Partida Rol por web

Mara asintió al escuchar las palabras de Donna, aún así no estaba segura de si la chica debería bajar o no. Ella en su caso querría y lo haría aunque eso le acarreara un dolor enorme; hay dolores que es mejor afrontar de cara.

Brendan se ofreció para bajar y le pidió a Rèmy que le acompañara. Mara echó un vistazo al resto de sus compañeros. Alguien debía quedarse con el coche preparado para arrancar en caso de que fuera necesario. El padre parecía aún bastante en shock, así que no sabía si pedirle que se pusiera al volante, Donna seguramente tampoco debería conducir en estos momentos y quizás quisiera bajar. William seguía con la radio en el asiento trasero... "Sierra, Oscar, Sierra, Hotel, Mike" seguramente lo mejor sería que ella se quedara al volante, además era la que había podido dormir en el viaje hasta allí y estaba más descansada que los demás. La letanía radiofónica seguía y entonces algo dio un vuelco a la mente de Mara, la letanía...

- ¡Es lenguaje radiofónico militar! -dijo con los ojos abiertos por la sorpresa-. Es -se acercó al coche, abriendo la puerta trasera donde estaban Will, Lisa y el padre-, Will es lenguaje radiofónico -Mara le cogió la mano por la emoción- ¿Alguien sabe traducirlo? ¿Alguien con conocimientos militares o náuticos? -echó un rápido vistazo a sus compañeros- ¡Es lo que dicen en las pelis cuando se comunican entre ellos.

Mara no tenía ni idea de como funcionaba o como podía traducirse, a pesar de ser lingüista era un idioma por el que no se había preocupado, lo habían visto muy por encima en la carrera. Sabía que se utilizaba para facilitar matrículas o posiciones, pero para ello se usaban más números que palabras, también sabía que había prefijos para ciertos países o que ciertas combinaciones de letras cambiaban el significado de las cosas, pero poco más.

- "Sierra, Oscar, Sierra" ¿Podría ser un SOS? Fijaros en las iniciales de las palabras. ¿Will habías utilizado radios antes? ¿Sabes qué podría significar? -la esperanza de la chica había comenzado a brillar-. Si hay militares retransmitiendo, seguramente estén poniendo a la gente a salvo.

El cuerpo de Mara, su expresión, el tono de su voz, cambiaron, era como si la chica brillara. Como si aquel descubrimiento hubiera renovado sus fuerzas y sus ganas de vivir. Les dedicó una tremenda sonrisa e inclinándose sobre el asiento trasero le dio un beso a Will en la mejilla.

- ¡Eres increíble Will! ¡Eres increíble! -la chica se dirigió al asiento del conductor-. Tenemos que organizarnos, esto puede significar una salida, una salvación para todos.

La emoción con la que hablaba impregnaba el ambiente, lo iluminaba.

- Ya escuchamos esta señal en el gimnasio ¿alguien recuerda lo que decía? -se abrochó el cinturón-. Yo me quedo en el coche por si hay que salir a toda prisa Will, Lisa, cambiaros delante con la radio por si el resto tienen que entrar corriendo. Michael estate preparado por si tienes que ayudarles a cargar lo que sea. Donna -Mara paró su ritmo y se quedó mirando a la joven- ¿Qué quieres hacer? -a pesar de lo directo de la pregunta, en sus palabras se hacía sentir todo el amor y apoyo del mundo.

En aquel silencio mortal lleno de palabras de consuelo que no llegaban a ningún puerto, el sonido estático de la radio se rompió al crepitar, tras lo cuál se escuchó una voz que pronunciaba palabras, aparentemente sin sentido. Will alargó las manos para tantear la radio, haciendo que Michael las apartara de inmediato para no interferir en lo que él fuera a hacer. Al fin y al cabo, en su ceguera había demostrado ser mucho más competente que la mayoría de ellos.

Le escuchó responder, a la espera de que dieran alguna señal de haberle escuchado, anunciando que tal vez sería mejor captar la señal en algún lugar abierto pero cuando Mara habló, Michael no pudo evitar estar más de acuerdo con ella.

- Si es una señal de socorro, puede ser una grabación aunque vale la pena probarlo - torció el gesto con duda, sintiendo de algún modo que aquella esperanza podía ser una fuente de decepciones -. Recuerdo...Mike, creo que también se repetía. Tiene que ser la misma señal, eso refuerza que probablemente se trate de una grabación que se repite.

En respuesta a las palabras de organización de Mara, se desplazó hacia el otro lateral del coche, dejando la puerta abierta.

- ¿Necesitáis ayuda por ahí?

Donna trataba de calmarse y miró a Brendan un momento mientras sollozaba con una leve sonrisa. Se esforzaba por mostrar que le ponía atención, pero también su pena era enorme, lo cual le dificultaba ser funcional en ese momento. Escuchaba la animosidad de Mara con escepticismo para luego ponerse de pie apenas le preguntó - Yo no bajaré... Volveré al auto - y caminó para hacerse en el lugar opuesto de quienes subirían de últimos. No porque ella quisiera dejarse morir quería decir que sus amigos lo hicieran también, así que se sentó.

La pequeña Lisa aún lloraba asustada, mas cuando William le habló, lo miró curiosa. Se dejó contagiar incluso por la emoción de Mara, pero solo podía observar la radio sin ninguna pista, aunque las palabras del sacerdote la hicieron perder esa temporal sonrisa. Se aferró de nuevo a su toga con temor mientras su estómago empezaba a resonar del hambre. Mientras tanto, Rémy y Brendan bajaban al lugar subterráneo para inspeccionarlo.

No hubo respuesta en la radio después de captar esa señal. ¿Habrían tomado el mensaje de Will? Tal vez, pero la interferencia era mucha, así que necesitarían por lo menos un lugar con menos árboles para tener mayores oportunidades.

A pesar de la descuidada vista del exterior, el interior era una cosa completamente distinta. Tras bajar las escaleras, pudieron ver lo que parecía un pequeño apartamento bajo la superficie: un pequeño departamento con sillas cómodas, sofás, incluso una pequeña cocina con comida instantánea y un congelador al fondo surtido para varios meses. Al fondo, abriendo una puerta de madera, había también una habitación con dos literas. Si planeaban quedarse allí, podrían acomodarse entre la sala y el dormitorio.

Era como si estuvieran en una película. Solo una puerta no abría, la última del pasillo al fondo. Su color era ligeramente más oscuro que el de las demás. ¿Qué podría haber allí? ¿Y cómo era que los padres de Donna pudieron construir algo como eso?

Puede que la familia de Donna fuesen dados a la supervivencia, una práctica que arrastraba a mucha gente del o al rural de estados unidos, donde creaban sus propias infraestructuras que les permitiesen pasar por trances como el que se había sumido sobre nuestro mundo... Bueno, no, no como este, nadie podía estar preparado para esto, peor estaba claro que una estructura así no se edificaba de un día para otro.

Mientras revisaba el lugar con Rémy una idea descabellada pasó por mi cabeza.

- Tal... Tal vez podríamos quedarnos aquí.

No conocía a esta gente pero parecía que todos juntos corríamos como pollos descabezados hacia una promesa que ni sabíamos si existía, tal vez era preferible mantener un perfil bajo y tratar de sobrevivir en un lugar estable durante un tiempo, en espera de ver si esto cambiaba, seguir corriendo a ciegas puede que solo nos acercase más rápidamente a un infausto final.

- Toda esta comida. Las comodidades...

Al mismo tiempo me acordaba de Donna y pensaba para mis adentros que tal vez costaría un poco convencerla de que entrase allí. Si no había sido capaz de hacerlo ahora puede que siguiese oponiendo resistencia.

- Bueno, tal vez lo mejor sea llevar al coche cosas que ns puedan hacer falta con gran inmediatez, por si algo nos sorprende, y decirles lo que hemos visto.- Mientras decía esto buscaba algo en lo que acumular todas las latas de comida que pudiese, ofreciéndole el fardo a mi compañera. - ¿Quieres llevar esto tú y comentarles lo que hay aquí? Mientras puedo ir preparando más reservas.

La puerta que permanecía cerrada al fondo del pasillo me inquietaba por alguna extraña razón, pero era mejor trabajar con lo que teníamos antes de indagar más.

- Tal vez sea preferible tener el coche preparado y echar un vistazo a qué hay allí.- Dije señalando a la puerta misteriosa. - Más vale asegurarse antes de decidirnos a quedarnos aquí.

Mientras me quedaba preparando otro fardo esperé a ver si mi compañera tenía algún otro comentario o sugerencia.

-Si realmente es un mensaje de socorro… entonces probablemente lo que escuchamos en el gimnasio y esto sean parte de la misma retransmisión. -Musitó cuando Mara lanzó la idea de que fuera eso lo que estaban captando.

Recibió con sorpresa los halagos de Mara, sin terminar de entenderlos. Desde su punto de vista, lo único que había hecho es dar instrucciones a Michael para ponerla en funcionamiento, y no estaba seguro de que fuese merecedor de felicitaciones. Pero de algún modo, al sentir la esperanza que parecía emanar de las palabras de su compañera, se contagió de parte de su entusiasmo. Era difícil no hacerlo.

En mitad de la oscuridad, un haz de luz podía resultar cegador, y ella lo reflejaba.

La sensación de unos inesperados labios cálidos sobre su mejilla le resultó a partes iguales agradable y doloroso, pues esa sensación olvidada le trajo el eco de recuerdos enterrados desde hacía ya mucho tiempo, pero fue capaz de sobreponerse y esbozar una tímida sonrisa de agradecimiento mientras ella se dirigía al puesto del conductor.

-Lisa, ayúdame a ir al asiento de adelante. -Pidió a la pequeña que estaba con el sacerdote, y con su ayuda, que ya parecía haber asumido que Will, de algún modo, era incapaz de ver a pesar de que sus ojos parecían normales, salió del coche y avanzó palpando el lateral hasta que entró en el asiento del conductor, haciendo sitio luego a la pequeña. Los rugidos de su estómago eran evidentes para todos. -Seguro que los demás encuentran algo de comer, no te preocupes.

Con cuidado, palpó de nuevo la superficie de la radio, con la que ya comenzaba a familiarizarse. Acostumbrado a que el tacto fuese quien sustituyera a la vista, no había tardado demasiado en formarse una idea de la forma del aparato, y comenzaba a manipularla sin demasiada torpeza.

-No soy un experto en lenguaje de radio. -Admitió cuando Mara preguntó acerca de si alguno de ellos controlaba ese tipo de jerga. -Pero monté muchas radios cuando tenía el taller.

-Y si la palabra es la inicial de cada una… creo que recuerdo la primera vez que lo escuchamos… decía… Mike, India, Alfa. -Will hablaba en voz baja, a medias para los demás, y a medias para sí mismo, mientras sopesaba la idea de Mara. -¿Mía?

-Lisa, tú estate atenta al ruido de la radio, ¿vale? -Pidió a la niña con palabras lentas y amables. -Si te parece que oyes a alguien hablar entre todo este ruido, entonces tienes que mover la ruedecita... -Sus manos buscaron el dial hasta dar con él y señalárselo. -Hasta que se les escuche mejor.

Tras asegurarse de que la Lisa estaba bien acomodada con él en el asiento, y que entre ambos sujetaban la radio con firmeza, alzó la cabeza hacia el último lugar en el que había escuchado a Mara.

-No sé… puede ser sólo una grabación, pero podría darnos un punto al que ir. Una zona segura. Aun así, creo que aún no hemos escuchado todo el mensaje... -Hizo una pausa, dubitativo, antes de preguntar de nuevo. -Mara, Michael… ¿Qué tenemos alrededor? ¿Veis algún sitio al que podríamos conducir?

Por parte de Michael, se había quedado con la puerta abierta, mirando la trampilla a la espera de que sus compañeros pidieran su ayuda, si es que llegaban a necesitarla. Por eso permaneció en silencio mientras elucubraban sobre la radio, cambiando de sitio hacia la parte delantera. Parecía que William, a parte de para los aparatos, también tenía mano para los niños pues no tardó en darle una tarea a la pequeña que ayudaría a que se mantuviera distraída y sintiéndose útil.

Asintió para sí a la par que cogía el rosario pero antes de empezar con su cuenta habitual, William le detuvo con una pregunta, haciendo que mirara a su alrededor.

- Nada, en realidad, cogimos el desvío hacia la granja, tendríamos que volver hacia atrás y pasar esta zona pero... - se encogió de hombros, aunque el invidente no vio el gesto -. Deberíamos preguntarle a Donna por lo que hay alrededor. La verdad es que no tenemos ningún punto de referencia de hacia dónde vamos. Y una vez sigamos avanzando, perderemos la referencia de dónde estamos. Si tenemos que ir hacia algún lugar se hará cada vez más complicado.

Rémy observaba todo tan impresionada como su compañero. Era un lugar increíble en medio de la nada – Esto es increíble – y presa por la nostalgia, se arrojó con entusiasmo al sofá y miró hacia el pasillo -. ¿Crees que haya dónde darse una ducha? Si lo hay, sería excelente. Además habría agua limpia – y miró sonriente para luego caer en cuenta de lo que su compañero le decía y cómo parecía menos entusiasmado que ella.

- Sí, tienes razón, aunque creo que deberíamos por lo menos pasar un día aquí… O descansar un poco para continuar. Subiré con esto y se lo diré a los demás – dijo con tranquilidad.

Miró la puerta misteriosa – Creo que lo mejor es tomar esta decisión con todos – y tras tomar el saco con algunas provisiones, subió para hablar lo suficientemente fuerte de modo que la escucharas también.

La pequeña Lisa siguió las instrucciones de William aún algo renuente a abandonar al sacerdote, pero lo guió y rió tímida cuando su estómago hizo aquel ruido. La señal seguía distorsionada y no parecía que fuera a haber recepción en un buen rato. Tal vez había sido un golpe de suerte el haberla captado en ese momento… O eso parecía.

Por su parte, Donna no decía nada... Solo miraba ausente el suelo del auto mientras lo demás ocurría a su alrededor. Poco después, Rémy salió con un saco y lo llevó al auto para luego mostrar su contenido - Abajo hay un búnker, pero es bastante completo. Tiene muchas raciones de comida, una sala, literas... Incluso podríamos quedarnos a descansar un poco - y miró a Donna -. Aunque si no quieren, podemos simplemente llevarnos la comida, pero lo que hay allá es una pasada -.

Miró a la entrada - También hay un lugar con una extraña puerta. Le dije a Brendan que lo mejor era decidir entre todos qué hacer y por eso estoy aquí -.

Mara escuchó a Rèmy con atención, la verdad es que la idea de dormir allí y descansar era tentadora, pero seguramente el fuego habría llamado la atención de todos los seres que hubieran a kilómetros, tanto bestias... como humanos; la mirada totalmente carente de cordura de Stephen seguía clavada en la mente de Mara. Las bestias tardarían un poco en acercarse, al menos hasta que el fuego que consumía la casa se extinguiera, pero los que le daban realmente miedo a la mujer eran los que acudirían como hienas atraídos por el olor a sangre.

De todas maneras no quería bajar el telón todavía, ya que acababan de recuperar la esperanza con aquel mensaje de radio. Mara miró el camino por el que habían llegado y luego el agujero abierto en la tierra, para acabar echando un vistazo a la aterrorizada niña que estaba sentada en el regado de Will. Les sonrió a ambos, aunque Will no pudiera verla, era un buen hombre, les mantenía unidos con su calma. Lo que le recordaba que el padre Michael no estaba pasando por su mejor momento, la verdad es que ante una situación así las dudas pueden corroer tu alma. Cuando todo en lo que has creído te deja solo en la aterradora oscuridad, cuesta encontrar razones o una fe tan fuerte como para seguir adelante. Pero fuera como fuese, era un superviviente y lo demostraba el hecho de que seguía vivo y seguía luchando.

- Michael -girándose un poco le cogió la mano- encontraremos la luz -no se sentía capaz de decirle que Dios les salvaría, ya que ella no creía en Dios, pero aquella metáfora era tan válida para el sacerdote y su luz divina como para ella y la luz al final del túnel que representaba la solución a los problemas. Seguramente el hombre apreciaría la dialéctica de la muchacha-. Will -se giró de nuevo hacia él- Donna será la que mejor pueda guiarnos en estas tierras, pero no sé si estará en condiciones de hacerlo, no la presionéis. Si ella necesita llorar o dormir, habrá que dejarla, yo buscaré un lugar elevado -"Aunque eso gastará más de nuestra gasolina" se lamentó por dentro sin borrar la sonrisa de sus labios de cara al resto-. ¡Ey! seguimos aquí y estamos juntos, ¿vale?

Mara dio otro minucioso vistazo en los plantíos que les rodeaban. No quería que nada ni nadie les pillara por sorpresa. La mitad de ellos estaba en el búnker y no pensaba dejar a nadie atrás. El viento mecía las hierbas, como si fuera una plácida brisa de verano, pero a la chica le interesaban más los movimientos irregulares, aquellos que le dejasen adivinar lo que se agazapaba al acecho.

- Rèmy, creo que lo mejor será seguir el camino. Podemos turnarnos para dormir en el coche, yo acabo de hacer una siesta -"llena de pesadillas"- podría conducir. Pero me adaptaré a lo que queráis el resto. Will propone buscar un lugar alto e intentar escuchar la señal de radio entera. ¿Qué habéis encontrado bajo exactamente? -quizás podrían esconder el coche y bajar todos, si los padres de Donna habían pasado tanto tiempo a salvo allí era porque era relativamente seguro- y ¿a qué te refieres con una puerta extraña?

Miró de nuevo a los otros tres pasajeros del coche, buscando una respuesta también por su parte. Parecían cansados y lucían sombras oscuras bajo sus ojos, suponía que ella tendría el mismo aspecto.

- ¿Qué pensáis? ¿Will? -cogió su mano "¿los calma a todos o me calma a mí?" pensó mirándole durante un instante- ¿Padre? ¿Lysa? -ella también tenía capacidad de decisión, al fin y al cabo ahora era parte de su grupo- ¿Qué queréis hacer? -se debatía internamente, pero viendo a sus compañeros, cambió su opinión-. Quizás no sería mala idea descansar, pero tendremos que hacer guardias aún así y tomas muchas, muchísimas precauciones -Mara retorció un mechón de cabello entre sus dedos, costumbre que hacía muchos años que había perdido y ahora la golpeaba de nuevo, el estrés y el cansancio les estaban pasando factura.

-No, Mara… no tenemos que separarnos. Que vayas tú sola es un riesgo para ti… y para todos. –Will negó con la cabeza cuando Mara se ofreció a ir ella sola a tratar de encontrar un punto para recibir la señal con claridad.

-El tiempo no es tan crítico como parece. –Añadió, con la resignada tranquilidad de quien ya había sentido cómo un mundo entero se apagaba a su alrededor. -Al fin y al cabo, buscamos un sitio seguro… si ese sitio seguro va a desaparecer en unas horas, entonces no era tan seguro como parecía.

Iba a volver a insistir en moverse todos juntos de nuevo, pero entonces Rémy regresó de su avanzadilla de exploración del sótano que habían encontrado con extrañas noticias que hicieron que el ceño de Will se frunciera, pero en esta ocasión era más por las dudas que por el desagrado. No parecía tener mucho sentido que una familia de ancianos escondiera un búnker bajo su casa… pero nada sucedía sin una razón. Sólo había que descubrirlo.

-No sé cómo habrán construido un búnker… especialmente sin que su propia hija lo supiera. –Contestó, algo dubitativo, sin estar muy seguro de dónde se encontraba Donna. No lograba adivinar esa respuesta, pero al menos sí había algo de lo que estaba seguro. –Pero sea como sea, habían sobrevivido hasta ahora. Tal vez haya más respuestas en ese sótano de las que esperamos. O tras esa puerta de la que hablas, Rémy.

Finalmente, Mara preguntó a los demás acerca de la decisión. Marchar, o tentar a la suerte descansando en aquel lugar. Will lo meditaba, cuando sintió cómo unos dedos finos y cálidos rodeaban su mano, y correspondió aquel gesto imitándolo.

-Tendremos que descansar en algún momento, Mara… Es peligroso, pero puede que sea más peligroso que nos fallen las fuerzas más adelante por no haber aprovechado la oportunidad. - Él no veía, como Mara, los rostros cansados y las profundas ojeras que comenzaban a dibujarse en todos los integrantes del grupo, pero sentía el cansancio y la desesperanza empapando sus voces poco a poco como un veneno. Un veneno que necesitaban limpiarse, especialmente después de haber presenciado la tragedia de su compañera.

-Y creo que casi todos necesitamos un momento de descanso. –Dijo finalmente, girándose hacia la dueña de la mano que sostenía la suya propia. La voz de Mara era fuerte y vibrante, pero no podía esconder todos los sutiles matices del agotamiento. Apretó ligeramente la mano de la mujer. –Démonos un momento.

La mano de Mara le sacó de su ensimismamiento, encontrándose de pronto ante la mirada confiada de la joven que trataba de transmitirse fuerza. Respiró de forma sonora, dándose cuenta de cuan triste debía ser que la palabra del Señor la llevara consigo alguien que parecía tan perdido. Sin embargo, cabeceó en señal de apreciación por aquel gesto que pretendía sacarlo de su estupor, logrando que alzara un poco el mentón en señal de confianza, a pesar de que la mano que apretaba el rosario se veía pálida por la fuerza.

- Estoy de acuerdo con William. Me parece que un poco de descanso no nos vendrá mal a nadie y no vamos sobrados de gasolina como para avanzar sin rumbo. ¿Había algún mapa en la guantera? - les preguntó con duda -. Tal vez podríamos hacernos una idea de algún lugar alto y a la vez tener un poco controladas las gasolineras. Como os decía, al final dejaremos de saber dónde estamos y eso hará muy complicado que sepamos a dónde nos dirigimos.

Todos debían descansar. Llevaban horas de loca carrera, afrontando un riesgo contra su vida tras otra y aquello pasaba factura. Estaba segura de que todos estaban en mayor o menor grado desquiciados y agotados y no les haría ningún bien seguir corriendo hacia el próximo peligro. Si tenían un momento para pensar en los siguientes pasos, lo mejor que podían hacer era aprovecharlo.

Había preparado otro buen fardo con víveres y agua antes de volver a salir para ver si mis nuevos compañeros ya habían decidido si quedarse o partir ante las noticias que Rémy les había dado. Yo era partidario por hacer noche allí pero tampoco quería quedarme solo en caso de que decidiesen partir, y sea como fuere, un buen acopio de alimentos era fundamental en el vehículo, ya que si ocurría cualquier cosa inesperada, bastaría con saltar al vehículo y al menos poder pasar sin preocuparnos hasta... Hasta que... ¿Nos quedásemos sin gasolina? Ciertamente no sabía cuánto combustible nos quedaba, habría que seguir escarbando a ver si en el refugio había alguna garrafa empleada en grupos electrógenos o para alguna emergencia como aquella. Tal vez los padres de Donna tuviesen algún tractor al que pudiésemos tratar de extraer un poco de combustible.

La única cuya respuesta me preocupaba era Donna, pues si no quería entrar tampoco la podíamos dejar sola en el coche o sería una víctima ideal para... Para la oscuridad.

- ¿Qué opináis finalmente? ¿Hacemos noche en el búnker o queréis seguir ruta?- Había una nota de súplica en mi pregunta pero traté de estrangularla tan pronto como la identifiqué. Ellos tomarían la decisión.

Mientras esperaba su respuesta cargaba el maletero con la nueva remesa de conservas y agua.

A pesar del ímpetu de Donna, la decisión parecía haber sido tomada por el grupo. La pequeña Lisa sonrió a Mara y aunque no habló, su rostro daba a entender lo suficientemente bien lo que pensaba sobre quedarse esa noche. La pequeña había estado junto al cadáver de su madre por días por temor a irse sola junto a una linterna que no duraría para siempre.

Ella sabía que si la comitiva no hubiera llegado, ella habría sido la víctima de esa bestia que la asechaba. Estaba muy segura de eso. Por lo mismo, pasar una noche en una cama normal la entusiasmaba bastante.

De esa manera, todos bajaron. Por su parte, Rémy le indicó a Brendan que bajaran de nuevo con lo que habían recolectado, mas sin sacarlo de los sacos. Si iban a marcharse, les serviría tenerlos allí. Ella hizo lo propio y dejó el saco con lo que ella había llevado junto a la entrada. Una silenciosa Donna bajó con todos los demás sin decir palabra y, al bajar, se hizo notorio el por qué de la emoción de Rémy.

Ese lugar parecía un pequeño apartamento bajo la superficie: un pequeño departamento con sillas cómodas, sofás, incluso una pequeña cocina con comida instantánea y un congelador al fondo surtido para varios meses. Al fondo, abriendo una puerta de madera, había también una habitación con dos literas. Si planeaban quedarse allí, podrían acomodarse entre la sala y el dormitorio.

Era como si estuvieran en una película. Solo una puerta no abría, la última del pasillo al fondo. Su color era ligeramente más oscuro que el de las demás. ¿Qué podría haber allí? ¿Y cómo era que los padres de Donna pudieron construir algo como eso?

Mara asintió ante las palabras de Will y como si ese gesto con la cabeza hubiera dado permiso a su cuerpo para descansar, todo el cansancio del mundo cayó sobre sus hombros. Michael coincidió con Will, el padre parecía cansado también, quizás no era tan mala idea sentarse tranquilamente y mirar el mapa, como había propuesto. La chica miró alternativamente a ambos hombres y al final asintió con el rostro de nuevo.

- Está bien, pero primero necesitamos asegurarnos de poder salir de aquí si la situación lo requiere. Will -cogió de nuevo su cálida mano para que supiera dónde estaba- ¿Qué parte del coche podemos quitar para que no funcione y que sea difícil llevar encima un repuesto? -dijo pensando en que en la gasolinera que dejaron atrás seguramente habría un taller y podrían llevar encima ciertas cosas.

Quizás era un poco paranoica, tal vez la situación la llevaba al extremo, pero si esos cabrones no les importaba sobrevivir, sino alimentar a esas bestias, podrían llevarse el coche solo por el placer de dejarlos allí en mitad de la nada y que los devoraran.

- O quizás podríamos sacar la gasolina, así pensarán que nos quedamos sin gasolina y seguimos a pie, no pensarán que seguimos aquí -la verdad es que aquella parecía una mejor alternativa.

- ¿Qué opináis finalmente? ¿Hacemos noche en el búnker o queréis seguir ruta?

-Sería bueno descansar -le contestó a Brendan- pero primero debemos tomar ciertas medidas para no correr peligro. Estaba pensando que quizás podríamos sacar la gasolina del coche -recordó a su padre, que alguna vez había sacado la gasolina con un tubo cuando su madre había repostado ésta en vez de diésel- así pensarán que se nos acabó la gasolina y seguimos el camino a pie -no hizo falta que dijera quiénes, tampoco quería hacerlo, por no asustar a Lisa, esperó que la entendieran-. Bajad a Lisa y los víveres de nuevo, como propone Rèmy, Will, el padre y yo arreglaremos algo con el coche, taparemos huellas y ocultaremos como podamos la puerta del búnker.

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Los ojos de Mara se abrieron sorprendidos al ver el búnker que habían construido los padres de Donna allí abajo. Esperaba algo pequeño con algunos estantes con víveres, pero poco más; aquello era absolutamente increíble. Se arrodilló junto a Lisa y le limpió una mancha negra de la mejilla con un pañuelo.

- Elige cama -le dijo con una sonrisa antes de levantarse y dirigirse a Michael-. Padre seguramente les vendría bien buscar consuelo en la oración -señaló con el rostro al resto de sus compañeros, aunque sobre todo pensaba en la pobre Donna-. Ven Will -le cogió de la mano para guiarle por el búnker y que tuviera una idea de la distribución del mismo- esto es increíble. No es un pequeño búnker, es un paraíso -le explicó para que viera a través de sus ojos-. Aquí está la cocina, es una bancada en forma de "L" con la nevera en uno de los extremos, tiene horno, fogones, microondas... -fue acercando su mano con delicadeza a todo lo que le nombraba- todo lo necesario. Me recuerda a mi primer apartamento en la universidad, aunque creo que este sitio es más grande que aquel cuchitril en el que viví -la chica dejó escapar una risa que fluyó como agua sobre las piedras de un río-. Aquí, frente a la cocina está la mesa -guio la mano de Will hasta la mesa de madera-, mide entre dos-tres metros y está rodeada de seis sillas. Frente a la mesa -caminaron hacia los sofás- están los sofás, ten cuidado no tropieces, tienen una mesa de café delante. Son de cuero, un poco viejos, pero parecen cómodos. Ahora vamos a ir hacia la habitación con las literas -le guio con cuidado hasta allí y posó su mano sobre el marco de la puerta-. No es muy grande, pero ahora mismo es todo lo que necesitamos, un descanso y cargar energía. Quizás podríamos buscar si hay algo parecido a una ducha -se dirigió al resto- y pensar como repartiremos las guardias y los sitios para dormir. Además, deberíamos intentar abrir esa puerta -dijo mirando la puerta oscura. No era buena idea no saber que había detrás o si algo o alguien podría sorprenderles entrando por ella.

Sin soltar la mano de Will, le dirigió a la mesa, a una de las sillas, la radio estaba sobre las tablas de madera, Mara insistió en no dejarla en el coche

- Hemos bajado la radio, quizás los padres de Donna tuviera otra aquí o haya alguna especie de antena -posó la mano del hombre sobre la radio y la soltó-. Rèmy, ¿preparamos algo de comida? ¿me ayudas o te ayudo? realmente este es tu territorio -le guiñó un ojo a la chica, luciendo aquella sonrisa que según su abuela portaba la luz de Ngai, el dios Sol, a los que la rodeaban. Mara se arremangó las mangas de la camisa dispuesta a cocinar, no sin antes echar un vistazo con pena al sofá por no poder caer rendida en él, pero la perspectiva planeada era más prometedora: ducha, comida y siesta reparadora.

Una vez que decidieron que iban a descansar, todo se movió realmente rápido. La inquietud de Mara acerca de que Stephen y los suyos pudieran seguirlos resultaba improbable, pero la posibilidad de que algún otro grupo de supervivientes desesperados acudiera a la luz del incendio no lo era. Al fin y al cabo, y él lo sabía perfectamente, no todos los que seguían con vida eran tan amables como los compañeros que había encontrado.

Más bien al contrario.

De modo que Will instruyó a los demás sobre cómo retirar uno de los tubos del líquido del limpiaparabrisas, y ayudándose de él, vaciaron el depósito de gasolina del coche. Podrían haber retirado alguna otra pieza, pero no sintió que fuese una buena idea. Al fin y al cabo, recolocarlas llevaría tiempo, y tal vez no tuvieran ese lujo cuando tuvieran que salir de allí. Y así, tras unos rápidos minutos de trabajo, los últimos que quedaban en la superficie bajaron al extraño búnker oculto bajo la granja.

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Cuando finalmente bajaron al interior del búnker, fue Mara quien se preocupó de tomar su mano e ir describiéndole todo lo que veía con detalle, convirtiéndose por unos momentos en sus ojos para dar forma en su imaginación a una escena que resultaba tan afortunada que era difícil de creer.

-¿Estás segura de que no estamos soñando? –Lo interrumpió él mientras ella le hablaba de los sillones. Unos sillones que, en la mente de Will, se le antojaban más cómodos que la mejor de las suites del mundo. Pero luego, en voz más baja, para que sólo ella pudiera escucharlo, lanzó un rápido susurro preocupado. -Mara... ¿De dónde ha salido esto? Es simplemente demasiado bueno... demasiado raro. -Tal vez se había vuelto demasiado paranoico, pero el recuerdo de la gasolinera estaba demasiado fresco como para olvidarlo. -No deberíamos quedarnos demasiado tiempo aquí.

Continuó el paseo por el búnker en silencio, atento a la animada voz de la joven mientras terminaba de mostrarle todo lo que había en aquel refugio. Y mientras lo hacía, meditaba sobre aquel descubrimiento.

-¿Aquí hay luz, verdad? –Preguntó al final, cuando Mara soltó su mano y lo dejó con la radio. Sus manos, en un gesto reflejo, rodearon la ya familiar forma del aparato, aunque prácticamente no se percató de haberlo hecho. Su mente estaba dándose cuenta de algo. –La nevera, la cocina… funcionan.

La mención a la comida hizo que su estómago se contrajera instintivamente, recordándole que ya hacía bastante tiempo que no podía alimentarse en condiciones. Incluso antes de encontrarse con los demás, su casa había sido saqueada y no había podido llevarse a la boca más que restos que los intrusos no habían descubierto.

-Y si hay luz… -Continuó, tratando de apartar el hambre de sus pensamientos. –…habrá algo que la alimente. Baterías, como poco, y tal vez… un generador.

Guardó silencio un instante, tratando de descubrir algún ruido que pudiese corroborar esa última hipótesis, pero los ruidos de los demás recorriendo el lugar no le permitió escuchar nada.

-Yo no puedo pero… Si alguien pudiera seguir los cables de la nevera… ver a dónde llevan… -Dejó la frase en el aire, pero luego añadió lo que todos estarían pensando. -Puede que esto sea más que un simple refugio. ¿

-De todos modos, dormir será peligroso, así que es mejor turnarse. Yo… yo aún estoy bien. –Ciego, agotado, privado de todo lo que una vez había tenido. Pero Will aún sentía que sus piernas lo sostenían, y la oscuridad lo desgastaba menos a él que al resto. –Quien vaya a conducir luego, que duerma ahora. Lisa y Donna también deberían dormir un poco. El resto podrían cocinar, seguir los cables… y buscar alguna caja de herramientas. Si esto esta tan bien preparado, debería haber algún kit de arreglos.

Finalmente se había optado por que nos quedásemos en el refugio, me quedé esperando para acompañar a Donna si finalmente se decidía a unírsenos. Puede que por mi trabajo uno pensase que me escabullía de tener contacto con familiares o seres queridos de las víctimas de algunas de las horribles escenas que me había tocado limpiar, pero la gente se asombraría de la de veces que era contactado por esas personas, desesperadas por querer saber cómo había sido la última estancia por la que se habían movido sus seres perdidos. Unas veces me escribían por mail o teléfono, pero incluso había quien me contactaba por el vetusto correo postal. Tal vez esa distancia espacial y temporal, esa ausencia de inmediatez, de no tener mis repuestas a sus preguntas al instante, les proporcionasen algún tipo de calma antes de tener que enfrentar mis palabras.

Reconozco que en más de una ocasión mentí, siempre en casos relacionados con una violencia bestial, incomprensible, tratando de ahorrar el que estas personas se quedasen flotando en medio de mil preguntas más para las que nunca tendría una respuesta. Solo dios podría decirles por qué ocurrían según qué cosas, y yo ni tan siquiera creía en él.

Había cubierto y retirado sus cuerpos mientras el resto de la gente ultimaba cosas en el coche, antes de dirigirme a nuestra compañera más abatida. No habíamos decidido qué hacer con los cuerpos. A estas alturas yo habría votado por dejárselos a las bestias por no perder el tiempo y porque a no ser que su hija necesitase algún tipo de 'cierre', determinados rituales ya no tenían sentido. No sabía si el padre Preston pensaría de otra manera pero tampoco me habría parado a discutirlo con él.

- ¿Te unirás a nosotros, Donna? Todo es... Limpio... Allí abajo.- Quería haberle dicho que no creía que nada le remitiese a recuerdos concretos, no había visto fotos u objetos realmente personales allí abajo, pero para decir aquello tenía que volver a recordarle lo que acababa de pasar, volver a recordarle a sus progenitores y su oscuro final. 

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Fue reconfortante ver cómo el resto se emocionaban al encarar aquella cueva de las maravillas que había bajo los terrenos de la granja. En otros tiempos, a alguien ajeno, aquello le habría parecido una arquitectura cimentada por un miedo absurdo. Los búnkeres, las instalaciones de los survivalistas, estructuras de poder y separación entre aquellos que no habían querido prepararse para un desastre anunciado  o aquellos que simple y llanamente no podían costeárselo. Pero ahora era un pequeño milagro que nos reportaba una calidez y calma por unos minutos durante nuestras últimas horas.

Mientras estudiaban el lugar y tomaban decisiones rápidas enfocadas a finales felices a corto plazo (Comer, ducharse, dormir... ¿Habría un poco de alcohol por allí?) yo continué preparando bolsas con comida y cosas de primera necesidad, dejándolos a una puerta de distancia de la entrada principal, para tenerlas a mano, peor sin que estorbasen, en caso de que tocase salir por pies de aquel refugio en mitad de la noche.

Oí a Mara comentar la posibilidad de abrir la puerta y no pude más que torcer un poco el gesto, no porque fuese mala idea, si no porque era una acción a realizar que no me emocionaba en demasía.

- Avisadme cuando vayáis a abrir, deberíamos de tener algún tipo de plan preparado por si hubiese alguien o algo allí dentro.

Mientras, trataba de ayudar a William, tratando de seguir los cableados y sonidos en busca de posibles generadores ocultos o cargadores y baterías que pudiésemos usar.

Al final el grupo decidió instalarse en la casa, por lo menos durante unas horas. El lugar parecía estar sacado de una realidad distinta, como si allí abajo estuvieran viviendo otra vida completamente distinta a la que se pudiera desarrollar en la superficie. Una en la que el mundo no se había ido al carajo sin poder hacer nada por evitarlo. Rémy contempló absorta todo lo que estaba allí dispuesto, con cierta complacencia en su rostro. Con una buena cantidad de suministros y de víveres, podrían alojarse allí un buen tiempo. "Pero tampoco creo que sea demasiado seguro quedarnos aquí" —le dijo una voz en su cabeza, que acabó por confirmarse tras el comentario de Will. Seguramente sería mejor afrontar cual era la situación real y no aislarse en una burbuja que no reflejaba para nada lo que ocurría fuera.

Por puro instinto, sus pasos la condujeron, de un modo inconsciente, ante la cocina y el refrigerador. Añoraba la época en la que sus mayores preocupaciones eran servir platos de calidad a los clientes del restaurante y de dirigir junto al Chef ejecutivo al resto del personal entre fogones para que no hubiera ningún problema y todo funcionara como una cadena de mando, precisa y perfecta. Inspeccionó con curiosidad los alimentos, pensando en qué podría cocinar, tanto para ella misma como para el resto. Quizá por ello, cuando Mara se dirigió a ella, esbozó una sonrisa amable en su dirección. En situaciones normales, preferiría trabajar ella sola. Pero esta situación era extraordinaria y estaba convencida de que no verían bien que mostrase una actitud hosca o individualista. 

—Me encantaría, Mara. Creo que nos merecemos un respiro y disfrutar de una buena cena, ¿no? A ver qué se puede preparar... —comentó, alzando una ceja, cómplice. Ya tendrían tiempo después para seguir elucubrando qué hacer, cómo y dónde—. Por cierto, Donna. ¿Crees que tus padres pensaban que algo malo ocurriría y por eso habilitaron este espacio para refugiarse? —preguntó, girándose hacia la chica, con el ceño ligeramente fruncido. No le encontraba otra explicación si no—. Y coincido en que podríamos mirar qué hay en esa puerta al fondo del pasillo. Tal vez se trate de una cámara para guardar objetos de valor... —agregó, sin demasiada convicción.

Aunque no dijo nada, agradeció plenamente el hecho de que la opinión de grupo les llevara a aceptar aquel refugio como parada, a pesar de que todos se dieran cuenta de la temporalidad de la misma. Viendo que era Mara quien se encargaba de ayudar a Will, él tomó de la mano a la pequeña Lisa de quien se había erigido como guardián, adentrándose en lo que pronto se mostró como el refugio deseado.

Aquel lugar parecía tener todo lo que cualquiera pudiera desear. Pero como parecía suceder con todos sus compañeros, Michael recorrió el lugar con una mirada de extrañeza, sin acabar de creerse que aquello fuera real después de los días que llevaban encima. Una parte de él quiso pensar que Dios les había puesto aquella parada en el camino para ayudarles a recobrar fuerzas pero otra parte sencillamente dudaba. ¿Cómo podía ser cierto cuando mostrarles algo así para luego arrebatárselo era, simplemente, cruel?

La proximidad de Mara lo sacó de su examen al ver cómo la joven le limpiaba una mancha en la mejilla a Lisa. Le dio un apretón reconfortante en el hombro a la chica que hasta el momento se había erigido como la voz esperanzada del grupo antes de apartarse.

- Yo puedo seguir los cables - se ofreció. Quería acompañar a Donna en aquel momento con una respetuosa oración pero le parecía que la chica estaba todavía en shock -. Me preocupa que el generador pueda estar en algún lugar al alcance de esos monstruos y nos puedan cortar el suministro de luz en cualquier momento - puso en voz alta sus pensamientos que para entonces denotaban un realismo que rozaba el negativismo -. Y mientras podamos, también deberíamos trazar una ruta con el mapa. ¿Vas a seguir probando con la radio, William?

El olor a quemado seguía en mis fosas nasales.

Y mis ojos miraba ese extraño conglomerado de carne y restos calcinados por el fuego. Unos restos que era de mis padres y de los que debía despedirme alejándome de allí. Una despedida que implicaba muchas cosas, como dejar atrás recuerdos que solo me iba a anclar allí más tiempo del necesario. Y ahora mismo no tenía tiempo, precisamente.

Habíamos matado a una de esas cosas. Una de las grandes. Eso podía ahuyentar a algunos de ellos temporalmente. O quizá atraerlos, por venganza. ¿Podrían esas cosas sentir algo más allá de su ansia por cazarnos o el dolor de la propia luz? No me importaba ni lo más mínimo. Pero mis puños se apretaron con fuerza, odiando con más fuerza aún a esos bichos. Por su culpa mis padres estaban muertos. 

No me sentía mejor, por mucho que lo pensara. Yo fui quien encendió el mechero.

Cogí la linterna y me encaminé hacia el búnker, como un autómata, tan solo guiada por la voz de mis compañeros. Asentí ala pregunta de Brendan mientras con la otra mano restregaba mi mejilla para limpiar las lágrimas. Mi rostro estaba marcado por la suciedad del hollín y los surcos de las lágrimas sobre la suciedad. Un aspecto lamentable, pero mejor que estar muerta.

- Siempre creí que este sitio era un refugio para los tornados.- Me atreví a decir mientras bajaba las escaleras y miraba hacia adentro. Mi preparación como enfermera era útil, sin duda. Pero nunca tuve una asignatura en la que estudiar "Como quemar a tus viejos y salir indemne". - De pequeña, cada vez que me acercaba por aquí, mi madre me regañaba, por si caía dentro por el hueco de la escalera.

Llegué abajo y miré a nuestro alrededor. Era, sin duda, un sitio digno. Trague saliva al pensar que, mañana, cuando nos fuéramos, aquello estaría a merced de cualquiera. 

Miré a Remy con cierto aire compungido, ausente, quizá y suspire. Puede que necesitara un abrazo pero… ¿De quién? Intentaba coger fuerzas, pese la pena, y lo encuentre en sus ojos, al ver algo mío. La había ayudado con su herida. Quizá mereciera seguir adelante pese a todo, ayudando a los demás como a ella.

- Mi padre tenía un par de molinos en el campo. Molinos eólicos. - Me encogí de hombros y miré al fondo, a la puerta.- Quizá tenga un acumulador ahí dentro. 

Di un par de vueltas sobre mi misma buscando algo.

- Si la puerta está cerrada con llave, y ellos estaban aquí abajo, lo mejor será no abrirla. Si el picaporte gira... debe de ser seguro... Supongo.