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Y no quedó ninguno: Diez Negritos

18. En el exterior

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30/09/2013, 22:32
Stephen Bartok

Su estancia en el barco fue confusa, cayó presa de fiebres, la herida se le había infectado y la perdida de sangre no había ayudado. Por suerte se arreglaron para suturarle la herida y despertó en el hospital.

Un rayo de sol se filtraba por la ventana y se sentía bien cuando despertó, supo que lo había logrado y se pregunto donde estaba su compañero, pero le sobrevino un pensamiento desalentador, sería normal que no quisiera verlo después de todo lo pasado, sería un recuerdo bastante amargo de una noche muy mala. Aún así le hubiera gustado compartir una despedida mas que la que pudiera intercambiar cuando se separaran, si es que hubo alguna.

La puerta se abrió de golpe y Bartok se sobresaltó, era una de las enfermeras, que venía a comprobar como estaba, sin duda después aviso a los policías que vinieron a no mucho tardar.

Bartok contestó con paciencia sus preguntas, siempre diciendo la verdad, pero sin entrar en consideraciones propias, le repitieron cada pregunta dos o tres veces

"¿Es usted un gran actor, verdad?" dijo uno de los detectives para picarle Seguro que sabe marcarse un farol

"¿Si fuera tan bueno cree que estaría hablando conmigo sin un abogado con un traje que valiera mas que usted a mi lado?" le contestó de mala manera y alzando la voz, medio incorporándose de la cama y bastante enfadado.

Un doctor interrumpió la escena y les animó, a los detectives que se fueran( para no alterar más a sus pacientes) y así lo hicieron hasta que Bartok recibió el alta al día siguiente, lo esperaron a la puerta del hospital para llevarlo a comisaría.

"¡Soy la víctima y me tratan como a un animal!" se quejaba con vehemencia, pero eso no evitó que le llevaran a comisaría para tomar le declaración, nuevamente las mismas preguntas, nuevamente las mismas insinuaciones y la misma presión, un día mas tarde salió de la comisaría para frustración de la policía que se veía sin nada más que un cuento aterrador.

"Por fin libre para rehacer mi vida" pensó Bartok al salir de la comisaría, pues se había jurado que si salía de aquella isla se enderezaría, pero al cruzar la calle escucho el chirriar de unos neumáticos acelerando sobre el asfalto.

Cerró los ojos con fuerza esperando el impacto, se imaginó a ese loco pasando le por encima con un coche, pero cuando abrió los ojos vio como un coche de policía se alejaba con urgencia mientras ponía en marcha las sirenas. Su corazón tardo un momento en dejar de dar saltos en su pecho. Había escapado de ese demente, pero su sombra le perseguiría toda su vida, en ese momento fue consciente de esa gran verdad.

"Un trago, necesito un trago, el último trago" se mintió a si mismo mientras entraba en el bar más cercano donde un camarero estaba pegando los restos de algún tipo de figurilla en la barra con gesto de mal humor.