Partida Rol por web

El turno finaliza el 11/12/2020.

Elyndra y Triel habían estado hablando con tranquilidad de qué cosas parecían más importantes en la reunión del consejo que formaban los cuatro para administrar las cosas de la Casa. Después de que la última vez Triel fuera la primera, consiguieron llegar al acuerdo de que Elyndra tendría preferencia para tomar recursos esta vez.

Entonces entró Alynira, con un par de criadas detrás cargando una pesada capa de armiño tras ella.

-"Queridas hijas mías, me encanta el acuerdo al que habéis llegado de alternaros éste mes. Pero creo que ésta vez, deberíais dejar que vuestro hermano decida primero. Seguro que le hace ilusión. Y, a vosotras, más ilusión incluso castigarle si con ello no consigue algo brillante. O divertido."

Había dado una vuelta a la mesa, generosamente servida, en la que se sentaban a debatir mientras lo decía. Era un poco intranquilizante que supiera lo que habían hablado sin estar allí. O que supiera cuándo se habían reunido, para empezar. Su último comentario coincidió con la vuelta completa y, tan elegante y grácil como había entrado, salió.

El archimago se pone de pie de golpe apenas ve entrar a su madre por la puerta, sin elegancia alguna hace una reverencia un tanto brusca para sus modales habituales. Se queda en completo silencio durante el tiempo que dura la breve visita de Alynira, las palabras de la señora de la casa son claras y nadie allí tiene las agallas para contradecirla, de momento al menos.

El mago parece contener la respiración hasta que la puerta se cierra tras la última sirvienta que sostiene la capa. Se sienta lentamente con la mirada en el centro de la mesa, y tras unos instantes, sonríe.

Es la primera vez que Alynira concede a alguien un privilegio mayor que a sus dos Hijas, nadie con vida ostenta esa gracia. Lograrlo no fue fácil pero el mago prefiere guardarse para sí los detalles de su osadía, tal vez porque no es el momento, tal vez porque el precio fue alto o tal vez porque prefiere dejar a sus hermanas con la duda de si aquello se debe en realidad a una desaprobación silenciosa de su madre hacia ellas.

- Nuestra madre está a gusto con los resultados que Yasidl y yo hemos conseguido en la Casa Rilynduis- dice guardándose para sí lo que fuese que opinaba Alynira sobre las acciones de las Hijas de su propia sangre, si es que realmente el mago lo sabía - La promesa de dejar a nuestros competidores fuera del negocio ha endulzado sus oídos, por eso me he ha honrado con el privilegio de actuar en su nombre. Me dedicaré de lleno a esta importante tarea, pero lo haré sin vuestra colaboración... que caiga sólo sobre mi el castigo si llego a fracasar en lo que nuestra madre me ha encomendado - dice levantando levemente su mano rechazando gentilmente una ayuda que no habían ofrecido aún.

Y que el sabor de la victoria sea sólo mío si tengo éxito, piensa mientras observa la cara de sus hermanas.

Triel enarcó una ceja mientras observaba como ese bastardo intrigante trataba de robarles el mérito. ¡Qué desafachatez, y encima siendo un sucio macho! A pesar de todo, y a pesar de haberse imaginado unos instantes al bueno de Leithan empalado en una puntiaguda verja, volvió a sentirse satisfecha.

Sin duda, había sido una buena elección. Y sin duda, también, era una suerte que fuera un hombre para evitar el desperdicio de tener que matarlo. Aunque por primera vez se preguntó si, tal vez, hubiera sido un exceso permitirle tanto.

¿A qué estás jugando madre? se preguntó mirando a la matrona, pensativa, para luego sonreir tan encantadora como una serpiente de cascabel.

- Claro, madre. Será divertido ser la última en hablar en esta ocasión. Que mi querida Yasidl me preceda también en el uso de la palabra y en el deseo de señalar sus acciones para este mes. Siempre es bueno escuchar y observar a los que ocupan un lugar tan cercano a mi corazón.

Leithan - Acción Mayor

La necromancia es un arte cuestionado y por sobre todo temido, incluso para los longevos elfos la muerte termina ganando al final del camino, no importa si es hembra o macho, ni el reconocimiento que haya alcanzado, aunque claro, a algunos les llega mucho antes que a otros. Leithan está en el segundo grupo y además conoce esa rama arcana mucho mejor que la media de los magos de la ciudad, irónicamente había estudiado sus secretos de un Rilynduis y ahora usaría ese conocimiento en contra de esa misma casa. No es nada personal, esto es sólo por la gloria de Alynira, piensa sin remordimientos, si bien respeta a quién ha escrito esos libros y al mago que ha construido la muralla mágica de la casa rival, la supervivencia está por delante de la gentileza, y el costo de sus acciones será la vida de un centenar de miserables esclavos, nada más.

Busca entre sus libros los rituales necesarios para concentrar en un vehículo acuoso el siniestro poder capaz de arrebatar la fuerza vital de los seres vivos. Leithan puede provocar las enfermedades más peligrosas con sólo desearlo, una vez enfermo el portador propaga el mal con facilidad a una docena víctimas, pero el mago se propone algo más grande, quiere elevar ese número a cientos y en muy poco tiempo y de una sola vez, algo difícil de lograr pero que está a su alcance. Pasa días realizando encantamientos intrincados y concentrando el mal en cada gota de espeso líquido rojo.

Semanas después termina el potente veneno capaz de infectar un tonel de agua con apenas una gota, y propagar una peligrosa enfermedad que puede debilitar en extremo a cualquier humanoide. Alynira había sido contundente con Leithan a inicios de esa temporada y en su extrema crueldad le había enseñado algo importante, un esclavo que no ve sirve de poco más que carroña. Por eso Leithan elige el mal adecuado para que un síntoma secundario de su pócima sea la ceguera de los infectados, en reconocimiento a la sabiduría de su señora. 

Acercarse al bazar es más sencillo que hacerlo a la muralla, está distante de la fortaleza principal de los Rilynduis, en una cueva de acceso público concurrida por comerciantes y peregrinos. Adopta el aspecto de otras personas cuidadosamente elegidas¹ para cubrir sus movimientos, y busca el momento oportuno para realizar la incursión. 

Su magia se enfrenta a la que pudiese haber protegiendo el lugar, y desde las sombras derrama el contenido del vial dentro de los toneles de agua de los desdichados esclavos. Para cuando aparezca el primer síntoma más de la mitad del bazar estará infectado y en cuestión de días muchos habrán muerto y aún más habrán perdido la visión, y los que tuviesen mejor suerte estarían más débiles que un niño. La única Casa con esclavos competentes será la Ply'uss fuer'yon Serisen, ahora nada se interpone en el camino de Alynira... ni en el mío.

Acción de Leithan. 

Resolución

Leithan consiguió infiltrarse en el mercado de esclavos, con su poción. Sus disfraces le permitieron entrar a zonas en las que no debería haber estado. Como lo era el depósito de agua, asegurándose que nadie le miraba mientras lo hacía, envuelto en la oscuridad sólo rota por los débiles fuegos faéricos violáceos y azul marinos que decoraban la ciudad aquí y allá, un poco más habituales en el mercado, como solía ser habitual en todos los lugares que pretendían atraer la atención. 

Se quedó unos minutos, para comprobar el éxito de su plan. En perspectiva, tal vez eso fue una equivocación; o tal vez no, puesto que según se mirase, lo que vino después era inevitable.

Salía de los almacenes del mercado de esclavos, ya listo para volver a casa, no prestó demasiada atención al pequeño grupo de drows que doblaba la esquina contraria del edificio. Al menos hasta que notó, más que vio, la mirada de su líder, una varón con una insignia de oro de la Casa Rilynduis, clavada en él.

-"Ese ciega con magia de ilusión. Cogerle."

Ni que decir tiene, que no pudieron ni dar dos pasos antes de que Leithan se pusiera a salvo con su magia que pocos en la ciudad podían dejar de envidiar. Pero estaba claro que pronto investigarían y, probablemente, su plan tuviera menos réditos de lo que a él le hubiera gustado.

Ya en su oficina sobre la casa de baños, le llegaron las noticias de las dificultades en el mercado de esclavos de los Rilynduis. Habían anunciado el cierre hasta nueva fecha y, obviamente, permanecería cerrado al menos hasta fin de temporada, y eso si los Rilynduis decidían gastar decenas de miles de monedas en oro en reponer mercancía.

Un duro golpe para ellos, por desgracia, su mago no era manco. Era obvio que acabaría sospechando de ellos, incluso si no habían llegado a verle, usaría otro tipo de magia o, peor, sus sacerdotisas le preguntarían a Lolth, quizás la voluble diosa decidiera que aquella acción viniendo de un varón que no le suplicase y se humillase ante ella para obtener su magia, era un insulto. Podían esperar represalias, sólo cabía esperar que sus enemigos sufrieran más que ellos, porque cada vez sería más difícil hacer acciones como aquella.

Acción mayor de Triel

Tal como había previsto la drow las hostilidades entre la casa Baenate y la Kilzinge no habían hecho sino aumentar. Aun mejor: nadie sospechaba la parte que había tenido ella misma en provocar el actual estado de cosas. Así era la política, la buena política. El lugar donde los documentos destruyen a tus enemigos con mayor pericia que la espada más afilada. ¿Por qué no decirlo? Estaba feliz. Los negocios le permitiían la constante afluencia de dinero e inversiones que, rápidamente, eran destinadas a las nuevas tierras pendientes de adquisición. Aun faltaba para el paso siguiente, claro... pero era una buena forma de intentar solventar el problema de la escasez de espacio.

- Hermanas, hermano... como sin duda sabréis si habéis paseado y preguntado a las personas adecuadas, el plan ha sido un éxito y he planteado una serie de encuentros y ventas entre muchos de nuestros comerciantes con representantes de las casas en conflicto, Baenate y Kilzinge. Estamos obteniendo grandes beneficios que, espero, puedan concretarse en buenas tierras para la casa. En mi generosidad habitual- dijo con una sonrisa espléndida.- Contemplaría sin desagrado que alguno de vosotros quisiera participar en este plan para obtener algo del rédito que me corresponde y acrecentar el éxito de la casa.

Acción menor de Yasidl

Yasidl había mantenido un ojo abierto a las negociaciones de Triel. Sabía que la heredera podría usar toda ayuda posible y, aunque a ella lo de contar calderilla le daba algo a medio camino entre sueño y pesadillas, entendía perfectamente la importancia de su labor. Al menos de su labor en ese momento.

El día que tenía que ir a firmar las transferencias, el ideal para que el que salía perdiendo en el trato idease alguna argucia o, simplemente, se echase atrás, esperó a la salida de las cámaras de Triel.

-"Hermana, he pensado que quizás querrías que hoy liderara yo a tu escolta y permaneciera contigo en el reservado" - Yasidl iba vestida con uno de sus bonitos vestidos entallados de piernas al aire. Sólo llevaba armadura cuando iba a la guerra, aún así, con su fama, verla con un traje de noche y sus cortas espadas, más de duelo que de guerra, resultaba especialmente intimidante. Como si se sintiera tan sobrada en la lucha que hasta los instrumentos de un guerrero le resultasen superfluos.

Mujer de pocas palabras, suponía que con aquello Triel entendería que su propósito era asistirla en la negociación, cualquiera se pensaría dos veces en jugar su carta escondida si al hacerlo su mano podía ser cortada por una de las mejores maestras de armas de la ciudad.

Acción de Triel. 

Resolución

La negociación se había estancado. Triel había conseguido cerrar el trato rápido, había convencido a los representantes de las otras dos Casas de que sus esclavos eran tan valiosos como eran en su mente, incluso si eso suponía ignorar un par de desagradables verdades. O cuatro.

Pero estaba tan cerca del pleno... que no podía dejarlo estar. En cinco minutos llegaron a un principio de acuerdo, que le daría a su Casa derechos sobre un sector de túneles anexo al que ya tenía que dejaría a otro acuerdo parecido la posibilidad de unificar sus posesiones y organizarlas en algo con futuro. 

La complicación es que lo había hecho, prácticamente, por la mitad de lo que había pensado gastar. Y los túneles laterales también estaban en aquella escritura. Doble pago y doble venta. Ahí es dónde se enceló el proceso, y ya llevaban dos horas discutiendo. 

Tampoco las otras Casas se habían mostrado contrarias a la cesión, pero la sacerdotisa independiente, una instructora de la Wenressen d'Quarval-sharess que no pertenecía a ninguna Casa noble y, por ello, era ideal para éstas lides, no se apeaba de su idea de que doble importe, debía ser doble pago también por su mediación. Las otras Casas, Triel sólo podía culparlas en la medida que siempre podía culpar a los demás de sus dificultades, se negaban a pagar ellas la comisión doble, y hacerlo ella sí que superaba sus previsiones, de hecho, comprometía en liquidez los pagos de la Casa *sus* gastos, y los de sus hermanas y Madre, también, pero eso era secundario.

Llevaban más de diez minutos, ella señalando la línea que fijaba la comisión - fija - y la sacerdotisa señalando la que fijaba un lote de venta - por un territorio determinado - 

Entonces, prácticamente a la vez, la sacerdotisa dio un grito agudo, las representantes de las otras Casas se echaron atrás y sujetaron los pomos de sus látigos y Yasild, con una sonrisa, desde al lado de la sacerdotisa mediadora, subrayó en rojo la frase que indicaba Triel usando la fina punta de su florete. Ninguna sabía muy bien cómo o cuando había llegado allí, ni la había visto teñir el arma, o cuándo se había rasgado de lado a lado el dorso de la mano con la que la garante señalaba el lote de tierras.

Con la mirada aterrada buscando el apoyo de Triel o de las otras sacerdotisas, que no llegó, la instructora asintió por fin al nuevo trato, lanzado a la maestra de armas miradas envenenadas.

Acción mayor de Elyndra.

La casa estaba siendo avasallada por diferentes enemigos,tanto internos como externos. Aquello debía acabar, al menos durante unas semanas para poder darles tiempo a recuperarse de la guerra interna.

-Madre, Hermanos. Tengo grandes noticias para la casa. He luchado por el honor de dirigir un ritual público en la Catedral principal de la ciudad, la de la casa dirigente, y he ganado. Miro con aire de suficiencia y orgullo a los presentes. Aquello no era algo que ocurriera todos los días, la competición por liderar aquellos rituales era feroz, pese a la posibilidad de fallo o muerte pública, con el consecuente escarnio público de la casa.

-Por supuesto, toda sacedotisa de la casa está invitada a unirse al ritual y cedería el puesto de maestra de ceremonias, pero seguro que madre prefiere mostrar el poder de nuestra casa codeandose con el resto de Matronas, mientras nosotros, humildes sirvientes creamos el espectaculo. La casa por supuesto deberá correr con los gastos y proporcionar el sacrificio, pero el honor de la casa lo vale.

Hermana, por supuesto tengo un puesto reservado para tí, si lo deseas. Sonrió con suficiencia. Sabía que era poco probable que se negara, y, por una vez, estaría por encima de la heredera de la casa.

Leithan, un macho no puede participar, pero seguro que tienes algún tipo de unguento u objeto mágico sacrificable para ayudar en el día de la ceremonia.

El día de la ceremonia, toda la catedral Barrirahel estaba repleta de pendones y simbología de su propia casa, Yasidl se ocupaba de que los esclavos estuvieran en su sitio y no intentaran nada raro, mientras que las sacerdotisas, "vestidas" en sedas rituales de araña se preparaban para su momento de gloria.

Elyndra se preparaba, untada en aceites y perfumes que incluso para las grandes familias drow eran considerados lujos, ocupó su posición central en el altar. Las familias eran todas de alto rango, por lo que no tenía que guiar a nadie ni explicar cuales eran sus siguientes acciones, muchas podían verlo como muestra de respeto, o un orgullo desmedido.

A su señal empezó el baño de sangre y las dagas rituales dejaron organos al descubierto para que arañas de aquel templo los devoraran mientras sus dueños todavía respiraban. Elyndra entonó los canticos fervorosa mientras bailaba entre los esclavos agonizantes, las sacerdotisas, las arañas y los circulos de poder.

Elyndra había conseguido algo realmente extraordinario, el permiso de realizar un ritual en la Catedral de Lolth. La casa Barrirahel no sólo era la principal, sino que se dedicaba de lleno al servicio religioso y la devoción a la diosa drow, tenía el templo más extraordinario de la ciudad y poseía uno de los dos tribunales de inquisición. Haber conseguido ese favor era un singo inconfundible del respeto que su hermana generaba entre las inquisidoras y un guiño de la matrona Barrirahel hacia las sacerdotisas de la casa Ply'uss fuer'yon Serisen. 

Alynira no dejaría pasar la oportunidad de mostrarse, al igual que sus hermanas, todo debía salir perfecto. Leithan no tenía cabida en un evento como ese y aún si la tuviese, prefería moverse de modo más discreto y sin atraer la atención sobre sí. Pero esos meses su madre había puesto a su disposición los recursos de la casa para perjudicar a sus rivales comerciales y en realidad había usado menos de lo que tenía pensado, así que destino parte del tesoro de la casa para la preparación del ritual.

Puso a disposición de las sacerdotisas de la casa perfumes exquisitos, joyas de amatista y obsidiana, vestimentas de seda de araña y brazaletes de plata con el símbolo de su diosa, incluso hizo vestir a las víctimas del sacrificio con túnicas negras con arañas estampadas en un rojo carmesí. Para sus hermanas fabricó dos sillones de ocho patas de oscura obsidiana, le dio forma por medios arcanos y grabó sobre ellos el símbolo de la casa Plyúss, dos esferas de luz violácea se alzaban a ambos lados del respaldo y le daban un porte magestuoso a quién se sentara en ellos. Los dos tronos dedicados a Lolth servirían de asiento a las líderes del sacrificio, y si los ofrecían a la diosa en su catedral y los bañaban con la sangre de miles podrían transformarse en objetos sacrílegos que formasen parte del futuro Templo de Lolth de los Ply'uss dentro de unos años. 

Leithan es consciente que su aporte al ritual es discreto y medido, hacer algo más protagónico puede resultar ofensivo. Su nombre no figura en ningún lado, las ropas e incluso los tronos que hizo estan pensados para enaltecer a quién los usara, no para robarles protagonismo. Sin embargo espera que sus actos no pasen desapercibidos puertas adentro de su casa, sus maliciosas hermanas y su implacable madre podrían llegar a notar el apoyo que les daba, su devoción a Lolth y su compromiso con la casa. Con algo de suerte las tres sacerdotisas principales de Lolth quedarían satisfechas y le permitirían ser parte de su familia por un tiempo más, lo que podían ser años o días dependiendo de sus caprichos.

Acción menor

Ya que Triel iba a apoyarla en la ceremonia(o eso esperaba), era correcto que Elyndra hiciera lo propio estando presente en la negociación.

Además no podía negar que le gustaba codearse con lo más alto de la sociedad drow, pese a que la mitad fueran enemigas y la otra mitad gente inferior.

El hecho de que tan solo una drow independiente se hubiera opuesto a aquella compra era en parte a las habiles negociaciones entre bastidores de Elyndra, cosa que se aseguró de informar a su madre y su hermana.

Acción menor

Se trataba de tomar decisiones, después de todo. Triel no tenía nada claro que sacrificar los escasos activos de la casa, en favor de un beneficio futuro, fuera la mejor de las ideas. Sin embargo, una vez había decidido Elyndra actuar, no mostrarle su apoyo, y más siendo una importante sacerdotisa de Lloth por derecho propio, era un error: transmitiría al resto de casas una sensación de desunión, de fragilidad, demasiado evidente.

Y en un momento en donde precisamente las críticas sobre la casa eran tan habituales no podía, sencillamente, permitírselo.

Pero no te confundas, hermanita. Esto me lo voy a cobrar. Antes que después. Pensó mientras procedía a vestirse para la ocasión y a probar, delante del espejo, tantas veces como fuera necesario, la mejor de sus sonrisas. Después de todo se trataba de poder para la casa.

Y Triel tenía claro que poder para la casa era, antes o después, poder para ella.

Acción de Elyndra. 

Resolución

Alynira, como Elyndra había supuesto decidió no dirigir el ritual, lo cual implicaba, por supuesto, que no participaría activamente. Aquello daba a Triel y, sobre todo, a Elyndra la posibilidad de lucirse. Pero a la vez era una gran responsabilidad. Si aquello salía mal, su Madre las castigaría cruelmente, tal vez incluso las sacrificaría a ambas como colofón del ritual para tornar victoria una derrota.

Pero nadie diría aquello, vestida de raso violeta y joyas, entre las demás Matronas, presumiendo de hijas y asegurando el éxito. Desde luego aquel acto de bravura, dejar tan complejo evento en manos de sus hijas sin dirigirlas, la mostraba con una fuerza extraordinaria, y supo perfectamente aprovecharlo. ¿Qué otra de ellas era tan poderosa que podía pedir el favor de Lolth a través de sacerdotisas menores y tener éxito?

Siempre y cuando tuvieran éxito, claro.

No podían dejar de pensar en ello mientras ejecutaban el ritual, abriendo pechos y abdómenes entre bailes sensuales y orgiásticos, en medio de una humareda de hierbas intoxicantes y luces mágicas estroboscópicas, agitándose entre las patas de arañas del tamaño de elefantes.

No podían estar seguras de cómo estaba yendo el ritual, pues no sólo dependía de su ejecución, sino también del humor voluble de la diosa y sus planes inescrutables.

Cuando con un trueno y una explosión de humo de olor acre se formó la silueta difusa, flácida y amorfa de una doncella de Lolth, todo se paró, el ruido, la música, los corazones de Triel y Elyndra, al menos por un segundo. Todo salvo los últimos gritos de agonía.

Las arañas se retiraron mientras la yochlol avanzaba hacia ellas y su círculo de cadáveres y moribundos. Los nervios las consumían, hasta estar a punto de olvidarse de arrodillarse y bajar la cabeza. Entonces, la doncella de la diosa estiró sus tentáculos pseudópodos en dirección a los agonizantes más cercanos y las sacerdotisas.

Los moribundos fueron alzados por el aire en dirección a la boca central y gigantesca de la criatura abisal, mientras las drow eran acariciadas con suavidad por el legamoso tentáculo. Cuando por fin abrieron los ojos y se alzaron la monstruosidad informe había tomado el aspecto de una drow tan soberbiamente hermosa que hacía palidecer la belleza de ambas hermanas.

En una explosión de vítores, gritos y música, la festividad volvió al ritual. Y con ella volvió a aumentar el volumen de los gritos de los moribundos.

Acción de Yasidl (PNJtizada). 

Acción y Resolución

Viendo que el mago seguía decidido a atacar a la Casa Rilynduis, con virulencia incluso, la Maestra de armas decidió seguir investigando las tierras de aquellos rivales, en particular las cuevas dónde tenían el templo y el mercado, dado que era el objetivo de los ataques inmediatos. Nunca se podía saber suficiente y apenas habían empezado a rascar la superficie, a pesar de que Leithan ya estaba lanzando ataques.

Pudo notar que la gente estaba más activa y atenta. Seguramente las preguntas que habían estado haciendo y la vigilancia continua durante meses les empezaban a escamar, pero ella tenía capacidad de sobra para tan básico trabajo. Cierto era que no había mejorado en absoluto, seguía siendo tedioso y cansino.

Durante los meses que dedicó a seguir paseando pudo notar la enorme cantidad de orcos y goblins que parecían no estar a la venta y, de hecho, vagaban en grupos numerosos por toda la cueva, custodiando a los demás esclavos, a veces incluso con armas. Siempre había drows de la Casa Rilynduis cerca de ellos, o incluso dirigiéndoles, pero era obvio que no eran simples esclavos, sino unidades militares. 

-"Patético" - pensó Yasidl, que como buena maestra de armas, no concebía usar otra que drow como soldados.

También pudo fijarse, antes de que el cambio de estación reclamase nuevas reuniones del consejo y adaptar estrategias, que un bloque de viviendas importante, quizás el más importante de los hallados alrededor del mercado parecía albergar exclusivamente sirvientes Rilynduis, no era tan importante como la zona residencial que ellos mantenían en su estalactita, pero estaba lejos de poderse considerar "unas cuantas casas".