May no se supo nada. Pareció como si la tierra se la hubiera tragado o bien fue consumida por las llamas. ¡Quien sabe! Pero no se encontró rastro de ella. Cuando preguntamos a Alice, tras salir del trance a las pocas semanas, nos dijo que su amiga la perseguía, que ya no era May Robson. Decía que su reflejo la perseguía por los espejos y que cuando ella la llamaba, no respondía al nombre de May Robson. Sino al de Annis Black.-

Cuando Edith termino de relatar la triste historia de Alice, se acerco a su hermana y dijo para todos.

- Pero ahora, mi querida hermana... ya... no creo que estés tan...loca.- Dice Edith cayendo de rodillas ante los pies de Alice.

Se dejó hacer sin inmutarse, sonriendo para sus adentros y también para afuera. Cuando ella pegó el cuerpo al de él, Mordred correspondió con aferrarse a su trasero con una mano. La otra dejó descansar el martillo de su Mauser y buscó a cambio un Stiletto, colgado entre las dos pistolas. Lo desenfundó y lo alzó frente a ella, y lo depositó con la fría hoja entre los senos de Annis.
Ella jugaba un juego peligroso, muy peligroso. Porque para él, la seducción era distinta... Y si la dejaba hacerlo, era nada más que para cumplir sus propios fines... Era un juego retorcido y oscuro, una espiral vil, un esperpento.
Con la daga rasgando un poco de piel con la afilada punta, y dejando un hilillo de sangre pintarse sobre la blanca piel, Mordred habló:
-No te sobreestimes, ma belle. La vanidad es un pecado capital, y la lujuria también...-se excitó ante la sangre, y alzó la daga hacia el cuello, trazando otro diminuto y preciso hilillo, como si de un artista sobre lienzo se tratara, y recordando a la precisión de un médico. Ante la aparición del plasma, sus ojos bailaron enérgicamente y una llama se avivó en su interior, una llama oscura. Quería hundir sus colmillos en ese cuello, quebrarlo, profanarlo... Y entonces, vino el beso. Oh, ¡cuán divertido era aquello! A las dos damas las tuvo entre sus manos y había gozado de sus labios carnosos... Y hacia las dos, estaba sintiendo cosas mixtas, que se guardaba enteramente para si mismo...
-Es bien cierto que hay un deleite que sólo tú puedes concederme, reina del veneno... Pero no te equivoques, tú eres la tentación, y la manzana atascada en la garganta, tu fruto... Pero no eres ni por asomo la sierpe... Otros se reservan ese lugar...-una sombra cayó sobre su rostro, una advertencia, una amenaza, y un recuerdo de actos pasados, crueles y sangrientos.
-Esto ya es innecesario...-dijo soltando el stiletto tras lamer la sangre sucia de la bruja, esa mezcla tibia e impura de su esencia.
La daga resonó por la sala, a la vez que el dueño llevaba de nuevo la mano hacia la cintura. Extrajo el Mauser y tiró del martillo. Apuntó al espejo sin siquiera romper el contacto visual con la hechicera.
-Quieta ahora, brujita bonita... Juguemos juntos...-"¡Click!¡Puuum!" sonó el arma, disparando al espejo en medio.

No quería que la señoras se disgustaran, y se imaginó lo mal que lo tenían que haber pasado. Se acercó a Alice sin ningún aspaviento y puso ambas manos sobre una de las de la señorita.

Quería decirle que perdonara a su hermana, que a menudo se llamaba locos a las personas que ven más que los demás porque hacen o dicen cosas que los que no pueden ver son incapaces de entender.

Pero se mantuvo en silencio, por decoro.

Escuchó la historia tan esperada de la boca de Edith, una dulce voz que en breve dejaría de existir. Sintió la tensión en la mano de Alice, como se aferraba a su antebrazo conteniendo sus emociones. Incomprendida, como yo y como quien sabe cuantos en esta sala. - Así que es su amiga... lamento que la obsesión de esa chica la esté perjudicando... y mas lamento que su familia no haya confiado en usted, que lo haga horas antes de su partida es un alivio de todos modos, yo no puedo decir lo mismo- la sostiene con firmeza detiene su voz al vera Victor acercarse.

Luego ve al enano y a la dama que estaban en la puerta, a punto de salir. Un hombre de bigote y sombrero le pidió que interviniese, y eso le causó malestar. Porque tengo que retener a esas personas? - Laszlo... por mi haga lo que le parezca, sus habilidades no lo ayudan en su futuro, no pueden impedir que Annis atraviese su pecho con sus propios dedos y le arranque el corazón. Recuerdo que continuó latiendo incluso algunos segundos después que su cuerpo se desplome.- miró luego a la mujer que estaba a su lado- Aunque debo reconocer que esas habilidades si podrían ser útiles para evitar la muerte de la señorita, aunque no estoy seguro que eso le importe- luego volvió a guardar silencio. Lo que Alice pretendía era una locura mas, unir a un grupo como ese no era posible, y cambiar el destino era un sueño inalcanzable.

Sólo hace unos instantes atrás...

y ahora mirénlo,en brazos de otra.

Mordred no buscaba separarse de aquel engendro de las pesadillas, y aunque en un principio, pensó que estaba bajo un hechizo, como estuvieron ellos antes de entrar en ese cuarto,pero no, había tal mimo en sus caricias, había tal odio sensual y lascivo entre los dos, que llegaba a hacerla sentir pudor de sólo mantener la vista puesto en ellos y como disfrutaban del momento. Incómoda, y sabiéndose un mero testigo providencial de aquellos hechos, pensó en retirarse, pero eso sería impropio, ella era un ser de las sombras, y... y nada... él estaría bien, jugando aquello que Agnes no lograba comprender, y realmente no quería.

Tragó saliva, midió la distancia de la puerta, quizás si iba a buscar a los demás, podrían atraparla, o acelerar la muerte de todos, cualquiera de las dos cosas que pasara primero,pero la mención de que Mordred estaba en los sueños, pero como mero espectador, no la hizo respingar la nariz, sino que le entregó una pieza a lo que había visto, Le Fay había visto los hechos, pero sin estar en peligro, de hecho, Annis, como se presentaba la mujer, parecía no conocer su nombre, a diferencia del nombre de ella. ¿qué había atraído a Mordred a esos sueños? ¿su propio secreto?.

Y ahí vino aquel beso, un beso tan lascivo que la sonrojó y obligó a bajar la mirada, sus labios se entreabrieron para decirles que los dejaba solos, pero seguía ahí, parada, el cuerpo no le respondía del todo, y sus puños tan apretados que sus nudillos habían vuelvo blancos, por la ausencia de sangre. Si, sentía celos, muchos celos, porque aunque no los viera, los escuchaba, los sentía. Pobre idiota que sentía esos celos por aquel hombre que apenas conocía, y por aquella mujer excepcionalmente hermosa, que no era más que una aparición, un espectro del arebo. Era patética, y se lo repetía, patética, mil veces patética...

Pasó pesadamente saliva por su garganta, Lorina seguía atrapada en el espejo, golpeando la superficie de este, era como si aquel ser hubiera usado a la joven para hacerse física, como un trueque, lo que podía significar que aquel cuerpo el físico, era realmente Lorina, y todo era parte de una ilusión para manifestarse, lo que le hacía meditar, quizás necesitaba de lo mismo para llevar a cabo sus asesinatos.  Mordred, sin embargo, ensimismado en su mundo y su lucha tan peculiar con aquella mujer, levanta su arma y dispara contra el espejo...

- ¡NO! - grita, pero es demasiado lenta para impedirlo, sus manos fueron hacia el arma justo después de que esta se percutó, y la bala fue a dar directamente al espejo, mientras Agnes siente el ardor en sus manos por haber tocado el cañón aún humeante del arma, no había sido muy bien pensado, y ahora retrocedía para verse sus manos...

Mordred dispara al espejo y la bala sigue su recto camino hasta el espejo, que queda destrozado, saltando hecho añicos. el ruido de cristales cayendo es tremendo y seguro que, ademas del disparo y el grito de Agnes al quemarse con el cañón de la pistola ha alertado a los demás. Pero no solo eso. Mientras el cristal cae oís el grito angustiado de Lorina gritar pidiendo ayuda a su hermana.

- Aliceeeee!!!.- Un grito desgarrador , eterno y profundo que os hiela las entrañas sabiendo que Lorina, está en peligro.

Cada trozo.. cada minúscula astilla del espejo salta al suelo dejando solo un marco vacío. El espejo ya no refleja mas que el propio vacío de la misma habitación gris y sin vida en la que estáis. Y vosotros que pensabais que Lorina estaría tras el cristal no aparece. Y los diminutos trozos del espejo sobre el suelo, refleja a Lorina. Pronto, de la muchacha no quedan mas que trozos de cristal  apilados en un montón.

Annis, lejos de hallarse sorprendida, simplemente ríe y suelta una grandiosa carcajada mientras aún tiene posadas sus manos sobre Mordred.

-Oh, querido... que predecible. Si lo que pretendías era liberar a Lorina de su prisión, has fallado... solo yo puedo traerla de vuelta. - Hace un ademán, como el de alguien que recuerda algo y se aparta ligeramente de Mordred - Eso me recuerda... que ahora ya tengo a dos...

En ese momento, antes de que podáis decir nada más escucháis algo que os hiela la sangre.

El sonido viene desde el exterior a la habitación en la que estáis. Sospecháis que no esta justo en el pasillo, pero si en alguna habitación bastante grande y contigua a la vuestra.

Primero un disparo.

Después un grito ahogado.... el grito de Agnes.

-NO!!!- (Agnes)

Seguido un sonido de cristales roto, y por ultimo, a una voz que todos reconoces: La voz de Lorina gritando agonicamente pidiendo ayuda a su hermana.

-Aliceeee!!!!- (Lorina)