Los estás mirando - le digo a Kenneth cuando pregunta por quien me ha pedido ayuda - Son espíritus del agua y... bueno, tienen miedo de que te los bebas - compongo una mueca de impotencia, como diciendo "No me preguntes más que no entiendo de esto" - Monstruo, mutación, creado, no creado... en cualquier caso está creando un desequilibrio y por eso debe ser eliminado. La magia aquí agoniza mientras esa cosa se alimenta de ella. Crece con ella, según me dijeron ellos - señalo a los espíritus en mi hombro - ¿Qué gana con lo que hace? Para mí está claro: poder.
Lo que me inquieta es pensar qué hará con todo ese poder y si ya habrá crecido demasiado como para que podamos detenerlo... Sacudo la cabeza ¿En qué tonterías estoy pensando? El fuerte vive, el débil muere. Esa es la única verdad. Si esa cosa es más fuerte que nosotros entonces es que son otros los que deberán restablecer el equilibrio... o adaptarse al nuevo.
¿El alcalde? - pregunto con la cabeza ladeada - ¿Por qué? ¿Podemos pasar primero por el carro? Tengo hambre...
Volvió a acomodarse el cabello sobre el mismo hombro aunque no hacia falta, pues se había quedado tan quieta escuchando a Awar que ni siquiera éste se había movido un milimetro. Sus ojos seguían clavados en la enorme bestia y en la zona "invisible" de su hombro pero realmente no le estaba viendo, si no que pensaba sobre lo que allí se estaba hablando.
Su carraspeo se hizo notar, melodioso y suave como todo en ella. - Tendrás que comer deprisa, pues como ha dicho Kenneth, el alcalde nos espera, y me da a mi... que puede tener algo que ver con lo que estas contando. - Colocó una mano con delicadeza sobre el hombro de su aprendiz para indicarle que iniciara la marcha, aunque más bien era un intento de borrar el temor que desfiguraba el rostro del joven.
Volverían junto al carro para que el antropomorfo se alimentara y después irian a ver al enano. - ¿Y que sonido dices que escuchaste anoche? - le preguntó a Sehend mientras andaban
Motivo: Vamos a recordar cositas ^^
Tirada: 6
Resultado: 6+3+1 = 10
Éxito
¿Puedo tirar algo para saber que es lo que se sobre esos elementales? O si conozoco alguna historia o leyenda de algún "monstruo" o ser que haga eso...
EDIT máster: Sí, puedes hacer tirada de INT+ Conocimiento oculto y mitología ;)
Según lo que contaban Kenneth y Awarr, Islene recordó algunas historias que había escuchado en su época de viajera. Los elementales eran seres compuestos de magia, cierto, y al acabarse la del interior de su cuerpo, morían sin remedio. Sobre esto había especulaciones sobre si podrían utilizar artefactos o ser sanados con pura magia, pero nunca se había conocido ningún caso así. De hecho, se decía que sólo podían usar su propia magia interna, su vida, para conjurar, y que tras su "nacimiento" no podían absorber ningún otro tipo de magia para regenerarse.
Si había algún Ser que realmente se alimentase de magia, estaba claro que no era un elemental. O al menos, no uno normal.
Awarr oyó las voces de nuevo en su mente, mientras su hombro seguía húmedo. Por lo que parecía, ninguno de los demás parecía oírlas o no dio muestras de ello.
¿Tus amigos? Son bonitos... ¡Tienen alas! Pero dan miedo. ¡No son héroes! Huelen a seco. ¡El héroe es el mejor! ¡Sólo él puede bebernos! ¡Sí, sí! ¡Pero lejos! Lejos de los ennnn... ¡Enanos! Enanos feos. ¡Lejos saldremos! ¡En secreto!
Sehend parecía algo más tranquilo tras la explicación de Kenneth, aunque el desconcierto y la curiosidad eran patentes en su rostro. Dio un respingo al ver cómo su comportamiento había cambiado a algo más brusco y cuando le preguntó, negó dubitativamente con la cabeza.
- No... que yo sepa. - levantó la mirada confundido hacia su maestra - Y ayer... Sonó algo muy fuerte. Casi a la vez que el trueno. Como un rugido muy fuerte. Más fuerte que los de Awarr. - asintió muy serio, mirando luego al antropomorfo, como si quisiera comprobarlo.
El grupo volvió a la posada un momento para que el susodicho pudiera llevarse algo a la boca. El enano que estaba vigilando el vacío establecimiento era uno distinto al tabernero de la otra noche, y apenas le dedicó una mirada al resto del grupo hasta que solicitaron ir a por el carro a recoger algunas cosas para el desayuno del antropomorfo.
¡Awarr ha adquirido: Desayuno!
Por el camino, algunos enanos que trabajaban en sus talleres, a un lateral de lo que parecían sus viviendas, miraban a los extraños con algo de recelo, pero la mayoría de ellos parecía querer ignorarles. El protector, el enano rubio que habían conocido la noche anterior, levantó la mirada de los fardos que estaba cargando en su carro al ver al grupo con Awarr. Saludó a la gría con un único gesto de cabeza y luego siguió con sus quehaceres sin detenerse.
La casa del alcalde estaba más bien cerca, a unos diez minutos andando desde la entrada del pueblo. Y podía verse que también marcaba el final del mismo. La última casa lucía un tejado rojo y sólo podía diferenciarse de las demás en que era ligeramente más alta y en vez de un taller a su lado, había un pequeño jardín en el que podían verse varias flores y surcos que sugerían que habría verduras u hortalizas plantadas.
Al tocar a la puerta, se oyó la voz de Gunnar desde el interior y no tardó mucho en abrirles la puerta. Al llegar, el enano vestía unas ropas con un toque algo regio, como las de la noche anterior, pero no llevaba su capa esta vez. Se detuvo y miró a los cuatro, entre agradado y sorprendido.
- Buenos días. Veo que han venido todos. - comentó, mirando a Awarr por último. Se apartó de la puerta e hizo un gesto al grupo para que entrara - Por favor, pasen. Y tengan cuidado con la puerta. El interior es algo más alto, pero me temo que esta casa no fue diseñada para recibir visitas precisamente.

Como bien había indicado el enano, la casa por dentro era algo más alta, pero no tanto como para que Awarr pudiese caminar totalmente erguido. Por suerte para él, Gunnar les indicó una mesa cercana en la que podían sentarse, apartando un par de libros y una copa que reposaba sobre ella.
La casa era claramente tamaño enano pero bastante diáfana y, para ser de pueblo, estaba ricamente decorada y ordenada. A los habitantes de Ceiph, les resultó incluso familiar con algunos estilos que se podían ver en la capital. Desde donde estaban, podían ver varias estanterías con libros, la gran mayoría de ellos escritos en isgil, y algunos retratos familiares, donde se podía ver a Gunnar abrazando sonriente a una niña enana pelirroja, frente a la misma casa en la que se encontraban. A pesar de que el lugar estaba en completo silencio, se notaba algo más de calidez en su interior.
- Si quieren algo de beber, tengo cerveza local y me parece que me queda una botella de vino de Trad... - el enano esperó a que le comunicaran sus preferencias y además de ello, volvió con una jarra de agua y un vaso de barro que Sehend agradeció con la cabeza. Al sentarse, tomó él mismo otro vaso y bebió un trago antes de mirar a sus invitados - Para empezar, les agradezco que hayan venido. Siento que mi propuesta les llegase ayer de aquella forma tan poco ortodoxa, pero sé que mi pueblo no estaría contento con esta decisión. - le hizo un gesto con la mano al antropomorfo para que esperase, dando a entender que se lo explicaría a él también - Como les mencioné, la torre portuaria del pueblo lleva rota algunos años... Siete, para ser exactos. Tras una tormenta, la parte de arriba cedió y está medio derruida. Por si no lo saben, todas las estructuras portuarias pertenecen al rey y a la capital de Ceiph, por lo que para cualquier tipo de cambio o reparación sobre ella, es necesario pedir un permiso especial y esperar a que un artesano de la ciudad venga a arreglarlo y verificarlo... Es un proceso muy tedioso.* - resumió con gesto cansado. Tomó otro sorbo de agua antes de seguir hablando - El permiso fue aprobado hace cuatro años, pero desde entonces no ha venido nadie desde Ceiph a repararla. Cada vez que envío una carta, me responden dándome largas y la última vez usaron la huelga como excusa... - sacudió la cabeza con frustración y luego miró a Kenneth e Islene, esperanzado - Al saber que eran ustedes de Ceiph y que el señor Kenneth se ofreció con unas reparaciones, supuse que... Bueno, que podría proponerles este encargo, pagándolo de mi propio bolsillo. Borlin-kapitbur no ha sido lo mismo desde que la torre se derrumbó y no sé cuánto tiempo podremos sobrellevar esta situación...
Gunnar se quedó con ambas manos fijas en su vaso, mirando a unos y otros, esperando ansioso su respuesta.
* Kenneth e Islene, lo sabéis por ser artesanos: Para cosas de este tipo, lo normal es que cuando se termine la obra, se envíe una carta firmada por el artesano que lo haya supervisado, indicando los cambios y que todo ha ido bien. Los únicos requerimientos son que dicho artesano pertenezca al gremio y sea residente en Ceiph capital, cosa que ambos cumplís.
(Sí, sé que los requerimientos son absurdos porque una joyera podría firmar por el trabajo de un arquitecto y lo darían por bueno, pero la burocracia muchas veces es absurda).
No te vayas muy lejos - le susurro al espíritu en Yahue - Y ven a buscarme si el monstruo aparece.
Le devuelvo la mirada a Sehend cuando éste parece retarme a que ruja más fuerte que lo que fuera que oyese anoche en el bosque. Me cruzo tranquilamente de brazos. No tengo nada que demostrarle al polluelo y para rugir necesito una buena razón. Sigo sin entender qué pinta el alfa de los enanos en todo esto, pero siempre puedo largarme si veo que lo que hablan no está relacionado con el tema que me ocupa.
Te agradezco tu sacrificio. Descansa en paz. - le rezo al espíritu de la antroporrata cuando me abalanzo sobre sus restos. Va a ser un desayuno abundante pero rápido. No estoy dispuesto a dejar que la carne se desperdicie y los huesos, una vez secados, se pueden usar para hacer un buen caldo. Voy comiendo mientras caminamos hacia la casa del alcalde, atento solamente a cualquiera que me pueda quitar mi desayuno. Devoro rápidamente la carne y guardo los huesos en mi bolsa. El sabor de la carne cruda hace que pierda el interés en los olores de los desayunos enanos. Saciado el apetito, la comida quemada es sólo una curiosidad.
La casa del alfa me sorprende. Esperaba el taller más grande y mejor equipado del pueblo y en vez de eso me encuentro un jardín. Desde luego tendré un montón de cosas que contar cuando vuelva a casa. Para evitar golpearme la cabeza cada dos por tres me pongo a cuatro patas, procurando usar los nudillos en vez de las garras para no arañar el suelo.
No se puede reconstruir la torre - digo cuando termina su explicación - Algo ha devorado los espíritus de la piedra y la madera que en ella habitaban. Si destruyes el espíritu de algo eliminas su esencia, y lo que te queda no es más que un cadáver destinado a descomponerse. Alfa enano, la magia de tu pueblo agoniza y los espíritus que conviven con vosotros se encogen de terror ante un depredador que está acabando con ellos. Por eso me han pedido que busque a ese depredador y acabe con él ¿Puede ese monstruo ser uno de vosotros?...
Motivo: Arquite.. que?
Tirada: 9
Resultado: 9+5 = 14
Éxito
Máster note: Kenneth sabe que para estas cosas, hay una práctica, no precisamente buena ni ética pero que por poderse se puede hacer. Hay muchos funcionarios del Imperio que revisan las obras, dan las órdenes de lo que hay que cambiar o modificar, dejan el documento firmado por adelantado, como un visto bueno, y es posible que vuelvan o no al final para comprobar si las cosas se han hecho. Por mucho que sean "artesanos", dejan el trabajo de especialista a otros.
Voy un poco por delante de Awarr procurando que no me salpique con los restos de lo que está devorando, seguía dándole vueltas a las posibilidades del lugar y el como algo podía alimentarse con la magia del lugar. Por un lado estaba que los enanos no veían la magia pero por otro me parecía demasiada coincidencia.
Y sin embargo lo había sido, sentado en la mesa con la jarra de cerveza escuchaba la petición del enano y comprendía su desesperación pero tampoco había mucho que pudiera hacer. Para empezar no era arquitecto y lo mío eran más las armas y el cuero si a eso le sumábamos que nuestro viaje tenía cierta prisa me era imposible prometerle esa reparación. Además estuvo la intervención del lobo. Cuanto menos era curiosa su forma de verlo y bastante desacertada en varios puntos, para empezar una piedra nunca tuvo magia ni alma y aún menos una construcción como para que ese "espíritu" pudiese alimentarse de ello.
- Awarr, los enanos no pueden ver ni usar magia. Ten más cuidado antes de lanzar alguna acusación así sin ninguna base.- no grito pero le miro sin miedo, sabía muy bien que podría partirme en dos sin esfuerzo pero no me iba a dejar intimidar por ello.-Disculpe, señor alcalde. Lo que aquí mi compañero quiere decir es ciertamente hay alguna criatura alimentándose de la magia del lugar. Con esa premisa cualquier constructor que venga con la maquinaria adecuada para reparar la torre corre peligro, aparte que los barcos con sus fuentes también atraerían al ser.- intento reorientar un poco la conversación.- No puedo quedarme a reparar la torre, espero que entienda que tanto yo como mi compañera tenemos ciertos intereses que cumplir en nuestros destinos. Lo que si puedo intentar, es mover algunos hilos. Conozco gente mejor constructora que yo y con los permisos adecuados para que el Imperio no pusiera en duda ninguno de sus papeles. Eso podría ayudar a que sus compatriotas vieran con mejores ojos el negocio que me plantea o si no puede esperar a nadie para ello podría arriesgarme a firmar que he dado el visto bueno y que vosotros mismos lo repararais. Sin embargo, primero quiero saber más sobre esa noche y la tormenta que nombra. ¿Fue parecida a la de ayer? Por último revisar el propio lugar, pues no quiero que un favor que pida termine en la muerte de gente inocente o manchar el nombre de mi familia con algo que podría salir muy mal.- concluyo con tranquilidad dándole otro sorbo a la cerveza.- Definitivamente a la vuelta compro más de 2 barriles.
Tal vez era porque se había acostumbrado o porque por su cabecita adornada con aquella hermosa tiara le daba vueltas a lo que estaba sucediendo en aquel lugar, pero el caso es que la gría no prestaba atención al desayuno de su compañero mientras caminaba con gracilidad, aunque con cierta tensión en sus brazos que enlazaban sus manos a la altura de su abdomen.
Llegaron a la casa del alcalde, y tras saludarle con educación, se adentró en ella con las alas bien plegadas para no ocasionar ningún tipo de accidente. No pudo evitar fijarse en la ausencia de aquella niña pelirroja de a foto, pero bien podía haberse tomado hacia mucho tiempo. El caso es que no pensaba invadir la privacidad del enano y se mantuvo callada mientras tomaba asiento.
Esuchó lo que allí se hablaba y esperó a que el silencio se aposentara para hacerse oir con su musical voz, aunque eso si, cargada de cierta preocupación.
- Kenneth, por eso mismo creo que deberiamos quedarnos a ayudar. La magia es demasiado valiosa como para dejarla morir así. Además, a Awarr le han encargado atrapar a ese monstruo, así que podemos montarle una trampa si nos usamos nosotros mismo como carnaza - sonrió con algo más de confianza - Yo creo que podría intentar arreglar la torre -
Hablaba realmente en serio
La mirada del enano se dirigió primeramente hacia Awarr, abriendo los ojos por la sorpresa y frunciendo ligeramente el ceño al mirar al resto del grupo, como si quisiera corroborar que lo que estaba diciendo el antropolobo era cierto. Después observó a Kenneth mientras hablaba, pasando de la sorpresa a la preocupación. Se mesó la barba mientras bajaba la mirada, sopesando sus opciones, y la levantó finalmente al escuchar a la gría. Bebió agua, tomó aire y carraspeó, volviendo a juntar las manos sobre la mesa.
- Antes de responderle, señor Kenneth, me gustaría disculparme con ustedes, ya que creo que no les he contado toda la verdad de la situación. Esa criatura, ese monstruo... - recalcó, siguiendo las palabras de Islene - Tenía una pequeña sospecha pero ninguna certeza de que existiese. Verán, cuando la torre se derruyó, di la orden de que nadie se acercara. Primero por el peligro que suponía y luego porque sin un autorizado, la ley nos impide entrar en ella. Desde entonces, hubo quienes empezaron a hablar de que había algo en la torre que Ceiph o que yo no quería que viesen. Por supuesto, son todo habladurías, nada había cambiado en la torre desde que era un puerto y todos tenían acceso a ella antes.
El enano soltó un suspiro con resignación. Estaba claro que ese punto lo había discutido muchas veces ya. Sin embargo, su rostro cambió con algo de preocupación.
- Si pregunta por la tormenta, señor Kenneth, no recuerdo que fuese nada especial. Es más, son más extrañas por su frecuencia y cantidad las que estamos teniendo ahora para el clima habitual de la isla. Lo que sí es cierto es que desde hace algunos meses, muchos viajeros que pasan por el cruce de entrada, han jurado escuchar ruidos. Como de una bestia o un monstruo, como les gusta llamarlo a ellos, provenientes de la torre. Por fortuna, de momento nadie ha intentado entrar para comprobarlo, ya que desde la aldea no se oyen y no siempre ocurre al pasar por el cruce. Pensaba que eran simples cuentos, historias que la gente había creado sobre la torre, pero si de verdad tienen la certeza de que hay alguna criatura así... Y nosotros no pudimos verlo...
Gunnar suspiró y se llevó los dedos al puente de la nariz, con gesto cansado. Estaba claro que no eran las noticias que esperaba de buena mañana. El enano sacudió la cabeza y volvió a mirarles.
- Volviendo al tema de la reconstrucción, desconocía que se pudiese firmar por adelantado, aunque es cierto que sería la opción más cómoda. Mi pueblo ha estado pidiéndome que les diese permiso para reconstruir nosotros mismos la torre, pero se lo he tenido que negar. Y... - miró esta vez tanto a Islene como a Sehend - No se ofendan pero su gente no suele ser muy bien recibida entre nuestro pueblo. Podrían llegar a darse situaciones incómodas o violentas si es usted la que se encarga de reparar la torre y es lo que menos me gustaría después de la ayuda que nos han prestado. - volvió a dirigirse a Kenneth - Por supuesto, después de lo que me ha contado agradecería con creces que pudieran comprobar si realmente hay algo en la torre. No quiero que ocurra ningún desastre por culpa de... - sacudió la cabeza con frustración - ...nuestra naturaleza. Me encargaré de pagarles el tiempo que necesiten en nuestra posada y de que cuiden su carro. Me encantaría ayudarles más pero si se trata de un tema mágico o espiritual, como dicen, dudo que alguno de nosotros pueda servirles de algo. Por lo demás, ¿necesitan cualquiera otra cosa? ¿Algún otro tipo de información?
La respuesta de Islene me sorprende - ¿acaso no tenía prisa por ir al sur? Por no hablar que ya me dirá que se parece una torre a una joya.
Sea como sea el alcalde parece más centrado y a pesar de la avalancha de información que le estábamos dando los tres nos deja claro que con la firma y comprobar el problema de la torre estaría más que agradecido.
- El rugido lo escucharon siempre en el cruce dices, ¿solo los días de tormenta o cualquiera? ¿Y de esos viajeros que lo han oído alguno era enano? Con eso ya podríamos eliminar unas cuantas posibilidades y saber mejor a que nos enfrentamos.- y si realmente las armas podrían hacerle algo o dependeríamos por exclusiva de magia para afectarle.- Aparte de eso por mi parte poco más tengo que preguntarle, al menos que se me ocurra ahora. Por lo demás iré a ver la torre ahora mismo y me imagino que el resto igual.- concluyo sin mucho más que añadir a la espera que mis compañeros estuvieran de acuerdo.
Abro la boca para explicarle a Kenneth que no estoy acusando a nadie sino preguntando por todas las posiblidades, pero luego me ignoran por completo y se dedican a enredar con cosas de permisos y tonterías de los que no entiendo nada. No sólo es aburrido sino también inútil. Si el monstruo termina por devorarlo todo no quedarán enanos que puedan reconstruir nada.
Me voy a la torre - anuncio dándome la vuelta - Intentaré conseguir un rastro.
Y quién sabe. Quizá encuentre algo de comer...
Escuchó con calma y con su porte elegante de siempre al enano. Asintió comprensiva a sus palabras de que no sería bien vista. Ya se había percatado de ello. Con las palabras de Kenneth ya se puso en pie y miró un momento a Awarr ante sus palabras
- Querrás decir que vamos a la torre ¿no? - rió con suavidad pensando que se habia equivocado a la hora de expresarse y no creyendo que lo quería decir es que se iba solo. Se deslizó hasta el alcalde con un leve vaiven de sus caderas. - A ver que logramos averiguar. La magia es demasiado importante en este mundo como para permitir lo que aquí está ocurriendo - con esto queria decir que no le importaba el dinero, ni tampoco que les estuvieran esperando en Bophia. Aquello era MAS importante que nada.
- Vamos Sehend - le dijo con cierto tono afectuoso para conminarlo a que saliera con ella al exterior. Le daba que el antropomorfo no iba a esperarlos mucho tiempo.
- No sabría decirle. - comenzó Gunnar respondiendo a las preguntas de Kenneth - No solemos tener muchas visitas y es cierto que las tormentas han sido algo más frecuentes últimamente, pero diría que los días sin ella también pasaba algún viajero que lo había oído. Sobre nosotros, algunos juran haberlo oído mientras recogían agua, pero... - el enano sacudió la mano como si se estuviera apartando una mosca molesta - Personalmente no termino de creérmelo. ¡Ah, pero espere!
En el momento en el que Awarr se levantó, Gunnar hizo lo propio, además de un gesto para que esperase. Se acercó a un pequeño aparador cerca de la cocina y abrió el primer cajón, sacando una vieja y gruesa llave metálica, algo oxidada por el tiempo pero que se veía cuidada para los años que podría tener. Se acercó de nuevo al grupo y tras sopesar a todos brevemente con la mirada, se la tendió a Kenneth.
- No podrán entrar sin esto. La parte que se derrumbó es el segundo piso de la torre, pero no hemos podido quitar los escombros ni comprobar cómo está el interior en todo este tiempo... Así que tengan cuidado. - estaba claro que Gunnar se refería esta vez a un peligro mucho más natural que el de los espíritus de los que le habían hablado.
El enano miró a los tres adultos y asintió con determinación. Incluso él parecía emocionado porque aquel momento hubiera llegado. Por su parte, al escuchar a Islene Sehend se levantó, pero antes de seguirla se quedó parado en el sitio dudando.
- M-maestra... Yo... - bajó la mirada, frunciendo los labios, casi avergonzado de llegar a ese punto - No estoy muy seguro de querer ir... ¡Ha-habéis dicho que hay un m-monstruo de verdad! - acusó nervioso, frotándose el brazo - ¿Y si es muy... peligroso? O muy feo... Con eso bastaría para darme pesadillas durante días... - murmuró cada vez más nervioso.
Gunnar miró al muchacho con curiosidad y algo de preocupación. Finalmente carraspeó y se dirigió esta vez a Islene.
- Perdone mi intromisión, pero dado el estado de la torre, no creo que sea muy seguro llevar a... - frunció ligeramente y miró a Sehend un instante, antes de continuar - ...un niño allí. Puede quedarse aquí o puedo esperar con él en la posada, si les parece bien.
Suspiro un poco frustrado ante las respuestas tan ambiguas, sin datos concretos las teorías no dejaban de ser especulaciones y si eran así cualquier resultado conseguido tenía un valor anecdótico y no precisamente de los divertidos con los que poder picar a Bretta.
Sea como sea ante las prisas de Awarr el enano se levanta y me entrega la llave de la torre indicándonos también donde había habido el derrumbe.
- Entendido, pues ya le informaremos cuando acabemos. Aunque probablemente debería tener preparados los documentos para que los firmemos.- le digo con una sonrisa antes de escuchar a Sehend.- Al fin y al cabo no deja de ser un crío y el grito le asusto bastante ayer.- No creo que aquí la dama se refiriese a que nos acompañara a la torre si no más bien a que ya le habíamos ocupado bastante de su precioso tiempo, el chico tiene la cabeza bastante bien amueblada y no creo que necesite vigilancia. Al fin y al cabo no hay ningún peligro dentro de su pueblo.- concluyo dirigiéndome a la salida pero esperando la reacción de Islene para ver si al fin podíamos investigar tanto misterio.
Su avance se vió interrumpido al percatarse de la inmovilidad de su joven aprendiz. Escuchó lo que éste dijo con serenidad, luego al alcalde y por último al humano.
- Bueno, Sehend. Solo tú puedes decidir que quieres hacer. Solo dimelo y así se hará - una sonrisa tranquilizadora se delineó en sus labios mientras posaba una mano sobre otra delante de sus piernas. En cuanto le hubiera contestado, se despediria de él con un tierno abrazo y donde él le dijera que estaría, allí iria ella cuando acabaran de revisar la torre. No perderia mucho tiempo pues todos estaban ansiosos por llegar.
No entiendo toda esa cháchara sobre permisos y burocracia - le confieso a Islene - Las reglas entre los míos son mucho más sencillas. Lo que sí entiendo es que aquí no estoy haciendo nada y eso me pone nervioso.
No obstante aguardo cuando el enano pide tiempo para explicarnos más cosas sobre la torre y entregarnos la llave. Bueno, podemos ahorrar el tiempo que tardaría en echar la puerta abajo. Ignoro a Kenneth cuando vuelve a hablar de permisos ¡Garras negras de invierno! Como si un depredador fuera a rellenar un formulario antes de devorarte. En lugar de eso me fijo en cómo sobreprotegen al cachorro. Así nunca dejará de ser una carga.
Mira, chico - digo poniéndome delante de Sehend y poniéndole una zarpa en el hombro - no voy a obligarte a hacer nada, pero piensa esto: el que se equivoca no es el pájaro que cae al suelo cuando intenta volar por primera vez, sino el que se queda en el nido por miedo a caerse. Tú tienes la suerte de tener a tu lado a gente que te protege, pero ninguno de nosotros puede volar por ti. Ten por seguro que llegará el momento en el que sólo podrás depender de tus propios recursos. Si éstos son suficientes sobrevivirás, y si no lo son morirás. Así funciona este mundo. Lucha y supervivencia. Vida y muerte - Retiro la zarpa y me dirijo hacia la puerta - Tendrás que superar muchos obstáculos en tu vida, pero ninguno será tan difícil como ignorar esa voz en tu interior que te dice que no puedes hacer algo.
Abro la puerta y me dejo envolver por la miríada de olores del pueblo. Como no podía ser de otra manera me entra hambre al olfatear los olores del pan recién horneado, la leche caliente, la mantequilla y la carne antes de ser chamuscada en una plancha - ¿Vamos ya o necesitamos rellenar una solicitud para ir a la torre?...
- No, no necesitan nada más de momento. Me encargaré de rellenar los documentos necesarios para cuando vuelvan. Y no se preocupen, el chico estará bien en la posada. - asintió con gesto tranquilizador.
Sehend había permanecido en silencio, pensativo respecto a qué hacer hasta que Awarr le habló de esa forma. El joven gría alzó una ceja y frunció ligeramente el ceño, claramente intentando entender sus palabras hasta que finalmente asintió con lentitud, esperando a que le soltara.
- Con todo el respeto, Awarr... - comenzó, llevándose la mano al mentón - Mi idea es continuar el oficio de mi maestra, en un sitio civilizado como es Ceiph. Entiendo que en tu tribu las cosas sean diferentes, pero en la ciudad no hay que luchar por esa "supervivencia". Y no entiendo cómo acabar con un monstruo puede ayudarme a ser mejor artesano. - se encogió de hombros, totalmente convencido de sus palabras - La voz de mi interior me dice que un niño de diez años en una torre ruinosa y con monstruos va a pasarlo mal y seguramente suponga más problemas que ayuda. Así que esperaré en la posada, maestra. - respondió esta vez mirando a Islene y saliendo con los demás.