Partida Rol por web

-Si, era romano, a veces tienden a propasarse con las esclavas, cómo si estar en esa posición les diera el derecho a hacerlo, malditos cretinos-

En ese momento, pensó que hubiera sido la mejor opción, de haberse presentado podría haber puesto en su lugar al guardia y a todos los malditos abusivos.

 -Tal vez no me llamaron por que creyeron tener la situación bajo control, más tu debes aprovechar la actitud salvaje de la germana, la disciplina de la griega, y la... bueno no se que puede aportar la egipcia, sacar provecho de sus capacidades, unirlas bajo tu mando te dará ventaja en las luchas que vendrán-

No sabia porque, pero de alguna forma confiaba en la capacidad de liderazgo de la mujer.

-Disculpas si mi pregunta puede molestar, pero, ¿Cómo es que terminaste aquí?

Livia suspira y tuerce el gesto: 

-Un romano es un romano, y Soenya es una esclava.- dice cortante como si no admitiera réplica a este respecto.- Dudo que trataran de sobrepasarse, en mi caso el baño no fue solo con los soldados, también estaba una sirvienta de la dómina y me imagino que en su caso sería igual. Estoy segura de que a todas nos dieron la oportunidad de colaborar y de lavarnos nosotras mismas, fue un regalo que la dómina dispusiera agua caliente y cosméticos para nosotras...- sin ganas de llegar aún a la arena, Livia se apoya en la pared y se cruza de brazos mirando a ambos lados del pasillo- está claro que no se hizo la miel para boca del asno...- añade con una sonrisa sesgada- La dómina me ha nombrado, extraoficialmente, líder de las gladiadoras, supongo que por el hecho de ser romana y entender las costumbres locales. Pero mayormente creo que este cargo me va a reportar más problemas que beneficios, pues si no consigo hacerme con el respeto de esas mujeres, sus errores serán los míos y sufriré sus castigos ante sus faltas. Ojala supiera hacerme respetar como tú...- lamenta en tono quedo y pensativo con la mirada en el suelo-  he probado a cumplir, he probado a desafiarte y aun así no siento que pueda hacerme su líder o que vayan a ver que me interesa lo mejor para ellas, aunque sólo sea porque así yo viviré más tranquila...pero bueno, supongo que si no consigo su obediencia, tal vez pueda conseguir su respeto algún día. - hace una pausa, pensando sobre la última pregunta del doctore y entonces los tics de la romana se hacen un poco mas exagerados, sacude un pie, se cruje los nudillos, se coloca la coleta y carraspea, parecía dudar entre si responder o no a su pregunta.

-Ya te lo dije...mi marido degolló a mi hijo...mientras los guardias me sujetaban. Luego cuando fue el cambio de guardia, yo le atravesé a él el estomago con una lanza mientras dormía. Bien sabes lo que tarde en morir un hombre con las tripas abiertas...pasó horas retorciéndose por la casa...los guardias empezaban la ronda por fuera, sabía que iban a tardar. No intenté huir...no tenía a donde ir. Mi familia política decidió que la mejor versión que podían contar era que yo me había vuelto loca y había matado a mi marido y a mi hijo...en los mercados me llamaban la asesina de niños...- realmente parecía que este punto en concreto le había dolido sobremanera.

-No te preocupes, serás una magnífica líder, la domina nunca se equivoca, y tu siempre muestras ser una persona adaptable y constante, eso dice mucho de ti-

Escuchó atentamente lo que decía la romana, habiendo soltado una risa suave pero encantadora, escuchó todo lo que era pronunciado por su boca, incluso fue muy indulgente con ella al permitir que se detuviera a un costado en la pared, por suerte no apareció nadie, y ahí estaban, solos los dos, en un principio se mostraba animado por lo que contaba, pero al responder su última pregunta, sintió que se le partía el corazón.

-Pudiste tomar la vida del asesino de tu hijo, un bastardo que no merecía ser padre, y que no merecía tener tan bella mujer cómo esposa-

Se acercó a ella, poniendo la mano izquierda suavemente en el mentón de ella, y la derecha a un costado. 

-Nunca te demostró amor ni siquiera cuándo estabas en su lecho, una verdadera lástima que nunca te supiera satisfacerte, solo buscaba satisfacerse a sí mismo-

Se acercó peligrosamente a sus labios, más estaba ahí para tentar, a la fortuna, por que de hecho, aquella indomable y desafiante mujer, generaba algo en su ser. 

-Si fuera tu esclavo, hace mucho tiempo me habría sometido a ti y a tu fuerza, siendo cómo la reencarnación de Diana, la diosa de la cacería-

El galo se sentía atraído por ella, y buscaba despertar ese deseo que había perdido por culpa del sufrimiento, alejándose lentamente de sus labios, buscando seducirla y recordarle los placeres de ser una mujer. 

En un primer momento, la romana se pone tensa, no esperando aquel contacto, su mirada tenía el mismo brillo asustado y huidizo que un venado que se siente repentinamente atrapado. Se pega más a la pared por puro instinto de superviviencia...Livia no había conocido el amor de otra manera que no fuera forzado y su cuerpo y su alma parecían querer protegerse de aquello.

Entonces llegaron las suaves y cálidas palabras del galo, y los ojos azules, claros y normalmente, fríos como el hielo se clavaron en los ojos del galo. Su respiración se aceleró y sus ojos bajaron, encontrándose con los labios del hombre. Por otro lado, su mano agarra que él tiene en su costado, con fuerza, no estaba claro si deseaba eternizar ese contacto o por contra quería huir. Probablemente ni ella lo había decidido.

Sin embargo tras unos segundos, Livia parecía dispuesta a ceder, su postura se relajó y casi parecía que acercaba su rostro al de él...apenas faltaron unos milimetros...pero entonces la romana se apartó, con miedo de nuevo en la mirada y giró la cara, poniendo la mano en el pecho del doctore:

-Yo...no...no puedo...- y parecía de nuevo asustada como un conejo en una red, demasiada asustada para huir, demasiado tensa para si quiera mirar a la cara del ex-gladiador. Pero ahora el galo podía entender...no le estaba rechazando por odio...ni por rencor. Livia tenía miedo.- lo...lo siento...- y parecía realmente sincera.

Su aspecto fue cambiando, incluso se sujetó de su mano, ara él no había mejor señal que esa, pero después la vió asustada, tensa, el galo no se safó pero luego puso esa misma mano en su pecho, deteniendole, con la mano que estaba apoyada en la pared, buscó la suya, eh hizo que sus dedos se entrelazaran.

Continuando con una caricia cálida en su mejilla, tratando de encontrar el camino a su mirada, sonriendo dulcemenre a la mujer, muy opuesto a la serenidad y disciplina que normalmente mostraba.

-Lo entiendo, no debes disculparte-

El hombre se acercó a su oído, para musitar unas suaves pequeñeces, buscando finalmente hacerla despertar. 

-Puedo someterme a ti en la intimidad y privacidad de tus aposentos si lo prefieres-

Al terminar aquello, sopló una ligera brisa de sus labios, para que está acaricie la piel del cuello de la fémina. 

Livia se remoja los labios con la lengua, pero no parece un acto seductor sino más bien nervioso, aunque se las arregla para componer una risita nerviosa:

-¿Aposentos dices? ¿Esas celdas contiguas que están pared con pared con las otras gladiadoras?- dice riendo un poco por lo bajo, aunque seguía nerviosa, incapaz de mantener la mirada al galo. - ...no...no es la falta de intimidad lo que me detiene...es que...no puedo...simplemente. Me vienen...recuerdos...yo...no se si estoy preparada para entregarme a un hombre de nuevo. Tengo...no puedo...por favor, déjame.- traga saliva y empuja un poco al galo para instarle a separarse de ella, incluso suelta su mano para cortar el contacto entre ellos. Es como si no pudiera pensar con Duilius tan cerca de ella.

Se quedó cerca un momento antes de separarse de ella, realmente había sufrido bastante y se notaba, su alma se defendía cerrando sus reacciones, cosas que darían una sutil satisfacción a una mujer, a ella le generaban rechazo.

-Lo bueno de ser el instructor, es que tengo mi propio cuarto alejado de las celdas-

Más cuándo ella le apartó, no fue el rechazo lo que le causó mal estar, fue verla aún con el pesar de sus acciones, colocó de nuevo la mano en su mejilla. 

-Quisiera tener el poder de arrancar esas memorias de tu mente, de liberarte del sufrimiento de la pérdida, de borrar cada cicatriz causada a tu cuerpo y alma, más solo puedo ser aquel que te enseñe e instruya en no permitir que los acontecimientos se repitan-

Retiró su mano no sin antes dejar una caricia gentil en la mejilla, valorandola. 

El doctore se sonrojó un poco, pero no dejó de mirarla, quería una respuesta, tan solo que perdiera el miedo y pronunciara su verdadero nombre. 

Pareció relajarse notoriamente al apartarse un poco el galo. Realmente no parecía dueña de su cuerpo cuando Duilius se acercaba tanto. Podía notar que su mente y su cuerpo y su alma tiraban cada uno en una dirección y eso la estaba partiendo por dentro, pero si el doctore se apartaba podía volver a pensar con claridad:

-Y a mí me gustaría que pudieras... creo que...no se lo que siente mi ser contigo, galo. Es algo que nunca había sentido antes y no esperaba que fuera a sentirlo por...bueno...por un extranjero.- empieza a confesar, como si el fruto de sus reflexiones en la celda empezara a brotar de ella y nada pudiera detenerlo-  pero... necesito...necesito algo de tiempo. Necesito confiar en ti. Y conocerte. ¿Lo entiendes...Kellan?- dijo con voz trémula alzando la vista para mirarle cuando pronunció su nombre. Su mano toma la de él y la aprieta un poco afectuosamente antes de retirarla de su rostro, despacio, como si en realidad le doliera no poder disfrutar de su contacto.- me darás...¿me darás ese tiempo?- pregunta Livia, insistiendo en este punto con un tono casi...suplicante en la voz.

En verdad su corazón se sentía enternecido por las palabras de la mujer, su respuesta fue clara, una vez ella terminó de pronunciar tales bellas palabras. 

-Tendrás... El tiempo que necesites, el que tu decidas, yo a guardaré paciente cuándo desees mi compañía y atención-

Dijo a Livia, entendiendo que debía darle su espacio, pero que no cesaría en buscarla, un segundo después de que ella suelta su mano, el la vuelve a sujetar, con cuidado, levantando la mano de la fémina para besarla con delicadeza. 

La instrucción recibida cómo esclavo de cama hace una vida había resultado ser muy efectiva en su obrar. 

-Sin duda es cierto lo que dicen de los hombres de vuestra tierra...- dice Livia con una sonrisa relajada y negando con la cabeza con una expresión de falso regaño-  que sois unos galanes sin remedio, tercos como mulas y pasionales como corceles.- dice sabiendo que tales palabras sólo henchirán el pecho de galo, quizás demasiado asi que se apresura a darle una "pullita" para que no le crezca tanto el ego- claro que también dicen que luego todo es apariencia y que sois más flojos que una damisela. Al menos eso dijeron los legionarios de César.-  y se ríe con algo de malicia.

-Somos pacionales, y más aún cuándo nuestros corazones tienen un claro propósito-

Acorta la distancia provocadoramente otra vez, casi queriendo rodear a la dama entre sus sus brazos. 

-Decían eso por la vergüenza de saber que los galos se entregaban en cuerpo y alma a un solo amor, una esposa y la promesa de hijos, práctica que algunos hasta el día de hoy seguimos manteniendo-

La sinceridad brotaba de sus labios cómo miel, lista para ser tomada por ella si quería. 

-Pss...galo...-  le recrimina suavemente negando la ca cabeza, Livia esquiva juguetonamente su acercamiento y se escabulle bajo sus brazos, caminando hacia atrás al tiempo que parecía reírse de él con calma- a mí no me vas a engañar para tal futuro...ya lo he vivido y no es para nada como lo crees. Incluso en los matrimonios felices se instala la monotonía y todo es hablar y tener hijos...menudo asco. Ni sueñes en eso con esta romana...- le advierte, y va en serio aunque tiene una sonrisa dibujada en la cara, algo provocativa, como si le retara a cazarla.

Dibujó una sonrisa amplia, ante aquellas palabras, sabiendo bien lo que significaba. 

-La monotonía sólo existe... Si se le permite existir... Pero parece que prefieres que  pasemos a la que importa realmente-

Por suerte no había nadie para verlos iniciar ese juego. 

-Voy a atraparte romana-

Sonrió con malicia a la mujer mientras se disponía a ir por ella. 

-ja! ¡Eso ya lo veremos!-  dijo, divertida y espero a que el galo llegara hasta ella para intentar hacer un quiebro y escabullirse de nuevo en el último instante, pues sabía que no podría ganar al galo en una carrera.

Fue por ella, siguiendo aquel juguete, pero al final no pudo atraparla, sólo tocarla, sentir un poco de la piel de su espalda mientras trataba de escapar, su velocidad es bastante buena, esquivando su agarre por los pelos.

-Parece muy segura, de nuevo, voy por ti-

La gladiadora ríe al escapar por los pelos de las manos deldoctore y vuelve a provocarle haciéndole una mueca. Esta vez intenta de nuevo la maniobra de antes, mas en esta parece que no fue tan ágil.

Así debían sentirse los niños cuándo jugaban, o los jóvenes enamorados ante tal situación particular, incluso ella hacía muecas burlonas, para provocarle otra vez, y de hecho lo hacía, pero no en ese sentido. 

El juego era una diversión, pero había algo más, cómo quien no quiere la cosa. 

Se anticipó a sus pasos, rodeandola con ambos brazos por su espalda, atrayendo la a él, quedando frente a frente. 

-Te atrape... ¿Ahora qué debería hacer contigo? ¿Mmmm? ¿Debería seguir así? ¿O debería debería probar... Tus labios-

Musitó el hombre a oídos de la mujer, provocándole, jugando con su imaginación.