Partida Rol por web

Llegó la mañana, tras por fin pasar unas horas de relax. Los invitados se habían dividido el turno de guardia en razón de grupos de tres, por lo que habían podido dormir unas cuantas horas, aunque insuficientes como para encontrarse a pleno rendimiento la mañana siguiente.

Hawthorne, Myst, Bartok y Marsh se reunieron en el pasillo con los dos criados, Calvincott y Morrigan. Los organismos de los seis invitados parecían encontrarse clamando por las mismas cosas: ir al baño, poder darse una ducha, y comer algo (a ser posible, acompañado de una buena taza de café).

Era bastante temprano, como cosa de las ocho y algo de la mañana, las nueve como mucho. Ya era de día, aunque parecía que la jornada tampoco iba a ser soleada.

-Señores, ¿qué tal han descansado? Más que nunca les deseo buenos días, sobre todo con lo que estamos viviendo.. He de decir que voy a bajar al piso inferior, y no me gustaría ir solo. Prepararé algo de comer para el que quiera. ¿Alguien me acompaña?

La noche se me había hecho eterna. Dediqué las largas horas a rezar hasta que por fin me venció el sueño y quedé dormido, teniendo una terrible pesadilla. Vi los ojos de la señorita Sommers mirándome desde el barranco, justo antes de caer. Ojos acusadores que me decían: "tú no me salvaste". Y entonces, los ojos de la señorita se convirtieron en los de William. Y William, ya sin vida, se ponía en pie y me señalaba, con la mirada fija en mí. Y avanzaba lentamente hacia mí, paso a paso, sin pestañear, siempre señalándome, por el bosque y solo se oía el crujido de las hojas secas bajo sus pequeños pies. Yo caminaba de espaldas, tratando de huir, pero me tropezaba con una raíz y caía de espaldas; y William seguía avanzando hasta que estuvo justo ante mí. Se agachaba y ponía su rostro pegado al mío, hasta que yo solo podía ver sus ojos, abiertos, sin pestañear, acusadores. Y entonces, empapado en sudor frío...

Desperté.

Di gracias a Dios porque aquel horrible sueño terminase. La luz entraba ya por la ventana, así que me levanté, cogí mi rosario de la mesita, y recé un Padre Nuestro. Lo primero que hice fue elegir de mi armario un pantalón limpio, una muda y una camisa, y saqué mi pequeño neceser. Necesitaba una ducha. No solo por las razones obvias por las que todo el mundo se ducha por la mañana, sino porque, tras aquella pesadilla, me sentía inmundo. Necesitaba el agua limpiadora que me ayudase a lustrar mis pecados.

Antes de salir del cuarto, pegué la oreja ala puerta y, como no oí nada sospechoso, aparté silenciosamente la cama que taponaba la entrada y salí lentamente. Ya estaba más gente allí, lo cual agradecí porque no era muy seguro andar solo por la casa. El señor Calvincott quería bajar al piso inferior, pero lógicamente no quería hacerlo solo.

De buen grado le acompañaría, señor Calvincott, pero antes de nada quisiera darme una ducha. ¿Alguien tendría inconveniente en que pase ahora al cuarto de baño? Al decirlo, miré sobre todo a las mujeres. Obviamente, si una señorita (aunque fuese de todo menos una dama, como las que teníamos aquí) quería ir primero, como buen caballero les cedería el hecho de ser la primera.

En caso de que nadie tuviese especial prisa, yo iría en seguida.

La guardia transcurrió tranquila y sin ningún altercado, siendo lo más complicado mantener la cabeza relajada y alejada de cualquier pensamiento sombrío, así como evitar cerrar los ojos para no caer dormida antes de tiempo. Y justo poco antes de que me fuese imposible sucumbir ante el sueño llego el final de la guardia y pude acostarme por fin, tardando apenas un suspiro en caer profundamente dormida.

Extraños sueños me asaltaron durante la noche, sueños llenos de extrañas sombras y caras cambiantes, de voces de ultratumba llamándome e instándome a unirme a ellas, de sucesos aún más inexplicables que los que sucedían en la mansión. Sueños que hicieron que si bien mi descanso fue continuo no fue tan placentero como hubiese deseado, por lo que me desperté menos descansada de lo que hubiese deseado.

Y finalmente llego la mañana siguiente y las voces del resto del grupo al otro lado de la puerta me despertaron. Escuche al cura hablar sobre tomarse una ducha y la verdad es que sonaba como la mejor idea que alguien había tenido desde que entramos en la mansión. Si no resulta inconveniente alguno yo también desearía darme una ducha antes de tomar el desayuno digo saliendo de la habitación y terminando la frase con un amplio bostezo.

Tengo restos de sangre. Cuando salga Myst pasare yo a darme una ducha. Mientras espero me quedo en el piso de arriba en la sala de estar con quien se quede esperando por el desayuno.

La ducha se prolongó durante un buen rato. Estaba tan a gusto por primera vez desde que llegué a esa isla... No quería tener que salir de allí y volver a la realidad de aquel infierno. Pero no podía quedarme ahí metido eternamente. Cerré el grifo, me sequé y vestí, y salí al pasillo. No vi a nadie, lo cual me tranquilizó y me puso nervioso al mismo tiempo. No sabía qué prefería: si tener a alguien conmigo o estar a solas. Sea como fuere, mi estómago empezaba a pedir a gritos algo de comer, así que rápidamente y mirando siempre a todos lados, bajé al piso inferior, en busca de los demás huéspedes.

Aún estaba adormilado y a medio despertar, los pelos se mantenían en posiciones inusuales, efecto de la almohada, parecía que el mundo seguía en su sitio, había llegado la luz y eso le tranquilizaba un poco, ahora llegaba a su cabeza desagradables ideas de lo que pudiera llegar a pasar hoy. Ahogo una maldición cuando escucho el interés de todos por temas más vanales que la propia supervivencia.

"Ducharse.... cada vez que vamos a inspeccionar la casa, surge una demanda absurda, como si estuvieran en un hotel..."

Pensó para si mismo de bastante mal humor, aunque tuvo que reconocer que también tenía hambre y que una ducha sería ben recibida, se regaño a si mismo por dejarse arrastrar por el deje de normalidad de los demás, pueden ser los asesinos, uno o varios, y siguiendo les el juego acabaría muerto, pero estaba sólo y si se quedaba sólo cuando solo quedaran l y el asesino, nada le garantizaba que el fura a salir victorioso, las balas y las armas de fuego habían quitado mucho de su romanticismo a los duelos al amanecer.

Mientras su cabeza se despertaba poco a poco y constataba que seguía en la odiosa, aterradora y horrible situación que cuando se durmió y que nada de todo aquello hubira sido una pesadilla que tuviera la decencia de evaporarse al alba preguntó en voz alta, con la esperanza de que por una vez se detuvieran a escuchar en vez de correr irracionalmente por al casa:
¿Quien hara guardia mientras lso demas se duchan? Deberán ser 3, como mínimo. - En ese momento se dio cuenta - ¡¿Y donde está el doctor?!

En su voz nació un tono preocupado y urgencia, sabía que tenían que haber registrado la casa lo antes posible. Cerrado puertas y ventanas, tomar mas precauciones, trató de recordar como se habían organizado los grupos de guardia  mientras se dirigía a la habitación del doctor...

-Veamos. Yo me ducharé tras nuestro sacerdote, y luego estaré en la sala de estar de este mismo piso. Sobre guardias, basta con que a la cocina acuda alguien más con Calvincott y que en el pasillo aquí arriba se queden los dos que no se estén duchando. Si dos se duchan y dos estan en la cocina, quedan dos para el pasillo, o incluso podemos vigilar desde la escalera, para controlar ambos pasillos, el del piso superior y el del inferior. Somos seis. Con tanto ajetreo, no creo que a ninguno de ustedes se le ocurra ponerse a matar, y si viene Collins, lo pillaremos. Tras el desayuno, yo comenzare a registrar la casa palmo a palmo y espero que me ayuden.

Creo que sone demasiado autoritario asi que rebajo el tono.

Yo mismo hare el primer turno mientras se duchan Mr Hawthorne y Miss Myst. Luego ocupare el lugar de Hawthorne y miss Morrigan el de miss Myst, y ambos pueden ocupar nuestros puestos de vigilancia. ¿Quien se queda a vigilar ambos pisos conmigo? ¿Y quien baja a preparar el desayuno con Mr Calvincott?

Esperé respuesta de alguien. Dadas las circunstancias, no iba a bajar solo de ningún modo.

Eso nos deja al señor Bartok para acompañar al señor Calvincott. El plan me parece adecuado, si nadie tiene nada en contra propongo que lo pongamos en marcha lo antes posible.