Partida Rol por web

Es que esperaba a que tu postearas algo para Alvar antes, narrándole que la puerta del camarote estaba abierta y eso, luego me dijiste y yo me encargué de narrarlo. Como sea, lo tendré en cuenta para la próxima :)

Alvar había llegado como un torbellino de emociones, y aquello le dejó bastante preocupado a Laurence. Aceptó su ayuda y se levantó rápidamente, mientras aún frotaba su cabeza. Le puso la mano en el hombro tímidamente, intentando tranquilizarlo, mientras entraba a su cuarto.

-¿Que ha pasado? - Preguntó con preocupación, lo hizo pasar dentro del camarote y cerró la puerta. Sobre la cama Alvar pudo ver una tablet y unos dispositivos para escuchar música. Laurence lo tomó y lo dejó sobre la mesa de luz, mientras se quedaba sentado en el borde de la cama, pero esta vez con los pies sobre el suelo.

Todo se movía, intenté asegurarme que nada le pasase a Mary Ann; asi que con la orden que nos tiraramos al suelo, la cubrí con mi cuerpo... no lo había planeado, fue puro instinto.

Me levanté tan pronto las cosas se calmaron; estaba algo incomodo por haberme puesto sobre ella y me alejé sin decir más. Caminaba algo apresurado y nervioso, pero, no pude eivtar ver como alguien necesitaba asistencia medica... yo era el sanador de mi aldea, mi toque era agraciado y conocido por tener ese efecto, así que me acerque... se trataba de la profesora, él caballero encima, parecía un profesor... y parecía que le daba primeros auxilios... no me dejo de incomodar por eso... y, con dolor, asumí que era lo mejor para ella: estar con alguien de su edad, no un alumno inberbe, aburrito y tonto; "es cierto que solo fue un patetico tonto al soñar así...". Pero armándome de fuerzas y valor, por querer ayudarla y que no pase peligro, voy a donde se encuentran, me pongo de rodillas y levanto la cabeza de la profesora con mis manos; para luego cerrar mis ojos y concentrarme, en acariciar su cuello y sanarla.

Mis manos sintieron su piel, y de inmediato provocaron una sensación tan placentera que simplemente su cuerpo respondería al estimulo, obligándola a abrir los labios. Recorrí un poco más de su largo cuello con mis manos y sentí una leve estatica, la cual fui absorviendo; luego un poco de dolor, todo lo negativo fluía y lo alejaba de ella. Hice presión en la base de su cuello para hacer que se sienta mejor y recobre más rápido la conciencia.

Por el enfoque solo placentero y carnal en que mis padres adoptivos había dirigido mis capacidades, no pude evitar disfrutar del tacto de su piel... su tibía piel... me sonrojé a la vez que dejé escapar un leve gemido. Fue extraño, era la primera persona con la que quería hacer algo, no solo por que me ordenara o fuera mi deber... pero sentí miradas sobre mi, como me juzgaban.

Aparté mis manos, mirando con miedo al profesor frente a mi y me puse de pie de inmediato, cubriéndome la entrepierna con una mano y salí corriendo del lugar. Hubiera parecido un pervertido, si no fuera por que era evidente que había absorivo su malestar.

Me encontraba disfrutando del buen vino en la barra, para luego acercarme a una de las ventanas a disfrutar de la vista.

Fue cuándo el primer temblor se sintió, yo también lo había sentido o al menos algo dentro de mi, mi sangre comenzó a hervir y mis músculos se tensaron, estaba a punto de levantarme, pero en ese entonces el vice rector dio la orden.

Dudé, pero la acaté, justo cuándo se sintió el segundo temblor, afirmé el cinturón de seguridad y sentí el vuelco, fue entonces cuándo comenzó el ataque y la represalia.

Vi con orgullo como contábamos con lo necesario para hacer frente a la amenaza, pero junto con un joven de cabello oscuro sentimos nos mal cuando nuestra nave, una nave de Cargantya, estaba huyendo.

Me levanté para ver lo que pasaba con la profesora, luego preguntaría por eso, por ahora la habían reanimado aunque seguía medio mal, noté lo que hacía con el labial de menta, me acerqué a la barra y saque un puñado de sobres de azúcar.

-Es lo más rápido ahora- dije ofreciéndose los al profesor, mientras mi mirada iba al chico de rasgos sombríos*

-Qué pasa aquí, por qué huimos? alguien nos tiene que explicar, no crees? el vicerrector quizás?

Aris, la nave que huye es en la que ustedes están viajando, no otra...

Te lo edité Aris, espero que siga teniendo la esencia que querías

El vicerrector posiblemente sea quien dio la orden, creo que estaba más preocupado en que los estudiantes llegáramos a salvo que en el orgullo patrio. Una suerte porque creo que nos habrían derrotado.

Se vuelve a mirar por el ventanal de nuevo y con voz más alta y sin dirigirse a nadie en concreto afirma:

Hoy se nos ha negado el honor de derramar nuestra sangre por Cargantya. Alguien ha decidido por nosotros que vivamos. Varios pilotos se han jugado la vida para que escapemos (Si, un Von Krauser ha escapado, y aunque técnicamente no sea así, pues la orden fue dada por otros, eso le duele y le encabrona a toneladas).

 Las responsabilidades y cargos que adquiriremos, gracias a nuestro paso por la academia, siempre deberemos agradecérselas a estos pilotos. Juro que nunca olvidare el valiente acto que han cometido. Esta noche rezare para que tengan combustible suficiente para volver a Starda, que sobrevivan en el mar hasta que los rescaten o que se lleven por delante a todos los enemigos posibles antes de caer.

(Ahora si con un voz de grito:) ¡Arriba las fuerzas aéreas de Cargantya! ¡Las alas del emperador que protegen nuestro cielo!

Tras decir esto se marcha, furioso y dolido, aunque con un principio de simpatía por Aris, de la casa Allking. Al que asiente, como compartiendo la pena y vergüenza a la que pasa a su lado.

Alvar entra con él en el camarote. Tras echar un vistazo en busca de aparatos espía en los sitios típicos (rejilla de renovación del aire, en el jarrón decorativo y tras los cuadros,…) Se sienta de nuevo frente a él. Este sillón y la cama le distraen, pero quiere compartir su preocupación, y así lo hace, en susurros (para que ni siquiera en la habitación de al lado les oigan)

Ha habido un ataque enemigo, el vicerrector ha ordenado lanzar unos cazas a distraer a sus naves, mientras está en la que vamos usaba la aceleración espacial para dejarles atrás. Varios hombres están muertos o capturados por el enemigo para que nosotros hayamos escapado sanos y salvos. El vicerrector gritaba que nos protegieran, que había que salvar a la XXV, muy agitado, creo que no es nuestra niñera, es nuestro escolta.  Además la profesora Fossati ha tenido un momento de poder, se ha elevado en el aire y se le movía el pelo solo.

Creo que somos valiosos, lo suficiente como para sacrificar hombres y no plantar cara con la nave. Cazas, soldados, la nave Azgul 4S, la presencia de Mahadosíes (La guardia imperial),... La caja con identificador de retina (añade sumándola a sus sospechas). (Sigue la cuenta con los dedos de una mano) Hay demasiado esfuerzo puesto en nosotros, en la generación XXV.

También sospecho que los profesores jovenzuelos son de nuestra misma generación, y que todos tenemos algún tipo de talento o don especial. El trance de la profesora, lo que hiciste en el pasillo, mis percepciones especiales… ¿Has visto una academia donde se juvilen cuatro profesores de golpe el mismo año?

Luego está el Evento espiritual, todo el mundo anda como loco con ello, pero nadie concreta nada sobre su naturaleza.

Y por ultimo esta la academia, está en otro continente, ¿Que tiene ese lugar que no tenga cualquier parte del imperio? En cualquier lugar puedes plantar un colegio con su piscina, su pista de tenis, su biblioteca,… ese lugar es especial.

Gente especial, lugar especial, momento especial.

Y la presencia de sus tropas de elite indica que el emperador está en el ajo. Estoy un poco asustado, quizá lo que va a pasarnos a nosotros, en ese lugar en esa fecha no sea bueno…

(Le preocupa más Laurence, que el mismo.)

Observa con cierto desconcierto cómo Alvar se ponía a revisar su habitación, en búsqueda de... ¿Quién sabe que? Pero parecía realmente preocupado por algo, Laurence lo sabía. Lo miró en silencio, con paciencia, sin presionarlo para que hablase ni nada por el estilo. 

Por fin Alvar se sienta y empieza a explicarle su teoría. Laurence lo escucha con atención, con un leve fruncimiento de ceño. La idea parecía descabellada pero los hechos eran evidentes. Bajó su mirada unos segundos.-

-Tenía conocimientos de que la Academia Holtzman es un lugar bastante privilegiado, donde se educan los futuros líderes, gobernantes, militares, empresarios... - Murmura como si se tratara de un secreto, aunque fuese lo único obvio para todos sus estudiantes - Entonces la generación XXV es realmente especial.

Se pone a pensar en silencio, analizándolo. No tenía mucha lógica que los profesores sean bastantes jóvenes y por lo tanto, con poca experiencia, para que dieran clases en la Academia Holtzman. Pensó en sus propios "dones", con los que había tenido que convivir toda su vida. Entonces no era el único, estaba rodeado de personas realmente excepcionales. 

-¿Estás seguro que es algo malo? - Pregunta Laurie, era una persona pura, le buscaba el lado positivo a todo por más absurdo e infantil que sonara - Digo, a lo mejor el otro imperio quiso detenernos porque con nuestras "habilidades" podemos llegar a ser una amenaza para ellos. - Llevó sus pies sobre la cama, cruzándolos entre si - Tal vez el Imperio quiera formarnos para... - Bajó su mirada verde por unos segundos - Para educarnos, que aprendamos controlar nuestros poderes. Somos peligrosos...

Se cruzó de brazos, abrazándose a si mismo.

-Igual me da miedo, el hecho de saber que estamos en peligro. No creo que éste sea el único ataque enemigo... - Le dio un escalofrío tras decir estas palabras, miró a Alvar - ¿Que percepciones especiales tienes?

Alvar se siente mejor contándolo, quizá ha pecado de paranoico. Hablar es como el amanecer, que aleja a los monstruos y temores. Pero había inquietado al inocente de Laurent, llenándole de temores infundados, o quizá le estaba dando más oportunidades de sobrevivir si estaba en lo cierto. Aun así era como si el chico de ojos verdes fuera vestido de blanco inmaculado y él estuviera cubierto de pintura, por muy delicado que fuera era imposible no mancharle.

-Sí, es posible que sea un paranoico. Quizá realmente los guardias imperiales estén para protegernos. A lo mejor lo que ocurra cuando estemos en el lugar y en el momento oportuno es bueno para nosotros, pero debe permanecer en secreto, como la ubicación exacta de la academia. Siento haberte preocupado, simplemente estate atento y alerta, creo que no es oro todo lo que reluce y hay muchos misterios en torno a esa institución. No… no soportaría que te pasara nada malo.

Bueno, ves, este es mi castigo por estar tan loco. Ahora tengo que contarte una parte de mi que quizá no te guste y sin tiempo para prepararte. ¡no te asustes! ¡No me dejes! ¡No me tengas miedo de repente! Yo... a veces… bueno según la luz que haya y mi estado de humor bueno yo… yo… soy un médium. Veo a gente muerta que no descansa en paz. A veces me hablan y me piden que de algún recado a algún familiar vivo o algo así. Baja la vista al suelo, esperando su reacción con el corazón en un puño.

Parecía que hablar había logrado un efecto positivo sobre Alvar, aunque aún estaba preocupado. Laurence se quedó pensando en un posible segundo ataque, esperaba a que las autoridades de la Academia les dieran explicaciones o algo. 

"No… no soportaría que te pasara nada malo." Aquellas palabras retumbaron en la mente de Laurence para ser guardadas en un archivo mental. El efecto fue inmediato y la sangre volvió a fluir sobre las mejillas del vergonzoso chico rubio. Le sorprendía que Alvar le hubiese dicho aquello, en su momento de soledad, el lado pesimista de Laurence pensó que sólo se trataba de un juego para Von Krauser. Pero allí lo tenía de vuelta, y Laurence más que nadie sabía que los sentimientos de Alvar eran reales.

Pero cuando Alvar le contó sobre su habilidad, Laurence puso los ojos como platos. Sentía el temor de Alvar al confesarle aquello y el suyo al escuchar aquellas palabras - Gente m-muerta... - Repitió con un hilo de voz. Y él que pensaba que eran objetos de literatura de ficción.

Laurence estaba acobardado y tembloroso, inconscientemente dirigió su mirada al camarote, como si algo o alguien fuese a aparecer en cualquier momento. Como el simple hecho de mencionarlo fuese a invocarlos. Se abrazó aún más fuerte y suspiró, fingiendo seguridad.

-Eso es... bastante... extraño ¿Como lo manejas? - Murmuró, sin saber muy bien qué palabras utilizar. Se imaginó a Alvar en la primera vez que le ocurría aquello, debió haber sido bastante fuerte. - Yo.. tengo varios trucos bajo la manga - Admitió con una tímida sonrisa - Suele ocurrirme a veces, cuando menos me lo espero, pero simplemente dejo de ser visible para las personas. Desaparezco totalmente, como un... - Evitó decir la palabra fantasma a propósito - como un espejismo. Supongo que a veces me siento invisible y termino siéndolo. Por eso lo del pasillo...

-Y también sé que en este momento tienes miedo, seguramente de que te rechace... por tu habilidad. Sé lo que sienten las personas, en cualquier momento. Por eso no puedo estar con mucha gente, los sentimientos se entremezclan y me genera un terrible dolor de cabeza, por eso me marché del lugar y me recuperé cuando estábamos a solas.

Era el turno de Laurence de asustarse y esperar a que Alvar no lo rechazara por aquello. Pero lo entendería si lo hacía ¿Quién quería estar cerca de una persona que sabía prácticamente todo lo que pasaba por su cabeza? Evitó por el bien de Alvar comentarle que podía jugar con los sentimientos de las personas, era algo que podía hacer, pero que casi nunca lo utilizaba para provecho propio.

Evidentemente Laurence se asusto, pero no cargó contra él por un don que no había pedido, aunque para él como si fuese que sí. Estaba orgulloso de tener el Don que había llevado a su familia al poder. Incluso se permitió hacerle alguna pregunta al respecto ¿Debía responderle o era una pregunta de cortesía?

Bueno, normalmente con gafas de sol, para fingir que no los veo, así ellos no saben que yo si les veo, soy uno más. La verdad que son un poco cansos, siempre que si dile a no sé quien que me perdone, que si el anillo de la abuela está enterrado bajo el rosal, cosas así. La gente feliz no suele quedarse, solo los obsesivos  y los traumatizados se quedan por aquí. Están a lo suyo y no les suele interesar nuestro mundo, salvo que sientan que dejaron algo a medias… y de ahí las gafas de sol

Tu… sentirte invisible. No lo creo, si entras en una habitación todo el mundo se fijara en ti, a primera vista por tu belleza a segunda por tu pureza y personalidad… dime que despiertas demasiada atención y que te retraes porque eres tímido, pero no creo que nadie te ignore… Por cierto ¿te hice daño? No te vi… pero te encontré.

La última revelación era un trago duro, una percepción peligrosa. De inmediato se protegió, inconscientemente trato de no sentir, de taparse, se sentía desnudo. Se protegió mientras él le explicaba lo de su dolor de cabeza.  Pero luego lo pensó mejor y se echo a reír, si estaba dispuesto a desnudarse físicamente delante de él ¿por qué no también a su percepción? Con un par de respiraciones se soltó de nuevo, se concentro en los sentimientos que le provocaba su presencia viviéndolos con plenitud, sintiendo. Aquello era liberador, nunca lo había hecho con nadie ni si quiera cuando él era el único observador y ahora lo hacía siendo observado. Había un poco de exhibicionismo y entrega en todo esto.

Pero no quiere guardarse nada. Había más, había soledad, había rectitud, había un poco de violencia no mucha más que cualquier persona pero asumida como una parte de su forma de ser, había cinismo, había una buena parte de humor negro, había ambiciones y temores y un terror que era a la vez su mayor ambición y estaba ligado con su poder y con el que estaba en lucha por el control de su alma. Había frustraciones, había una adicción a una planta. Y de nuevo se centra en el presente lagrimeando, entregado.

-Creo que eso es todo. ¡Dime que es suficiente! ¡Dime que no te asusta las cargas que llevo! ¡Mejor huye y búscate un tipo normal, no un médium asilvestrado que no te conviene!

Las imágenes vinieron a mi , no tenían sentido ninguno y no las entendía . hacia tiempo que no tenia visiones y ahora recordaba el motivo, mi cuerpo se tensaba y me empezaba a doler todo , además nunca entendía muy bien lo que veía. Era insoportable el dolor y el malestar , y la corriente de imágenes sin sentido e incomprensibles era agobiante. Me hacian sentir como si fuera una inútil incapaz de encajar las piezas de un puzzle. Las imágenes pararon y sentí una manos cálidas y suaves en mi cuello. El malestar y el dolor pararon, era una sensación agradable y quería que continuase , no quería que parase. Pero así no hizo , el dolor paró y aquellas manos se fueron.

Cuando desperté el profesor levi estaba encima mía , estaba sudando y parecía aliviado de verme abrir los ojos. Los ojos de los alumnos me mraban con preocupación y asombro, probablemente preguntándose por lo que me acababa de pasar.

- perdón.....que ha pasado? - pregunte algo atontada todavía - que fue eso tan extraño que sentí?

No estaba segura de nada , ni de lo que me acababa de pasar ni de lo que acababa de ver.

Mire como la profesora despertaba, sentí un alivio. No me gusta que la gente salga herida, yo podría haberla curado pero no lo hice. Preferí dejarselo a clement, parece que ya la conoce de anterioridad. Miro a todas partes. Tengo que buscaar al vicerreptor no puedo quedarme quieta, necesito saber que pasa.

Salgo del Hall y empiezo a buscarlo, espero encontrarlo pronto. Necesito encontrarlo pronto y saber si puedo serle de utilidad. Quizás su empatía le venga bien...

La mano me temblaba, el corazón palpitaba a un ritmo desmesurado casi sin control. Intentaba concentrarme, pensar en una partitura, olvidarme de lo que estaba pasando a mi alrededor, en mi entorno. Inspiraba y expiraba, pero cada segundo que pasaba el aire entraba con más dificultad. Quería llorar, quería estar en casa, en mi habitación, con mi piano, con mi violín. Mi violín... ¿Dónde estaba? Lo había perdido de vista en cuanto se deslizó por el suelo. Busqué con la mirada angustiada, no estaba... 

- ¿Estás bien?.- Preguntó alguien que me ofrecía la mano. Sin pensar en lo que estaba haciendo me levanté con su ayuda. Con los ojos llorosos vi como llevaba en su mano libre mi violín... - Tranquila, no nos pasará nada, aquí estaremos a salvo.- Sonreía amablemente, intentando consolarme lo más probable. Era un profesor, si estaba claro, era demasiado mayor para ser un alumno. Quería darle las gracias, pero de mi garganta, de mi interior, no salió ni un indicio de voz... Empezaba a sentir como ese extraño don que siempre ha perseguido a mi familia quería explotar dentro de mi... Tenía miedo... 

Instintivamente abracé a aquél profesor extraño para mí. Inspiré fuertemente su olor, no quería hacerle daño a nadie, cerré los ojos, una lágrima recorrió mi mejilla hasta caer en su ropa. 

Chloé fue hasta su habitación para dejar sus pertenencias en ella y una vez lo hizo volvió al hall como se ordenó por megafonía. Volvió a sentarse junto al chico que con anterioridad le saludó. Comenzaron a hablar de cosas varias hasta que pasamos aquella tormenta. - Discúlpame un segundo. - Le dijo sonriente al chico. Chloé desabrochó su cinturón y se disponía a ir a los servicios cuando otra vibración, ésta vez diferente a la anterior, la hizo perder un poco el equilibrio agarrándose a uno de los asientos más cercanos que tenía. 

Miró a Taylor bastante confusa. - ¿Qué está pasando? - Estaba demasiado acostumbrada a los vuelos y las tormentas por las que tenían que pasar pero ésta vibración no la conocía y empezaba a sentirse muy nerviosa. "¡¡¡Todos al Suelo!!!" gritó Sir Brightman y así lo hizo. Fue al suelo de rodillas y cubriendo su cabeza con sus manos hasta que la situación volvió a calmarse por segunda vez. 

Las piernas de Chloé temblaban, tenía miedo de que volviera a pasar. Caminó hasta Taylor asegurándose de que estaba bien y se aferró a su brazo en cuanto vio las reacciones de la profesora Fossati. Estaba nerviosa y asustada. 

-Claro, tranquila. - Digo sonriente mientras me acomodo un poco en la silla. En ese momento volvió otra vibración, pero esta vez diferente a las otras, lo que hizo que me agarrara un poco a la silla donde estaba sentado. 

Cuando la chica vino y se aferró a mi brazo, lo primero que hice fue acurrucarla en mi pecho y taparle la cabeza con mi brazo. -¿Estás bien? - Le digo en el oído. Era la primera vez que estaba tan asustado con una tormenta. ¿Que está ocurriendo aquí? Miro hacía todos lados sin saber porque. Contra más fuerte era las vibraciones, más acercaba a mí a la chica la cuál no paraba de temblar del susto que tenía. -Tranquila, no te va a pasar nada. - Digo mirándole a los ojos fijamente, para que sintiera que todo iba a ir bien.

Las palabras de Alvar se quedaron un rato rondando la cabeza de Laurence. No, estaba equivocado. Laurence no atraía la atención, no de quién quería. Bajó su mirada con cierta tristeza, hubiese sido mucho más feliz si su padre le hubiese prestado atención en vez de retraerse ante su hijo. 

-Hay gente que me ignora, no tengo toda la atención de la gente, aunque no lo creas. - Responde con pesimismo, sin decir nombres - Estoy bien, es un dolor que puedo tolerar... - Cambia de tema mientras se lleva una mano hacia su cabeza, aún le dolía un poco.

Pero la reacción que tiene Alvar al escuchar sobre su hiper-empatía le entristeció, estaba por pedirle que se vaya si así lo deseaba. Pero entonces él se rió y Laurence lo miró confundido, sin saber qué le ocurría.

Lo que vino a continuación fue algo que le dejó helado. Era la primera vez que le ocurría que una persona se abría totalmente ante él, como un libro, mostrándole todos los sentimientos que sentía hacia Laurence, hasta los más oscuros, sus temores, ambiciones...

Laurence estaba estupefacto ante Alvar, sorprendido ante la sinceridad que acababa de tener. Aquello hizo que Laurence se asustara de inmediato, había sentido lo que Alvar sintió durante su vida, en ese momento. Sentía que lo conocía de toda una vida sin la necesidad de palabras, de un momento a otro. Y eso era lo que le asustaba, la entrega que Alvar tenía ante él. Sus expectativas. No quería acabar defraudándolo, siendo algo que él no deseaba, no ser suficiente.

-A-Alvar... - Murmuró su nombre su nombre como un secreto, como un secreto oscuro.

Se mordió el labio inferior, algo tembloroso. Le extendió la mano para que se sentara junto a él en la cama. Una vez que tuvo a Alvar a su lado, Laurence le quitó las lágrimas de los ojos de Alvar con un dedo tembloroso, inseguro. Para luego abrazarlo con fuerza, cerrando sus ojos, dejándose llevar.

-Gracias... - Dijo en el oído de Alvar, durante el abrazo - Por dejarme conocerte...

Y casi sin darse cuenta, Laurie también tenía lágrimas en sus ojos. Un producto de nerviosismo, entrega, tristeza, inseguridad, alegría y amor.

A su gesto acude raudo y veloz a su lado ¿Quién no lo haría? El tacto de su mano en la cara le hace temblar, no solo físicamente. Y su abrazo le vuelve a llevar al cielo.

Alvar le besa la cara, limpiando sus lágrimas.

Gracias a ti por recordarme quien vive debajo de la armadura que me he fabricado. Ahora pesa menos llevarla y he recordado que no soy yo. No sé cómo lo has hecho, nunca me había atrevido a hacerlo, a lo mejor es que contigo sobran las palabras… No, en realidad nunca he dejado que nadie vea quien soy, ni con palabras. Eres tú quien me ha desarmado, tu don solo me ha permitido rendirme más rápidamente y sincero.

Se abraza mas fuerte a él, sintiendo un placer increíble ¿El sentía todo eso? ¿En qué grado? Se le ocurre una idea entre picara y traviesa, un destello de su parte revoltosa. Alvar no tenía ni idea de meditación ni nada por el estilo, pero si sabia dejar la mente en blanco, fruto de guardias y prácticas de la guerra de guerrilla. Los soldados tenían que estar preparados para mantenerse ocultos y discretos, sin  poder distraerse con nada que implique movimiento o ruido. Recurre a ese conocimiento para vaciarse, para olvidar sus preocupaciones, sus paranoias sobre la guardia imperial, el pasado y el futuro, estar solo aquí y ahora. Una vez que está limpio de distracciones, cierra los ojos solo sintiendo los brazos de su amado, “paladeándo” cada sensación hasta el infinito.

Ahora todo el placer que Lauren le dé será compartido. Ya no tiene que preocuparse por “enseñarle a jugar” solo dejarle experimentar a su ritmo, demostrándole lo bienvenida que es cualquier cosa que le haga, para que sea él quien vaya explorando y descubriendo a su ritmo.

Esa sensación de entrega hacia Laurence le inunda de calor y le despierta de nuevo la entrepierna, pero se contiene, se ofrece a él como un recreo acolchado donde pueda jugar hasta donde quiera al ritmo que quiera. En este momento de amor loco adolescente solo sentir su respiración le parece suficiente.