Partida Rol por web

Pequeños pecados

Casa de Lucia

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25/09/2025, 14:16
Lucía Bianchi

Sábado 23 de Agosto,
Noche


Tomó el mando e inicio la película.

El colchón se antojaba cómodo, y el aroma de Emma mezclado con el jabón que tan reconocible y agradable le resultaba, le embotaba el sentido del olfato.

Ronroneaba por comodidad al sentir el cálido cuerpo de su amiga, y su vista no se desviaba un ápice de la televisión mientras las escenas de un cine proyectando diferentes clásico del cine italiano se sucedían.

- Vi como te mira ese fotógrafo.- Dijo con la mirada fija.- Daniel... È evidente che gli piaci.- Había decidido que el tiempo de hablar de Andrea había terminado, y la mejor manera de no volver al tema era sacar uno que tuviera que ver con su amiga. - È bello.

No había tono que indicase que lo decía con malicia, sino que usaba uno neutro que mostraba que hablaba manteniendo la conversación mientras atendía a la televisión.

El ventanal corredero que daba a la terraza estaba abierto y la brisa que entraba en la habitación era agradable, incluso erizando sutilmente la piel de la italiano al surcar su aún algo humedecido cuerpo.

Un golpe de viento algo más violento de la brisa la hizo encogerse y buscar el regazo de Emma para evitar el frío repentino que sintió.

- Quizás podrías darle una oportunidad, ¿no te gusta? - Lógicamente la referencia era ha un gusto físico pues sabía que su amiga era difícil de enamorar, y era algo que apreciaba, nada la molestaba más que las mujeres que saltaban de un hombre a otro por mero capricho... el concepto del amor que tenía Lucía era muy puro.

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27/09/2025, 16:18
Emma Valentina Ramírez De la Vega

Sábado 23 de Agosto,
Dormitorio de Lucía.
Noche


 

Nada más acomodarme en la cama junto a Lucía, la chica le dio al play. Iniciando así la película —un clásico del género italiano que sólo veíamos cuando ella estaba de bajón—.

Escasos minutos después, y la mirada puesta en la pantalla, pude escuchar los suaves ronroneos de la pelirroja. Sonido que, además de sacarme una sonrisa apenas perceptible, me avisó que mi amiga no tardaría en acurrucarse conmigo.

Entonces la italiana rompió el silencio con aquel curioso comentario.

¿Hm? —emití en respuesta a sus palabras sobre que había visto cómo me miraba Daniel.

Seguidamente añadió que era obvio que yo le gustaba. A lo que yo, comedida, sonreí un poco más. Sabiendo casi perfectamente el camino que iba a tener la siguiente conversación. Y mejor eso que no verla mal. Todo sea dicho.

Ohm. Sí. Lo sé. —reconocí sin vanidad— Es majo. Elocuente, divertido, escuchá cuando le hablás, tiene temas de conversasión... —enumeré en voz baja y sin mayor interés que al que podría dedicarle a cualquier conocido.

A Lucía le parecía guapo. Algo en lo que para nada estaba de acuerdo con ella.

Justo antes de responderle, una suave brisa entró por el ventanal abierto que daba a la terraza. Erizándome el cuerpo a causa del contraste entre el calor de mi piel y el fresquito de la brisa. Pero no fue hasta el siguiente golpe de aire —esta vez algo más fuerte que el anterior— que la italiana no se pegó completamente a mí. Haciendo que la abrazase —pasando un brazo bajo su nuca y el otro sobre su cadera— y cobijase entre mi cálido cuerpecito.

¿En serio te paresé guapo? —pregunté extrañada mientras, momentáneamente, centraba la atención en mi amiga— A ver. No voy a negar que sus ojos son lindos. Pero nada más ashá. Patishas a lo "Curro Jiménes", sejas muy pobladas, forma de los ojos caídos, cara con forma de diamante... —negué varias veces— Bebé. Me da melancolía a cada rato que le miro. Además. Su forma de vestir es... muy dejada. Poco elegante. No. Definitivamente, no. Como amigo o conosido, genial. Pero hasta ahí. —opiné, volviendo la atención a la película— Daniel... es el tipo de hombre que colecsiona mujeres, bebé. No seré su trofeo. Y tampoco una anécdota más en su lista de conquistas.

No. Yo valía mucho más que eso. Y por descontado tampoco iba a recurrir a un "polvo de una noche". Total. Si quería desahogarme siempre tenía mis hábiles dedos.

Sha encontraré a alguien que esté a mi altura. —dije bastante segura— No tengo prisa. Sé que mi prínsipe me está esperando en algún lugar.

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29/09/2025, 08:21
Lucía Bianchi

Sábado 23 de Agosto,
Dormitorio de Lucía.
Noche


La lista era grande y se veía bien ensayada por la naturalidad con la que la fue enumerando. ¿Tanto se había tenido que convencer que no le gustaba? Sin duda, estaba claro que lo había pensado en más de una ocasión.- Solo espero que no te estés convenciendo de que no te gusta... sería un mal asunto.

Dijo suspirando mientras enredaba sus dedos en el pelo de su amiga. Se encontraban demasiado apretadas como para que una postura cómoda la permitiese ver la televisión, por lo tanto, con la melodía de fondo se mantenía atenta al rostro de Emma.

Era joven, bella, elegante y tenía recursos económicos... sin duda, era el tipo de mujer que podía permitirse ser exigente con los hombres. Además tenía unos valores que siempre había admirado, y aquello hacia no solo que la alabase, sino que la respetase... el respeto para un italiano era muy importante.

Deslizó la mano que había dejado posada a el abdomen de su amiga hacia su rostro. No fue por el aire, sino que se resbalaba por su cuerpo sobre las ropa de manera lenta. Recorrió el valle que hacían sus pechos con dos dedos sin llegar a tocarlos más que en un roce con los laterales de su mano. Fue la palma entera la que envolvió su barbilla tras recorrer con los nudillos, tras un giro de mano, su cuello.

Tomó esos labios en la ya usual pinza y en esta ocasión, a diferencia de ocasiones pasadas, sus labios se fueron acercando hasta que el pico simulado de otras ocasiones fue real.

Fue un roce sutil, donde Lucía cerró los ojos para darlo, y se retiró casi al instante brindándola una sonrisa cariñosa a Emma.

- Ne sono certa, e nel frattempo sfogarsi può essere anche divertente.* - Quizás la frase era complicada de entender, pero el contexto hablaba por sí solo.- Aún siento que necesito relajarme, y he notado que llevas desde que llegaste tensa... - Su mirada se había mantenido fija en sus ojos, pero al interrumpir la frase los desvió hacia abajo, a la altura de las caderas de Emma mientras de manera inconsciente se mordía el labio.

La mano libre, se había posado sobre su entrepierna, y de manera superficial la acariciaba sobre la ropa.

- Allora, che ne pensi… ¿ti aiuto io a rilassarti?

Su tono era coqueto... juguetón. Lucía era totalmente heterosexual y estaba enamorada perdidamente de Andrea, sin embargo, no veía mal divertirse de vez en cuando sin maldad alguna, y en esta ocasión, percibió que Emma lo necesitaba, por lo que ambas saldrían ganando.

Solo esperaba que siendo tan directa su amiga no se fuera a asustar. Pero el recordar como la miró cuando la pilló masturbándose en el baño la hacía intuir que no sería el caso.

Notas de juego

* - Estoy segura de ello, y mientras tanto aliviarse también puede ser divertido.

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14/10/2025, 12:14
Emma Valentina Ramírez De la Vega

Sábado, 23 de Agosto.
Dormitorio de Lucía.
Noche


 

¿Convenserme de que no me gusta? ¿Por qué haría algo así? —pregunté con el ceño ligeramente fruncido.

No era ninguna adolescente. Al menos en lo que se refería a no tener las cosas claras —porque en cuanto al tema hormonal... posiblemente fuese incluso peor—. Tampoco me avergonzaba reconocer si un chico me gustaba. Razón por lo que no entendí el comentario de mi amiga. Claro que poco me duró aquello. Diluyéndose mi expresión a pasos agigantados mientras mis ojos se cerraban lentamente fruto de sentir cómo los dedos de la italiana se enredaban en mi cabello. Provocándome, además, un suave aunque continuo ronroneo.

La mano de Lucía —esa que tenía apoyada en mi abdomen momentos antes— subió lenta, suave y sutil por mi cuerpo —costado, pechos y cuello— erizando mi piel a su paso y revelando la posición exacta de mis pezones —cada vez más erectos—. Finalmente deteniéndose en mi mentón. Momento que rodeó la zona, dulce y cálida, con la palma de su mano.

Con el pulso a mil —que bien podía competir con los tambores de Khazam-Dûm cuando Merry despierta a los trasgos— la pelirroja repitió el gesto que tantas otras veces había llevado a cabo sobre mis mejillas. Cómo no, acercándose lo suficiente como para hacer el amago de darme un pico. Sin embargo en esta ocasión no se quedó en un amago. Pudiendo —en completo silencio y ante mi atónita mirada— ser testigo de cómo nuestros labios entraban en contacto y cómo se desataba una excitante, húmeda, ardiente y adictiva sensación entre mis piernas.

No hubo desagrado en mi rostro. Solo asombro, confusión y estupefacción. Aunque sí que me maldije por no haberme masturbado en la ducha. Pues sabía que —más pronto que tarde— acabaría con las braguitas empapadas.

La bonita y cariñosa sonrisa de Lucía bastaba para —aun a sabiendas que estaba haciendo algo indecoroso e indeacuado— no salir corriendo y quedarme en el sitio.

P-pero... sho... s-abés que sho no... no... no hago esas cosas... —le rebatí con titubeante inocencia, sumamente sonrojada, ahora no tan segura de mis palabras— A-además, ¿t-tensa? ¿Sho? ¿C-cuando? —pregunté, derritiéndome por momentos y sintiendo una fuerte punzada en mi bajo vientre al ver cómo la pelirroja se mordía el labio y dirigía la mirada hacia mis caderas ¿Qué pensaba hacer? Y es que la sola idea de ser protagonista de uno de los tantos vídeos lésbicos que había consumido no hacía más que agravar mi excitación.

Me sentía como un cervatillo delante de los luminiscentes focos de un tráiler. Al menos hasta que la otra mano de la italiana se posó sobre mi entrepierna —suceso que me provocó un electrizante respingo y un quedo y puntual gemido—, comenzando a acariciarme por encima del pantaloncito de manera sutil. Hecho que visiblemente me estremeció y propició que comenzase a escapárseme suaves y excitados jadeos con cada pasada.

¿A-ayudarme? —titubeé temblorosa al tiempo que, inconsciente y con la mirada fija en la chica, abría algo más las piernas para facilitarle las atenciones sobre la cálida y sensible zona.

Me sentía tremendamente sucia —y no menos culpable— al permitirle acariciar mi intimidad de esa forma tan inapropiada y depravada. Una guarra. Una furcia. Una desviada. Eso es lo que estaba siendo en aquel momento. Y lo peor de todo es que, y muy lejos de incomodarme, esa sensación me estaba excitando como nada que hubiese experimentado antes. Más incluso que el porno lésbico —y eso que acababa empapadísima con aquel material—. 

Hasta el punto de, en silencio, querer ponerme a cuatro patas para ella y suplicarle que hiciese conmigo lo que quisiera. Obviamente me negaba a comportarme así delante de ella. Después de todo, y por muy excitadísima que estuviese, tenía una dignidad y una reputación que mantener.

N-no... no es... no es nesesario... bebé... si sho... sho no... —me excusé entre deliciosos temblores y jadeos, cerrando los ojos al tiempo que perdía la voz y la cordura.

Notas de juego

¡Perdón por la tardanza! T_T La Real life.

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15/10/2025, 08:12
Lucía Bianchi

Sábado, 23 de Agosto.
Dormitorio de Lucía.
Noche


- No sé, Em... solo me preocupo por ti.- Y con ello dio por finalizada la conversación de Daniel.

(...)

- Tss, tsss... tssssss....

Era un chistar suave y armónico, nada incómodo. Como si no necesitaba palabras de su amiga, su lenguaje corporal hablaba por ella. Notaba la gran humedad que casi de inmediato empapó sus braguitas mientras la rozaba por la superficie.

La mano ascendió hasta el vientre al escuchar el gemido mientras la mirada la fue recorriendo de forma ascendente para poder disfrutar de los gestos retorcidos que hacían el rostro de la entregada argentina. Un par de dedos se deslizaron de forma casual al interior de la braguita y la mano se fue introduciendo acorde estos avanzaban lentamente hasta alcanzar los labios inferiores, los cuales abrió con delicadeza en un gesto mecánico con índice y anular para empezar a introducir el corazón.

- Tss, tsss... tssssss....

Volvió ese sonido a emanar de sus labios en el vago intento de queja.

- Lascia fare a me, vedrai che ti rilasserai come mai prima.*

El movimiento del dedo empezó a ser acompasado, manteniendo un ritmo constante aún lento al que se le sumó el índice mientras el pulgar masajeaba su clítoris.

Por un instante dudó si usar algún juguete, uno de esos vibradores tamaño Andrea que tenía en la mesilla de noche, pero rechazó el pensamiento. Lo que hacía era arte en cierto modo, una forma de provocar un sentimiento en alguien, y no quería crear una obra ensuciada con artificios, como cuando creaba jarrones de porcelana, Lucía quería usar solo sus manos para moldear a Emma a su gusto.

Con la mano libre, removió un mechón de pelo de Emma, quería que nada se interpusiese en su vista. Ella misma sentía que su ardor empezaba a crecer en el interior, empezaba a sentirse húmeda e imaginó tener a Andrea en su habitación, poder hacerle gozar como lo estaba haciendo con Emma. Por un instante, esbozó una sonrisa que daba a lugar con lo que hacía en la habitación, pero que venía de recordar el dulce sabor del miembro de su amado entrando en su boca con la gentileza que lo hacía.

Se mordió el labio una vez más y como una gata en celo comenzó a ronronear apretando su lomo sobre el colchó mientras descendía por este. 

La masturbación cesó solo para remover con ambas manos las braguitas empapadas. Se colocó entre las piernas de su amiga y la guio para que colocase estas sobre sus hombros. Arrodillada reclinó su espalda para agachar la cabeza y tras apartar con el pulga de su mano sutilmente uno de los labios inferiores, comenzó a dar pequeños lametazos entre estos.

Al principio solo usaba la lengua. Relamía todo el flujo que Emma dejaba escapar y la sensación no se le antojaba mucho más diferente en sabor al líquido preseminal de su amado. En una pinza inversa abrió el orificio todo lo que pudo sin que fuera molesto e introdujo un par de dedos de la mano contraria en el interior. Su lengua lamía por encima sin llegar a introducirse.

Notas de juego

*Déjame hacerlo, verás que te relajas como nunca antes.