Partida Rol por web

-Cla...claro-le digo con un tono bastante absurdo.

Es una chica guapa y, sé de sobra, que es lista... y me pide ayuda a mí.

-De todos modos, mi madre también se enfadaría si supiera que he montado en bici y más si ha sido con un chico. Tal vez si cambio a Jack por ti... las horas en el armario sean menos... aunque tendré que redimir el pecado de mentir-expliqué con la voz algo avergonzada, pues explicar abiertamente mis creencias, o las creencias que mi madre quiere que tenga, siempre me ha avergonzado.

No estaba segura de lo que era redimir, pues aunque iba a la iglesia todos los días especiales y algún que otro domingo con mi madre, debía admitir que no prestaba atención. Sabía que mentir estaba mal para Dios, y matar y algo llamado adulterio que no estaba segura de qué era. La verdad es que eso de la religión tenía muchas palabras raras y la mitad no las explicaban a los niños. "Eres muy joven, ya lo entenderás de mayor" decían siempre. ¿Entonces para que tenía que ir ahora a la iglesia si no me explicaban lo que escuchaba? 

Fuese cómo fuese, parecía que Emily accedía, así que ahí estaba salvada.

- Muchas gracias, de verdad. No creo que el Señor se enfade mucho por esta mentirijilla tan pequeña. Además, creo que si le rezas y le pides perdón ya no pasa nada. Una vez mi madre entró en el armario ese raro de dos puertas que hay e la iglesia, y el cura le dijo que rezase y le pidiese perdón a Dios y que todo estaría bien, que Dios era miser...misercodio...miseridioso...Algo así. Ya verás. 

Me sentía un poco tonta usando palabras de adulto que no conocía, a veces ni sabía decir, pero seguramente ella sí que sabía a que me refería. El cura decía esa palabra mucho y Emily iba siempre a la iglesia y leía la biblia. Mientras seguíamos caminando había llegado el momento de separarnos, así que me decidí a despedirme.

- Pues nos vemos, mañana, o pronto. ¿Vale? Ponte unas tiritas en los codos, que los tienes pelados. ¡Hasta otra Emily! - dije despidiéndome con una sonrisa y agitando la mano.

En cuánto me alejé de ella cambié mi cara a una más triste y fatigada, para que si Phil me veía acercarme mi historia tuviese más posibilidades de funcionar.

Ambas niñas se separaron al llegar a casa de Emily. Con el rabillo del ojo pudieron ver como las cortinas se movían ligeramente, como si alguien acabase de asomarse o retirarse de la ventana, y las niñas supieron que había llegado el momento de ir cada una a su hogar.