Partida Rol por web

En ese momento le pareció ver que el cristo del cuadro le guiñaba un ojo y alzaba las cejas y los ojos indicandole que mirase hacia arriba...

Chester se puso nervioso, y apretó los dientes... ¿de verdad acababa de pasar aquello? No, debía estar imaginándoselo... De todos modos, para confirmarlo, debía mirar al techo.

Tragó saliva otra vez, y miró hacia arriba...

Justo cuando el muchacho miró hacia arriba una gran gota de algo pegajoso cayó en su cara. Chester se llevó la mano a donde haía notado la gota y observó con pánico que aquello que estaba goteando era sangre. ¡La sangre caía del techo de la cara de los santos! ¡Los santos manaban sangre! Pero no era cómo en aquellos milagros de los que había oido hablar porque la sangre no brotaba de sus ojos o del sudor de su frente. La sangre parecía brotar de sus bocas que se torcían en una expresión malevola.

El chico empezó a retroceder aterrorizado hacia la puerta.

-No... no... sangre no... ¡no!

Aceleró el paso, procurando no mirar atras, quería salir de aquel lugar y encontrar a uno de los sacerdotes, al que fuera. Simplemente quería huir de aquello.

-Chester....-una voz provenía del cuadro del cristo sangrante.

El niño seguía avanzando tratando de no mirar atras, pero la tenteción era demasido fuerte, demasiado intensa...finalmente se giró a mirar el cuadro. Cristo ya no estaba crucificado. Estaba apoyado en la cruz, con los brazos extendidos y una sonrisa podrida en la cara.

-Ven conmigo...yo te protegeré...Dejad que los niños se acerquen a mi, siempre digo eso...acercate Chester. Acercate...Juntos flotaremos...Aqui todos flotamos

Aunque no podía dejar de mirar a aquello, el chico siguió retrocediendo, mientras agarraba con una mano temblorosa el pequeño crucifijo que llevaba colgado al cuello.

-N-no... tú no eres Jesucristo... él no me habría tentado para mirar éso... además, pareces malo... eres malo. No quiero ir...

Aquella carcajada le gustaba menos aún, asi que se alejó, o al menos intentó alejarse, aún más rápido.

No soltaba la pequeña cruz, y se repetía a si mismo que Dios le ayudaría.

Finalmente, Chester consiguió salir corriendo de la capilla con el corazón en un puño hasta que se dió de bruces con el padre Hardy

-¡Padre Hardy! ¡Padre Hardy!-sollozó Chester al encontrarse de pronto con él, no sin antes darse un buen sobresalto. Entonces, entre lágrimas, le explicó lo que había visto.

-Había sangre, que caía de las bocas de los santos... y me cayó en la cara... y Jesus se descolgó y era malo y me hablaba... quería llevarme con él...

Pero Chester...Chester tranquilizate...Pero ¿que te pasa muchacho?

El padre Hardy logró tranquilizar al muchacho y hacer que le explicase de nuevo lo ocurrido. Cuando el niño volvió a contarle todo el padre Hardy se le quedó mirando muy seriamente y le pregunto:

-Chester...¿abriste las ventanas antes de pintar?

-Creo que no, padre Hardy... ¿cree que todo fue por la pintura?

-Hagamos una cosa. Entremos de nuevo. Si realmente ha pasado lo que crees haber visto, quedaran restos, sangre y demás.Vamos no tengas miedo.

El hombre, agarrando amistosamente a Chester entra en la habitación. El cuadro vuelve a estar en su posición original pero aun hay restos de sangre por toda la capilla. Sin embargo, el padre Hardy no parece percatarse de la misma y se vuelve hacia el niño con una sonrisa.

¿Lo ves? No hay nada por lo que preocuparse. Mira, si te sientes más tranquilo,abrimos las ventanas y hoy te ayudaré a barrer y fregar el suelo y ya mañana cuando esto esté ventilado continuas pintando ¿De acuerdo?

Una solitaria gota roja del techo cayó sobre la mano del sacerdote, que no pareció darse cuenta de ello.

-De... de acuerdo-el niño parecía pálido, y miraba fijamente la gota de la mano del sacerdote.

"¿Por qué el padre Hardy no ve todo ésto? ¿Es que me estoy volviendo loco? ¿O es la pintura?"

Sin embargo no tenía ninguna explicación, asi que supuso que aquello no era real y se lo estaba imaginando por alguna razón. Asi que, procurando ignorar la sangre, se puso a limpiar aquello.

Cuando Chester y el padre Hardy terminaron de limpiar el suelo de la capilla  salieron a la calle. Con el aire llenando sus pulmones, el niño comenzó a creer que realmente todo habían sido imaginaciones suyas. De todos modos no le hacía gracia la idea de pintar la capilla a solas, pero se lo había prometido al padre Hardy.

El resto del sábado Chester le pasó leyendo y jugando a las cartas con los otros muchachos que en breves desaparecerían durante todo el verano intentando olvidar el susto que había vivido. SIn embargo los días siguientes sufrió terribles pesadillas. Cada vez que entraba en la capilla se sentía literalmente aterrado pero no podía fallar a los sacerdotes.

Finalmente las clases terminaron. Era el último día de escuela y estaba totalmente pálido e ido. Tan absorto estaba en sus pensamientos que no estubo a punto de chocarse con un par de compañeros de su clase: El alocado y enfermizo Jack y el empollón y tranquilo Danny. Francamente, no entendía como podían ser amigos.

Había pasado unos días muy duros...pero al menos cuando llegase a la capilla tenía una bicicleta con la que disfrutar todo el verano