Partida Rol por web

Lenia se negaba a retirarse pero ante las palabras de Astrid, cedió.

Tenemos que hablar de lo que nos está pasando ya

La curiosidad pudo con ella, había rumores, mucho ... lo que le había pasado a Alyra, a ella misma ... ¿que le pasaría a Astrid?, hechó una mirada a Mira, ella también debía ir, era la pequeña, pero también estaba afectada.

Mirando a Astrid con convicción, Lenia asintió y se puso en pie. 

Lenia se puso en pie y se disculpó con la pizarra, indicando que iba a marcharse a descansar. Miro a Galbart fijamente con pesar, no quería irse y menos alejarse de el, pero tenía que hacerlo, Astrid y Alyra debían comentarle cosas que allí no podrían, a pesar de su débil estado de salud, se hubiera quedado, pero necesitaba saber que estaba sucediendo. Ojalá pudiera decirle a Galbart lo que sucedía, pero le haría llegar una nota a través de un sirviente o algo para indicarle lo que estaba pasando.

Cuando estuvo justo delante de ellas les habló en voz más baja.

-¿Estáis mareada?-preguntó a Lenia esperando que se sintiese con fuerzas para responderle con un simple movimiento de cabeza.-Deberia veros el maestre.Todos los invitados pretenden ser de ayuda y os brindan atenciones, pero no es momento de jugar a los remedios de la abuela- Después miró a Astrid, no medió palabra pero sus ojos dejaban claro que le preocupaba que la hija mayor estuviese también afectada por alguna dolencia.

Por ahora al menos tres de las cinco están sufriendo algún percance. Pensó sin poder olvidar las palabras de Alyra.
¿Y Lady Myriah?¿estará bien ella realmente?

Tyler : -¿Estáis mareada?

Lenia miró a Tyler y haciendo un pequeño puchero coqueto asintió, lo cierto es que a pesar de encontrarse realmente mal, afectada por la afonía y el dolor de la garganta, las atenciones le gustaban a cualquier dama y que caballeros como Tyler, Galbart o el propio Oberyn se preocuparan tanto por ella, hacía que se sintiera importante. 

Tyler : - Deberia veros el maestre.Todos los invitados pretenden ser de ayuda y os brindan atenciones, pero no es momento de jugar a los remedios de la abuela-

Lenia estaba de acuerdo con que no podía estar jugando a los remedios de la abuela, se había tomado el té que Alyra le había pedido y no había notado mucha mejoría, el agua dulce tampoco había sido de gran ayuda y aunque aún no había probado el caldo caliente que Oberyn le había encargado a Gwen, algo le decía que eso tampoco iba a ayudarla en exceso, quizás ver al maestre era la mejor solución después de todo. Suspiró y asintió, volvió a mirar a Astrid, para que fuera ella quien la sacara de allí.

Lenia sonrió agradecida a Tyler por su preocupación y sin emitir palabra alguna, gesticuló con los labios un marcado "Gracias" para que el la entendiera.

Lady Myriah se quedó esperando a que Ser Galbart se marchara y cuando esto sucedió, llegó ser Tyler para preguntar si podía ayudar. Ser Tyler era muchisimo mejor caballero que el norteño, lo apreciaba más y le parecía un mejor candidato que el otro, pero eso no quitaba que estuviera perdiendo el tiempo con la mediana y no precisamente con la heredera que era su hija Astrid. 

Fiona les interrumpió preguntando sobre la comida, y asintió ante la duda. Ya era hora de servir todo el almuerzo, estaba empezando a anochecer y no podrían seguir demorando más todo aquello. Lo ideal sería que sirviera toda la comida, incluida el postre, que los invitados fueran cogiendo y que así todo se agilizase en la mayor brevedad posible. Además, el cielo cada vez estaba más negro, por lo que parecía que podría avecinarse una nueva tormenta. 

Tras la petición de Lenia, Tyler no tardó en marcharse, esta vez se cruzó con Oberyn que sin cortarse un pelo tocó a Lenia. La mirada de Lady Myriah fue bastante dura, pero conocía bastante bien a la Víbora Roja y sabía el gusto que tenía con provocar. Por eso no dijo nada. Aquel príncipe no era bienvenido en su casa, pero su marido se había empeñado en invitarle y ella no estaba conforme, aún así, trató de mostrar un semblante serio sin que se notara su molestia por su presencia. Además, Sloth hizo acto de presencia y rompió la situación tan tensa que estaba viviendo en ese segundo. Anunció que Rhys no se hallaba por ninguna parte del castillo, lo cuál preocupó aún más a la señora. ¿Dónde se habrá metido Rhys para que trate con sus amigos?

La señora se inclinó sobre la oreja deforme del jorobado y le susurró algo. Debía encomendarle una nueva misión, pues sólo él era capaz de moverse a gran velocidad por el castillo y muy pocos sabían como era capaz de hacerlo. 

Luego llegó Astrid proponiendo una brillante idea. En cuanto comáis algo, así haremos. Asintió. Lenia necesita descansar, los caballeros pueden quedarse aquí disfrutando del tabaco que pronto Sloth traerá, dijo guiñándole un ojo para que captara también ese mensaje. Mientras estén ellos aquí, nosotros podremos ir a la habitación de Alyra, reunirnos con ella y charlar largo y tendido. Creo que es lo mejor que podríamos hacer llegados a este punto. Comentó haciendo suyas las palabras de la heredera. 

Después se giró dando la espalda a sus dos hijas y se dirigió hacia la mesa que con tanta atención había servido Fiona. Sin duda aquella mujer empezaba a ser mejor elección que su sobrina, quizá se había equivocado. No tenía ni idea de qué estaba haciendo Ginevra en todo el día, y encima Fiona, que estaba herida, no hacía más que trabajar para sacar adelante la fiesta. Empezaba a sentir vergüenza de su ama de llaves.

Su hija Astrid ya había pedido a todos los invitados que se sentasen a comer, y así haría ella también. Aún así no le quitaba ojo de encima a su hija Lenia. Su mirada lo decía todo. Tenían que hablar y no dejaría escapar cualquier oportunidad para hacerle una buena reprimenda. Antes de marcharte, dijo leyendo la pizarra, tienes que comer un poco. Así que espera, y ahora nos iremos todas juntas. Aún así no se separó de su lado para que ningún otro caballero indiscreto se abalanzase sobre Lenia y les volviesen a interrumpir. En cuanto terminemos de comer, hablamos. Le dijo. 

Por último miró a Tyler, que parecía querer volver a aprovechar la oportunidad para quedarse a solas con Lenia y le miró directamente a los ojos y negó con la cabeza. No hará falta. En breve Sloth traerá algo de tabaco y más vino para que puedan disfrutar de una buena sobremesa. Mis hijas y yo iremos a asearnos y refrescarnos un poco para estar listas para la fiesta que pronto empezará. 

En cuanto Alester divisó a Marvin llegar por los jardines, buscó encontrarse con sus ojos y, cuando el castellano lo vio, el caballero le dedicó un saludo con la cabeza. Sus primeras horas en la Fortaleza habían sido una locura y, casi, había acabado desesperado, hasta que Marvin acudió en su ayuda, así que no podía por menos que agradecérselo.

Lady Myriah no parecía estar de humor para aguantar que tantos hombres rodearan a sus hijas. Al menos no a Lenia. Aunque mantenía la compostura como la dama que era, Alester notó que no estaba cómoda ni con Ser Galbart, ni siquiera con Ser Tyler. Pero mucho más intensa fue la mirada que le dedicó al dorniense. Casi sintió pena por Oberyn –casi-, pues él mismo había recibido esa mirada no hacía demasiado en el comedor y sin duda era de las que petrificaban a cualquiera.

Al fin la primogénita dio la orden de sentarse a comer, la cual Alester no pudo agradecer más. Todo tenía una pinta estupenda. No obstante, no podía evitar pensar lo vacía que iba a resultar esa comida, en cuando las anfitrionas se marcharan. Se quedó mirando a Lenia desde cierta distancia y pensó también en Alyra, las dos eran las que más estaban disfrutando con este encuentro y las dos habían sufrido un percance que se lo impedía.

Tras escuchar a Lady Vaelys rechazar la oferta de Risefeller, Alester se acercó a él- Venid, Ser Tyler, vayamos a comer –le dijo, poniéndole una mano en el hombro e intentando dirigirle hacia una de las mesas-. Lady Lenia está en buenas manos, su familia sabrá cuidarla mejor que nadie.

Mientras caminaba, se giró para susurrarle unas palabras a su compañero, tras lo cual le dirigió una sonrisa. En ese instante, vio al norteño esperando de pie en medio del grupo y le invitó igualmente a acercarse-. Ser Galbart, uníos a nosotros -Con una última mirada hacia el grupo familiar, dirigió el camino hacia la mesa.

Nadie le informaba a Sloth de qué les había pasado a las niñas. Pero él tampoco quería preguntar, porque Sloth sabía que no era decoroso que un criado como él se metiera en medio del grupo a hablar con Lady Lenia, delante de todos los invitados. Escuchó, no obstante, las conversaciones que se sucedían a su alrededor. Lady Astrid decía que su hermana tenía que descansar, Oberyn Martell pedía un caldo para su garganta. Él mismo se lo habría traído en menos que cantaba un gallo, pero Gwen ya se hacía cargo de la misión. Y Alyra al parecer estaba en su habitación.

Todo eso era muy raro, muy raro. Las niñas enfermas. Hoy, justo hoy. Oh, Sloth no podía soportar verlas así. Y su madre, como siempre, tan preocupada por ellas.

Asintió a la orden de Lady Vaelys y, percibiendo el guiño de su ama, respondió: -. Sí, mi señora, Sloth se encarga ahora mismo. Sloth traerá el tabaco para los caballeros, aunque cree haber oído que algún criado lo había movido de sitio y Sloth tendrá que buscarlo. Pero se hará tan rápido como sea posible, mi señora.

Antes de marcharse, se giró hacia la pequeña Mira, a quien sonrió con dulzura y le acarició la cabeza. Luego se topó con Fiona, quien se había acercado también a hablar con Lady Vaelys. Sloth le agarró suavemente el brazo y le susurró algo al oído. Luego siguió con presteza su camino de vuelta al castillo.

La carita de Mira se iluminó cuando vio aparecer a Sloth, quien se dirigió junto a Lady Myriah para llevarle noticias. Lenia parecía encontrarse mejor, pero dudaba si realmente era así o si su hermana estaba sacando fuerzas, lo cual luego le pasaría factura.

Astrid dijo que debían ir todas a la habitación de Lenia. Mira asintió a su hermana mayor y cogió los pliegues de su vestido dispuesta a seguir a sus hermanas, pero Lenia negó con la cabeza y Mira soltó su falda, parecía que se quedarían allí. Entonces Ser Tyler se ofreció a acompañarlas hasta el pie de la torre y la niña volvió a recoger su vestido, pero de nuevo volvió a dejarlo ir al escuchar a su madre decir a Lenia que primero debía comer algo. Lady Myriah dijo entonces que mientras los caballeros comían ellas irían a la habitación de Alyra, así que Mira volvió a pinzar su traje para no tropezar, pensando que sólo los caballeros comerían y dudando si al final se dirigirían a la habitación de Lenia o a la de Alyra. Sin embargo aún no lo descubriría puesto que su madre insistió en que su hermana debía comer antes de partir. Mira soltó su vestido por tercera vez y suspiró ligeramente poniendo los ojos en blanco. De inmediato se sonrojó y desvió la mirada intentando disimular. En realidad su madre tenía muchas preocupaciones y seguramente no hubiese visto su gesto, así que respiró aliviada.

Vio como los caballeros comenzaban a tomar asiento y ella permaneció en el mismo lugar, prudente, sin saber si también debía comer o si sólo lo haría Lenia. De todos modos, con el postre que había pedido aprovechando la confusión, su apetito estaba bastante saciado.

Sonrió a Sloth cuando salió, deseando que pronto acabase con sus tareas y poder charlar un rato con él.

Tras las palabras de Lady Myriah asintió dispuesto a partir, pero antes dedicó una última mirada a Lenia y Astrid. Lo que la tercera hija tuviese que decirle debería esperar, y si la heredera estaba bien o sentía alguna molestia seguiría siendo una incógnita para el caballero. Les sonrió e hizo la reverencia pertinente, entonces acudió Ser Alester. Tyler agradeció su gesto, pues Ser Marbrand conocía su estado de ánimo en ese momento y creyó que acudía para evitar que las sombras regresasen. 

-Por supuesto- Respondió a Ser Marbrand con una sonrisa. -Vamos Bernard, disfrutemos de la generosa comida.- Desde luego sentarse junto a su hermano, Alester y Galbart le parecía una buena opción, sobretodo si cierto caballero quedaba lo más alejado posible de su asiento. Esperaba poder situarse cerca de las damas, aunque en aquella ocasión la cantidad de invitados podía fácilmente impedir aquello. 

- Creo que la última vez que compartimos mesa fue en el campamento- dijo a Ser Alester - Te aseguro que estos asados estarán mucho más deliciosos - Rió un poco, pues si no recordaba mal los días que lucharon en la guerra las carnes quedaban duras y secas, aunque el hambre hacía posible comer cualquier cosa.

Ser Lance dejó de tener la mano en el hombro de Merol para que se pudiera dedicar a sus cosas. Fue entonces cuando vio a Fiona que venía con varios platos para servir en la mesa. La muchacha servía con esmero y cuidado y también con astucia los diferentes platos para que estuvieran al alcance de todos. La comida tenía una pinta estupenda y Ser Lance se le salían los ojos al ver uno u otro plato. Ya había venido con hambre al convite y ahora se le hacía la boca agua solo de verlos, pero su caballerosidad imperaba, y dejó algo de tiempo mientras se acercaba con lentitud a la mesa e intentaba hacerse un hueco. 

Entonces cuando parecía que los que allí estaban eran los que iban a participar de la comilona apareció el jorobado, el extraño jorobado cuyos rumores habían llegado a sus oídos. Y no pudo por menos que contemplarlo con descaro para que se percatase que era observado por el caballero de capa roja. El jorobado miraba hacia el cielo cosa no muy normal en un hombre, si así se le podía considerar a aquel engendro cuyas fábulas habían crecido a su alrededor. El jorobado se acercó a la señora de la casa y le comunicó la noticia de que el señor había desaparecido. ¡Desaparecido!, todo estaba sucediendo demasiado deprisa, ser Lance tomó una rodaja de ternera asada que ya estaba trinchada, y la tomó con un tenedor y una bandeja después tomó un cuchillo, y empezó a cortar un trozo en la mesa comiendo un trocito de rodaja mientras ingería algo en su vacío estómago. Quizás fuera lo último que comiera durante horas.

Mientras terminaba su rodaja vio entrar al que parecía el mayordomo de la casa que se dirigió hacia Lady Myriah, en ausencia de su señor, parecía que toda la responsabilidad residía sobre ella. Una responsabilidad grandísima debido a los sucesos extraños que estaban sucediendo ininterrumpidamente. Ser Lance tomó la jarra de uno de los licores de zumo y se sirvió. Veía muy conversador a un caballero, el que se había alejado a consolar a ser Tyler. Parecía que quería establecer diálogo con todos los de la casa y con sus allegados. Pero sus ojos no dejaban de centrarse otra vez en el jorobado y su forma de actuar. Su atención otra vez se vio ininterrumpida por la hermana mayor y heredera Lady Astrid que convidaba a los invitados a sentarse. Debido al desmayo de Lady Lenia casi todos los caballeros se encontraban pendiente de su mejoría. Excepto Ser Cedric que pidiéndole permiso a la dama mareada se sentó e invitó a los presentes. Ser Lance seguía todavía de pie tomando el Licor pues la rodaja ya se la había comido. Y no estaba muy por la labor de sentarse sin que la señora de la casa no lo hubiera hecho. Así que aguardó a que la anfitriona se mencionara al respecto. 

El dorniense no pasó por alto la mirada de desagrado que le había dirigido Lady Myriah tras haber apoyado una mano de forma afectuosa en el hombro de Lady Lenia. Al fin y al cabo, él no dejaba de ser una serpiente entre leones, por lo que estaba más que acostumbrado a aquella desconfianza por sus descaradas acciones.

Lady Astrid había pedido a los caballeros que fueran sentándose para comenzar a comer. Sin embargo, la mayoría de los presentes continuaban en pie, algunos alrededor de Lady Lenia y otros conversando entre ellos. Dado que la propia Lady Myriah no había mostrado ninguna objección ante la orden de su hija, Oberyn consideró una falta de respeto hacia la primogénita que el resto de los caballeros no acataran las palabras de Lady Astrid y tomaran asiento para comenzar a comer. La única excepción era Ser Cedric, quien ya se había sentado para comenzar a comer con bastante avidez.

La Víbora Roja decidió tomar la iniciativa y se sentó a la diestra de Ser Cedric, aunque por el momento sin probar bocado.

Ser Edric observó como los hechos se desarrollaban con su típica sonrisa en la cara, la cuál casi se convierte en una carcajada cuando vio aparecer al jorobado, y mirando a Lady Myriah negó con la cabeza tapándose la boca para evitar reirse más. Se acercó a la mesa y se sirvió un poco más de vino, el cuál para su gusto estaba tremendamente bueno.

Viendo como Ser Cedric y Oberyn se sentaban, tomó asiento pesadamente al lado de la Víbora, pasándose la mano por la barba, y mirando a Ser Lance.

- Ser Lance, venid a sentaros aquí hombre, vuestra compañía siempre es agradable.- señaló cortésmente al asiento que quedaba libre a su derecho.- Creo que pasaremos una agradable velada a la intemperie, si no llueve... como ayer. Esperemos que no ocurra, si no el banquete podría llegar a arruinarse- frunció un poco el entrecejo mirando al cielo.

Después de tantos imprevistos, por fin parecía que la velada iba a seguir su curso. Cedric agradecía alos siete, ya que no podría aguantar mucho más el hambre. Era un hombre de necesidades simples, y comer era la mayor de ellas.

Observó como Oberyn se acercaba y cogía asiento a su lado. A pesar de que por la reciente historia los Lannister y los Martell no podrían llamarse amigos, Cedric conocía la fama de Oberyn de ser un excelente guerrero.

-Es un honor que me acompañe, nunca rechazaré la compañía de un guerrero de su fama. Se dice que no importa quién tenga en frente suyo, hombre o mujer siempre termina atravesado por su lanza… – Le dijo a Oberyn. – Pero debo deciros que me supone gran sorpresa que nos acompañe el día de hoy, presumo que debe tener alguna razón especial para venir a un lugar tan lejos de sus tierras, y más aún, verse rodeado de tantos vasallos de los Lannister. – se acercó un poco más hacia Oberyn y susurró algunas palabras más.

Ser Edric se les unía en la mesa. Todo se disponía para que pudieran comenzar con el banquete.

- Ser Edric, es un placer verlo en buenas condiciones dado que parece que todos los habitantes del castillo están sufriendo alguna descompensación el día de hoy. ¿Puedo preguntaros por el estado de Lord Rhys? No lo hemos visto el día de hoy.

Durante el instante en que Ser Cedric pudo acercarse a Oberyn, logró susurrarle las siguientes líneas sin que nadie más los escuchara:

-Tal vez sea coincidencia su presencia aquí o tal vez no. Si ha venido usted a averiguar lo que pasó aquella noche, es su día de suerte ya que yo fui testigo…

No pudo agregar más sin que pareciera sospechoso. Pero le miró una vez más antes de dirigirse a Ser Edric con la esperanza de que Oberyn entendiera que tenían pendiente una conversación privada.

Después de que Cedric y Oberyn tomaran asiento, Ser Edric se había sentado junto al dorniense, y era probable que Ser Lance no tardara mucho en acompañarlos.

-Tenéis razón, Ser Cedric -comentó la Víbora Roja, adelantando un brazo para servirse un poco de vino-. Tanto hombres como mujeres han probado el sabor de mi lanza, aunque en mi defensa diré que algunos quedaron más satisfechos que otros... -El dorniense esbozó una sonrisa pícara, tras dio un largo sorbo de su copa-. Digamos que mi presencia aquí se debe a la larga amistad que me une con Lord Vaelys, aunque no negaré que poder conocer a las hermosas y dulces hijas del Señor de la Casa también fue uno de los motivos de mi viaje.

Mientras extendía el brazo para tomar el vino, el dorniense se acercó un leve instante a Ser Cedric y pronunció unas leves palabras, prácticamente entre susurros, para que sólo el caballero las escuchase.

-En efecto. Ese es el verdadero motivo por el que he venido. Hablemos tras la comida.

Parecía que a Ser Lance se le había pasado por alto que tanto la señora de la Casa Lady Myriah, como la afirmación de la primogénita habían abierto el acceso al banquete. Había algo que le incomodaba y era la actitud de Ser Tyler hacia las hijas de la casa. Parecía como si las conociera de toda la vida, y hablaba con desenvoltura y no paraba de hablarles y mirarlas como si fuera su custodio o alguien más importante. Alguien le secundaba el caballero que parecía haberse aliado a los Risefeller, y entre los dos mostraban una confianza hacia las hijas como si la conocieran de toda la vida. Las hijas de Lord Rhys, se mantenían agradables a todos pero aún así se notaba que los dos señores tenían más influencias sobre ellas que los demás. Pero no queriendo ser pertinente en un banquete de invitación, y siendo Ser Lance la primera vez que visitaba la casa de Lord Rhys se sentó al lado de Ser Edric el cual le había invitado a sentarse a su lado. - Gracias Ser Edric, también me corresponde a mí sentirme en buena disposición con vos. - El caballero dejó que la capa roja quedara detrás a su espalda enseñando su jubón con los colores azul celeste de los Dayne. Antes de sentarse saludó a los que estaban junto a la mesa cerca de su asiento. - Príncipe Oberyn, Ser Cedric. Hizo una leve inclinación cuando nombró a la Víbora Roja después se sentó. Le hubiera gustado mirar otra vez hacia Lady Mira, pero con los sabuesos de hombres que olisqueaban cualquier signo de acercamiento o conversación hacia las hijas, prefirió que no se notara su sentimiento.

El asentimiento de su señora dejaba claro el plan a seguir, servir el resto de platos y el postre mientras Sloth buscaba el vino y tabaco y Gwen traía el caldo que aliviría la dolencia de voz repentina de Lenia, algo que Fiona tenía claro no podía tratarse de una casualidad, como el acné de Alyra, una dama que siempre había lucido una piel perfecta. Ni los peores nervios del mundo por la celebración de la fiesta justificaban estas reacciones físicas de las hijas Vaelys. Alguien malvado estaba detrás y quería hacer daño a las señoritas.

Entre estos pensamientos divagaba su cabeza cuando Ser Alester se dirigió a ella reprimiéndole medio en broma por estar trabajando y no reposando. Sonrió ampliamente al caballero. - El movimiento en este caso no me está perjudicando Ser, sería mucho peor quedarme quieta sentada en una silla. Seguramente haya escuchado que las lesiones se rehabilitan con reposo, un tratamiento efectivo y movimiento para volver a funcionar con normalidad. - miró a su señora Lady Myriah. Ojalá tuviera en consideración todo lo que hago por esta familia. 

Algún día quizás la señora aceptase su error al haber dispuesto a Ginevra como ama de llaves de la fortaleza y no a ella a pesar de los años que llevaba trabajando allí. 

Le dedicó una mirada confiada al señor Curton cuando la miró sorprendido por estar trabajando. Estaba en su naturaleza ser trabajadora y cabezona, y de verdad se encontraba bien del pie, la leve cojera era lo de menos y a base de apoyar le iba molestando menos. - Confio que la comida esté de su gusto, coman todo lo que quieran, hay para repetir y si se les ofrece cualquier cosa por favor no tengan reparo de pedirlo. - dijo con amabilidad y para todos en general mientras las damas y los caballeros se iban reuniendo entorno a la mesa. 

Fiona se quedó a un lado por si se les ofrecía algo más y fue cuando Sloth le susurró algo al oído, en cuanto le permitiesen retirarse del jardín estaría libre para ir con él a buscar respuestas. Sentía no poder hablar con Kyle ni Evan de lo que tenían entre manos pero el jorobado había sido claro con ella y si algo hacía la criada era respetar las decisiones de los demás. 

 Alester no se había fijado, pero Ser Bernard Risefeller se había unido también a ellos. Lo recordaba como un guerrero puro, casi incansable. Muy distinto a su hermano Tyler, aunque ambos se compenetraban bastante bien. Lo saludó con cierta efusividad, ofreciéndole la mano para estrecharla.

- Ser Bernard, ¿os acordáis de mí? –le preguntó, al tiempo que se sentaba en la mesa-. ¿Cómo os va?

Todo lo que tenía delante se le hacía delicioso. Tal vez fuera el hambre, pero no parecía llegar el momento de poder servirse. Miró a su alrededor, comprobando dónde se sentaba el resto de la gente. La voz de Ser Tyler le hizo volver en sí.

- Si a eso llamáis compartir mesa… -comentó riendo-. Los días que no cenábamos sobre el suelo o sentados sobre una roca eran días de celebración. No hace falta que juréis que esto estará mucho mejor. ¡Ahg, los asados del campamento! –Alester puso una mueca de desagrado mezclada con diversión al recordar esos momentos-. Pensándolo ahora era una comida totalmente asquerosa. Pero en aquel momento, entre que estabas más preocupado por no morir, y que te alegrabas de tener cualquier cosa que llevarte a la boca, casi me parecían una delicia.

Se sirvió una copa de vino y dejó la jarra al alcance de los demás que tenía a su alrededor.

- ¿Brindamos, pues?

Después de regresar de la cocina Gwen llevaba un caldo recién preparado con un toque de hierbabuena para ayudar a aliviar un poco la garganta de Lady Lenia, lo llevo inmediatamente a dónde está estaba sentada comentándole que tuviese cuidado ya que se encontraba caliente, después dió una mirada a Oberyn para que esté se sintiese más tranquilo por la hermosa Lady.