Partida Rol por web

-Y yo disfruto de tu desafío, de tus burlas y de tu actitud tan altanera-

Sonrió con lascivia, le encantaba estar en presencia de una mujer que no tiene problemas en decir lo que pensaba. 

-Pues si sigues así, te mostraré lo... Visceral que puedo ser... - 

Miró a lo profundo de sus ojos, estando a punto de lanzarse sobre ella, y hacerla suya. 

Livia se muerde el labio inferior, apunto de querer provocar más aún al galo...pero mira al fondo del pasillo, la luz ya era del atarceder, si se dejaban llevar...ambos tendrían problemas, nadia se creeria una nueva mentira:

-Debemos ir...tienes obligaciones, Doctore.- dice la romana y echa a caminar, aunque se cotonea un poco sólo para burlarse del galo.

La acción de la dama hace que al doctore le suba la presión, sonriendo, observando, mirándola apetito carnal, bañado por la luz del atardecer que se hacía presente, escultural y seductor. 

La dejó ir por delante, viendo el contoneo de la mujer romana, que estaba causando una situación en su entrepierna. 

Se le acercó por detrás, pegando su su boca al oído. 

-Te haré sentir la dicha de ser una mujer, de mis brazos está noche no escaparás-

Apartó su cabello y besó su cuello, tierno y obceno en iguales proporciones, antes de dejarla ir finalmente, ya que el pasillo terminaba, y allí esperaban los demás. 

Al pegársele tanto por atras, Livia notó el creciente abultamiento de la entrepierna del doctore y ladea el cuello dejando que la bese:

-Se te va a notar la emoción Doctore...eso no es una gladius...mejor echate agua fria por encima antes de salir ahi.-  le dice sonriendo al tiempo que acaricia la cabeza y el cuello del entrenador.

Y dicho esto, se separa de él y sigue caminando, si nada la detiene hacia el campo, cambiando su cara por el camino por una expresión seria y casi enfadada. Era lo mejor para que nadie sospechara.

Tras el entrenamiento vespertino.

Livia sale de la arena tras Duilius con una expresión seria, enfrascada en sus pensamientos y tensa, caminando con los puños prietos:

-Si el nórdico le pone una mano encima a Adonia para castigarla, lo denunciaré a la domina y si ella no hace nada...lo haré yo.- advierte con un tono sombrío cuando se han alejado del campo- y no has debido abandonar el entrenamiento, hubiera sido más inteligente castigarme allí delante de todos. Nos habría beneficiado a ambos.

​​

Tras el entrenamiento de la tarde

Calmó su agitado corazón en presencia de Livia, staba claro que la tensión del momento le había dejado cómo un león a asesino, más se fue relajando, hace un momento, los guardias y gladiadores miraban a la griega con furia, por que sabían que el Doctore siempre se preocupaba por enseñar y enseñar bien, pero las palabras de la romana vuelcan su mente de nuevo a la realidad. 

-Livia, Nórdico lleva años más de una década entrenando bajo mi tutela, y es el más feroz y leal de mis hombres, consuela te al saber que no hará nada, y que Soenya estará ahí para calmar sus animos-

Se detuvo ante lo dicho por ella, ahora se sentís molesto por lo que dijo. 

-Actuaste cómo verdadera líder, más debes saber que los castigos no se hacen en público, solo si la domina quiere dar el ejemplo, pero a sido en muy raras ocaciones-

Justificó ante la salida de ambos del patio de entrenamiento.

-Prefiero una espada en mi garganta, que castigarte, ven, estamos cerca-

Livia medita las palabras del doctore asintiendo con la cabeza: 

-Si es la forma de proceder aquí, está bien. Mi marido mandaba que los castigos a los esclavos siempre fueran en público, así servía de escarmiento a todos. En cuanto al Nórdico...si tú confías en él de manera tan ciega, entonces yo también.- continúa caminando a su lado pero un poco por detrás, por si se cruzaban con un guardia, ella debía estar en su posición de esclava- sabes que alguien debe ser castigado por esto y yo lo he asumido. Si no lo haces tú, lo hará un guardia...¿Prefieres eso? Se lo que he dicho y sé que ahora todos están esperando que se vean mis marcas del castigo. De no ser así todos asumirán un trato de favor y nadie aprenderá nada. Y se pondrá en duda tu liderazgo.

Tu señor esposo era un monstruo con la piel de un hombre, y esos bastardos merecen un sufrimiento peor que el que hicieron-

El Doctore tenía algo planeado, hará que se vean algunas marcas y la reputación de ambos quedará a salvo. 

-No te preocupes, tengo un castigo para ti, pero por sus características, tal vez no resulte tanto un castigo- susurrando de forma erotica y sugerente a la romana. 

Tras un momento de caminata llegaron a la celda. 

-Me quedaré aquí dentro para castigar a la esclava revoltosa también, golpea la puerta si alguien viene-

Le dijo al guardia antes de internarse en el oscuro y pequeño cuarto. 

Livia alzó una ceja, intrigada e incrédula por las palabras del Doctore, pero cuando llegan a la puerta de la celda, decide permanecer en silencio y entra en el pequeño cuarto, ahora oscuro por la progresiva llegada del atardecer, filtrándose la luz anaranjada por el pequeño ventanuco que servía más como respiradero que como fuente de luz.

Una vez que ambos están dentro, la romana se gira para mirar a Duilius:

-¿Qué tienes en mente? 

-Buena pregunta

Responde a la esclava, en la penumbra creciente, la poca luz que entraba tenía un tono rojizo. 

-A los niños, se los nalguea cuándo estos no obedecen, lo eh visto en las calles, y algunos sirvientes y liberto contaban historias de orgias donde algunas mujeres pedían ser atadas y azotadas... Si queremos hacerlo creíble, deberé de azotarte un poco

Dice mostrándose un poco tenso, debía hacerle un poco de daño si querían que fuera una actuación real, le gustaba y la vez no le gustaba. 

-Si no te agrada la idea, veré que se me ocurre, después de todo, debemos mantener tu imagen de liderazgo también - 

Livia alza las cejas, jamás había oído historias de mujeres que pedían tal cosa pero por alguna razón la idea de que el galo pudiera hacer eso...en la intimidad de la celda...con esa luz...por algún motivo esa perspectiva hizo que se humedeciera y se mordió nerviosamente el labio inferior:

-​​​​​​-​​​​​Así que...¿vas a atarme y azotarme Doctore? - no parecía asustada tan sólo impaciente y nerviosa aunque intrigada- creo que podría portarme mal muy a menudo.

Respondió cómo esperaba, aquella mirada junto a sus palabras juguetonas y desafiantes hacian que se endureciera, incluso se marcaba prominente bajo su ropa.

-Tal vez, de momento, apoya las manos en la pared, y ponte de espaldas a mi-

Poniéndose a sus es espaldas, soltó un poco de aire frío en la oreja de la mujer, para luego presionar el pabellón con sus labios. 

-Espero que así sea... 

Volvió a besar con gentileza el cuello de Octavia. 

La romana hace lo que el galo le ordena, no era una posición que no hubiera adoptado antes, cuando viajaba en la caravana de esclavos pero ahora era diferente...no se sentía humillada ni tenía miedo...estaba caliente, le temblaban los músculos pero no era por miedo.

-Al final llamaremos la atención...- susurra no demasiado preocupada.

Verla en esa posición, era tentador, y no se podía ya resistir, aflojó el cinturón y dejó caer la falda y la subligaria de esta, dejando las posaderas expuestas, blancas, torneadas, y firmes.

Se puso detrás a ella, posando su mano derecha por la redondes del glúteo, masajeandolo un poco, solo para pasar a su zona más íntima. Sintiendo con sus dedos la humedad que salía de su femeneidad, en una suave y erotica caricia, hasta que introdujo un poco el dedo pulgar, comenzando a presionar la pared anterior con la parte más estimulante de la romana.

Su enorme miembro estaba que reventaba, pero debía mantenerse en esa postura por sí de nuevo aparecía la domina, ese era su miedo, pero estaba dispuesto a aceptar cualquier castigo, si podía traer algo de gratificante placer a Livia. 

Con su otra mano, se quita el látigo y la azota ligeramente, para que la piel de su trasero se vuelva roja, sin dejar de estimularla.

-Tal vez, en todo caso, dime si quieres que el castigo se incremente aún más-

Ahora buscaba tentarla, estaba algo nervioso, pero quería darle amor y paz a su sufrido corazón. 

-Pues si esto es lo que entiende un doctore por un castigo... igual debería dejar su trabajo y dedicarse a la poesia- dice girando la cabeza para mirarle a los ojos de manera especialmente retadora y provocadora al tiempo que su culo y cadera baila al compás de los movimientos que el galo hace con sus dedos en la intimidad de Livia, de manera que con cada vaivén ella misma se atrapaba entre la pared y el cuerpo de Kellan.

¿Estás segura? Veamos si soportas esto-

Apretó con un poco más de fuerza, moviéndose un poco más rápido con el toque estimulante, solo que esta vez, se detuvo, en seco, teniéndola emparedada entre su masa física y la pared.

-En estos momentos no soy un doctore, soy un amante, dando una lección a la mujer que ocupa mis pensamientos, y por esa razón, por ahora, no voy a fornicarte...

Ahora la provocaba, para ver cómo reaccionaba, la volvió a vestir por su algo ocurría, ya que sabía que los oídos de la domina con un movimiento de sus pies. 

-Tendré que marcar un poco tu cintura para que que parezca que te azoté dos o tres veces. 

No tenía intención de marcar su hermosa piel, pero debía haverlo o perderían ambos credibilidad. 

-Si...quizás sea mejor contenernos un poco...tendremos tiempo de buscarnos cuando nadie esté esperando por nosotros...- dice, temblando de pura excitación aunque hay algo de decepción en su voz. Sus tetas notan el frío de la pared, endureciendo sus pezones, resultando casi doloroso por las afiladas piedras contra su delicada piel...pero su espalda y glúteos estaban ardiendo por el contacto con Duilius, sentía su miembro pegado a ella, duro y poderoso como una roca y su cuerpo tan cálido... Livia carraspea nerviosa, retorciéndose un poco bajo el yugo del galo, sin saber si deseaba finalizar ese contacto o si deseaba prolongarlo aunque esta fuera la mayor de las torturas.

-Haz lo que le harías a cualquier esclavo, Kellan...debe ser creíble, no te preocupes por mi. Lo aguantaré.- le asegura, alzando la mano para acariciar la cabeza y la nuca del galo como si pretendiera darle confianza.-  venga...terminemos con esto.

La sujetó por los pechos, y la apartó del frío de la pared, atrayendola a su cuerpo que ardía con fuego pasional, se inclinó un poco para buscar sus labios, ante las palabras de la fémina, decidió recompensar la con un beso, mientras aún estuvieran en ese contacto. 

Se separó de su cuerpo, y sintió el frío de la separación.

-Seré cuidadoso, aguanta, luego te compensaré cómo se debe-

Comenzó con un pequeño latigazo sobre las nalgas cubiertas por la falda, y luego siguió uno un poco más fuerte sobre la cintura, siendo consciente de no lastimarla mucho, pero a cada golpe, pese a ser comedidos, hacían que el corazón del hombre se quiebre un poco. 

Livia responde al beso de Duilius y le sonríe para tranquilizarlo. No sería la primera vez que la latigaban y sabía que podría aguantarlo, si acaso solo le preocupaba que el hombre tuviera demasiado cuidado y no dejará marcas, lo cual haría que todos pensaran que había un trato de favor...y sólo tendrían problemas. Y muy graves problemas.

Se separa del doctore y vuelve a su posición inicial, con las manos apoyadas en la pared y expone su espalda y sus glúteos, ya que la escasa ropa de entrenamiento que les habían dado ya poco le cubría.

Livia se prepara y resopla esperando el primer impacto y luego el segundo, más fuerte que el anterior. La romana no puede evitar retorcerse pero no grita, sabe que eso sólo haría que el galo no quisiera continuar.

-Bien...vamos.

La azotó un total de 5 o 6 veces, pero su piel se estaba poniendo roja, y comenzaba  sangrar un poco, no prosiguió, o se cortaría las manos si siguiera.

Dejó el látigo en su cintura y se acercó a ella, temblando un poco, apretando los nudillos en un marcado estrés.

Ante aquella tenue luz, se veía las marcas.

-Perdoname amor... 

Se sentía mal por ello, tocó su hombro para incorporarla, buscar su rostro, y un beso e sus labios.