Partida Rol por web

Apenas un dia despues Andrea llegó a los conocidos Acantilados del oeste, fruto de la erosión de un caudaloso rio a traves de montañas volcanicas.

El sol luce en lo alto, pero el paisaje, lejos de ser alegre, es gris y humedo, pronto los ojos de Andre pudieron discernir una figura al vorde del acantilado, era la silueta de una compañera, era Leticia.

Con unas viejas ruinas de fondo, lo unico que se oye es el fluir del rio cientos de metros por debajo, no se oye el cantar de los pajaros, pues no hay canciones que cantar.

Las lagrimas, no habían parado de brotar de mi rostro desde hace ya tres dias... mama...

Miro hacia delante cuando una figura familiar se presenta ante mi, tardo en reconocerla, mi cuerpo, incluidos mis ojos ya no responden cuando se lo pido.

Es Andrea, gracias a Dios es... es ... hermana...

-Hermana... estas... guapisima.

Las lagrimas continuan fluyendo por un rostro que ya no es el mio.

-He...hermana, ayudame...

No puedo sino romper a llorar con mas fuerza.

-Yo solo quería... vivir... y poder ir contigo a comer mas pescado, yo solo, yo...

Poco a poco mi conciencia se va destruyendo, mi voluntad estaba cediendo ante el recuerdo...

-Yo no quiero estar sola...

Digo entre sollozos, me arrepiento, me arrepiento de haberle dicho a ese señor que me diera este poder, solo quiero volver a casa con mama, mañana es mi cumpleaños, sin embargo por algun motibo este dia se me ha hecho eterno, quería acabar con todos los yomas y asi poder celebrar mis cumpleaños con la gente que quiero, comiendo un pastel de manzana enorme... pero ya todo se ha acabado.

-Ayuda...me... hermana....

Ahora solo ella puede cumplir mi deseo...

Andrea estaba demolida, pero al ver la silueta de Leticia a lo lejos, sabía que debía sacar fuerzas de donde fuera posible, para darle unos últimos momentos agradables, lo más agradables posible.
Cogió su laúd, y tocó mientras llegaba hasta ella, terminando la tonada justo al llegar a su lado.

Lucía una sonrisa que no sentía, aguantando unas lágrimas incontenibles.
-Hermana... estas... guapisima.

Tras colgar el laúd, la abrazó fuertemente. Pues es gracias a tí, hermana...
La miró a los ojos, acariciándola una mejilla con ternura.

-Yo solo quería... vivir... y poder ir contigo a comer mas pescado, yo solo, yo...

Y yo, Leticia... y yo también quería compartir todo mi camino contigo... ¿Pero sabes...? ayudé a mucha gente, salvé a unos hombres -mintió- Unos hombres... como nuestros padres. Y ahora otros niños... podrán disfrutar de ellos.

-Ayuda...me... hermana....

El dolor se atenazó aún más en el corazón de Andrea, podía sentir que le faltaba aire.

Te... ayudaré, hermana... te ayudaré... pronto estarás con tus padres. Tienen que estar tan orgullosos de tí... deben esperarte con los brazos abiertos, y una gran tarta de cumpleaños Andrea se separó de Leticia, de su rostro ya manaban otra vez las lágrimas. Leticia pudo ver ahora que en realidad, Andrea estaba al límite de sus fuerzas morales. Empuñó la espada con cierto temblor. Sopla... unas velas por mí, de ese pastel que te espera, ¿vale...? snif... bw... snif... Parpadeó para aclarar su vista lo suficiente como para ver claramente a Leticia, y trabajosamente adoptó la posición de ataque.
No alargo más tu padecer, Leticia. Volveremos a vernos, hermana, y podrás hacer con mi melena lo que quieras. Sonrió en un último esfuerzo, y alzó la espada Hasta la vista, hermanita Presiento que no tardaremos en vernos, pues una parte de mí ya ha muerto aquí
El golpe fue firme, directo al corazón. A ambos corazones les dolió por igual, pero el de Leticia no viviría para sufrir ese tajo
 

La espada d Andrea fue certera, atravesando el corazón de Leticia sin piedad alguna, el ultimo suspiro de la numero 35 se tradujo en dos palabras.

-Gracias... hermana...

Y cayó al suelo recuperando su forma humana, recuperando aquel rostro angelical e infantil que siempre la caracterizó, una calymore que a pesar de haber asesinado a incontables yomas, había mantenido su alma inocente, pura, nunca hubo malicia en ella, y quizá fue eso tambien lo que la llevó a la muerte, a que el yoma que moraba en ella lograse tomar el control de la vulnerable y confiada mente de Leticia, luego de su cuerpo.

Se hizo el silenció mas dañino que jamas Andrea pudo imaginar, estaba sola, no se ve nada mas que roca y tierra en kilometros a la redonda, provocando una sensación desagradable, esa era la vida que le había tocado vivir, sola, llena de sufrimiento, tarde o temprano perdiendo todo aquello que estaba acostumbrada a amar, ¿algun dia acabará la maldición de esta tierra? ¿algun dia se acabara la sangre y la muerte que la asolan? es posible que nadie lo sepa, pero si fuera posible, el proceso sería terriblemente doloroso, mas para Andrea.

Andrea se quedó de pie, mirando el río que pasaba por debajo del acantilado, cuando terminó el golpe. No se giró aún para mirar a Leticia, pues estaba tratando de no morir de pena en ese mismo momento.
Ya está... vuelvo a estar sola. Pero ella descansa. Jonathan también descansa. Tal vez debería descansar yo también. Esto es más fuerte que yo, y no hago nada que otra claymore más fuerte no pueda hacer mejor.

Se acercó al borde del precipicio, y miró al fondo sin miedo. La visión debia ser parecida a las fauces de la muerte. Profunda, inevitable y oscura.
Lágrimas cayeron al precipicio, perdiéndose rápidamente de vista. No habia capa que ondeara a la brisa, pues la habia dejado cubriendo el cuerpo de uno de sus recientes fracasos, tan solo el cabello era mecido por el viento.

Si me voy... ¿Qué se pierde? ¿Quién hay que me conozca y me vaya a echar de menos? Rubel no, desde luego. Vincent seguira con su vida normalmente. Kumiko y yo conectamos, pero tendrá sus propios problemas. Mary y James seguirán con sus vidas igual de felices si no vuelven a vernos a ninguna de las dos. Y Leticia está muerta.
No hay nadie a quien pueda hacer daño

Cerró los ojos y desenvainó el Claymore, clavandolo un metro tras de sí, marcando su propia tumba, y cuando pretendía girarse para precipitarse al vacío, un brillo peculiar en el cadáver de Leticia le llamó la atención. Se trataba del ángel que regaló a la 'pequeña'.

Ángeles... y yo queria emularles. Menudo ángel estoy hecho. Sonrió con amarga ironía Matando a los seres que me comprenden, como ella o Jonathan. No es que esté maldita, es que soy una maldición.
Se acercó a Leticia, aún llorando, y se agachó a su lado, sentándose al poco, acariciándola el cabello, con ternura, mientras miraba su cuidado rostro y el ángel, ahora manchado de sangre.

Al menos mereces que te entierre antes de marcharme
Suspiró y tras unos minutos acariciando su rostro y cabello, se levantó y recogió su espada, buscando un lugar blando donde cavar
No pienso dejarte para los carroñeros, hermana. Puede que a la Organización no le importes, pero a mi sí

Empezó a cavar con energías, con la espada. Deseaba terminar con esto rápidamente, para poder acabar consigo misma, tal vez era esa sensación de libertad cercana la que le daba alas a su trabajo. Cuanto antes acabase, antes descansaría.

Cuando el hoyo fue lo bastante profundo, se secó algunas lágrimas y recogió a Leticia del suelo, dejando su espada a un lado y cogiéndola en brazos.
Hasta siempre, amiga....
Miró a Leticia. La herida, la sangre en su rostro a causa del charco que habia formado en aquél rato, y el colgante, ya un poco pegajoso.

Recordó cuando se lo habia entregado, sus propias palabras

Cita : 

Lágrimas amargas brotaron de sus ojos de nuevo
Qué... fácil es hablar, Andrea.... que recordar una amistad tan breve dé fuerzas para un dolor tan grande... ni siquiera yo puedo seguir mi propio consejo.

Se acercó a la tumba y dejó a Leticia al lado, colocando las manos sobre el pecho. Las manos de Andrea pasaron cerca del colgante, que le quitó para ponerlo en manos de Leticia, donde descansaria para siempre.
Se quedó otros instantes mirándolo. Pensando en lo que se suponía que debía representar, y las palabras que pronunció al símbolo divino de la iglesia cuando pensó en ello

Cita : 

 Feliz y segura... Cerró los ojos y cogió mucho aire, sollozando
Hubo un tiempo en que pensé que solo la muerte podía detenerme... Pero mi corazón también tiene un límite, y...
Aún con los ojos cerrados, acarició el ángel, sintiendo su silueta vengadora y purificadora
No puedo... no podría cargar con otro fracaso... ni con otra carta negra... me volvería loca...

Abrió los ojos, y miró el ángel, que de acariciarlo con el dedo manchado de sangre, se había vuelto rojizo.
Tal vez... mientras me busquen sustituta, se haga mal... pero seguro que la que me sigue es mucho más hábil... y a la larga se gane más que conmigo
¿Y en qué me baso para eso? ¿Para excusarme, simplemente? Si soy la número treinta será por mis habilidades, que pocas o muchas, son apropiadas al rango. La 31 no tiene porqué hacerlo mejor que yo, eso solo lo digo para convencerme de que puedo marchar en paz, de que no tengo nada que hacer en el mundo. Se llama autocomplacencia...

Cita : 

Andrea suspiró y miró por encima de su hombro el mástil del laúd que sobresalía
En realidad... tengo una promesa que cumplir. Jonathan... confiaba en mí... "Tú pareces estar por encima de eso", dijo, confiaba en que podría. Si fallo, fallo a su recuerdo.
¿Realmente importa el recuerdo? Nadie se acordará de mi en poco tiempo. Ni de Jonathan, ni de Leticia.

Cita : 

Tal vez Jonathan fuera aún más fuerte que yo...
La cabeza de Andrea se balanceaba de un lado a otro, tratando de poner en orden sus pensamientos, decidir voluntariamente si aún habia algo por lo que vivir. Una promesa. ¿Era suficiente?

Cita : 

Esas habían sido las últimas palabras que había oido de Kumiko
Vivir por mí misma... ¿Qué clase de vida...? Vivir por los demás, como siempre he hecho... vivir por gente como mis padres, por gente por la que merece la pena sufrir...

Le picaban los ojos de tanto llorar, le dolía la cabeza, tenía el cuerpo cansado y dolorido, sentía que no podía llenar sus pulmones a causa del pesar, y por si fuera poco, tenía hambre, que había llegado a ser una sensación poco común para la Claymore.
Miró a Leticia de nuevo, y se colgó ella el colgante

Te dije que fueras fuerte. Dije a Jonathan que le ayudaría. Y aún puedo salvar gente mientras viva. Ahora estoy muy... molida para tomar una decisión tan precipitada como esa -Miró al acantilado unos segundos, y volvio a mirar a Letici-
Volveremos a vernos... pero no tan pronto.
Dio un beso en la frente a Leticia y la puso delicadamente en la tumba, poniéndose de pie.

Descansa, pequeño ángel. Tú has tenido suerte, tu condena ha sido corta. Mi camino será más largo y duro... -Acarició el ángel- Pero no voy a rendirme tan fácilmente.
Las palabras casi sonaron como una bravuconada, pues su estado de ánimo estaba bajo mínimos, pero ya no tenia la intención de morir, si no de luchar otro poco más. Solo un poco más.

Enterró a Leticia, y colocando su espada como lápida, y rezando unas oraciones a los dioses por su alma bondadosa e infantil, finalizó el entierro. Caminó cerca, y encontró unas cuantas flores que colocó rodeando el punto donde la espada se clavaba en la tierra.
Miró el acantilado, y después al sendero que la habia llevado hasta aquí. Lo cierto es que ya no tenia ganas de matarse, pero estaba demasiado agotada para ir a ninguna parte, y su cabeza necesitaba un descanso urgentemente. Clavó la espada en el suelo, cerca de la tumba, y durmió tendida en el suelo, como había dormido con Leticia, como quería volver a dormir, y custodiando su tumba aunque fueran unas horas. Ya comeria mas tarde, de camino a donde tuviera que encontrarse con Rubel.

A pesar del cansancio, tardó un buen rato en conciliar un sueño intranquilo y poco profundo. Los remordimientos y el dolor no iban a dejarla dormir bien por una buena temporada...

Finalmente el sueño alcanzó a Andrea, su cuerpo estaba casnsado y agradeció la pausa, sin embargo su mente, lejos de permitir conciliar un sueño tranquilo, inundó los pensamientos de la claymore con todas y cada una de las personas que iba dejando atras, con la crudeza de una vida para la que nunca se está suficientemente preparada.

A la mañana siguiente, la primera imagen que vieron los ojos de Andrea fue la tumba de Leticia.

Junto con un silencio total, pero pronto la vista de Andrea se despejaría lo suficiente como para ver una figura humana un poco mas a la izquierda, sus ropas son negras, sombrero y gafas.

Rubel estaba de pie, no observando a Andrea sino a la tumba, inmovil, sin embargo en su misterioso rostro no había la tipica sonrisa que le caracteriza, simplemente una expresión muerta, casi triste, resiganada, sus manos descansan en sus bolsillos, sin decir nada, tan solo esta inmovil observando el simbolo de la espada de Leticia...

Se revolvió inquieta, sin dejar las imágenes de unos y otros pasar por su mente. Al despertar, la llegada de la consciencia no fue mucho mejor. La tumba de Leticia, en primer plano. Y Rubel después, genial.

Giró sobre sí misma, quedando boca arriba, y miró pasar una aburrida nube por el cielo azul, lenta, amodorrada. Parpadeó y se incorporó con un gesto cansado y los hombros bajos. Su estómago rugía exigiendo algo de comer, y pronto tendría que hacerle caso.

También tendría que hacer caso pronto de Rubel, que estaba ahí de pie. Desde luego que estaba más tranquila, pero ella tampoco se arrepentía de sus palabras, y no se disculparía si él no lo hacía antes. Y como estaba claro que no lo haría... bueno, tampoco le importaba. Simplemente sería formal.

Buenos días. Dijo con sequedad, a lo que se le unió inevitablemente un deje de desánimo que contaminaba sus gestos, palabras y pensamientos.

Le miró, sin levantarse aún, esperando su nueva tarea.
Sí que se... ha llevado pronto a la niña... ¿Qué habrá sido de ella...?  -Suspiró- Pues qué va a haber sido....

Mientras observo el claymore de Leticia, su simbolo, no puedo evitar que pasen por mi cabeza todos y cada uno de los momentos que había pasado con ella, al fin y al cabo siempre necesitó de un cuidado especial.

Cuesta entender el transito efimero de almasen este mundo tan absolutamente devastado, de alguna forma tenía la esperanza de que Leticia pudiese volver a la normalidad si se reunía con alguien a quien apreciaba tanto, pero parece ser que no fue asi, incluso Andrea me ha sorprendido, nunca creí que fuese capaz de matar a Leticia, sin embargo, quizá haya sido mejos asi, la sensación de perder el alma cuando sus cuerpos llegan al limite puede llegar a ser peor que cualquier tortura imaginable, una agonía atroz.

Mantengo mi mirada en la sencilla tumba, y mi voz suena practicamente normal, como Andrea la ha oido siempre, solo con un aire mas distraido.

-Debes ir al norte, en principio será tu primera mision de reconocimiento, sin embargo aquellas frias tierras se han convertido en un lugar peligroso, no iras sola, otra compañera irá contigo, te reuniras con ella en la ciudad fronteriza de Demetria, el viaje seran por lo menos tres dias hacia el norte. Recivireis mas ordenes una vez llegueis allí.

Por primera vez intento no desviarme del tema, lo cierto es que hoy no me encuentro muy bien de animo.

Tal como era de esperar, Rubel fue al grano, ignorando el estado de ánimo de las personas. De hecho, más que ignorarlos, pues los conocía bien, lo que sucedía era que le importaban bien poco. Tal como si fuéramos máquinas, ¿A quién le importan los sentimientos de un torno o un yunque? Es justo lo que éramos para Rubel.
Esta vez tal vez se le veía un poco disgustado. Normal, había perdido a uno de sus instrumentos, y ahora tendría que reponerlo. Todo un fastidio...
Pese a que no era ingenua, era por lo general bienpensada, pero le costaba creer que el disgusto de Rubel fuese por nada más que eso, cuando esa persona era capaz al mismo tiempo de llevarse a una niña inocente y azotar a alguien que sufría -ella misma, en este caso-, y todo ello con una sonrisa, tan tranquilo. Había sido el colmo de la crueldad, y no lo olvidaría fácilmente.

Andrea asintió conforme habia entendido las instrucciones y se puso en pie, cogiendo el claymore y envainándolo. Le parecía poca información, pero si no dijo más, es porque no necesitaría más. O porque quería que se las apañase con esos datos. Con gestos lentos y desanimados, acarició la empuñadura del claymore de Leticia, a modo de despedida. Esta vez aguantó bien el llanto, llevaba demasiado tiempo llorando, y llegado al punto en el que lo has llorado todo, no es tan fácil volver a llorar.
Murmuró unas palabras al viento
Feliz cumpleaños...

Tras una última caricia en el símbolo, se giró, para comenzar su camino hacia el Norte. No tenía ganas de hacer gran cosa, realmente lo que necesitaba era algo de apoyo, todo el mundo lo necesita alguna vez. No encontraría sinceridad en el apoyo de Rubel, en caso de que se lo diera, pero aún tenía una compañía, que siempre estaria ahi.

Acarició su colgante de ángel, y de nuevo rezó a los dioses. En un principio quería solicitarles ayuda para ella, pero fue incapaz. Dedicó sus oraciones a la gente de Sarca, muy especialmente a la pequeña Andreíta, y por supuesto a Leticia. Al acabar los rezos, sin embargo, sintió un leve soplo de alivio.

Hasta la vista. Fue la única despedida que dedicó a Rubel, y sin apenas mirarle, la justa formalidad. No era chica de fingir, y de todos modos, tampoco tenia fuerzas ni ganas para fingir, y menos, por Rubel, quien se habia ganado a pulso el resentimiento de Andrea. Todo un logro, por cierto.

Comenzó a andar hacia el Norte, como siempre, mirando alrededor, fijándose en cuanto se moviera o pudiera verse. No se sentia con ánimo para tocar, pero sabia que debía distraerse y ocupar su mente, o el trayecto iba a ser terriblemente duro, de modo que comenzaría a cumplir una promesa en esos tres días:
Empezó a hilvanar en su mente una canción que dedicar a Leticia, para que tarde o temprano fuera conocida su bondad, y la tragedia y el dolor de las cazadoras. Para que la gente apreciase el esfuerzo de niñas como ella, y pudiese comprender, para que tuviesen una idea de la batalla que libraban en su interior. Y sobretodo, ante todo, para que Leticia no cayese en el olvido, para que sus logros, por pocos que fueran, no muriesen con el recuerdo de los que la conocieron.

Cuando apenas tenía unas notas, sin embargo, algo mucho más terrenal la trajo de vuelta a tierra: Un gruñido furioso en su estómago, que la recordaba que iba por el cuarto día sin comer.
Ups... vale... mensaje recibido...
Ya que miraba alrededor, buscaría algunas frutas, y se las comeria por el camino.