- No es mío exactamente pero... Dejemos ese tema para luego. - dio como toda respuesta Bretta, con un bufido.
Nada más llegar al barco, la chica se quedó observándolo unos momentos y esbozó un atisbo de sonrisa, abrió la boca para decir probablemente un comentario sarcástico, pero se detuvo en el último momento, al ver que la situación no era la adecuada.
Aún algo temblorosa, Islene se echó a un lado cuando Kenneth se lo pidió. El viejo apenas tenía fuerzas para tragar, mucho menos para quejarse. La poción no tardó mucho en hacer efecto, cerrando poco a poco los cortes más profundos, auq ue estaba claro que el hombre aún necesitaría reposo.
- Gracias. Por un momento me pareció ver a mi mujer... quejándose. - habló Altemías, frunciendo el ceño en la última parte.
Sacudió la cabeza lentamente, mientras tomaba aire poco a poco y sus ojos se abrían de pronto, recordando la urgencia de la situación. El anciano hizo un vano intento de levantarse, sujetándose a la camisa del humano.
- ¡Kenneth, muchacho! ¡Tenéis que ir ya a buscar al pajarillo! Fue poco después de que os fuerais... - comenzó relatando los hechos - Un buitre joven y azul se acercó al barco, diciendo que venía de su parte. - señaló a Islene - Decía que le había pedido al pajarillo que fuera con ella. Yo no me fiaba, pero el chico estaba muy preocupado y el maldito buitre sabía bien cómo usar las palabras. Subió al barco y ¡puf! El pajarillo se durmió en un instante. Yo tenía ya un palo preparado para atizarle pero... las peleas de taberna ya no son lo mío. - negó con la cabeza con pesar, señalando sus propias heridas - Después vi cómo se lo llevaba volando, creo que hacia la ciudad. No he podido hacer nada, solo esperar a que alguno volvierais para daros las malas noticias antes de morirme... - el anciano suspiró, dejándose caer derrotado al suelo.
¿Y cuando no se están quejando?
Mi instinto de supervivencia se activo con gran fuerza evitando que contestará esa frase al anciano algo que haría que las dos mujeres presentes me tiraran por la borda, o al menos una de ellas mientras la otra solo le dejaba hacer...
- Bueno, te estaría echando la bronca por querer irte al otro lado antes de tiempo.- comento divertido mientras ayudo al hombre a recolocarse, momento en el que me coge del cuello del poncho y vuelve a hablarme del buitre pero ahora con algún que otro detalle. Niego con la cabeza ante lo ocurrido.- Tranquilo, tú ahora descansa, por supuesto que no vamos a dejar a Sehend a su suerte.
Tenía que volver a la ciudad y empezar a preguntar por un buitre de colores, no debería ser muy común pero la ciudad era grande y tampoco tenían mucho tiempo y además estaba el detalle de dejar al anciano solo en el barco.- ¿Donde estaba Qleohh cuando se le necesitaba?
- Ayudadme a llevarlo adentro para que pueda descansar con un poco de cobijo, también necesitaría un médico.- le comentó a las dos jóvenes mientras intentaba encargarse el mismo de cargar con el anciano.- Quizás podamos encontrar uno mientras preguntamos por el buitre secuestrador...
- ¡Pero muchacho, ¿cómo voy a descansar con el pajarillo ahí fuera, en peligro, con ese pajarraco que... que...?! - las palabras del anciano se cortaron por un repentino ataque de tos.
Altemías no parecía dispuesto a quedarse allí, a pesar de que su estado de salud mandaba más en su cuerpo que sus propios deseos. Bretta asintió y se agachó para ayudar a mover al anciano, mientras Islene permanecía con la vista en la ciudad. Sus alas se agitaban casi imperceptiblemente, pero quedaba claro que su porte no podía ocultar su nerviosismo. Kenneth ya lo había visto y notado de sobra: Sehend era como un hijo para ella. Sin embargo también sabía que iban a necesitar un barco rápido y en condiciones para poder alcanzarlo y eso no parecía ser posible... O al menos, hasta que volvió cierto pájaro de colores.
- ¡Grrrrack! ¿Pero se puede saber qué ha pasado? ¡Me voy un momento y menudo pollo habéis montado! - exclamó el antropomorfo, alzando las alas - ¡Primero me cierran las tiendas porque es la hora de comer, luego hay un incendio en mitad de la ciudad, y después van un gría y su hijo y me tiran la barra de pan que definitivamente estaba entera y sin picotazos, krrrejem! ¡¿Y ahora qué le ha pasado al viejo?!
Qleohh, que había vuelto de hacer sus recados, dejó las bolsas con telas y los materiales que le habían pedido en el suelo. Subió al barco con naturalidad y echó un vistazo al anciano tosigoso, asintiendo para sí mismo. Se quitó una pluma del brazo con un pequeño "ay", y con ella comenzó a escribir algo sobre la frente de Altemías, igual que si fuera una hoja de papel. Todos los presentes pudieron ver cómo una oleada de plumas azuladas se dibujaron en el aire sobre la piel del anciano y, de la misma forma que habían aparecido, desaparecieron como sopladas por una ráfaga de aire. El antropoloro soltó un pequeño graznido de satisfacción, mientras Altemías lo miraba confundido y completamente sano.
- Tú... tú... - comenzó a decir, palpándose la zona del golpe en la cabeza, ahora como nueva..
- Sí, sí, te he curado, ya me lo agradecerás más tarde. Monetariamente, claro. Y mejor si no es muy tarde tampoco. - sonrió Qleohh.
Se tomó su tiepom para admirarse las plumas de las alas, comprobando que estuvieran igualadas. Islene y Bretta se habían quedado en silencio, una perpleja por la situación y la naturalidad del antropoloro, y la otra con miradas interrogantes a todos los presentes, aunque sobre todo a Kenneth. Qleohh terminó de alisarse las plumas y levantó la cabeza, mirando también a unos y a otros.
- Bueno, ¿qué? - graznó con el ceño fruncido - Estoy esperando. ¿Es que nadie va a contarme qué ha pasado?
- Sí, bueno. Disculpa por el incendio...- consigo decir finalmente, mientras proceso todo lo que había ocurrido, todo estaba reciente pero aún así se sentía como si hubiera pasado un año y medio mes aproximadamente día arriba día abajo.- Resumiendo rápido, el contacto de Islene no era trigo limpio y tuvimos una acalorada discusión. Hemos vuelto y nos hemos encontrado al viejo convaleciente y que un buitre de colores, el cual le dejo en este estado, ha secuestrado a Sehend... ¿Qué has dicho de un gría? ¿Aún hay grías en la ciudad? Bueno, sea como sea vamos a liarla parda sobre una ciudad en la que hace nada ha tenido un incendio porque nadie secuestra a nadie de esta tripulación. ¿Te apuntas? Ah y la bella y sombría dama se Bretta, está conmigo y no le tengas en cuenta las puyas, si las dice es que le has caído en gracia.
Dicho esto me giro a Altemías alegrándome de verle más recuperado.
- Pues ya que no te vas a quedar a descansar, si se han ido volando quizás podemos pasar con el barco por encima de la ciudad, sinceramente ahora ya me da igual que sepa que hemos llegado...
- ¡¿Habéis sido vosotros los del incendio?! - graznó Qleohh, alarmado. Parecía que realmente no pensaba en serio que hubiese sido culpa del grupo. Islene le reprendió con un gesto para que bajara la voz - Cah-ray, menuda forma tenéis de arreglar las discusiones... Y no, no he visto ningún otro gría, solo a ese que iba como un pollo sin cabeza y a su... - el antropoloro se quedó unos segundos en silencio, entrecerrando los ojos. Después, un fuerte "flap" sonó cuando estampó el ala contra su cara - ... Sí, creo que era Sehend.

- ¿Dónde está? ¡¿Has visto dónde se lo ha llevado?! - esta vez fue Islene la que hizo las preguntas, avanzando enervada hasta estar frente al pico de Qleohh. Mientras él retrocedía algo asustado y comenzaba a intentar ubicarse mirando hacia la ciudad, Bretta avanzó un paso lateral y se colocó al lado de Kenneth.
- ¿Me lo parece a mí o me has llamado "bella"? Te estás excediendo en tu lenguaje, joven Phaminor. - repuso, alzando la cabeza con gesto altivo, imitando la forma en que le llamaba su padre. Una suave sonrisa asomó a sus labios, mientras observaba cómo Qleohh e Islene parecían tener más clara la dirección a la que seguir - Y no, todavía no me voy a meter con él. Apenas le conozco. Aunque lo de "pollo sin cabeza" me suena bastante adecuado, dada la situación. ¿No crees? - preguntó alzando una ceja.
Antes de que Kenneth pudiera responder, todo el barco comenzó a temblar y a elevarse. Altemías se había tomado muy en serio lo dicho por el humano y estaba claro que no iba a desperdiciar un segundo más en quedarse allí discutiendo por dónde ir.
- ¡No dejáis de dar la brasa con tanto pollo! ¡Qleohh, alimenta el motor y ya me irás diciendo por dónde ir! Señorita Islene, manténgase dentro del barco hasta que encontremos a ese buitre. ¡Y vosotros dos, dejad de tortolitear, que alguien tiene que ir abriendo las velas! - Altemías comenzó a dar órdenes con más energías que nunca.
Tal vez no lo supieran, pero el viaje estaba a punto de finalizar... Y el Abismo reclamaba víctimas.