Partida Rol por web

Martin se despertó de la pesadilla con la respiración entrecortada y completamente sudado, mientras casi se asfixiaba con un diminuto trozo de tarta de chocolate que había quedado en su boca.

Estaba temblando por el miedo y deseaba llamar a su madre para que viniera a consolarlo, pero no lo hizo, sabía que le diría que solo era una pesadilla por comer tanto y mañana no le dejaría repetir postre.

Aunque si alguien le preguntaba le diría que eso no eran más que tonterías y chiquilladas. Sabía, igual que saben todos los niños desde los cinco años que los monstruos se esconden bajo la cama o dentro de los armarios esperando a que bajes o que duermas para atacarte, por lo que se protegió de la única manera posible, tapandose la cabeza con la sabana. 

Hasta que pasados unos minutos el cansancio venció al miedo y volvió a dormirse.

Martin tardó mas de lo que hubiera deseado en dormirse y, en todo caso fue un sueño intranquilo. Al despertarse por la mañana no recordaba haber tenido una segunda pesadilla, aunque si recordaba perfectamente la anterior... había sido horrible. Desde luego, el no er aninguna nena que tuviese miedo a las arañas, pero aquel sueño había cambiado aquello. El solo pensar en los seres convulsionando sus ridiculas patas, agonizando...

metiendose en su boca

se sentía aterrorizado. ¿Cómo era posible que su mente hubiese imaginado aquello? ¿Y ese hueco en los Barrens? ¿Y que hacía Chester allí? No le extrañaba demasiado que estuviese en un sitio raro ya que en el colegio se rumoreaba que mató a su padre y a su madre (aunque Martin sabía por su padre que aquello no era más que un bulo cruel) pero ¿Que hacía alli él? Él era Martin Griffiths por el amor de Dios, era el hijo del dueño del concesionario con más éxito del condado y nadie, jamás se había atrevido a atacarle.

Bueno si, algunas veces oía que le llamaban gordo, pero siempre entre cuchicheos y cierto era que le hacían vacio.

Entonces... ¿Qué había cambiado? Había encendido una vela y de pronto tenía amigos

y pesadillas

Aquello era demasiada filosofía, especialmente en ayunas. Tenía que relajarse, bajar a desayunar y pensar en la fiesta que tendría el jueves en su casa. Además...esta vez podía invitar a gente. Y si lo retrasaba un día podría hasta invitar al niño judío y así serían más.

La pesadilla le había dado muchas cosas en las que pensar, pero prefería no pensar en ninguna de ellas, pues un desagradable escalofrío recorria la espalda de Martin cada vez que lo hacía.

Tenia hambre y decidió bajar a desayunar, aunque antes de hacerlo, y como medida extra de precaución se asomó y miro debajo de la cama.- Estoy seguro que no hay nada - pensaba mientras lo hacía.

Después bajo a la cocina y le dijo a su madre. Buenos días mama, ¿Que hay para desayunar? ¿Tortitas?

Martin miró debajo de la cama con cierto temor de encontrarse algo y vaya si lo encontró: una gorda araña negra que al verse descubierta trató de meterse en el rincon mas recóndito del hueco de la cama. No tenía nada especial, era una araña común de las que, en ocasiones se colaban en verano. Sintiendo una arcada se levantó y bajó a desayunar seguro de no que no iba a tener hambre nunca más... hasta que olió el aroma de la cocina.

Y con sirope. Te he dejado los bocadillos en la encimera. Les he añadido una lobcha de bacon y una manzana de postre.

Ya solo quedaba desayunar, meter la comida en la mochila y dirigirse hacia donde había quedado con sus amigos.

Allí estaba bajo su cama, era diminuta, no más grande que su uña del dedo meñique y con ocho patas largas pero tan delgadas como un alfiler. Podría haberla matado de un soplido, pero en lugar de eso un escalofrío le recorrió el cuerpo y notó el amargo sabor de la bilis en el fondo su garganta.

Bajo de la cama de un salto por el lado más alejado de la minúscula araña y corrió escaleras abajo a desayunar, afortunadamente la naturaleza le había proporcionado un estómago de hierro y se recupero a tiempo de saborear el delicioso desayuno de su madre.

Devoró las tortitas con sirope, estaban buenísimas como siempre. Después metió los bocadillos en su mochila y antes de salir de dió un beso a su madre.

Me voy mama. Hoy les diré a mis amigos si quieren venir al cumpleaños. Es el jueves.¿Verdad?

Tu cumpleaños si, cielo— exclamó la mujer riendose—pero la fiesta cuando quieras. Decídelo con tus amigos

La mujer fregaba alegremente los platos cerrando con el pie un cajón que estaba detrás de ella, ignorante de que esa figura que ella lucía se convertiría en pocos años en un cliché, casi en una burla hacía lo que era aquella sociedad en la que vivían. Claro que eso era algo que desconocían, igual que desconocían que la ciudad vecina, recientemente rebautizada como "Haven" había sido cambiada de nombre cuatro veces anteriormente...y que ese sería el último nombre que tendría la ciudad.^*

Sé cuando es mi cumpleanos. Cuento los días para poder estrenar mi camara nueva - le dijo a su madre.

Martin salió de casa, cogió la bici y esperando no encontrarse con ninguna de esas cosas de ocho patas pedaleó hasta donde había quedado con sus amigos.

Jajajajaja la cámara la tendrás el día de tu cumpleaños, briboncete— le dijo mientras salía da verle alejarse en la bicicleta a jugar con sus amigos. Su hijo tenía amigos... ¡por fín era normal!

Nada más entrar en su casa, Martin oyó la voz de su padre hablando por teléfono y a su madre saludarle con un abrazo. Su padre tenía la expresión implacable de negociador que adoptaba cuando algo no le gustaba pero tenía que aceptarlo. A sus fosas nasales llegaba el olor del serrín y el barniz. Era de esperar que en unos días terminasen con las reformas.

-Hola Martin cariño...¿Qué tal el día?

Mientras su madre le daba la habitual bienvenida, su padre continuaba la conversación. 

Si, si...lo comprendo. Este país respeta las religiones señor Jones...Si...No hay problema en que tengan cerrada la tienda.... No ¡por Dios! ni lo mente...Bien. Nos vemos la semana que viene. Cuidese y siento mucho lo ocurrido

Hola mama. Muy bien, he estado con mis amigos del colegio. - contestó a su madre mientras se zafaba de su abrazo lo más rápidamente posible pero sin que pareciese brusco. El ya era mayor para todas esas cosas pero su madre parecía no entenderlo. - ¿Qué hay de cena? ¿Has hecho tortitas de postre?

Escuchó a su padre hablar por teléfono y le preguntó a su madre..- ¿Con quien habla papa?¿Es del trabajo? 

Si. El padre del niño que fue...bueno...asesinado lleva una tienda de ultramarinos que es propiedad de tu padre y como es judío tienen la absurda tradición de no salir de casa en una semana. Parecen buena gente. Son muy formales llamando para avisar de que el negocio estará cerrado una semana. En fin —suspiró—Deben estar pasando por un infierno.

Anne miró a su hijo como pensando que pasaría si ella estuviese en el lugar de la desconsolada madre y movió la cabeza. Como mujer temerosa de Dios no deseaba nada malo a los judios. Todo el mal que habían hecho lo habían pagado, Dios se había asegurado de ello.

¡Que bien que hayas estado con otros chicos. ¿Quienes son? Y estás *lleno* de barro

Ya te lo he dicho, mis compañeros de clase. A ver- le dice a su madre haciendo memoria- he estado con... Danny Paker, Jack Sick, Lissey la hija de los Crauff, Emily la hija de la beata y Chester que vive con los monjes.

Cuando su madre ha alusión al barro Martin se mira alarmado comprobando que después de revolver en la basura para encontrar cosas para la cabaña y que Vincent lo tirara al suelo para amenazarle y golpearle no se había limpiado, y ahora sus ropas están llenas de barro. - Si- dice en un tono desapasionado mientras piensa algo que contarle a su madre.- Nos metimos en algunos charcos con las bicis y las ruedas me salpicarón.

Mmmm Lissey Crauff ¿eh? Vaya...cuidado con esa chica, y con Chester...—recomendó la mujer— Sus familias...bueno, da igual... Bueno, pues pon eso en la cesta y ponte el pijama. La cena estará en seguida y recuerda que mañana hay que madrugar para ir a misa.

¿A misa?- preguntó Martin, como si solo por quejarse un poco fuese a librarse, aunque por el gesto de su madre, sabía que no había forma de librarse. En verdad sabía que no había ninguna firma, ni siquiera el domingo en que sus padres sufrierón aquel violento ataque de virus intestinal, que los dejo incapacitados para alejarse más de un par de metros de baño, consiguió el robusto niño librarse, pues su madre se las arregló para que fuese en compañía de una vecina.

Vale mama- dijo dándose por vencido se quitó la ropa sucia y fue directo a su cuarto a ponerse el pijama y bajar a cena lo antes posible.

Quince minutos después, Martin estaba en la mesa sentado y ya sin las manchas de barro en codos y cara. Anne comenzó a servir la mesa mientras George elogiaba el olor de la comida. Lo mismo de todos los días.George se volvió hacia su hijo y preguntó.

¿Como te ha ido hoy?

Muy bien papá. - Contestó a su padre- He estado con los mis compañeros del colegio dando una vuelta. Mamá me hizo unos sándwiches buenísimos y comimos todos juntos.

¿Cuándo terminarán las obras?- preguntó como si tal cosa mientras daba buena cuenta de la cena de su madre, pues aunque no les había contado nada a sus padres sobre el ataque de Vincent, sabía que cada hora que pasara en las calles implicaba arriesgarse a recibir una paliza.

Pues supongo que el miercoles—respondió el hombre sirviendose mas salsa— ¿Con tus compañeros de clase eh? Eso es una novedad muchacho. Supongo que los hayas invitado a tu cumpleaños ¿no?

Martin respiró un poco más tranquilo al escuchar a su padre. Cuatro días días más y no tendría que jugársela tanto rato en las calles.

Sí. Están todos invitados a mi fiesta de cumpleaños. Les he invitado hoy mismo. Lo que aún no sé es a cuantos les dejarán venir. Mañana o el lunes te lo diré mama.

En la fiesta.... ¿Habrá globos hinchables?...¿Y un payaso? - Aunque ya era un poco mayor, aún le encantaban. ¿Qué clase de fiesta era esa que no tenía globos, girnandas y confeti? Y aunque algunos de sus amigos tuviesen miedo de ellos, por lo del asesinato y esas cosas, él era un valiente que no conocía el miedo. Exceptuando las arañas y a Vincent claro.

¿No eres un poco mayor para un payaso? Vamos,que si quieres uno lo tendrás pero ya cumples 12 años.Luego acercandose para que su mujer no le oyera añadió Tienes mas bien edad de una payasa¿eh? jejeje Bueno—dijo volviendo al tono normal. ¿Y quien vendrá a tu cumpleaños? Jhon estaba pensando en su negocio. Si venian los padres de los niños a llevarlos podía tratar de conseguir algún cliente.

Papaaaaa- respondió a su padre. Claro que le gustaban las chicas, el no era ningún invertido de esos, pero una fiesta de cumpleaños sin payasos era como un pastel sin relleno de crema.

Pues a ver.- Martín hace memoria para no olvidarse ninguno mientras cuenta con los dedos de la mano derecha. - He invitado a Danny Paker, Jack Sick, Lissey Crauff, Emily White y a Chester el chico que vive con los monjes.

Luego volvió a dedicarse en cuerpo y alma a el delicioso postre que había preparado su madre esa noche.