Partida Rol por web

Eric se pone rígido, como un soldado en posición de firmes.

- De acuerdo, iré a buscar a Alex - dice con gesto de fastidio. - Aunque como sea tan útil como durante la entrevista que tuve con él esta mañana, me temo que no podrá aportar mucha información.

Volviéndose hacia su cuñada, le dice.

- Biza, si te ponen algún problema para acceder a ver a Rhenar pregunta por Balder, es el jefe de la investigación y compañero mío en los S... - se interrumpe bruscamente - Soldados, en el Gremio de Soldados. Si le dices que vas de mi parte, te dejará pasar. Ahora, si me disculpan - termina con una leve reverencia antes de darse la vuelta y dirigirse hacia la salida de la plaza.

Ya hace un rato que pasó el mediodía cuando al fin salís de la Plaza del Consejo, dejando a Zorya esperando el final de la reunión. Los curiosos os siguen con la mirada mientras caminais, lo que os hace sentir incómodas. Además, hace ya rato que deberíais haber comido algo, pero los acontecimientos de la mañana apenas os han dejado tiempo para pensar en vuestros estómagos.

Os despedís una vez habéis llegado a la calle. Biza se dirige hacia el Hospital del Gremio de los Físicos mientras que Ilsa y Diana comienzan a caminar hacia la mansión Svletan.

Dejando atrás la Plaza del Consejo, caminas por las calles de los barrios centrales en dirección al Hospital. El Gremio de los Físicos no es el más influyente, pero cuando pidieron al Consejo que financiasen un lugar donde poder centralizar la sanidad nadie se lo discutió. Así, junto al edificio del Gremio se alza otra imponente construcción. El hospital es utilizado por los médicos para enseñar a los jóvenes aprendices y en él se trata a gran número de enfermos de Uldnacht y alrededores. Por supuesto, si el paciente tiene dinero o su Gremio se hace cargo de su tratamiento, recibirá la atención de los miembros de más alto rango del Gremio, si no es así... Bueno, se puede considerar afortunado si le permiten el acceso al edificio.

No te resulta difícil encontrar la habitación en la que han internado a Rhenar. Siguiendo las precipitadas indicaciones de un médico que parecía no tener mucho tiempo para entretenerse, llegas hasta ella sin ningún problema. Hay un guardia en la puerta exterior, que no te pone ninguna pega al entrar en cuanto ve el símbolo de tu Gremio. Supones que más de un compañero ha pasado por aquí para informarse sobre el estado del oficial, pues es un miembro bastante apreciado del Gremio de Eruditos.

En el interior de la habitación hay otro guardia, sentado en una esquina y un maestro de tu Gremio en pie junto a Rhenar y una mujer con el pelo recogido en una trenza, mostrando orgullosa el emblema de maestra del Gremio de Físicos en su hombro izquierdo.

- Buenas tardes.- dijo algo sorprendida pues no esperaba ver tanta gente allí. Saludó con un gesto de cortesía a su superior -¿Como está?.- no dirigió la pregunta a nadie en especial pero se acercó hasta la cama donde descansaba Rhenar para ver por ella misma comos e encontraba éste

Ilsa se acerca a la via esperando un carruaje que le acerque a su casa, mientras va rumiando cómo decir lo que le toca ahora de la mejor forma posible:

-Lo siento Diana, no deseo ofenderte, pero tendrás que seguirme; mi casa no está cerca. Espero que entiendas nuestra posición y el riesgo que corremos por tu testimonio, así como la extrema gratitud que te guardamos. Serás atendida como te mereces, no te quepa duda. Al fin y al cabo, -termina Ilsa aleteando suavemente y dejando que una de sus alas se pose sobre su hombros, como si una criatura viva se tratase,- no somos tan diferentes.

La centauro refunfuño al oir que tendria que ir andando hasta la casa. No era que no le gustaba ir a pie, sino las leyes y las clases sociales que tenian en Uldhom. En momentos como esos deseaba volver a casa, donde alli la admiraban por ser distinta de los demas. Alli era un privilegio ser una soldado, aunque simplemente fueras una recluta.

Al sentir el ala de Ilsa posarse sobre sus hombros, le recorrio un escalofrio y se aparto.

-Pero a ti no te tratan como un monstruo.-respondio hostilmente, pero sus ojos notaban tristeza.

-Entiendo lo que quieres decir. No obstante, Uldholm es la única nación donde en razón del nacimiento no estamos condenados a una forma de vida anodina y rutinaria. Y como todas, no carece de miserias. Ahora luchamos contra la más execrable de todas, que es la corrupción de las sagradas instituciones por unos los espúreos intereses de algunos. Pero con tu ayuda saldremos adelante. Espero que algún día veas la gratitud de los mios hacia ti, aunque como bien sabes, las mejores acciones suelen permanecer ocultas a los ojos de la multitud.

Ilsa se detiene en la avenida esperando algún carruaje que pueda llevarla a casa, y pensando seriamente en salir volando.

-Otro asunto es encontrar una calesa vacía a estas horas, ¡por el Perro!

El maestro del Gremio inclina la cabeza hacia ti, en un gesto de saludo y reconocimiento. Recuerdas haber asistido a alguna charla suya sobre magia de combate, aunque te sorprende que te recuerde. Devuelves el saludo y te fijas en el resto de los presentes.

La médico que le está atendiendo se vuelve hacia ti, con un gesto compasivo en su mirada.

- Está estable, que no es poco - dice con voz preocupada mientras bordea la cama para acercarse a ti. - Estuvo en coma hasta hace apenas unas horas. Hubo un momento en el que despertó y empezó a balbucear, pero se sumió nuevamente en la insconciencia. Sin embargo, el hecho de que despertase, aunque temporalmente, es una buena señal.

Te pone la mano en el brazo, sonriendo comprensiva.

- ¿Es amigo tuyo? - pregunta.

El guardia permanece sentado en su silla, tranquilo y sin apenas inmutarse por tu llegada.

-Sí.- respondió al medico aunque tampoco estaba segura de que su relación con Rhenar pudiera llamarse de amistad. -¿Como está?.- se interesó por su salud sintiendose algo culpable. Despues de todo quizás pudo hacer algo más la noche anterior.

-¿Se recuperará?.- recordó cual era el objetivo de su visita. Era fundamental extraer alguna información de Rhenar que ayudara a resolver las dudas que tan repentinamente se habían erguido sobre la ciudad.

Teneis que esperar un poco hasta que pasa un carruaje que pueda llevar a Ilsa hasta su casa. Diana les sigue detrás, suscitando las miradas de todos los que pasean por los Barrios Centrales. Al cabo de no mucho tiempo llegais a la mansión Svetlan.

El edificio es bastante impresionante. La familia de Ilsa ha estado tradicionalmente formada por grandes arquitectos y miembros del Gremio de Masones, y se nota que el edificio fue diseñado con todo el esmero del que fueron capaces. La novedosa arquitectura de Uldholm se filtra de cada piedra, de cada relieve esculpido con esmero, dejando claro por qué estos edificios son la envidia de los constructores de otras naciones.

Ilsa baja de la calesa y paga al conductor, reuniéndose con Diana antes de dirigirse a la entrada.

La puerta principal se abre antes de que lleguéis a ella.

- Señora, os he estado buscando todo el día - la mujer se dirige a Ilsa con el tono familiar de un viejo sirviente. - Supongo que Stepjan ya os habrá conta... - de repente su mirada se clava en Diana. Sus ojos se abren como platos, mucho más de lo que resulta educado y se ponen en blanco mientras Irina se sujeta del manillar de la puerta para no perder el equilibrio.

Tras reponerse, mira a Ilsa con expresión severa.

- ¡Señora! ¡Esto es demasiado incluso para usted! ¡Sabía que anoche no debíamos haberla dejado sola!

El tono de la sirvienta es el mismo que el de una madre que regaña a su hijo desobediente.

Ilsa sonríe ampliamente al observar la reacción de su sirvienta y pone la mueca más pícara que puede. Y no pudiendo reprimir una cierta maldad interior dice:

-Ya hablaremos de aquellos fieles sirvientes que abandonan a su pobre señora a las primeras de cambio en una noche oscura...

Iba a añadir algo, pero logra silenciar la malicia y dar paso a las urgencias más perentorias. Ilsa se gira inmediatamente y observa las... pezuñas de su acompañante, volviéndose hacia su fiel asistenta añade:

-Le presento a Irina, está a su entera disposición. Irina, ella es la Dama Diana, y está invitada a permanecer aquí hasta que se resuelvan algunos problemas, ¿comprendido? Bien. Si me permite, Diana, voy a ponerme algo más cómo mientras esperamos. Al fin y al cabo, esta no es mi ropa... -señala mirando acusadoramente a Irina. -Le dejo con ella a su entera disposición.

Se dirige a las escaleras ignoranto el rostro aterrado de su sirvienta mientras añade: ¿Y Stepjan?

La sirvienta de Ilsa se queda mirándote con la boca abierta y expresión asustada. Sin embargo, no tarda en recomponer su expresión y ocultar su sorpresa tras una máscara de profesionalidad. Con una leve reverencia, se hace a un lado mientras sujeta la puerta.

- Por favor, Dama Diana, pase - dice cortesmente. Entras en la casa e Irina no puede evitar un gesto horrorizado mientras tus cascos golpean los delicados suelos de madera de la mansión Svetlan.

En cuanto terminas de entrar en la casa, la sirvienta cierra la puerta con premura, mirando a los lados como si estuviese preocupada por que alguien te hubiese visto adentrarte en la mansión.

- Pase por aquí por favor - dice señalando una alfombra en el suelo. Al fin y al cabo, es más fácil reponer una alfombra que arreglar la madera.

Te guía por un pasillo hasta una sala de estar y de forma automática señala un sillón diciendo - Tome asiento... - Se da cuenta de su error en cuanto concluye la frase, pero agita la cabeza sin saber cómo reacciónar. - ¿Desea tomar algo? - pregunta echándose a un lado para que puedas colocarte como mejor desees.

Escuchas las voces de Irina y Diana mientras subes por las escaleras.

- Estoy aquí, señora - dice Stepjan saliendo a tu encuentro. - Volví a casa tras localizar a Lady Blenn, como me había pedido, pero usted ya se había ido.

Te acompaña a tus aposentos y abre tu armario.

- ¿Qué vestido desea ponerse? - pregunta mientras te mira. Al cabo de un momento, sonríe con expresión pícara. - Irina suena alterada en el piso de abajo... ¿Qué está ocurriendo allí, señora Svetlana?

Sonríe con la simpatía de alguien que está acostumbrado a tratar con familiares y amigos de los enfermos.

- Es pronto para decirlo - dice con seriedad. - El hecho de que despertase antes parece una buena señal, pero los efectos de una herida de esas dimensiones en la cabeza son cuanto menos, imprevisibles.

Mira hacia el paciente y se inclina para ajustar ligeramente el vendaje que le cubre la cabeza.

-Entiendo.- seguró Biza asintiendo con la cabeza - ¿Como fue?. Quiero decir ¿Que tipo de herida ha sufrido?.- se explicó la aprendiz con la idea de indagar un poco sobre las causas del ataque nocturno

Su semblante adquiere una expresión seria.

- La herida fue causada por un arma blanca - su gesto de disgusto evidencia su desprecio por ese tipo de instrumentos, - probablemente una espada. Por la profundidad de la herida sabemos que o bien la hoja estaba tremendamente afilada o el golpe fue realizado con una fuerza impresionante... o ambas cosas.

Se mueve, algo intranquila por la habitación y, al fijarse en tu arma, acentúa su gesto de desagrado.

- Al parecer fue asaltado en los Barrios Medios en plena noche y sus hechizos no sirvieron para protegerle. Tiene suerte de estar con vida, aunque no me extrañaría que sus atacantes le dejasen por muerto en medio de la calle.

El guardia de la habitación levanta la cabeza para escuchar el relato, más interesado por el tema de la agresión que por los detalles médicos que ha estado contando hasta ahora.