Partida Rol por web

Martes. Trece de Marzo.

Tu vida era muy tranquila, desde que habías comenzado a trabajar en la tienda habías pensado que tenías todo lo que necesitabas, pues te daba lo suficiente para vivir y un poco de dinero para malgastar. Relativamente no tenías muchas preocupaciones en la vida actualmente, lo único que marcaba un cambio, era que más de una vez habías pensado  ‘’ ¿Y qué había pasado si hubiera ejercido medicina?’’ Realmente, sabes que si lo hubieras hecho, ahora tendrías dinero para malgastar de una forma exorbitante.

Hoy habías terminado tu turno relativamente tarde, cerca de las siete de la tarde, siendo una noche realmente solitaria. Tu casa no quedaba muy lejos si tomabas el transporte público, te demorabas cerca de una media hora y luego no tendrías que caminar más de unos diez minutos, hacías esto pues dejabas la moto en casa para cuando quisieras viajar y hacer viajes largos, pues realmente no valía la pena andar en moto el trayecto hasta tu trabajo, además de que no tenías ningún estacionamiento donde dejarla.

 Cuando ibas caminando a tu casa, te diste cuenta de que el lugar estaba relativamente vacío, te extrañaba muchísimo. Esto no era usual claramente, y sentiste un frío casualmente inusual. Miraste a todos tus alrededores, apresurando el paso.

A tus ojos, si bien la calle vacía, te daba una innatural tranquilidad. Disminuiste el paso y seguiste caminando, hasta que tu visión comenzó a pestañear por lo que veía. Frente a ti, desde el piso se comenzó a materializar una sobra de cerca de dos metros de alto, no poseía ningún rasgo humano, era una presencia de pura oscuridad, y en vez de tener manos, se veían unas extrañas garras en sus manos. Inmediatamente detuviste el paso cuando viste este extraño ser frente a ti (a cerca de unos metros de pie), mientras que alrededor tuyo, a unos tres metros a la derecha, aparecía otro, también observándote. 

Observo confundida las sombras y busco lo que lo ha generado. Una sombra no aparece de la nada. Asustada no encuentro otra cosa que oscuridad y silencio de mal augurio. Cojo la bolsa con la ropa del trabajo y se lo tiro a la primera sombra. Esta desaparece. Mierda, echo a correr por donde he venido cuando veo una extraña garra caer sobre mi y me pasa rozando la cara. 

Corriendo como alma que lleva el diablo pienso en un posible escondite. La mejor opción es ir a algún lugar luminoso y con mucha gente. El bullicioso centro está a una buena caminata pero no tengo mayores opciones.

Al lanzarle tu bolso este paso a través de la criatura como si se tratara de un fantasma, la sombra de al lado tuyo intentó agarrarte, más justo echaste a correr, adelantándote a que estas dos alcanzaran a agarrarte, así mismo como lograr evitar que una sombra que justo estaba en tu espalda te lograra abrazar para agarrarte. Intentaste correr lo más que podías, pero no sabías si lograrías escapar, la única forma de perderlas sería entre las calles, y no tenías idea de cómo las podías perder.

A pesar de correr bastante más rápido que las sombras, no lograba perderlas completamente de vista. Actualmente, de las tres sombras que la seguían, solo iba una lo suficientemente cerca como para seguirla. No sabía cuanto más podría aguantar corriendo, por lo que debía hacer algo, y pronto, o la sombra la alcanzaría.

Desesperada, saqué mi móvil del bolso y puse la aplicación linterna, apuntando a las sombras, con la esperanza de que aquella pequeña luz les pudiera al menos retrasar para darme tiempo a huir.

Al intentar buscar su bolso, ella recordó que lo había lanzado rato atrás hacia una de las criaturas, y ahora no lo tenía con ella. Detenida sin darse cuenta, la criatura avanzó lo suficiente como para quedar mucho más cerca de ella, y cuando iba a abalanzarse sobre tí, oíste como un sonido cortarte pasó al lado tuyo.

Solo pudiste observar sorprendida como un cuchillo llegó hasta su pecho para brillar al golpearla, y deshacerse en un haz de luz. Sorprendida, escuchaste una voz de mujer a tu espalda;

-¡Hey tu! ¿Por qué te siguen esas criaturas? -

Al darse vuelta, Sumire pudo ver a una mujer de 1,65 mts de altura, de pelo negro, con otro cuchillo en mano mientras la miraba fijamente.

- ¿Y tu quién eres?¿Me acabas de tirar un cuchillo?- miro sorprendida el cuchillo y luego a la mujer. ¿Acaso pretendía atacarme sin más? Retrocedí un poco.

La mujer miró con cara extrañada a Sumire, y le espetó;

-¿A caso le haces preguntas a quién salvo tu vida? -

Dijo, y antes de que te dieras cuenta, viste como ella lanzó otro cuchillo, que pasó al lado de tu oreja, tan cerca que pudiste escuchar su silbido, pero también, al darte vuelta observaste como el cuchillo dio en una de las cabezas de otra de las sombras que se venía acercando, haciéndola desaparecer en un haz de luz al igual que la primera, mientras que la otra comenzó a apresurar el paso para alcanzar su posición.

Miré a la sombra que había caído y luego a mi salvadora. Desde luego o era muy buena lanzadora o le importaba que me hubiera podido cortar la oreja. 

- Bueno, supongo que debo darte las gracias. ¿Qué demonios eran esas cosas?

Mientras hablaba intentaba recuperar el aliento perdido durante la carrera.

Cuando dijo estas palabras, la mujer lanzó otro cuchillo, terminando con la última sombra que venía corriendo hacia ustedes. Al igual que las demás, desapareció en un haz de luz, a lo que la mujer comenzó a caminar mientras recogía cada uno de los cuchillos que había lanzado. Mirándote, te dijo;

-Son Sombras, las sombras son pequeños juguetes de nigromantes que usan para sus encargos, ahora, el porqué te han estado buscando a ti...es algo muy importante, pues los nigromantes no usan sus criaturas así como así. Debes ser alguien especial...necesito que me acompañes, pues mi maestro puede decirnos porqué te están buscando estas criaturas, y si te atacaron así como ahora, no costará mucho que te vuelvan a atacar de nuevo, y si no estoy allí para ayudarte...puede que las cosas para ti salgan de una manera diferente. -

Dijo, mirándote directamente a los ojos.

Entiendí lo que me quería decir, más o menos, pero había un asuntillo que me estaba molestando.

- Tranquila fiera, comprendo que tengas prisa, pero yo sin mi moto no me voy- podía dejar la tele, la nevera, los ricos donuts que tenía para desayunar al día siguiente, pero mi preciosa moto no. Me di la vuelta para volver a mi casa y cogerla.

La mujer la miró y le respondió;

-Pues entonces no esperes ayuda nuestra. -

Dijo, y sin más, en el momento que comenzaste a caminar, la mujer comenzó a caminar hacia los edificios, desapareciendo en un rato.

Eché un suspiro y miré atrás. Tal vez no fuera tan buena idea después de todo.

Al pensártelo dos veces te devolviste a buscar a la mujer, la cual tuviste que alcanzar casi corriendo. Cuando la alcanzaste esta te miró con una sonrisa y te respondió;

-Me alegro que eligieras tu vida antes que la muerte…por cierto, ¿Cómo te llamas? Yo me llamo Erika. –

Dijo, mientras te guiaba a través de las calles. No entendías bien donde te llevaba, pero notaste que ya empezaron a caminar por zonas un poco más transitadas, aunque por la hora que era, ya estaba bastante oscuro.

- Sumire, una simple empleada y ahora mismo una aterrada ciudadana. ¿Donde estamos?- era la primera vez que andaba por aquellos barrios a pesar de no estar tan lejos de mi casa.

Erika sonrió, y le dijo;

-Todo va bien hasta que la realidad extraña te pega en la cara, ¿No? Vamos a la caseta de reunión de mi grupo de cazadores, un lugar protegido en el cual nos reunimos y estamos a salvo de estas criaturas, o bueno, un poco más protegidos. Allí mi maestro debería poder estudiar el por qué te perseguían las sombras. –

Dijo, mientras caminaban. No recorrieron más de cinco minutos antes de llegar a una especie de casa con aspecto antiguo. En la entrada tenía una gran cruz de madera dibujada, mientras que podías notar símbolos del tipo cristianos alrededor de toda la casa. Erika te miró y te dijo;

-Hemos llegado. Espero que no te arrepientas, pero es importante que sepas él porqué te persiguen las criaturas…disculpa mis maneras, pero nuestra existencia suele ser secreta, por lo que te puedo decir por ahora no es mucho. –

Dijo, encogiéndose de hombros. Notaste bien que ella estaba bien armada por los cuchillos que llevaba antes, pero la forma de la cual se cubría y usaba sus ropas la hacía pasar como cualquier otra persona, aunque su modo de caminar te recordaba más el de una gata paseando a punto de atacar a un ratón.

Las explicaciones de Erika no me aclaraban mucho pero al menos me iba enterando de algo de lo que pasaba. Su actitud confiada me daban tanto seguridad como una sensación de inquietud. La seguí hasta una antigua casa y me invitó a entrar. Sin saber qué esperar me metí adentro.