Partida Rol por web

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El sirviente llamado Sloth se entregó con energía a su cometido ofreciéndose para llevar a la hija Vaelys-vuestra ayuda es bienvenida, yo cargaré con ella, vos guiadnos hasta sus aposentos-dijo mirando con ojos tensos a Lenia, cada vez estaba peor, de hecho cuando ella escuchó la idea de llevarla a sus aposentos abrió los ojos de par en par e intentó negar con la cabeza con energía ¿Pero qué hacer? El norteño no conocía aquel castillo y era imposible mantenerla sentada, necesitaba reposo con urgencia.

En ese momento Lenia llamó la atención de Tyler, el cuál se acercó inmediatamente, entre ambos intentaban comprender lo que decía la joven, entre susurros cada vez más roncos y apagados. Al parecer también había problemas con Astrid, a lo que Galbart frunció el ceño, los problemas no hacían más que aumentar en la familia Vaelys.

En ese momento, Lenia tosió y una pequeña mancha de sangre asomó la comisura de los labios, Galbart tensó la mandíbula ostensible, la persona que estaba provocando todo esto, lo terminaría pagando se juró el norteño.-Tranquilizaos, estáis forzando la voz demasiado-dijo con velada preocupación.

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Las palabras de Tyler provocaron que el el pecho ya de por sí fuerte y abultado se ampliará al depositar en él su confianza-No debéis preocuparos Sirve Tayler, la protegeré hasta mi último aliento si hace falta-dijo con total respeto-vos id en busca de Lady Astrid, quizás esté en sus aposentos y Sloth os pueda guiar, no sé si a Lenia le quedan fuerzas o voz para indicaros- comentó apenado mirando la pálida cara de la joven al borde del desvanecimiento.

Ser Tyler parecía honorable y de total confianza, Galbart esperó no equivocarse, ahora mismo en ese castillo, cualquiera era sospechoso de tales afrentas a la familia-En cuanto estéis listo, marchaos con presteza, Lady Astrid os necesita-aseguró el norteño mirando al caballero para luego mirar a Sloth y esperar sus indicaciones.

Sólo los Antiguos sabían lo que Galbart estaba sufriendo ahora mismo. Con Lenia en sus brazos, pálida como la cera, y esa pequeña mancha de sangre en la boca su corazón estaba literalmente encogido. Mostraba su entereza y dureza al exterior, como siempre había hecho pero por dentro ardía de furia.

El culpable de lo que le ocurría a Lenia lo pagaría con creces, porque con total seguridad todo estaba planeado nada era fortuito y el plan de sabotear la celebración fuese cual fuese estaba surtiendo mucho efecto.

Las ganas de acariciar su rostro y besarle la frente eran portentosas pero consiguió controlarse y mantuvo su pose de caballero respetuoso. Nadie debía saber su verdadera relación y cuán profunda era.

La pegó contra su pecho para protegerla como un oso haría con una cría y esperó con paciencia a que el criado los guiase.

El olor que inundaba el recibidor era tal que al llegar Marvin y ver a los invitados su cara palideció.  Por un pequeño momento esperaba que solo le hubiese llegado esa peste a él , pero era tan improbable como pasar por delante de ellos e intentar simular no haber sido visto. Resignándose a las circunstancias, y un tanto perturbado por la situación, el castellano solo pudo intentar hacer algo para que los presentes no se quejasen: darles tema de conversación, a ver si de esa manera lograba que no les llegase el "embriagador" hedor. No pudo llegar a hacerlo, ya que Ser Mordred indicó antes de que él hablase el tema que iba a intentar apartar. Marvin, resignado, iba a contestar cuando hizo acto de presencia lady Lenia, quien parecía muy afectada por algo desconocido.

Todo el tiempo que ella estuvo consciente, el castellano lo pasó pensando y en silencio. Habría que ir a la capilla, llevar a la dama a sus aposentos y avisar a la Señora del castillo. Con su desmayo, que le pilló por sorpresa, había nuevas medidas que tomar, como avisar también al maestre, no fuese a ser su desvanecimiento algo grave.

- Ser Galbart, Ser Tyler, Sloth os acompañará al dormitorio de lady Lenia - esperaba que los nobles no se tomasen a mal su atrevimiento al reincidir en lo mencionado por el jorobado, a quien miró para continuar: -. Después, Sloth, habría que avisar a Lady Myriah. Si os encontrais con algún criado enviadlo a avisar a la Señora de Vaelys, que seguro querrá estar al tanto del estado de su hija.

Marvin cambió de oyente, su atención iba dirigida ahora a Tabitha, esperando que no le pareciese atrevido lo que estaba por realizar, ya que podía malinterpretarse como una salida fuera de sus responsabilidades.

- Lady Tabitha, ¿podrías haceros cargo de avisar al maestre Caelus? Puede que vuestra hermana necesite de sus servicios - el tono era sosegado, de petición y no demanda, puesto que nada podía ordenar a la dama.

Una vez dispusó lo que creía que era más acertado, realizó una serie de reverencias a los presentes, visiblemente apuradas y sin pomposidad o artificios añadidos, solo  con el toque adecuado para despedirse de ellos.

- Sers, con su venia saldré de inmediato rumbo a la capilla - mencionó antes de moverse para ir a ese destino. Si tal y como había señalado Lenia, algo sucedía allí, tendría que verlo y, de ser posible, arreglarlo.

Aún conversando al lado del gigantesco Swann Grizzly, Oberyn hizo una mueca de desagrado al captar de nuevo aquel nauseabundo olor que penetró en sus fosas nasales. Al girar la mirada, no se extrañó de ver que lady Tabitha acababa de irrumpir en el recibidor, junto con lady Lenia.

Al advertir lo afectada que parecía hallarse la tercera hija de la Casa Vaelys, el príncipe dorniense se sintió tentado de acercarse a ella y a Ser Galbart para intentar de infundirle ánimos a la joven, pero antes de que pudiera tomar semejante decisión, la muchacha pareció perder la consciencia. Intuía a qué podía deberse lo que le había sucedido a Lady Lenia y lo que podía haber visto, y si sus sospechas se confirmaban, lo ocurrido no le agradaba lo más mínimo.

-Maese Curton, voy con vos -se ofreció el dorniense, pensativo-. Si es necesario, os ayudaré en lo que pueda.

Con paso decidido, Oberyn decidió acompañar al castellano.

Mordred observó en silencio cómo se desarrollaba la escena frente a él. Era imposible negar que algo totalmente fuera de lo común había ocurrido, pero intentó no hacer elucubraciones. Tenía la mente ocupada en ciertos detalles que acababa de presenciar. Se acercó a Ser Tyler y le puso una mano en el hombro.

- Lady Lenia os necesita -le dijo-, acompañad ahora a Ser Galbart y nos reuniremos todos en la capilla. -miró a Sloth, quien parecía saber algo sobre lo que estaba pasando.- Y quizás él os pueda contar algo de lo ocurrido. -se giró de nuevo hacia Tyler y bajó algo el tono, hablando de una forma más cercana, casi paternal.- Hablaremos más tarde, ¿de acuerdo?

No quiso decir más, pero intuía lo que podía estar sintiendo Ser Tyler en aquel momento. Le dió una palmada en el hombro en señal de apoyo y giró sobre sus piés, siguiendo el camino tomado por Marvin y Oberyn.

Tyler escuchó a todos y apreció la reacción de Marvin y Mordred. Al primero le miró, el semblante de Tyler era un poco duro, lo acontecido lo justificaba completamente, lo extraño hubiese sido que no saltasen todas las alertas del caballero. Al segundo le asintió con la cabeza. Al parecer podría ser importante reunirse después con Mordred, no lo dudaba ni por un segundo. Sin embargo desoyó la indicación de ambos en acompañar a Galbart y Lenia, en vez de eso observó con ternura y apenado a la joven Lenia, quizás sin sentido. Después clavó sus ojos en los de Galbart, como si ambos caballeros supiesen lo que había sin mediar palabra, era una mirada cargada de fuerza, como las que se lanzan dos compañeros en el campo de batalla antes de arrancar una carga en la que pueden perecer, o las que se dedican los enemigos a muerte al retarse en un duelo del que solo uno saldrá vivo.  Tan solo ellos dos sabrían en que sentido interpretarlo. Tras esto el mayor de los Risefeller tomó la misma dirección que Marvin, Oberyn y Mordred. Caminó junto a ellos a penas unos segundos, pero pareció que le corría más prisa, por lo que sin decir nada salió corriendo bajo la lluvia para cruzar los jardines.

A Lenia le pitaban los oidos, la boca le sabía a sangre y sentía como las fuerzas habían abandonado su cuerpo, pero no tenía miedo, ni se sentía insegura, porque sabía que Galbart estaba protegiendola, trató de girar el rostro para mirar su entorno, ¿que había pasado? ¿donde estaba la gente? todo estaba borroso para ella.

Trató de enfocar a Galbart, sin mucho éxito y gimió de dolor, necesitaba beber agua y sacarse ese asqueroso sabor de la boca, pero no sabía como iba a pedirlo, no le quedaban fuerzas, ni voz.

Sloth escuchó a Marvin y asintió. Lady Myriah probablemente sabía del ánimo delicado de Lady Lenia tras la noticia. Sloth ya se había dado cuenta antes de llegar al recibidor. Pero igualmente habría que avisar a la señora de que su hija estaba tan indispuesta que había tenido que volver a sus aposentos.

Sloth urgió a Ser Galbart a que lo siguiera. El criado pensaba que habría sido mucho más rápido que él mismo cogiera a la damita en brazos, pues Sloth tenía probablemente más fuerza y conocía perfectamente el camino como para hacerlo en mucho menos tiempo si caminara solo. Pero el caballero y Lenia querían estar juntos, Sloth lo notaba. Aunque Sloth también dudaba que el soldado dejara entrar a Ser Galbart a la Torre donde se encontraban los aposentos de las damas.

- Vamos, Ser, os guiaré. Démonos prisa, Lady Lenia necesita descansar –dijo Sloth con voz acongojada mientras emprendía el camino.

Una vez Sloth dejó claro que me guiaría junto con Lenia a sus aposentos, el norteño sonrió amable-Gracias Sloth te estoy muy agradecido, Lady Lenia necesita descanso urgente-dijo con tono urgente. Miró a la joven Vaelys. Estaba prácticamente desvanecida, apenas respondía y aún corría un hilillo de sangre por la comisura de sus labios.

-Vamos Sloth, cuando lleguemos hay que tratar de que beba agua y escupa la sangre-dijo Galbart, dudaba que Lenia pudiese decir nada más en toda la velada y mucho menos si tendría fuerzas para levantarse de la cama. Apretó la mandíbula de disgusto y siguió los pasos del criado.

Por fin algo de acción. Al menos eso parecía. Tras presenciar la escena de Lenia, apenas tardó un segundo más que su hermano en ponerse en marcha. Adelantó a Marvin, Oberyn y Mordred y se puso hombro con hombro con su hermano mientras que intercambiaban miradas y un gesto de asentimiento con la cabeza

Lento en reaccionar como siempre, Lord Grizzly no llegó a arquear el cuello hacia atrás por el nauseabundo olor hasta que lady Lenia ya estaba retirándose. Oberyn había partido raudo y los demás estaban en movimiento.

- Los Siete nos guarden -logró articular antes de terminar la copa de vino que tenía en mano y apurar el paso también hacia la salida.

Algo sin embargo lo detuvo un instante, un olisqueo extraño, pero no le dio más importancia y reanudó su camino, tan sólo unos pasos por detrás de Ser Bernard Risefeller.

Ser Lance apareció en el recibidor con la ropa cambiada, es más se había puesto su armadura, era una armadura de plata pulida, que resaltaba con una intensa capa de color carmesí, la armadura también poseía botas metálicas y antebrazos metálicos. Era una armadura decorativa que se utilizaba para encuentros como estos, en el cual lo primordial era la presencia y el vestir acorde a una elegancia propia de los festejos en casas nobles. La armadura aunque algo pesada se podía bailar incluso presentaba un aspecto caballeresco propio de la nobleza que era muy gustado por las damas. Antes de ver su indumentaria se escucharon sus pasos metálicos bajar por las escaleras al comedor. Allí vio a uno de los hermanos Risefeller, a Swan y a Tabitha. Le extrañó que la joven dama no estuviera reunida con sus hermanas y madre. - Buenas otra vez, dijo inclinando la cabeza hacia Tabitha como gesto caballeresco de saludo. - Puedo preguntar, ¿qué hace vos aquí?, ¿y por qué no está con su madre y hermanas?, ¿acaso le ha pasado algo? Se quedó quieto delante de la mujer y a solas pues vio que tanto Swan como Risefeller iban abandonando la estancia. En su cara se mostraba un cierto gesto de preocupación, ya que desde que perdió a su amigo e hijo de Lord Rhys había tenido un lazo sentimental y emotivo hacia toda la familia. Se preocupaba por la situación de la casa Rhys y por sus hijas y señora, teniendo en garantía su capa roja como señal de eterno duelo y amistad duradera. Aunque no sabía muy bien el por qué de tales acontecimientos y los rumores y sucesos extraños que sucedían, sabía que las hijas de Lord Rhys no tenían nada que ver en todo aquello. Ser Lance se mostraba obcecado en demostrarlo y en dar su apoyo incondicional a la casa Rhys.

Se acercó al sirviente que acababa de entrar en el recibidor, - saludos, le dijo, - ¿me podría decir dónde están los demás visitantes? Sé que se fueron a cambiar de indumentaria pero tardan. ¿A recibido orden de la señora para que estén en algún sitio concreto de la casa? El caballero se mostró humilde, con una voz pausada, esperando con paciencia lo que tuviera que comunicarle el sirviente. Vio las marcas que tenía en el rostro pero intentó que no se notara en su gesto, ni tampoco en su mirada, era común que a veces por las circunstancias de la vida se encontraran a sirvientes marcados. A Ser Lance no le molestaba, ni le causaba desagrado, había sido un digno rival con los caballeros a los que se enfrentó, y estaba acostumbrado a ver y a hacer tajos, amputaciones y ver todo tipo de cicatrices que quedaban tras los combates. Bajo la apariencia hermosa y benevolente del caballero se escondía un feroz guerrero, maestro de la espada y disciplinado en el arte de la guerra.

El caballero había aprendido a ser servicial, educado y caballeresco de su madre aunque también le había enseñado otros lados ocultos que por ahora ser Lance ni los pensaba. Por otro lado de su padre había aprendido a ser un gran guerrero, disciplinado y hábil no solo con su arma sino también con su ingenio, aprendiendo técnicas y luchas de combate que tenían que ver con una mente astuta, audaz para llevarla a cabo, y no sólo con tener una gran masa de músculos como le recordaba el guerrero que se denominaba Swann.

William se dirigía al gran comedor a preparar las cosas cuando un visitante le interrumpió, preguntando por los demás. El sirviente saludó con una torpe reverencia. Lo siento, señor, no sé donde están. Quizás sigan en sus habitaciones. ¿Quiere que llame a alguien en particular?

Al ver a la señora Tabitha allí, recordó lo que se había dicho en la cocina y quiso advertidla. Señorita Tabitha, mylady, creo que su madre la está buscando.

Al oír las palabras de Ser Lance y William, la joven sintió como si hubiese acabado de despertar de un sueño. No dejaba de pensar en el estado de Lenia, a quien había visto muy afectada, pese a que desconocía los motivos.

-Descuidad, William -dijo Tabitha, con el tono educado propio de una gran dama-. Buscaré a mi madre. Aunque ignoro dónde puede encontrarse. La última vez que la vi estaba en la Torre del Fénix, junto a Lenia y Sloth. ¿Podría decirme dónde puede estar ahora?

William contestó solicito, Salió de la cocina hace un rato ... calló de golpe, iba a decir con quién y a dónde había ido la señora, casi hasta por qué, pero no era él quien debía explicar nada de lo sucedido si no lo sabían ya. No estoy seguro a donde, creo que iba en dirección a la torre de los cuervos.