Partida Rol por web

Fiódor miró sorprendido a Yuki, ¿había soportado todo aquel viaje con las costillas rotas? Entonces... ¿aquellas vendas no eran para tapar sus pechos? El chico se sintió algo tonto... ¿cómo no se había podido dar cuenta antes? Por fortuna, Celebi cedió a ayudarla sin poner ningún tipo de objeción, provocando que el chico soltara un ligero suspiro de alivio.

-Nos veremos mañana, Celebi. - Dijo finalmente cuando el Pokémon se disponía a marcharse. - Estaré esperándote en ciudad trigal tal como hemos acordado.

Sin embargo, su porte serio y seguro desapareció justo en el instante en el que el Pokémon echó a volar. ¿Realmente tenía idea de dónde se estaba metiendo? Presentía que aquello iba a ser demasiado problemático... primero porque, a pesar de sus palabras, ni él mismo estaba del todo seguro que naturaleza y modernidad pudieran coexistir sin interferir negativamente la una respecto a la otra, y segundo... porque sabía que en aquel momento el futuro de la ciudad estaba en sus manos, y Fiódor no era un chico acostumbrado a llevar ese tipo de cargas.

Con cierto desasosiego, giró el rostro hasta los Pokémon y los otros dos chicos.

-Más nos vale encontrar una manera...

No continuó la frase, no hacía falta. Imaginaba que el resto sabían que hasta entonces el chico solo había tirado de diplomacia y engaño para ganar algo más de tiempo, y que... por supuesto, no tenía ni la más remota idea de cómo poder hacer aquello.

Por un momento, ninguno de los chicos dice nada. Finalmente, Yuki levanta la cabeza y clava sus ojos negros en los de Fiódor.

-La encontraremos. -La intensidad de su mirada es arrolladora. Se mantiene así durante un par de segundos, hasta que Morti, que avanza hasta colocarse detrás de ella, le pone las dos manos en los hombros, sobresaltándola ligeramente.

-Sí, pero no ahora. Ahora vamos a irnos todos a casa. Tienes que comer y descansar. No puedes maltratar tu cuerpo de esa forma.

Ella lo aparta de un manotazo.

-¿Qué eres, mi padre? -Un silencio como una esquirla de cristal- ¡No necesito tu estúpida compasión!

Morti suspira con cansancio.

-Yuki, si ya ni se ve-. Es cierto. Toda la luz ahora procede del litwick que hay en el hombro de Morti y de la luna. -Y mañana tienes que estar despejada para acompañar a Fiódor a Ciudad Trigal.

-¿Eh? ¿Es que tú no vienes?

-No. Yo me quedaré por si necesitan mi ayuda en la Ciudad. Si me necesitáis para cualquier cosa, Clefairy estará conmigo fuera de su ball todo el tiempo. Katsurou puede comunicarse con ella fácilmente. Creo que, dadas las circunstancias, podéis dejar las rivalidades a un lado por un tiempo, ¿no? -añade, dirigiéndose al abra, que asiente con la cabeza.

Era extraño, pero... por una vez, Fiódor estaba de acuerdo con Morti.

—Sí, creo que lo mejor será descansar ya — Dijo mientras miraba a la chica. Aún le sorprendía que hubiese ocultado que tenía las costillas rotas... sobretodo por el dolor que aquello debía implicar —. Una buena cena y algo de descanso nos ayudará a pensar mañana con más claridad.

En ese momento tuvo una idea, o quizás sería más preciso decir que tuvo un pequeño antojo. Desde que había huido de su casa apenas había tenido tiempo para relajarse y disfrutar del aire libre. Quizás iba siendo hora de que eso cambiase...

—Yuki, ¿te apetece que cenemos bajo las estrellas? — Dijo mientras esbozaba una disimulada sonrisa cargada de ilusión —. Solo necesitamos comprar algo de comida y buscar algunas mantas. Podremos incluso dormir al aire libre, al fin y al cabo esta noche hace bastante calor como para estar encerrado entre cuatro paredes. ¿Te gustaría...?

Sin embargo, su soñadora sonrisa dejó paso a un espontáneo rubor justo cuando se dio cuenta de que aquello bien podía ser considerado como algo con ligeras inclinaciones románticas... sobretodo teniendo en cuenta que, sin Morti, cenarían ellos solos acompañados de sus Pokémon.

—Ehm... si no quieres no pasa nada... jeje.

-No, no, la verdad es que me parece muy buena idea-. Sonríe y parece relajarse un poco de la tensión del momento. Haber visto a una criatura mitológica, que sus costillas se hayan curado mágicamente... Cierra los ojos e inspira profundamente, acompasando su respiración. -El aire de la noche es... revitalizante. -Vuelve a sonreír. Es una sonrisa sencilla, su mente parece estar centrada, al menos durante este momento, simplemente en lo agradable de la actividad. -Tengo comida y mantas en casa. Podemos sacar los futones afuera, bastará con luego lavarlos bien. 

Morti se monta en su bici (tras enderezarle la rueda delantera sujetándola entre las piernas y torciendo fuertemente el manillar). Lanza dos pokéball, de donde salen un haunter y una gengar, y empieza a pedalear en dirección a la ciudad, seguido por sus fantasmas, que parecen contentos de retozar por el cielo abierto de la noche.

-¡Hasta luego, tortolitos!

-¿Qu-? ¿Eh? ¡¿Ahh?! -balbucea Yuki mientras el líder se aleja.

Un tomate parecería bastante pálido si lo pusiéramos justo al lado del rostro de Fiódor en aquel momento. El chico no necesitaba más que las palabras de Morti para que su rostro terminase de encenderse del todo y los nervios se adueñaran de su cuerpo. Sin embargo, respiró hondo y trató de calmarse. 

Cenar bajo las estrellas no tenía por qué significar nada, ¿no? Bueno, pensar aquello tampoco es que ayudase mucho... lo viese por donde lo viese, sí era una escena demasiado romántica... e incluso por un momento el chico se imaginó sujetando suavemente la mano de Yuki y acercando su rostro hasta terminar fundiéndose en un beso con ella.

¡N-no pienses en esas cosas, idiota!

Aún así, quitarse aquella escena de la cabeza no era tarea fácil.

—Y-Yuki — el tono de su voz sonó más fuerte de lo normal debido a los nervios —. Esto... ¿debemos teletransportarnos? ¿O t-tu casa está por aquí cerca? 

Salvo por alguno de los recuerdos que le transmitió Katsurou, apenas sabía nada de la casa de la chica. Aún así, tras dudar por un instante, el chico se acercó, junto con Farf, a ella dispuesto a coger su mano e iniciar el teletransporte. Por fortuna, aún no se había dado cuenta de que... ¡iba a casa de una chica!

-Ah, no pasa nada. Katsurou nos teletransportará-. Toma la mano del chico y le tiende la otra al abra, que estaba observando a Fiódor con expresión extraña. Claro que, como sus ojos permanecen invariablemente cerrados, es un poco difícil de decir en realidad.

Unos segundos más tarde, los dos humanos y dos pokémon aparecen en el vestíbulo de una casa de estilo tradicional. A primera vista, parece pequeña y humilde, aunque también fresca y bien cuidada. Yuki se quita las chanclas, las coloca en el suelo de losetas de piedra del pequeño vestíbulo y se sube dando un ligero salto a la tarima de parqué solo un poco elevada que constituye el suelo general de la casa. Avanza hacia la estancia principal. Katsurou se queda sentado en la tarima, observando a Fiódor (o quizá esté dormido).

-Crúa-. Farf aletea, algo nervioso, y se sube a la cabeza de Fiódor, desde donde mira a todas partes

El rubor de Fiódor, por supuesto, no desapareció con el teletransporte. Es más, el simple hecho de saber que estaba ya justo al lado de la casa de Yuki no hizo más que sonrojarle aún más si cabe. Con cierto trabajo, el chico tragó saliva y miró a Farf buscando alguna muestra de apoyo en su Pokémon. Sin embargo, lo que comprobó era que éste parecía incluso más nervioso que él.

—¿Q-qué pasa, Farf? — dijo mientras notaba cómo el Pokémon se colocaba justo encima de su cabeza —. ¿Has visto algo extraño?

-¡Cruá! -Farf ahueca las plumas y aletea un par de veces. También es la primera vez que él está en casa de una chica.

-¡Pero, vamos, no te quedes ahí plantado como un papanatas! -Exclama Yuki, pero a Fiódor apenas le da tiempo a verla: un futón prácticamente cae sobre él y amenaza con enterrarlo. -¡Toma! -Cuando el voluminoso futón cae sobre la cara del chico, Farf aletea un par de veces, lo justo para no verse aplastado, y luego vuelve a posarse sobre el futón que Yuki le ha puesto a Fiódor entre los brazos. -¡Vamos a sacarlos afuera! Tengo bolas de arroz y verduras con setas ya hechas.

Menudo susto le había dado el Pokémon. Al final no era nada tampoco... o eso parecía, ¡pero vaya! Ya podía ser menos exagerado... Aunque para exagerado ya estaba Fiódor, que cuando notó el futón chocando contra él por poco golpea el techo con la cabeza del brinco que metió.

—¡No hagas cosas como esas! ¡Por poco me matas! — por supuesto exageraba... aunque el futón le había golpeado su frente con algo de fuerza —. ¿Dónde lo llevo? Al patio imagino, ¿no?

El chico no esperó respuesta. Era obvio que si iban a comer al aire libre, el futón debía colocarse en el patio de la casa. Así pues, marchó a paso lento cargando con aquello... Seguía sintiéndose nervioso, pero al menos ya no tartamudeaba, ¡un gran logro!

-¡Si te puede hacer daño un futón es que eres más débil de lo que pensaba! -Le grita Yuki desde otra habitación.

En cuanto Fiódor sale por una de las puertas correderas que dan al exterior se da cuenta de que el tal "patio" es prácticamente un claro en el bosque. Técnicamente debería ser un jardín, pero no tiene vallas ni muros que lo rodeen, por lo que sus límites se funden con el bosque circundante.

La casa está algo elevada sobre unos pilares de madera y está rodeada por la parte exterior por una tarima estrecha también de madera. Más allá de la tarima, la hierba es verde y fresca. A un lado hay un tendedero formado por una simple cuerda sujeta entre dos palos, donde Fiódor viera a la chica tender sábanas en los recuerdos de Katsurou, y a otro lado hay un tronco sobre el que partir leña. Más allá sólo hay áboles, pero tras las copas se vislumbra la silueta de la única torre de Ciudad Iris que queda en pie, recortándose negra sobre el cielo estrellado.

Con una luminosa luna y sin una sola luz eléctrica en kilómetros a la redonda, Fiódor no recuerda haber visto una noche tan espléndida como esa en su vida.

El silencio de la noche sólo es roto por el rumor de las hojas y el sosegado ulular de un hoothoot.

—Nunca me he caracterizado por ser un chico atlético — se excusó mientras se hacía el molesto. Parecía que ya se le habían pasado los nervios, o al menos relativamente.

En cualquier caso, el chico no tardó en salir cargado con el futón y dispuesto a colocarlo de manera cómoda sobre la tarima. Sí, quizás la tarima fuese mejor que el césped, al menos así no se mancharía el futón y, al fin y al cabo, allí también se podría vislumbrar perfectamente noche.

Lo que no esperaba el chico era que, al salir de la casa, las vistas que se veían desde la tarima le dejaran totalmente sin aliento.

—Es precioso... — murmuró mientras miraba hacia el bosque y la silueta de la torre. Luego sonrió de forma pícara y, mientras colocaba el futón cuidadosamente sobre el suelo de madera, alzó la voz para que Yuki pudiera escucharle a pesar de estar dentro de la casa —. ¡No sabía que una chica como tú tuviese un gusto tan exquisito! Tienes una casa maravillosa.

Yuki termina de colocar todas las cosas con ayuda de su abra -platos con bolitas de arroz, verduras salteadas con setas, algunas cosas saladas de picar, un par de cubiertos, vasos y una jarra con limonada- y se sienta junto al chico.

-Gracias. Es la casa de mis padres, pero trato de cuidarla lo mejor posible -contesta mientras se sienta.

Ahora que la chica lo mencionaba... ¿dónde estaban sus padres? Fiódor había huido de su casa, por lo que quizás fuese normal que pasase el día completamente solo, pero... ¿y ella? Desde que había estado a su lado no había tenido noticias de sus padres, ni siquiera ahora que estaba en su casa. ¿Quizás trabajaban en otra ciudad? ¿O estaban de viajes?

Sentía demasiada curiosidad, pero algo le decía que lo mejor era no preguntar. Si realmente Yuki quería hablar de ello en algún momento, lo haría. Hasta entonces quizás era mejor aguardar pacientemente.

—Haces un gran trabajo entonces — contestó mientras alzaba la mirada y la centraba en la hipnotizante luna —. Adoraría vivir aquí. ¡Es demasiado relajante! Sobretodo en una noche como ésta, ¿no crees? 

Tardó varios segundos en desviar la mirada de la luna y centrarla en el rostro de la chica. En su semblante aparecía una tímida y soñadora sonrisa acompañado de un ligero rubor en sus mejillas.

Yuki sigue mirando la luna.

-Puedes quedarte aquí cuanto quieras.

Luego parece darse cuenta de la mirada del chico y cae en la cuenta de cómo pueden interpretarse esas palabras.

-Eh, ah, quiero decir, lo que quiero decir es que... -Balbucea, intentando arreglarlo. Sin embargo, enseguida se da cuenta de que no hay nada que arreglar, porque lo que ha dicho es lo que quería decir. Se abraza las piernas y apoya la cabeza en las rodillas, un poco ruborizada, pero con su expresión de determinación habitual-. Puedes quedarte aquí esta noche, ya has visto que hay espacio. Y, en realidad, puedes quedarte el tiempo que te dé la gana, a mí no me molestas. De todas formas, mañana tenemos que ir a Ciudad Trigal...

A ratos evita mirar al chico, tímida, y luego de repente le echa ojeadas, colorada, porque tampoco es capaz de no mirarlo en absoluto y perderse así las reacciones que pueda tener. Al final, su mirada errática se detiene en Katsurou y Farf.

Unos trozos de verduras y setas levitan en el aire delante del farfetch'd, que las atrapa con el pico. Katsurou come una bolita de arroz mientras observa complacido a su nuevo amigo.

Verla ruborizarse provocó que el latir de su corazón se incrementase intensamente. ¡Cómo podía ponerse tan nervioso simplemente por un ligero rubor de la chica! Bueno, quizás era evidente, al menos para ojos de Fiódor lo era... se sentía realmente atraído por ella.

Cuando la chica desvió su mirada y la centró en los Pokémon, Fiódor hizo lo mismo, también con cierto nerviosismo. Fue casi sincronizado, la única diferencia entre ambos era de unas décimas de segundo, lo suficiente como para que Yuki lo hiciese antes de ser imitado por el chico.

De vez en cuando, entre ascenso y ascenso de los trocitos de verdura hasta el pico de Farf, miraba de reojo a la chica. Sentía unas ganas inmensas de acercarse a ella...

—Yuki... — dijo finalmente, llenándose de valor —. Gracias por dejarme pasar la noche contigo... esto... en tu casa.

Espero que no piense que quiero hacer nada raro...

Finalmente, la miró de nuevo de reojo y... se acercó a ella lentamente. ¿El por qué? Bueno, a pesar de que no quería que la chica pensase nada raro, él no podía dominar su cuerpo, que le pedía a gritos acercarse a ella de una vez. Pese a todo, su mirada trataba de no centrarse durante demasiado tiempo en su rostro.

Fue así como, mirando hacia otro lado y totalmente ruborizado, con el corazón latiéndole a mil por horas y sintiendo unos calores realmente horribles, su mano rozó con la de la chica. Por un breve instante, sintió un extraño escalofrío que le recorrió toda su espalda, así como la tentación de retirar la mano. Sin embargo, no lo hizo... mantuvo sus dedos acariciando suavemente la mano de la chica mientras pensaba temerosamente lo que aquel acto podía provocar...

Yuki se pone tensa, casi podría decirse que pega un respingo, pero no retira la mano.

De hecho, se mantiene mirando hacia adelante, completamente roja y casi conteniendo al aliento, como si temiese que, con solo respirar, pueda romper ese extraño hechizo que parece haberse adueñado del momento.

-...

También parece haber olvidado completamente lo que el chico acaba de decir, o quizá todas sus neuronas se hayan fundido en ese mismo instante.

Tras unos segundos, y tras suspirar aliviado de que Yuki no hubiera reaccionado de forma agresiva ante aquello, Fiódor miró de forma nerviosa y con aparente disimulo (aunque quizás poco disimuladamente debido a los nervios) a la chica. Por un momento deseaba ser capaz de saber qué podía estar pensando... Pese a ser evidente, el silencio formado entre ambos y el ambiente cargado de nerviosismo y rubor podía significar muchas cosas para él... desde buenas hasta malas.

Pese a todo, no separó en ningún instante su mano del de la chica... más bien al contrario. Tras varios segundos de silencio, y tras decenas de champiñores levitadores, acarició suavemente su mano hasta llegar a entrelazar sus dedos a los de ella.

Su corazón se agitó con más fuerza durante este acto. Su rostro seguía realmente rojo, y su mirada dudaba entre mirar a un punto fijo del paisaje o mirar de soslayo a la chica. Pasaron algunos segundos más, quizás no demasiados, pero para Fiódor fueron como horas, antes de que decidiera romper el silencio...

—T-te... quiero...

Fue un susurro, quizás inaudible. Pero salvando eso, por una vez en su vida Fiódor había sido consciente de lo que había dicho pese al nerviosismo que sentía. Justo después de decir eso, guardó silencio y giró su rostro para mirar a la chica... Le costó horrores, pero sentía que era lo que debía hacer. Sus dedos seguían entrelazados a los de ella.

Los ojos negros de la chica se clavan en los de él, muy abiertos. Se ha quedado completamente congelada. Su boca se abre y se cierra sin emitir sonido alguno, tal como haría un magikarp, y el color de su cara es también acorde al de este pokémon.

-Yy-... Yo... Ah... Yy-h... Eh...

A su alrededor el silencio es absoluto. Katsurou y Farf fijan también la mirada en los muchachos, con ojos muy abiertos el farfetch'd y sin perder detalle ninguno de los dos.

-F-Fiódor... -No retira la mano que tiene entrelazada con la suya, pero el muchacho la nota rígida y sudorosa-. N-nos acamos de conocer...

De repente, algo parece quebrarse dentro de ella. Se levanta de un salto. Parece fuera de sí.

-¡¿Q-qué clase de broma es esta?! -Exclama atropelladamente y echa a correr hacia el bosque.

En dos segundos ha cruzado el claro que es lo más parecido a un jardín que tiene su casa y se ha zambullido en la negrura de la vegetación.

Inmediatamente Katsurou desaparece, pero reaparece solo unos metros más allá, llevándose una mano a la cabeza, como si esta vez hubiese sido ella la que le hubiera enviado un impacto mental, y un instante después el grito telepático de la chica suena también en las cabezas de Fiódor y Farf, replicado:

¡Katsurou, no me sigas!

Aquella reacción y posterior respuesta realmente se la esperaba el chico... Yuki tenía razón, apenas acababan de conocerse, pero para el chico era como si hubieran pasado meses juntos. Lo que sí que no esperaba era que la chica saliera corriendo hacia el bosque. Tardó un tiempo en imaginar que Katsurou estaba detrás de todo eso, aun así seguía sin entender nada.

Su única respuesta fue levantarse y mirar cómo la chica se alejaba hasta perderse tras la espesura del bosque. Fue entonces cuando suspiró y miró a Farf.

—La he hecho gorda...

Katsurou no tardó en aparecer y, con él, el grito mental de Yuki. Parecía algo enfadada con el Pokémon, y aunque fuera evidente que era con Katsurou, Fiódor sentía que quizás también él tenía parte de culpa en todo aquello.

—¿Está bien que la dejemos sola en el bosque? — preguntó finalmente mientras miraba tanto a Farf como al abra — No sé si es buena idea que vaya a buscarla... pero caminar a oscuras por el bosque no debe ser seguro... ¿no?

Lo cierto era que, aunque creyese que debía ir a buscarla, temía la reacción que podía tener a chica. Su cabeza era un intenso debate entre lo que debía hacer y lo que sentía. Finalmente, tras volver a suspirar, miró a los Pokémon por última vez antes de comenzar a caminar hacia el bosque.

—Iré a buscarla... si pasa algo, te mandaré un mensaje mental, Katsurou.