Partida Rol por web

Salís a la calle corriendo, bueno, el que corre es Keigo... pues no deja a Miaka al suelo hasta que salen del instituto... y una vez fuera, con las mochilas en los hombros y con los patines colgando los dos van hasta donde el día anterior estuvieron con toda la clase, las tiendas que había en el paseo.

Con la diferencia que ahora hay muuuuchas más paraditas, de libros, joyas, comida, cd's de música, y un largo etc...

- ¡Suuuugoooooiiiiiiii! - Exclama Keigo entre labios, sin soltar en ningún momento la mano de Miaka -Y menos mal que la había soltado a ella, porque era bien capaz de seguir cargándola en brazos solo por tenerla todo lo cerca que pudiera-. - ¡Qué montón de tiendas! - Añade con entusiasmo mientras pasea la mirada por aquí y por allá, identificando alguno de los puestos y viendo sus ojos retenidos en los tenderetes de comidas... y de regalos. Seguro que habría un artesano o algo así por allí que trabajar con plata y les pudiera hacer un buen recuerdo. Keigo casi temblaba por la emoción.

- ¿¡Estuvistéis aquí mientras yo me revolcaba de dolor en el hotel!? - Pregunta con los ojos tan abiertos como la boca por el asombro.

Miaka lo mira todo igual de alucinada que el día anterior... aun más, incluso.

Sí... ¡¡¡Pero hoy hay muchas más tiendas!!! - exclama sonriendo de oreja a oreja, y sin soltar la mano de Keigo... además de encantarle de estar allí con él, podía hablar perfectamente su idioma sin preocuparse que nadie se sintiera incomprendido... o sin que nadie no entendiera nada. - Me hinché a comer algodones de azúcar... : D

Con la diferencia que ella no se había puesto mala... sonriendo, tira un poco de Keigo para seguir andando.

¿Miramos lo que hay por aquí? Seguro que hay cosas interesantísimas...

Entre los libros y los cd's de música, había cosas como cartas del Tarot, dagas de plata que valían un riñón, incluso una adivina... cosas esotéricas a montones.

- ¡OH! ¡OH!- Keigo extiende la mano libre hacia la pequeña tienda de telas de vivos colores y dibujos intrincados junto a la cual se podía leer un pequeño cartelillo que rezaba en un torpe inglés: "Madame Shelene. Adivina. El futuro está encerrado en la palma de una mano... Y yo poseo el secreto para acceder a él" - ¿¡VAMOS!? ¿Qué mejor que una adivina para ver si vamos a ver vampiros y hombres lobo y todo eso!? - Tira ligeramente de su chica sin esperar a que esta respondiera, sonriendo y con los ojos soltando chiribitas de pura emoción - ¡Di que sí, di que sí!

Miaka duda... no es que fuera supersticiosa, pero... sí, le dan "cosa" estas "cosas". Mira a Keigo, preocupada...

¿Y si dice que vamos a morir...?

Keigo se encoje de hombros con una media sonrisa y una expresión de suficiencia. - ¡Pues claro que vamos a morir! - Dice mortalmente serio, solo para darle un susto a Miaka. Y no añade nada mas por unas décimas de segundo, aunque en seguida se vuelve y la encara, deslizando las manos hasta su cintura y esbozando una graaaan sonrisa que deja todos los dientes al descubierto. Entonces hace una mueca muy fea, con toda la cara arrugada, los ojos entrecerrados y los labios hacia dentro. - ¡Pero cuando seamos viejos y estemos taaaaan arrugados que parezcamos pasas! ¡Jejejeje!

Miaka se iba a echar a llorar ante la primera respuesta de Keigo... hinchando los carrillos, con los ojos cristalosos y con el rubor en sus mejillas... pero al escuchar la segunda respuesta, acaba por sonreír de oreja a oreja.

¡¡¡Y JUNTOS!!! - exclama de repente, soltando su mano y lanzándosele encima para abrazarlo por el cuello... y quedando sus pies flotando en el aire.

La gente de alrededor se os queda mirando... y niegan con la cabeza con leves sonrisas, como diciendo "estos jóvenes enamorados...", algo que no es costumbre a Japón, allí seguro que habría venido alguien a echar la bronca.

- ¡¡SIIIIIII!! - Keigo estaba de un efusivo que desprendía energía a su alrededor. Seguro que si alguien le acercase una batería podría cargarla solo con mirarle intensamente.
Estaba del todo recuperado del mal rato de aquella noche y solo tenía ganas de descubrir el mundo con Miaka a su lado. ¡Qué bien que estuvieran lejos del viejo y estricto Japón! En Europa no estaba nada mal visto eso de abrazarse en público, así que... ¡Habría que aprovechar! Keigo enlaza sus manos en la espalda de Miaka y la sujeta mientras ella sigue colgada en vilo de su cuello, alzándola un poco mas y sonriendo a escasos centímetros de sus labios. - ¿Vamos a ver a esa... adivina? - Con los ojos de Miaka a tan poca distancia, se le hacía difícil concentrarse en cualquier otra cosa que no fuera su mirada.

Frunce el ceño levemente... más por intentar convencerse de algo que no por enfado... y mucho menos enfado teniendo a Keigo tan cerca... ... ... seguía sin hacerle gracia lo de la adivina pero... ¿cómo se iba a negar así?

Solo... solo iremos si... si me das un beso ò_ó

Su cara vuelve a ser un auténtico semáforo, mientras ella estrecha un poco más el abrazo... quedando ahora a unos escasos milímetros de distancia.

Y en la mente de Miaka, las hormonas estaban montando una fiesta del plan "¡Ala lo que ha dichooooo! ¡Iros a un motel!"

- Eso no tienes ni que pedirlo... - Responde con una media sonrisa, haciéndose el duro y el interesante, aunque en realidad estaba tan colorado que podrían haberlo confundido con una señal de "prohibido el paso". :///D

Estrecha a Miaka contra sí salvando esos pocos milímetros que habían quedado entre los dos y deposita, casi con reverencia, un cálido y suave beso sobre los labios de ella...

Y ahí se queda. Sin moverse, disfrutando del contacto y olvidándose de todo lo demás.

Miaka sonríe mientras Keigo la besa... estrechando aun más el abrazo y elevando una de las piernas para darle una "entonación" más guay al beso.

El beso... al no ser en clase ni en un sitio de máxima peligrosidad... es largo y húmedo. - ¿Cuánto hacía que no nos besábamos así...? - si Keigo es un semáforo andante, Miaka le suma otro más.

Al separarse, sonríe con algo de vergüenza... pero muy alegre a la vez.

Jo, qué guay ha sido... - y vuelve a poner los pies al suelo, cogiendo a Keigo de las manos y haciéndolas mover de un lado a otro... levanta la mirada avergonzada... - ¿Vamos a ver a la adivina...?

Se gira para dirigirse hacia allí... pero cuando se gira, descubre ante ella una mujer de escaso medio metro al suelo... mirándoos...

La mujer os mira con sus grandes ojos... lleva el pelo arrastrando por el suelo, y un gran bastón que cuesta de creer que pueda sujetarlo, por su escasez de altura y por lo grande que es el bastón... os mira... entrecierra los ojos mirándoos...

Os depara... un maaAAAAaaAAAAaal presagioooOOOoooo.......

En la lejanía...:

- Pero solo porque ha sido contigo - Añade Keigo cuando recupera la compostura todo lo que es capaz, sonriendo con alegría y ternura a partes iguales.

Entonces Miaka se gira para ir a ver a la adivina y...
- ¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOH!! - Grita Keigo mucho mas alto de lo que esperaba -tanto que hasta el mismo se sorprende- por el pedazo de susto que le acaba de dar la pequeña anciana. - ¿¡Cómo que un mal presagio!? ¡Nonononononononono! >_<

Se interpone entre la anciana y Miaka, extendiendo ambos brazos a los lados del cuerpo como si estuviera protegiendo a su novia de un perro rabioso o algo igual de malo. - ¡No! ¡Nada de malos presagios! ¡Solo buenos presagios! ¡Mejores presagios! ¡Super presagios! - Alza un dedo delante suya, enfatizando cada nueva frase con energía - ¡Es mas! ¡Solo super-mega-mejores-buenos-presagios!

La mujer alza su bastón... y de un salto te lo clava en toda la cabeza. Miaka suelta un grito asustada y casi está a punto de decirle de todo a la abuela... pero esta os mira fijamente.

Esta semanaaaaAAAAaaaa... será la peeeeOOOOOooor de vuestraaaaas vidAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAs.................

BWAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

Coge algo de dentro de la manga y la hace explotar contra el suelo... aparece humo que os hace toser... pero cuando el humo desaparece... veis a la mujer entrar dentro de un edificio tranquilamente, al mirar el cartel veis que pone: RESTAURANTE

- ¡¡AAAAH!! ¡¡AY AY AY AY!! - Grita el chaval, con dos lagrimones en el rabillo de los ojos, mientras se lleva una mano a la cabeza para frotar el creciente chichón que ya le asomaba sobre el pelo. - ¡Aaaaaauuuuu au au au au! ¡Dueeleee! - Mira a la vieja adivina con cara de malas pulgas y le saca la lengua un segundo antes de que esta desaparezca en una nube de humo que le hace toser con fuerza, despistándolo. Pero no lo suficiente como para que no pudiera ver a la diminuta bruja meterse en un restaurante, con toda la tranquilidad del mundo.

- ¿¡Pero será posible!? ¿¡Has visto eso, Miaka!? - Keigo no llegaba a estar enfadado, pero si molesto. No le gustaba que viejas adivinas de países extranjeros le pegaran en la cabeza con un bastón de madera después de decirle a él y su novia que iban a pasar la peor semana de sus vidas.

Se la queda mirando con el ceño fruncido y las mejillas infladas de aire, volviendo la cabeza hacia ella. - ¡BRUJA! - Exclama antes de levantar en brazos a Miaka y echar a correr en dirección contraria al restaurante, para escapar de la ira de la pequeña mujer.

Suelta otro chillido cuando la levantas, no le da tiempo ni a cagarse en la vieja, ni a responder a Keigo, ni en nada... pero cuando él la deja al suelo, para sentarse en un banco a descansar después... Miaka lo mira con los ojos brillantes.

Keigooooo... vamos a morir esta semanaaaaaa... - le pone una mano en la cabeza, acariciándole el chichón con cuidado - ¿Te duele mucho....?

- Noooooooooooo - Por un segundo, Keigo cree a pies juntillas que van a morir esa semana, y hasta se le empañan los ojos por la impresión. Pero no tarda demasiado en recuperarse. Aunque tampoco una cosa bárbara.

- ¡No digas eso! ¡No vamos a morir! - Niega enérgicamente... con los ojos, por la cabeza la tiene quieta mientras se deja acariciar por Miaka. Aunque fuera en el chichón. En esos aspectos, Keigo era un poco como un cachorro: Si le acariciaban lo suficiente la cabeza podía llegar a quedarse dormido. Y le encantaba que le rascaran detrás de las orejas. Era un chico muy, muy raro a veces. - La adivina ha dicho que iba a ser la peor semana de nuestra vida... ¡Pero no la última! Así que solo lo vamos a pasar mal. ¡Y juntos! ¡Porque ha dicho de nuestra! Asiente de nuevo con los ojos mientras comienza a aparecer una tenue sonrisa en sus labios - Así que el resto de nuestras vidas, después de esta semana, será simplemente perfecto : D

Se lo queda mirando... pensando en sus palabras... bueno, parte de razón tiene, es cierto que la vieja no ha dicho la última... ha dicho la peor. Solo eso.

Sonríe de oreja a oreja levantando los brazos.

¡Pasaremos la peor semana de nuestra vida juntos! : D - completamente y sin fingir para nada... su felicidad. Parece no calibrar lo que significa "la peor semana de su vida", pero no le importa, porque la pasará al lado de Keigo... y él ha dicho que la defenderá de lo que sea.

Se ríe y lo espachurra en un abrazo, aunque se separa enseguida, roja y sin dejar de sonreír.

Voy a comprar chuches y refrescos, ¿vale? : D

- ¡Vaaaaleeeee! - Responde dejándose espachurrar en el abrazo, con una gran sonrisa bobalicona en la cara. Le encantaba la efusividad de Miaka. No te podías aburrir nunca con una chica así. - ¡Pero no tardes! ¡No vaya a ser que te secuestre unos malvados hombrecillos diminutos para quitarte las chuches y los refrescos!

La observa entonces alejarse, sin quitarle un ojo de encima, mientras se toquetea el chichón, que ya estaba empezando a bajar después de unos minutos. Con lo dura que tenía la cabeza, no le dolería mucho mas rato.

Pasa el tiempo... observas como las nubes van ganando terreno y parece que en cualquier momento va a llegar la tormenta... Miaka no vuelve, pero ves pasar a niños y niñas con chuches y helados, riendo divertidos cogidos de la mano de sus padres o madres...

Miras la hora: han pasado 12 minutos y 31 segundos desde que Miaka se fue.