Partida Rol por web

Aerin se incorporó y se frotó la cara con las manos. Las noticias sobre su estado, cada vez más argumentadas, eran demasiado trascendentes como para que el joven pudiera asimilarlas tan rápido. Cuando apartó las manos sus ojos estaban empapados de lágrimas.

—Todo ocurrió hace... tres días. Yo sólo intentaba ayudar —se excusó plañideramente—. Lady Mjoll me pidió que esperara fuera con los caballos, pero después de lo de Mzinchaleft no quería arriesgarme a dejarla sola. Así que la seguí cuando se internó en aquel maldito túmulo, y fue un error.

Soltó un sollozo entrecortado.

—Ella estaba luchando contra cuatro vampiros, pero había más acechando en la oscuridad. Traté de cubrirle las espaldas, pero me expuse demasiado y fue Mjoll la que tuvo que cubrirme a mi. Me dio un empujón de vuelta a la salida y me volvió a insistir en que me fuera de allí. Demasiado tarde. Una de aquellas cosas me mordió antes de que Mjoll pudiera matarla, apenas fue de refilón pero...

Tragó saliva.

—No sé lo que le ha pasado a ella, ¡pero tenéis que ir comprobarlo!. ¡Mi corazón me dice que aún está viva! —dijo, y añadió con voz temblorosa:—, y yo... yo sólo quiero vivir... por favor...

Sabes lo que hemos comentado en el off. Que va a resultarle difícil resistir sus instintos pero no es imposible. Alimentarse de la sangre de criaturas no inteligentes es como hartarse de gusanos teniendo al lado un bistec, pero podría subsistir.

EDIT: te amplío la información que te di en su día. No quiere decir que esto sea la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, pero para un 24 la anterior explicación se me quedó un poco corta.

Aunque por lo que a ti respecta sería técnicamente posible alimentarse de animales (tienen sangre ¿verdad?), te preguntas por qué los vampiros de los que has oído hablar no lo hacen. Eres capaz de trazar los orígenes del vampirismo hasta el príncipe daédrico Molag Bal; no conoces todos los detalles, pero si uno de los ámbitos de este príncipe es la dominación mental, el hambre vampírica y el deseo intrínseco de cazar criaturas inteligentes tal vez tenga que ver que estas criaturas están supeditadas a él.

- Está bien, cálmate, dime donde sucedió todo eso, y de qué es tanta sangre que llevas encima. Para todo hay alguna solución, no te preocupes. Te debo la vida y ya sabes que no te dejaré en la estacada...

El batidor miró a Uthgerd pero no dijo nada, todavía no era el momento de entrar en discusiones, aunque ya no estaba lejos... se preguntó si él solo contra varios Thanes tendría alguna oportunidad, seguramente no...

Querer vivir tenía que contar para algo. No querer hacer daño a nadie tenía que ser importante en el cómputo global de los acontecimientos. Karin quería pensar que si le ocurría a ella, su orgullo nórdico la llevaría a buscar la muerte. No en el suicidio, sino en una batalla final contra algún monstruo temible. Pero quizá no fuese más maldición que otras enfermedades, y quienes la contraían no eran más culpables que los enfermos.

El corazón se le desbocó con la historia. Mjoll, vampiros, la terrible duda que la conversión en vampiro llevaba a la mente de todos...¡Era sencillamente perfecto! Una historia magnífica que podría convertirse en una nueva leyenda en Soledad. Intentó no sonreír. 

Había que ayudar, claro que sí, el espectáculo debía continuar...o, bueno, había que salvar vidas. Cualquier motivación de las anteriores era igualmente buena.

- Si te acompañamos durante un tiempo podremos echarte una mano y ver cómo llevas tu nueva condición - dijo Karin con voz tranquilizadora -. Nadie de aquí quiere hacerte daño, así que mientras no vayas dejando un rastro de cadáveres desangrados no debería pasarte nada

Luego miró a sus compañeros, implorante, como una niña que quiere un caballo blanco por su cumpleaños.

- ¿Podemos ir a buscar a Mjoll? ¿Podemos? 

Lo primero era lo primero. Le dijo a Aerin: —Intentaremos ayudar a Mjoll. ¿Dónde está situado ese túmulo? ¿Algo más que nos puedas contar? —preguntó, con paciencia. Aerin le daba pena, aunque tampoco podía respetar tanto gimoteo. ¿Qué demonios hacía gente tan blanda metiéndose en túmulos? Gente como Aerin no debería abandonar la seguridad de una ciudad, no estaba hecha para afrontar peligros.

—Si te acompañamos durante un tiempo podremos echarte una mano y ver cómo llevas tu nueva condición —dijo Karin con voz tranquilizadora—. Nadie de aquí quiere hacerte daño, así que mientras no vayas dejando un rastro de cadáveres desangrados no debería pasarte nada. —Y como una niña pequeña—: Debemos ir a buscar a Mjoll? ¿Podemos? 

A Volshyene no le habría extrañado que Karin empezase a dar saltitos, como una cría entusiasmada, al hacer aquella petición. De hecho, por un segundo, se la imaginó así: una chiquilla de seis años con una piruleta en la mano, dando saltitos y suplicando por un juguete nuevo. Muy a su pesar, tuvo que reprimir una sonrisa.

—Karin, ya hemos dicho que nos queda de camino, y que no perdemos nada por echar un vistazo y ver qué se puede hacer para ayudar —repitió Volshyene, reprimiendo su diversión.

Pero torció el gesto al pensar en viajar con Aerin. Sí, claro, desestimando el problema, porque ahora el chaval todavía no estaba dominado por su sed de sangre. Se darían cuenta de los inconvenientes que aquello iba a ocasionarles después… como siempre. Y si alguno del grupo caía, aun se sorprenderían.

—Aerin acaba de transformarse y aun es mucho de lo que era antes. Pero cambiará, Uthgerd, Karin, Suro… cambiará. Y eso es algo que hay que tener en cuenta. Yo no temo a un vampiro, recién creado o no. Me he enfrentado otras veces a seres así. Pero, ¿podrán decir lo mismo otros, cuando Aerin busque saciar su sed de sangre? ¿Aldeanos, niños, leñadores…? Porque sentirá esa necesidad, tarde o temprano. ¿Y qué vamos a hacer, llevarlo siempre con nosotros, actuar como sus niñeras en lo que nos quede de vida, y luego pasarle el legado a nuestros hijos? Si no, cuando le soltemos, pues pasará lo que pasará, que necesitará buscar nuevas víctimas. Genial, salvemos a Mjoll y a sus amigos y dejemos libre a un "alfeñique" que, cuando cambie, será responsable de la perdición de muchos más inocentes. —Volshyene usó adrede la misma palabra que Uthgerd, intentando que ese conglomerado de músculos encontrase su cerebro de donde quiera que lo hubiera escondido.

Volshyene dedicó una mirada fulminante a la guerrera. —Hay más cosas en la vida que tener miedo o huir de las responsabilidades, Uthgerd. En la vida hay consecuencias. Y lo que decidamos ahora tendrá consecuencias, tanto en un sentido como en otro. No tienes miedo del vampiro, genial, nosotros tampoco. Pero a partir de ahora habrá que vigilarlo. Y a partir de ahora, no podremos desentendernos de él, o deberemos cargar con la conciencia de las víctimas que se cobre. Tú también, Uthgerd. Bienvenida a tu nueva vida de niñera vampírica.

Le traía sin cuidado si Uthgerd se molestaba o no, aunque dado lo bruta que era normalmente hablando con los demás, la guerrera quizá apreciase que alguien le hablase sin ambages. Aunque en este caso le daba igual, Volshyene no estaba de humor para andarse con miramientos.

La maga, enfadada por la cortedad de miras de los humanos, volvió a montar en el corcel, y dijo secamente. —Muy bien, se ha tomado una decisión. Más vale que nos pongamos en marcha, antes de que nos encontremos no con uno, sino con varios vampiros amiguitos. Si es que no es ya demasiado tarde.

Y luego, ya más calmada: —Y a todo esto, ¿qué haremos cuando salga el sol, donde le meteremos? Si no alcanzamos ese túmulo antes de que despunte el alba, habrá que acampar y resguardarlo del sol.

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Aquella masa de músculo que era la guerrera andaba convencida, de que Aerin sería un problema sobre todo para sí mismo. Pero Thadeus, sabía que no podía ser así, y que supondría un problema para ellos, para la gente de cualquier asentamiento, y para las que pudieran ser sus posibles víctimas.

-Deberíamos aprovechar la noche para continuar, y el día para descansar, a menos que queramos que nuestro nuevo compañero se achicharre a la luz del sol- ir acompañados de un vampiro iba a suponer un esfuerzo adicional; iban a tener que encontrar lugares donde dejarlo escondido, aunque cuando tuviese sed de sangre, seguro que se escapaba-. Aerin, ¿cómo te vas a alimentar? Es un tema inevitable, y deberíamos controlar su alimentación. Ahora somos responsables de lo que le suceda a cualquier víctima de un vampiro en unas cuantas millas a la redonda, porque si alguien se entera de esta situación nos pueden llover las acusaciones. Discreción chicos – dijo mirando prácticamente a todos excepto para Volshyene, que había llegado a las mismas conclusiones que él.

Parecían convencidos, y pese a su nueva condición, creían que sería una causa noble ayudar a un compañero. El mago, esperaba que la ayuda pudiera ser mayor a los problemas generados por un vampiro, o si no iba a tener que tomar cartas en el asunto.

Thadeus volvió a coger las riendas de su corcel, y esperó que su gato volviese a subir a él de un salto. Estaba dispuesto a ayudar, puesto que se trataba de una antigua compañera de Suro, pero respecto al vampiro… tenía serias dudas

—No estoy tan seguro, Uthgerd —replicó Khaled, soltando una carcajada breve—. A las chiquillas se les hace la entrepierna aguamiel por los vampiros. A algún padre le puede dar un ataque al corazón si se entera de dónde ha estado cabalgando su cachorrilla.

Ese era el alcance del peligro que Khaled estaba dispuesto a reconocer. No porque ignorara las consecuencias del vampirismo; sabía que un hombre débil, aunque no tuviera las inclinaciones para ello, podía sucumbir a la tentación. Quien estaba detrás de la maldición, si las leyendas eran ciertas, disfrutaría tanto con el yugo que imponía el hambre de sangre, como con la cacería de mortales que implicaba su satisfacción. Sino porque cargarse al tipo no era una solución que estuviera dispuesto a considerar.

En cualquier caso, al chaval lo habían infectado, había muerto y había resucitado y no se había enterado, y no tenía pinta de querer hacer daño ni a un mosquito. Podían tenerlo vigilado, al menos, hasta que pudiera consultar a alguien que quizás supiera algo al respecto. O pudiera indicarles el camino. O darme una paliza por llevar un vampiro a un área poblada. También es muy probable.

Y se dirigían precisamente hacia ella.

—Podemos empezar por seguir hacia Cauce —añadió Khaled a las propuestas de cabalgar durante la noche, mientras tomaba de nuevo las riendas de su yegua—. Se discute mejor bajo techo y junto al fuego que en medio del camino.

A las chiquillas se les hace la entrepierna aguamiel por los vampiros

Karin arrugó la nariz, como si estuviera oliendo algo desagradable.

- Khaled, te lo ruego, no vuelvas a usar ése símil nunca - dijo con media sonrisa

Luego asintió ante sus palabras. Debajo de aquella falta de tacto había mucho sentido común. Quizá tuviera demasiado sentido común y por eso los protocolos y las tradiciones no iban con él. Pero a una nórdica como Karin aquellas cosas le parecían importantes, aunque se riera mucho con el Guardia Rojo, pensaba que estaba equivocado al vivir tan abstraído...o tan poco abstraído, no lo tenía muy claro.

- Vamos al Cauce, entonces, nada como una cerveza para bajar el vino

—Khaled, las groserías sobran -saltó Volshyene impaciente. Y a los otros—: ¿En serio podéis ser TAN irresponsables? Os estás comportando como si Aerin hubiera pescado un resfriado. ¿Cuántas veces os lo tengo que decir? Su estado es irreversible, parece inofensivo porque acaba de transformarse, pero eso cambiará muy pronto, y se sabe que los vampiros que logran controlar su sed de sangre son menos frecuentes que el calor en Hibernalia. Lo que quiere decir que Aerin será un problema dentro de nada, y que no le estáis haciendo ningún favor, ni tampoco a nosotros ni a la gente de Cauce Boscoso, por cerrar los ojos.

Volshyene negó con la cabeza.

—No, no vamos a llevar a un vampiro a una población. ¡Ni hablar de los hablases! No contéis conmigo para semejante insensatez. Una insensatez más grande que la que ya estamos haciendo, es decir. Pero si pensáis que vamos a una excursión campestre, yo tiro la toalla aquí y ahora. ¡Tenéis que tener los ojos abiertos! ¡Aerin va a ser un peligro para todos! No siquiera se sabe cómo se contagia el vampirismo. ¡Es posible que Elynea se haya infectado al tocar sus heridas! ¡O nosotros lo hagamos por estar a su lado! Despertad de una vez.

«Me temo que lo de vivir lo llevas difícil... » pensó Elynea al escuchar a Aerin «Más que nada porque ni si quiera estás vivo».

La dunmer se había pellizcado la barbilla y se sujetaba el codo mientras sus ojos brincaban de una persona a otra cada vez que hablaba. No había dicho nada porque prefería pensar bien en la situación aunque sabía que en el fondo era algo que no iba a ser posible. Pensar requería tiempo. Así que se conformó con analizar lo que decían los demás.

—Lo siento, pero Volshyene tiene razón en algo—murmuró finalmente esforzándose por bajar la mano para que se la oyese mejor. No le gustaba ser el centro de atención pero a veces no había otra—. Es decir, me niego a entrar con un vampiro en un pueblo. Ni es sensato ni es inteligente. Y no porque crea que Aerin es un psicópata ni una mala persona, sino porque simplemente la sed es algo que está por encima de él, algo que le va a venir, y algo contra lo que nada podrá hacer por evitar. En el caso de que queramos ir hasta ese túmulo con él, olvidaros de las poblaciones.

Se cruzó de brazos y torció el gesto. Los vampiros no tenían redención alguna: con total seguridad Aerin se convertirá en una amenaza para todos los que le rodeaban independientemente de sus deseos; no en vano, en Morrowind no quedaban vampiros. Recordaba las plagas que en su día había habido... y cómo El Tribunal se había dedicado erradicarlos precisamente para que no supusieran una amenaza para la población. Sólo había que mirar al muchacho para ver lo letales que podían ser aquellas cosas con un ciudadano de a pie.

Toda aquella sangre no era "un rasguño".

Sin embargo, también sentía bastante lástima por Aerin. Entendía que estuviese asustado, que no quisiera morir, entendía la desesperación por salvarlo de Suro, desearía tener la solución a su problema... pero no podía obrar milagros, no la tenía, y tampoco pensaba poner en peligro a ningún civil inencesariamente.

Carraspeó. Acampando al raso y haciendo guardias aún podrían viajar pero... ¿por cuanto tiempo?

—Y de todos modos el mayor problema es otro ahora. ¿Habéis pensado en el sol? ¿En qué hacer cuando amanezca? Porque el pobre muchacho lo va a pasar mal—recordó. Luego se volvió hacia el vampiro neonato—. Vamos a hacer todo lo que podamos por salvarla pero cada minuto que pasa podría matar a Mjoll si todavía sigue allí. Intenta recordar. ¿El túmulo está exactamente a tres días de distancia o es que llevas ese tiempo sin rumbo, Aerin? Por esta zona sólo me suena el de las Cataratas Lúgubres.

- Si es necesario irá atado, por el día buscaremos una cueva o algo así. De buena gana daba media vuelta y le pedía al Jarl qeu no encerrase en un calabozo, Mjoll a estas alturas, o está muerta, o ha corrido su misma suerte, o ha acabado con los vampiros. Pero será mejor que vayamos, si Mjoll es ahora una vampiresa probablemente sea un ser enormemente peligroso que puede poner en peligro a medio Skyrim. En cuanto a Aerin, todavía no ha cometido ningún delito, así que no pagará por algo que no ha hecho. Si esa sed es tan incontrolable, ya lo veremos.

—¡Yo no voy a hacer daño a nadie! No me voy a convertir en vampiro porque lo repitáis más veces —protestó Aerin, cerrándose en banda—. El túmulo está a medio camino entre Helgen y la ciudad de Falkreath. Pero es difícil de verlo desde el camino. Tendréis que dejar que yo os guíe o no lo encontraréis a tiempo de hacer algo por Mjoll.

—¿Para qué tomarse tantas molestias? —preguntó Uthgerd—. ¿No ibais en una misión super secreta y super importante de parte del Jarl? ¿Qué más os da el destino que corra este desgraciado? Si se va a convertir en un problema, y lo suyo no tiene cura, ¿no sería mejor acabar con su miseria?

Tenéis que tomar una decisión respecto a Aerin ya, aunque lo hagáis por el off y lo roleéis después.

La expresión de Volshyene se suavizó al oír las palabras de Suro.

—Eso está mejor. Concienciado de que hay peligro y no vamos a una merienda campestre. Veremos cómo podemos afrontar esto. Si Aerin se conciencia de ello, será un gran paso también —Y miró directamente a Aerin—. Cuando te entre la sed, lucha con ella. Quien sabe, quizá seas de los pocos que tienen esa fuerza de voluntad...

Y a Suro: —¿Qué llevo diciendo un rato? Sigamos, el tiempo no sobra.

Suspiró al oír las palabras de Uthgerd. —Tú misma reforzaste la idea contraria al sugerir que Aerin no haría daño a nadie. Tal vez sería la decisión más sensata, pero ese barco ha zarpado ya. Sigamos, no sobra el tiempo. No seré yo quien divida al grupo -mirando a Suro, significativamente-. Aunque tampoco seré yo quien dé la espalda a mi obligación con el jarl. Tened en cuenta ambas cosas.

—¿Las groserías sobran? —preguntó en voz alta—. A mí no. Pero puedes guardarte las tuyas si no te gustan. No me molesta.

Khaled subió a lomos de la yegua mientras los demás seguían hablando.  Hubiera dicho algo, pero el maldito animal eligió ese momento para rebelarse ante la tiranía de la humanidad, y se dedicó a girar sobre sí mismo, mientras el guardia rojo trataba de encaramarse a la grupa sin que lo derribara.

Cuando por fin consiguió colocarse dignamente en la silla, las aguas de la conversación habían vuelto a su cauce.

—Para soluciones definitivas siempre estamos a tiempo, Uthgerd —respondió a la guerrera—. El muchacho no ha hecho nada todavía.

»Quiero pasar por Cauce Boscoso —anunció a los demás—. Hay algo que quiero comprobar allí. No me llevará demasiado tiempo. Si creéis que es imprudente llevar al muchacho al poblado, no voy a discutir. Me separaré de vosotros cuando estemos cerca, y nos reencontraremos más adelante.

A la segunda, Suro no pudo reprimirse y miró directamente a la guerrera.

- ¿No te bastó con aquel pobre diablo al que mataste a golpes para saciar tu sed de asesinar inocentes?

¿No te bastó con aquel pobre diablo al que mataste a golpes para saciar tu sed de asesinar inocentes?

Karin estuvo a punto de sisear simulando el escozor de una herida. Pero se lo pensó mejor. No era buena idea meterse entre Suro y Uthgerd, ninguno de los dos tenía fama de apreciar ése tipo de...apreciaciones, valga la redundancia.

-  Estoy con Vol y con Elynea en que no podemos tener suficiente cuidado con Aerin, dadas las circunstancias, pero, como ha dicho Khaled, para soluciones definitivas siempre hay tiempo, y además, creo que debería ser decisión de Suro, que es quien le conoce - era lo que le decía su corazón de nórdica; degollar a alguien debía corresponder a alguien que lo llevaba en su corazón, ya fuera amigo o enemigo, amigo en ése caso concreto -. Pero me gustaría recordaros que si vamos a ir a buscar a Mjoll deberíamos apresurarnos.

Miró a la elfa oscura.

- Elynea, ¿es posible alguna solución provisional para el tema del sol? No se...meterlo en un saco y cargarlo o algo así. Si tenemos que pararnos de día tardaremos el doble, y además, sólo podremos enfrentarnos a los vampiros con su ventaja. Y por épico que resulte, nadie cantará sobre ello si estoy muerta

A Elynea la exasperaba repetir más de una vez lo mismo. ¿A cuántas personas había visto Aerin a quienes le hiciesen daño los conjuros curativos?

—Ya ERES un vampiro. No va a cambiar porque lo niegues más veces—espetó utilizando la misma estructura que había utilizado él. Cerrar los ojos no iba a hacer que la piedra desapareciese del camino, es más, haría que se tropezase con ella irremediablemente—. Pero puedes seguir haciéndolo, o puedes lograr que tu esfuerzo haya valido la pena y ayude a salvar a Mjoll. Porque ella depende de ti ahora mismo, de que seas fuerte y nos guíes adonde está.

No gritaba pero solía ser algo rotunda cuando le pasaba eso. El último comentario pretendía ser de aliento pero por desgracia al rotundidad se mantenía de modo que era algo difícil reparar en ello.

Y para colmo ahora parecían empezar los reproches. Genial. No tenía ni idea de qué estaría hablando Suro pero no pensaba dar pie a que él y el ariete con forma de mujer arreglasen sus problemas a la manera nórdica. A Uthgerd le encantaba demasiado hacerlo todo a la manera nórdica. De modo que recuperó su caballo y e dispuso a volver a subir a él.

Por suerte, la pregunta de la bardo vino bien para desviar el foco hacia otros derroteros.

—No lo sé, Karin, no he visto muchos vampiros—admitió con un suspiro—. Pero el muchacho aun tiene dignidad, no creo que sea apropiado meterlo en un saco como si fuese una remolacha.

Agradeció que su equino no decidiese seguir el ejemplo de la yegua de Khaled. Montar en un caballo giratorio con una armadura pesada debía ser de todo menos fácil.

—Sé que la luz del sol les quema, pero no sé si es suficiente una simple capucha que le de sombra para paliarla o por el contrario necesitan la oscuridad total de una cueva—añadió una vez logró encaramarse—. Lo sabremos al amanecer. Y espero que sea lo primero porque el tiempo no corre a nuestro favor.

Ni al de Mjoll.