Partida Rol por web

Me calme enseguida cuando la única que faltaba apareció por la puerta:

-Hola, estaba preocupada, iba a salir a buscarte….siento si te he ocasionado problemas-le digo y abro la puerta para que pueda pasar.

-Tranquilas, no es una monja aunque igual ha espantado alguna…-bromeo y le sonrió a Ruby, añado-creí que no ibas a venir…-

Sin perder más tiempo, Ruby entra y cierra la puerta. Cuando mira en la habitación, ve casi una docena de alumnas en ella que se asoman de todas partes, y una pequeña mesita de té en el centro, claramente insuficiente para todas.

- Entonces te llamaré, Mai. Me agradas, estoy segura que nos vamos a llevar muy bien. - Parecía que la chica tenía la misma mentalidad que ella, o al menos en el caso de llamar alguien de manera más familiar, algo que a la guitarrista le encantaba oír, ya que detestaba los honoríficos o que la llamaran por su apellido. Por suerte, hasta el momento, nadie se había negado a que la peliblanco las llamara por el nombre, por lo que no podía estar más que complacida, sabiendo que no tendría que referirse a alguien de una manera distante, que no era el estilo de la joven rebelde. Después de todo, prefería hacer amigas, y no había mejor manera de hacerlas que el dedicarles un trato gentil y familiar. O al menos así pensaba ella.

- Que bueno. No hubiera sido buena idea salir ahora al pasillo... creo que había una hermana tras nosotras. - Confesó, ahora más aliviada, al oír que Mai les permitiría quedarse allí, ya que habían sido invitadas. Era verdad que eran muchas pero... si lo intentaban, estaba segura que podían acomodarse allí de alguna manera, aunque estaba claro que no podían sentarse todas cerca de la mesita en la habitación. Algunas tendrían que sentarse en las camas o en algún rincón del cuarto. Bueno, tampoco era como si la guitarrista deseara mucha comodidad, cuando prefería tener un momento agradable entre amigas. No obstante, sus pensamientos no tardaron mucho en ser interrumpidos ante una visión que la tomó realmente por sorpresa, haciendo que abriera los ojos como platos y ruborizándose levemente, antes de volver a tranquilizarse.

- Eh... Em... Ami-chan... - Alcanzó a decir, antes de callarse por completo y simplemente quedarse mirando a la rubia un tanto hipnotizada. Incluso si su ropa interior era bastante infantil, tenía que reconocer que eso no significaba que su amiga careciera de atractivo, junto con ese lado adorable que ésta siempre mostraba. Sin embargo, cuando notó que se había quedado mirándola como una pervertida, la peliblanco no tardó demasiado en desviar la mirada, intentando pensar en otra cosa, para no volver a centrar su atención en el cuerpo de su amiga. Después de todo, se había quitado el vestido para evitar que las descubrieran, no para que la guitarrista viera el diseño de su ropa interior, incluso si se veía bastante mona. Por fortuna, Mai no se demoró demasiado en cubrir a la rubia con una manta, evitando que ésta continuara mostrándose de esa forma, y sacándole una preocupación de encima a Fran.

En ese momento, alguien llamó a la puerta, sorprendiendo a todas las presentes, y la peliblanco no dudó en intentar esconderse, ya que resultaba bastante difícil en ese lugar y habiendo tantas chicas allí presentes. No obstante, resultó que se trataba de la pelirroja llamada Rubí, por lo que Fran se relajó, más tranquila al saber que no era una de las hermanas que las había descubierto a todas. Aún así, parecía que la pelirroja estaba un poco molesta, tal vez porque Hina no la había buscado anteriormente, aunque era normal, ya que habían salido corriendo en cuanto escucharon aquellos pasos. De cualquier modo, la guitarrista estaba contenta de que ahora podrían comenzar la reunión... Bueno, si encontraba un lugar dónde sentarse. - Mm, ¿quieren... jugar a algo? - Preguntó casual, mientras buscaba un lugar donde poder tomar asiento. La mejor opción parecía una de las camas, pero no quería invadir el lugar de descanso de las otras chicas.

Mientras recibían a la recién llegada y decidían qué hacer, una luz asomó por la rendija de la puerta, seguramente procedente de la lámpara que alguien llevaba, y se detuvo delante.

Rubí suspiró lentamente al llamar a la puerta. Al parecer el movimiento que había en la habitación, cesó. Minutos después, Mai asomó por la puerta. 

Hola, estaba preocupada, iba a salir a buscarte….siento si te he ocasionado problemas

Rubí negó un poco ruborizada con la cabeza.

No... No me has ocasionado ningún... P-problema . 

Cuando le permitió entrar, Rubí visualizó a Hina y se abalanzó hacia ella, tumbando a las que había a su lado. 

Hina~chan, estaba preocupada. -comentó estrechando su mejilla con la suya. Luego la liberó de entre sus garras y levantó la mano. ¿He interrumpido algo?

Acto seguido,Rubí se quedó en silencio e hizo un gesto para que las demás también aguarden. 

Sonreí a la chica pelirroja y su negación acompañada de su rubor de mejillas y algo de tartamudeo:

-por fin me puedo presentar a la chica con pelo de color del fuego….me llamo Mai Ayako, puedes llamarme Mai-le digo viendo que está un poco nerviosa hablando conmigo y añadí-has venido justo a tiempo estábamos…-no pude terminar la frase cuando note que había luz en el pasillo.

-creo que es momento de esconderse de nuevo…Mitsuki acuéstate-dije en bajo.

Todo... todo estaba ocurriendo demasiado rápido, tanto que me veía abrumada y casi en un estado de inconsciencia pero sin perderla, congelada, siendo arrastrada por la situación sin llegar a procesar nunca cada acción que ocurría. De empezar a correr con un pañuelo en la nariz, a entrar en un cuarto pequeño que ni siquiera me había enterado de quien era junto a una decena de alumnas más, sin demasiado espacio vital, mientras yo me aislaba en una esquina. Mi agobio creció.

Luego de esto, mi cara se sonrojó y apartó la mirada de Ayami, que por algún motivo que debido a mi estado no llegué a entender se quedó en paños menores. Mi agobio creció, y por ello no pude apartar el pañuelo de mi nariz sangrante pues no paraba de brotar.

Y cuando unas luces surgieron de la rendija de la puerta, indicando que podría haber una hermana merodeando con una lámpara alertada por el escándalo. Mi agobio creció otro nivel más, y me hizo sentarme apoyada en la pared y abrazada a mis piernas con una mano siempre en mi pañuelo y mi nariz, arrepintiéndome de haber decidido acompañar a Yaya a esto. Yo me esperaba una reunión de como mucho tres personas más... no esta escena de las películas mudas americanas. Me quedé en esa postura totalmente paralizada en la oscura esquina... esperando pasar totalmente desapercibido... normalmente eso en mi antiguo colegio me salía solo, por eso me llamaban Miraju allí (porque desaparecia sin que nadie lo notase)... ahora solo quiero irme a mi cuarto a dormir.

Tras unos segundos de incertidumbre, la oscuridad volvió de nuevo al pasillo. La luz se alejó y quien quiera que fuese, lo hizo con ella. Todo volvió a quedar en silencio, a excepción de los suspiros de alivio en la habitación número 4 de St. Miatre.

-Vaya, eso sí que ha estado cerca -comentó Yaya, divertida.

-Claro que si nos pillan, a lo mejor tienen que cerrar la escuela porque estamos casi todas aquí.

Mientras veían que hacer, Ami-chan se quitó el vestido repentinamente para tapar el bajo de la puerta y evitar que pudieran ver desde fuera si había algo de luz. Sin querer, Hina se fijó primero en los gatitos lo que la hizo sonreír por dentro. ¡Qué monos! Luego cayó en la cuenta de que la rubita estaba prácticamente desnuda y desvió la mirada avergonzada. Por suerte la única imagen que recordaba era la de los animalitos que adornaban su ropa. Mai no tardó en darle solución echándole una manta por encima. 

Se pudo escuchar un suspiro generalizado cuando Mai abrió la puerta y apareció Rubí al otro lado, y no una hermana como muchas temían. Hina miró con cara de disculpa a Rubí cuando esta se le acercó, esperaba que no se hubiera enfadado, no sabía que todo iba a suceder tan deprisa. Aunque no esperó el abrazo de sopetón que esta le acababa de propinar, se dejó abrazar e iba a explicarse cuando la pelirroja les dijo que guardasen silencio. Hina enmudeció llevándose las manos a la boca mientras observaban como una luz pasaba de largo por la puerta. Phew... Salvadas, por ahora.

Una vez pasó el peligro, se volvió para mirar a su compañera de cuarto y zanjar el malentendido. - Lo siento mucho no pude volver al cuarto porque nada más les avisé escuchamos pasos y tuvimos que salir corriendo y.. Aquí estamos. - le explicó bajando la voz a Rubí con cara de corderito degollado.  - No sabía que la fiesta iba a ser tan inmediata, pero me alegra que llegases sin percances. - continuó, y entonces recordó que con tanto susto no se había presentado ante las anfitrionas y el resto de caras nuevas. Se quitó las gafas un segundo y las limpió con el borde de su rebeca, era su modo de mantener la calma cuando se ponía nerviosa o le entraba timidez. Inspiró hondo y prosiguió.

- Ah, soy la compañera de cuarto de Rubí-san. Mi nombre es Hina Suzume, muchas gracias por invitarme, espero no causar mucha molestia. - les dijo aún en voz baja, inclinando la cabeza ante Mai y Mitsuki, luego miró a las demás y esbozó una sonrisa amable. Seguramente no habría té para todas, pero se contentaba con el hecho de que habían considerado invitarle a la fiesta y estar allí.

Entonces se fijó en la chica tímida que se había recogido en una de las esquina de la pared, llevaba sin decir nada desde los pasillos, puede que lo estuviera pasando mal con el miedo de ser pilladas por una de las hermanas. Pero empezaba a preocuparle verla así. - ¿T-te encuentras bien? Parece que ya ha pasado.. - le comentó sin alzar la voz. Al menos de momento...

No teníamos que haber venido, Tamao-chan. Esto es muy peligroso -comentó asustada la compañera de Tamao, en voz baja. 

Además, somos muchas. ¿Cómo vamos a tomar el té todas en esa mesa tan pequeña?

BK miró a su a su alrededor y respiró tranquila cuando la luz desapareció del pasillo. Entonces se dio cuenta de que encima de la mesa había cartas del tarot.

-¡Andaaa¡ -exclamó, sorprendida -. ¡Cartas del Tarot! ¿Quién estaba echándolas? ¿A quién le estaban haciendo una lectura?

La luz paso de largo y después mire a las demás detenidamente, para después mirar la mesa y ver que las pastas no iban a ser suficientes, igual si las partíamos habría para todas.

-creo que las cosas ricas en pequeñas cantidades están mas buenas-dije cogiendo la bolsa de pastas y aplastándolas para que se hicieran trocitos mas pequeños.

Escuche a una chica con el pelo rosa de la que aun no sabia su nombre que pregunto por las cartas:

-las tiro yo, iba hacerle una tirada a Kiyashiki-san pero la que quiera puede pedirme tirada-dije.

Yo soy Rubí -para estrechar la mano de  Mai, la pelirroja debió de ponerse de pie e inclinarse hacia ella. - ¿Sabes echar el Tarot? Yo lo único que sé es... Escribir e imaginarme mundos nuevos. -comentó encogiendo los hombros y volvió hacia su compañera de habitación -. 

No te preocupes, Hana, no hace falta que me dieras explicaciones, sólo estaba preocupada y fui en tu búsqueda -alzó la mano y sonrió - . Ha sido todo una aventura... 

Después, volvió la vista hacia las cartas. 

¿Me las puedes echar, Mai? 

Me sonroje cuando Rubi toco mi mano.

¿por que he temblado por un momento? Noto algo raro, su mano es suave y cálida, ¿sera que esto es lo que siente una cuando le gusta alguien? No se pero la sensación es muy agradable pensé para mi misma.

-tus ojos y tu pelo hacen honor a tu nombre-dije casi sin pensar y esboce una sonrisa, cuando comento que escribía no dije nada pero mi corazón dio un salto mortal.

No puede ser...nunca había conocido a nadie que escribiera como hago yo me digo a mi misma

Entonces me senté delante de Rubi y me pidió que le echara las cartas:

-claro, si a Kiyashiki-san no le importa esperar podemos ir por turnos. ¿Que quieres preguntar, Rubi-chan?-dije empezando a barajar las cartas.

Rubí sonrió ante el cumplido de la morena. La miró a los ojos verdes. Parecía que el fuego podía encontrar cierta calma en el bosque de su mirada.

Demasiada naturaleza en ellos. Son calma en la tempestad... 

Me... Me gustaría saber sobre el futuro, aunque también sobre los estudios, las relaciones... Un poco de todo. Pero, sobre todo, me gustaría saber si podré ser una buena escritora. 

Volvió a sonreír tímidamente, con una sonrisa torcida, mientras un leve rubor se acomodaba en sus mejillas. 

Escritora….espero que se apunte al club de Literatura, me encantaría escuchar sus historias pensé para mi misma.

-no se los clubs que hay pero seguramente haya algo de Literatura, esperemos que todo salga bien-digo mientras dejo de barajar un pequeño taco de cartas del resto, lo dejo sobre la mesa y le digo:

-divídelo en tres y señalame uno-

Cuando Fran me miró y dijo mi nombre lo recordé ¡no me había presentado! Y entonces una chica, posiblemente a quien pertenecía la habitación me ofreció una manta -Oh gracias- le dije con una gran sonrisa mientras me la echaba por encima -Yo soybAyami Izumi pero podéis llamarme Ami-chan- expliqué dado que habían caras nuevas.
Cuando Fran preguntó si queríamos jugar a algo se me iluminó la mirada -¿que tal una guerra de cosquillas? Pero si reís nos pueden pillar las monjas- advertí mientras comenzaba a atacar a mi compañera de habitación sin pasarme para que no soltase una gran carcajada que pudiese causarnos problemas.

Por un momento, cuando alguien se paró del otro lado de la puerta con una linterna u otra fuente de luz, la peliblanco permaneció callada, atenta ante el hecho de que pudiera ser una de las monjas. Más que posible, teniendo en cuenta que debían de estar vigilando los pasillos, así como las habitaciones, por si alguien rompías las normas. Ante la sugerencia de Mai, la guitarrista consideró la idea de esconderse debajo de la cama, si bien aquello no fue necesario, ya que quien sea que hubiera estado del otro lado, no tardó mucho en seguir su camino. La joven rebelde suspiró aliviada, ya que de lo contrario hubieran estado en muchos problemas, con tantas chicas allí dentro.

- Tienes razón... que bueno que no han llamado a la puerta. - Le dijo a Yaya, un tanto aliviada. No era como si Fran tuviera problemas en ser descubierta, pero si le preocupaba que el resto de las presentes salieran perjudicadas, ya que estaba segura que no todas querían ser atrapadas rompiendo las normas. A ella le daba igual las consecuencias, pero no pensaba lo mismo de Ayami, quien había sido una buena amiga para la peliblanco. - Si, va a ser un poco complicado tomar el té entre todas pero... bueno, siempre podemos hacer otras cosas. No hay por qué preocuparse. Y si nos atrapan, diré que ha sido todo mi culpa, que yo las convencí para romper las normas. - Le aseguró a la chica llamada Noriko, para que ésta estuviera un poco más tranquila. Si bien todas serían castigadas, la mayor parte del castigo debería de ser para Fran, si ésta se hacía responsable, o al menos eso pensaba. Después de todo, a la guitarrista no le importaba mucho que intentaran disciplinarla, siempre que no se metieran con sus amistades.

Tras ello, tanto Mai como Rubí, comenzaron a llevar a cabo una sesión de lectura de cartas de Tarot, si bien a la joven rebelde no le llamó mucha la atención, ya que ella creía más en el hecho de que podía forjar su destino por su cuenta, y que nadie decidía cómo sería su vida, excepto por ella misma. Detestaba la idea de pensar que su vida estaba regida por cadenas o cuerdas como si fuera una especie de marioneta, por lo que no le interesaba saber cómo sería su futuro, cuando estaba segura que eso sería algo que ella definiría con sus propias acciones. No obstante, mientras reflexionaba sobre aquello, su compañera de cuarto la tomó por sorpresa, ya que no había llegado a pensar mucho en su pregunta, antes de que la rubia la asaltara con un ataque de cosquillas que hizo el rostro de la peliblanco se pusiera levemente rojo, mientras intentaba reprimir la risa. - ¡Ah! ¿A-Ami-chan? E-espera, co-cosquillas no... pff... - Intentó expresarse con dificultad, antes de echarse a reír, a la vez que se sentía un poco incómoda, al saber que su amiga estaba tan cerca de ella al estar semidesnuda, incluso si estaba cubierta por una manta. Quería detener su ataque pero... para eso tenía que tocarla y no quería aprovecharse.

Al final, mostró una breve expresión de enfado, aunque estaba claro que estaba más actuando que otra cosa, antes de sonreír divertida. - A-ahora verás... - Afirmó, dejándose llevar por el momento, porque no iba a dejar que la rubia se saliera con la suya, semidesnuda o no, no dudando en dedicarle su propio asalto de cosquillas a la dulce chica, mientras reprimía el rubor en sus mejillas al saber el estado en el que se encontraba la joven en ese momento. No pienses en su cuerpo en ropa interior, no piensas en su cuerpo en ropa interior. Repitió aquel mantra en su mente mientras se divertía con su amiga. No sabía si la rubia tenía los mismos gusto que ella en ese aspecto pero... no quería pensar de esa forma sobre su compañera de cuarto, cuando ésta parecía tan inocente. Lo que menos quería era aprovecharse de la situación, incluso si su amiga la había arrinconado de esa forma.

-Esperad, esperad. Si va a haber una batalla de cosquillas yo quiero luchar también -dice Tamao, lanzándose contra Fran, y empezando a hacerle cosquillas en un lateral