Partida Rol por web

Durante el camino a la habitación los profesores trataban de cruzar una que otra palabra, pero la situación no los dejaba, era extraño compartir su habitación, pero bueno, no había de otra, ya todo había sido decretado; al entrar quedaron sorprendidos con esas camas tan acolchadas y perfectas y las columnatas que decoraban toda la habitación y los innumerables espejos que estaban  repartidos por la estancia, ambos miraron con detenimiento una pintura que saludaba a todas direcciones, unos rostros juntos, de colores vivos y cambiantes, no sabían qué podía significar, pero algo tenía que hacer allí, puesto que, según la profesora Miller no concordaba con la decoración que llevaba la habitación.

La habitación,de una blanco pulcro, los sorprendió un poco, así como también las columnatas que decoraban la entrada, al lado derecho de la puerta se encontraron con un busto de una antigua diosa griega, Athenea, la Diosa de la Sabiduría y la Guerra Estratégica, y un hermoso diván blanco con blanco con finas líneas rojas, al frente de este un mueble que parecía una licorera giratoria pero era parte del armario, una parte externa del mismo, donde habían dispuestas toallas, batas de baño y dos botellas de vino, además de algunas copas. Ampliábase la habitación para dar paso a las camas, unas camas que eran redondas hacia los pies y cuadradas en la cabeza con seis almohadas cada una y un cubre lecho blanco y rojo sangre, separadas por dos mesas de noche, de un ciprés fuerte y bastante perfumado, aun se podía sentir el olor de la madera en aquel lugar; en frente de ambas camas había una ventana de tres metros de ancha y casi dos metros de alta, dejándoles conocer los jardines que guardaban los lindes de la academia y al igual que la puerta, esta ventana estaba enmarcada en dos columnatas blancas; a ambos lados de la cabecera de las camas habían de nuevo dos pequeñas estatuillas de la Diosa griega de la sabiduría, guardando un espejo que cubría toda aquella pared; al fondo de la habitación estaba la puerta al baño, un baño que sería compartido y que poseía ducha, bañera y un agradable jacuzzi para relajarse luego de los días de clase que serían bastante atareados para los profesores; justo al lado de la puerta del baño, había una estrecha puerta de cristal que daba paso a un balcón cubierto con cristal también que tenía dos escritorios amplios, cada uno con lámparas para iluminar en las noches de trasnocho y un ordenador que se desplegaba automáticamente como un holograma totalmente visible para la practicidad del trabajo, una silla presidencial ergonómica y giratoria les acompañaría. Esa era la habitación de los profesores, una habitación necesaria para su trabajo.

Se sentaron en sus respectivas camas para pensar todo esto, y poco a poco comenzaron a desempacar, por un momento cruzaron sus miradas...ambos sonrieron, no podían permitir que pasara nada entre los dos, pero, el destino podría dar muchas vueltas, y cambia los planes de un momento a otro, sonreír bastaba por ahora...

Zarachy observó atentamente que había en su maleta, cuidadosamente ordenada. Le había quedado bastante bien organizada, para ser él, que más bien era despistado e increíblemente desorganizado. Llevaba tiempo tratando de corregir este error. 

Entre sus objetos más preciados se encontraba un tablero de ajedrez, que tiene desde que tiene memoria, con las piezas bastante ajadas por el paso del tiempo, pero que para él aún conservaba un brillo especial. También trae consigo algunos libros, pero están enterrados entre la ropa, así que probablemente ella no los habría visto.

El joven se lleva la mano a la nuca. - Zarachy, esto no deben ser nervios... La has conocido antes, os habéis reído unas cuantas veces, entablar conversación debería de ser fácil. Aunque...no conozco poco más que su pasión por el arte. - Piensa, el profesor, que palpa la colcha de la cama, que era cuanto menos, suavísima. Escrutó la habitación con sus ojos, observando por segunda vez el cuadro. La licorera contenía algo de vino, que estaría bien utilizar. Zarachy se desplaza hasta la ventana, y desde ahí, recorre con su vista los enormes jardines.

- Creo que esto de ser profesor aquí me queda un poco grande. - Dice, sin mirar a ella, pues aún sigue con su vista fija en los jardines de la academia. 

La habitación, que solo se trataba de la punta del iceberg de lo que encontrarían a lo largo de su estancia allí, ya denotaba lo exigente que debía de ser estar ahí. No es que Zarachy no se lo hubiese ganado, es que, como casi todos los profesores que se encuentra en la academia, recientemente han salido de sus carreras, y esos alumnos exigen una enseñanza como ningún otro podría darle.

Da media vuelta, y extrae de su maleta el juego de ajedrez de antes, y lo muestra a la profesora, con una sonrisa ladina. - Llevo jugando al ajedrez desde que tengo uso de razón, ¿Te apetece una partida? - Dice, al tiempo que con cuidado lo deja el tablero sobre la cama de ella, y se acerca a la licorera, para obtener una botella de vino, y dos copas. - Son las botellas de vino que solía servir mi padre. - Discurre, mientras se sienta en la cama de ella, y con el sacacorchos destapa la botella, y sirve vino en dos copas, una para ella, otra para él. - Si tienes mucho sueño, o te encuentras cansada, prometo ganarte rápido. - Dice, y ríe, intentando que ella entre al trapo y decida jugar. - De todas maneras, cuando acabe la partida, he de desempacar por completo, o como mucho, retrasarlo hasta mañana.

Paseé mis manos por la suave colcha a la vez que le echaba el ojo a toda la habitación. Aquellos decorados me hacían sentir nostalgia, era parecida a mi sala de trabajo. A decir verdad es bastante bonita. Me levanté y caminé hasta el busto de Athenea parándome frente a ella cruzando mis brazos. - Tienen buen gusto. - Pensé mientras me giraba para mirar a Zarachy. - Ya te irás habituando. - Desde más atrás pude ver el inmenso jardín que el profesor estaba observando.

Me acerqué hasta mi maleta y la abrí revisando que todo estuviese en su sitio. Mis nervios comenzaron a florecer. Nunca había compartido habitación con un compañero de trabajo y, mucho menos, había dado clases. - Puedo con ello. - Traté de darme ánimos a mí misma aunque no tuviese mucho efecto. 

Cuando me disponía a sacar la ropa de mi maleta para colocarla en los muebles vi como Zarachy dejaba su tablero de ajedrez sobre mi cama proponiéndome una partida. - Esta bien, echemos una. - Le contesté sonriendo y volviendo a cerrar la maleta para dejarla en el suelo. - Veamos si eres tan bueno como dices ser. - Entoné un tanto pícara mirándole a los ojos. 

Zarachy se sentó al lado de ella, y comenzó a extraer una a una las fichas del tablero, algunas ya se encontraban roídas y sin imán, pero se podía jugar igual. Le entregó las fichas blancas, a la vez que él coloca una a una las fichas en su parte del tablero, las negras. 

- ¿Has jugado alguna vez? - Dice, mirándola a los ojos. Zarachy toma la copa de vino, y da un largo sorbo. - Mis piezas ya están listas. - Casi lo ha hecho sin mirar al tablero, conoce perfectamente donde colocar las fichas.

Deja que ella mueva, y piense su próximo movimiento. - Está bastante sexy cuando se concentra. - Piensa. - De pequeño practiqué todos los deportes que puedas imaginar. - Dice, a modo de romper tensiones. - Hice hípica, esgrima, lo que se conoce todavía como fútbol americano. - El chico sonríe. Realmente era una estupidez estar nervioso. Recuerda un libro que leyó hace bastante tiempo. - Se llamaba mmmh...'El ocho' de Katherine Neville. - 

Coloqué todas las fichas en el tablero una vez me las entregó sin poder evitar observar de soslayo la rapidez con la que él colocó las suyas. - Será divertido. - Pensé al acabar de colocar todas mis fichas y viendo como Zarachy bebía de su copa de vino. Cada vez me apetecía conocerlo más.

- Solía jugar con mi padre en su tiempo libre. - Contesté a su pregunta moviendo un peón de la parte central hacia adelante. - Yo estuve en natación por un tiempo y estoy haciendo hípica desde los siete años. - Agarré mi copa de vino y le di un pequeño sorbo.

- ¿Te importa si me descalzo? - La verdad es que me estaba sintiendo un poco incómoda, nunca he podido soportar los zapatos por tanto tiempo puestos, es algo con lo que no puedo. No le di mucho tiempo a que contestase cuando solté la copa y me deshice de los zapatos que llevaba puestos. - Uf, mucho mejor ahora. - Pensé mientras los colocaba a un lado de la cama que no molestasen al caminar. - Lo siento pero es que no podía aguantar más con ellos puestos. - Comenté sentándome de nuevo en la cama con las piernas cruzadas con mucho cuidado de no tirar las piezas. 

Zarachy debería de pintarse una sonrisa permanente en la cara. Hasta ahora ella le estaba proporcionando eso, lo cual no dejaba de ser interesante. Antes de mover, se queda meditando, durante un tiempo, si debe salir con la siciliana, o simplemente ceder piezas para luego rematar él la partida (Gambito de Rey o Gambito Letón) El chico suspira. Realmente se concentra cuando juega al ajedrez, pero absorbe estos pensamientos, haciendo avanzar un peón, para ver si ella lo come en los dos próximos movimientos.

Ante la pregunta de descalzarse, rápidamente niega con la cabeza, pero para entonces, ella ya se había quitado el primer zapato.

Vuelve a dar otro sorbo a la copa, que está casi vacía, por lo que decide dejarla en el suelo, con cuidado. Zarachy mira con detenimiento a Layna cuando ella se para a pensar en el juego. - Yo no voy a quitarme los zapatos. - Dice, sonriendo, mientras, con cuidado se levanta de la cama. - Pero sí la chaqueta. - Dice, al tiempo que deja el reloj de bolsillo, que pendía del chaleco que llevaba debajo, para después quitarse la propia chaqueta, el chaleco, y la pajarita, quedando así con una camisa color blanco, y la parte de abajo del smoking. 

-¿Cómo vamos a repartir el baño? - Dice, mientras se mira las uñas. No se las muerde, pero tenerlas cortas es una pequeña manía. - No sé si por horarios, o algo por el estilo. Es decir, supongo que ambos vamos a entrar a clase a la misma hora, así que el tema de la ducha, por ejemplo.

Dicho esto, vuelve a mover ficha, y acaba con el resto del vino, esperando a que ella acabe, para servir un poco más.

Ladeé un poco mi cuerpo para alcanzar la copa y darle un trago más largo que el anterior. Pasaron unos segundos en los que me quedé completamente anonadada mirando a Zarachy concentrado pensando qué ficha mover. El vino nunca me había sentado del todo bien y mis mejillas sonrojadas me delataban un poco. Quité la mirada rápidamente en cuanto movió el peón, no quería malos entendidos. Asentí cuando dijo que iba a quitarse la chaqueta y moví uno de mis caballos hacia adelante. 

Terminé de beberme la copa y la dejé sobre la mesita de noche. Coloqué mi mano izquierda en la nuca y cerré los ojos haciendo un poco de presión en ella. El viaje había sido verdaderamente agotador, llevaba tiempo sin que mis músculos se tensaran de tal manera. Abrí mis ojos y lo miré mientras volvía a mover ficha. 

- No tengo ningún problema que sea por horarios o que lo utilices tú primero. - Me mantengo unos instantes callada pensando en el movimiento que me toca hacer. Hacía años que no jugaba una partida de ajedrez y había perdido bastante la práctica. Crujo mis dedos y muevo.

Zarachy tampoco es capaz de observarla cuando ella no mueve ficha. Aunque es bastante divertido jugar a eso. Pero un atisbo de cansancio cuando cierra los ojos al tiempo que agarra la nuca de la chica. Quizá era hora de dejar el juego, aunque la deja hacer un par de movimientos más, y mete presión con el alfil.

- Jaque. - Las cosas se encontraban bastante igualadas en la partida, aunque él no estaba jugando completamente serio. - Si estás cansada, deberías dormir un rato. Quizá baje al restaurante. Dentro de nada empezarán las clases, disfruta de tus últimos momentos descansando, si quieres. - Le sonríe, apremiándola para que lo haga, pero sin obligarla. - Por mí está bien, úsalo tú por la mañana, si lo deseas, yo lo haré por la noche, o viceversa. - 

- Mmmh, no parece la típica chica fácil a la que le da pavor dormir en una nueva estancia, aunque sería divertido que así lo fuera. - Piensa Zarachy, divertido. 

Dicho esto, se cruje el cuello, y ella vuelve a mover. De pronto, ella alza la cabeza, y él no la baja, con lo que quedan con la mirada entrelazada unos segundos, lo cual es un momento aún más incómodo para el espectador, aunque nadie sabe como reaccionaría ella, así que tarda unos segundos, para después bajar la mirada, de la cual parecían saltar chispas.

La partida estaba acabada y yo no hice mucho por evitarlo. Hice un último movimiento tratando de defenderme pero, claramente, sin ninguna posibilidad. - No te preocupes, estoy bien. Ahora me.. - Nuestras miradas se cruzaron en cuanto alcé la vista. Pude notar como mi corazón comenzó a latir más rápido y mis mejillas aumentaran su rojez, lo que me hizo tartamudear por unos segundos. Inconscientemente humedecí mis labios levemente y por un momento tuve el impulso de acercarme a los suyos pero me quedé quieta viendo como bajó la mirada. Rasqué mi cabeza y, torpemente, haciendo notar un poco mi nerviosismo, me levanté de la cama poniéndome en pie. 

- Creo que me voy a duchar ahora, a ver si me despejo un poco. - Hice una pausa tratando de coger un poco de aire. - Ya mañana podrás usar tú el baño primero. - Sonreí y me acerqué de nuevo a la cama. - Te ayudo a recoger esto. - No sabía lo que me estaba pasando, quizás me estaba precipitando. 

Zarachy comenzó a recoger las fichas, sin darse cuenta de que ella habría querido besarle. 

 -Claro, mañana lo hago yo, voy al baño por la mañana, pero antes, déjame cambiarme. - Aunque del 'no beso' no se había percatado, estaba sobrecogido por el choque de miradas, así que huye a toda velocidad de su cama, en la que le habría gustado pasar la noche, aunque obviamente era completamente precipitado, aunque quizá no un infantil beso, ella hasta había dejado 

Coge algunas cosas de su bolsa sin desempacar, lo que parece un pijama y unas zapatillas, que es un pijama blanco de tela muy suave, probablemente lino, con un cuello color blanco también, y su bolsa de baño. Abre la puerta del baño, sin reparar en como es el interior, para dirigirse directamente al baño. Se desviste lo que le quedaba puesto, la camisa, para después quitar la hebilla de su pantalón, y por último, los zapatos, y unas cómodas medias de ejecutivo. Lo deja todo prácticamente en el suelo, y saca un poco de pasta de dientes, moja la pasta de dientes (manía) y los lava. Una vez hecho esto, recoge sus cosas, y sale del baño, dejándolo tal como estaba, a excepción de aquel cepillo de dientes, que ahora estaba en un vaso de un blanco opaco que se encontraba allí colocado, y la bolsa de baño, que reposa sobre el lavabo.

- Bueno, ya está el baño libre. Creo que voy a acabar por dormir yo también. - 

Dicho esto, deshace su cama, para meterse dentro, y poco a poco quedarse dormido, mientras ella entra al baño. De fondo suena Safe and Sound. No es la típica música que Zarachy suele escuchar, pero le relaja. De todas maneras, está a un volumen bastante comedido, y apenas molesta a la hora de dormir, para la gente que esté acostumbrado.

Mientras él estaba en el baño me acerqué hasta mi maleta aún con las cosas dentro y saco el pijama de pantalones cortos grises y camiseta de manga corta blanca. Caminé hasta la ventana y me quedé observando por ella hasta que Zarachy salió del baño.

- Buenas noches. - Cogí el pijama que puse encima de la cama y entré. Dejé la ropa a un lado y me cepillé los dientes antes de entrar a la ducha (manía). Cuando ya había terminado me aseguré de que estuviese bien limpio el cepillo y lo puse en el vaso. Abrí el agua de la ducha y la dejé calentar mientras me desvestía. Entré y no duré mucho tiempo dentro de ella, como me hubiese gustado en estos momentos. 

Una vez ya me había duchado y me había colocado el pijama salí del baño y deshice la cama para meterme dentro. No me costó mucho quedarme dormida.