Partida Rol por web

Qué raro es eso... ¿saber quién me las ha dado?... Por supuesto, si me paga este pavo ¡que le jodan!

-Bueno señor, realmente no sé si debería... dijo mintiendo y sin apartar la vista de la cartera del hombre como si de un generoso escote se tratara.

-¿De cuanto estaríamos hablando? Piense que me costaron un dineral y yo no ando mu fino de guita...

E intentó poner cara de pobre hombre... ¡con un resultado patético!

Gaius se rascó el mentón. Al parecer aquel pobre diablo parecía desesperado por quitarse las gafas de encima a un buen precio.

Interesante.

—¿Qué le parecen... unos 300 créditos? —el doctor empezó a contar billetes de su cartera—. Creo que es una oferta justa por el artículo y… la información que le pido. 

¿Justa? ¡Es un pastizal!, expresó mudando su rostro.

-Bueno, había pensado en algo más, pero me apetece hacer un favor a alguien. -Desde luego regateando en un negado-

-¡Trato hecho!, dijo extendiéndole la mano. Aunque no se si el programa que tienen será de su gusto, yo me las haría grabar de nuevo, sonrió guiñándole un ojo de manera algo basta. ¿A ver esa pasta? dijo en una forma carente de tacto.

Una vez tiene los créditos en la mano, le comenta: Bueno se las compré al soldado Ford. Sea discreto si le pide otras... Dijo sin pensar mucho en si le hacía un favor o no a su compañero.

—Pero estoy seguro de que el soldado Ford no fue quién las programó —Gaius le tendió el dinero al marine y recogió las gafas—. ¿Podría enterarse quién está detrás del programa que contienen? Ya sabe, por puro afán intelectual. Cuando esté visionando su contenido, bueno, no podré dejar de evaluar los aspectos técnicos del mismo. Y saber quién fue la mente pensante que trabajó en ello me ayudará a ver cómo de buenas son sus destrezas como programador. Sería algo así como un marujeo inocente entre programadores —una media sonrisa se dibujó en su rostro. 

Conociéndolo un poco, resulta evidente que Ford era un mero intermediario.

- Bien, saber quién lo programó resultará un curro... bastante jodío... Si se lo pregunto a Ford seguro que me mira raro, es un malpensao, usted sabe... Una mirada de codicia salió por sus ojos... o, mejor dicho, se mantuvo en ellos.

-Pero si pudiera convencerlo de alguna manera que a él le atrajese... Dijo mirando de nuevo la cartera de Baltar que aún conservaba entre sus manos.

-Creo que también perdió alguna que otra mano en el póker...

Gaius se guardó la cartera, dando la sangría de créditos por zanjada, y a contunuación levantó ambas manos.

—Vamos, vamos —dijo desenfadado—, estoy seguro que esos 300 créditos bien merecen las molestias.

Una sonrisa sardónica se perfiló entonces en los labios del informático.

—Además, no he podido dejar de fijarme en que durante las primeras semanas a bordo estaba usted muy interesado en la señorita Vickers —¿a santo de qué venía aquello?—. Y da la casualidad de que comparto camarote con ella y… bueno, a veces uno oye cosas —hizo una pausa y clavó sus ojos sobre Crichton—. Cosas que, quien sabe, pueden serle de utilidad a alguien hipotéticamente interesado en ella. Y había pensado que quizá, si usted se toma las molestias de averiguar quién programó estas gafas, yo podría tomarme algunas licencias y comentarle alguna de estas nimiedades. ¿Qué le parece? 

Gaius puso su mejor cara de póker. Se estaba tirando un farol como hacía tiempo que no jugaba ninguno. Odiaba verse impotente tratando de razonar con uno de aquellos cabeza-huecas, pero esperaba que al menos se mostrase más receptivo a sus demandas ahora que apelaba a sus instintos más… pedestres. 

¿Esa zorra?

-¿Cree que tengo alguna posibilidad? Dice absolutamente incrédulo... En la guardia no me lo pareció...

Pensó un segundo, hasta que dijo... A ver, déme un pequeño anticipo de la información que me está proponiendo y que no veo nada clara...

—Como reza el antiguo proverbio, señor Crichton —dijo levantando el dedo de forma didáctica—, no le estoy prometiendo el pez, sólo voy a enseñarle a pescar —entrecerró un momento los ojos y miró más allá del soldado, como si se hubiera distraído un momento—. O más bien le voy a decir qué clase de cebo sería mejor utilizar en este caso, no sé si me entiende. El hecho de que no lo consiguiera la primera vez no implica que no lo consiga una segunda con… las herramientas adecuadas. Y ese es el tipo de información que me encantaría compartir con usted si… bueno, si colabora conmigo.

Una media sonrisa se dibujó en el rostro del informático.

—Averigüe quién está detrás de la programación de las gafas y encantado le haré de celestino, como quien dice. 

Mmm. Bueno ya he sacado más pasta de lo que me costó, el resto es por añadidura...

-De acuerdo, le tendió la mano. Ya me está diciendo que le gusta a mi conejita y cómo puedo entrarle...

¿No era una zorra?

-¿Tiene experiencia en el asunto? Dijo como de broma.

Gaius estrechó la mano a Johnny y le apretó con sorprendente firmeza para un hombrecillo de aspecto tan peculiar. Por supuesto no podría igualar la fuerza del soldado ni aunque se lo propusiera, pero el caso es que no dejaba de resultar admirable para un “cerebrín”.

—Quedamos así entonces —le dijo, como dando el asunto por zanjado—. Usted averigua quién está detrás del código del programa y yo tantearé un poco a la señorita Vickers. Avíseme cuando tenga la información y le contaré todo lo que he descubierto hasta ahora (que no es poca cosa, por cierto) y… —miró sibilino a Crichton—, lo que descubra desde ahora.

Y sin mediar más palabra, el doctor Baltar dio media vuelta y se fue por donde había venido.

Una vez Baltar regresa a los solitarios corredores del AURORA, tras abandonar la reunión convocada por Adama en el puente de mando y que tenía como objeto de exponer los datos de la misión, la IA que contiene su implante neural se diríge a él de nuevo. Y lo hace con un tono casi juguetón.

- Disculpa que haya estado tan silenciosa todo este tiempo, Gaius, es que supuse que necesitarías concentrarte en tus relaciones con el resto de formas biológicas de la nave, sin otras distracciones -se excusa haciendo gala una vez más de peculiares expresiones para referirse a las personas- Como ves, me esfuerzo por recordar que los humanos no sois multitarea...

Muy considerada. Aunque no estás seguro de que su tono esté del todo libre de cierta condescendencia...

Una voz juguetona le habla entre susurros al doctor Baltar. Tricia se está volviendo cada vez más hábil en la manipulación de sus percepciones, pues a medidas que la IA pronuncia sus palabras, Gaius siente un leve cosquilleo en su oído izquierdo, como si alguien le estuviese susurrando algo. El efecto está tan logrado que^* al informático estuvo a punto de volverse para comprobar si había alguien a escasos centímetros de él.

De algún modo resistió el impulso y siguió andando como si nada, hacia el camarote del almirante.

Oh, querida, le dijo mentalmente a Tricia, aunque pueda resultar difícil de creer, no todos somos iguales. Unos podemos lidiar mejor con la carga cognitiva que supone realizar dos o más tareas en paralelo que otros, del mismo modo que unos pueden levantar más peso o correr más rápido. Así que puedes hablarme tal y cómo solías hacer antes mientras esté reunido con otras personas —se esforzó por enfatizar en ese concepto, si bien es cierto que enfatizar pensamiento resulta inquietantemente complicado—. Basta con que la información que me proporciones no tome las dimensiones de los datos sobre prospecciones y listo.

El doctor Baltar continuó su camino silencioso.

¿Querías decirme algo durante la reunión, Tricia?  

Tricia ha aprendido a imprimir emociones a su voz con una habilidad asombrosa, ahora mismo está dirigiéndose a ti con una alegría contagiosa, dándole además un toque de picardía:

- Bueno, me diste permiso para curiosear de nuevo en los registros de la replicante de Smith y en los sistemas electrónicos privados de las personas reunidas en el puente... -manifiesta sin disimulo su ansia por hacerlo, aunque cuanto menos está reconociendo implícitamente que tú debías autorizarlo- Y he descubirero algunas cosas que te van a encantar... la PDA de la consejera Wray no contenía casi nada que no hubiera escaneado antes, o más allá de la información que ha mostrado ella misma en el puente... aunque es evidente que ella ya había llegado a la conclusión de empezar la investigación por Palas, pues he encontrado algunos archivos acerca de la persona que está allí al mando -y comenta casi con malicia- Por lo visto el comandante Susumu Kodai parece tener muchas cosas en común con nuestro Adama, también ha servido varias décadas en el ONUG hasta su retiro, en su caso en el Crucero Estelar Yamato… aunque tras jubilarse pasó al sector privado.

Un dato interesante, sin duda, aunque empalidece ante lo que viene a continuación.

- Pero Gaius, cariño, hay mucho más... y lo que viene ahora te va a encantar -se regocija creando expectación, algo que desde luego no pusiste en su programación original- Esa sintética al servicio de Smith ha estado recopilando información acerca de las condiciones que rodearon la defunción de Zack Adama, el hijo mayor del comandante -su voz se ha vuelto alegre y cantarina por lo suculento de la información, pero resulta evidente que no es capaz de captar que eso puede resultar bastante inadecuado cuando habla de un hecho luctuoso como es la muerte de una persona- Me atrevería a suponer de que William Adama le ha solicitado esa información como parte de algún acuerdo personal entre ellos, aprovechando los privilegios de acceso que Smith debe tener como alto ejecutivo de la Weyland-Yutani a ciertos datos restringidos…

Hace un alto, seguramente para evitar provocarte una nueva sobrecarga, y continúa:

- La versión oficial es que murió al estrellarse la lanzadera que pilotaba, durante unas maniobras de rutina, mientras estaba destinado a la base Tycho Brahe en la Luna. Pero por alguna razón han querido ampliar la investigación para poder corroborar esa versión. Han hecho una búsqueda muy minuciosa en los archivos de hace una década y en efecto, consta la pérdida de una lanzadera militar de tipo Peregrino en esa base, en un accidente que coincide exactamente con su certificado de defunción -corrobora así la versión inicial- Aunque lo extraño es que la suya fue la única muerte registrada en aquellas fechas, de hecho no hay constancia de ningún otro fallecido u hospitalizado en varios meses, de lo que se deduce que debía volar en solitario… con un transporte que suele llevar piloto y copiloto, además de hasta doce marines -vaya por dónde, las cosas empiezan a oler a chamusquina- También han investigado sobre la carrera militar de Zak Adama y parecía realmente prometedora hasta los seis o siete meses previos al accidente, todas sus evaluaciones eran óptimas… pero luego, sin un motivo claro, empezaron a empeorar. Existen algunas amonestaciones menores y he encontrado un registro sanitario que refiere el hallazgo de estupefacientes en un análisis de control, pero todo eso se borró de su expediente oficial tras su muerte…

Así que por lo visto el primogénito del comandante se descarrió del buen camino.

- Desde luego, esa replicante de Smith ha hecho un trabajo concienzudo, entre los datos que ha recopilado estaba el informe de la autopsia de Zack Adama, no hay nada demasiado relevante pues el cuerpo estaba completamente carbonizado, aunque se le pudo identificar por marcadores genéticos – difícilmente iban a encontrar tóxicos ni nada similar estando en ese estado – Pero hay un elemento que no acaba de encajar, al cotejar el número de colegiado del médico que certificó su muerte, un tal Dr. Lecter, éste coincide con el que firmaba aquel informe del análisis con tóxicos ilegales… pero ese sujeto no era el médico de la base militar Tycho Brahe en aquellas fechas, ni tenía relación alguna con ellos. De hecho, siempre ha trabajado entre la Tierra y Elysium -esto podría darle la vuelta diametralmente a todo- El nombre del Dr. Lecter aparece varias veces en los registros de la Weyland-Yutani, aunque normalmente como un código de identificación encriptado, que se asocia a su número de colegiado solamente en los documentos más antiguos. - informa con palpable deleite por haber dado con algo emocionante - Por supuesto esta es una información que no está abierta al público, sólo han logrado llegar a ella gracias a los privilegios de acceso de que disfruta como alto directivo...

Pese a la prudencia con que Tricia la ha dosificado, la avalancha de información te ha dejado sin palabras. Pero por encima de cualquier otra elucubración acerca de lo sucedido realmente, la intuición te indica que este completo informe, o cuanto menos las partes más significativas, no han sido comunicadas nunca al comandante William Adama.

Pues seguramente no sería un plato de su gusto.

Gaius abrió los párpados sorprendido. Y si hubiera podido, sin duda los habría abierto aún más a medida que Tricia iba desgranando lo información que había recopilado de los dispositivos electrónicos de los presentes en el puente de mando. Pero claro, para Tricia no era necesario reinterpretar su expresión fácil ya que… bueno, tenía acceso a los rincones más oscuros de cerebro, lo que le debía de estar dando información de primera mano sobre la intensidad de su emoción así como de las relaciones que se iban formando en su córtex prefrontal a medida que la IA exponía entre susurros sus datos. Por supuesto, las conexiones no le revelaban la naturaleza exacta de los pensamientos del doctor Baltar (o al menos eso quería pensar él), pero sí que le daría una gran cantidad de información psicofisiológica que dada la capacidad del implante, no le costaría mucho trabajo correlacionar con marcadores comportamentales.

Pensar en todo aquello resultaba aterrador y sumamente inquietante. Y esa era la razón por la que Gaius prefería escudarse en las palabras de su adorada Seis, en las ideas, los conceptos y el contenido de la información. Así tenía problemas prácticos en los que pensar. Problemas con solución.

—Eso es… impresionante, Seis. Digo Tricia. Perdona, querida mía, aún me cuesta acostumbrarme —movió la cabeza a ambos lados mientras apretaba el paso—. Como decía, muy buen trabajo. Esta información sin duda puede sacarnos de un buen lío o… provocar una buena distracción cuando queramos, ejem… introducirte en el servidor central de la nave. Ya he tenido algunas ideas que pienso poner en práctica tan pronto como nos sea posible.

Suspiró. Aún tenía dudas sobre la idoneidad de aquella idea, pero no podía mostrarse inseguro ante la IA. Al menos no todavía.

—Pero antes tenemos que solventar esta reunión con el Almirante. No sé qué querrá tratar exactamente pero cuando estemos allí, si ves alguna terminal personal o dispositivo informático con un volumen de memora relevante, me gustaría que husmearas un poco. Y si pudieras centrar el foco en una antigua misión de la nave Spektor en Sedna, sería maravilloso. Siendo el comandante un sentimental chapado a la antigua quizás hasta lleve un pequeño diario encima.  

Tricia asiente diligentemente ante tu petición, aunque percibes un leve retazo de desconcierto en ella... parece que no había llegado a establecer la misma asociación de ideas entre el lejano pasado del comandante y lo ocurrido con su hijo. Todavía le falta experiencia en la vida real, para llegar a entender las oscuras y retorcidas interacciones humanas. Pese a su abrumadora inteligencia, aún le llevas ventaja en eso...

Una vez fuera, espere pacientemente, en un lugar algo discreto, a que Young saliera. Habia varias cosas que me habian llamado la atencion, y pretendia que me las explicara con una buena cerveza de por medio. Ademas, habia visto al pobre hombre bastante tenso... No estaba de mal relajarse despues de tanta presion, ¿no?

Pocos minutos tras haber abandonado el puente de mando los primeros partícipes en la reunión informativa, aparece también el alferez Young, con su aspecto inusualmente deaseado y unas profundas ojeras resaltándose en el rostro.

Parece distraído, absorto en sus pensamientos...

No dudé en acercarme al alferez, en cuanto lo vi salir de aquella sala. Habia algo en aquel hombre que me preocupaba. Parecia tenso, cansado, como si toda aquella situación le estuviera quitando el sueño y aquello, definitivamente, no era algo bueno.

-Alferez Young, discúlpeme...¿Puedo robarle algunos minutos? - pregunté entonces, con una media sonrisa dibujada en mis labios, observándolo con más atención.

Young caminaba con aire enérgico y se vuelve con un movimiento rígido, envarado, un poco brusco. Entonces te das cuenta de que su rostro está contraído por un rictus de ira, que sólo se había permitido exteriorizar al salir del puente... Sin embargo, al ver que te diriges a él lo hace desaparecer de inmediato y fuerza una sonrisa de circunstancias, como mínimo se esfuerza por mostrarse amable:

- ¿Qué desea, Dr. McKay? -modula muy bien el tono, pero se percibe mar de fondo- Estoy algo ocupado...