Partida Rol por web

Vuelvo a asomar la cabeza fuera de la puerta, miro a un lado y luego al otro y...

Nada...

-Pues habrá sido algún gracioso, pero por ahora las culpas te las has llevado tu. -desùés de varios segundos que yo ya había olviodado todo le dije- ¿a dónde vamos? ¿que te dijo yaya luces?

- Mira, mi padre me ha enseñado fotos de cuando yaya era joven. -se sacó la mochila que llevaba en la espalda y de ella la carpeta que le había confiado Paul. Dentro había una foto nueva y se la enseñó. En la foto se veía a la abuela de Danny junto con otro hombre que se parecía mucho a Paul. También había un niño que debía ser el padre de Danny y, en el fondo, un payaso montado en un monociclo.- Ésta me la ha dejado traer. ¿Ves el payaso? Pues te juro que cuando mi padre no miraba, se ha puesto a hacer malabares y a moverse en su monociclo.

Quiere asustarnos. No sé si por venganza o porque tiene miedo a que hagamos lo mismo que nuestros abuelos.

Después le habló de su conversación con su abuela.

- Anoche hablé con ella. Estuvo desvariando como siempre, pero por unos momentos pareció recuperar su lucidez. Estaba asustada. Me dijo que lo habían matado y que habían cerrado las salidas para siempre. También me dijo que era un auténtico laberinto, supongo que se refiere a las alcantarillas.

Cuando le dije que aún estaba vivo y le pregunté cómo le habían matado, pareció dudar. Dijo algo sobre unas balas de plata, pero en esos momentos volvió a perder el oremus y acabó por quedarse dormida.

¿Y tú, has averiguado algo? Dijiste que querías mirar en el desván.

El tema de dónde podían ir, lo dejó pospuesto. De momento le interesaba saber si su amigo había conseguido alguna información útil y qué le parecía lo que le había contado de su abuela.
 

Agarré la foto y la moví en diagonal a ver si era como esos hologramas que decían, que realmente eran dos imágenes en una superficie rayada, pero al parecer no se movían. También podría tratarse de que lo de su abuela fuese hereditario y el estuviese alucinando, aunque por esta vez no le comenté nada.

-Interesante lo que has descubierto, yo sólo me he dado cuenta de que aun me gusta jugar con mis juguetes de cuando era mucho mas pequeño, que justamente son lo que hay escondidos en el desván, pero nada de vuestro monstruo. Posiblemente contra mi no tenga nada. ¿vamos a ver a los otros y que nos cuenten sus historias?

Uffff. - pensó Martin. Allí había mucho que leer, muchísimo. Pero no terminaría nunca si no comenzaba por algún sitió. Y sólo había una forma infalible de elegir entre aquellos tres libros.

Pinto, pinto,

gorgorito,

saca las cabras

en veinticinco.

¿En qué lugar?

En Portugal.

¿En qué calleja?

La Moraleja.

Saca la mano

que viene la vieja.

Cuando terminó tenía el dedo índice sobre el libro con los indios sentados alrededor de la hoguera.

En uno de los momentos donde movía la foto, la manos de Jack se introdujeron en la fotografía. Parecía uno de aquellos efectos ópticos donde se metía un palo en el agua y se veía unos centímetros más lejos... Era terrorifico...los dedos del niño habían adquirido el tono gris de la fotografía...Y cuando pensaban que era demasiado terrible, que no podía ir peor...entonces el payaso, montado en el monociclo a lo lejos comenzó a moverlo. Parecía que se estaba acercando a la mano de Jack.

Chester terminó de hacer las tareas y fue a comer. Estaba cansado y la camisa de tirantes que se había puesto a trabajar estaba cubierta de sudor infantil. No tan oloroso como el de los curas pero aún así incómodo. Al terminar fue a darse una ducha y se encontró con la agradable sorpresa de unos bocadillos con carne para que pudiese comerlos en la merienda.

Pronto terminó el árbol genealógico, que no era muy complicado. Ahora que lo pensaba, la niña recordaba el nombre de los padres de su madre, y del padre de su padre, pero no tenía muy claro el de su abuela. Quizás porque no la había conocido. Haciendo eso el tiempo se la pasó rápido y cuando se quiso dar cuenta ya era hora de comer y su padre estaba roncando. 

Abrí los ojos como platos la ver la fotografía hacer cosas raras.

¿estaría alucinando?...

El ver moverse al payaso en su casa le produjo un fuerte estremecimiento del cual se repuso. El ver hundirse la mano de su amigo en la fotografía fue demasiado para el muchacho.

- ¡Sácala, Jack! ¡Saca la mano de ahí! -gritó, aterrorizado.

Enrollé el árbol con un lacito hecho con un cordel y lo dejé sobre el escritorio, junto a los colores. En cambio, cogí el papel con los nombres de todos mis abuelos que había escrito en la cocina y lo metí bien metido en mi mochilita.

Bajé a la cocina y me preparé un sandwich. Mejor si me iba mientras Phil dormía, por si acaso le daba por levantarse y prohibirme jugar con Emily. Seguramente llegaría antes que ella, así que había cogido también conmigo un libro de cuentos para entretenerme. Era sobre "Rumpelestitikin", o algo así. Su nombre se me hacía imposible, pero la historia me gustaba. Iba sobre una chica que por culpa de su padre tenía que convertir la paja del granero del rey en oro, pero no sabía. Todo era una mentira de su padre que era un charlatán. Entonces "Rumpelestitín" aparecía y le ayudaba a cambio de su primer hijo. Y luego pasaban muchas más cosas. 

Con el sandwich dentro de la mochila también y una cantimplora llena de agua fresquita, salí de casa. Cogí la bicicleta para ponerme camino a nuestro "club", porque aunque a Emily no le dejaban montar, a mí sí. Podía andar a la vuelta con ella, pero prefería ir en bici si iba yo sola. 

Mientras Martin leía la historia de los indios en la biblioteca, sentía que cada vez se iba introduciendo más y más en la historia. Los indios con sus salvajes costumbres, como arrancar los cuellos cabelludos a aquellos que intentaban conquistar las tierras, las cacerías de búfalos, predecidas por lecturas de destino con huesos. Entre ellas destacaban las siguientes.

Muerte y duelo

Los indios sioux pensaban en su propia muerte como la continuación de la naturaleza de la vida y se acercaban pacíficamente a ella. Los familiares y los miembros de la tribu colocaban fuera la cama del moribundo en las horas finales, de modo que el espíritu del difunto ascendiese al cielo. A pesar de la creencia en una vida después de la muerte, los sobrevivientes lloraban a su muerto. Lloraban hasta que no podían hablar. Era costumbre de las mujeres sioux soltar y cortar su cabello y quitar adornos de sus túnicas. Los hombres aplicaban maquillaje negro a sus rostros. Los familiares más cercanos del muerto se cortaban a sí mismos, pintando sus cuerpos con sangre. A menudo regalaban posesiones personales como signo de sacrificio para el muerto.

La ceremonia de la danza del sol

La ceremonia de la Danza del Sol era una antigua costumbre mantenida por la mayoría delos indios de las planicies. Se llevaba a cabo en el verano durante 4 a 8 días, y simbolizaba una manera de alcanzar poder y purificación espirituales. Esta ceremonia fue prohibida por el gobierno estadounidense en 1904, debido a la tradición de hacer perforaciones en el pecho de los hombres jóvenes. En una ceremonia sioux de la Danza del Sol, las mujeres no se realizan perforaciones porque creen que las mujeres soportan suficiente dolor durante el parto. Otros componentes de la Danza del Sol incluyen cabañas de sudar, ayunos, bailes, tambores y la adoración del álamo de Virginia.

Las cabañas de sudar.

Las cabañas de sudar eran cabañas que se cerraban de algún modo de forma que el aire no pudiese salir al exterior. Allí los guerreros indios se sentaban en corro y hacían una hoguera con hierbas aromáticas, quedandose en ella hasta que se mareaban y sentían que no se podían quedar más tiempo. Entonces salían. El último de los que se quedaba dentro tenía visiones que ayudaban a tomar decisiones importantes para el destino de la tribu.

Costumbres relativas al parto

Las ceremonias que traen a un bebé sioux al mundo comienzan antes del trabajo de parto. El boticario canta. El canto puede durar toda una noche sin dormir. Las parteras ofrecen hierbas para limpiar a la madre luego de que dé a luz. Frotan sus pechos y abdomen con ellas y la limpian con agua. La misma ceremonia de la limpieza de la madre es realizada para el niño cuando nace.

El rito de Chüd

Los indios contaban una leyenda de un terrible monstruo al que se enfrentaron en una ocasión. El guerrero y el monstruo, llamado Chüd llegaron a un pacto: mientras el monstruo mordería la lengua del guerrero, el guerrero mordería la suya. EN esta incomoda posición se contaban chistes acordando que el primero que rompiese a reír sería el que decidiese el destino del pueblo, y el perdedor moriría con su apéndice arrancado.

Las plantas protectoras

Entre los Miwok de Sierra Central había una Clase de Espíritus de la Naturaleza llamados Suchuma. Tenían el Poder de provocar Lluvia y Tormentas de Viento o Torbellinos violentos. A los Niños se les advertía que se apartaran de Espíritus como Nenakatu, una Criatura parecida a los humanos, de 70 centímetros de Altura y con un Pelo que le llegaba a los Tobillos. 
Los Miwok usaban la Planta del Ajenjo para protegerse de estos Espíritus, para mantener apartados a los Fantasmas y para Purificar y Proteger a aquellos que habían entrado en Contacto con Fuerzas Malignas. 
 

Durante unos terribles segundos, ambos niños vieron como el payaso se acercaba poco a poco. Jack trataba de sacar la mano pero algo se lo impedía hasta que finalmente, con un tirón de Danny desde la foto, que cayó al suelo y otro de Jack de su mano consiguió liberar la mano. El payaso se había acercado hasta la foto, cubriendo el fondo que antes mostraba y de ella salía un olor a podedumbre.

Os Mataré a todos...os mataré...uno por uno...

La voz era un susurro extraño y aterrorizador, con matices agudos. De los dientes del payaso caían gusanos verdes y podridos que resbalaban por la fotografía...por el lado de dentro, como si estuviese apretado contra un cristal hasta que desapareció volviendo al fondo de la fotografía. Por un instante, pareció salir un ruido de palomitas con mantequilla y algodón de azúcar, pero pasados unos segundos desapareció. Aquello tenía que ser una alucinación...y eso hubiesen pensado de no ser por la mano de Jack, de la que resbalaban finas gotas de sangre; un pequeño tajo había aparecido justo a la altura por donde la foto había absorbido su mano.

La niña fue la primera en llegar a la casita secreta. No la fue dificil esconder la bicicleta y entrar en ella. La verdad que la habían dejado bastante cómoda y espaciosa. El suelo estaba blandito y seco por lo que no se mancharía los pantalones de barro y hacía fresquito, en contraste con el calor que hacía fuera. Además parecía que Paul había estado allí, pues se había dejado olvidado (o quizás para que los otros niños dejasen cosas como en un club de verdad) un libro. Y si, sabía que era de Paul porque había una etiqueta con su nombre. El libro era uno de esos gordos que gustaba leer al chico, y podía "Historia de Derry"...

Solté la fotografía y fue cayendo mientras ondeaba hacia abajo como si fuese una pluma y me quedé mirándola, entonces unas gotitas rojas se estrellaron sobre ella.

Sangre...

Miré mi brazo, y era mía, que goteaba lentamente por mi mano, y algo me hizo un nudo en la garganta:

-¿Antes no picaste tu, verdad?, ¿y esto no es ninguna broma? dime la verdad Danny, tu y yo somos amigos desde siempre -me comenzaron a  caer lagrimones por las mejillas- dime la verdad.

Apreté la herida para que dejase de sangrar.

Al ver el libro me pasó por la cabeza que Paul lo había dejado ahí para compartir. Hm. Una pequeña biblioteca compartida en el refugio era muy buena idea. 

Saqué mi libro de cuentos y lo dejé dónde estaba el de Paul, cogiendo el suyo a cambio. La historia de "Rumpelestikin" era muy chula, pero leer un libro que no me había leído ya era más atrayente, por mucho que el título pareciese de lo más aburrido.

"Si es aburrido, lo dejo. Pero si Paul lo ha traído para convertir es que es interesante."

Saqué el sandwich también y procuré no desenvolverlo del todo para que mis dedos no se manchasen. No quería pasar las paginas con dedos manchados. Me senté y abrí el libro, empezando a leer mientras comía. ¿Sería un libro de historia de verdad o el título era engañoso? Tal vez era de aventuras. Sí, de unos niños que salvaban el pueblo. ¿De qué me sonaba ese argumento? 

Danny también tenía los ojos humedecidos, fruto de la tensión de aquellos angustiosos momentos. Vio como su amigo conseguía retirar la mano, cómo la foto caía al suelo, cómo el payaso les amenazaba desde ella.

Se quedó unos instantes totalmente rígido, sin reaccionar. Finalmente, al ver como Jack se desplomaba, se lanzó sobre él y lo abrazó. Tenía la visión borrosa por las lágrimas.

- No, Jack, no parece que sea ninguna broma. -le dijo, tras soltarle del abrazo. Parecía que por fin, ése Jack tan despreocupado siempre de todo, empezaba a tomar conciencia de las cosas raras que les estaban sucediendo.- Todo lo que pone en estos papeles es verdad y ahora 'eso' quiere vengarse porque somos los nietos de los que casi lo matan.

No sé cómo, pero me parece que ahora nos toca a nosotros rematar esa faena, antes de que él nos mate a nosotros.

Poco a poco fue recuperando la compostura. Desde el asunto de las velas en casa de Paul, Danny se sentía diferente, más seguro de sí mismo, respaldado por la sensación de pertenecer a un grupo de gente... especial. Y tenía la sensación de que los demás debían sentir algo parecido, incluido Jack, aunque nunca lo hubiera manifestado.

Así que más vale que te vayas haciendo a la idea. -le dijo, con una sonrisa de ánimo. Señaló su mano herida.- ¿Estás bien? Parece sólo un rasguño.

Miró la foto en el suelo. Pensó en dejarla ahí, en no acercarse a ella más, pero al final reunió el valor suficiente para agacharse, cogerla rápidamente por una esquina con el pulgar y el índice, dejarla caer dentro de la carpeta de Paul y cerrarla inmediatamente.

Agradecí el abrazo apretándolo contra mi (al cabo de unos años pensé que aquello había sido muy gay, y mas con las hormonas que florecían en Danny), y luego con miedo miré como recogía la foto:

-¡Estás loco, suéltala, la quemaremos con el mechero! -pero consiguió guardarla en su carpetilla- buffff, no lo vuelvas a hacer.

Miré mi herida y la chupé descubriendo un simple arañazo debajo de la sangre y la apreté un poco. Picaba horrores.

-Busquemos a los demás, esto parece que va en serio...

Entre los libros de indios había una gran cantidad de información. Pero así a primera vista, nada que tuviese relación directa con el payaso que le atacó ayer en su casa o la bestia con la que había soñado. Con todo bien anotado en su cuaderno Martin salió de la biblioteca para irse a su casa a comer.

De camino pensaba en el rito de Chud y lo cómico que sería ver a Jack intentando hacer reír a la bestia.

Una buena ducha, después de haber terminado aquel trabajo, consiguió que la mente infantil de Chester relegara sus preocupaciones a rincones más profundos. El día estaba siendo bastante normal, y los bocatas hicieron que éste pudiera pasar a considerarse bueno. Debería esperar a la merienda, pero tenían una pinta estupenda. 

Estaba más que claro. Había que avisar a los demás. La cuestión era ¿Dónde estarían? ¿En casa? ¿En el "club"? ¿Donde? Aquello era un juego peligroso muy alejado de lo que habían pensado en un principio y tenían que ponerse en marcha. Hacer algo, no podían detenerse. Los niños se quedaron unos segundos pensativos, serios y tristes. La herida de Jack dejó de sangrar y este último de pronto no pudo controlar su cuerpo y...

El olor comenzó a invadir el pequeño circulo que habían formado. Jack se había tirado un bueno. Sin poderlo aguantar, los niños soltaron una risilla débil. A pesar de todo eran niños. Sin embargo, ese pequeño momento de risa no lograba disolver la creciente sensación de terror. Pero al menos había servido para distraerlos un par de segundos.