Partida Rol por web

Primer día de clase, 25 de Agosto, tarde

Spa/Piscina

¿Hacer algo más que flotar? Sí, comer galletas estaría bien, ejem.

Me incliné hacia ella, con las piernas aún colgando dentro del agua, y tomé una toalla que estaba al borde. Se la extendí con cuidado, tratando de no rozarla más de lo necesario, aunque me costaba mantener la compostura con el calor que parecía emanar de su cuerpo y la forma en que sus ojos me miraban mientras se secaba los brazos y los hombros.

-Aquí… -dije, con voz más suave de lo que pretendía-. Para que no te resfríes. - O se le marquen los pezones como si fueran a rayar cristales.

La observé unos segundos mientras se envolvía en la tela y noté cómo su presencia me ponía más consciente de mí mismo de lo habitual. No era solo su belleza; era esa mezcla de espontaneidad, seguridad y vulnerabilidad lo que me hacía querer quedarme allí un rato más, sin pensar en nada más.

-Si quieres… podemos quedarnos un rato más aquí. No es necesario ir a ningún otro sitio -dije, intentando sonar natural, aunque en el fondo deseaba que el tiempo se ralentizara un poco, que estos momentos siguieran siendo solo nuestros, aunque fueran sencillos.

Ella me miró, ladeando ligeramente la cabeza, con esa sonrisa traviesa que parecía contener un mar de secretos. No sabía si se estaba burlando de mí, si me estaba desafiando o simplemente disfrutaba de mi torpeza al intentar sonar tranquilo.

-Aunque… debo confesarte algo -añadí, bajando un poco la voz- Ni siquiera floto como se debe. Si me voy a sumergir demasiado, probablemente acabe tragando agua. Así que si quieres intentar enseñarme… -dije, dejando que la frase quedara suspendida en el aire, sin atreverme a añadir más, pero deseando que entendiera la invitación implícita-. Podría ser divertido.

Vi cómo sus ojos brillaron, y me di cuenta de que, aunque estaba acostumbrado a capturar momentos con la cámara, aquí no necesitaba ningún lente: la manera en que ella ocupaba el espacio frente a mí era suficiente para que mi atención se concentrara por completo en ella.

-¿Entonces… me enseñaras a nadar, Pamela Anderson pelirroja? -solté, intentando bromear, pero con un hilo de sinceridad que esperaba que percibiera.

Solo esperaba que no cubriera demasiado, pero lo suficiente como para que, si se me levantaba "el ánimo", no se notara demasiado.

Primer día de clase, 25 de Agosto, tarde
Spa/Piscina

Se estaba divirtiendo, de eso no cabía duda, pero el tono empezaba a subir, y el peligro empezó a saltar todas sus alarmas.

- Estás vulnerable, Lucía, no hagas nada de lo que puedas arrepentirte luego. – Se dijo.

Se fijaba en las facciones del fotógrafo, como si buscase mantenerlas en su mente, o tratara de percibir algo. Quizás por ello, le mantenía la mirada más de lo que desearía.

- La parte de ATS no la controlo tanto. -  Marcó un tanto la distancia, si bien su tono seguía siendo el mismo. – Deberíamos tener cuidado con lo que tragas, no sé hacer RCPs. – Y aquello pudo sonar realmente sensual en los oídos de Daniel.

Se puso de pie y alejó hasta que el agua le llegó a la altura de los muslos. Pensó antes de responder con un gesto que trataba de mostrarse serio, pero la sonrisa se encontraba ahí.

- Pareces bastante persuasivo, eres un poco peligroso, creo yo. – Un dedo acusador se movía de manera pendular, alzado poco por encima de su pecho. – Seré tu profesora… pero otro día, ahora tengo que irme.

Rompió el momento o simplemente buscó incrementar mediante la espera lo que había aflorado en el fotógrafo. Sea como fuera, ella parecía satisfecha con el encuentro y no veía motivo de alargarlo más.

- Nos veremos por aquí, imagino. – La toalla colgaba por ambos lados de su cuello y lo tomaba de un extremo para comenzar a secarse la cabellera rojiza. – Ha sido un placer, Daniel.

Y con una sonrisa socarrona, se salió con paso lento por las escaleras, y se alejó con un movimiento de caderas que haría tambalear cualquier voluntad varonil por férrea que pareciese. A lo lejos, giraría el cuello para dedicarle una última sonrisa antes de desaparecer.

28 de Agosto, media mañana.

Día de cardio. Ese día era el que más le costaba, no porque su resistencia no fuese buena, pero odiaba esa sensación en el cuerpo, cómo si los pulmones le quemasen. Entró en el gimnasio con los auriculares puestos, y en las manos un botellín de agua, en el hombro llevaba colgada una bolsa deportiva.

El lugar en ese momento estaba tranquilo, todas o casi todas las máquinas estaban en silencio. Se acercó hasta las cintas de correr para dejar sus cosas cerca de una de ellas, pero antes de subirse sobre ella empezó a calentar cada pedacito de su cuerpo. Tras más de veinte minutos de calentamientos y estiramientos, la joven se subió en la primera cinta. No empezó de manera fuerte, subió tres puntos. Un caminar ligero, que no era cansado pero que la forzaba a no distraerse al caminar. 

Mientras estaba caminando sacó el móvil para cambiar la música, entrenar sola era algo que no le llamaba demasiado la atención... Más bien era todo lo contrario. No era como cuando bailabas, en esos momentos a ella sí le gustaba disfrutar incluso sola, pero entrenando...

Primer día de clase, 25 de Agosto, tarde
Spa/Piscina

La vi salir del agua con esa calma medida que parecía estudiada y natural al mismo tiempo, como si cada movimiento suyo estuviera hecho para dejar una huella. La toalla colgaba de su cuello, y el vapor del spa le dibujaba un contorno casi irreal.

Me quedé sentado en el borde de la piscina, con los pies hundidos en el agua templada, observando cómo se alejaba. No intenté detenerla. Parte de mí quería hacerlo, extender la mano, decirle que se quedara un rato más, inventar cualquier excusa, pero otra parte entendía que no era el momento.

Incluso noté en su mirada que quizá no estuviera acostumbrada a tanta sinceridad por parte de un hombre. Eso me hizo creer que, quizá, el problema de Lucia era que la habían usado tanto, que cuando tuvo la oportunidad con Andrea, que la trató bien, quiso quedarse, aferrarse a él para siempre.

Cuando se giró antes de desaparecer, devolviéndome esa última sonrisa socarrona, sentí cómo algo en mi pecho se apretaba. Respondí con una leve inclinación de cabeza, discreta, intentando ocultar el hecho de que me había quedado sin palabras.

El silencio volvió a ocupar el spa, roto solo por el eco del agua contra los azulejos. Inspiré profundo, tratando de recomponerme. No sabía exactamente qué había empezado a construirse en ese instante, pero lo cierto es que me sentía distinto. Me tumbé hacia atrás, dejando que mis brazos se apoyaran en el borde, y cerré los ojos. El calor del agua contrastaba con el vacío repentino que había dejado su partida.

-Nos veremos por aquí, Lucía… -susurré para mí mismo, sabiendo que esa sonrisa última seguiría apareciéndoseme, como una fotografía quemada en la memoria.

Miré a mis partes. Había aguantado como un campeón. ¡Si señor! Pero no hubiera podido resistir mucho más tiempo... con tan poca ropa. Joder, que Lucia es la... que es de Andrea. Era mejor no entrometerse. Tampoco hubiera sido mi intención. Pero cuando un pez como Lucia te muerde en el culo... 

Y con eso, dejé que el eco de la piscina me envolviera, consciente de que esa historia aún estaba lejos de haber terminado.

28 de Agosto, media mañana.

28 de Agosto, media mañana.

Había entrado tan ensimismada en sus propias cosas que no había visto a Zoey. Apunto estaba de darle al play de la música cuando escuchó su voz. Con suavidad se giró, intentando no parecer sobresaltada. Bajó la velocidad de la máquina hasta  que esta se paró. Con suavidad se giró hacia ella mientras le mostraba una sonrisa. Bajó los auriculares, dejándolos sobre los hombros apoyados. Su corta melena se movió acorde a los movimientos de ella.

- ¡Sí! Tú eras...-No se había olvidado de su cara, no era fácil hacerlo. Pero ese día se le habían presentado más de cinco personas seguidas y era complicado. Pero finalmente creyó encontrar el nombre, o eso esperaba.- Zoey. Espero que lo seas... Porque si no estaré cometiendo un error y querré que la tierra me trague.-Aclaró rápido con una risa nerviosa. Dio un suave salto para bajarse de la cinta de correr. Un movimiento delicado, como el de una pluma al caer.- No vengo diariamente, normalmente me ejercito fuera. Pero hay algunas cosas que no puedo hacerlas si no es aquí... Y éste momento es el mejor de todos.-Miró a su alrededor.- Sin ruido, sin esperas... Y sin miradas curiosas.

Porque... Para ella que la observasen bailar no era un problema, pero ejercitarse. Bueno, ella no se sentía del todo cómoda con ciertas miradas.- P-perdona que no te saludase. Entraba tan metida en mis cosas, que ni me paré a ver si había alguien más.

28 de Agosto, media mañana.

La chica parece un poco sorprendida al escucharme. Supongo que es por estar con los cascos puestos. Pero reaccciona bien, si bien duda de quién soy.

-Lo soy, tranquila, jajaja. Pero tampoco sería necesario llegar a eso. Todo el mundo se equivoca y es solo un nombre -le digo, intentando calmarla.

Me parece un poco exagerada. No creo que no haberse aprendido un nombre que solo has oído una vez sea tan extraño.

-La verdad es que éramos muchos en la cafetería. Creo que es un logro que te hayas acordado de mi nombre.

La chica se baja d la zona y se acerca mientras hablamos. Al igual que me sucede a mí, parece disfrutar de estos momentos, cuando hay menos gentr.

-Si, lo mismo me sucede a mi. Suelo ejercitarme sobre todo en flexibilidad pero no me gusta que me observen.

Me doy cuenta de que puede que se sienta ofendida, así que me apresuró a corregirme a mi misma.

-Tranquila, no lo digo por ti. Es que hay demasiada gente, suelen ser hombres, que se dedican a mirar... bueno, ya te imaginas cómo. Y es desagradable. Además, soy bastante tímida.

Permanezco a cierta distancia de ella. No me había fijado bien pero tiene un cuerpo que parece fuerte y ágil. Nada que envidiar de otros que he visto por aquí.

-Si quieres podemos ejercitarnos juntas. A veces es más fácil, Por ejemplo, yo iba a colgarme de la barra, pero me vendría bien si alguien me sujetará la cuerda y la mantuviese tensa. Es una de las razones por las que vengo aquí, porque tienen una.

- Lo cierto es que soy pésima recordando nombres. Es casi un milagro que recordase el tuyo.-Confesó mostrando una tímida sonrisa. Con suavidad se llevó un mechón de su corta melena hacia detrás de la oreja, y tras eso se acercó a ella con ese caminar delicado y cuidado.

Cuando la otra joven confesó el motivo de estar allí, Olivia asintió suave con la cabeza, confirmando lo que decía. Lo cierto era que... La entendía perfectamente, ella pasaba por lo mismo en muchas ocasiones. El único lugar donde no se sentía así, era en el aula de danza, cada uno iba por libre cuando se trataba de calentar o estirar. Sólo se observaban cuando ensayaban o practicaban.- Te entiendo perfectamente. Es uno de los motivos por los que... Este horario es tan maravilloso. Yo suelo venir dos o tres veces a la semana, dependiendo de los ensayos o de si tengo algún hueco. La semana pasada sólo lo pisé una vez... -Y eso en ella era algo extraño, sobretodo por lo estricta que se volvía consigo misma en esos temas.

Cuando se la quedó mirando, esta ladeó la cabeza con cierta curiosidad, y finalmente le sonrió bastante tímida. Estar sobre un escenario no tenía nada que ver con que la mirasen de cerca. Juntó las manos por delante del cuerpo, y sus ojos se entrecerraron cuando le formuló las últimas palabras.- ¿Ayudarte? ¡Claro! Estaré encantada de ayudarte a entrenar. Entrenar con alguien siempre es más llevadero, debo reconocer que... Aborrezco los días que me toca cardio, porque siempre estoy sola.

Me hace gracia su comentario de que es un milagro que recuerde mi nombre. No pienso que lo diga porque no llamo la atención, aunque esa idea cruza por mi mente. A menudo paso desapercibida entre los demás.

Pero su sonrisa me tranquiliza. Parece sincera.

Después hace un gesto con su cabello que me llama la atención, antes de aproximarse a mí. 

Cuando le explico los motivos para acudir a aquellas horas, ella asiente y por su gesto, pienso que quizás le ocurra lo mismo. No está mal cuando alguien disfruta de la vista porque te estés exponiendo, pero si únicamente estás haciendo lo que cualquier otro hace, es incómodo y al final, personalmente, me irrita.

-Sí, también te comprendo. Cuando no puedo venir, me siento nerviosa. Esto me ayuda a centrarme, más que a entrenar -le digo.

Finalmente, le pido que me ayude y ella acepta sin problemas. 

Sonrío cuando me dice lo del cardio, porque yo pienso también lo mismo. Realizar los ejercicios es divertido, pero preparar el cuerpo, solo para tenerlo en forma, me aburre. 

-Bueno, yo por eso también intento realizar los ejercicios que me interesan. Ahora mismo, lo que busco es mejorar mi equilibrio sobre la barra. ¿Tú la practicas también? -le pregunto, acercándome para agarrarme a ella.

28 de Agosto, media mañana.

- Bueno, en mi caso no es nerviosismo... Es disciplina, no me permito fallar  a los entrenamientos y mucho menos a los ensayos. Pero hay semanas como éstas... Que el tiempo se me reduce tanto, que me es imposible.-Confesó con cierto pesar. Odiaba fallarse a si misma, era algo que llevaba trabajando desde que era una niña. Sus profesores la habían disciplinado así, y ella había vuelto esa disciplina parte de su día a día, ¿Pero que bailarina no lo hacía? Sus compañeras y compañeros eran igual a ella... Y es que así era la única manera de progresar en ese mundo.- Escuchándote hablar... Me dio la curiosidad, ¿Qué estudias? Puedes no responder, no te sientas obligada...-Aclaró de manera rápida mientras adelantaba un poco las manos por delante del cuerpo, en un gesto dulce y desenfadado.

La acompaña hasta la barra con tranquilidad, con ese aura calmado y sereno tan propio. Sin recibir demasiadas indicaciones, ella se posiciona donde le corresponde, con la intención de ayudarla. Al escucharla hablar la mira unos instantes sonriendo, y suavemente niega con la cabeza.-No, la mayor parte de mis entrenamientos son fuera de las instalaciones. Podría decir que el 80% los realizo en los ensayos o en las propias clases. El ballet es exigente... Y llevo desde muy pequeña en una de las grandes compañías, ellos te dan los ejercicios o lo que debes mejorar. En mi caso, tan sólo es un refuerzo de lo que normalmente hago.-Le aclaró con voz suave.- Y como hoy no tenía clases por la mañana, aproveché para venir a correr en un lugar calentito y sin ojos curiosos.-Lo último lo dijo con aquella gracia y risilla cantarina.

Sin estar segura de cómo me metí en esto no di un solo paso atrás, el sudor en mi piel se había secado y dejaba mi piel fría nuevamente y aún así mi corazón acelera estrepitosamente mientras mi camisa cae. Su toque me eriza la piel y arqueo la espalda de forma agresiva como si sus dedos me quemaran, un tímido jadeo salió de mis labios, me tomó por sorpresa y la cara se me puso roja, aunque le esté dando la espalda sin problema verá mis orejas rojas, suspiro, escucho lo que me dice y trago saliva mientras asiento, mis dedos rodean mi pantalón y me voy agachando suavemente mientras los retiró, la estrechez del lugar deja muy poco –por no decir nada– entre su cadera y mis nalgas, y no sé para quién de los dos es peor. 

Una vez en ropa interior dubito un par de segundos sobre si seguir eso o no, pensar en darle de nuevo otra ventaja me revuelve el estómago, parte orgullo y aparte morbo se mezclan en una sensación que me impide retroceder de esto, quizás él tenga todas las ventajas aquí, pero no se acerca ni un poco si cree que por eso me dejaré amedrentar, me aclaro la garganta, completamente erguida.

–¿Y bien? – le pregunto fingiendo serenidad –¿Quieres verme de espalda, o de frente? – el lugar es demasiado estrecho para maniobras atrevidas, así que tendrá que decidir que parte de mi es la que más desea ver. La situación es completamente irreal y yo solo puedo echarle la culpa al incremento en la testosterona tras hacer ejercicio que nos puso en esta situación.

28 de Agosto, media mañana

La voz de Olivia suena algo tensa y al escuchar cómo habla de sí misma, de la exigencia que parece imponerse, lo entiendo, pues resulta difícil resistirse a la sensación de que no se hace todo cuanto se debería.

-Sí, a veces nos exigimos mucho, pero siempre hay que aceptar que no somos perfectas y que nos cuesta llevar el ritmo que nos gustaría. Ahora yo estoy más centrada en mis ejercicios, pero la universidad me lo va a dificultar mucho.

Entonces, me pregunta que estudio. Yo me río, porque no es ningún secreto.

-Medicina deportiva. La verdad es que me gustaría desarrollar una carrera dentro del mundo del deporte, aunque aún no sé bien en qué parcela. ¿Y tú, qué estudias?

Mientras tanto, nos dirigimos hacia la barra. 

Yo me agarro a la cuerda y comienzo a estirarme mientras me estiro y realizo movimientos ágiles, aprovechando que tengo un soporte para no caer.

-Ah, haces ballet. Yo hacía gimnasia, así que te entiendo perfectamente. Es algo que demanda casi todo el tiempo. Me gustaría ir a verte algún día, si no te molesta, claro.

Entonces, empiezo a efectuar unos movimientos más rápidos y arriesgados, girando en la barra y poniéndome boca abajo mientras me enrosco una pierna en la cuerda y separo mis piernas todo cuanto pueda.

Cuando la oigo decir lo del lugar calentito y sin ojos curiosos, vuelvo a colocarme derecha y aterrizo en el suelo.

-Bueno, espero que no te molesten los míos. En cuanto al lugar calentito, después de un buen ejercicio una ducha sienta de maravilla -le digo, guiñándole un ojo, aunque no quiero parecer demasiado atrevida. 

- La universidad sin duda... Es un hándicap enorme, cada año es la misma batalla. Buscar los mejores horario, y sacrificar algunas cosa para poder llegar a otras.-Confesó con una sonrisa. Era su tercer año, los dos primeros habían sido de prueba y erros hasta dar con lo que mejor se adaptaba a ella. Y había tardado más de lo deseado, pero al final lo había conseguido.

Su risa le resultó divertida y llena de alegría, lo que provocó que le sonriese casi al instante de manera dulce.

- Bueno, la universidad in duda... Es un lugar donde terminar de afinar hacia donde terminará. Y debo decir que es una carrera importante, y apasionante. Trabajar con deportistas debe ser pura adrenalina siempre...-Tener en tus manos la carrera de deportistas de élite, saber que de ti depende que puedan o no seguir. Para Olivia era apasionante, muy apasionante..- Curso el tercer año de Danza Clásica y Ballet. Desde pequeña supe que este quería que fuese mi mundo.

La joven le contestó mientras la observaba iniciar lo ejercicio, se quedó en su posición, sosteniendo donde le había indicado y observándola hacer cada uno de los movimientos con admiración. Ella veía cada día hacer cosas maravillosas en el aula de danza, pero eso era distinto y con una hermosura única.

Asintió cuando dijo lo del ballet. Y lo siguiente la hizo sonreír con aún más ilusión, no eran muchos los amigos que ella tenía, ni tampoco los que quisieran verla actuar. Apretó un poco los labios, y intentando contener la emoción asintió un par de veces.- Claro, sería un placer que vinieses, más si es algo que te gusta. Te podría avisar de las siguientes actuaciones... -Las mejillas le subieron algo de color al decir aquello, pero mantuvo la sonrisa.

Al verla bajar con esa destreza abre un poco los ojos, pero no dice nada, no al menos hasta que habla de nuevo.

- ¡Oh! No lo decía por ti, sólo era una anotación de cuando esto se llena.-Lo siguiente si le pilló más desprevenida, sobretodo por aquel guiño que la hizo sonrojar levemente.- Lo cierto... Es que rara vez me ducho aquí. Suelo ir tan a la carrera siempre, que suelo hacerlo en casa cuando regreso... 

Sonrió dulce cuando ella mencionó la comparación de las bailarinas, hacía no muchos días alguien más le había dicho algo parecido, ¿Realmente era así como les veían las personas cuando salían al escenario? Era hermoso, eso le gustaba... Porque con sus movimientos cautivaba a las personas, les hacía sentir.- Bueno... Me esfuerzo por dar lo mejor de mi. No me conformo con ser simplemente buena, dentro de este mundo o resaltas o no eres nadie.-No era algo que sólo ella creyese, era la realidad. Una realidad cruel, pero cierta. En ese mundo si no eras de las mejores no serías nadie nunca. Tal vez por eso sus padres siempre le habían exigido tanto, y ahora ella misma se lo exigía. 

- Está bien, está permitido llorar... ¡Pero sólo si es de emoción! No querría  que salieses triste.-Respondió con una suave risa que cubrió con su mano antes de retirar levemente la mirada, su cabello se deslizó sobre el rostro de ella cubriéndola ligeramente.- En cuanto tenga las fechas de las siguientes actuaciones... ¡Te las pasaré! -Exclamó dando un suave saltito lleno de ilusión. Se mordió el labio de manera distraída, y mantuvo aquella sonrisa dulce.

Mientras ella hacía los ejercicios la seguía con la mirada, incluso se fijaba en ellos. Ella era una gran bailarina... Pero eso que Zoey hacía se escapaba de lo que ella podía hacer. Lo siguiente que dijo, no supo como tomarlo, ciertos nervios se hicieron con ella y se vio obligada a esconder la mirada.- Tal vez deba probar alguna vez a ducharme aquí, pero lo cierto es que... Siempre salgo a la carrera. Y cómo siempre lo hago fuera, nunca me traigo más que lo esencial...-No mentía. Llevaba los cascos, el móvil, las llaves y... el agua. Nunca se quedaba y no llevaba con ella ni ropa limpia, ni tampoco nada para ducharse.- P-pero puedo esperarte a que te duches, y podemos... Ir a tomar algo juntas. Hay un lugar de batidos cerca de aquí, están muy ricos...-La miró sonriendo.

Con lo siguiente, miró la cinta y negó suave.

- Hoy sólo venía a correr la verdad... Y creo que poco puedes hacer ahí. Pero la compañía siempre es agradecida.

Me hace ilusión que me permita verla, porque entiendo que sienta vergüenza cuando alguien que conoce observe sus movimientos, y por tanto, pueda criticarla. Sin embargo, a ella le gusta la idea y la dulzura en su rostro me hace sentir mejor. Quizás solo necesita a alguien que aprecie su trabajo y que no la critique, sino que la apoye.

Cuando le dije lo de la ducha, ella no parece sentirse cómoda. Quizás sea porque yo estaba ya habituada a mi desnudez y ella podría sentirse incómoda al exponerse, así que no se me ocurre insistir. Aún así, me invita a tomar algo juntas cuando termine y la idea me parece estupenda.

-Es una gran idea. La verdad es que me puedo duchar muy deprisa y en cinco minutos estar fuera -le aseguro.

Después, cuando le ofrezco ayudarla con los ejercicios, ella me dice que únicamente viene a correr, así que asiento con la cabeza.

-Pues si te parece, me retiro a las duchas y cuando esté, nos vamos, ¿de acuerdo? Mientras tanto, puedes ejercitarte un rato y así yo me lo tomo también con tranquilidad.

La dejo haciendo su ejercicio y yo me dirijo hacia los vestuarios. Recojo la pequeña toalla que utilizo para retirarme el sudor y entro en ellos, mirándola una vez más, antes de desaparecer dentro. Es agradable, algo que no esperaba, así que confío en disfrutar de su compañía, pienso.

Un pequeño pensamiento atraviesa mi mente. Quizás me estoy volviendo algo atrevida, lo que puede que deba a Lucy. Cuando la puerta se cierra, golpea el marco y rebota, y en lugar de empujarla para que termine de cerrarse, la detengo con el pie, dejándola entreabierta.

Entonces, me dirijo hacia el banco y comienzo a desnudarme, lentamente. No lo hago para mí, sino para ella, para que pueda verme.