Partida Rol por web

A Partir de Ahora.

Capítulo III

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02/04/2009, 15:18
Patrick Collins

Patrick asintió, inclinándose.

Rápidamente, montó en su caballo y acercó su montura a la mujer, subiéndola al corcel detrás de él para que pudiera bajar con facilidad una vez llegaran a su destino. La mujer hubo de montar a horcajadas, lo que era dificultoso por su larga falda. Pero, si hubiera montado de lado quizá se hubiera caído en la loca cabalgata.

-Sujétese bien a mi cintura -le dijo.

Antes de picar espuelas, reparó en un "detalle".

-Disculpe si no me he presentado. Soy Patrick Collins, ¿Y usted...?

Esperó a que respondiera, y luego picó espuelas. Su corcel comenzó a arañar la tierra con grandes zancadas, que levantaban briznas de hierva y aún pequeños pegotes de fértil tierra negra. Puso rumbo a la central de correo.

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02/04/2009, 23:03
Susanne Cornwell

Parpadeó despacio, parecía que hasta eso le significaba cierto esfuerzo. Enterarse que su madre no se encontraba bien y que al parecer había cogido lo mismo que ella, sea lo que fuese hubiera cogido pues todavía no estaba muy clara respecto a lo que sucedía, la preocupó enormemente, en especial porque hasta donde recordaba su madre venía saliendo de una enfermedad.

-¡Liz!... ¿Liz está bien? -le preguntó tras un acceso de tos- ¿Tú, cómo estás?

Le costaba un poco enfocar la mirada, la fiebre todavía la tenía atontada. Sintió la frescura del paño que su hermana acababa de cambiarle y escuchó lo que ésta dijo a continuación.

-¿U... una carta? -preguntó evidentemente emocionada, pese a su estado.

Anabel dejó la carta sobre la mesita, Sue la tomó enseguida e intentó leerla, pero todavía veía demasiado borroso y no conseguía distinguir con claridad las letras.

-Te lo agradecería mucho -dijo a su hermana con dulzura y le extendió el papel.

No era capaz de esperar a reponerse un poco para saber lo que él diría en esas líneas. Sabía que existía la posibilidad de que por las razones que fueran él decidiera no saber más de ella, pero algo en su corazón le decía que no se habría tomado la molestia de escribir una carta al día siguiente por esa razón. No, lo que allí decía era importante y bueno para ella, para ambos.

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04/04/2009, 11:05
Anabel Cornwell

-Tranquila Sue, Liz ha ido a la boutique y tanto ella como yo estamos perfectamente. Además madre se recupera así que procura hacerlo tú también...- la tranquiliza y la arropa mejor para que deje de moverse, tomando la carta que le tiende con cuidado y carraspeando después para empezar a leerla con claridad.

Cita:

"Muy apreciada señorita.

Es con un gran sentimiento de culpa que escribo estas letras. Soy consciente de que tal vez esta carta no llegue a usted, o que pueda usted misma romperla antes de haberla leído. Lo entendería.

En primer lugar, me gustaría disculparme por mi comportamiento impropio durante el baile. No quería causarle molestias a usted ni mucho menos poner en entredicho el buen nombre de su familia. Admito toda la culpa, y ruego que no tenga reparo en decir a cuanta persona considere oportuno que la culpa fue mía, y solo mía, si con ello puede reparar su buen nombre.

En segundo lugar, me gustaría saber como se encuentra, si es ello posible. Desde el enorme afecto que siento por su persona, me preocupa que usted y sus hermanas abandonaran Skylands Mannor en medio de un aguacero. Espero sinceramente que usted se encuentre bien, así como su familia.

En último lugar, y aunque no soy muy bueno escribiendo este tipo de cosas, me gustaría decirle que mis sentimientos hacia usted son firmes y nada frívolos. Soy consciente del dolor que le he causado con mi actitud, y entendería un rechazo por su parte, y lo aceptaría sin más. Sin embargo, algo en mi pecho me dice que los sentimientos que me embargan son reales y muy profundos. Aunque, ahora más que nunca, comprendo la forma en la que la sociedad pone freno y cortapisa a hombres como yo, que no tienen el porvenir ni el futuro que otros más apropiados para usted y sus hermanas.

Si desea que nos veamos de nuevo, le ruego que me escriba confirmándomelo. Si no lo hace, entenderé que usted ha decidido apartarme de su vida, haciendo caso a los consejos de aquellos que le rodean. En ese caso, no debe preocuparse, pues evitaré incomodarla con mi presencia.

Afectuosamente suyo:

Mr.Patrick Collins"

Tras la extensa lectura vuelve a doblar la nota guardándola dentro del sobre y dejándola de nuevo en la mesita.

-Ahora que seguro que ya estás más animada sé buena chica y descansa. El doctor Robins llegará enseguida que pueda- se levanta de la cama y se dispone a salir del cuarto para que su hermana vuelva a dormirse.

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05/04/2009, 21:52
Grégoire Byrne
Sólo para el director

Un dia paseando sin mas seria un dia perdido, quiza pudiere intentar entender un poco mejor las cosas del dia anterior, y al menos intentar enterarse de alguna cosa mas, todavia no acababa de entender todo lo que pasaba entre la gente aqui

Aunque... la idea del buen desayuno si habia calado en la mente de Gregoire, pero despues trataria de pasar por la casa de los Windsor y enterarse con la escusa de hacer algo en el jardin de como estan las cosas, salvo que estuviere alli su primo para no interferir, y tambien queria curiosear la tienda donde parecia trabajar la señorita del extraño encuentro del otro dia, al final con el jaleo de la fiesta no habia llegado ni a saber que tipo de tienda era

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07/04/2009, 04:24

El doctor Robins sube a la habitación de Claire junto a Avon y a su hermana, Mary Ann. La muchacha está adoloridad y tiene mal humor debido al constante dolor en el tobillo. Entonces nota al doctor, también al joven de alto porte y cabellos dorados que acompaña a su hermana y quien había estado en la fiesta el día anterior. Antes de que pueda decir algo, el doctor Robins se agacha y revisa el tobillo. Un dolor súbido hace gritar a la joven Claire y el médico se disculpa.

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07/04/2009, 04:28
Dr. Robins

-Sepa disculpar señorita, la inflamación es mayor de lo que pensé. Por suerte con unos... 10 días en cama... creo que será suficiente. No tengo muchas medicinas que otorgarle sólo estas yerbas.

Girándose hacia Mary Ann

-Sepa aplicarlas en un ungüento húmedo sobre la zona inflamada una vez al día señorita. Si ve que su hermana comienza a mejorar antes del plazo, mándeme un recado y veré a comprobar si ya puede caminar sin problemas. ¿De acuerdo?

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07/04/2009, 04:32

La muchacha contesta.

-Soy Marie, de la casa de los Windennagen. Mi señor y su esposa, han contraído esta extraña enfermedad.

La muchacha se sujeta de Patrick, en otros momentos el movimiento podría ser visto como algo fuera de lugar pero por la mirada de la criada, las cosas están lejos de ser normales y aún menos formales.

-La esposa, mi señora Hadge, comenzó con una tos, hace un par de días. Luego fiebre alta... ya sabe, dolor de cuerpo. Tengo que avisar a la ciudad. Es posible que se necesiten más doctores. El señor Robins es muy bueno, no cabe duda, pero no alcanza.

La muchacha se calla un momento. El jinete llega a destino y la joven se baja con presura.

-¡Gracias mi señor! ¡No olvidaré este favor! -dice la joven mientras unas densas gotas de tormenta comienzan a caer nuevamente.

Francis intervio, justo al final de la conversación.

-Déle nuestros saludos a la señora de la casa.

Entonces la joven, como entendiendo algo por primera vez, dijo:

-La señora ha muerto... ayer.

Y sale corriendo hacia la oficina de correos y postas.

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07/04/2009, 04:41

Cuando Anabel termina de leer la carta siente un golpe en la puerta. Deja que Susanne haga lo que tenga que hacer. Después de todo ya tiene demasiado sobre sus manos: el tema de la recaída de su madre, presa de un resfrío de inusual fuerza y su hermana, actuando así, de una manera que Anabel considera tan reprobable. Es entonces cuando al abrir la puerta encuentra a un caballero bajo el umbral. Sus ropas son un desastre, se nota que ha dormido poco, sin embargo tiene la faz cálida y está sonriente pese a la lluvia que se ha vuelto a desatar sobre el pueblo.

Alexander ve que Anabel Cronwell le mira con sorpresa. Por su aspecto la muchacha tampoco ha dormido nada. Tiene bastantes ojeras debajo de sus ojos que, pese a ello, no dejan de ser tan bonitos como la primera vez que los contempló.

Susanne, mientras tiene la oportunidad de pensar lo de la carta con tranquilidad.

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07/04/2009, 04:48

Lizzye ve que el joven Jean se ha quedado mudo. Va a decir algo más cuando ve entrar, distraídamente al señor Grégoire. El mismo que la rescató de una penosa caída el día anterior a la fiesta.

-Disculpe usted, señorita -dice el muchacho con una especie de reverencia.

-Estoy libre este día y quería pegar una visita a su tienda. ¿Vengo en mal momento? -los ojos de Grégoire se pasean entre Jean y Elizabeth sin saber muy bien si realmente ha llegado en un momento poco oportuno. Entonces se escuchan los primeros truenos allí afuera. En Windfield, comienza a llover otra vez más.

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07/04/2009, 10:17
Mary Ann Windsor-Hancock

- Muchas gracias doctor, así se hará. Hermana tranquila verás que pronto puedes caminar perfectamente. Si me disculpan, necesita descansar. Digo instándoles a salir del cuarto para no molestarla. Le guiño un ojo al cerrar la puerta. Descansa cariño le susurro.

Una vez fuera agradezco al Señor Avon su amabilidad.

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07/04/2009, 17:36
Claire Windsor-Hancock

Observo a todo el mundo marcharse, han sido dos minutos y el señor Avon ni siquiera ha saludado, parece ser que mi hermana tenía prisa por sacarlo de mi alcoba. Aún así, me quedo mirando a la puerta, pensando en lo que haré 10 días en cama. Mi hermana por lo visto, estará muy ocupada como para hacerme compañía. Me echo a llorar, aquello es sencillamente una tortura.

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07/04/2009, 21:08
Alexander Varsatof

Al bajarse del cabalo hasta golpear la puerta, no había problemas, pero cuando ve a Anabel, se queda en blanco, sus ojos se tranquilizan al ver que esta bien, pero acaba de darse cuenta que no tiene una razón para estar ahí, que va a decirles que hoyo que una de ellas estaba muy enferma y vino por preocupación??... a decir verdad no parece una idea tan mala
-Ah... Ah... primero quisiera disculpe mi apariencia señorita Anabel, no e dormido nada y estuve toda la noche bajo la lluvia por una emergencias que me surgió... y me mencionaron que uno de sus familiares a caido víctima de una terrible enfermedad... y se que apenas la conozco, pero me a hablado tan bien de su familia que no puedo evitar sentir algo de empatia con ella quiero que sepa que si necesita algo o puedo hacer algo lo que sea para ayudarlas, no dude en pedírmelo

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08/04/2009, 03:05
Susanne Cornwell

Pese a lo emocionada que está, a Susanne le cuesta mantener los ojos abiertos. Se siente agotada, es como si la fiebre le hubiera robado fuerzas y por lo mismo el aturdimiento le sigue, si hasta pareciera que su cerebro procesara las ideas de forma tardía... Bueno, en realidad no es que parezca, así es.

Asintió cuando su hermana le dijo que fuese buena chica y descansara. Se acurrucó bien en la cama y se tapó por completo, sentía algo de frío. Sonrió a Anabel y le dio las gracias, los párpados se le cerraban sin embargo la siguió con la mirada hasta que ella salió de la habitación. No se lo dijo a viva voz, fue apenas un mover de labios, casi imperceptible, pero le hizo saber lo mucho que la quería. Probablemente Anabel no la había escuchado, quizás ni se hubiese enterado de lo que Sue le acababa de decir, pero no le importó, ya se lo diría después cuando la tormenta que aún rondaba sobre sus cabezas las abandonara definitivamente.

Se quedó sola en la habitación, entre dormida y despierta, pensando en las palabras que él le había escrito, pensando en lo que le diría. Una sonrisa se dibujó en su rostro, estaba contenta y se sentía mucho más tranquila. Tenía que hablar con su madre, pero no podía hacerlo en las condiciones que estaba puesto que hilar una idea coherente de verdad que le costaba. No. Hablaría con su madre, pero lo haría cuando se encontrara más repuesta, cuando ambas lo estuvieran y sobre todo cuando hubiese respondido a la carta de él. Tenía que responder pronto, si no conseguía escribir la carta de su puño y letra pediría a una de sus hermanas que lo hiciera por ella. No contaban con sirvientes a los que pedir llevaran recado hablado a Patrick, por lo que la única opción era responder por escrito. Le avergonzaba la idea de hacer partícipe a alguna de sus hermanas de lo que deseaba plasmar en el papel, pero no podía esperar a estar del todo bien porque no sabía cuánto tiempo iba a demorar eso y un silencio prolongado de su parte podría ser malinterpretado por el señor Collins.

Meditando en todo ello fue que se quedó profundamente dormida. No llegó a enterarse que el señor Varsatof llamó a la puerta y hablaba con su hermana, mucho menos del nerviosismo que él parecía experimentar cuando se hallaba en presencia de Anabel ni de que el pobre se la había pasado sin dormir y bajo la lluvia. De haberlo sabido y haber estado presente, mínimo se hubiera mostrado preocupada por la salud de él, en especial teniendo en cuenta que aquello parecía ser una especie de epidemis o algo así.

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08/04/2009, 11:06
Anabel Cornwell

-¡Señor...!- espetó ahogadamente Anabel tras contemplar el aspecto del ruso, del cuál era incapaz de memorizar el extraño apellido a pesar de que se esforzaba en ello.
-No debió tomarse esa molestia... al parecer tras el abundante aguacero de ayer muchas personas han caído enfermas y el doctor Robins no da abasto. De todas formas no parece muy grave...- miró de reojo tras ella aunque no parecía haber nadie en ése piso, pues todas las luces están apagadas y la casa en completo silencio.

-Me temo que el que necesita ayuda ahora es usted- respondió tras el ofrecimiento del caballero con resolución -¡Lleve al caballo al establo y vuelva pronto!- le espetó entonces con cierto tono mandón y señalando la dirección en cuestión, aunque estaba claro que sólo lo hacía por su bien.
Dejó la puerta entreabierta para que Alexander pudiera acceder cuando volviera y empezó a encender la estufa de la cocina y posteriormente alguno de los fogones para preparar un caldo que ayudara a entrar en calor a sus "pacientes" y al nuevo visitante.

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09/04/2009, 07:38
Alexander Varsatof

Abre los ojos y hace un movimiento de cuelo hacia atrás sorprendido por las ordenes de Anabel, luego sonríe y hace un gesto de aceptacion con la cabeza, toma las riendas del caballo y guia a este hasta el establo, dejándolo ahí.
Luego mientras camina de nuevo a la casa, comienza a intentar acomodarse el pelo.
Abre la puerta timidamente, mientras asoma la cabeza por ella, luego se agacha un poco para pasar por el umbral hace uno pasos algo cuidadosos tratando de no hacer mucho ruido... y se queda mirando a Anabel
-Fue una lastima que se tuvo que ir de la fiesta tan temprano... sin usted la verdad, solo me dedique a aburrirme y a incordiar a algunas personas

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09/04/2009, 10:40
Elizabeth Cornwell

Elizabeth observa a Grégoire entrar, sintiéndose un tanto aliviada, puesto que el mutismo del caballero anterior, la estaba poniendo algo nerviosa, a pesar de haber coincidido con el primero, en una situación un tanto embarazosa...

-Oh... No, no se preocupe... No viene usted en un mal momento... ¿Deseaba algo en especial...?-Ni bien acaba de pronunciar esas palabras, la lluvia irrumpe de manera brusca... Liz frunce el ceño... Hoy parece que le tocará mojarse... Se pregunta si en casa estarán bien, a la par que vuelve la mirada a Grégoire, aguardando su respuesta...

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10/04/2009, 02:35
Jean Antoine Lésdiguièrs

Mi mente estaba en otro lugar, se fue allí nada más entrar en este sitio, los recuerdos de otra ciudad, de otro país, se agolparon en ella con una brutalidad tan real que escuchaba, olía, palpaba y sentía lo que sucedió durante aquellos días oscuros.

La gente gritaba, se escondía de los soldados, que empezaron a no distinguir entre alborotadores y personas pacíficas que únicamente intentaba continuar con sus vidas. El futuro se abría paso, pero no tenía sitio para mí, París me rechazaba por ser quien era, mi amada ciudad me empujaba lejos de su abrazo.

Me prometí a mi mismo no añorarla, debía ser fuerte, enfrentarme a aquello que me la devolvía a mi memoria

Ni siquiera me percaté de la presencia de la joven hasta que mi primo rompió la ensoñación a la que me encontraba sometido. Me sentí bastante estúpido, allí plantado en mitad de la tienda mirando sin ver, hasta que mis ojos se centraron en la dependiente, a la que había visto apenas en la fiesta. Intento reagrupar mis pensamientos, en un desesperado intento por no parecer absolutamente idiota.

Caminé casi a la par de Gregoire, y me acerqué al mostrador, mostrando la sonrisa que usaba en los corrales de comedias, cuando presentaba alguna obra, soñando con que alguna vez alguien hiciera lo mismo con mis escritos.

Disculpe mi actitud señorita Cornwell me alegré de recordar el apellido, sólo hubiera faltado pronunciarlo más, y deje escapar deliberadamente el acento francés, aunque eso ella no tenía porque saberlo, inclinando la cabeza, como si estuviera saludando a la mismísima reina de Inglaterra.

Este lugar me recuerda mucho al establecimiento que regentaban mis padres en París, de ahí que al principio quedara algo confundido, coloqué el sombrero que me había quitado a mi espalda, ellos tenían una panadería, sonrío, si, ya sé que se estará preguntado que puede tener en común con este negocio, pero es algo que se nota en el ambiente, una agradable aroma a… miro a los ojos de la chica, mientras con la mano trazo una figura indescifrable, como explicar la sensación que me envolvía, no se, se supone que soy escritor, debería saber como describirlo, pero creo que hay cosas que son imposibles de describir, únicamente se perciben en nuestro corazón y mejor me callo, esa maldita costumbre de hablar más de la cuenta…

Notas de juego

Mil perdones por la tardanza.

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10/04/2009, 10:42
Anabel Cornwell

-Lo cierto es que en realidad fue bastante embarazoso...- admite Anabel alzando la vista de la olla que tiene delante de ella, observando entonces a Alexander y cómo se queda ahí de pie plantado. Justo como la visita del Lord y el sr.Collins, parece que sin sirvientes no saben demasiado bien cómo moverse.
Anabel le sonríe entonces afablemente y se acerca hasta él para ayudarle a quitarse el empapado abrigo, dejándolo en un perchero que sitúa cerca de la estufa recién encendida, después le acerca una toalla para que se seque un poco.

-Estoy segura de que no incordió a nadie, no debe preocuparse por eso. Aunque bien es cierto que algunos simulan simpatía sólo por la posición de cada uno... pero ahora no piense en eso- le sirve un cuenco de caldo de pollo caliente y se lo deja justo en frente por si quiere tomarlo.
Seguramente sea adecuado empezar el racionamiento de alimentos desde ya, aunque tendrán una mejor idea de las consecuencias cuando Liz vuelva de la fiesta.

-¿Qué tipo de emergencia pudo mantenerle bajo la lluvia de noche?- acaba por pronunciar lo que su curiosidad no puede dejar de preguntarse, aunque obtener respuesta ya es otro tema.

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10/04/2009, 16:39
Alexander Varsatof

Toma la toalla y se la frota fuerte contra el cabello, dejando a este seco, pero mas despeinado que antes con su flequillo, sobre su frente, rosando sus pestañas
-Gracias
Se sienta en una silla de la mesa y la mira de reojo
-Irónico como algo tan puro, noble y agradable como un beso no puede parecer embarazoso en ciertas circunstancias... no?
Se lleva la mano hacia la frente, tratando de levar para atrás su pelo, sin mucho éxito
-Si le cuento, porque estuve toda la noche debajo de la lluvia se va a reír... pero seguro que tiene una risa hermosa... tuve un pequeño accidente con un gato y lo tuve que llevar al veterinario por suerte esta bien y recuperandose
Suspira aliviado mientras se frota los ojos agotados

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11/04/2009, 01:40
Patrick Collins

La última frase, hizo que se quedara allí quieto sobre el caballo, pensativo. Sin duda, se trataba de una mujer valiente, y de una buena criada. Le recordaba a alguien... alguien que estaba dentro de su propia piel. Eso le hizo sonreirse.

-Tendremos que preguntar quienes son esos Windennagen, mi señor -dijo- No me suenan de nada.

Si se extendía una epidemia por allí, tenían razones de más para volver a Londres. Eso le inquietaba, mucho. ¿Respondería la señorita Susanne a su carta?

-Será mejor que vayamos a donde nos esperan -dijo- Sería descortés no acudir a la cita, milord.