Partida Rol por web

- Podemos dejar las formalidades de lado, vengo a ver a Zoe como compañero o amigo, en esta situación los rangos sobran.- dijo sonriendo al ver que Zoe parecía estar mejor.

Escuchó el breve informe de la doctora, asintiendo en su petición.

- No hay prisa, prefiero que esté unos días más hasta que esté completamente recuperada que no que se reincorpore a medio gas.

Entonces se fijó en las actitudes de las dos alférez, la manera como Aileen cogía a Zoe, sus cruces de miradas, sus titubeos... y lo comprendió. Miró a ambas mujeres y se dio cuenta de que en ese momento sobraba.

- Bueno, me retiro a descansar. Ciertamente doctora hemos tenido algo de ajetreo en ingeniería, pero seguimos adelante. - volvió a mirar a las dos alférez - Hacen buena pareja - dijo con una sonrisa. - Nos vemos luego en ingeniería, sin prisas.

La aparición y desaparición veloz de Lightman me dejó sin palabras. También a Zoe, que me miró con una sonrisa disimulada y los ojos muy abiertos. Parecía que había venido a verla, pero no había tardado ni dos segundos en desaparecer.

-Bueno, supongo que ha sido una visita de cortesía y poco más. Tampoco es que lo necesitemos, ¿verdad, Zoe? -le dije, decidida a no darle más vueltas a la cuestión. 

Entonces miré a mi alrededor. El bajorano continuaba de pie, sin abrir la boca, observando todo como si estuviese recopilando datos antes de emitir un juicio. Sabía que no era por mí, sino por el señor Vrako, pero no por ello dejaba de molestarme. Pero no podía decir mucho al respecto. Yo solo era una alférez que se había tomado unos minutos libres para visitar a alguien y olvidarse por un instante que estábamos en guerra. Lo demás, no era de incumbencia.

Bueno, Aileen. Ocúpate solo de lo tuyo, me dijo una voz interior.

Haciéndole caso, me recosté junto a Zoe, solo para sentirme, por primera vez en muchas horas, completamente en paz. Menos mal que no le había contado lo del dispositivo, porque seguramente, habría hecho mucho más que quedarse allí. Zoe era sobreprotectora cuando quería.

De vuelta al tajo, pensó Perkins cuando las puertas de la enfermería se abrieron. Y lo que vio no era una situación muy diferenet a como cuando se marchó. Kepaar continuaba allí, y Lena, por supuesto, y Vrako seguía con aquella cara de "tengo ganas de matar a alguien pero me estoy conteniendo". La novedad residía en la presencia de la joven O'Brennan junto a Zoe. Eso alegró la vista de Perkins.

-Vaya, vaya, alférez O'Brennan. Me alegra que haya venido. Creo que Zoe también, por lo que estoy viendo -les dijo a ambas, mientras se acercaba muy sonriente. 

Actuando por costumbre, examinó externamente a Zoe; le tomó el pulso, le miró los ojos y en general, la observó externamente desde cierta distancia, al igual que haría un pintor o un escultor. A su manera, Perkins era un poco artista, aunque fuese solo de la naturaleza humana.

-Yo diría que está lista para irse a su cabina. ¿Usted qué dice, doctora? ¿La dejamos que se marche a descansar a su cabina y que se recupere allí tranquilamente?

Después se giró hacia Kepaar.

-Dígame, señor Kepaar -empezó a preguntarle, cruzando los brazos y apoyando la espalda en la cama en donde estaban Zoe y Aileen -. Después de haber hablado con nuestro oficial de seguridad, ¿qué opinión le merece su situación? Sea sincero.

Kepaar leyó el informe con detenimiento, aunque su rostro no pareció mostrar signo alguno, de enfado, hastío o simplemente, comprensión, al hacerlo.

Cuando acabó, Kepaar miró con seriedad a Vrako y escuchó la pregunta del médico.

Si les digo la verdad, no estoy demasiado acostumbrado a todo esto de los rangos militares. Entiendo que las jerarquías forman parte de cualquier sociedad y que son una manera eficaz de organización que promueve el aumento de la eficiencia. Pero mi opinión siempre ha sido que debe prevalecer el beneficio del individuo primero, y el resto de la sociedad después. Usted es romulano. Viene de una estructura mucho más rígida que esta, por lo que tengo entendido. Eso facilita las cosas porque los individuos no puede expresar libremente lo que sienten, ni tampoco cometer errores llevados por sus emociones.

Kepaar se puso en pie para continuar hablando, intentando alcanzar un entendimiento con aquel hombre orgulloso pero profundamente herido. No era la primera vez que se encontraba con personas así y resultaban difíciles de tratar. Eran casos difíciles, pero él siempre había pensado que ¿no lo eran todos en realidad? Cada individuo era un universo altamente complejo e impredecible. Eso era lo hermoso. Saber que cada uno era único en su especie.

-Quizás el problema real no sea únicamente la mediocridad que ve usted en la Flota, porque creo entender que de eso se trata, al menos en parte, sino de que usted no es valorado como se merece, y no me refiero a su eficiencia, sino a su preocupación las vidas de los hombres, mujeres e intersexos que están bajo su mando. Le indigna sentirse mal por las vidas perdidas y que el resto de los mandos no parezcan compartir esa preocupación, para empezar, con sus acciones. Y claro, usted, al reaccionar de manera violenta, agresiva o simplemente, poco disciplinada, es consciente de haberse guiado hasta el punto en el que se encuentra, eso es evidente, pero no es más que una consecuencia de todo lo anterior. ¿Me equivoco?

Kepaar se acercó ahora al romulano, mientras Lena y las dos jovenes y ese Perkins, lo seguían con la mirada.

-Le diré una cosa. No importa el uniforme; no importa esta nave, ni la galaxia. Lo único que importa es lo que usted, el Teniente Vrako, piense. ¿Qué le hace sentirse mejor? ¿Qué es para usted el honor personal? Todos debemos defender algo y usted no es diferente. ¡Qué es un prisionero! ¿Y qué? Eso no tiene importancia para usted. Solo el que su opinión reciba la adecuada atención. Así que piense... ¿Qué puede hacer para conseguir que esa opinión sea tenida en cuenta? ¿Un consejo de guerra? ¿Una protesta oficial? Lo que encuentre, vaya a buscarlo. No se rinda jamás, porque el día que lo hagamos, usted, yo y cualquier de nosotros, nos perderemos a nosotros mismos. Yo defiendo la no violencia. Si algún día llegara a acabar con la vida de alguien, estoy seguro de que perderé lo que me hace ser como soy. ¿Qué es lo que usted no puede perder? Solo usted, señor Vrako, puede responder a esa pregunta. Y no está solo, me temo. La doctora está a su lado, apoyándolo. ¿No cree que le debe el esfuerzo máximo, más allá del agotamiento mental, para encontrar esa justicia que tanto necesita?

Kepaar estaba en esos momentos, a esos centímetros de Vrako, cara a cara con él.

-Piense, señor Vrako. ¿Qué podría hacer en esta situación para que su honor obtuviese su justa recompensa?

Tras examinar las constantes vitales, comprobar la reacción del cuerpo de Zoe tras la descontaminación y... observar el pulso de la alférez con las atenciones de Aileen, amén de lo que fue testigo involuntario entre ambas oficiales, decidió que lo mejor era dejar que Zoe se fuera... se terminaría de recuperar más rápido en buena compañía.

Mientras cerraba el tricorder observó como Lightman decidía marcharse antes de que Connor se pronunciase, para a continuación ver como entraba Perkins.

-Yo diría que está lista para irse a su cabina. ¿Usted qué dice, doctora? ¿La dejamos que se marche a descansar a su cabina y que se recupere allí tranquilamente?

- Por supuesto que sí- sonrió tranquila y hasta amable, feliz por haber encontrado el verdadero motivo de la rebeldía de Zoe, aquello podía significar la firma de paz entre ambas, algo deseado por Connor que siempre solía estar del lado de sus pacientes- Alférez Zoe, puede usted marcharse de la enfermería pero le sugiera que no se diriga de inmediato a ingeniería como ha visto las cosas están tranquilas y su presencia no es requerida, en cambio le aconsejo encarecidamente que vaya a descansar a su cabina o tomar algo en la cantina y dado que la alférez Aileen se encuentra aquí, sería bueno que la acompañara para evitar posibles mareos... si tiene usted alguno pónganse en contacto conmigo- miró a ambas para asegurarse de que así lo harían- no debe hacer esfuerzos, trate de relajarse nunca se sabe cuando la Enterprise va a entrar en un nuevo conflicto por eso hay que aprobechar las treguas- finalizó con una agradable sonrisa dando por finalizado el diagnóstico de la alférez.

Entones el embajador tras analizar los datos y animado por la interrogante de Perkins se dirigió a Vrako dándole su opinión de los hechos, mientras escuchaba la disertación del bajoriano Lena se sorprendió de lo acertado de sus palabras, el señor Keepar estaba dando en el clavo, ni ella misma hubiera podido hablar con mayor coherencia, así pues y con cierta mueca divertida en el rostro y los brazos cruzados para ponerse cómoda, miró al romulano esperando el tipo de respuesta que le iba a dar

Parecía claro que el orgullo de Cairo no le permitía seguir adelante, Kepaar trato una vez más de hacerle reaccionar ya que el tiempo se acababa y desde luego no conseguiría una disculpa a tiempo.

Tendría que tomar una decisión sobreponerse y seguir luchando o seguir compadeciéndose de si mismo en la enfermería.

Landor desvío su atención para que el romulano pudiera pensar en su próximo movimiento.

Doctora podría hablar con usted?

Dijo mientras le invitaba al despacho

Zoe me lanzó una enorme sonrisa, que yo se la devolví multiplicada por diez. Sin perder tiempo, fuese a ser que cambiase de opinión, la ayudé a bajarse de la cama. Lo que más quería era tenerla para mí y cuidar de ella era la mejor manera de conseguirlo, sin duda alguna.

-Con cuidado. Llevas mucho tiempo postrada así que es normal que te cueste caminar -le dije, agarrándola con dificultad. Al ver a Perkins, decidí acudir a él.

-Eh, señor Perkins, ¿cree que... podría ayudarme a llegar a su cabina?

Perkins sonrió casi tanto como Zoe al ver que la doctora le daba permiso para marcharse de allí. Entendía que estuviese deseando irse, más aún con Aileen allí, pendiente de cada uno de sus gestos y movimientos. La joven ingeniera no tardó en ponerse manos a la obra, pero se notaba que a la alférez Zoe le costaba todavía moverse.

Antes de que Aileen le pidiese ayuda, él ya estaba acercándose.

-Será un placer. Además, me apetece dar un paseo. Últimamente paso demasiado tiempo en la enfermería. Dísculpenme, doctora, señor Vrako, señor Kepaar.

El consejero, quien había guardado silencio todo aquel tiempo, lo rompió tras lo que supongo que fue un tiempo de meditación y de reorganización de ideas y análisis de mis emociones. Sus palabras no estaban carentes de verdad. A pesar de ser una raza pasional, en el ámbito militar éramos estrictos y duros con respecto a las emociones. No las aislábamos, pero procurábamos no dejarnos llevar por ellas en las tomas de decisiones... algo que yo no estaba haciendo en aquellos momentos en la Enterprise. Claro que mi educación no fue precisamente la normal en mi raza y había algunas cosas en las que fallaba. Y es que un romulano criado por su raza enemiga: los klingon... bastante bien parado había salido.

Pero no irrumpí al consejero. Parecía estar dispuesto a dejar las cosas claras y me sorprendió gratamente ver como había entendido por completo el problema y mi situación. - Así es. - Dije en algo que se asemejaba a un gruñido, viendo como los alferez que estaban en la enfermería la abandonaban uno tras otro. Solo Perkins tuvo el detalle de despedirse e hice lo propio inclinando mi cabeza levemente hacia el hombre. - Se que actué mal... no debí dejarme llevar por aquellas emociones tan... fuertes. - Miré a Connor unos segundos. - Creerla muerta me afectó más de lo que pensaba. - Pero es que a nadie parece importarle nada. ¿Han muerto? No pasa nada... hay más tripulantes en la nave que podremos usar de peones y sacrificarlos... ¿Es así como funciona la Flota Estelar?

Pero el discurso del consejero no había terminado ahí. Le escuché con atención, perdiéndome entre algunas de sus frases, pero entendiendo el concepto general de lo que me decía. - La queja ya está puesta. Poco más puedo hacer por ahí. - Así era. Hasta que aquello no llegase al alto mando y se revisase. Pero mi honor y no solo eso, mi credibilidad estaban dañadas, por no decir destruidas. Para cuando me di cuenta, el rostro del consejero estaba realmente cerca del mío. Iba a preguntarle si buscaba besarme, cuando me hizo aquella pregunta, clave en todo aquello. - ¿Hacer? ¿Yo? - Hubiese reído, algo que no iba con mi raza y que parecía no existir en mi código genético.

No podía hacer nada. Estaba atado de pies y manos. No era más que un maldito prisionero, nadie contaba conmigo, nadie creía en mí, nadie... Miré a Connor. Ella estaba allí... seguía a mi lado a pesar de todo. No entendía porqué lo hacía puesto que eso la colocaba en una postura bastante complicada con respecto a su amiga la capitana de la Enterprise. Pero creía en mí. De eso estaba seguro. - Coger al cabrón que está volviendo loca a la tripulación y por el cual estoy siendo injustamente tratado. - Dije al fin. Era la única manera de demostrar tantas cosas a tantos acusadores. - Pero no podré hacerlo solo y menos aún imposibilitado como me tienen. - Miré al consejero para luego clavar mis ojos en Connor. Jamás había necesitado a nadie en mi vida como sentía en aquel momento que la necesitaba a ella en concreto. - Doctora, creo que con su ayuda podría derribar muros con mis manos. - Dije metafóricamente hablando, pero no muy alejado de la realidad.

Entonces el gesto del consejero cambió y eso me descolocó, pidiendo a la doctora hablar con ella a solas. No quería quedarme solo, no cuando comenzaba a recuperar la esperanza y a ver algo de luz al final de aquel túnel, pero quizás... - No, no puede haberse dado cuenta... - Pensé para mí pensando en que mis emociones me hubiesen traicionado y el consejero hubiese sacado más información de la necesaria para solucionar todo aquello. Información que ahora quería compartir a solas con Connor. Miré a la mujer unos instantes y no dije nada. Era decisión de ella marcharse o no.

Yo solo podía cerrar los ojos y esperar...

Cita:

Y al fin sucedió... detrás de aquel inquebrantable orgullo pareció asomar un atisbo de esperanza de recuperar al oficial. Quizá tan solo fue un espejismo y desde luego nadie en sus cabales pondría la mano en el fuego pero al menos había reaccionado...

Kepaar se giró ante la respuesta del romulano, dejando a un lado la respuesta de la doctora.

Empezaba a pensar en que su orgullo no le permitiría seguir adelante. Le repitó que no estoy aquí para juzgarle, al igual que no estoy aquí para juzgar los actos del resto de oficiales. Esa justicia que reclama, deberá esperar a que se resuelvan sus alegaciones pero flaco favor se hace así mismo y a esta nave quedandose en esta enfermería compadeciendose de su desgracia.

El consejeró miró fijamente de nuevo al romulano intentando ver la verdad en sus palabras.

Si, esta dispuesto a dejar atrás este incidente hasta que acabe la misión y el alto mando pueda evaluar las circustancias del suceso, yo mismo hablaré con la capitán para que levante su confinamiento.