Partida Rol por web

Aren suspiró al verte así de nuevo, se levantó y se sentó a tu lado, dado que la enorme capa de oso de Korgoth servía, te tapó a ti también con ella mientras te abrazó con un gesto cálido.

Parece que no, pero ayuda.. a aceptarlo. dijo, quizá no era lo que quería oír, pero Aren no quería alimentar ninguna esperanza que sabía que no se iba a cumplir. No volverán.. y aprenderás a vivir con ello. No nos queda otro remedio, y es lo que querrían ellos, seguro..

No quiso atosigarte mucho más, se separó de ti un poco, pero se quedó allí, a tu lado, haciéndote compañía.

Si bien no se abalanzó sobre el ni le devolvió el abrazo, si que se apoyó levemente sobre su hombro, mientras dejaba que las lágrimas fluyeran libremente. Ella seguía sin ver que aquello ayudase, claro que le costaba muchísimo hacerse a la idea de que ahora se había quedado sola y que no había manera de cambiarlo. Y eso era casi lo que más le dolía

Sintió un pequeño escalofrío al perder el calor que le estaban proporcionando tanto la capa como el joven, pero no se movió mas que para recolocarse  mientras calmaba su llanto.

- Les hecho de menos. dijo tras un rato y cuando ya casi su llanto había quedado en unos poquísimos sollozos y los ojos limpios de lagrimas pero algo enrojecidos y aún con rastros de humedad.

Aren comprendía el alud de sentimientos a las que te veías sometida, lo notabas en su forma de actuar. Se quedó junto a ti, abrigándote con la capa y haciéndote sentir acompañada, que no te asaltara ningún miedo a estar sola.

Lo sé. Nunca los dejarás de echar de menos. te dijo sintiendo dolor en lo que decía, como si a él también se le hubiera abierto una herida. Pero.. aunque ahora lo parezca, no estás sola. Korgoth se preocupa por ti.. no añadió nada más, dubitativo, limitándose a hacerte compañía. Estornudó en aquel momento y apartó el rostro para no salpicarte.

Y aunque no lo dijera, sus actos hablaban por sí solos. Se terminó de secar los ojos y consiguió esbozar una diminuta y triste sonrisa cuando estornudo.

- Tu también te preocupas dijo en un susurró como si no quisiera que lo escuchara De lo contrario no estarías intentando consolarme cuando tu estas enfermo. Continuó en ese mismo tono, era como si decir aquello en voz alta fuera a hacer que todo eso se desvaneciera. Ahora solo quería un poquito de paz. ¿Parara algun día? Preguntó al cabo de unos instantes de puro silencio El dolor digo

Aren se quedó en silencio a tu lado, sin responder a tus susurros, aunque le sentiste remover un poco como respuesta. La mirada del joven seguía enfilada al fuego. Tomó tu mano, la apretó con suavidad, como si con aquello pudiera ser un ancla a la cual agarrarte, sostenerte.

Parará. asintió, te miró de soslayo y procuró sonreír, una sonrisa que trataba de ser animosa. A veces volverá, pero parará.

El nórdico se quedó mirando al fuego sintiendo su propia vorágine de emociones internas, volvió a toser, pero se mantuvo firme junto a ti. Como si él tuviera todo el tiempo del mundo, y todo ese tiempo fuera para ti.

De nuevo había vuelto a apoyar la cabeza en su hombro, aunque fueron pocas lágrimas en comparación con días anteriores, la combinación del llanto, el dolor, sentir el corazón siendo estrujado por una mano invisible... la dejaban muy cansada. Y sin embargo volvió a sonreír levemente cuando la tomó de la mano, sin apartar la vista del fuego. La hacía sentir un poquito mejor acostumbrada como estaba al contacto físico en las muestras de cariño y aquellos instantes en los que siempre habían necesitado animarse de alguna manera si se encontraban de mal humor.

Asintió ante sus palabras, casi de manera imperceptible, con la respiración calmada y la posición de su cabeza, daba la sensación de que se había quedado dormida y tal vez de no haber tosido el, lo más seguro era que así hubiera sido.

- Tendrías que estar descansando comentó cambiando de tema, volviendo al estado de salud del joven, sin moverse de su sitio, ahora mismo estaba demasiado cómoda. Lo hacía por necesidad, a pesar de la tranquilidad que ahora se respiraba, el ambiente era también plomizo y quería despejar un poco su mente de temas tan angustiosos.

Aren también se quedó en silencio junto a ti, acompañándote en aquel trance con su presencia, su apoyo. Al notar que apoyabas tu cabeza sobre su hombro, él se recostó para favorecer tu comodidad. Acomodó la manta algo más, y aunque tosió un poco rompiendo un poco aquella circunstancias, su respuesta fue breve y concisa.

Ya lo estoy haciendo. Tranquila. acarició tu pelo con suavidad, como si le impulsara algo más poderoso que la contención, pero fue una fugaz caricia, Aren logró contener un poco su malestar y dejó que lo usaras de almohada. Él seguía en silencio, pensativo, perdido y.. no lo iba a negar.. a gusto contigo junto a él, llenándose los pulmones del aroma de tu cabello.

Te hubiera abrazado, pero no lo hizo, contenido, aunque siguió sujetando tu mano con firmeza y apoyo. Como un mensaje mudo, un mensaje que decía que no te iba a dejar sola, una promesa de que no volverías a perder a nadie si él podía impedirlo.

Era una sensación extraña, cada vez le pesaban más los ojos. ¿No se suponía que el enfermo era el y por consiguiente el que debía quedarse frito? Algo fallaba en aquellos cálculos, porque estaba siendo ella la que se estaba quedando grogui del todo. Su respiración se había relajado mucho, inspirando más profundamente y expirando con suavidad a través de sus labios. Pero es que no podía evitarlo, el calor de la hoguera junto con el que daba la capa y el que producía el cuerpo de Aren, eran una combinación matadora.

Trataba de mantener los ojos abiertos, de no sucumbir al sueño, estaba demasiado a gusto en esos momentos y era difícil mantenerse despierta en aquella situación. El crepitar de las llamas iban arrullándola, ayudando al calor en su misión. Que le hubiera acariciado el pelo, aunque breve, tuvo también su efecto.

Murmuró algo indescifrable cuando habló en voz baja, más dormida que despierta, pero sin llegar del todo a estar en el mundo de los sueños. Todo combinado resultaba un bálsamo demasiado tranquilizante

Con el cansancio acumulado que habíais compartido, os fuisteis quedando dormidos el uno apoyado en el otro. El calor, la compañía, la tranquilidad y el mencionado descanso, conjuraron sus artes para que os venciera un reparador sueño del que no os pudisteis librar. Estuvisteis mucho tiempo de ese modo, porque cuando empezaste a abrir los ojos te llegó un agradable aroma a comida y tenues brillos solares entre los árboles.

Te encontraste tumbada junto a Aren, y el muchacho con la mano precisamente sobre tus pechos, y la cabeza tan cerca de tu mejilla que casi parecía besarte. Curiosamente te habían quitado el peto de armadura, a Aren también, por lo que notabas enteramente la mano intrusa del muchacho sobre tan sensible parte de tu anatomía.

¿Ya habéis despertado? sonó la voz grave de Korgoth que estaba sentado removiendo el contenido de la pequeña olla. Cuando regresé estabais los dos dormidos, como una parejita de prometidos. rió con su tono grave. Tanto estabais que ni os disteis cuenta que os quité las armaduras. Realmente estabais muy a gusto el uno con el otro. había un tono jocoso en la voz del orsimer, te miraba con picardía y diste gracias a los Divinos que la capa-manta del mer ocultaba la embarazosa posición de Aren, él también empezaba a despertarse y sus movimientos causaron roces, y sus roces rubor.

El joven nórdico abrió los ojos mirándote, notando el blando que tenía en la mano presionó extrañado, aunque cuando empezó a hacerse a la idea de lo que estaba palpando.. tragó saliva, se separó unos centímetros de ti, eso sí, sin apartar la mano de ahí, y sonrió con picardía.

Eh.. ¿Buenos días?

Los primeros signos del despertar eran su nariz olisqueando el aire. El sabroso olor a comida la arrancaba del mundo de los sueños. Si, se había quedado dormida, pero al menos ahora podrían cenar... Al ir abriendo los ojos, se percató de que era demasiada luz para ser de noche y que no provenía del fuego, además de que podía escuchar los trinos de los pájaros. Se sorprendió, realmente se había quedado k.o. en aquel momento.

Estaba muy confortable, calentita y descansada, hasta que sintió el extraño peso sobre su pecho. Abrió los ojos ya más despierta, para encontrarse con Aren muy cerquita, demasiado quizás. Enseguida se dio cuenta de lo que era aquel peso y de lo que le faltaba y que por eso lo notaba tan bien. Y el rubor comenzó a teñir sus mejillas, cuando la voz de Korgoth llamo su atención. 

Sus palabras no ayudaban a su actual situación, solo consiguieron que se pusiera aún más colorada. Tal vez porque aún estaba medio alelada por el sueño, que no se había movido del sitio. Una furia terrible empezó a escalar por todo su cuerpo que empezaba a temblar levemente, añadiendo más color a su cara, cuando Aren despertó y palpo lo que tenía agarrado. Sintió aún más mortificación cuando vio aquella sonrisa, y estallo recuperando la movilidad de su cuerpo tras quedarse petrificada por lo que se había encontrado al despertar.

Empezó a patalear, tratando de zafarse de él y de la capa, y pudo notar como en una de esas una de sus rodillas conectaba con el estómago del muchacho. No a propósito realmente, ella solo quería escapar de ahí.

- ¡ERES UN IDIOTA! le grito mientras se alejaba, levantándose y dejando el calorcito de la manta. 

Un escalofrió le recorrió el cuerpo al sentir el cambio en la temperatura, pero entre su manera de temblar por la ira apenas se notó. Estaba completamente roja, una mezcla entre vergüenza e ira dirigida a ambos, especialmente al orsimer, al que dedico una mirada que le podría haber fulminado si fuera posible, ¿por qué diantres no les separo cuando les encontró dormidos y les quito el peto?

Se sentó junto a la hoguera, a pesar de todo, cerca del orco, con la mandíbula tensa y casi rechinando los dientes, podrían jurar que más bien estaba maldiciéndolos, mientras cogía un cuenco y se servía algo de comida. Lo peor de todo es que aún podía sentir esa mano.

Aun medio dormido, el grito que le soltaste lo despertó de golpe. La mente se le sacudió de un lado a otro, con lo que casi le dejaste sordo. Se llevó la mano a la sien soltando un quejido. Pero cuando sintió el rodillazo, lo que también se zarandeó fue el estómago que se dobló.

¿PERO POR QUÉ HACES ESO, MARIMACHO? espetó él en respuesta furioso. Tú te levantaste y él también lo hizo sentándose en el lado opuesto de la hoguera de morros, cogió su ración y empezó a comer enfurruñado.

El orsimer fue testigo mudo de las pullas, se decidió no intervenir riendo levemente mientras comía su ración. Una vez estuvisteis los dos amulados y enfrentados, comida en mano eso sí, Korgoth suspiró.

Estamos ya cerca de Helgen. Un par de días a lo sumo. sonrió esperanzado que con el cambio de tema os hiciera más habladores. Seguro que el amigo de tu padre nos dará cobijo. asintió mirando a Aren, que no dijo nada, enfurruñado porque le habían gritado. El orco te miró entonces, tratando de afrontar la guerra fría entre los dos. Pequeña.. ¿quieres bajar al río a llenar las cantimploras..? Quizá algo de movimiento te irá bien..

Entre cerro los ojos, la mirada era de pura furia hacia el rubio, él sabia de sobra lo que había hecho para que le gritara. Suerte tenía que no le había dejado marcada toda la mano abierta en la cara por aquel ultraje. ¡Y aun la sentía! eso la enfurecía mas todavía. Un gruñido escapo de sus labios, no parecía que estuviese haciendo mucho caso a la conversación, estaba enfrascada en sus pensamientos sobre lo que había transpirado.

Volvió a la realidad de golpe y porrazo cuando se refirió a ella, parpadeo, "¿al rio?" Se lo pensó un momento, podría tener un poquito de tiempo para ella sola, tal vez incluso lavarse un poco, quitarse el polvo del camino... Solo era una posibilidad, dependía de otras cosas que lo hiciera o no.

- mmm... Vale dijo encogiendo los hombros, no era por ejercicio ni movimiento, que de eso estaban teniendo de sobra con tanto viaje. Termino la comida que tenía en el cuenco antes de dejarlo al lado del orco y se levantó para coger las susodichas cantimploras para recoger agua. 

Dejaste atrás a un burlón Korgoth y a un enfurruñado Aren, el río no quedaba lejos y lo escuchabas fluir detrás de la maleza. No te fue muy complicado llegar, el río bajaba de las montañas Jerall por el valle de Falkreath, era una muestra de la naturaleza salvaje de Skyrim. Un paisaje prístino e impoluto, el río no tenía un caudal grande, sino que podría considerarse la idea de llamarlo riachuelo, aunque en la parte central del mismo podría llegar al metro y medio de profundidad.

Las riberas estaban salpicadas de plantas bajas de todo tipo, Algunos árboles que habían cedido al paso del agua estaban inclinados sobre el río, creando la ficción de arcos naturales por los que discurría el agua. La luz del sol matutino apenas acariciaba la zona, y había una leve alfombra de niebla poco densa que se propagaba por la zona en pequeños bancos.

No viste ningún animal, pero los sentías a tu alrededor, espantados por tu presencia. Era una hermosa estampa, como tantas otras que hubieras visto, pero esa era la primera vez que presenciabas.

El sitio era precioso, casi daba pena acercarse e interrumpir aquel pacifico sitio con su mera presencia. Llego hasta la orilla sin dificultad alguna, por suerte el agua no baja con fuerza, por lo que el riesgo de arrastre no era tanto como esperaba. Busco una roca que estuviera lo suficientemente metida hacia el agua para poder rellenar las cantimploras desde ella. Una vez la encontró, se encaramo a ella y destapo los recipientes, dándoles primero la vuelta para vaciarlos por completo para poder reemplazar toda el agua por una más fresca y nueva. 

Se puso de rodillas sobre la roca y hundió la primera cantimplora en las transparentes aguas de aquella zona. El agua estaba fría, bajaba del hielo derretido de las montañas. La bruma aún no se levantaba y el ambiente que se respiraba era muy tranquilo, olía a limpio. Aun la idea le rondaba la cabeza, y más al ver el sitio. Suspiro necesitaba un poco de relajación, había acumulado demasiada tensión esos días, hubiera preferido algo más cálido, pero ahora mismo no estaban las cosas para pedirle peras al olmo. Miro hacia atrás sobre su hombro, en dirección al campamento. Aún era temprano, y hoy no tendrían que enfrentarse a la nieve para viajar, así que no habría que forzar tanto la marcha. 

"Pueden esperar unos minutos más" Pensó mientras iba rellenando las otras cantimploras. Nada más terminar, las dejo a su lado y comenzó a deshacerse del calzado y las prendas de ropa. Se respigo un poco al contraste de la temperatura del ambiente contra la piel desnuda, hasta que metió los pies descalzos dentro del agua. 

- Brrrrrr que fría. Trago saliva, no se iba a achantar, necesitaba aquello con toda su alma. Poco a poco, caminando hacia el centro, consiguió hundir todo su cuerpo en las aguas frías del rio. Tardo un poco en acostumbrarse por completo a la temperatura del agua, y en cuanto lo hizo se sumergió por completo, dejando que el cabello se empapara antes de volver a la superficie. 

Se movió en las aguas, para no quedarse helada, no se podía decir que se pudiera nadar, pues la zona de más profundidad no era muy amplia tampoco. Masajeo el cuero cabelludo, no tenía jabón, pero al menos se limpiaría todo lo que le permitiera el agua. Hizo lo mismo en todo el cuerpo (o a donde llegaba), frotando con las manos para quitar algo de la roña que habían ido acumulando durante días. 

Se tomó su tiempo, incluso había comenzado a canturrear y tras sentir que había quitado todo lo que podía, se quedó a remojo unos poco minutos más, disfrutando del aire, del agua, la tranquilidad de lugar, el rumor de las aguas y el canto de los pájaros.

Se sumergió una última vez antes de salir ya por completo del agua, escurriendo con las manos las gotas que iban resbalando por su cuerpo, y luego estrujando el pelo para hacer que perdiese todo el agua sobrante. Se sentía renovada.

Se puso primero la prenda que usaba debajo del pantalón, y luego la camisa que se empapo y se quedó pegada a partes de su torso, pero en vez de seguir vistiéndose, busco alrededor de ella, una rama no muy grande, pero suficientemente gruesa y robusta para usar de pincho y mantener el pelo recogido para que no mojase mucho más la camisa. A pesar de ello, varios mechones se habían quedado pegados a su rostro y a su cuello.

Volvió a escurrir con las manos el agua que caía por las piernas antes de terminar de vestirse y calzarse de nuevo, era una pena que no pudiera darle un buen fregado a la ropa, pero al menos ella se sentía algo más refrescada. Se tomó el vestirse con tranquilidad, admirando nuevamente el tranquilo lugar que había encontrado, grabándolo en su memoria, antes de coger las cantimploras y volver al campamento.

Disfrutabas de un paisaje privilegiado mientras disfrutabas de un merecido, y necesario, baño. El agua fría erizaba el vello de tu piel, pero su contraste curiosamente te hacía entrar en calor. En aquellos instantes de paz absoluta, nada parecía poder atentar contra tu tiempo de asueto.

Pero entonces, arrastrado por la liviana corriente vino un bulto grande, del tamaño de una persona. El horror fue descubrir que aquel bulto del tamaño de una persona, era una persona, que flotaba boca arriba totalmente inerte que llevaba restos de una armadura de legionario imperial encima. El cuerpo terminó por chocar contra las rocas cercanas donde te estabas bañando, tiñéndote de horror el paisaje apacible que habías disfrutado hasta ese momento.

Apenas se había puesto la camisa y la parte inferior que iba bajo el pantalón y estaba agarrando el pelo con la ramita que había encontrado cuando se percato del cuerpo que bajaba arrastrado por la corriente. Contuvo la respiración, abriendo los ojos al máximo conteniendo las ganas de gritar. 

Miro a los lados esperando ver algo, para luego devolver la atención al cuerpo que se había quedado varado entre algunas de las rocas. El corazón le dio un vuelco y comenzó a acelerarse, al mismo tiempo que su respiración empezaba a agitarse, presa del pánico que poco a poco empezaba a adueñarse de ella. ¿Estaba muerto? A primera vista eso parecía.

Al acercarte pudiste apreciar que el hombre aun seguía vivo, pero bastante débil e inconsciente.

Por suerte aun no se había terminado de vestir y los pantalones se salvaban de ser empapados. Al poner la mano frente a la nariz y boca del guardia, pudo notar que respiraba. Tenia mucha suerte de que su posición fuera boca abajo o ya se habría ahogado. 

Se dispuso a sacarle del agua, manteniendo su nariz y boca por encima del nivel del agua mientras tiraba de su cuerpo hacia la orilla. 

- ¡¡KORGOTH VEN!! Grito con todas sus fuerzas, el grito denotaba urgencia, era obvio que algo no iba bien, si se le podía salvar iba a necesitar ayuda.