Partida Rol por web

PRIMERA ESTACIÓN.

Acción de Yasidl. 

Resolución

Yasidl miró a Triel y Elyndra tras las palabras de Leithan, viendo en cara de las Hijas de la Matrona que también parecían a favor de esa opción, se encogió de hombros. Un gesto vago que no dejaba claro qué había decidido. Pero, en cualquier caso, haría lo que le habían sugerido. No tenía sentido remar sola en una dirección mientras el resto lo hacía en otra.

Además aquello era más fácil, aunque también más aburrido. Se dispuso a pasar largos días en las tabernas de aquel lugar, observando las idas y venidas, mirando qué insignias llevaba la gente y dónde entraba a pasar la noche o comer. Y qué tropas salían de la muralla que cerraba el acceso al palacio de la Casa del látigo.

Su trabajo tedioso y poco vistoso tuvo, a cambio, un éxito extraordinario. No tardó en comprobar que un pequeño arroyo recorría buena parte del territorio que la Casa controlaba de forma más o menos directa, un elemento que no daba mayor valor a aquella tierra, pues el agua era un bien valioso en la elevada plataforma central. 

Pudo comprobar que algunas de las personas que llevaban símbolos menores de la Casa del látigo, tras acabar sus turnos de trabajo se quedaban en casas dispersas de la zona. Desde luego no parecían contar con un complejo como el de su propia Casa, pero sí tenían suficientes casas para establecer el control.

Aguzando la vista y gracias a la levitación que le concedía su propio símbolo de la Casa, pues al no nacer de Matrona no podía hacerlo de forma natural, se dio cuenta que el pequeño espacio de cueva que quedaba entre la muralla y el techo estaba patrullado por jinetes de lagarto, que vigilaban desde la ventaja de la altura el suelo de la caverna, aprovechando la débil iluminación ornamental violácea para controlar la región. Como era habitual en las unidades de vigilancia, no estaban demasiado blindados ni tenían lanzas pesadas, pero sí tenían arcos o ballestas.

Lo que más tardo en conseguir ver, fueron maniobras militares. Eran inevitable, si se observaba el tiempo suficiente, que se vieran esas cosas. Antes o después todas las Casas tenían que enviar sus fuerzas a misiones en beneficio de la ciudad, como patrullar túneles o pacificar regiones. Y la 12ª Casa no era una excepción. Yasidl estaba casi segura que sólo había dos unidades allí acantonadas, en parte porque no cabían más en su edificio, a menos que contase con barracones subterráneos. Una era otra unidad de Caballería, la restante era una unidad de tiradores.