Partida Rol por web

El orsimer asintió sin presionarte, por su lado Aren no había abierto la boca. Korgorth os miró uno y a otro con cierto paternalismo.

Intentad dormir, faltan dos horas para el amanecer.. nos pondremos en marcha entonces. anunció mientras comía del potaje. Acarició tu cabeza con cariño y suspiró, se sentía impotente, pero necesitabas tiempo.. tanto tiempo como fuera necesario. Y el orsimer parecía estar dispuesto a dártelo.

Aren por su lado te miró con un gesto de preocupación, dio las buenas noches y trató de dormir algo. La noche parecía algo más cálida con ellos dos, mucho más que con solo el fuego de la hoguera.

Finalmente secó por completo la humedad que había permanecido en sus ojos. El cuenco con el potaje completamente olvidado a un lado y sin terminar.

No tardo nada de tiempo en rescostarse y volver a taparse con la manta. Antes de caer completamente dormida, palpó a su alrededor, buscaba sus espadas. En cuanto las tuvo las abrazó con fuerza contra su pecho. Parecía una tontería visto desde fuera, pero era lo único que le quedaba en aquellos momentos. Inconscientemente, se encogió en posición fetal. Se restrego una vez más los ojos antes de sumirse nuevamente en el mundo de los sueños. A pesar de todo lo que estaba pasando, en el fondo agradecía que estuvieran allí.

Tal como te prometió Korgoth, disteis un rodeo para no pasar por Paraje de Ivar, aquello demoró más el viaje pero el orsimer quería velar por ti. Por su lado Aren seguía con su actitud distante, pero se preocupaba por ti cuando creía que no te dabas cuenta, era un joven orgulloso y daba toda la pinta que no iba a dar su brazo a torcer. 

Siguiendo la ribera norte del río Greva cruzasteis un puente que atravesaba el mismo, justo al principio del lago Geire en cuyas orillas, al otro extremo, estaba Paraje de Ivar. Korgoth trazó la ruta lo más al sur posible, y a finales de Última Semilla, por la mañana, vislumbrabais el estrecho paso nevado que había entre las montañas Jerall y la Garganta del Mundo: el Paso Gélido.

Tendremos que abrigarnos a partir de aquí. anunció el orsimer viendo las nieves que se resistían a derretirse. Ya queda menos para Helgen.

Aren iba debidamente abrigado, y Korgoth te puso sobre tus hombros su pesada capa de piel de oso. Habías escuchado historias extrañas sobre aquel paso, y aunque tu natural curioso siempre te empujaba a ir más allá cuando los mayores te lo prohibían, el Paso Gélido siempre te había dado respeto. Algunos hablaban de fantasmas, otras de apariciones en la nieve y los más racionales, enormes troles de las nieves que poblaban sus laderas. Decían que el alarido del viento que soplaba con fuerza a través de este eran los lamentos de una madre que antaño perdió a sus hijos a manos de un amante celoso, otros la respiración de un colosal dragón dormido bajo la montaña, había muchas historias que contar..

Vamos, quiero aprovechar el día. anunció el orco.

Habían dado el rodeo tal y como le había prometido Korgoth. Se sintió un poco egoísta cuando vió el lugar desde lo lejos, sabía que tenían prisa por llegar a Helgen, pero le era imposible atravesar su hogar en aquellos momentos. Intentaba compensar un poco su estado de inutilidad, preparando la zona donde acampaban mientras alguno de ellos cazaba, o limpiaba la piezas que traían. Era algo que ademas, le permitía mantenerse ocupada. Algo que hacía también durante el viaje, contando mentalmente las cosas que se iban encontrando por el camino y en mas de una ocasión se encontró a sí misma observando al rubio con gran confusión, sobre todo desde aquellas palabras del orsimer. Había empezado a fijarse, era cosas tan sutiles y tan nimias que a primera vista habrían pasado desapercibidas. ¿No era que no le caía bien? Al menos eso era lo que pensaba, la impresión que el le había dado. ¿Por qué, entonces, le dejaba la mejor parte de la comida? o le cedía el último trago de agua. Y como lo hacía cada vez que podía, la joven había comprendido que no se trataban de meras coincidencias. La noche que se despertó a tiempo de sentir como la manta volvía a ser puesta sobre sus hombros, a tiempo para abrir los ojos ligeramente y ver que el volvía a su sitió, aquello le había dejado bastante claro que no le caía tan mal al rubio como el quería hacerle creer. Ella se acurrucó mas y susurro un débil gracias antes de volver a quedarse dormida, con las comisuras de los labios ligeramente curvadas formado una diminuta sonrisa. Un gracias por todas aquellas pequeñas cosas, no solo por la de aquel momento.

Desde ese momento dejó de cuestionarse porque hacia como si no lo hiciese a propósito. Tenía la sensación de que si preguntaba, negaría tales cosas. Por lo que prefirió seguir haciendo como si no se diese cuenta.

Por fin habían llegado al Paso Gélido, y se quedo mirando hacia en comienzo del camino. Oía el rugir del viento y se estremeció. Siempre había sido un sitio al que no había accedido, incluso con la curiosidad que la caracterizaba aquel era un lugar que exigía el máximo respeto.

El peso de la capa del orsimer, casi la tira al suelo. Aquello le llegaba prácticamente por los pies. Frunció el ceño mientras trataba de colocarse bien aquel enorme pedazo de tela.

- ¿Y tu que llevaras? Preguntó con preocupación, si era por abrigo siempre podía usar una o dos de las mantas con las que se tapaban para dormir, si aquello implicaba que el orco no iría a pelo por aquel helado paso.

El orsimer negó con la cabeza con una sonrisa leve.

No te preocupes. Estoy acostumbrado al frío de la montaña. dijo con confianza. Todo irá bien. Vamos.

Del mismo modo, Aren se arrebujó en su capa dispuesto a seguir adelante junto a vosotros, el paso que empezasteis a atravesar estaba prácticamente nevado. A pesar del final del verano, en aquellas latitudes las nieves rara vez remitían, y el camino serpenteante debía intuirse entre los salientes del paso. Aunque afortunadamente no había ningún abismo cercano, pero Korgoth os advertía.

Vigilad donde ponéis los pies, no hay que confiarse. se notaba que el Paso Gélido llevaba años sin usarse por la cantidad de nieve acumulada. Durante el dominio del dragón Julkooruth los viajes a la comarca de Falkreath se había abandonado, nadie quería vérselas con el dragón.

Era muy difícil caminar por aquel lugar. Entre la enorme y pesada capa y la cantidad de nieve, había trastabillado un par de veces por enredarse en la capa. Por eso prefirió colocarse detrás del orco y pisar por donde el pisaba, o al menos intentarlo, que con lo grandes que eran sus zancadas ella daba dos o tres pasos, pero así al menos era menos nieve con la que pegarse.

Lo que no entendía, era el porque nadie había vuelto a usar aquel paso, al fin y al cabo el dragón que habitaba aquella montaña se decía que había desaparecido... ¿no? Cualquiera habría intentado ya usarlo. Y si no... bueno, enseguida lo descubrirían.

Esperaba que no les llevase mucho atravesar el lugar, que ya empezaba a notar el frío y la humedad escalar por sus piernas debido a que se hundían en el blanco manto. Tampoco su calzado aguantaría demasiado. Pero prefirió no decir nada y seguir adelante, cuanto antes saliesen de allí mejor. En cuanto parasen y tuvieran un fuego en marcha no habría quien la separase de el hasta que estuviera completamente seca y calentita.

La trayectoria por el Paso Gélido fue pesada y lenta, las nieves acumuladas de meses sin tránsito por esos parajes hacían que practicar aquel desfiladero fuera harto complicado. Korgoth llegó a expresar que si hubiera sabido el estado del paso, hubiera rodeado la Garganta del Mundo por su cara norte, a través de la comarca de Carrera Blanca, pero una vez estabais allí no había vuelta atrás.

Korgoth avanzaba en vanguardia abriendo camino en la nieve, parecía que a la mole de músculos el frío no le afectara en absoluto. Tú ibas detrás de Korgoth, y en retaguardia Aren que vigilaba el cierre de vuestra expedición. Por fortuna hacia buen tiempo, el viento que soplaba era suave, aunque frío, pero favorecía que de estar helados no fuera a peores. La capa que te había cedido el orsimer ejercía de un maravilloso aislante térmico, lo cual te ayudaba a mantener la temperatura.

Al cabo de dos horas avanzando por el Paso Gélido, algo hizo detenerse al orsimer y lo puso en alerta.

Habría preferido con mucho hacer el enorme rodeo, eso desde luego, pero cuando el orco hizo aquel comentario, no pudo evitar contestarle que ella pensaba que ya alguien habría limpiado el camino, teniendo en cuenta las actuales noticias sobre el lugar.

A pesar del tiempo tan frío a penas lo sentía, pero claro que con aquella capa, era difícil, nada mas que en la zona donde sus pies se hundían y en su cara. Tenía las mejillas sonrosadas debido al aire, que sorprendentemente no era tan gélido como se había esperado. Podía ver las nubes de vaho que soltaba al respirar cuando exhalaba. También tenía que considerar que ir detrás del orsimer ayudaba a que el aire no le diese de pleno.

De vez en cuando echaba la vista atrás para ver como iba Aren, que no estuviera muy lejos, por si era necesario pedirle a Korgoth que bajase el ritmo, que ya de por sí era lento por culpa de la nieve. Pero no veía que tuviera ningún problema.

Su cuerpo se tensó con aquella abrupta parada a mitad de camino. Tragó con dificultad, esperando.

Aunque pasabas frío, aguantabas bien sus embestidas, avanzabas con entereza pero cuando Korgoth detuvo la marcha tú también lo viste, o escuchaste. El batir de unas alas en eco por el paso, el sutil gruñido de algo que rondaba los cielos, pero lo viste.. un dragón de escamas verdosas sobrevolaba el Paso Gélido.

Con habilidad, Korgoth te empujó hacia el cubierto de unas rocas, a Aren no le faltó tiempo para hacer los mismo. El dragón no parecía haberos visto, pues siguió volando sobre la zona, alzándose hacia la cordillera Jerall al sur.

Por la Maldición de Malacath.. ha estado cerca.. murmuró el orsimer aguardando a que fuera seguro. Aren estaba sobrecogido, mirando al cielo. Por suerte lo hemos esquivado..

El rápido empujón de Korgoth la tiró hacía el hueco entre las rocas y tuvo que desenredarse de la capa para ver que pasaba. Sus ojos se alzaron hacia el cielo para ver una espectacular visión. Un dragón acababa de pasarles muy cerquita. Desde pequeña había visto varios, casi siempre a lo lejos, pero despertaban una gran fascinación en la joven. Eran criaturas imponentes, peligrosas y bellisimas.

- ¿Es posible que los rumores sean falsos? Preguntó preocupada. Eso explicaría por que el paso seguía en aquel estado de tomado por la nieve. Se estaba refiriendo obviamente a los que todo el mundo conocía sobre el dragón que tenía el domino de aquella zona y el sangre de dragón.

Mientras el dragón desaparecía hacia el sur, Korgoth decidió que os quedarais un rato más a la espera. No terminaba de fiarse aun.

¿Rumores? No lo sé. admitió el orsimer. Puede ser otro dragón.. pero será mejor que avancemos con cuidado. propuso mirándoos uno a otro. Aren por su parte expresó el asombro por ver la sierpe tan de cerca y aunque no lo iba a admitir, le temblaban un poco las piernas de la impresión.

Al cabo de diez minutos sin rastro del dragón, Korgoth retomó la marcha. Tampoco era buena idea permanecer parados en medio de la nieve.

Vamos.. con un poco de suerte llegaremos al otro lado del paso al anochecer. dijo el orco mientras os espoleaba.

Asintió, era posible que fuera otro dragón distinto. El hecho de que no les hubiera visto la alivió considerablemente, aunque no ahora no podrían bajar la guardia hasta que no saliesen de allí.

Mientras esperaban a que pasase el peligro, no dejo de mover los dedos de los pies, que se le estaban quedando fríos y sentía que se le acabarían cayendo, ademas si seguían allí parados mucho tiempo no tardarían en empezarle a castañear los dientes, por lo que agradeció que al cabo de unos minutos el orco decidiera que ya era seguro continuar. Pero no pudo evitar soltar un pequeño gemido cuando anunció lo mucho que aun tardarían en cruzar el paso. 

El resto del Paso Gélido lo superasteis sin mayores percances, y la verdad es que pudisteis avanzar a buen ritmo y a pesar de la brisa fresca de la montaña hacia una temperatura agradable. A medida que descendíais, la comarca de Falkreath os daba la bienvenida en forma de su extenso mar de pinos, la nieve iba desaparecieron dando pie a un paisaje menos inhóspito.

En alguna ocasión escuchasteis el rugir de dragón en la lejanía, eso os tensó, pero no tuvisteis nuevos encuentros. Aren había cogido algo de frío, y cuando localizasteis uno de los ríos que bajaban de las montañas de Jerall, Korgoth dio el alto.

Acamparemos aquí. anunció el orsimer. Necesitaremos descansar.. en dos días llegaremos a Helgen. Lo más duro del viaje ya lo hemos hecho.

Con el frío en el cuerpo aun, Aren empezó a desempacar junto a Korgoth. El orsimer te miró, con briznas de preocupación aun.

¿Podrías preparar el fuego, pequeña? propuso, como si con aquello te pudiera ayudar a entretenerte un poco.

"¡Vegetación!¡Yuhu!" 

Nunca se había alegrado tanto de salir de la nieve como en aquel momento, ya hacía bastante rato que no sentía con normalidad los pies y el pantalón había calado hasta la rodilla. Fue una suerte tremenda que no se volvieran a cruzar con el dragón a pesar de las varias veces que le habían oído a lo lejos.

No tardo mucho en quitarse la pesada capa, que estaba medio humeda por llegarle al suelo y ahora llevaba pegada a los bajo algo de tierra. En cuanto se libero de aquel peso, se puso a recoger ramas para encender un buen fuego, lo necesitaban, sobre todo Aren. Hacía unas horas que habia comenzado a estornudar a intervalos. Al principio no le había dado mucha importancia, con el frío del camino, era hasta normal, pero ya no lo fue tanto cuando no fueron solo unos pocos.

Cuando tuvo suficientes volvió a donde estaban ellos y dejo el monton de ramas en el suelo, para ponerse a buscar unas piedras para tener de limite y poder controlar mejor la hoguera. Creó un círculo con las piedras y luego puso en el centro hojas secas que había encontrado por el suelo, ayudarían a crear el fuego.

Si, era verdad que ocuparse de encender el fuego la mantenía entretenida y con la mente ocupada, pero ella se iba sintiendo mucho mejor. Sentía que su usual humor volvía poco a poco.

En poco tiempo tuvo un bonito y cálido fuego en marcha

- ¿Tenemos suficiente para una sopa o un potaje? pregunto al orsimer, creo que nos vendría bien para hacer que el cuerpo entre en calor... por dentro. Ademas, tenían una fuente de agua cerquita, así que por liquido no seria.

El orsimer asintió aprobando el fuego y un breve servirá seguido de un agradecimiento, con el sonido del riachuelo cercano y el de las aves, daba un ambiente bastante más amable que el de la montaña.

Iré a por algo que echar a la sopa. anunció Korgoth mientras se preparaba para salir de caza. Volveré en breve.

Dicho esto, os dejó solos. Aren se había acercado estratégicamente al fuego para entrar en calor. Se le notaba tiritar a pesar que se había arrebujado bajo la manta, en alguna ocasión estornudaba y se limpiaba el moquillo con el antebrazo de la ropa.

Empezaba a notar como el calorcito calentaba los pies que estaban bastante húmedos y fríos. Estaba por ir a por el agua con la olla que tenían para tenerla ya a mano cuando Korgoth se fue a cazar. Pero sus intenciones se vieron interrumpidas al oír estornudar de nuevo al rubio y ver que tiritaba, incluso estando junto a fuego. Definitivamente se les había puesto enfermo.

Ni corta ni perezosa, se acercó a él, arrodillándose a su lado y llevando una de sus manos a la frente del joven para comprobar que si tenía también fiebre.

Cuando te acercaste a tomar su temperatura, Aren te miró ceñudo.

Estoy bien. No hace falta que hagas eso. le notabas algo caliente, quizá un poco de fiebre, notabas el cuerpo temblar levemente. Te daba la sensación de que Aren trataba de no tiritar a conciencia, pero su cuerpo lo hacia de forma involuntaria.

Solo es un catarro. Se me pasará.. se quejó de morros mirándote a los ojos.

"¡Estúpido orgullo!" Pensó con el ceño fruncido, ¿tanto le costaba admitir que no estaba bien de salud? Tenía fiebre y por mucho que intentase esconderlo, podía ver y notar como temblaba. Pues no se iba a librar tan fácilmente de ella. Viajar en aquellas condiciones no iba a serle agradable y mucho menos si le subía aún más la fiebre. Por lo menos solo les quedaban dos días para llegar a Helgen y si podía mantener a raya el resfriado hasta entonces...

- No es un catarro, dijo sentando cátedra, con los brazos cruzados delante del pecho y observándole severamente. Tienes fiebre, no mucha por suerte, dijo en un tono mas suave, pero prefiero que no te suba mas, así que en cuanto Korgoth vuelva iré a por agua, si te sube más voy a necesitarla. Por no decir que también la necesitaría para el caldo. No le había dejado lugar a replicar, en su cara no había ningún atisbo de ceder. 

Se levantó y fué a recoger la enorme y pesada capa de piel de oso del orsimer, que seguía donde la había dejado para volver con ella a su lado.

- Toma, esto es mas calentito, dijo extendiendole la prenda, antes de volvera  su sitio y juguetear con una rama entre las llamas. Ya le daría explicaciones ella al orco si preguntaba

Aren suspiró resignado sin discutirte nada, ya te vio las intenciones y aunque orgulloso y tozudo, el joven asintió lentamente mientras apretaba los labios.

Está bien. Está bien, marimacho. espetó como si se resarciera de su debilidad llamándote aquello. Luego te miró, y con un gesto de constricción añadió. Gracias..

Se quedó en silencio frente a ti, con la manta sobre él mientras miraba al fuego, luego te miró a ti.

Pronto llegaremos a Helgen. dijo para romper el hielo. Seguro que mi padre y Karliah encontrarán a esos asesinos. añadió, quizá no acertadamente. Lo que pasó.. sé lo que es, parecido, mi madre murió cuando yo tenía cinco años. Un derrumbe en la mina.. asintió a la nada mientras miraba al fuego. ..si necesitas hablar. Te hará bien, a mi me ayudó..

Casi le dieron ganas de darle un coscorrón cuando usó de nuevo aquella palabra, pero cuando le dió las gracias se calmó un poco, al menos había entendido que no estaba bien.

Durante un rato todo fue tranquilidad, ella seguía removiendo las ramitas en el fuego, la que tenía en la mano se consumía lentamente, pero cuando empezó a hablar... Aquel tema... Se le hizo un nudo en la garganta mientras escuchaba, tiró la rama a las llamas y se llevó las rodillas al pecho abrazandolas. Los ojos empezaban a humedecerse y su visión se volvía borrosa

- ¿Cómo va a ayudar? preguntó con dificultad, sencillamente no lograba comprenderlo, eso no les iba a traer de vuelta con ella. Y-ya no están las lágrimas empezaron a caer poco a poco y ella las secaba con la manga No... no volveré a-a verles, ni... ni a abrazarles... Las lágrimas caían ahora ya de manera torrencial y por mucho que intentara secarlas no podía con todas.