Partida Rol por web

Mientras se dirigía a la puerta, más asustado que enfadado, Jack se fijo que una de las nubes tenía una clara forma de tortuga. No era algo que pudiese parecer varias cosas... Era claramente una tortuga. Hasta había un hueco que dejaba pasar el sol en donde tendría que estar el ojo.

Lissey tenía razón, aquello no le estaba gustando nada. Recordar lo de ayer le había puesto los pelos de punta, y para acabar de rematar la situación parecía como si alguien hubiera conectado el aire acondicionado y como si las velas de casa de Paul tuvieran vida propia.

Martín se agacho y cogió la vela que le estaba apuntando para dársela al asustado Paul con un simple - Toma, esto es tuyo.- no quería que los demás se dieran cuenta de que aquellas velas también le estaban empezando a asustar.

El incidente de las velas no hizo más que acabar de crispar los nervios del chico, que ya estaban extremadamente tensos.

- Yo tampoco sé de qué va esto. -le respondió, ahora sí, a su amigo Jack, sin apartar los ojos de la vela que señalaba a Danny, a pocos pasos suyos.- Tiene que haber sido casualidad...

Armándose de valor se acerco a ella y le dio una patada suave, con la punta de la zapatilla. Un toquecito sutil que en condiciones normales habría hecho girar la vela apenas un cuarto de vuelta, haciéndola apuntar hacia otro sitio.

Mientras Paul, confuso, recogía la vela que Martin le ofrecia sin que nada raro pasase, la vela que Danny había golpeado, volvía a su posición original, apuntando al niño.

Paul, recogió el candelabro del suelo y lo colocó en una mesita. Las manos le temblaban y era incapaz de decir nada mientras colocaba las velas en el candelabro para que no apuntaran a nadie.

"Esto tiene que ser cosa del Señor, es cosa del Señor, cosa del Señor..." me repito, pero en mi fuero interno sé que no es cierto, si fuera el Señor yo no tendría miedo y lo tengo, y mucho.

Me agacho frente a la vela que me apunta y la toco con la mano evitando la mecha.

-No sé muy bien de qué va esto, pero no me gusta-digo mientras sigo tocando la vela.

Chester ayudó a recoger las velas y ponerlas en el candelabro. Le estaba poniendo muy nervioso verlas ahí, tiradas en el suelo apuntándoles, así que lo mejor sería devolverlas a su sitio, cuanto antes, mejor. 

-Todo ésto es demasiado raro...

La verdad, al niño aquello le estaba empezando a parecer demasiado extraño y macabro... Globos, risas siniestras, asesinato de un niño a mordiscos... No, aquello no podía estar bien. Sin embargo, lo de la risa siniestra, visto todo aquello, era lo que más le preocupaba.

-Quizá lo de la capilla no fue por la pintura...-susurró, más para sí mismo que para otro. 

Por un momento quiso pensar que no ocurriría, pero no fue así. La vela respondió al toquecito de Danny como lo hubiese hecho cualquier vela, girando despacio sobre sí misma un cuarto de vuelta. Pero no se detuvo. Como dotada de vida propia recorrió los otros tres cuartos, hasta situarse como estaba.

El chico se quedó helado, hasta que Paul y Chester se apresuraron a recogerlas todas y a colocarlas en el candelabro. Siete velas, siete niños.

- Paul... ¿qué... qué es ese candelabro tan extraño? ¿Por... por qué las velas hacen... eso? -ilusamente, el muchacho esperaba que el niño judío tuviese alguna respuesta.

A su lado, Chester susurraba una frase enigmática. Quizás todos tenían alguna experiencia que contar.

En pocos segundos, las velas estuvieron todas colocadas sobre el candelabro sin que así apuntasen a ninguno de los niños. Paul seguía pálido como el papel, peor aún a´si fue capaz de contestar a la pregunta de Danny.

No..no se porque a hecho eso—confesó atemorizado— Es una Menorá... es un adorno típico entre los judíos, aunque no sé de donde viene. Es muy parecido al que usamos por Hanu... Navidades, pero ese tiene nueve cabezas y no siete.

El niño temblaba mientras hablaba, pero no sabía muy bien porque. Lo que si parecía es que toda la trsiteza acumulada se había convertido en miedo.

Con mala cara me quedo embobado mirando las nubes desde la puerta del garaje mientras escucho lo que dicen.

No tenía sentido quedarse en aquella casa consolando a gente con la que no había hablado ni diez minutos en toda su vida, el ambiente era de los que te ponen los pelos de punta con aquellas velas que te apuntaban, hermanos muertos y esas cosas.

Por otro lado, era demasiado pronto para volver a casa comprobó Martin mirando su reloj nuevo, se acercó al único de aquella reunión que parecía tener las mismas ganas que él de salir de allí.

Flacucho, - le dijo - Lissey necesitara su bici, ¿me ayudas a traerla?

Pensando en las velas recodé unas de esas películas que Ryan miraba por las noches, en las que unas chicas de instituto llamaban a unos fantasmas usando un tablero, y pasaban cosas cómo las de las velas. Sobretodo cuándo se acercaban "a la verdad". ¿Cómo se llamaba el tablero? ¿Bujía? ¿Orgía? ¿ouja? Sí, me acercaba.. ¿Ouija? Sonaba muy raro, pero tenía la impresión que era eso.

- Oye... Y si... Todo esto...Las velas... las risas, los globos...el hermano de Paul... ¿Es cosa de un fantasma?

En cuánto lo dije me arrepentí, porque sonaba estúpido, pero... ¿No tenía algo de sentido?

El chico frunció el ceño, y estuvo a punto de decir que aquello no podía ser, que los fantasmas no existían y sin duda éso no podía ser. Pero, ¿realmente no podía ser? Parecía que el tiempo sólo traía más y más sucesos extraños, y que todo se volvía cada vez más siniestro. 

No podía negar, a la vista de todo aquello, que algo raro pasaba. No fueron alucinaciones suyas producidas por los vapores de la pintura. Armándose de valor, preguntó:

-¿A... A vosotros os ha pasado algo raro últimamente?

Visto que el flacucho no le contestaba y que parecía que la conversación se volvía interesante se giro hacia Chester.

¿Te parece suficientemente raro escuchar una voz en la alcantarilla que habla de globos y del hermano de Paul, al que justo acaban de asesinar?

- A mí también. -intervino Danny después de Martin, tragando saliva- Al principio era sólo en mis pesadillas, unos ojos amarillos... una vez soñé que me caía junto a una alcantarilla y al mirar, estaban esos ojos allí dentro, mirándome. Por eso te pregunté antes que por qué habías nombrado las alcantarillas. Además, mi abuela, que está medio loca, no deja de hablar de ellas y de lo que esconden.

Danny era consciente de que hablar de sueños no era algo demasiado consistente, pero es que aquellos sueños eran demasiado... reales.

Pero un día que llegué a casa y estaba sola mi abuela, me acerqué a darle un beso como hago siempre. Me miró y sus ojos no eran sus ojos... eran esos horribles ojos amarillos. Se levantó y comenzó a perseguirme por las escaleras, hasta que me encerré en mi cuarto y llegaron mis padres. Cuando salí de mi habitación mi abuela era otra vez mi abuela, con sus ojos azules de siempre, incapaz de levantarse de su silla.

Hala, ya está. Ahora si quieren ya pueden llamarme pirado. -sin embargo, el chico notaba como si se hubiese descargado de un peso terrible.

Eso no fue un sueño, os lo juro. -terminó, mirando de vez en cuando al suelo, sin atreverse a cruzar la mirada con la de sus amigos.

Ni lo del desván... aquello tampoco fue un sueño.

"¿Dónde me he metido?" es lo primero que acude a mi mente cuando escucho las dos confesiones de los chicos.

Bueno, a mí no me ha ocurrido nada de eso... no tiene sentido que esas llamas me apunten a mí también-digo algo asustada-. O... sí... Bueno... mi madre me castigó en el armario de nuevo, con una linterna como única compañía... encontré un dibujo extraño, una tortuga y puedo jurar que movía las patas... movía las patas... y... tuve miedo... no sé por qué, pero tuve miedo...-explico algo avergonzada-. Seguramente fuera sólo el reflejo de la linterna... -confieso algo azorada.

Todos parecían haber visto cosas raras: globos, risas, dibujos que se movía, voces en las alcantarillas, abuelas con ojos amarillos... Todos menos yo, hasta lo de ahora de las velas. ¿Qué pasaba, y que tenía que ver conmigo entonces? Por una tontería como esa me sentí desplazada, que todo el grupo estaba unido por ver u oir cosas raras, menos yo.

"Yo también quiero ver algo raro..." - pensé, aunque inmediatamente me llamé tonta. ¿Para qué quería ver cosas que asustaban? 

Me acerco a la niña mística, y la agarro del brazo, llevándola fuera del garaje...

Señalo la cielo, y le digo:

-Mira eso, curioso que nombres tortugas en este momento...

No se si lo hice para asustar, o simplemente para molestar.

Antes de que la niña pudiese ver la forma de la nube, esta se deshizo con rapidez en el cielo...

Al ver que ya no está, le comento:

-Muy tarde niña, deberías ser mas rápida la próxima vez.

Sigo mirando las nubes mientras discuten los otros chicos.