Partida Rol por web

Bartok y Myst pasean juntos, explorando, explorando, pasito a pasito...

Veis alejarse a Miss Sommers y a Mr Hawthorne en la dirección opuesta, hacia el empapado kiosko de música. Vosotros, por el contrario, os dirigís sin mucha prisa hacia la espesa arboleda que se puede ver desde el embarcadero hacia el lado derecho de la mansión. Es bastante densa, y en ocasiones tropezáis con el paraguas en el espeso ramaje. Vuestros zapatos hacen un discreto ruido en el embarrado suelo.

Comienza a llover más fuertemente. El paraguas os resguarda de calar hasta los huesos, pero la parte inferior de vuestros atuendos se está impregnando con la lluvia incesante, hasta la altura de las rodillas vuestra ropa ya es casi una mezcla de tela, barro, y fría agua.

No hay nada de interés. Camináis hacia el borde de la isla, traspasando la frondosa arboleda, y llegáis al final, por el este. Nada. Agua. Abajo, tras una pared escarpada de unos cuantos metros, se ve el mar, agitado, bravío. Nada más. Nada de interés...

Hasta que os da por mirar en dirección al norte de la isla. Tras más árboles cubriendo el terreno, parece que hay un claro. Y en ese claro, parece que se vislumbra algo...

Myst, te parece ver una especie de caseta.

Agarro al señor Bartok del brazo, y con la mano libre le señalo al frente.

-¡Ahí! ¡Ahí! ¡Ahí delante! ¿No ve usted una caseta? Debe de ser un cuarto de aparejos de jardinería o algo similar, quizás la casa del cuidador de la isla... No sé, mejor no conjeturar y acercarse. ¿Le parece apropiado echar un vistazo antes de reunirnos con los otros dos al otro lado de la casa?

Solté el brazo del señor Bartok y recupere la compostura como buenamente pude. No sabía qué era lo que me había hecho actuar tan impulsivamente. Toda la situación estaba empezando a crispar mis nervios. Debía relajarme.

Ejem… disculpe mi comportamiento. Aun estoy algo inquieta por lo sucedido en la casa. Yo me voy a acercar a echar un vistazo a la casa. ¿Me acompaña señor Bartok?

El enfado aún no había desaparecido, le resultaba dificil apartar su atención hacia nada más y así fue como paso por alto las primeras palabras de la mujer con que se había quedado, como no la había oido, no sabía que decir  y como parecía alterada no quiso admitir que no le había prestado atención.

Usted y todos estamos inquietos por lo sucedido en la casa, no se preocupe. dijo el hombre tratando de sacar lo que le quedaba de aplomo e intentando paliar su mal humor, a fin de cuentas esa mujer no tenía la culpa - Si, vayamos, a fin de cuentas hemos salido para algo.

Echó a andar con la mujer hacia la caseta, iba en silencio pero su mente no dehaba de dar vueltas a su situación

"El asesino esta aquí, entre nosotros¿ por que sino iba a darnos la oportunidad de defendernos en esa grabación? Claramente por que lo podía oir¿ Será esta mujer la asesina? ciertamente el veneno es un arma clásica de mujeres y hombres débiles, al menos en el teatro.... ¡Idiota! Esto no es una obra de teatro; centrate, te juegas el cuello..."

Con todo lo pasado le costaba concentrarse en nada y ahora estaba donde no quería haberse visto en un principio, en compañía de una sóla persona que no conocía, una de los sospechosos de un asesinato y ese pensamiento le rondaba como a pinocho le rondaba pepito grillo.

"Curiosa metafora he escogido, un mentiroso y una conciencia... " reflexionó antes de verse interrumpido en sus cavilaciones por una rafaga de viento que amenazó con arrancarle el paraguas de las manos.

Llegáis a la construcción que había divisado Myst a lo lejos, tras caminar por el suelo embarrado. Vuestros zapatos están que da pena, asco y dolor verlos.

La construcción no es más que una modesta casucha de madera minúscula. Tiene una sola puerta, mirando hacia la casa, y una ventanita pequeña. Desde afuera no se divisa lo que hay en el interior, ya que el cristal está realmente asqueroso, tanto por fuera como por dentro. Se ve que los criados desconocían su existencia, pues de otro modo la habrían pasado a limpiar, pero el bromista de U.N. Owen se ve que había pasado de contarles tal cosa.

La puerta es bastante endeble. La cerradura se ve oxidada. Posiblemente pudiera ceder de un golpe, en el caso de que se encontrase cerrada con llave.

A la izquierda de la destartalada caseta de madera se ve una abandonada huertecilla, ahora ligeramente tomada por hierbas creciendo a su antojo, y más a la izquierda, árboles y más árboles cubriendo el camino. Aún no veíais rastro de vuestros dos compañeros de exploración.

Bartok avanzó dispuesto a descartarlo mas obvio y probó suerte a ver si la puerta no estaba cerrada, su mano se cerro sobre el pomo y trató de abrir la puerta, probo con fuerza, pues el estado de la cerradura insinuaba que no estaba en muy buen estado.

La puerta se resistía a ser abierta, pero tras un pequeño forcejeo con el oxidado pomo, y un brusco empujón con el hombro, la puerta acabó de ceder, dejándoos ver lo que había en el interior de la casucha.

No había luz en su interior, pero con la que entraba por la puerta, y la escasa que la sucísima ventana dejaba vislumbrar, pudisteis comprobar que en la caseta había infinidad de herramientas de labranza. Sin duda era la casucha de quien fuese el anterior jardinero de la Isla del Negro. Cuchillos, azadas, un hacha, tocones de madera, sacos de tierra, de semillas, algún saco de grano mohoso, velas, cuerdas... Todos los aparejos habidos y por haber se encontraban allí. Si bien es cierto que ninguno de ellos se encontraba en buen estado, fruto del paso del tiempo, muchos de ellos aún se podían aprovechar.

Mientras inspeccionabais los aparejos de jardinería, un grito estremecedor os sacó de vuestro concentrado escrutinio. Al otro lado de la arboleda, por donde se supone que habían de encontrarse Miss Sommers y Mr Hawthorne, se pudo escuchar un desesperado grito de puro terror.

-¡Aaaaaaaaahhhhhh!!!!!!!!!!!!

Era, sin duda alguna, la voz de miss Scarlett Sommers. También se escuchó un ligero grito que indicaba sorpresa por parte de Hawthorne. Algo había sucedido, sin duda alguna, al otro lado de la arboleda.

El grito sobresaltó a bartok quien se volvió instintivamente hacia la fuente del sonido, espero un segundo dramático escuchandoa  ver si llegaban mas gritos, luego se dirigio a su acompañante:

Tenemos q ir a ver que ha ocurrido, venga, el abono podrá esperar un poco más, por lo visto ya ha esperado unos cuantos años de más.

De forma inconsciente di un paso atrás y me coloque tras el señor Bartok mientras este intentaba abrir la puerta, jugueteando frenéticamente con los dedos de las manos, entrelazándolos sin ton ni son cual colegiala en un día de Halloween. Tranquilízate Isabel, ya no eres una cría. Has pasado por cosas peores que esta, no te dejes vencer por los nervios.

La casa no dejaba de ser la típica cabaña en la que se guardan los utensilios para el mantenimiento de la arboleda y sus alrededores, pero por la capa de polvo que había en ella casi se podría decir que no se ha usado desde que plantaron los arboles. Lo que estaba claro es que el asesino no se podía haber escondido ahí, ya que de haberlo hecho los estornudos se hubiesen escuchado desde la casa sin problemas. Claramente no íbamos a sacar nada en claro de aquel lugar. Lo mejor sería volver con la señorita Sommers y el señor Hawthorne.

Justo cuando me disponía a comentarle aquello al señor Bartok cuando un desgarrador grito atravesó la noche. La voz era sin lugar a dudas la de la señorita Sommers, y además provenía de la dirección que ella y el señor Hawthorne habían tomado. Tiene razón, tenemos que averiguar qué es lo que ha pasado. Además de que la señorita Sommers no parece de las que se impresionan con facilidad. Lo que ha visto ha debido de ser realmente horrible para lanzar semejante grito pienso mientras me dirijo hacia donde se encontraban la mujer y el cura en compañía de mister Bartok.