Partida Rol por web

Paso un tiempo pero finalmente guardias vinieron a por ti, el Pater te convocaba a una reunion en la oficina de él. Que luego verias que era la oficina que habia pertenecido a Camilia. La oficina no habia sido cambiado a como la habias conocido. Era la tipica oficina romana con una mesa en medio una pequeña biblieta y varios sillones y sillas para sentarse. Los dioses jupiter y Minerva vigilaban lo que pasaba.

Detras de la mesa estaba Flavius leyendo unos papeleas aunque levantando el rostro cuando te vio.

"Livia. Veo que puedes pararte por si sola, eso es bueno. Me alegro." comento el hombre que lo veias mas desgastado que otras veces que lo habias visto. "Dime como te encuentras? Podras practicar?*" pregunto rapido. "Seguro tendras muchas preguntas pero no puedo responderte todo porque hay cosas que aun desconosco."

"Pero algo que si se es que mi hija no estuvo de acuerdo con el cambio de lider entre las gladiadoras. Por lo que me gustaria que aceptaras en el cargo de nuevo." dijo rapido y al punto.

Cuando la hacen llamar para ver al pater, Livia se teme lo peor. No olvida que durante la revuelta ella misma acabó con tres soldados...y uno quedó con vida. Estaba segura de que sería juzgada por aquello. Tan sólo era cuestión de tiempo...

Y sin embargo el momento nunca llegó porque cuando la llevaron a ver a Flavius el hombre se mostró amable...más que amable, lisonjero y respetuoso...debía estar muy hundido para hablar de esa manera.

Recomponiéndose de la supina sorpresa, Livia avanza unos pasos hasta situarse ante la mesa:

-Si, domitor...me encuentro casi totalmente recuperada, le agradezco su preocupación. Pero...lo primero es lo primero. Me gustaría darle mi más sincero pésame por la muerte de Camilia. Era una mujer llena de virtudes con toda una vida por delante y nos ha sido arrebatada demasiado pronto.- dice con crudeza- Sé que vos y Gallio daréis vuestro mejor esfuerzo por llegar al fondo del asunto para vengar su muerte y aclarar lo que pasó.- toma aire antes de continuar hablando.

-Con humildad acepto de nuevo el cargo, domitor; al principio pensé que sería bueno para mi y para Soenya que ella recibiese ese puesto- empieza a reflexionar- vos lo hizo con la mejor de las intenciones, inculcar en mi humildad y en ella responsabilidad. Pero creo que su sed de venganza fue más poderosa que ella y creo que las furias enloquecieron su frágil mente para llevarla a su perdición.- comenta con convencimiento, se notaba que le había dado vueltas al asunto largo tiempo.- Tengo muchas preguntas y mucho que me gustaría aclarar sobre mis funciones, privilegios y responsabilidades para con mi cargo...creo que un error de Camilia fue no dotar este puesto de oficialidad y de rigor...es tiempo de cambio, los dioses nos miran, domitor...quieren que saquemos lo mejor de nosotros.- Livia se siente henchida, tocada por los dioses, su tono es en todo momento respetuoso para con Flavius, pero también serio y recto, no hablaba como una esclava a su amo sino como un general hablaría a su emperador.- Si yo voy a ocuparme de la lealtad de las gladiadoras y el Doctore de los hombres, es hora de tener una conversación de verdad con el galo y fijar los puntos en que debemos ser inflexibles...acordar castigos y métodos de impartirlos. En definitiva, hacer un frente común para que esto no vuelva a pasar.

La noticia de la muerte de Gallio hace torcer el gesto de la romana con disgusto, pero el mazazo emocional viene al saber de la muerte de Kellan. Tanto es así que se ve obligada a tomar asiento, aunque mantiene la compostura lo más que puede, se mantiene respetuosamente callada y atenta a las palabras de Flavuis hasta que éste termina de hablar.

Cuando Octavia retoma la palabra ha aflojado la tensión de sus puños y lanza un largo suspiro:

-Lamento la muerte del domitor Gallio, la tragedia se ha cebado con esta familia, eso me entristece profundamente.- su mirada se alza con determinación- Y en cuanto al doctore...de seguro sirvió muy bien a esta casa por mucho años pero temo que eligió su propio camino cuando inició sus relaciones con la germana deshonesta. El galo cayó en su hechizo...intenté hacerle ver su error, pero no me escuchaba. Estaba cegado por una pasión corrupta. -vuelve a suspirar, sus ojos se han humedecido ligeramente pero se traga las lágrimas y carraspea.- Espero que los dioses vean todos los actos nobles de su vida y sepan guiarle al sendero de los campos elíseos.- habla con absoluta sinceridad y conmovida. Realmente ella creía que tal vez hubiera salvación para Kellan, tan solo necesitaba recordar cuanto bien le había traído Roma. Tal vez fue demasiado tarde.

Tras una brevísima pausa que podría ser una especie de respetuoso silencio por los caídos, Octavia vuelve a mutar su tono, con convicción y seriedad:

-Tomaré pues el liderazgo que necesitáis pero, hasta que logréis un lider más confiable que yo, os pido que me otorguéis autoridad sobre los hombres y sobre las mujeres esclavos de este ludus.- pide con seguridad- Dos líderes siempre traen conflicto, especialmente si sus poderes están en constante conflicto. Por cada decuria sólo hay un decurión y por cada Imperio solo hay un emperador.- vuelve a usar una jerga militar, tal vez por inspiración de los pergaminos de Marte que siempre estaba leyendo- El poder sólo pude ser ejercido de forma vertical, domitor Flavius, yo juraré acatar las órdenes de aquel que sea nombrado nuevo doctore, yo carezco de formación de batalla suficiente para intentar optar a esa responsabilidad.- admite, desechando esa posibilidad aunque no le había sido ofrecida.- Y ese nuevo entrenador debe ser fiel a vos y a esta casa y a Roma en última instancia. ¿Puedo sugerir que el sacerdote de Marte sería un buen candidato a ocupar ese puesto? De manera temporal, por supuesto, sólo hasta que podáis contratar a algún antiguo gladiador o entrenador de gymnasium que poder mantener en la casa de forma permanente.- atrevida, directa, Livia se estaba tomando la libertar de hablar desde su opinión pues consideraba que si iba a ser líder de los gladiadores también era su deber hacer las mejores sugerencias.

-Por otro lado y, para acabar mis peticiones con todo respeto, domitor...- inspira y mira alrededor enfocando su vista en las imágenes de Júpiter y Minerva.- Ante los dioses y los protectores de esta casa juré defender la vida de su nieto, Manius Donicus.-su mirada acerada y decidida vuelve a los ojos cansados de Flavius- Mercurio y Marte me han puesto en el camino para llegar a su lado cuando él mas me pudo necesitar.- se lleva la mano al vendaje de su costado, aunque apenas quedaba herida, aún notaba ligeras molestias leves y por eso aun llevaba algo de protección- Derramé gustosa mi sangre para protegerlo a él y a su tutora. Me gustaría contar con su beneplácito para poder seguir haciéndolo. Quiero formar parte de su escolta privada, al menos hasta que la situación se estabilice y pueda defenderse por sí mismo.

La romana no se muestra complacida ni molesta por la respuesta de Flavius. Esto no se trataba de ambición ni de nada personal, sino de control y de quién era la mejor preparada para ejercerlo. Y los dioses la habían elegido a ella. 

-Tan sólo me refería a los esclavos gladiadores, domitos, disculpe si me he expresado mal y eso le ha llevado a un malentendido. - luego procede a responder su pregunta, pero todo cuando el senador ya ha acabado de hablar- Domitor, creo que es necesario que la figura de mando intermedio sea solo una, independientemente del sexo. Si hubiera en esta casa un gran número de esclavos de cuerpo, entre ellos también tendrían que tener un líder o un portavoz. Y esa no podría ser mi tarea pues sería ocuparme de demasiados frentes sin relación entre ellos. De la misma manera que en un ejército hay un oficial de infantería, otro de caballería y otro de arqueros, así debe organizarse un ludus. Especialmente uno que acaba de pasar por una guerra.- es sincera y directa en sus opiniones.

-La dualidad de mando es lo que nos ha metido en este lío, la germana tenía sus ambiciones y el doctore sus dilemas morales, que fueron aprovechados para que la rebelión se formara. Eso no hubiera pasado con un único líder. Yo puedo saber o no saber lo que se trama en las celdas, es mi obligación saberlo pero al menos no tengo pensar en si otro líder me está ocultando información. Por otro lado, la descarga de responsabilidad es mayor si solo cae sobre una sola cabeza, yo tendría menos posibilidades de echar las culpas a otro si hay cosas que solo pueden depender de mi. Eso os ahorrará trabajo a la hora de hallar un culpable.- explica, sin mencionar eventos concretos pero estaba claro que se refería a lo recientemente sucedido.

La romana, tras esta extensa explicación, carraspea y no espera para levantarse de la silla en que había tomado asiento. Mira alrededor para no poner nerviosos a los guardias y se mueve despacio, se aparta de la mesa y se queda a una distancia de dos o tres metros del domitor pero sin estar tras el escritorio para que éste pueda verla por entero.

Luego se arrodilla hincando una sola rodilla en el piso, apoya una mano en el suelo y la otra en la rodilla que queda alzada posa su otra mano. Baja la cabeza y su coleta cae por su hombro, mostrando su nuca, expone su cuello en el más extremo acto de humildad.

-Yo, Livia Octavia Prima, gladiadora del Ludus Donicus, juro ante los dioses del panteón y ante los lares de esta noble casa, que os seré leal a vos, Flavius Carvilius Donicus y a los miembros de esta casa, como lo he sido hasta ahora. -pronuncia con suavidad y convicción.

Se queda en esa postura hasta que Flavius permita que se incorpore.

Octavia permanece en estática y sumisa posición mientras Flavius habla, tratando con la debida solemnidad aquel momento. Todo lo que importaba era que se le permitiera estar cerca de Manius para protegerle y también a Cornelia. Los enemigos de los dioses tratarían de acercarse a ellos como ya lo habían hecho y no podía permitirse volver a estar lejos.

Cuando el domitor termina de hablar, Livia alza primero la cara para obedecer su expresado deseo de verla y luego empieza a incorporarse alzándose del suelo despacio y respirando profundamente con su vista clavada en la del senador, seria y con un brillo fervoroso en sus azules ojos.

-Ojalá pueda convenceros, más allá de las palabras, de mi lealtad. Y sobre los gladiadores hombres...usted ya me ha explicado la situación, hasta ahora las figuras de autoridad para ellos han sido hombres o mujeres pero extranjeros. ¿Como podría un bárbaro, por muy noble que sea, enseñarles a amar Roma? Por ahora solo han visto la cara mala del imperio...el miedo pero creo que con el liderazgo adecuado y con la guía de los dioses, ellos podrían llegar a amar Roma y entonces su lealtad estaría garantizada. Son bárbaros pero también otros pueblos lo eran antes de que llegara la Pax a sus hogares.- hace una pausa, convencida de que su mensaje podría entender sobradamente sin tener que insistir.- Y si aún así no respetan mi autoridad, no respetan la vuestra...ni a Roma. Así es como lo veo yo. Les derrotare en la arena y me defenderé en el lecho pero cualquier ultraje es una duda de la jerarquía de la casa. Y lo castigaré.- afirma con vehemencia.

Luego relaja su tono.

¿Podría ver ahora a Manius? ¿Aunque sólo sea un momento? Quiero que sepa que aún mantengo mi promesa de cuidar de él.

La romana asiente con la cabeza, complacida por las palabras de Flavius, vuelve a hacer una somera reverencia y da un paso atrás:

-No tenéis nada que temer, ponedme a prueba cuanto deseéis.-acepta ante la consideración de ir acompañada de soldados.- Pero mi juramento es ante los dioses, y lo voy a mantener. Y no mataré ni haré daño a ningún gladiador que le pueda impedir seguir siendo rentable para la casa, sé que eso no sería de vuestro agrado ni generaría beneficios.- añade sin bromear.

-Una cosa más...¿Cómo se encuentra la señora Cornelia? ¿Volverá a la casa pronto? Si es cierto que va a ser la tutora de Manius supongo que empezaremos a verla a menudo por aquí. - aventura, tratando de obtener más información por ese lado.

Satisfecha en parte, pero no queriendo tirar más de la cuerda Livia baja la cabeza y de nuevo hace una inclinación.

-Gracias por su paciencia y su confianza, domitor Flavius. Veré a Manius y volveré a mis tareas. Informaré a los gladiadores de los cambios y la situación. -​​​​​​-se empieza a ir pero entonces recuerda algo importante- ¿Cuándo podremos volver a las prácticas? Y...¿Podemos recuperar nuestros altares y nuestros efectos de las celdas de las mujeres? Me gustaría recuperar mi altar de Marte.

-Creo que, al menos mientras seamos pocos, sería más fácil de tener controlada la situación si nos dejan juntos a todos.- afirma tras pensarlo un poco- También eso facilitará mi tarea de mantener la disciplina.- añade luego, con un encogimiento de hombros y se dispone a irse en compañía de los soldados, ya tenía ganas de ver a Manius.

Flavius lo acepta y te da permiso para partir.

Recorres el camino hasta el cuarto del joven, sin mucho problema. En el camino observas las paredes y te das cuanta que aun hay manchas rojas en la pared, pequeñas pero para ti que estuviste peleando en el lugar lo notas. Imaginas que es sangre de los guardias aunque tambien podria ser tuya.

Al final llegas frente al cuarto del joven que tiene la puerta cerrada. Detras tuyo estan los guardias que no te pierden mucho la vista pero no los ves agresivos.

Livia no puede evitar echar algunas miradas de soslayo cada vez que el tintineo de las armaduras indica un movimiento nuevo por parte de los soldados, pero es consciente de que probablemente sólo es su paranoia...pero estaba un poco más alerta de lo normal y no era para menos, recorrer esos pasillos le recordaba lo vivido hacía pocas noches. Por un momento se preguntó que fue de aquel guardia que sobrevivió a su contienda, pero se abstiene de comentar nada. Tal vez no tenga tanta importancia.

Finalmente llegan a la puerta de Manius y suspira, pero no pierde tiempo y se adelanta para llamar, tocando con sus nudillos en la puerta.

-Domitor Manius. Soy Livia. Vuestro abuelo me ha dado permiso para venir a veros, si vos lo permitís.- añade educadamente, podría ser que, con todo lo vivido, el chico no quisiera ver a nadie y lo entendería, aunque le dolería su negativa.

Sentis que algo paso entre los dos, ves sus miradas de uno a otro con nerviosismo. Tambien te parece ver el vestido de Marcia algo desarreglado en la parte de arriba.

Los ojos alertas de la romana buscan hasta dar con aquello que está fuera de lugar. Claro que ella se temía una trampa o algo peor...no los entretenimientos de un joven en edad de...entretenerse.

-Venía a daros mi apoyo, tal y como os demostré hace unas noches, quiero que sepáis que estoy dispuesta a dar mi vida por vos. Y así se lo he hecho saber a vuestro abuelo. Le he pedido que me permita honrar el juramento que os hice y él va a consultaros a vos y a Cornelia sobre que me permita ser vuestra escolta.- era extraño ver la aparente falta de conocimiento o de intuición en el joven amo. Parecía que le hablase como si tuviera delante a una esclava más en lugar de a aquella que estuvo protegiéndole en su momento de mayor necesidad. Casi parecía otra persona, pero tal vez fuera simplemente cosa de la inmadurez de la edad.- Llevo días rezando por la recuperación de la señora Cornelia y parece que mercurio ha escuchado mis plegarias.