Partida Rol por web

Escuché con atención toda la explicación que nos estaba dando Hekima-san sobre los arcos y todas las medidas previas que debíamos tener en cuenta con respecto a utilizar el arma... cuanto más entendiera, menos probable sería que se me escapase una flecha hacia el cielo y todas corriéramos para que no nos cayera encima. Me dirigí a la mesa que indicó la jefa del club para recoger el guante y el protector, los cuales me puse después de quitarme la chaqueta del chándal y atarmela a la cintura para estar más cómoda.

Ahora... llegaba el momento en el que tenía miedo: tensar la cuerda con la flecha puesta. Intenté imitar la postura de Hekima-san lo mejor que pude apuntando hacia las dianas no fuera que se me soltara... aunque desde luego ella no temblaba tanto como yo lo estaba haciendo, y de los nervios estaba empezando a sudar bastante -Que no se te escape, que no se te escape, que no se te escape...- me iba repitiendo cual mantra en mi cabeza tensando la cuerda.

Pero entonces... lo noté. Mis manos y mis dedos también estaban sudando... y poco a poco notaba que la cuerda se me resbalaba entre ellos -Nononononono... por favor nononono...- pensaba alarmada... pero fue ineficaz. Terminé soltando la cuerda sin querer y la flecha salió disparada delante mía -¡Ahhh!- pegué un gritito asustado cuando disparé. De repente me puse roja como un tomate -¡Pe-pe-perdón Hekima-san! ¡S-se m-me ha re-resbalado la fle-flecha de m-mis de-dedos! ¡L-lo si-siento!- me apresuré a disculparme con la jefa del club lo más pronto posible sin sujetar más flechas. Ni siquiera me molesté en mirar donde se había caído la flecha... ni sabía que se había clavado en el centro de la diana que tenía enfrente.

Yaya soltó una risita al ver lo que acababa de hacer Yuki. ¡Sin quererlo, había dado en el blanco! ¡Sin duda había nacido para eso!

-Buen tiro, Hana-chan. Imagínate cuando lo hagas de verdad -le comentó entre risas.

Hekima negó con la cabeza.

-Tenéis que agarrar con fuerza la flecha, o de lo contrario os ocurrirá lo mismo que a Hana-chan, y no siempre daréis en el blanco, sino que podéis hacer daño a alguien.

La joven se aclaró la garganta y continuó hablando.

-Bien, como iba diciendo, una vez tengáis el arco adecuado, lo siguiente es adoptar la posición adecuada. Vuestro cuerpo tiene que estar perpendicular al blanco y la línea de tiro, por lo que lo que debéis hacer es separar ligeramente los pies y colocaros de lado. Si apuntáis con el ojo derecho, sostened el arco con la mano izquierda y apuntad vuestro hombro izquierdo hacia el objetivo, manejando la flecha con la mano derecha. Si apuntáis con el ojo izquierdo, hacedlo al revés.

Mientras lo explicaba, Hekima se iba pasando por todas para corregir sus posturas. Muchas no entendían eso de ponerse perpendicular al blanco, por lo que debía corregirlas.

Las cuatro chicas, Tamao, Noriko, Momomi y Mitsuki, se fueron acercando a Miatre, las primeras marchando delante y hablando animadamente y las otras dos, detrás a una cierta distancia. 

Sin duda, el primer día de club iba a ser emocionante, pero para Mitsuki y Momomi también lo era el hecho de estar juntas.

Todas aquellas experiencias que Mitsuki sentía con Momomi eran nuevas para ella. El calor de sus manos, sus palabras cariñosas y a veces atrevidas, el que ambas buscaran desesperadamente pasar tiempo juntas... todos esos gestos inundaban de calor el pecho de la estudiante. Al sentir la mano de Momomi sobre la suya, respondió apretándola suavemente, para reafirmar todo lo que estaba pasando por su mente.
No tardaron en llegar a Miatre. Aquel día estaba lleno de emociones nuevas, empezando por el club de cocina junto a la preciosa Spica, y continuando con la creación de las tarjetas para las alumnas de los primeros cursos. Mitsuki sabía que sus habilidades artísticas no eran las mejores (quizá fueran las peores), pero tampoco hacía falta acompañar la tarjeta con un dibujo. Puede que bastará con un mensaje original, bien escrito y decorado. Eso podían hacerlo... probablemente.
-Seguro que nos salen más bonitas si las hacemos juntas - contestó a su sugerencia.

Llegaron a Miatre y buscaron el aula en donde se encontraba el club de cocina. Misora estaba ya dentro del aula en cuestión, con el horno encendido y una buena cantidad de bandejas, platos e ingredientes encima de las mesas. Tamao y Noriko estaban ya poniéndose el delantal, junto con otras chicas, cuando Mitsuki y Momomi llegaron.

-Hola, chicas. Poneros el delantal y en marcha. Hoy empezaremos con algo sencillo. Pastas. Con ellas podréis hacer todas las fiestas de té que queráis.

¡Ay, qué nervios! ¿De qué vamos a hacer las pastas? ¿De jengibre? ¿De canela?

Tamao parecía no poder estarse quieta en el sitio y sin duda, se avecinaba otra fiesta de té, esta vez, con las pastas que seguramente hicieran allí.

A Ran ya le gustó un montón este club: instrucciones claras, el material ya todo disponible, y se premiaría la presteza física.

Se puso el protector en el antebrazo y el guante en la mano. Luego tomó un arco tradicional, viendo bien que era hecho para diestros, y sus flechas correspondientes. Se colocó tal como Hekima se lo enseñó. Tensó el brazo con el que sujetó la flecha, flexionando un poco el brazo. Se mantuvo en esta posición sin pestañear.

Pero se sorprendió mucho cuando Yuki soltó su flecha ya, dando exactamente en el blanco. “Estupendo, Hana-chan!” exclamó con una sonrisa, sonrisa que so borró al instante al sentir que por el pequeño momento de distracción ya había dejado de tensar, y que ZAZZZZ su propia flecha soltó volando. Arrancado en un reflejo estúpido el brazo hacia arriba, la flecha escapó por el aire.

Espantada, Ran soltó el arco y se acurrucó en el suelo. “Ojo! Ojo!” gritó. “Una flecha va a caer! Protegedos la cabeza!”

La flecha subió, haciendo que todas las chicas soltasen sus arcos y saliesen corriendo en desbandada, incluyendo a Yaya y Yuki, que además se protegieron la cabeza con las manos... ¡cómo si eso fuese a servir de algo!

Por fortuna, los avisos de Ran eran más que exagerados. La flecha voló describiendo una pequeña parábola, alejándose del campo de tiro hacia los bosques, y perdiéndose lo suficientemente lejos como para que ninguna resultase herida.

¡Chicas, chicas! ¡Agarrad bien la flecha! Con firmeza, pero sin agarrotar los músculos. Mirad.

La profesora hizo una pequeña demostración. Se colocó en la línea de tiro, apuntó durante un buen rato... y disparó. La fecha atravesó el aire para ir a clavarse, no exactamente en el centro, pero bastante cerca, y sin problemas.

No podéis soltar la flecha antes de tiempo y no es necesario estirar demasiado. Con aguantarla un poco, es suficiente.

Abrió de golpe las puertas del comedor, intentando recuperar el aire entre jadeos. Después de la pequeña practica con Hina, habían quedado en encontrarse para la comida, ella se ocuparía de buscar algún lugar para guardar las ramas para usarlas más tarde. Presa de su torpeza habitual se llevo puesta una planta de frambuesas mientras buscaba algún árbol frondoso donde dejar sus "espadas" resguardadas de la lluvia que parecía avecinarse.

Volvió del dormitorio con una camisa nueva, y una venda en el brazo que se había enganchado en las espinas. Las frambuesas eran malas. Corrió todo lo que pudo al comedor pero para entonces ya todos se estaban yendo.

Hizo un ruidito de preocupación y busco con la mirada a su compañera de esgrima entre la gente, hasta que distinguió su cabello un poco más adelante de la masa. Se abrió paso a empujones y pasando agachada bajo los brazos de la marea que la llevaba de un lado al otro.

-Hina! - exclamo cuando por fin pudo agarrar el brazo de la que creía que era la chica.

Hina justo se encontraba dejando la bandeja con los restos de la comida que había disfrutado cuando sintió como alguien tiraba de su brazo, dejando escapar un gritito de puro terror y abriendo los ojos de par en par como platos. -¡Be-Be-Becca-chan...! ¿P-pero dónde estabas...? ¿Aún no has comido ni nada...? ¡Tienes que comer algo...! ¿C-cómo vas a tener fu-fuerzas para esa práctica...?- Finalmente la pelirosa esbozó una amplia sonrisa y se decidió por abrazar a Becca mientras dejaba escapar una pequeña risita nasal.

-Y-yo... lo siento es que... ehm...- Dijo con voz susurrante al darse cuenta de lo que había hecho y retrocedió un par de pasitos tan solo, tragando algo de saliva mientras sus mejillas se percibían ruborizadas. Sus manitas comenzaban a frotarse entre sí por los nervios y una nueva risita llegó a nacer de entre sus labios. -Es que... pensaba que bueno... que te habías enfadado por algo o... habías cambiado de idea con respecto... al entrenamiento.- La chica de las gafas rojas sin duda se había hecho muchas ilusiones con respecto a entrenar con Becca y al no haberla visto venir al almuerzo se temía lo peor, pero se alegraba de haberse equivocado.

-Venga, vamos... ¿qué te apetece comer... eh?- Dijo señalando el mostrador mientras tomaba una bocanada de aire y su mirada también se centró por unos instantes en su amiga de cabello dorado Ayami, ensanchando su sonrisa al ver que había aparecido Becca finalmente y que no tendrían que ir en su busca. -¡¿P-pero qué te ha pasado...?! ¡Becca-chan... estás herida...!- Dijo al percatarse de la venda que tenía en el brazo y se llevó las manos a las mejillas, alternando su mirada avellana con la de la propia Becca y la venda del brazo.

Becca la soltó de inmediato cuando oyó el grito, y la miró avergonzada - Lo siento, no quería asustarte - Se disculpo rascandose la cabeza, olvidando una vez más lo que venía a hacer, y más aún cuando Hina la abrazó. Los colores se le subieron al rostro por la sorpresa, y respondió a la disculpa con una amplia sonrisa, aunque aún sentía el calor extra en la cara.

-No, no es nada! - Aseguro escondiendo el brazo herido tras su espalda -Lo siento mucho! Quería llegar a tiempo, pero estaba buscando donde dejar las ramas que usamos y me choque una planta, y mi camisa se rasgo, y tuve que ir al domitorio a cambiarme. Pero tarde mucho porque no encontraba las cosas, y vine corriendo hasta aquí, pero el almuerzo ya termino, y ahora tengo arco y... - Se detuvo tomando una gran bocanada de aire - Y quieres venir al club de arco conmigo?

Kaname era la chica ideal para ella. Era algo que había comprendido desde el momento en el que había sentido sus delicados labios contra los suyos, embelesándola en demasía, apoderándose de su corazón e incluso su alma. ¿Cómo no podía quererla luego de ver lo dulce que era con ella, luego de que le mostrara aquel lugar que era un secreto que se había guardado por mucho tiempo? No había forma de que resistiera el encanto de su senpai, la forma en la que ésta la miraba, o la dulzura de sus labios que podía disfrutar con cada beso, con aquella hermosa unión que le robaba el aliento cada vez que expresaban lo que sentían. La quería con ella, lo sabía más que bien. Tan hermosa y gentil, a pesar de que hubiera algo en su mente que la atormentaba, algo que sabía que la joven no parecía desear compartir con ella. No la culpaba por ello, ya que todos tenían algunos secretos que preferían no hablar con otros. Sin embargo, si aquello era causa de sufrimiento para su querida senpai, entonces, deseaba que se expresara, tan sólo para que pudiera compartir un poco ese sufrimiento con ella, o que incluso pudiera aconsejarla, ofrecerle una solución para dicho dolor. Deseaba que confiara en ella, que se abriera a ella para poder brindarle el apoyo que necesitaba. Kaname era fuerte pero también poseía su lado delicado, frágil, eso era algo de lo cual la guitarrista estaba segura.

Por esa razón, cuando la hermosa chica expresó aquellas palabras... la peliblanco sintió que le habían arrebatado la felicidad de un sólo intento. Kaname estaba... ¿comprometida? ¿Cómo? ¿Cuándo había sucedido algo así? - ¿Prometida? No... - La explicación de la joven no tardó en llegar, algo que no hizo más que acrecentar aquella horrible sensación en el pecho de Fran, una mezcla de ira y tristeza. Ira por lo que la familia de su senpai le había impuesto a ésta, y tristeza por el hecho de saber que alguien parecía oponerse a la felicidad que compartían las dos en ese momento, el hecho de que aquel momento precioso fuese arruinado por culpa de algo que generaba un claro disgusto en la peliblanco. ¿Cómo podían obligarla a casarse con alguien a quien no quería? ¿Qué derecho tenían a imponer su voluntad sobre la pobre joven a quien Fran había descubierto que quería? No, no podía permitir algo así. No era justo. Sin embargo, en ese momento, no había lugar para protestas de su parte. Lo único que debía de hacer, era aliviar el dolor de su querida Kaname, eso era lo único que importaba, ya que ésta debía de estar sufriendo mucho más que ella... desde hacía mucho tiempo, incluso si se había callado tal sufrimiento. Al verla llorar, aquel dolor en su pecho no hizo más que acrecentar, ya que no deseaba verla así, no deseaba que sufriera, ya fuera por su culpa o por otros. Era una visión que la atormentaba demasiado como para quedarse tranquila.

- E-está bien, Kana. No es tu culpa. - Le aseguró en el momento en el que escuchó cómo la joven se disculpaba frente a ella, sintiendo cómo aquella visión era más dolorosa que cualquier otra cosa que había experimentado en su vida. Sin pensarlo dos veces, apoyó la palma de su mano derecha sobre la mejilla de su senpai, un tacto delicado que intentaba reconfortarla como le fuera posible, mientras intentaba mirarla a los ojos, deseando despejar toda preocupación y tristeza de su mente con su mirada. Los labios de la peliblanco no se demoraron en besar la mejilla húmeda de Kaname, antes de regresar a los preciosos labios de la joven, dejando en claro lo que sentía por ella, y que ningún compromiso sería capaz de eliminar tales sentimientos. Le daba igual que estuviera comprometida con otra persona... no la dejaría por nada del mundo, y sería capaz de pelear con sus dientes si eso era requerido para poder hacer feliz a su hermosa senpai. - No me importa que estés comprometida. Ni a ti debería importarte. Tus padres... no son tus dueños, Kana. Eres libre de elegir lo que quieres. Nadie puede elegir por ti. - Aseguró en un tono suave, maternal, a la vez que una de sus manos se posaba detrás de la cabeza de la joven, de manera que pudiera acercarla a su pecho en su abrazo cálido que aliviara el sufrimiento de la presidenta del club de esgrima, mientras acariciaba su cabello con delicadeza, como si fuera su tesoro más valioso, la persona más preciada para ella. - Me quieres, ¿verdad? ¿Quieres estar conmigo? Eso es lo único que importa. Sólo tienes que pelear por lo que quieres y... estaré a tu lado para ayudarte, no importa lo que suceda. ¿Está bien? - Le prometió con dulzura, disfrutando de aquella cercanía que compartían, a pesar de aquella horrible revelación. Si Kaname no se oponía a la decisión de sus padres, a Fran le sería difícil hacer algo al respecto. No quería ganarse su odio al hacer algo que no quisiera, si bien estaba dispuesta a apoyarla aunque no a forzarla a hacer algo que no quisiera hacer. - No llores... y no te disculpes... no es tu culpa. - Le susurró en un tono que demostraba lo mucho que la quería mientras continuaba acariciando su hermoso cabello.

Me sonroje mucho cuando mis compañeras me felicitaron por dar en el blanco. Lo había hecho por accidente, no creo que tuviera tanto mérito -D-de a-acuerdo Hekima-san, pe-perdón...- me disculpe con ella asintiendo tímidamente a sus palabras.

Hice caso omiso y adopte la postura que pidió la jefa del club, concentrandome al máximo en que no se me escapase otra vez la flecha y esperando a que viniera a corregirme si hiciera algo mal. Y de repente...

Una flecha va a caer! Protegedos la cabeza!

Abandoné la postura de inmediato y me cubri la cabeza con los brazos corriendo... ¡esto es justo lo que no quería vivir! Y aunque al final pareció ser una falsa alarma, el susto no me lo quitaba nadie al igual que los ojos llorosos y el tembleque de las piernas... ¡por favor no más accidentes! Parecía una perrita asustada porque tiran petardos. Ahora estaba demasiado nerviosa como para coger la postura... ¡a saber como la liaria ahora si vuelvo a tensar una flecha!

Hina negó rápidamente restandole importancia al susto por no haber encontrado antes a Becca y esbozó una amplia sonrisa,  la cual se borró paulatinamente dejando paso a una expresión de preocupación y a la vez sorpresa conforme escuchaba la historia de Becca y el arbusto espinoso. -¿P-pero seguro que estás bien...? ¿vamos a la enfermería o algo...?-

Luego de un profundo suspiro asintió llevándose una manita al pecho y parpadeó un par de veces tras escuchar el ofrecimiento de Becca. La pelirosa no podía creer el ofrecimiento y sin duda se veía ilusionada, dando un par de saltitos en el sitio. -¡Cla-claro! No tengo nada que hacer esta tarde... ¿pero podrás usar ese brazo con el arco...?- La pelirosa no le dio tiempo a responder y corrió hacia el mostrador suplicando por algo más de comida que hubiese quedado rezagada, no podía dejar que Becca fuese a tiro con arco sin llenar el estómago.

-¿Vienes también, Ayami-chan?- Dijo con voz suave y una amplia sonrisa sobre sus finos labios, tomando la comida que había rescatado para Becca en una pequeña bandejita.

Pues de lo que queráis, en realidad. Tenemos muchos ingredientes y también muchas posibilidades. Lo importante es que nos organicemos para que podamos aprovechar el horno y también los instrumentos como el rallador o los vasos medidores.

¿Qué os apetece?

A mí me gustaría hacer senbei -dijo tímidamente Noriko -. Las como desde que era pequeña y me gustan mucho.

Noriko miró a su alrededor, a ver qué opinaban las demás.

Momomi sonrió. Aquella chica era muy tímida y se notaba. A ella le daba lo mismo, porque solo estaba allí por permanecer junto a Mitsuki, por lo que si quería hacer senbei, pues a ella le parecía bien.

-Por mí de acuerdo. ¿Por qué no hacemos hoy todas senbei y el próximo día preparamos otro tipo? Así todas aprendemos a hacer de todo.