Partida Rol por web

Las sencillas reacciones de ella también erizan su piel. Año tras año la conexión entre ambos ha ido más allá de la simple empatía y cualquier cosa que le gustase a ella le afectaba a él casi en la misma medida. Una sonrisa pícara.

¿Qué otro sentido tiene?

Sus ojos van a los labios cuando se los muerde y su mirada se entorna. Ríe con el comentario de su memoria.

Te ayudaré a recordar, a no olvidar, siempre que lo necesites.

Ahora es el profundo verde de su mirada el que le atrapa e intenta no dejarle escapar. El tacto de su mano consigue que él incline el rostro hacia ella para querer capturar su movimiento por completo para él solo. Eressëa era...

Eres única.

Pero cuando habla del juego no puede evitar reír.

Obviamente es lo que pretendo -un escalofrío al sentir sus dedos- ¿qué tritón no se perdería por sentir bajo sus dedos la piel de la nívea princesa?

Cierro los ojos para maximizar el tacto que recorre mi espalda mientras la mano que había descendido hacia su cuello ahora asciende con un solo dedo por su mentón hasta casi rozar sus labios. Sólo en ese momento abro los ojos para guiñarle uno de ellos.

¿Suficiente para tí?

Entreabro la boca, a veces es difícil trazar las líneas que limitan la confianza y la amistad.

Centrada en las sensaciones y el acercamiento que ambos mantienen desde la profundidad del anhelo, la impulsa a continuar recorriendo esa espalda con la yema de sus dedos mientras su otra mano se mantiene apoyada sobre el rostro, solo para delinear esas facciones que tanto le gustan de su mejor amigo. Y allí estaba perdida en el roce, en la respiración que se entrecorta para callar lo que hay necesidad de decir, cuando se disfruta de una intimidad que incluso puede ser vista indecorosa. 

- Uno más íntimo. ¿No crees? - responde mientras guarda en su memoria aquella sonrisa de Enna, como un mero recuerdo que en la soledad está dispuesta a evocar. - Justo pensaba en ello, cuento con eso y contigo. - agrega divertida, sonriendo apenas pese a caer presa de un magnetismo que es imposible obviar. 

Solo que aquella frase en susurro llena el alma y tras sentir como su corazón festeja de júbilo, intenta de alguna manera aferrarse a la idea de que un paso más no mataría esta amistad que con tanto esmero han cuidado. - No sé, nadie ha llegado tan lejos conmigo. No suelo ser de interés común, tampoco es que me importe... Me conoces mucho Rojito, y sabes que eso de picar en cada lugar no es lo mío. - responde al deslizar sus dedos sobre los labios del pelirrojo, jugando con la suavidad de aquel roce, provocando en parte y tentando aún más. 

Ya cuando su mano recorre de una deliciosa forma su piel, arquea la espalda mientras su torso, se adhiere junto con el del Tritón, como un acto reflejo que despierta en ella una intensidad que es imposible simular. Le agrada como la recorre, sus palabras y más aún esa mirada. - Nunca es suficiente. ¿Para ti lo es? - pregunta al desviar sus dedos hacia el mentón, solo para ir hacia el cuello y parte del torso. - ¿Hasta donde podemos llegar Enna?- pregunta sincera, mirándote a los ojos.

Juegos de miradas y sonrisas, complicidad hasta el extremo. Son sensaciones difíciles de replicar. El hecho de que ella sonriese ante sus atrevimientos era algo que quizá le animaba incluso más de lo que se atrevería a admitir. El gesto en el que su mejor amiga se arquea contra él consigue que no pueda reprimir un suspiro y una mirada de cierta admiración. Durante un segundo se preguntó si había alguien observándoles en aquel lugar; al segundo siguiente no le importaba en absoluto la respuesta a aquella pregunta. El roce de sus dedos contra mis labios provoca que los bese con ternura, podría de hecho besar cada parte de ella sin dudarlo y reconocerlo con los ojos cerrados.

Eso es que no te fijas en cómo te miran -responde, desde el corazón de un amigo, pero a la vez queriendo alargar ese momento con una caricia hacia sus hombros con ambas manos-. Yo sí lo hago, es mi misión cuidarte ¿verdad? Habría que estar ciego o que te gusten los tritones para no fijarse en el verde profundo de tus ojos, en el brillo de tus escamas, en el juego que hacen tu cabello y tu piel. En lo sensual de tus labios.

Otro suspiro que se escapa, quizá había hablado de más. Pero saber que ella contaba con él aún en estos momentos sólo conseguía que su cabeza diese vueltas hasta lo insano. Una de sus manos se desliza desde su hombro hasta la cadera suave, despacio, disfrutando de cada centímetro.

Contigo puedo llegar a cualquier sitio. Siento como si no hubiese límite alguno capaz de detenerme. De detenernos.

La respuesta era sincera, sin desviar la mirada de aquellas esmeraldas que brillaban en sus ojos.

Xiomara había permanecido en silencio, pensativa, mientras sus compañeros discutían y charlaban. El tono general le parecía demasiado frívolo, demasiado ligero.  La mención a su cueva no la tranquilizó, si ella podía observar a los humanos desde allí, tal vez los humanos podían hacer lo mismo en sentido contrario. Observó a sus congéneres con una expresión neutra que trataba de ocultar la preocupación.

Si mal no recuerdo, la Anciana dijo que desde la cueva de Xio podríamos enterarnos de algo.

- Sí - aceptó lacónicamente-. Creo... imagino que tal vez desde el lugar algo pueda verse. No sé si desde mi cueva en sí, sino más bien desde los alrededores... tal vez, si les ha dado por volver a bucear, estén por la zona. Tendríamos que estar alerta. Yo... hablo el idioma, pero no sé cómo de bien. No es que haya tenido muchas oportunidades de practicarlo, precisamente.

- Bien. ¿Alguien tiene alguna predilección para formar los grupos? Esos dos ya han decidido que van juntos, así que debe haber un grupo de dos y otro de tres. Aunque si alguien tiene alguna idea mejor soy todo oidos

- Lo que prefiráis está bien - concedió- pero como Orien, yo prefiero un grupo de cuatro y otro de tres. Y como se ha dicho, Enna en uno y yo en otro. A parte de eso, vamos tan a ciegas que no sé hasta qué punto podemos hacer buenos planes de contingencia. Quizá en cada equipo debería haber algún buen investigador... y alguien capaz de dar un buen golpe si llegara a hacernos falta.  No sé si os agradará u os irritará, Orien y Azariel, pero creo que deberíais separaros.  Sois los más capacitados para el liderazgo, que vayáis juntos hará más fácil que haya conflicto de criterio y por contra que os ocupéis cada uno de un grupo fomentará que las cosas se hagan más deprisa. 

Distraídamente enroscó los dedos en torno a un mechón de cabello.

Hipnotizada por la forma en que besa sus dedos, descubriendo la dulzura y el erotismo del momento, donde no existen palabras ya que los gestos y las miradas lo dicen todo. Ambos compartían demasiado, crecieron juntos y el conocerse a la perfección es una buena baza para avanzar, explorando al otro hasta comprobar el punto límite donde la amistad queda relegada por algo más. 

Y mientras las caricias recorren los senderos que por voluntad se profesan, Ere disfruta el roce de la yema de sus dedos sobre la piel del Tritón, pensando que tal vez podría pasarse horas de aquella forma sin importar nada más. Su corazón late con fuerza, intentando contener estos sentimientos que se agolpan en el pecho y que por obvias razones anhelan salir para ser manifiestos. 

Es difícil no cruzar la línea cuando la atracción se siente, y se comparte. Y cuando surge aquellos comentarios sobre ella, no puede evitar ruborizarse ya que lejos de imaginar todo aquello, siempre se creyó menos en el océano, una sirena más entre muchas, donde el destacar termina siendo una utopía. Pero al descubrir todo lo que su amigo siempre ha pensado de ella, no puede evitar sonreír desde la vergüenza, pese la sorpresa. ¿Desde cuándo Enna la veía así? 

- Exageras... Lo dices porque eres mi amigo. - responde a modo de réplica mientras sus dedos juegan con la perilla del Tritón, el cuello y su torso, desde un recorrido suave, que resulta incluso tántrico. - Tú no te quedas atrás, siempre pensé que eras atractivo. Igual no tengo labios sensuales... - agrega al perderse nuevamente en su mirada, ya cada vez más cerca el uno del otro cuando las caricias del Tritón son adictivas, tanto que ya le resta importancia al entorno, manteniendo su completa atención a él. 

- Siento lo mismo, creo que podemos con esto... - responde entre susurros, siendo capaz de dirigir los labios al cuello de Enna, acariciando con su aliento y el efímero roce de su boca por la piel. - Mientras no perdamos lo que juntos hemos forjado, no habría problema... No hay dudas de mi parte. - termina por decir sobre el oído del pelirrojo, ya abandonando la suavidad se sus dedos sobre la espalda de Enna, aumentando la sensación táctil a un punto más sentido. 

Nadas tan rápido como te permite tu cola y que es mucho,en apenas cinco o seis horas alcanzas tu objetivo,las cálidas aguas italianas.Alguna vez has estado por aquella zona con tu madre y los titiriteros mas hace años ya de aquello,pero aún recuerdas a la Anciana Ryna,la sirena más poderosa y a la que el resto de Ancianos tiene más respeto,no en vano es la Que Fue Nombrada Por Poseidón,a la que todos deben escuchar,el más alto cargo entre los vuestros y la única sirena a la que tu madre realmente respeta y quizás ¿teme? Tú recuerdas a Ryna como era tu madre antes,dulce y cariñosa,atenta con todos y siempre dispuesta a escuchar.Luego estaban los demás pero no los recuerdas con tanta nitidez

Tropiezas con un par de tritones a los que preguntas por Ryna tras presentarte y te enteras que esa misma mañana ha habido una reunión  luego la Anciana marchó hacia su hogar por lo que tras unas indicaciones sencillas nadas en esa dirección.Desde lejos ves a un grupo de sirenas,machos y hembras sin embargo tu objetivo no es ese así que continúas hasta llegar a una cueva cuya entrada está tapada por algas de colores.Un dulce canto llega desde dentro antes de que una voz en tu mente te invite a pasar.No son unas palabras exactas pero la sensación es la misma sabes que ella te ha dicho que entres

Cuando apartas las algas entras a una cueva amplia adornada por conchas y pequeñas plantas así como piedras de colores que adornan el lugar y que reflejan la luz que proviene de la parte superior de la cueva en la que hay unos pequeños agujeros que hacen que el lugar no resulte oscuro.Las piedras de colores otorgan al hogar un bonito tono de cálidos y alegres colores

-"Eneas,hijo de la Bruja del Mar,sé bienvenido"-la musical voz de la Anciana llega hasta ti antes que ella,que aparece tras una puerta de algas azules y nada hasta ti con una sonrisa,cogiéndote de las manos con afecto-"Te esperaba ayer,todo sea dicho ¿cómo estás?Supe de tu separación con tu madre pero imaginé que sería beneficioso para ti"-suelta tus manos y te invita a adentrarte en el lugar-"Pasa,mis hijos no tardarán en venir e imagino que querrás hablar conmigo a solas"-se dirige hacia el interior de la cueva que se hace un poco más amplia con diversas rocas para posarse en ellas.La sirena se sienta en una y te ofrece asiento en otra cercana a ella

Como siempre su hermano tenia que contradecirlo, llevarle la contraria, pero tras muchos años de entrenamiento supo ocultar ese sentimiento desagradable que se instalaba en la boca de su estómago.

- Me parece una buena idea hermano - se deslizó por el agua por detrás de Amelia, quizás demasiado cerca, pero sin tocarla, y se colocó al lado de Xiomara - Tardaremos solo un segundo. El Anciano podrá esperar ese tiempo - recorrió con intensa  mirada los ojos de la joven sirena bajando por el cuello con lentitud y un poco más allá. El justo para no parecer descarado, solo interesado.

Con sonrisa traviesa apartó su atención para centrarla en su prima - Tienes razón preciosa. Hay que ser cautos. Después de ir a tu cueva será cuando nos separemos. Yo iré con Enna y Eressëa, que para eso siempre salimos a investigar juntos. Orien irá con vosotras - se irguió en toda su altura pensando en que no le agradaba mucho dejar a las tres bellezas con su hermano, pero así era mejor.

- Mi hermano y yo tenemos que hablar con nuestra madre, así que creo que la reunión queda disuelta. Xiomara, ¿en tu cueva en un rato? -

Claaro, lo digo por que soy tu amigo -ironizo totalmente mi tono, con una sonrisa en el rostro tras sus palabras-. El hecho de que tenga ojos para ver y buen gusto para elegir no tiene nada que ver ¿verdad?

Suspiro con cierto anhelo. Aún con la sátira jamás le mentiría a aquella con la que creció, aprendió y descubrió tantas cosas y sentimientos encontrados. Son los dedos de Enna los que ahora acarician los labios de Era con un mal contenido deseo.

Lo sé, soy único.

Aprovecha el instante para besarla en la comisura de los labios que acaricia, casi un beso robado. Pero en realidad mientras lo hace jamás había escuchado de los labios de ella de un modo tan directo lo que pensaba sobre él y el pulso se le acelera. La ventaja de ser pelirrojo es que el rubor se disimulaba con gran facilidad. La barba también ayudaba. Los delicados gestos de ella ponían las escamas de punta y hacían que cualquier intento de pensar con claridad fuese en balde. Pierde sus dedos en los cabellos de Ere, sin ser consciente de cómo estaba pasando el tiempo sencillamente disfrutando.

Podemos con todo.

Reafirma las palabras que le había dicho anteriormente. No quería dejar espacio para las dudas con ella.

En ese preciso instante lo único que desea es alargar el momento y quedarse con ella así. Aunque inoportuno como es, un tanto primario, su estómago ruge al llegar la hora de tomar algo.

Me alegro que mi hermano esté de acuerdo conmigo, aunque me sorprende que mi prima me considere material de lider, pero lo que realmente me sorprende es que la nueva haya sido llamada por un Anciano.

- ¿Un Anciano dices? ¿Cuál?- le pregunto con genuina curiosidad.- No me malinterpretes pero la mayoría son unos viejos cascarrabias y más de la mitad están tan enredados en políticas que hay que ir con pies de plomo con lo que te cuentan. Así que si sabemos cuál es, al menos podríamos darte un consejo o dos de que esperarte.- concluyo con una sonrisa sin poder evitar ver como mi hermano la evalúa lo cual hace translucir una sonrisa en mis labios que puede malinterpretarse como una burla por lo que la quito en cuanto soy consciente de ella.- La división me parece acertada, bueno chicas Nayade ya sabe lo que es ir de excursión conmigo, así que cualquier duda que tengáis se lo podéis preguntar tanto a ella como a mí.- dicho esto me acerco a mi hermano.- ¿Vamos?

Esto cada vez iba tomando un matiz que se acerca a un paso enorme dado, a cruzar esa línea que te mantiene en el límite perfecto entre anhelar y tener, cuando los sentimientos hablan por si solos, entre silencios y gestos que terminan siendo un mundo. Pero lejos de evitarlo, es Eressea quien cierra los ojos al recibir aquel beso en la comisura de sus labios sin esbozar palabra siquiera, solo para devolver el gesto al acercar sus labios a los del pelirrojo y así repetir la misma acción, ya directa, siendo aquel juego de sus labios y los del pelirrojo, la antesala a la confusión, al cruce de esa línea.

Una vez que el beso termina desde una pasión que no se molesta en ocultarse, sonríe ante los comentarios de su mejor amigo mientras el susurro sigue perpetuo en la infinidad de una mente que ahora se niega a pensar en el impacto de aquella frase. Quiere vivir el momento, disfrutarlo y después se verá como no arruinar una amistad de años mientras los sentimientos cambian de nombre.

Y mientras la cercanía sigue siendo una constante ahora mismo, al escuchar el sonido del pelirrojo, divertida lo empuja a modo de juego y tras liberarse de ese momento que avanzaría a más sin dudarlo, lo insta a mirarla. - Tengo miedo de que me comas, así que primero vamos a cazar y luego seguimos hablando. ¿Vale? - propone al guiñar un ojo. - Además si me atrapas, tienes derecho a una acción sobre mi. Solo una. - advierte traviesa, mientras sale nadando a la espera de que el Tritón salga detrás de ella. Se habían besado, aquello era una locura. Pero… ¿Qué más da?

El beso de la que es su mejor amiga le coge por sorpresa y sus ojos se abren de par en par en el primer momento, pero enseguida se relaja para disfrutar del breve roce. Pero su cuerpo le traiciona delatando su hambre y, al ver cómo ella ríe se calma un poco y asiente.

Lo siento, pero me entra hambre cuando veo algo que me gusta.

Ríe algo nervioso en un intento de broma, pero para ese entonces ella ya ha arrancado a nadar alejándose. Sólo entonces, sin que nadie le mire, se lleva los dedos a sus labios. ¿Me ha besado? Aún no comprendía exactamente qué había pasado. Qué se había perdido. Pero disfrutaría de ello hasta el final, aún sin saber cuál era el final. Arranca a nadar tras ella sin dudarlo ni medio segundo más.

¡Ey! ¡Eso es trampa! ¡Te vas a enterar!

Se desliza por el mar todo lo rápido que le es posible para alcanzarla, riendo. Le traía de cabeza, y aquello le gustaba.

 Jugando con aquella premisa en la que su mejor amigo debe atraparla, aprovecha para pensar en lo que había hecho recién al besarlo. ¿Acaso estaba loca? Posiblemente, pero era incapaz de negar lo que por dentro emerge con fuerzas, sería traicionarse así misma mientras los acercamientos se acentúan con el correr del tiempo y el límite se extiende más allá de lo que es considerado una amistad. 

Y mientras nada desde la elegancia natural que por naturaleza le ha sido heredada, sus largos cabellos rubios se reúnen en consonancia con ese movimiento sinuoso que necesario es para trasladarse y al atrapar un pez con sus manos, se lo lanza al pelirrojo mientras las suaves y melodiosas risas, entonan un ambiente muy peculiar, íntimo. 

- Ahí tienes comida, aprovecha. - comenta al detener por un instante su movimiento, sólo para contemplar las expresiones por un breve instante, hasta que decidida a mantener aquel juego, emprende la marcha a la espera de que su amigo la atrape. - Ahora no puedes quejarte del hambre, jijiji. -  comenta a una distancia prudencial y tras girar sobre sí misma, haciendo alguna que otra voltereta, vuelve a posar esos ojos verdes en los tuyos. 

-Sigo sin enterarme, estás lento. ¡Muy lento! - afirma con ímpetu, al dar un fuerte coletazo mientras sus brazos quedan a los costados así puede mover su torso y la cola en perfecta consonancia. Demasiados sentimientos agolpados en su corazón, muchas cosas que pensar y este juego es oportuno ahora mismo que la línea se ha cruzado. 

Las ventajas de nadar de ella eran varias. Por un lado le trazaba un camino más fácil de seguir. Por otro podía disfrutar de la vista que el siseo de su cola le regalaba. Era sencillamente una maravilla de la naturaleza hecha sirena.

Cuando ya ha conseguido recortar medio camino, un pez volador no identificado consigue que se detenga por un momento para cogerlo, mirarlo desconcertado en un primer momento y reír al siguiente completamente animado por la intimidad que ambos compartían. Aprovecha ese segundo para abrir la boca y lanzar un buen mordisco a la ofrenda que la pálida le entrega. Una ofrenda que a su vez es una distracción para que recupere la ventaja que le había ganado. Un leve gruñido antes de acelerar. Al contrario que ella los movimientos del pelirrojo eran más toscos, más brutos y menos calculados. No obstante su físico era suficiente para, aprovechando la estela que ella dejaba, ir acercándose a aquellos ojos verdes que jugaban con él.

Por un instante en la cabeza del pelirrojo ve en este sencillo juego un reflejo de su historia, una princesa inalcanzable pero que no puede evitar dejar de seguir incluso al mismo infierno.

¡Tú dame tiempo! ¡A ver quién se cansa antes!

Ríe, sin ningún tipo de pudor. Era una de esas pequeñas ventajas que ambos compartían. Podían ser ellos mismos cuando normalmente debían comportarse de uno u otro modo.

Aún no sé qué te voy a hacer, pero... -estira las yemas de sus dedos, ya un poco más cerca de su cola- ¡no te vas a olvidar! ¡Te voy a...!

Ya podía sentir su cola. Cierra los ojos para aferrar el puño. ¿Había tenido éxito? Abre un ojo con cierto temor...

La sirena arqueó la espalda hacia delante, sorprendida por el movimiento de Azariel tras ella, pero no tardó en centrar su atención sobre Orien por la pregunta que le había hecho.

- La verdad es que no tengo ni idea de cómo se llama. - dijo con una suave risa, arrepintiéndose de no habérselo preguntado - Pero no creo que se trate de nada importante... Tal vez sea sólo para darme la bienvenida o preguntarme si necesito algo. O decirme que tenga cuidado con meterme en "misiones especiales" con vosotros... - se encogió de hombros de forma exagerada, como si aquello fuese lo peor que podría ocurrir. A pesar de que Amelia tenía una leve idea de lo que podría querer, no iba a preocupar a los demás por sus propios asuntos.

La leve preocupación que había generado ese Anciano se desvaneció al fijarse en la mirada que le estaba echando Azariel. No esperaba que un miembro de la "realeza" desease prestarle tantas atenciones así de primeras, pero no se iba a dejar achantar de esa forma. Siguió los ojos de él con los suyos, casi notando sobre la piel el trazo de su mirada, y cuando los volvió a levantar para mirarla, allí estaba ella para responderle con la misma sonrisa dulce de antes pero con los ojos centelleantes, juguetones.

- Bueno, pues con Orien toca. - suspiró con fingida resignación, echando un rápido vistazo a su hermano. El juego ya había empezado para ella - No te preocupes, Xio. En cuanto volvamos, nos encargaremos de esos humanos entre todos. - se despidió con un rápido abrazo de su nueva amiga y con la mano de los demás, mientras se alejaba con un golpe de cola a la reunión con el Anciano.

 Aún nadando desde la precisión que su misma naturaleza, continúo avanzando sin una dirección en concreto para despistar al pelirrojo entre los cardúmenes de peces, siempre con esa mirada verdosa pendiente de él para evitar ser atrapada. 

Pero es evidente que su resistencia es aún mayor, ni hablar de la velocidad que ostenta cuando sin querer y en cuestión de unos minutos, cuando aquel pez es rechazado, la coge de su propia cola mientras es arrastrada por mera inercia hacia él sólo para quedar cara a cara. 

Reflejando cierto rubor en sus mejillas, siguió perpetua en esa escena donde ambos cara a cara podrían conectar entre miradas y un silencio que lo decía absolutamente todo. Hasta que sin poder evitarlo siquiera, es Eressëa quien rompe el silencio al reír a carcajadas por la misma situación, divertida, feliz. 

- Me has atrapado, tienes derecho a hacer algo conmigo. Menos cosquillas, lo que quieras. -  responde aceptando aquella derrota, aún con su largo cabello flotando en la misma marea, sólo para ofrecer ese toque especial, tan femenino que ni siquiera ella es consciente de que lo tiene. - Decide... - termina por decir un tanto ruborizada, tantas cosas podrían pasar y tantas otras que no.

Asintió entusiasmada, por fin iban a poder inspeccionara su antojo a los humanos y sus cosas extrañas que solía encontrar Azariel, por fin una expedición autorizada, sin tener que escaparse, abrazo a Orien por detrás con tal fuerza que casi lo tira, si eso fuese posible en el agua, luego se sereno un poco y sonrió tímida.

-Si, la elección de los grupos me parece perfecta- sonrió a  todos, aunque había caras que no conocía demasiado, seria buen momento para conocer.

Y así,tras decidir los grupos cada uno toma su camino mientras pasa el resto de la mañana y comienza la tarde.Enna y Eressëa siguen desaparecidos y los dos hermanos se marchan también juntos dejando al resto a su aire

Eneas estaba impresionado por la simple presencia de la Anciana. Todavía no podía creerse que Ryna, una de las más poderosas de los de su especie, estuviera hablando con él de tú a tú. No se trataba únicamente la fama, como La Que Fue Nombrada Por Poseidón que era (o por la sensación de respeto que su madre, la Bruja de los Mares, sentía por ella), sino que algo en la mujer inspiraba poderío. El tritón pensaba que era una perfecta combinación entre el porte de la Anciana y el verdadero poder que habitaba en su interior. Este último había quedado patente cuando, de alguna manera, le había dado a entender de que estaba llamado a entrar en su gruta y... ¿sabía que vendría? ¿Cómo? Ni siquiera el mismo lo había sabido hasta hace algunas horas.

Eneas tomó asiento, todavía medio maravillado por el reciente contacto de las manos de Ryna. Intentó recomponer su cara de asombro ante todo lo que le rodeaba, que era causa tanto de la cueva y sus luces como de la presencia de la Anciana. El tritón intentó mostrar la mayor de sus sonrisas, que era sincera, ya que la mujer le inspiraba esas buenas sensaciones. Con todo, esa denominación que le daban como el hijo de la Brujas de los Mares, en cierto modo, le dolía. No podía negar lo que era, cuál era su pasado y quiénes su familia, pero algún día le gustaría ser más que simplemente aquel que había nacido de las entrañas de Parténope. O, mejor aun, soñaba con que llegase el momento en que todos le recordasen por alguna de sus historias o canciones.

— Anciana, mi señora— comenzó Eneas tratando de mantener la adecuada compostura por estar ante una sirena de tan alto rango, casi haciendo una reverencia al mismo tiempo que pronunciaba sus palabras—. Por favor, ante todo quiero que sepáis que lamento si en algún momento fui llamado a llegar con anterioridad. Llego con la mayor rapidez que he sido capaz desde las costas cercanas a Barcelona. Desde este lugar, uno de aquellos monstruosos artificios de hierro que construyen los habitantes de la superficie surcan los mares se dirige hacia aquí, donde— el tritón hizo una pausa, algo dudoso porque en verdad no sabía el nombre de su informante—, según las palabras de una sirena de la zona con más información de la que poseo yo mismo, su tripulación pretende descubrir sobre la existencia de los de nuestra especie e, incluso, capturar a alguno de los nuestros. No sé el peligro real que esto supone, ya que uno de aquellos humanos mostraba una imagen macabra, ni las intenciones reales de estos individuos, pero creía que era mi responsabilidad traer esta información hasta aquí y ponerla en vuestro conocimiento, mi señora. 

Eneas miró directamente a los ojos de la mujer e, instintivamente, bajo la mirada en un gesto que casi era una súplica. Aquella sirena, la Anciana Ryna, era tan diferente a su madre. Parecía hermosa y bendecida, poderosa y segura bajo la protección del rey del mar. Era un contraste tan marcado con la imagen de Parténope y sus terribles monstruos de las profundidades. ¿Quién sabría con qué criaturas corruptas de las simas más oscuras del océano con los que su madre hablaba y qué poder obtendría de ellas? No, se negaba a sí mismo Eneas, la furia de la Bruja de los Mares no debía ser desatada.

Una sonrisa al notar su cola en la yema de mis dedos le hace sonreír. Victoria. Y así arrastra a Eressëa para poder cruzar su mirada mientras la rodea con los brazos y se limita a disfrutar del tacto que su piel le regala. Un tacto suave que podría disfrutar hasta caer la noche, varias noches. Era innegable que la temperatura había subido y no sólo por el ejercicio.

Un silencio que es roto y esas palabras hacen que infle las mejillas en un gesto completamente infantil.

¡Eh! ¡No habías dicho nada de prohibir cosquillas!

Ahí termina su protesta. Ladea la cabeza. ¿Y ahora? No había pensado nada porque no pensaba que fuese capaz de alcanzarla. Ella era grácil y él... no tanto. Ahora tenía el poder y dudaba qué hacer.

Cierra los ojos.

Pide con una sonrisa. Pero más que una petición era una pequeña orden. No la suelta aún. Se pierde en el suave movimiento de aquellos cabellos interminables y brillantes. Sublime, sencillamente. Sólo cuando él cree que ha cerrado los ojos sigue.

Te quejaste de mis caricias -comienza, con un leve susurro, acercando aquellos labios a su oreja- y a veces aprendo. Esta vez -engancha el lóbulo de su oreja para tirar con suavidad- no voy a dejar que te quejes...

Entonces sella sus labios contra los de ella y con una mano en la nuca fuerza cierta profundidad, una profundidad que gana más y más potencia a cada segundo. Es un beso avaro, egoísta, uno que busca beber lo que ella pueda ofrecerle. Juega con la lengua de ella como un pequeño explorador curioso. Difícil saber cuánto dura aquel momento, pero no se detiene hasta saciarse y sólo entonces se separa de ella para terminar la frase.

... de cómo beso.

Y sin dejarle responder se aleja nadando un poco de ella.

Llegarás tarde. ¿O no quieres llegar?

Bromea un poco a la par que le tienta.