Partida Rol por web

Elynea se encogió de hombros para sus adentros, filosóficamente. Por supuesto. ¿Qué sería de ellos sin los imprevistos surgidos de la nada?

«Nos aburriríamos, supongo»

Dobló una rodilla junto a Aerin que continuaba en el suelo y lo tocó con las palmas de las manos. No se detuvo a bsucar ningún símbolo sagrado, simplemente murmuró una plegaria y un destello de luz plateada brilló entre sus dedos, derramándose con suavidad sobre el muchacho.

—¿Qué ha pasado y cuándo ha pasado?

Elynea gasta 3 PC para lanzaz Curar Heridas Moderadas. +15 PG para Aerin.

Aerin soltó un aullido desgarrador cuando el conjuro curativo de Elynea le quemó la carne. El aire frío de la noche quedó cargado de un hedor a chamusquina. El joven retrocedió, espantado.

—¡Argh! ¡Quitádmela de encima!

Volshyene cogió las riendas de la montura de Elynea y esperó, alerta, sólo escuchando parcialmente las explicaciones de Suro. Era sorprendente que el taciturno y habitualmente silencioso explorador se aviniera a compartir sus recuerdos con ellos, y en condiciones normales le habría gustado tirarle de la lengua, a ver si se soltaba un poco más y se iba volviendo más expansivo. Pero aquél no parecía ser el momento.

Tampoco prestaba demasiada atención al jovencito pisaverde. Sanarlo era cosa de Elynea, y el momento de compartir anécdotas sin duda no era éste. Volshyene simplemente esbozó una sonrisita momentánea al pensar en que, para ser amigo de Suro, parecía ser exactamente el polo opuesto del informal y hosco explorador.

Ella se limitó a permanecer un poco apartada, escrutando los alrededores, por si acaso quienes habían herido a Aerin estuvieran cerca.

—¿Son heridas recientes, Ely? —preguntó distraída, más atenta a los alrededores que a la sacerdotisa o a sus compañeros. Pero cuando Elynea determinó que no lo eran, Volshyene se permitió curiosear más determinadamente al amigo de Suro, justo a tiempo para verlo retorcerse de dolor ante el conjuro curativo de la dunmer.

Sujetó con más fuerza las riendas de ambas monturas, que se habían puesto nerviosas ante el grito.

—Curiosa reacción ante la energía positiva —dijo serenamente, examinando con la mirada al infortunado muchacho e intentando calibrar cuan lejos había llegado la infección—. ¿Has tenido un encontronazo con algún muerto viviente, Aerin? Por ejemplo… ¿con un vampiro?

Aunque aquel lechuguino no tenía pinta de poder sobrevivir ante un armiño furioso, cuanto menos ante un vampiro…

—En fin, ¿quién quería un viaje soso y sin incidentes? —murmuró en voz baja y cargada de ironía a Karin, tras acercar las monturas a la bardo.

Innominado tenía gran práctica en extrapolar lo que su ama pensaba a partir de las emociones que le llegaban a través del vínculo empático, y de sus expresiones faciales.

—Oye —regañó a su ama, ofendido—. Los armiños podemos ser bien peligrosos. Nuestra ferocidad es bien conocida. ¿Qué crees que somos... gatos domésticos?

Dicho esto, se zambulló en el bolsillo, como hacía siempre cuando se enfurruñaba con su ama, pero tras medio minuto de rumiar aquella afrenta en soledad, no pudo reprimir más tiempo la curiosidad: volvió a sacar la cabecita para ver qué iba a pasar a continuación. Aquello era demasiado interesante para perdérselo, después de todo.

Karin apenas se daba cuenta de lo que pasaba a su alrededor. Elynea había bajado del caballo para ayudar al herido amigo de Suro, que se había puesto a gritar (igual era remilgado y no le gustaba que unas manos élficas le toquetearan...). Su cabeza seguía dando vueltas. Mjoll...Mjoll...Recordaba algo de Soledad, de su etapa en el Colegio de Bardos. Era un fragmento de algo más grande, creía...¿Cómo era? Apenas se dio cuenta de que había empezado a cantar...

Es legado de los leones desde las pasadas eras

Acechar y perseguir a las bestias de la pradera

El espíritu leonino no lo posee cualquiera

Y por ello son los reyes sobre el resto de las fieras

Nuestra Leona era joven,  y siempre miraba afuera

Curioseaba por los bosques, los montes y la rivera

Su madre veía su alma, que como la suya no era

“Tu padre es cazador, y que caces él espera”

“La Leona es cazadora, pero también es guerrera”

Un cachorro joven era cuando abandonó su hogar

Pero sola en el camino se negó a mirar atrás

Las lecciones de su madre le enseñaron fortaleza

De su padre el gran león aún guardaba la destreza

Allí donde iba triunfaba, ejemplo de aventurera

Aquellos que más sufrían suplicaban que acudiera

Fiel  a sí misma ante todo, no hizo viaje sin un pero

No aceptó jamás mezquino oro por su acero

Por su acero de cristal, que maneja con gran brío

Por sus hazañas nombrado el Cercenador sombrío

Conocida en todo Tamriel como guerrera sin falta

Desde Elsweyr hasta Morrowind, desde allí a Roca Alta

En el Bosque Valen aún le componen canciones

A la Leona que por ellos cazaba abominaciones

Cuyo corazón ardiente no cedía a las coacciones

Dicen en otras naciones que lucharía dormida

Que no se echaría atrás por ningún tipo de herida

Ella dice “he visto muerte de sobra para tres vidas”

Pero si la causa es justa luchará por quien lo pida

Y así fue que los caminos la llevaron a la Grieta

Una Comarca lejana pero de maldad repleta

Aunque en Riften se quedase no sentía la misión

Sabía que sólo viajar llenaba su corazón

Enfrentarse a los ladrones era indigno de su talla

Y por ello eligió viajar buscando batallas

Calzó su cota de mallas y volvió a afilar su espada

Junto a pares compañeros en una gesta alocada

Si uno sigue sus pisadas quizá encuentre su tesoro

“A la fría muerte le dejé aquello que más valoro”

Arrugó la nariz. La última parte tenía cierto sentido cuando se comparaba con:

- Suro, no sabía que tu fueras uno de los "pares compañeros" de la gesta alocada - Podía ser toda una fuente de información. Karin se haría famosa si podía añadir algunos versos a la canción de Mjoll. Pero la aventurera codiciosa que llevaba dentro la llevó a añadir: - ¿Qué es el tesoro del que habla la canción?

Antes de poder seguir interrogando al taciturno explorador, Vol dijo algo de vampiros.

- ¿Vampiros? Esto se pone cada vez mejor, aunque si tenemos que cazar vampiros no creo que lleguemos a Helgen a tiempo, y odiaría perderme la pelea con los Thal...o, bueno, la ejecución de Ulfric

- No conocía esa canción, le hace justicia sin duda. Su gran tesoro era su arma, allá se quedó, custodiada por un engendro mecánico enano terrorífico, que casi nos mata. Ahí fue cuando nos salvó la vida este chico. Dios... si tenéis razón y ha sido mordido... ¿Que podemos hacer? ¿Bastará con llevarlo a un templo?

La respuesta de Aerin al recibir el flujo de energía positiva canalizada por el conjuro de Elynea fue evidente. No fue el único que pensó de qué podía tratarse. Volshyene estableció la relación con el vampirismo de forma inmediata, y no dudó en decirlo en voz alta.

—Para empezar, podemos dejarle que nos cuente lo que sea que quisiera contarnos —dijo, con desacostumbrada seriedad—. Después vemos qué le ocurre y qué podemos hacer.

Elynea primero había arqueado mucho las cejas y se había quedado petrificada en la misma postura, a fin de cuentas, no es que fuese ni común ni normal que la gente a la que curaba reaccionase así.

Sin embargo, conforme pasaban los segundos fue bajando lentamente las manos y su expresión empezó a ensombrecerse. Mientras sus compañeros parloteaban, ella iba examinando los síntomas que le mostraba el aspecto de Aerin. A la dunmer le gustaba pensar mucho las cosas antes de decir nada en voz alta pero en aquel caso la conclusión era obvia, y de hecho fue Volshyene quien la expresó en voz alta así que no necesitó hacerlo.

«Menos mal, lo que me faltaba ahora era que alguien empezase a chillar que una princesa daedra quiere matarlo»

—No. Ya es demasiado tarde para llevarlo a un templo, Suro—respondió. Su voz sonó más lúgubre de lo que le hubiese gustado—. Está más allá de lo que se pueda curar mediante métodos normales.

Se levantó de nuevo sacudiéndose los brazos. Coincidía con Khaled en que era importante que el joven les dijese lo que había ocurrido para saber si aún podían hacer algo por alguien pero era mejor no hacer esperar lo que tenía que decir antes de ello. La canción de Karin se ha vuelto irónicamente realista y mucho se temía que no era la espada el tesoro que Mjoll había dejado a la muerte...

—Esto es Sanguivoria Noxifílica, la enfermedad de los vampiros. Mientras sufras las primeras etapas se te puede curar, pero si no se hace antes de la tercera noche... —hizo una pausa. Lo cierto es que el muchacho le daba pena pero a ella nunca se le había dado muy bien expresar correctamente lo que sentía de modo que la imperturbabilidad o la seguridad con la que soltaba algunas cosas solía llevar a confusión. Hizo un esfuerzo por tratar de poner el tono más suave que pudo y no parecer una insensible—. Te mata. Y resucitas como vampiro.

Se cruzó de brazos y cambió el peso del cuerpo de pierna, ahora tenía la atención de más de uno encima y aquello la hacía sentirse incómoda.

—Lo siento, Aerin... —suspiró—. Si existe alguna forma para revertirlo, está más allá de mis conocimientos. Y de los de cualquier sanador convencional.

Esto es Sanguivoria Noxifílica, la enfermedad de los vampiros

- Te lo acabas de inventar - dijo Karin, intentando aliviar la tensión -. ¿Seguro que no tiene simplemente un "Curacionismo Invertido" de verano común y corriente?

Se dio cuenta de que no era el mejor momento de hacer chistes. Tenía que empezar a aprender a callarse, lo único que no enseñaban en Soledad. Especialmente cuando llegó el resto del diagnóstico. Entonces echó una mirada a Suro. ¿Qué haría el veterano cazador? ¿Mandarle a Sovngarde como si fuera un venado herido? ¿Dejar que se transformara? Karib suponía que era decisión suya, por ser lo más parecido a un amigo o familiar que tenía el tal Aerin.

- ¿Qué podemos hacer?

Miró a todos, uno por uno. Misión. Amigo en apuros. Thalmor. Grandes acontecimientos con reyes y Thalmor de por medio...¿Se arriesgarían a retrasarse por un futuro vampiro?

Elynea miró a Karin con el ceño fruncido en señal de reproche.

—No me lo he inventado. Y no me parece el mejor tema para bromear—espetó. Aunque en ese momento notó en la cara de la bardo que se había dado cuenta de que había metido la pata en su intento por quitar hierro de modo que suavizó la expresión en señal de tregua—. Han pasado más de tres noches, por eso le dañan los hechizos de curación. Es un vampiro... y ni si quiera se había dado cuenta.

La gata notó cómo el guerrero la miraba; se le acercó y le rascó la barriga, cosa que por un momento fue de su agrado. Tras ello, le cogió del pescuezo, detalle que no fue para nada de su agrado; una cria tiene poco peso para que algo así le resultase molesto, pero una gata como Medea no era una cría, y notaba su propio peso, por lo que se balanceó un poco cuando Khaled la sostuvo en el aire. 

-Sueltame bruto -decia mientras se balanceaba levemente- duele.

Una vez pudo zafarse, se alejó del humano y siguió la escena un poco más alejado del guardia rojo, cuando aquella ratita blanca alargada dijo algo que le llamó la atención:

-Los armiños podemos ser bien peligrosos. Nuestra ferocidad es bien conocida. ¿Qué crees que somos... gatos domésticos? -decía el familiar sin nombre de la maga

-Los gatos somos hábiles cazadores, qué sabrás tu que te escondes en el bolsillo de tu maga... - dijo un poquito mosqueada la gata tras las formas de Khaled-. Y más ágiles, y más rápidos, y más listos - se jactó pensando en la superioridad de una raza que daba nombre a un famoso conjuro para aumentar las capacidades físicas. Sin embargo, no existía la "gracia armiña"...

Medea terminó por ignorar durante un rato al armiño tras decirle aquello, para quedarse por encima de sus palabras, y siguió pendiente de aquella escena. Ahora se trataba de un vampiro y no un humano, su olfato debería haberlo detectado a tiempo... ¿demasiado queso le estaba atrofiando sus sentidos?

Thadeus notó la molestia de Medea justo en el momento en que fue agarrada del pescuezo, gracias a su vínculo con el familiar, así que mostró mentalmente molestia, para que Medea se apartase y no metiese los hocicos demasiado en conversaciones. Parece que la gata respondió, así que no le dio más vueltas al asunto; además, tenía un asunto bastante más apremiante: ¿un vampiro delante de sus narices? Además, delante de sus narices, literalmente. El mago estaba cerca del tal Aerin, y no había echado a correr. En las historias, los vampiros eran muertos vivientes malditos, sedientos de sangre, pero allí nadie se movía. Resulta que era amigo de Suro, y que pese a la curación de la clériga, solo fue capaz de quejarse. ¿Un vampiro bueno?

-Aerin, ¿sabías que eras un vampiro? -preguntó sin más para cerciorarse de que era consciente de su propia condición-. Osea, ¿eras consciente de ello? ¿Sabes cómo pudiste contraer la enfermedad? 

Thadeus tenía muchas preguntas sobre aquella enfermedad; sabía que era una enfermedad/maldición, que la posibilidad de cura era muy remota, si, pero no todos los días se tiene a un vampiro delante.

-¿Qué se siente? Me refiero, si sabes cómo la has adquirido... ¿qué se siente al adquirirla? ¿Y notas mucha diferencia con respecto a cuando estabas vivo? ¿Es verdad que los vampiros tienen instintos primarios? ¿Se pueden controlar? Son tantas las cosas que quedan por aprender, y no me malinterpretes, no quisiera parecer maleducado, pero creo que no podremos prestarle ayuda como la clériga pretendía- todo esto Thadeus lo iba diciendo para ver cómo reaccionaba, cómo respondía aquel vampiro. Por supuesto no terminaba de convencerle; después de todo, eran demasiadas las historias sobre vampiros que los señalaban como seres infames.

El mago se dio cuenta de la cantidad de preguntas en tan poco tiempo, pero no podía desaprovechar aquella oportunidad; despues de todo, si aquel vampiro era peligroso, ellos eran superiores en número, y seguro que la bruta de Uthgerd era la primera que intentaba asestar un tajo a aquel vampiro, así que él tendría tiempo de ayudar desde la distancia, o si las cosas se ponian feas, realizar una huida estratégica. 

La clériga parecía saber sobre la enfermedad, pero eso no incluía comentarios de primera mano por parte de un auténtico vampiro. Aun así era interesante conocer todo detalle, procedente de cualquier fuente, aunque aquello suponía un dilema: tenían que seguir con el viaje, pero aquello podía suponer un contratiempo al ser amigo de Suro. 

-Bueno, ¿entonces, necesitarás algún medio especial para la recuperación de tus heridas? Y algo importante, ¿esa sangre seca es a causa de heridas? ¿Se avecinan problemas que conozcas?

Demasiadas preguntas en poco tiempo, pero eran muchas cuestiones que sería mejor que quedasen claras; no sabía qué se iban a encontrar por el camino, y toda precaución era poca. Ah, y él no era adivinador, quizá debiera cambiar el destinatario de sus preguntas, ya que había una auténtica adivinadora en el grupo. Y abstraido en aquellos pensamientos, no se dio cuenta de que se le quedó mirando mientras esperaba que el vampiro contestase...

–Debe ser un error, fue sólo un rasguño, yo me encontraba bien hasta que esa elfa oscura me puso las zarpas encima –se defendió Aerin, aunque la sangre reseca de su peto contaba otra historia –. ¡Suro, debes ir a buscar a Mjoll! Ella está en peligro.

Señaló las alforjas de su caballo.

–Recibimos una carta de una ciudadana preocupada de Falkreath. Estaban sucediendo desapariciones en la comarca, había rumores sobre cultos necrománticos, y el Jarl Siddgeir no estaba haciendo nada. Rogó a Lady Mjoll que le ayudara, y ella, desanimada por no avanzar en su lucha contra el gremio de ladrones, aceptó la misión.

Negó con la cabeza.

–Pero eran demasiados, incluso para ella. ¡No sabía a quién más recurrir!

- Está bien Aerin, cálmate, necesito que me lo cuentes todo desde el principio y con detalles. ¿Cuánto tiempo hace que partió Mjoll y hacia donde se dirigía exactamente? ¿La acompañaste o sabes si le ha sucedido algo tras dejarte? Necesito que me cuentes también sobre tu viaje a buscarme. ¿Cuánto tiempo hace que peleaste con vampiros y dónde fue? ¿Toda la sangre que llevas encima es de ese combate? ¿atacaste a alguien por su sangre en los días siguientes? No te preocupes si estás infectado. Todo tiene solución. Todos estos tipos se cruzan a menudo con un hombre lobo y no lo saben, y de los hombres lobo también se dice que sufren una enfermedad imposible de controlar y ya ves que no es cierto. Encontraré la forma de ayudarte. Y a Mjoll. Pero necesito que me lo cuentes todo, sin omitir ningún detalle, y con calma... 

—La elfa oscura tiene manos, no zarpas—refunfuñó Elynea en voz baja cruzándose de brazos con cierto aire ofendido—. Y si no me crees, siempre puedes comprobar lo equivocada que estoy esperando el amanecer en lo alto de una colina.

Miró al batidor.

—Suro, la licantropía no tiene absolutamente nada que ver con... —se mordió la lengua. Explicar ahora las diferencias entre una cosa u otra no iba a servir de nada. Excepto quizá, para poner más nervioso a Aerin y que continuase negando lo evidente. Suspiró y manoteó el aire—. Olvídalo, dejemos las explicaciones médicas para más tarde. Si quieres ayudara Mjoll... bueno, no me gustaría dejarla a su suerte. Quizá aún podamos.

Era su modo de ofrecerse a ayudar. De nuevo, dicho de forma indirecta. Por difícil que resultase, tal vez la guerrera había tenido más suerte que Aerin, tal vez aún no era tarde para ella...

Se los quedó, a la espera de que el muchacho respondiese a la avalancha de preguntas de Suro.

Volshyene dedicó a Aerin una mirada preñada de compasión. La maga cerró los puños, en un gesto inconsciente que traicionaba también su enfado… cultos nigrománticos… sus compañeros no tenían forma de saber cuánto odiaba ella esa faceta del Arte. Sin embargo, su primer instinto no fue ofrecer su ayuda a Suro. Fue valorar sus opciones.

—Si quieres ayudar a Mjoll... bueno, no me gustaría dejarla a su suerte. Quizá aún podamos —dijo Elynea.

—Quizá. Al menos podemos ver qué se puede hacer —concordó Volshyene—. Nos queda de paso. Antes de nada, Aerin... ¿puedes darnos algún detalle más? Todo puede ser importante.

Esperó a que Aerin contestara antes de dirigir una mirada reprobadora al explorador. —No deberías hablar tan a la ligera de los compromisos que hemos contraído. Nuestra misión es importante. A veces, hay que dejar que se pierdan unas cuantas vidas por un bien mayor —explicó, cansinamente.

Decisiones difíciles… la vida estaba llena de ellas. Y la primera no era Mjoll vs Ulfric. La primera era Aerin. Suro no parecía entender bien la situación, lo cual no era demasiado sorprendente. Pero lo que sí resultaba extraño era que Elynea hubiera pasado por alto ese matiz. O… quizá no quisiera enfrentarse a eso. Mucha gente rehuía aquel tipo de decisiones, inconscientemente. Volshyene mismo sentía una piedra en el estómago sólo de pensar en ello.

—Su estado, Suro, no tiene remedio. Es un vampiro, y nadie puede devolverle su humanidad. Al menos, no con algún método conocido actualmente —le explicó al explorador, con paciencia. Y a los otros—: ¿Y qué hacemos con él? ¿Viajamos con un vampiro? —perspectiva nada halagüeña, ¿cuánto tardarían en despuntar los instintos sanguinarios en el atolondrado joven?—. ¿O… le liberamos de su carga?

Aerin no se daba cuenta ahora, pero su estado era una maldición que acabaría por cobrarse más vidas de las que ahora les pedía que ellos salvaran. Volshyene se enfadó con el destino. ¿Por qué le salían al paso situaciones así? Resultaba fácil pensar en acabar con la retorcida existencia de un vampiro sanguinario, pero Aerin era aun sólo un pánfilo que casi levantaba instintos maternales.

"A veces me da la sensación de que alguien se está riendo a nuestra costa. Menuda broma cósmica. Pero la decisión debería ser de Aerin también. Aun está en condiciones de darse cuenta de lo que acarreará su condición. Claro que primero tendría que darse cuenta de lo que es"

De mala gana, Volshyene expresó sus pensamientos en voz alta. —La decisión debería ser suya, también. Antes de nada deberíamos ayudarle a que se dé cuenta de lo que le ha pasado. No es una decisión fácil de tomar, ni siquiera para el hombre de corazón más valeroso.

Y a Suro, con suavidad: —Lo siento también por ti, amigo.

Difíciles decisiones. Ya estaban con sofisterías y filosofías baratas. Liberar al vampiro de su sufrimiento...seguir con la misión para el bien mayor...se podía simpatizar con esas ideas, claro, pero, ¿De verdad justificaban algo en la práctica? en Soledad había ido un par de veces a debates de estudiantes y viajeros, y sólo había sacado dolor de cabeza. No había soluciones perfectas, y así quiso transmitirlo Karin.

- Hagamos lo que hagamos, tendremos que vivir con ello - dijo en voz baja -. Si llegamos tarde podemos estar agravando la guerra civil y condenando a mucha gente pero, ¿Podemos rechazar la llamada de quien lo necesita? - sonrió -. Ya que nos pilla de paso podríamos...hablarlo mientras seguimos nuestro camino. Ya decidiremos qué hacer cuando lleguemos a ésa encrucijada

Dudas, es lo que parecían tener todo ellos. Dudas de si era conveniente pensar en Aerin como un aliado o como un problema, puesto que un vampiro no era algo que todos quisiesen que poblase su ciudad. Así pareció que Volshyene lo veía, y así lo veía él también. Un vampiro, amigo o enemigo, podía ser una fuente de problemas constante.

-Aun queda camino por delante, tanto para presenciar la ejecución como para buscar la pista de Mjoll. Y lo que dice Volshyene es cierto. ¿Sabes realmente qué es ser un vampiro? ¿Cómo lo quieres afrontar? Veo absurdo salvar la vida de Mjoll y que los instintos primarios de un chupasangre acabe con la vida de varias personas. Es un asunto serio sobre el que deberías plantearte - dijo al joven, que parecía no ser consciente de su condición aun-. ¿Qué me dices a esto?

Thadeus tenía claro que aquella situación iba a ser una fuente de problemas, y lo sería mayor si todos los allí presentes tomasen una decisión a la ligera. Debian de ponerse de acuerdo en cómo abordar el tema del vampiro.

Aerin recibió las nuevas con escepticismo, como era de esperar. Seguro que había pensado que los síntomas no eran más que una larga resaca, o unas fiebres sin demasiada importancia.

—No hagas ni caso y date un momento para calmarte —dijo al joven vampiro antes de dirigirse a los demás—. ¿Os divierte atosigar a la gente? Parecéis un grupo de estudiantes de medicina observando las tripas de un cadáver, joder.

Y se quejan de que yo no tengo tacto…

Tendría que explicar cómo había acabado con toda esa sangre encima, y por qué había ido a buscar a Suro en lugar de llevarle pruebas de lo ocurrido al Jarl de Falkreath. Y tendría que detallar exactamente qué había ocurrido, y dónde.

—Cualquier hijo de puta con suficientes arrestos es un peligro si carece de escrúpulos —sentenció Khaled—. Dudo que la no muerte cambie eso.

Y ese tipo no parecía un peligro para nadie, por mucha sed de sangre que tuviera. La mujer a la que quería que salvaran, sin embargo, si era una aventurera, sí podía serlo, si la habían infectado. Si algo caracterizaba a los aventureros, por justas que fueran sus motivaciones, era la casi absoluta ausencia de escrúpulos. Si puedes convencerte de que tomar una vida obedece a un bien superior, puedes convencerte de cualquier cosa.

Uthgerd lanzó un sonido que estaba a medio camino entre una risotada y un bufido.

—Yo creo que este alfeñique sólo puede ser un peligro para si mismo —se burló la guerrera—. He oído hablar de mosquitos chupasangre de la Ciénaga de Hist más mortíferos que él.

Uthgerd: momento importante. Vuestra opinión sobre este asunto (si es que tenéis alguna) permitirá desarrollar vuestra relación con ella por la amistad o la rivalidad.