Partida Rol por web

El Rey Sombra tuerce la sonrisa con que había acabado su última frase... parece que el don de no caerle bien a nadie le acompañará por el resto de sus días. Que espera superen como mínimo el próximo amanecer. Pero como uno no puede estar seguro de nada en este mundo, mejor será tomar algunas precauciones.

- ¿Qué tal si me proporcionas algo que pudiera aprovechar como arma, por si acabo necesitándolo? -propone a su abogada- Cualquier cosa afilada, un abrecartas, un cuchillo de mondar fruta... como ya me han registrado antes de entrar aquí, no creo que vuelvan a hacerlo... piensa que los calabozos no son el lugar más recomendable del mundo -alza las cejas y fuerza una nueva sonrisa- ¡Esto está lleno de criminales!

La mujer sonríe ligeramente mientras se levanta.

- Me temo que yo no voy armada ahora mismo, señor Ledoma - se excusa. - Los Barrios Centrales son suficientemente seguros y normalmente cuento con protección. Sin embargo, contaba con poderle traer un par de dagas cuando venga a buscarle mañana. Por lo que tengo entendido son sus segundas armas predilectas.

Se queda parada un momento.

- Lo que me recuerda, ¿qué ha hecho con sus venenos? - dice. - Asumo que el plan de ese Jackson era forzarte a atacarle para que te detuviesen y los encontrasen. Por lo que tengo entendido, la mera posesión de alguno de esos brebajes está penada con la muerte, ¿no es así?

Oligis tuerce todavía más el gesto al contestar...

- Bueno, algunos aspectos de la legislación tal vez sean excesivamente puntillosos con respecto a determinadas substancias -ironiza restándole importancia- Pero lo importante es que me deshice del material a tiempo, aprovechando una distracción muy oportuna que debo agradecerle a Merak, ese Maestro Lenguatormentas que parece no llevarse del todo bien con Ilsa Svletana...

Alza una ceja, cuestionándose de pronto algo que en su momento dio por seguro. Pero esa costumbre está demostrando ser a veces demasiado aventurada... y por tanto un hábito que haría bien en corregir, o como mínimo tomarse la molestia en corroborar ciertas presunciones iniciales a veces algo precipitadas.

- Por cierto... ¿me equivoco al imaginar que Merak está también asociado con vosotros?

El cúmulo de contradicciones se acumulaba de tal modo en su mente que le resultaba imposible pensar con claridad quién era amigo o enemigo. La realidad es que ambos estaban por ahora en los calabozos de la guardia. Jackson era incapaz de ver en Ilsa a una aliada, más allá de información dispersa, pues anteponía su liderazgo en una estructura de gremios, que él despreciaba, a las posiblidades reales de conseguir algo positivo. Esa información era suficiente para ella. Evidentemente no podía darle ninguna confianza, pero tampoco confiaba en Ledoma. Esos malditos asesinos jugaban con ella de cualquier modo, y resultaba difícil desetrañar su oscuro propósito.

Lo cierto es que es posible que Jackson tuviese razón en lo concerniente a la inestabilidad que podían llegar a generar los gremios en su búsqueda de poder. No obstante, aquí se trataba de una cuestión de honor. Una sociedad equilibrada por asesinos era una idea intolerable para Ilsa, de modo que de ningún modo podía sentir afinidad por Jackson y su gente... u Oligis y la suya. En tal caso no cabía duda de que Asceltis buscaba lo mismo. La cuestión es qué buscaba Merak, y cómo pretendía mantener controlada a la propia Asceltis, o a Merak.

-Alder está intentando recuperar su poder como danzallamas. No sé si tuvo relación con tu gente -pues ya no estaba dispuesta a denominarlo "gremio" en presencia de Jackson- la pérdida de sus capacidades, lo que me extraña es que teniendo tanto en común seais rivales tan acérrimos. -Quizá precisamente por eso. Si el poder de Uldholm está en posesión de este "gremio" y alguien lograra usurparlo, sería virtualmente el dueño del país. Tal posibilidad dejó gélida a la hechicera.

Emma levanta una ceja, intersada.

- ¿Merak? - pregunta con media sonrisa en su rostro. - Ciertamente, Asceltis está poniendo toda la carne en el asador si ha llamado al hechicero. - Se queda un momento pensando, en silencio. - Aunque por lo que sé, lleva bastante tiempo vigilando a Ilsa y el hospital, lo que nos ha proporcionado información bastante útil hasta el momento - dice, casi más para si misma que para ti - así que tal vez haya decidido actuar por su cuenta para echarte una mano en detrimento de su rival. - La relación tirante entre Ilsa y Merak es completamente pública, al menos desde el momento en el que ambos empezaron a optar a la misma silla del consejo.

Las palabras de la abogada son suficientes para confirmar que el hechicero colabora también con ellos. Parece tener sentido que, si los asesinos apoyaban a la maestra Svletana, Asceltis se decante por su rival. Sin embargo, hasta el momento ninguno de los dos parece haber dado muestras de ser demasiado relevante para los objetivos de la mujer.

- En fin, señor Ledoma, como le decía, mañana al amanecer vendremos a recogerle... - dice justo antes de darse la vuelta hacia la puerta. - Intente mantenerse con vida hasta entonces - añade mientras se aleja.

La puerta se cierra unos segundos después de que Emma salga del pasillo de celdas y tragas saliva, pensando en la situación tan distinta con respecto a la última noche que pasaste en el calabozo, cuando intentabas interrogar a una mujer-caballo dindavara.

Jackson se queda parado un momento con el ceño fruncido.

- Como le he dicho, le tatuaron en la Frontera. Nada tuvo que ver con mi gente... - dice pensativo. Por un momento, su tono sarcástico parece haber desaparecido. - Pero si consigue recuperar sus antiguos poderes, toda la ciudad estará en peligro... Ese hombre está sediento de venganza, además de completamente loco. Si vuelve a controlar el fuego, tu gente debería empezar a preocuparse.

Notas como aprieta la mandíbula, preocupado.

- Si me disculpa ahora, maestra, tengo asuntos importantes que atender... - Por una vez, no notas el desprecio al referirse a ti por tu título.

Casi bruscamente, se da la vueta y se dirige hacia el guardia con el que estaba hablando. No llegas a escuchar sus palabras, aunque no parece tener mucha intención de permitir que dejen suelto a Ledoma.

Justo en este momento, se abre la puerta de la prisión y vuelve a aparecer Emma.

Las mismas palabras de Jackson en lo alto del hospital resuenan en su cabeza...

De cualquier forma, si yo quisiera acabar con ese hechicero y con tu tela de araña, atentaría directamente contra el edificio al completo.

La clase de loco que quiere acabar con un hombre sin importarle las consecuencias, que quiere asesinar a alguien pero carece de las habilidades para hacerlo sin ser detectado. La clase de loco que yo no dejaría actuar aquí.

¿Era Jackson amigo o enemigo? De algún modo en Uldnach esos conceptos había perdido su validez. Solo había una inmensa zona intermedia. Peter Novak había muerto, según le había dicho Jackson, de modo que el chambelán, entendía ella, era un agente de los asesinos, y además uno de renombre. Y Oligis estaba encerrado. Ahora mismo Ilsa creía que era lo mejor que podía ocurrir. Su plan original respecto a Oligis se había torcido. Ilsa lo tenía claro ahora, debía regresar a la sede del gremio y exponer lo ocurrido con Jezzabel. Su testimonio afectaba al Alder, que ya no podía ser considerado como un mero hechicero, sino como un criminal peligroso. Ella era testigo. Y luego estaba la necesidad de conseguir alguna prueba que involucrara a Merak con Asceltis. Merak. Siempre revoloteando detrás de todo. Sus intenciones se le escapaban. Lo cierto es que ahora, con los asesinos mermados, sus posibilidades de acceder al Consejo se veían muy mermadas. Había jugado a esa carta, y ahora estaba perdiendo el juego. No obstante, los méritos de Merak era escasos y ella debía hacer valer su victoria (un niño muerto como Alex no podía competir con una hechicera salvada con vida de los brazos de un loco).

-Hola Emma, decidme, qué ocurrirá con Oligis. Debo marcharme a todo volar. -Dijo con un leve aleteo de sus alas y sintiéndose ya incómoda con esa ropa, que exigía un cambio. Pero ahora no había tiempo para esas cosas.

La mujer se encoge de hombros y mira hacia Jackson un momento.

- De momento hay poco que pueda hacer. Esta noche me temo que la pasará entre rejas, aunque mañana podré preparar algún tipo de alegato para sacarle de aquí a primera hora...

Niega con la cabeza. Las leyes están bastante desarrolladas en Uldholm, pero la guardia sigue teniendo mucho más poder del que le gustaría a la abogada. En su opinión probablemente sean los "últimos resquicios de la era feudal en la que sigue sumido el resto de Heluso".

- En fin, si me disculpa, maestra, tengo que retirarme. Hay mucho trabajo que hacer si queremos que el señor Ledoma salga libre lo antes posible...

Se despide con un educado gesto de cabeza y se dirige hacia la salida. No tardas demasiado en seguirla y descubres casi con desesperación que no queda demasiado para el atardecer. Si quieres organizar a las Górgonas y hablar con alguien en el Gremio, deberías hacerlo con celeridad.

Ilsa se piensa salir en pos de Irina para tratar de reterner todavía más a Oligis. No obstante, por ahora no hay tiempo para más. Apremiada por el atardecer, sale volando a toda prisa hacia la sede del gremio, al menos para tratar de organizar un evento para mañana y, tal vez, para indagar algo más acerca de la muerte de Novak. De algún modo siente que la situación se está desbordando, de modo que cierta precipitación acelera sus acciones.

Mientras vuela va tratando de organizar su cabeza, sin certidumbre de ningún tipo. No obstante, se aferra a la figura de Jezzabel como la única certeza de que dispone en este instante y que, por tanto, ha de explotar a cualquier precio.

Las horas pasan sin que nada ocurra, pero eso no consigue que te relajes en absoluto. El más mínimo ruido hace que te levantes bruscamente, temiéndote lo peor. Si Asceltis realmente quiere que llegues hasta mañana, no parece que Emma haya tomado la decisión correcta dejándote aquí, donde la Mano puede alcanzarte sin que tengas la más mínima oportunidad para enfrentarte a él.

Sin embargo, o bien el asesino desconoce tu localización, cosa que no parece probable dado que uno de sus discípulos es quien te ha encerrado aquí, o está demasiado malherido como para plantearse un enfrentamiento contigo, o con nadie.

Encuentras un lugar en tu celda oculto a las ventanas del resto de la prisión y te tumbas allí para prevenir la posibilidad de quedarte dormido en un lugar donde te puedan ver desde el exterior. Sabes que la puerta principal a la sala de guardias hace el suficiente ruido mientras abren los distintos candados como para despertarte, así que te permites el lujo de dormitar de vez en cuando. Después de todo, mañana vas a necesitar estar fresco sea cual sea el curso de acción que decidas tomar.

La partida continúa en la escena siguiente:
Sin Rostro

Llegas al gremio y te diriges directamente a las estancias del consejero Christian. Uno de los danzallamas que normalmente se encargan de realizar la vigilancia del edificio está junto a la puerta. Te saluda con una inclinación de cabeza al reconocerte y te deja pasar sin ningún comentario.

Llamas a la puerta y la voz de Christian te hace pasar. Cuando entras, ves que se encuentra junto a la hechicera que rescatásteis y parece haberser recuperado rápidamente del shock de su secuestro. La chica te mira y se levanta dirigiéndose hacia ti.

- Maestra Svletana - dice con voz mucho más tranquila. - Creo que aún no he tenido la ocasión de agradecerle que me rescatara. Estoy en deuda con usted.

Te tiende la mano que no tardas en estrechar. A pesar de no encontrarse en su mejor forma física, la mujer sigue teniendo un fuerte apretón y las durezas de sus manos te recuerdan que hace no demasiado tiempo llevaba  una espada para acosar a vuestros enemigos truil desde el aire.

-Hechicera. -Dice con un elegante gesto de reconocimiento. -Disculpadme, pero he de comentaros algo. Puede que sea conveniente que Christian permanezca en su condición auditorio neutral de esta conversación. Y siempre podrá manifestar su opinión desinteresada sobre ella. -Dicho esto, Ilsa se sentó en la habitación.

-Jezzabel, la situación es extremadamente compleja. Uno de los maestros ha muerto inesperadamente y nos encontramos en pleno proceso de selección. Yo misma soy candidata -añade con un suspiro de cierto cansancio o tal vez de algo más-. Os mentiría si os dijera que no tengo un interés personal en lo que voy a pediros, pues.

Ilsa sentía cierta incomodidad por tener que pedirle a Jezzabel su implicación, estando herida, después de un calvario que le resultaba imposible imaginar. Tenía que medir muy bien sus palabras, pensó.

-La realidad es que hay otro candidato que están acumulando valedores. Mientras él se dedicaba a hacer política yo he estado ocupada en otros menesteres menos gratos pero para mi más importantes. Por ello, y por otro motivo que ahora conoceréis, debo pediros la posibilidad de una audiencia a los miembros del gremio en la que informemos de lo sucedido. No os ocultaré el beneficio personal que eso puede causarme y no os culparé si rehusáis debido a vuestro cansancio o hartazgo. Yo misma he pisado esas costas en alguna ocasión. -Dice, pese a que no sea completamente cierto.

-No obstante, entended que mis motivos personales ya están intrínsecamente unidos a los vuestros -su tono cambia, (premeditadamente o no ya no sería capaz de discernirlo, pues su naturaleza política se ha instalado en ella tal vez para siempre), hacia modulaciones más graves, sin duda más siniestras y oscuras-. Mi objetivo es detener al Alder. Consejero Christian, creo que ese hombre pretende anular el efecto que lo ata a su condición de Ironborne mediante esas piedras que ya Jezzabel padeció. Una vez hecho eso, presiento que su objetivo es vengarse de todos nosotros. Si por él fuera prendería fuego a toda la sede del gremio y no podemos descartar que sea su objetivo. Tal vez ese conjuto que robó de la biblioteca le sirva para conservar el efecto de los cristales sobre sí mismo, no lo sé todavía. Pero si su resentimiento es tan elevado como parece, temo que no se detendrá ante nada para eliminarnos. La cuestión es por qué dejó con vida a Jezzabel. Sin duda la mediación de Asceltis tuvo algo que ver. -Ilsa se detiene durante unos segundos, miles de agujas se acumulan en su estómago- Y, como ya os dije, uno de los nuestros parece involucrado con esa mujer.

Dicho esto Ilsa hace un descanso, escrutando los rostros de sus interlocutores con seriedad.

-Además, -agrega- me he enterado de que Peter Novak ha muerto. -Dice sin añadir más durante un momento mientras mira a Christian- El reguero de cadáveres arrasa la ciudad y estamos indefensos frente al poder de los barrios medios. O hacemos algo para inclinar la balanza o en breve seremos exterminados tal vez por un vago tradicionalismo o por un anarquismo desbocado. O por nuestros enemigos allende las fronteras.

La mujer asiente con solemnidad.

- Maestra, me salvasteis de mis captores y estoy en deuda con vos. Cualquier cosa que pueda hacer para ayudaros, contad conmigo, por supuesto.

Más tranquila que la última vez que os encontrasteis, parece recordar más detalles sobre su cautiverio.

- Asceltis. Esa mujer no mostró su rostro ni una sola vez desde que me llevaron a esa casa. Su relación con Alder parecía tirante, a pesar de que daba la impresión de tener la situación controlada. Pero de no haber estado ella allí, estoy segura de que el hechicero se habría deshecho de mí.

Escucha sobre el robo en la biblioteca y pregunta sobre el tema. Christian le explica que Alder entró allí para arrancar una página con un conjuro de la escuela del hueso de Hierro, una runa sencilla que potencia el físico de la gente.

- Espera, antes me habéis dicho que un sacerdote arrebató su poder a Alder como danzallamas tatuándole en la cabeza el hechizo de sintonización con su escuela, ¿no es así? - Sabes que el conjuro perdería su poder quitando el tatuaje, pero en el lugar donde lo lleva es sencillamente imposible que sobreviviese para hacerlo correctamente. - Cuando luchamos contra los truil, los danzallamas seguían bailando sus hechizos mientras nosotros caíamos, así que lo que quiera que usasen para cancelarlo, sólo afectaba a una escuela. Tal y como dice la maestra Svletana, Alder podría cancelar la magia de yronbone para sincronizarse con su antigua escuela de nuevo... ¿no?

La hipótesis encaja con las teorías que te estabas planteando y con los datos que tienes hasta el momento.

- Recuerdo que Alder practicaba constantemente dos bailes. Probablemente uno fuera el conjuro de sintonización. Pero... ¿cuál es el otro?

Ilsa permaneció silenciosa ante las últimas palabras de Asceltis. Era evidente que había una diferencia de criterio entre esa mujer y Alder. Tal vez ella trataba de controlarlo, pero sin duda sus objetivos divergían. Cómo se articulaba esa situación con la presencia de Merak, y con sus intereses ocultos.

No obstante, también alarmada en cierto modo por la ventaja que estaba ganando Merak en la elección al Consejo, sintió la urgencia de dedicar cierto tiempo a cuestiones de "palacio". La realidad es que se le acumulaban las tareas, pero en cierto modo ahora ambos objetivos (el de su propia supervivencia frente a los que se les enfrentaban, y la necesidad de alcanzar el Consejo frente a los intereses de Merak.

Te despides de los hechiceros y vuelves al pasillo. Stepjan te está esperando y le das instrucciones para que envíe a Cerberus. A pesar de todo lo que está ocurriendo en la ciudad en estos momentos, debes preocuparte también por qué va a ocurrir a largo plazo, así que dedicarás la tarde a hacer algo de campaña en el Gremio, aunque eso no signifique que tu gente se vaya a encargar de lo mismo.

Reunes un grupo de seguidores y vas a uno de los lugares públicos del edificio, donde más de un compañero agradece por fin poder escuchar tus opiniones políticas para el Gremio de Eruditos.

Ilsa tiene poco tiempo, de modo que suspira profundamente y se concentra con los ojos cerrados y las cejas bien fruncidas. La concentración interior dura muy poco, apenas mientras baja por las escaleras. Pero es suficiente para explotar en una sonrisa exultante y sin mácula, capaz de esconder cualquier emoción auténtica. Y pone todo su ingenio y habilidad en exponer su candidatura a los presentes, ansiosos como buitres por probar la sangre, por morder la carne y devorar a cualquiera que sientan que no los valora en lo que merecen. Ese es el juego de la política, del que Ilsa no puede negar haber participado, porque ese es el juego. De algún modo, todo aquello que había constituido parte de su vida tanto tiempo, se había transformado en algo detestable. Todo aquello por lo que había luchado tanto tiempo, desde que sus padres se retiraran a las provincias tiempo atrás, había consistido en tratar de lograr el objetivo que hoy defendía ante los suyos. Pero nunca se había sentido más lejos de él, tan necesitada, pero sin ningún deseo. De algún modo todos los acontecimientos que vividos habían transformado sus ambiciones. Y si bien en un principio, junto a Jackson, no dejó de haber un cierto elemento de vanidad en sus palabras, en esta última conversación ya solo quedaba una cáscara de aquella Ilsa.

Todo aquello, a pesar de todo, no emergió de su interior. Su máscara perfecta dialogaba con sutileza sobre los beneficios de su candidatura frente a la de un Merak que no pisaba la capital, que desconocía las circunstancias de los gremios y que solo podía ver desde una escuela lo que ella vivía desde hacía años en la ciudad con los suyos. Cualquier mención a su antigua relación se cortaba rápidamente con una sonrisa y otro tema. Todas la flechas hieren. La última mata. Pensó, mientras departía amistosamente, con gestos corteses y risa zalamera. Mientras se jugaba la vida en ello.

La gente de tu gremio no tarda en aproximarse a ti. Tu gran carisma hace que no te suponga ningún esfuerzo captar su atención, a pesar de que tu discurso está ligeramente fuera de sus preocupaciones más inminentes, puesto que los últimos días no has tenido tiempo para prestar atención a nada que no fuera lo que parece un complot entre Asceltis, Alder, el Rey Sombra y todo lo demás.

Además, aún te cuesta centrarte en la campaña sabiendo todo lo que está ocurriendo en la ciudad, por lo que parte de tu cerebro sigue pensando en lo que está ocurriendo ahí fuera, por mucho que el puesto en el Consejo sea una de tus máximas prioridades ahora mismo.