Partida Rol por web

Los invitados, poco a poco, vuelven a reunirse en la sala.

Sala de estar

By camember at 2010-12-17

Puede que el salón comedor del piso inferior fuese más magestuoso, más grande y más lujoso, pero aquella sala de estar del piso superior era, sin duda alguna, la sala más bonita de toda la casa. Rústica a más no poder, contrastaba con la modernidad del resto de la planta superior, dando un aspecto hogareño y confortable.

Una gran mesa, una alhacena, varias sillas, y poco más destacable, pero era cálida e incitaba a descansar en ella.

Marsh se encuentra absorto en la lectura del diario de Miss Walker. A ratos se había asomado a la puerta, por si venía alguien (la desconfianza y la cautela han ido aumentando con cada nuevo crimen), pero en ese mismo instante se encontraba de nuevo en la mesa, sentado de cara a la puerta.

Al cabo de unos instantes Myst salió de su dormitorio. Parecía traer un objeto o dos en sus manos. También parecía ligeramente inquieta. Entró en el saloncito casi al mismo tiempo que diversos pasos comenzaron a escucharse en la escalera. Podían oírse con bastante claridad las voces de los dos criados y Bartok.

Al cabo de un rato, Violet y Robert entraron en la sala, portando las bandejas con la tetera, las tazas, azúcar y pastas de todo tipo. Bartok entró tras ellos.

Cinco de los invitados ya habían aparecido en la estancia. Quedaban dos por venir, el cura Hawthorne, y el enterrador, Collins.

En esos instantes suena el inmenso reloj carrillón del salón del piso inferior.

NANG NANG NANG

NANG NANG NANG

Ya han dado las seis de la tarde. No queda más de una hora o dos para que oscurezca. En un par de horas se serviría la cena, y después todos los presentes se verían inmersos en una noche encerrados en aquella horrible casa.

Aun faltan dos. ¿Esperamos por ellos? ¿Que trae ahi señora Myst?

Supongo que uno de los criados tendrá que ir a por ellos. No creo que les haya pasado nada malo porque no he sentido a nadie pasar por delante de esta puerta en direccion a las habitaciones. Swera que aun estan cambiandose. De echo, de Collins me espero incluso que se haya quedado frito en la cama.

Me quedo mirando a la adivina que trae algo en las manos pero aun no nos ha dicho lo que es.

Damas y caballeros comienzo a decir mientras alzo las botas para que sean perfectamente visibles desde cualquier punto de mi habitación como pueden observar perfectamente esto que traigo entre mis manos son un par de botas sucias que había en el interior de mi habitación. Botas que la primera vez que entre no estaban, lo cual significa que alguien las introdujo furtivamente mientras estaba fuera. Lo más grave del asunto es que ni se preocupó de esconderlas, simplemente las dejo dentro del armario para que las encontrase cuando volviera.

No me cabe la menor duda de que esto ha sido una jugada de nuestro “misterioso justiciero”, pero no alcanzo a comprender la razón por la que lo ha hecho. ¿Acaso nos quiere hacer pensar que estas botas pertenecen a quien lanzo la estatua contra Miss Sommers en el acantilado? ¿O no son más que otro de sus juegos para confundirnos y enfrentarnos los unos a los otros? Resulta difícil de decidir. ¿Qué opinan ustedes?

Tras dejar la bandeja y su contenido sobre la mesa, escuché a los presentes en la sala. La revelación de Myst me causó impresión.

-Si las botas está usted segura de que no estaban antes en la habitación, está clari que fueron depositadas allí con un propósito. Déjeme verlas más de cerca.

En el preciso instante en que Myst alzaba las botas y Calvincott se aproximaba a echarles un vistazo, el sacerdote entró en la sala.

La escena que pudo presenciar no dejaba de ser un tanto extraña:

Marsh se encontraba sentado a la mesa, con el diario de Miss Walker delante. En esos instantes lo tenía cerrado.

Sobre la mesa los criados habían depositado las bandejas con té y pastas. Junto a ellos había subido también el actor, Bartok.

La adivina Myst se encontraba de espaldas a la puerta, y llevaba en mano unas botas de agua embarradas a más no poder. Por lo visto se las había encontrado dentro de su armario, y ahora se las estaba ofreciendo a Calvincott quien, hacía tan solo un instante, había pedido poder analizarlas más de cerca.

Calvincott, las botas son de goma, botas de agua corrientes, de color verdoso. Están llenas de barro aún fresco. Se nota que han sido utilizadas ese mismo día, pues el barro que las cubre dista de estar reseco.

Por cierto, nada más entrar el sacerdote se percata de que falta el enterrador, Collins.

Bartok estaba realmente nervioso, nunca antes había estado tan nervioso, notaba el sudor recorrerle la espalda, era un sudor nervioso, frio, que le arrancaba el calor de el cuerpo y le inducía a temblar, no quería abandonar su pose de cínico irremediable pero le empezaba a fallar el aplomo

¿Ahora nos dejan regalitos, como la mascota que deja sus presas en la cama del dueño? - Se dijo a si mismo en un intento de mantener vivo su cinismo, pero no lo llegó a decir, las palabras murieron antes de nacer, en su garganta. Se limitó a quedarse detrás de clavincot callado como una tumba, y pálido como un fantasma.

Abrí la puerta y allí estaban todos. La escena resultaba un tanto pintoresca, pero no puedo dejar de admitir que sentí un cierto alivio al verme rodeado de gente. Por ahora, estoy a salvo. Lo primero que vi al entrar fue a la señorita Myst dándole unas botas sucias al señor Calvincott. No habría resultado tan extraño en otra persona, pero en alguien como la adivina, aquellas botas eran un complemento de lo más inusual. No le pegaban nada. Acto seguido reparé en el señor Marsh, con el diario de la difunta artista, sentado aparte. Había olvidado por completo el diario. ¡Pues claro, quizás allí hubiese alguna pista! Los artistas tienden a describir todo lo que les sucede, lo que piensan, o lo que sueñan. La cara del señor Marsh era como un libro cerrado: me resultaba imposible adivinar si había leído algo "interesante" en esas páginas.

Siento haber tardado tanto. Necesitaba pasar unos instantes a solas para relajarme un poco tras tantas "emociones". Iba hacia una silla libre, lo más cerca del señor Marsh que podía, cuando me percaté de que faltaba alguien. ¿Dónde está el señor Collins?

En ese momento miré a mi alrededor.

Había estado tan ensimismado con el misterio de las botas, que no me dí cuenta de que faltaba uno de nosotros..

-¡Cierto! -dije con angustia, empezando a temerme lo peor-..El señor Collins aún no ha llegado. ¡Tenemos que encontrarle!

¡Maldición, con la excitación del descubrimiento me olvide por completo de el! Mi rostro comienza a palidecer poco a poco ¿acaso era eso? ¿Todo esto no era más que una distracción? Entonces su verdadero objetivo era...

Suelto las botas antes de llegar a dárselas al señor Calvincott, las cuales dejan un manchurrón de barro al caer al suelo ¡deprisa, al cuarto del señor Collins! ¡Antes de que sea demasiado tarde! Nada más terminar esta frase salgo corriendo como si fuese perseguida por el mismísimo diablo en persona en dirección al cuarto del señor Collins.

Apenas tuve tiempo para sentarme cuando mi pregunta causó una gran controversia. Al parecer nadie se había dado cuenta de que el señor Collins no estaba y, por lo visto, debería haber llegado hacía un buen rato, dada la reacción de la señora Myst y el señor Calvincott. Vi que la adivina salía corriendo despavorida hacia el cuarto del enterrador, diciendo algo sobre una maniobra de distracción. Yo no lograba entender nada. ¿Qué había pasado mientras estuve en mi habitación? Las cosas se ponían cada vez peor para nosotros. Me moría de ganas de preguntarle al señor Marsh por el diario de la pintora y sobre todo el asunto de esa maniobra mencionada por la señora Myst, pero no era el momento de explicaciones. Tal vez uno de nosotros había sufrido otro ataque, y eso era prioritario. Me sentía agotado y no tenía el más mínimo deseo de volver a salir de aquella sala, pero no me parecía apropiado ni seguro dejar a la mujer ir sola en busca del otro invitado.

¡Señora Myst, espere! ¡No se separe del grupo! Iré con usted.

Mientras me adelantaba hacia la puerta y salía hacia la habitación del señor Collins, recé al Señor pidiendo ayuda... otra vez. Todo aquello estaba llegando a un punto del que yo ya no sabía si podría pasar. No sabía si podría soportar otra muerte aquel día. Señor, si todo esto forma parte de tu plan divino, dame fuerzas por favor para cumplir tu voluntad, sea cual sea. Si puedo hacer algo para ayudarte en tu tarea, como hice antaño, lo haré sin dudarlo, pero por favor dame una señal para que sepa qué camino debo seguir.

No esperé a ver si alguien más nos seguía. Solo quería dar alcance a la mujer porque, aunque fuese una persona carente de ética y de fe, no podíamos abandonarla a su suerte. Como siervo del señor, debo cuidar del rebaño que me ha sido encomendado... sea el que sea.

-¡No me dejen sola!

Si todos van a ir a buscar a Collins no sere yo quien se quede sola en la sala esperando a que la maten. ¡Yo tambien voy!

Veo a la adivina y al cura salir corriendo en dirección al cuarto de Collins. Resulta estupido que vayamos todos juntos a buscar al sujeto en cuestion. Bien me parece que si no ha venido sera por ser un vago, como todos los de su condicion. Ademas estoy seguro de que una estampida de todos los presentes es precisamente lo que anda buscando UN OWEN.

Dejo que salgan corriendo los dos, pasando por delante del criado, del actor y de la sirvienta. La sirvienta tambien sale corriendo despavorida detras de los otros, pero yo no me muevo ni un poco de mi asiento. Cuando venga Hawthorne les expondré lo que he leido en el diario de la guapa pintora.

La tranquilidad del Sr Marsh resulta ser el punto de inflexión en la escena que hace salir a Bartok de su ensimismamiento y dar una patada a su propia auto compasión.

Saben... - comenzó a decir, pero por alguna razón se paro, no le dio tiempo a hablar antes de que todos abandonaran la sala, luego reanudó lo que fuera  a decir, esta vez dirigiéndose a Clavincot y al Sr Marsh, con cierta resignación en el tono de su voz, pues eran los únicos que quedaban en la sala - Cada vez que hacemos una de estas estampidas ocurre algo  y desaparece alguien, podríamos hacer memoria para ver si todas estas estampidas son idea de la misma persona, sería demasiada casualidad que así fuera¿ No creen? 

Mataría por un trago  penso Bartok, pero después de lo mal que le había sentado el trago de su petaca a al primer fiambre, prefirió no expresar ese pensamiento en voz alta.

-Dejelos correr señor Bartok- le digo resignado- Claro esta que aqui reposan en esta sala los unicos miembros con sangre fria del grupo. Yo por mi parte prefiero quedarme debatiendo sobre el curso de nuestras acciones con respecto a esta noche.

Me sirvo una taza de te. Aun esta demasiado caliente para tomarla.

-¿Me acompañan con la bebida? Ya nos diran el resto lo que le sucede a mister Collins. Seguro que esta durmiendo a pierna suelta.

Me preocupa bastante mas el echo de que va a caer la noche y estamos atrapados en esta maldita casa que lo que le haya podido suceder a ese miserable enterrador.