Partida Rol por web

Le gustaba, hasta cuando se ponía triste y pesimista. Le deseaba toda la felicidad del mundo, esperaba compartir una parte, pero su mirada triste le daba un aire romántico y meditativo. Cuando vuelve al optimismo, su sonrisa tímida es como una flor que nace tras un duro invierno, abriéndose paso en la nieve. Arrastra a Alvar en sus bajones y subidas. Que ganas tenia de volver estar a solas con él y abrazarlo de nuevo (se lleva la mano al cuello, donde antes le ha mordido, y una descarga eléctrica recorre su cuerpo. (le sonrie, no lo ha buscado, pero aun asi le dedica una mirada traviesa)

Le habla con cariño, pero un punto de firmeza, como quien exprese una verdad o unos términos innegociables: He compartido camaradería y amistad con un grupo de cadetes, he desfasado en las discotecas de mi ciudad natal con gente a la que llamaba amigos, he asistido a varios bailes y estrenos de opera en el Teatro Imperial de Starda. Incluso, he compartido mi cama con algunas personas, de hecho con dos de ellos bastantes veces en el tiempo. Y es ahora, que te he conocido, cuando he dejado de sentirme solo. Así que, si algún día decides encerrarte, no intentes evitar que me recluya contigo. Se donde conseguir explosivos que tiren abajo cualquier puerta. Fuera estaría solo.

La seguridad de Alvar le impresionaba ¿Llegaría a ser como él algún día? Él estaba seguro de sus sentimientos, de todo lo que hacía. Mientras que Laurence sólo se mantenía al margen de todos, dudando cuando él más que nadie sabía lo que sentían los demás. Se prometió internamente que quería cambiar aquello, poder expresarle a Alvar sus sentimientos.

Pero aquello no dejaba de ser nuevo para Laurence. Se ruborizó ante el comentario de Alvar compartiendo la cama con otras personas, con cierta decepción. Sabía que era estúpido entristecerse por ello ¿Qué más daba si Alvar había estado con otra gente? Ahora sólo tenía ojos para Laurence y era algo mutuo.

-Tendrás que disculparme por mi inseguridad, es que... - Se detuvo para reflexionar - Toda mi vida estuve acostumbrado a ser alguien insignificante, a estar solo, sin nadie que desee tanto estar conmigo. Ahora todo ha cambiado de un momento a otro... - Lo miró deslumbrado, casi hipnotizado. Se le hacía irresistible - Ahora te tengo a ti, ahora eres indispensable para mi.

Su corazón latía de prisa, su mirada desprendía un brillo que nunca había tenido. Deseaba abrazarlo con todas sus fuerzas, pero el simple hecho de estar en un lugar público hacía que Laurence sintiese que hubiera un muro entre él y Alvar.

Cita:

Ante estas palabras, su corazón vuelve a explotar de alegría. Se pregunta como sugerir educadamente que vuelvan a la habitación, a volver a expresar con sus cuerpos lo que sienten sus espíritus. Eso no tiene sentido... no tiene que dar ningún rodeo, no tiene que buscar las palabras para agradecerle lo que acaba de escuchar, ni para decirle que es mutuo, ni para hacerle saber que se muere por otro abrazo. Solo tiene que dejarse leer por su don. Le mira totalmente serio y firme mientras en su interior estallan los fuegos artificiales y el desfile de tambores y cabalgatas le recorre. En ese momento aparecen por el comedor Clement y Aris.

Ante la reprimenda de Laurence, al que ha fallado en mantener una atmosfera emocionalmente tranquila en la que este comodo y sin migrañas y el echo evidente de que ha vuelto a perder los papeles se siente avergonzado.

Hablando a Clement: De verdad, que lo que yo quería decir era que no me susurres como si quisieras hablarme y a la vez no, si quieres decirme algo dímelo, que no muerdo porque me hablen, aunque ya ves que algo si que ladro... Aunque nada comparable al famoso rugido de león de los Allking, por supuesto (asiente con una sonrisa a Aris) ¿Como podría ganarme tu perdón?

Unos minutos después, cuando se oiga una risa macabra que hiela la sangre, agarrara el cuchillo que tenia junto a su plato y se levantara como un resorte. Al ver pasar al Vicerrector dirá: Señor, ¿nos permite acompañarle?

Escuchando esa estúpida risa en la segunda planta, los recuerdos afloraron de inmediato, no podría estar sucediendo de nuevo, era casi un presagio, lleno de preocupación, y por primera vez en mucho tiempo, miedo, se dirigió allí a paso firme, pero el joven Von Krausser lo detuvo pidiéndole dejarlo acompañarlo, con un cuchillo en mano, ese chico llegaría lejos en el ejército...

- No... yo... le dijo haciéndole un pare con la mano, y mirando al vacío tratando de recordar más, y de sellar sus oídos mentalmente - no te preocupes... no...no pasa nada.. sigue con tu..comida - y dirigiéndose a los demás en voz alta - Deberíais ir a dormir, en una horas llegaremos, deben descansar...

Y siguió su camino murmurando palabras extrañas...

La reacción de Alvar no fue de extrañar, yo mismo pensé en decirle algo pero como el susurro no fue para mi, simplemente lo dejé pasar, era bueno saber que teníamos a alguien sumamente fiel al imperio, orgulloso y directo, me agradaban las personas así.

-Para mi sería un placer jugar una partida contigo, seguramente elegirás las piezas negras, creo que van bien contigo- choqué la copa contra la suya en señal de amistad.

Laurence dice que no hace falta ser rudo y que aquí venimos a aprender.

-No te olvides que la primera educación comienza en la casa querido Laurence- dije terminando la copa de vino, justo en ese momento se escuchó una risa macabra en todo el lugar, noto como los reflejos de Alvar lo hacen armarse inmediatamente.

Definitivamente tengo que tener cerca a este chico.

Me levanto también, comenzando a abotonar el uniforme.

-Cuente conmigo también, señor-

Pero el vice rector dice que nos calmemos y que estaríamos bien y deberíamos ir a dormir, aún así me quedo de pie, mirando a mis compañeros.

Alvar se centra unos degundos en ver el "otro lado"

Se acercaban a tierra, se acercaban al lugar de destino.

Después de haber dormido unas pocas horas, de haber compartido con algunos compañeros, haber comido y bebido un poco, en la nave escolar se escucha por todos los parlantes el toque militar para despertar a todos los durmientes, señal de que ya iban a llegar, era cuestión de una hora o dos aterrizar en el puerto gravitacional de la academia, tenían poco tiempo para organizarse y comer un poco antes de saludar al Conde Director Brithman.

Algunos no pudieron reprimir un bufido por dormir tan poco, otros dejaron escapar un sonido de excitación por haber llegado ya a aquel lugar que marcaría sus vidas para siempre, era solo cuestión de horas que todo comenzara; más que los alumnos, los profesores se sentían presionados por la sociedad, que ni siquiera los conocía, puesto que habían sido elegidos para formar a estos alumnos, eran unos maestros especiales, la generación de estudiantes también lo era, era todo una enredadera de situaciones el estar allí, todos, en un mismo lugar, no era...casualidad. 

Podían ver a la lejanía el lugar que sería su hogar en los próximos años, y el Vicerrector no podía evitar hablar en aquella mañana:

- Buenos Días para todos y todas!!! Como pueden ver sus ventanas, ya estamos cerca de nuestra afamada academia, la Academia Holtzman, que les abrirá sus puertas y les brindará cobijo y educación por los siguientes años, organizaos y y comed un poco, que el Director os estará esperando para daros las bienvenida que merecéis.

Todos hicieron lo posible por levantarse, ya no había nada que hacer, habría que afrontar lo que sus padres habían dispuesto para ellos, entrar a una academia que los formaría para liderar el imperio algún día, creían. Todo cambiaría, bien fuera para bien o para mal, pero no cabría duda a la hora de verdaderamente demostrar el valor, de vivir cada segundo como si fuera el último, era en verdad, una experiencia que llenaría sus corazones y sus mentes de crucial valentía y temor, deberían aprender a sobrevivir, no cabrá el miedo, no...

Debían llevar el uniforme a la perfección a la hora de entrar en el academia y recibir la bienvenida, muchas cosas pasaban por sus mentes mientras organizaban su equipaje para dejarlo listo, cada vez se acercaba más el edificio, cada vez sus temores se intensificaban...

- Cuando lleguemos a la Academia sus habitaciones serán asignadas y luego de la bienvenida podrán acudir a ellas para descansar antes de que comiencen las jornadas académicas, por ahora preocupémos nos por llegar bien y tenerlo todo listo para el momento.

Aquella noche, después de ver esas terribles imágenes, decidí ir a mi habitación a descansar. Me duché y caí rendida en la cama. Ni siquiera cené. 

de nuevo en mis sueños todo se repetía, Clement lleno de sangre, la chica del violín que discutía con un chico, el chico que lanzaba a hombres con un campo de gravitación, la sombra que se arrastraba por los pasillos, el profesor que despedía imprecaciones de espiritismo, dolor, amor, ira, placer.... Me desperté con la voz del vicerrector, en un par de horas habríamos llegado. Tenía la respiración acelerada, traté de calmarme y poner en orden esas imágenes, pero para mi seguía todo sin tener sentido. Me vestí adecuadamente para la ocasión y tratando de parecer calmada para no asustar más a los alumnos de lo que probablemente ya estaban, decidí ir al comedor a desayunar, no había cenado la noche anterior y tenía mucha hambre. 

Cuando llegué al comedor, parecía la primera, me senté y empecé a mirar la carta del desayuno, pero por mi cabeza todavía rondaban esas imágenes. Si era cierto todo aquello, estábamos en peligro, todos los alumnos lo estaban, tenía que hablar con el vicerrector a solas una vez llegados a la academia. 

Alvar se queda en silencio y Laurence se apresuró a pensar que había metido la pata o algo por el estilo. Pero rápidamente notó la alegría, el deseo, el cariño mutuo. Se queda en silencio, mirando directamente a Alvar a los ojos, con sus mejillas sonrojadas.

Quería marcharse de aquel lugar junto a Alvar a un lugar más privado, sentirlo se había vuelto casi una adicción. Pero en ese momento llega más gente al comedor y Laurence se sobresalta, bajando su mirada avergonzado y empezando a comer con timidez, como si nada hubiese ocurrido.

Frunció su ceño ante la respuesta de Aris. No estaba de acuerdo. Hablar con voz firme no significaba no estar educado ni nada por el estilo. Pero Alvar y Aris parecían compartir un estilo tradicionalista, orgullosos del imperio, potenciales líderes. Laurence no pretendía nada de aquello, ni siquiera estaba seguro de ir a la Academia Holtzman. Pero había una promesa que quería cumplir.

Se levantó justo al resto cuando se escuchó aquella voz. Alvar se levantó y tomó un cuchillo, secundado por Aris. Laurence no se quedó atrás y se levantó, mirando en silencio. No, era obvio que no los dejarían ir en búsqueda de lo-que-sea-aquello. Tampoco era realmente incumbencia de los estudiantes, con la seguridad que debía tener la nave, no podría ser una amenaza real.

-Entonces me voy a la cama - Dijo mirando a los tres, bajando la mirada - Que tengan buenas noches.

Sin decir nada más, se da vuelta y se dirige a su habitación, algo cohibido.

 A la mañana siguiente, Laurence despertó ante aquella melodía militar, cubriéndose los oídos con ambas manos. Se acercó lentamente a la ventana para contemplar aquel majestuoso castillo que se alzaba por debajo, la Academia Holtzman.

Se dirigió al baño para darse una ducha y arreglarse, quería estar más que impecable para cuando conociera al flamante director. Se secó el cabello y se vistió, intentando mantener la calma y no ponerse nervioso. No quería dar malas impresiones. Le dio vueltas a los sucesos ocurridos el día anterior, con intriga. Si así había iniciado su nueva experiencia en la Academia Holtzman, se preguntó que le deparaba el futuro.

Entró al comedor con timidez, para encontrarse a una profesora. Se acercó con algo de verguenza hacia ella y corrió la silla

-Buenos días ¿Le molesto si me siento con usted? - Preguntó con educación - Quería agradecerle por su ayuda ayer. - Dicho esto, sacó de su bolsillo la caja de aspirinas que Fossati le había dado, para entregársela a la profesora. Laurence no dejó pasar la preocupación que tenía, por lo que la miró con curiosidad, pero sin preguntarle nada más.

Seguía pensativa, cuando el chico de las migrañas se acercó a mi. Le sonreí amablemente tratando de parecer tranquila.

-En absoluto, siéntate - Le respondí - No tienes que agradecerme nada, no fue ninguna molestia - dije cogiendo la caja de aspirinas -¿Qué tal tu dolor de cabeza? te encuentras mejor esta mañana? - 

Me habia dormido luego de que la chica no me hablara, me habia levantado muy bien esperando no llegar o mas bien a irme rapidamente de ese lugar donde mi padre puede tocarme cuando quiera. Al levantarme veo al muchacho que llego temprano y por lo que habia escuchado se sentia mal, luego a una mujer tambien. Me acerco a ellos.

- Buenos dias soy Luke por cierto... Tu eres el chico que se sentia medio mal ayer no?... Y usted es? perdonen por ser muy directo

Mientras miro por las ventanas del avion esperando ya bajar.

- Espero llegar... Ya quiero ver que me espera ahi abajo.

Laurence se marcha poco después de su espectacular metida de pata. Después de disculparse con Clement de nuevo -Espero que no me juzges por mi reacción de hoy- y prometer a Aris que se batirían en el tablero de ajedrez -Por supuesto sera un honor dirigir el ejercito negro- Alvar se fue a dormir también.

Estaba intranquilo, pensando en todo lo que había vivido, todo lo que había pensado, todas sus preocupaciones. También ha habido emociones fuertes, muy fuertes. Desde que se había levantado en el castillo de su familia a las 5:00 para tomar el primer tren a Starda, no había tenido un momento de tranquilidad. Todo tipo de emociones y experiencias habían marcado su día, y ya pasaba factura el cansancio. Su fallo a la promesa de mantenerse sereno, y empezar con tan mal pie con el retoño de los Bartholf le dejan muy mal sabor de boca.

De camino ve a un par de Mahadosíes haciendo guardia, si los camareros eran discretos y silenciosos, estos lo eran aun más. Les saluda a la que pasa. Ya en su camarote, saca los cordones de sus botas, los ata entre si y, con la cuerda obtenida, prepara una trampa: ata un extremo al picaporte de la puerta, el otro a una de sus botas que se sitúa en la esquina de una mesa, que mueve de propio para ello, y sobre la que pone un jarrón de cristal y los dos vasos que había en el baño. Por si se pasa por aquí una de esas cosas por las que, segun el vicerector, no tienen por las que preocuparse.

Después de dejar su uniforme en el galán de noche, lo que gracias a las maravillas de los tejidos sintéticos de ultima generación con los que está hecho lo harán estar perfecto mañana, se da una ducha (se permite darse un alivio y regalarle algo de su ADN noble al plato de la ducha) y se mete a la cama. Se despierta varias veces, entre pesadillas y sudores. Los sucesos del día se repiten en su cabeza pero mas bizarros, con desenlaces más extraños. El que bajo la mesilla no halla una daga, lo hace extrañar su dormitorio. La "calidez" de su hogar.

***

Por la mañana se despierta ojeroso, exhausto. Desmonta su trampa y tras hacer algunos abdominales y flexiones, vuelve a ducharse y ponerse el uniforme. Su equipaje, que ni ha tocado, sigue en su sitio. Se marcha al restaurante de la nave, saluda con cortesía a la profesora, a uno que solo conoce de vista y a Laurence al que siente que le debe una disculpa, que no ha estado a la altura, y se pide un café doble "bien cargado, por favor". Sus ojeras están más oscuras, su carácter más taciturno y ver el sol elevarse sobre la primera tierra firme que se divisa en tanto tiempo le provoca el efecto contrario al que cabria esperar: le encabrona y le ofende. Puto sol, puta luz.

Esta noche habrá tratado de sentir si la nave tiene tripulantes muertos y si pueden darle más información sobre la risa siniestra de ayer. Además habrá tenido el sueño en el que mata a Laurence para convertirlo en muerto viviente.

Por supuesto que Alvar no hizo más que atormentarme, era una ley natural que el fuerte se sobreponga dominante sobre el débil "... yo era muy evolucionado? o simplmenete un cobarde?" De pronto, se nota como mis ojos se abren y me sonrojo levemente, mientras mis laibos se abren y mis ojos se entrecierran. Pero otro cambio raudo de gestos me lleva a sacudir la cabeza y mimrar a Laurence fijamente; le sonrio de una maner muy dulce, mirándo por demasiado tiempo sus ojos; ignorando, el belicismo de nuestros acompañantes.

Luego de que todos se levantaran, saludaran a Vicerrector y Laurence se despidiera; Clement mira a los otros dos alumnos, sabía que ya no tenía un lugar ahí y solo estorbaría en su platica y formas tan "rudas" de ser. -perdonen- mira a Alvar - perdone señorito Von Krauser; yo le disculpo su manera pero quisiera explicarme, lo que ustedes ya habían percibido como disperción en mi mente y la poca formalidad de un cambio de mesa y una cena; no planeaba, me llevaron a incomodarle con mi manera de expresarme. - mira a Aris -pero ser educado implica tener tacto y muchas veces ser empatico- dejó su servilleta sobre la mesa con cuidado. -ya tendremos oportunidad de conversar luego...- Luego de dicho aquello, fue tras Laurence.

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Luego de acompañar a Laurence a su habitación y tener una ligera conversación, a la cual me sentí cómodo de abordar por su influencia. Volví a mi habitación a descansar.

Desperté temprano... no pude dejar de ansiar de nuevo aquel tacto... pero a la vez me intentaba reprimir... sabía que ella no me extrañaría, ni en mi anonimato ni mi actitud depresiva y poco interesante. Me arreglé, intenté verme lo más impecable posible; para finalmente salir de mi habitación, habiendo acomodado mis cosas en mi maleta de nuevo.

Una vez fuera, me dijirí a la parte del comedor; ahí noté como estaban dos de mi tres personas favoritas en la nave. Pero me apenaba mucho ver de nuevo a la profesora... así que abandoné mi apetito y seguí caminando, admirando el paisaje abajo de nosotros, en cada ventana espaciosa por la que cruzaba.

Laurence se sienta con timidez delante de la profesora Fossati al tiempo que un chico llamado Luke se les une. Se sorprende al darse cuenta que había llamado la atención cuando se tuvo que marchar a causa de la migraña. Se ruboriza un poco, aunque intente disimularlo.

-Si, soy el mismo... - Contesta con una tímida sonrisa - Mi nombre es Laurence Crawford, por cierto - Se presenta ante ambos. - Estoy bien, creo que puedo mantenerlo a raya, por ahora. - Le responde a la profesora, mientras miraba el amanecer por una de las ventanas. Ordenó un café con abundante leche y medialunas para desayunar cuando el camarero se les acercó. Prestó atención a la profesora, quien parecía bastante preocupada - No sé que nos espera la Academia, espero que sea algo bueno. Por cierto, disculpe mi intromisión, pero la percibo bastante preocupada ¿Ocurre algo?

De repente, escucha como alguien entra al comedor y Laurence se da media vuelta, para ver a Alvar e inmediatamente sonreírle.

-Hola Alv... - Se detiene a mitad del saludo, quedándose callado. No tarda en percibir el malhumor e irritación que desprendía el chico. Laurence se queda preocupado, frunciendo su ceño, intentando adivinar qué ocurría con él. Lo observa sentarse en una mesa apartada y pedir un café cargado. 

El rubio se da vuelta a su mesa y mira su taza de café, mientras le da otro tímido sorbo sin decir nada al respecto. Ya encontraría un momento adecuado para hablar con él.

Obviamente no escuchó el saludo del chico rubio, no escucho nada. Ha gastado mucho esfuerzo para no obtener ninguna información útil. Y recurrir a su don tiene un precio en su personalidad. Parte de la alegría y fuerza vital que gano ayer, han sido consumidas para "establecer contacto" Ahora esta sumido en la oscuridad. ¿Por qué no vendrá una nueva tormenta que tape este maldito sol? me quema los ojos tanta luz

Tras la orden terminé la cena y me fui a dormir despidiéndome de mis demás compañeros, ya habría tiempo para conocernos mejor.

Llegué a mi habitación y puse llave, además de mi equipaje delante de la puerta, sabía que el vice rector seguramente confiaba que todos llegaríamos bien pero no me fiaba de la risa que habíamos escuchado y siendo el hijo de un noble sabía que la primer regla era no confiar en nadie, todos los presentes eramos un objetivo demasiado jugoso para los reinos rivales, ni que decir si alguno poseía algún don tan especial como el mío y por lo que sospechaba, la mayoría de los alumnos lo hacían.

Dormí entrecortado pero eso no afecto mi humor, estaba acostumbrado a dormir así desde mi pubertad, apenas escuché el sonar de las trompetas militares me desperté y sonreí dejándome caer de la cama para comenzar a hacer una serie de flexiones de brazos, intercambiando la mano de apoyo del cuerpo, luego hice un par de abdominales y me soné los huesos.

Me di una ducha y me sequé, asegurándome de estar impecable para el arribo, arreglé mi cabello y me coloqué el uniforme, sin descuidar el detalle del prendedor de mi casa, ante todo recordar quien era.

Salí de la habitación para ir al bar, allí vi a Laurence con la profesora que sufrió el ataque y un rubio random o por lo menos que nunca había visto, vi a Alvar sentado solo y levanté la mano llamando a una camarera antes de ir a la mesa con él.

Saludé a los demás con un -Buenos días- antes de seguir y sentarme con el heredero Von Krauser- te ves mal- comenté sonriendo, y extendiendo la mano para ofrecerle un par de lentes negros, aparentemente salidos de la nada.

Me pedí un mokaccino con 3 tostadas con mermelada de frambuesa, cruzándome de piernas y apoyando la espalda en la mesa.

-Tan mal dormiste?-