Partida Rol por web

Justo cuando parecía que dejaban la ciudad, el precavido Magnus, secundado por la bella Arhamis vuelven apenas sobre sus pasos al comercio minorista que hace las veces de remora al tiburón que La Casa del Grano, sede del gremio de trabajadores agrarios significa.

Una última parada para hacerse con cualquier pertrecho les hubiera faltado hasta el momento... Por descuido, por falta de necesidad, o falta de oro (con el que ahora cuentan)

Luego de aquello, finalmente, dejan Púrskul poco más de una hora pasada del final de vuestra reunión con Ra´s.

Aprovechando que vamos a proveernos, voy a ver primero armas, escudos y, especialmente, armaduras (si hay una espada larga +1, escudo pesado de madera +1 y alguna armadura mejor que el que llevo... ¿o de eso no hay en ese sitio? xD).

Y si sobra algo o no encuentro nada y me llega, pues un par de pociones de curar heridas leves, que nunca se sabe

Pues nada, no compro xDDDDDD

Vuestro paso por La Bifurcación del Sur resulta cuando menos, agradable. El camino es cómodo y amplio, además de transitado (con lo bueno que ello implica) y las llanuras bien cuidadas y trabajadas a ambos lados del mismo les ofrecen una visibilidad asombrosa...

Carretones de medio porte lo transitan, llevando al pormenor diversos productos agrícolas. Frutas, legumbres, cereales... Incluso productos intermedios como harina de maíz o de trigo en bolsones de tela rala bien identificados... La media, carretones con una mula, un conductor en el pescante, y, en algunas oportunidades, algún acompañante... Rara vez observan un arma fuera de un cayado simple, o una hoz.

El misterio sobre el exceso de confianza se esfuma cuando ven una comitiva formada de un burócrata (notario quizá) sobre una mula con dos regordetas alforjas de cuero, acompañado de cuatro soldados de a pié, bien pertrechados con equipo ligero... Lo ven desde lejos dirigirse a cada conductor de carros,  y, luego de instantes continuar su paso.

Cerca de las tres horas de transcurrido el abandono de Púrskul, a vuestra izquierda y abajo (el camino en este punto transita por la ladera de una colina labrada) ven un grupo de piedrones, menhíres aparentemente, en circulo apostadas y en cuyo interior el pasto parece más cuidado que a los alrededores.

A escasos metros ustedes, el camino cuenta con un pequeño puentecillo, más bien, alcantarilla para los deshielos invernales, bajo el cual pasa un cristalino arroyo. Si bien aún están a mitad de camino en lo que a camino propiamente se refiere, Crotar se detiene para beber agua cual animal acuclillado... No parece una mala idea llenar las cantimploras con el castigo del astro rey sobre vuestras cabezas. 

Mirando rumbo a Púrskul, observan que ya no hay transportes que viajen rumbo a Amnagua... La lógica les dice que seguramente los que salieran luego de ustedes llegarían muy de noche.

Salgo de la tienda sin haber comprado nada. Entre que no había mejor equipo y que con la paga no me llega ni para una poción... al abandonar el local me reúno con Arshade, a quien sonrío educadamente.

- Al final no tenían lo que buscaba... - bromeo

-No te preocupes, algo me dice que vamos bien ataviados-respondí no sin cierta ironía a Nathan.-Al menos ya nos hemos puesto en camino.

Sentía que mi cuerpo estaba ansioso de moverse, que las fuerzas recuperadas por la noche eran más del doble y era extraño sentirme así, pues más bien siempre había sido de mente más que de cuerpo pero tampoco me quejaba. Miré a Nathan, necesitaba contarlo a alguien pero no iba a hacerlo con la pequeña dando rondas por allí, seguro que se burlaría.

Durbara salió de la tienda de aprovisionamientos metiendo un par de raciones de viaje más en su mochila. Debería tener suficientes para el viaje de ida y el de vuelta. Aunque en el trayecto de la superficie quizá pudieran cazar algo comestible, dudaba de que pudieran decir lo mismo cuando descendieran a las profundidades de la tierra. Así que más valía ser precavida que lamentarlo después.

Al salir se encontró con Nathan y Arshade y les dedicó un saludo con un cabeceo. En la enana, ese gesto era el equivalente a un efusivo abrazo de bienvenida.

Noto que Arshade tiene ganas de hablar conmigo, y poco después aparece Durbara saludando con la cabeza. Devuelvo el saludo moviendo levemente la cabeza y me dirijo nuevamente a Arshade.

- Os noto un poco algo ansiosa... ¿con ganas de vivir aventuras, quizá? - pregunto a la maga, sin dejar de sonreir pese a andar escaso de fondos.

-Eh... No, no, todo en orden. Me preocupa que seamos un ejercito casi...-bromeé, aunque de algún modo, para mí si era así.-Parece que podemos seguir. A ambos os lo digo, si notan algo raro en mí, es sólo la falta de soledad.

Volví a sonreír y me guardé por el momento el hecho que me estaba rondando en la cabeza.

Pongo la mano sobre el hombre de Arshade, serio. Tengo la sensación de que hay algo más, pero no quería ser pesado ni cotilla.

- Arshade, si tenéis algún problema, sea lo que sea, aquí estoy para ayudaros - tras decir aquello recobro la sonrisa - Es lo mínimo que puede hacer un amigo, ¿no?

Luego de la parada estrategica para reunir algunos suministros faltantes seguimos camino, cada uno parecia en su propio mundo aunque fueramos todos juntos... escucho un intento de conversacion entre el paladin y la maga, pero nada interesante. El Rio que teniamos delante parecia un buen lugar donde rellenar mi cantimplora para el viaje que se avecinaba.

Me acerqué a Nathan y le susurré al oído.

-Te lo contaré más tarde, lo prometo. En cuanto tengamos un momento, pero no te preocupes...

Negué con la cabeza con tranquilidad y me acerqué a él para susurrarle algo al oído, cuando me aparté, sonreí y miré a Durbara.

-Perdona, pequeña, cosas de pareja...

Lancé una carcajada y me sentí mucho mejor. Más fuerte y mejor y más roja también.