Partida Rol por web

- Claro que puedo matarte cuando quiera, gusano.-  dijo cerrando aun mas los dedos sobre tu cuello.- Tu cara me suena, me suena mucho... no me habia fijado. Me recuerdas a una rata que tuve en una jaula mucho tiempo... Debes ser su nieto....pero no importa. Voy a mandar tu alma al mismo infierno, alli te sacare la verdad.

- Iremos, no te preocupes. - dije a Berit. - Pero antes dime a quién está haciendo daño y dónde están. - suponía que Orphen estaba dañando a algún ser querido de la niña para que ésta, al leer sus pensamientos, se entregara. - Explícame para que pueda ayudarte. - dije a la niña. - Puedo ir yo e impedir que Orphen haga daño a quien sea... pero tú debes quedarte aquí. Tienes que permanecer a salvo. - indiqué. No podia permitir que ella viniera conmigo. - Si voy a ser tu tío... o tu padre - dije confiando en que la niña lo entendiera y entonces me obedeciera - tendrás que obedecerme... Las niñas buenas obedecen a sus padres, ¿lo sabes, no? - Estaba seguro de que Orphen no se esperaría que yo apareciera en lugar de la niña.

La niña lo penso un segundo. Asintio.- Esta en el pasillo, tiene la mano en el cuello de Ethan y le esta dejando sin aire, quiere matarlo... Estan en el pasillo oscuro...- la niña se estaba poniendo cada vez mas nerviosa. Queria ayudar pero veia que Ethan corria demasiado peligro y tal vez no llegarais a tiempo.

Entonces alguien toco la puerta con los nudillos. La niña se quedo palida... Es el señor malo... susurro aterrada.

- Ve al baño y cierra con llave. No abras a nadie que no sea yo o alguno de mis amigos, ¿entendido? - susurré a Berlin. - Y sólo abre si lees la mente de la persona que te pida que abras y ves que no va a hacerte nada malo. Es una orden. - Azucé a la niña para que entrara en el baño en silencio y me dirigí hacia la puerta. Sin armas me sentía más indefenso pero sabía que eso no era real. Sin abrir la puerta pregunté en voz alta: - ¿Qué desea? -

La niña corrio al baño, antes de cerrar te lanzo una mirada de profunda impotencia porque no podia ayudarte. Cerro la puerta antes de que tu abrieras.

- Siento molestarle, señor. ¿Tiene un minuto?

Cada vez me estrangulaba más y más tanto que apenas podía coger aire, notaba como las fuerzas me iban fallando por momentos, la cosa pintaba muy mal para mí y para colmo me recordaba, a pesar de que pensó que posiblemente era un familiar.
Mi plan había fallado aquel tipo no pensaba soltarme, quería acabar con migo. Así que si quería seguir viviendo debía hacer algo y rápido. Aquello me enfureció más de lo que había estado jamás.
Pensé en darle un puñetazo en la cara a fin de que me soltara, pero dudaba que con la fuerza que tenia aquello funcionase, tenía que darle un golpe que me permitiese recuperarme en cuanto me soltara y me diese tiempo para reponerme y huir, afortunadamente conocía un golpe que me podía ayudar, no es que fuese muy ortodoxo y muy posiblemente en un combate de boxeo me descalificarían directamente, pero debía usar todas las armas a mi alcance para soltarme y huir.
Debía avisar a los demás cuanto antes, la misión era insostenible tras el giro que había dado.
Me apoye en los brazos de Orphen y reuniendo mis fuerzas levanté la rodilla en dirección a su hombría tan fuerte como pude y con toda la rabia la cual me hacia hervir la sangre, a fin de ganar algún tiempo para salir corriendo de allí y esperando que aquello funcionase o ya me podía dar por muerto.

Hanna miro a su compañera. - Ire por detras, puedo reducirlo, tu saca a Ethan de aqui ¿De acuerdo?

- La verdad es que estoy muy ocupado. - dije mientras entreabría ligeramente la puerta pero me interponía entre Harrisom y el interior de la habitación.

Por un lado tenía en mente el ir a salvar a Ethan, pero con este tipo aquí no podía hacer mucho... y Berlin estaba encerrada en el baño... no podía dejar que le pasara nada. Menuda ironía. Estaba jodido y daba igual lo que hiciera que alguien saldría perdiendo.

- ¿Qué quiere de mí alguien como usted? - pregunté yendo al grano. Berlín decía que era el señor malo, y confiaba en el criterio de la niña. Si venía a por ella lo tenía claro.

- Señor, se que la hija de Orphen se oculta en esta habitacion y sinceramente, no me importa, pero creo que a las autoridades si, de modo que dejara que pase y nos sentemos a dialogar como personas civilizadas si es usted inteligente.

Sonreí. - Ahí se equivoca. Puede saber muchas cosas pero la hija de Orphen no está en esta habitación. Dudo mucho que Orphen tenga hijas. - añadí ampliando mi sonrisa.

- Tampoco ha acertado con lo de que soy una persona civilizada, aunque sí soy inteligente. - dije haciéndome a un lado. - Pase y hablemos... y más le vale convencerme. -

Le dejé pasar y me dirigí tras él hacia otra silla para sentarme a hablar. En ningún momento cerré la puerta de la habitación. Si mis compañeros volvían quería que tuvieran algún tipo de aviso para que vinieran en silencio.

Asentí dispuesta a entrar en batalla, mientras resonaban en mi cabeza las palabras de Jeremiah de que no nos enfrentáramos a él... Que poco habíamos tardado en no hacerle caso.

- Como se suele decir, tengo un trato que no pueden rechazar.- dijo de modo siniestro.

- Ustedes quieren el cubo cosmico, lo que la niña llama... la caja de musica.- dijo con certeza absoluta.- Yo puedo darsela.- dijo sentandose en el sillon comodamente. - Soy un hombre de negocios, ustedes tienen algo que me interesa y yo tengo algo que ustedes quieren. Por mi pueden quedarse a la niña, a mi no me resulta de utilidad, es un juguete de Orphen sin interes para mi. Lo unico que yo quiero es que uno de ustedes abra el cubo para mi, solo una vez... despues es todo suyo.

Brwon abrió la puerta de la habitación, entró en ella y la cerró tras de sí, si había algún pestillo lo colocó y solo luego lanzó una larga mirada a la habitación, la sensación seguía siendo para él igual de tétrica que lo había sido antes y lo mismo que había sentido en el pasillo.

Estuvo unos segundos tratando de que el corazón se serenara y cerró los ojos. Habló con el tono más seguro que pudo dar a su garganta.

-Alam Harrisom... ¿Está ahí? -

Antes de ver la respuesta mantuvo unos segundos más los ojos cerrados.

- El señor Harrisom no esta... pero tal vez yo pueda atenderlo. Soy su secretaria.- pregunto una voz sensual. Al mirar sus procedencia descubriste la tentacion hecha carne mortal.

- Usted debe ser el señor Jeremiah Brown. El señor Harrisom me hablo de usted, dijo que seguramente vendria a verle... pero el señor Harrison esta ocupado en este momento, un asunto de negocios, enseguida volvera. Me pidio que me ocupara de que estuviera comodo mientras le espera.

Sus ojos, sus gestos, todo en ella era tentacion. Sentiste una atraccion casi inhumana por ella. - ¿Puedo hacer algo por usted?

- ¿No puede usted abrir el cubo? - pregunté. - ¿Y qué pasará cuando se abra ese cubo? ¿Qué le ocurrirá a la persona que lo abra? - la batería de preguntas salió disparada ya que había demasiados interrogantes y no podía contenerme.

- No pretenderá que alguno aceptemos sin saber todas las consecuencias... Realmente parece exigir poco... un precio mínimo para colaborar con nosotros... pero lo barato sale caro. Explíqueme todo lo que tenga que saber y le aseguro que tomaré en serio su propuesta. Al menos lo pensaré. -

Usted esta pidiendo que le entrege una pieza unica en todo el universo. A decir verdad el cubo nisiquiera pertenece a este universo. Tiene poderes que escapan a su conocimiento mortal, por eso es tan deseado. Los alemanes lo descubrieron y trataron de utilizarlo en el pasado pero algo salio mal y el cubo se perdio durante años. El señor Orphen lo recupero pero no sabe como utilizarlo. Yo solo necesito que lo abran una sola vez, soy un hombre de negocios, podria ofrecerle algo mas por el favor. Que yo sepa abrir la caja no es mortal, puede que algo peligroso pero es un riesgo que pienso pagar bien. Entienda que de no llegar a un acuerdo no podria garantizar la integridad fisica de ninguno de ustedes....

No le salieron las palabras, de algún modo aquella mujer era todo lo que podría desear en una mujer pero de un modo retorcido y enfermizo. Padecía gritar que la hiciera daño y que ella iba a disfrutar con aquello... Se sintió igual de culpable por respirar el mismo aire que ella como cuando con doce años se coló en el piso de arriba de la iglesia para espiar por un agujero como se cambiaban las chicas del coro. 

Sintió la lengua y la gargantas resecas, era... como una versión de Hanna pero pervertida, aquella mujer si la podía llamar así era sexo, olía a sexo y deseaba bebérsela. Su espalda golpeó la puerta que acababa de cerrar, sintió su propia erección revolviéndose en sus pantalones. Sintió que se sonrojaba al imaginarse encima de la mujer y haciéndola gritar como una perra. Se sacudió la cabeza y trató de llenar los pulmones con aire que le faltaba.

No dijo nada, las voz no le salía de la garganta aunque no podía apartar la vista de aquella mujer. Los pies del antiguo soldado se habían convertido en dos columnas de piedra que se negaban a moverse.

- Se le ve muy tenso, señor.- dijo con un tono sensual. Se dio la vuelta caminando hacia el minibar, contoneando unas nalgas preciosas.

Tomo una copa y la lleno de vino para ti. Camino despacio y sutil como una gata en celo para ofrecerte la copa como si fuera ella misma. Te sentiste como salomon ante la reina de Saba. Tu alma podia pertenecer a Dios pero tu carne mortal tenia necesidades mas mundanas.

Igual que hizo la reina te tendio la copa como si se ofreciera a si misma, esperando que la cogieras.- Tal vez un poco de vino le ayude a relajarse. Le aseguro que le gustara, es delicioso.

- ¿Puede destruirse el cubo? – pregunté con curiosidad. Estaba cansándome de tanta historia y de que todo el mundo nos diera por saco con el maldito cubo. – Como comprenderá, a mí el cubo no me interesa… y si tanta gente está interesada en él, incluidos mis superiores, y es algo que escapa a nuestra comprensión por ser de otro universo… lo más lógico sería destruirlo. -

- Quiero saber qué le ha ofrecido al resto de mis compañeros. – dije suponiendo que ya habría hablado con todos, o con al menos alguno de ellos. – Y luego dígame qué me pagaría a mí porque le abra esa caja. Intuyo que es algo similar al mito de la caja de Pandora… y supongo que pagaré un precio alto por abrirla… así que la recompensa debe estar altura para que al menos me lo plantee. –

Miré a aquel tipo directamente a los ojos. Tenía algo que me incomodaba, y una sensación de seguridad en sí mismo que resultaba apabullante.

- Creo que usted y yo podremos llegar a un acuerdo. – concluí. – Sólo tenemos que especificar bien las condiciones. Mantenga a mis compañeros al margen. -

el tipo sonrio y te parecio que era la expresion de agrado del mismo diablo.- El cubo puede destruirse, deberia poder destruirse, el orden natural del universo es que todo comienzo tiene un fin. La pregunta es ¿Que pasaria si se destruye? ¿Lo ha pensado?. Es un cubo que contiene una cantidad de poder insondable. Tal vez romperlo sea el equivalente a diez mil bombas nucleares.... o tal vez no pase nada.

No parecia importarle aquello lo mas minimo.- Es un objeto que lleva mucho tiempo en este mundo, pero no pertenece a la humanidad. ¿Que pasaria si sus dueños vienen algun dia a buscarlo?.- dijo formulandote preguntas que ni se te habian ocurrido.

- De todos modos, lo que haga con ella cuando sea suya no me interesa. Hablemos del trato. Abrir la caja no es mortal, es mas, puedo garantizarle una vida de lujo y placer sin limite por hacerlo. Aun no he hablado con sus compañeros... Salvo con Jeremiah. Naturalmente las conversaciones de negocios son privadas y no puedo especificar su contenido.

- Centremonos entonces en usted. ¿Que es lo que quiere? ¿La seguridad de sus compañeros? Hecho, ¿Dinero poder? Puedo darselo, todo el que quiera y mas. ¿A la niña? ¡Quedesela! Es mas, puedo darle 20 niñas como esa si es lo que lo desea.- dijo haciendo que sonara un interes oscuro y depravado.